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Estado, Sociedad y Derechos humanos

Unidad 1: Nociones

FICHA DE LECTURA: “SOCIEDAD CIVIL”

1. LA SOCIEDAD CIVIL EN LOS IUSNATURALISTAS.


La expresión “sociedad civil” ha tenido, en el curso del pensamiento político de los últimos siglos,
varios significados sucesivos, el último de los cuales es el que quedó acuñado en el lenguaje
político de hoy y es profundamente distinto del primero y en cierta medida opuesto.
En su acepción originaria, desarrollada en el ámbito de la doctrina política tradicional, en particular
en la doctrina iusnaturalista, “sociedad civil” (societas civiles) se contrapone a “sociedad natural”
(societas naturalis), y es sinónimo de “sociedad política” (en correspondencia con la derivación,
respectivamente, de civitas y de polis) y por lo tanto de “estado”. Según el modelo iusnaturalista
del origen del estado, que se repite con sensibles variaciones pero sin alteraciones sustanciales de
la dicotomía fundamental estado de naturaleza-estado civil, de Thomas Hobbes, que es el creador,
hasta Immanuel Kant y los kantianos, el estado o sociedad civil nace por contraste con un estado
primitivo de la humanidad en el que el hombre vive no teniendo otras leyes que las leyes
naturales, o sea que nace con la institución del poder común que sólo es capaz de garantizar a los
individuos asociados algunos bienes fundamentales como la paz, la libertad, la propiedad y la
seguridad, que en el estado de naturaleza están completamente amenazadas por la explosión de
conflictos cuya solución está confiada exclusivamente a la autotutela. Dicho con palabras de John
Locke: “Los que se hallaren unidos en el cuerpo y tuvieren ley común y judicatura establecida a
quienes apoyar, con autoridad para decidir en las contiendas entre ellos y castigar a los ofensores,
estarán entre ellos en sociedad civil, pero quienes no gocen de tal común apelación […] se hallan
todavía en el prístino estado natural” (Segundo tratado sobre el gobierno). Dicho en palabras de
Immanuel Kant: “El hombre debe salir del estado de naturaleza, en el cual cada uno sigue los
caprichos de su propia fantasía, y unirse a todos los otros […] sometiéndose a una constricción
externa públicamente legal […]: vale decir que cada uno debe, antes que cualquier otra cosa,
entrar en un estado civil”.
En el sentido de sociedad política o estado, la expresión sociedad civil es también usada
comúnmente por teólogos, canonistas y en general por escritores del derecho eclesiástico y de
historia religiosa para distinguir la esfera de lo temporal de la esfera de lo espiritual, la esfera de las
relaciones sobre las que se extiende el poder político de la esfera de las relaciones en la que lo
hace el poder religioso. En el lenguaje de la doctrina cristiana de las relaciones entre iglesia y
estado el problema de estas relaciones se presenta e ilustra como problema de las relaciones entre
sociedad civil y sociedad religiosa. Lo que cambia en este uso de la expresión no es tanto el
significado de sociedad civil cuanto el criterio de distinción de su opuesto: mientras sociedad civil y
sociedad natural se distinguen entre sí porque una está instituida sobre relaciones de poder y la
otra no, sociedad civil y sociedad religiosa se distinguen entre sì por los diversos tipos de relaciones
de poder que existen en la una y en la otra.

2. EN JEAN JACQUES ROUSSEAU


Una segunda acepción deriva del hecho de que los mismos escritores, cuando quieren aportar un
argumento a favor de la historicidad del estado de naturaleza, tienden a identificarlo con el estado
en el que se encontraban y se encuentran todavía los pueblos “salvajes”.
La distinción entre las dos acepciones —sociedad civil como “sociedad política” o como “sociedad
civilizada”— es importante porque, mientras para la mayor parte de los escritores del siglo XVII y
XVIII los dos significados se superponen, en Rousseau los dos significados se separan. Cuando
Rousseau describe el paso del estado de naturaleza a la sociedad civil, él usa sociedad civil no en el
sentido de sociedad política sino en el de sociedad civilizada”.
Mientras que para Thomas Hobbes y John Locke la sociedad civil es la sociedad política y en
general la sociedad civilizada, la sociedad civil de Rousseau es la sociedad civilizada pero no es
necesariamente aún una sociedad política.

