FACULTAD DE ENFERMERÍA
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2019
Trujillo - Perú
INTRODUCCION
La llegada de una niña o de un niño al mundo significa una gran alegría y un verdadero
desafío para sus padres, su familia y su comunidad: el de lograr que, con salud, pueda obtener
la mejor calidad de vida posible en su ambiente. Para eso se necesitan varias condiciones,
entre las cuales se cuenta una nutrición adecuada. No existe salud sin una buena nutrición y,
a la vez, sin salud no es posible un buen estado nutricional.
Para los seres humanos alimentarse significa mucho más que comer. Por eso, alimentar a un
niño significa mucho más que satisfacer su necesidad de comida. Se trata de una verdadera
experiencia de vida, de intercambio y reciprocidad, entre el pequeño y quien le brinda además
del alimento cuidados y cariño. Se apoya en formas sutiles comunicación y de integración
social y cultural.
Los primeros meses de vida (la etapa de lactante) son una etapa en la que tienen lugar muchos
cambios rápidos, que suponen una demanda exigente desde el punto de vista nutricional, en
el aspecto cuantitativo y sobre todo cualitativo.
Los profesionales de la salud pueden desempeñar un rol crítico para brindar dicho apoyo,
influenciando las decisiones relacionadas con las prácticas alimentarias de las madres y las
familias. Por lo tanto, resulta crítico que los profesionales de salud tengan conocimientos y
habilidades básicas para ofrecer una apropiada orientación y consejería; que ayuden a
resolver problemas de alimentación y que conozcan cuándo y dónde deben referir a la madre
que experimenta problemas de alimentación de mayor complejidad.
Una buena nutrición y una buena salud están directamente conectadas a través del tiempo de
vida, pero la conexión es aún más vital durante la infancia. Durante este período, los niños
pueden adquirir buenos hábitos alimenticios en lo que se refiere a la variedad de los alimentos
y al sabor de las comidas.
Una adecuada alimentación durante los dos primeros años de vida resulta fundamental para
el óptimo crecimiento y desarrollo del niño. A su vez, las pautas alimentarias aprendidas
durante estos años sientan las bases para la constitución de los hábitos alimentarios más tarde
en la vida del individuo.
Dado que la adecuación de la alimentación a las necesidades del individuo en esta etapa
inicial es crítica, las intervenciones tempranas y oportunas merecen especial atención y sirven
para prevenir secuelas a futuro.
Una adecuada nutrición durante la infancia y niñez temprana es esencial para asegurar que
los niños alcancen todo su potencial en relación al crecimiento, salud y desarrollo. La falta
de acceso a alimentos asequibles y ricos en nutrientes es un problema constante para muchas
familias en todo el mundo. Con mucha frecuencia se introducen alimentos sólidos y blandos
demasiado pronto o demasiado tarde, la frecuencia y la cantidad de comida que se ofrece es
menor de lo que se necesita para el crecimiento normal del niño.
La infancia es una etapa de la vida idónea para aprender a comer de forma saludable gracias
a la ayuda de padres, educadores y profesionales de la salud. Los hábitos alimentarios
adquiridos en este periodo determinan la futura alimentación del adulto.
Los niños y niñas de uno y dos años tienen unas necesidades nutricionales superiores a las
de un adulto, Por eso, la dieta infantil debe estar adaptada a los niños, no sólo en cantidad
sino también en calidad.
Sin embargo, cuando un niño no recibe una buena nutrición saludable se presenta lo que es
la nutrición desequilibrada, no solo se refiere solamente a la desnutrición sino también a la
sobrealimentación y a la alimentación inadecuada.
La desnutrición es sencillamente una carencia de nutrientes, es decir que un niño con una
alimentación desequilibrada puede estar mal nutrido y ver afectado su desarrollo psíquico,
motor y emocional.
Muchos padres cometen el error de obligar a los pequeños a terminar el plato, sin tener en
cuenta que su necesidad nutricional es diferente a la nuestra. Los niños se autorregulan y
comen lo que necesitan comer: durante algunos períodos ingieren mayor cantidad de
alimentos pues los necesitan para crecer y otros, tienen menos apetito pues están en un
período de descanso de crecimiento.
Por otra parte, el hierro en la dieta del bebé es muy importante, debido a que puede evitar
enfermedades como la anemia, una de las más frecuentes en el crecimiento de los niños. Este
mineral no puede faltar en la alimentación de los más pequeños, especialmente cuando tienen
entre 0 y 12 meses de edad.
Desde el momento en el que el bebé inicia la alimentación complementaria, esta debe ser rica
en hierro. Por ello es importante agregar a su dieta alimentos que contengan este mineral y
le ayuden a asimilarlo.
La falta de hierro en la dieta del bebé puede traer muchas consecuencias, siendo la anemia la
más común. Pero además de esta enfermedad, el niño puede sufrir de otros problemas de
salud.
La prevención de falta de hierro en la dieta del bebé debe comenzarse desde los 4 o 6 meses
de edad, introduciendo alimentos ricos en este mineral y que favorezcan su absorción. Por
tal motivo, es necesario fortalecer los equipos de salud, para brindar una atención integral y
de calidad a las familias.
CONCLUSIONES
La formación de hábitos alimentarios saludables debe comenzar desde los primeros años
de edad ya que los hábitos instalados tempranamente tienden a perdurar a lo largo de toda
la vida.
Surgen también lo que son los malos hábitos alimenticios que podrían
provocar enfermedades tales como la obesidad o la desnutrición, se hace obligatorio crear
proyectos con la finalidad de educar a la población para comprender la importancia que
tiene una buena alimentación durante la edad preescolar de los niños específicamente en
las edades de entre (1-6 años), ya que esto contribuye a un buen rendimiento de ellos y
un adecuado desarrollo de todas sus etapas de vida.