3. EN GEORG WILHELM FRIEDRICH HEGEL.


La tercera acepción es la que fue hecha por Hegel. En el sistema hegeliano la sociedad civil no
coincide más con el estado sino que constituye un momento preliminar. La sociedad civil no es más
la familia que es en la sociedad natural pero tampoco es todavía el estado. Ubicada entre la forma
primitiva y la forma útil del espíritu objetivo la sociedad civil representa para Hegel el momento en
el que la unidad familiar, a través del surgimiento de las relaciones económicas antagónicas
producidas por la necesidad en que se encuentra el hombre de satisfacer sus propias necesidades
mediante el trabajo, se disuelve en las clases sociales, en que la lucha de clases encuentra una
primera mediación en la resolución pacifica de los conflictos a través de la instauración de la ley y
de su aplicación (la administración de la justicia).
Lo que le falta a la sociedad civil para ser estado es el carácter de la organicidad.
Con la separación de la sociedad civil y estado Hegel quiere atacar las teorías precedentes de los
iusnaturalistas, que identificando el estado con la sociedad civil, osea con una asociación voluntaria
que nace de un contrato para la protección externa de bienes de cada individuo, no logran dar
cuenta de la real y efectiva majestad del estado en nombre de la cual los ciudadanos son llamados
en momentos de dificultades graves también al supremo sacrificios de la vida.

4. EN KARL MARX. Un tercer significado de sociedad civil lo realiza Marx identificando ésta con la
sociedad burguesa”. Cuando describe el proceso a través del cual la sociedad civil se emancipa del
estado que impide su libre desarrollo y se escinde en individuos independientes que se proclaman
libre e iguales ante el estado, cuando critíca los pretendidos derechos naturales universales y
abstractamente humanos como derechos nacidos de la sociedad civil, es entonces cuando deviene
claro que por sociedad civil se debe entender “sociedad burguesa”. Marx afirma que estudiando a
Hegel había arribado a la convicción de que las instituciones políticas y jurídicas tenían sus raíces
en las condiciones materiales de vida “cuya totalidad agrupa hegel” bajo el nombre de sociedad
civil, pero es menester buscar la anatomía de la sociedad civil en la economía política.
El estado moderno tiene como su base natural la sociedad civil, el hombre de la sociedad civil, es
decir el hombre independiente unido a otro hombre solo con el vinculo del interés privado y de la
inconsciente necesidad natural.

5. EN ANTONIO GRAMSCI
También Gramsci distingue repetidamente entre sociedad civil y estado. Más aún, esta distinción
es uno de los hilos conductores del análisis histórico y político de la sociedad burguesa y del paso
de ésta a la sociedad socialista. Pero esta distinción, no obstante la identidad de la terminología, no
coincide con la de Marx.
De tal manera la expresión sociedad civil adquiere en la obra madura de Gramsci un quinto
significado. Dice Gramsci: “Se pueden, por ahora, fijar dos planos superestructurales: el que se
puede llamar de la sociedad civil, osea el conjunto de organismos comúnmente llamados privados,
y el de la sociedad política o estado, y que corresponde a la función de hegemonía que el grupo
dominante ejercita en toda sociedad y el de dominio directo o de mando que se expresa en el
estado o en el gobierno jurídico”. De este pasaje, y de otros análogos que se podrían citar, resulta
claramente que, a diferencia de Marx —para el cual la sociedad civil comprende la esfera de las
relaciones económicas y por lo tanto pertenece a la estructura—, Gramsci entiende por sociedad
civil un momento de la superestructura, en particular el momento de la hegemonía que se
distingue del momento del puro dominio como momento de la dirección espiritual y cultural que
acompaña e integra de hecho en las clases efectivamente dominantes, y debe acompañar e
integrar en las clases que tienden al dominio, el momento de la pura fuerza. Parafraseando el
pasaje de Marx antes citado se podría decir, para marcar la distinción, que para Gramsci la
sociedad civil comprende no ya “todo el conjunto de las relaciones materiales” sino todo el
conjunto de las relaciones ideológico-culturales. Si toda forma de dominio duradero se rige con
base en la fuerza y el consenso, todo régimen político tiene necesidad no sólo de un aparato
coactivo -y en esto consiste el estado en el sentido estricto y tradicional de la palabra- sino también
de varias instituciones: desde los diarios hasta la escuela, desde las editoriales hasta los
organismos culturales, instituciones de los valores dominantes y a través de las cuales la clase
dominante ejercita su propia hegemonía. El relieve dado por Gramsci al momento de la hegemonía
no significa que él haya abandonado la tesis marxiana de la prioridad de la estructura económica
sino que más bien muestra que ha querido diferenciar con más fuerza, dentro del conjunto de los
elementos superestructurales, el momento de la formación y de la trasmisión de los valores
(actualmente se diría de la “socialización”) de aquel más propiamente político de la coacción.
En esta historia de varios significados de sociedad civil lo que más importa destacar es que en la
medida en que Gramsci llama sociedad civil al momento de la elaboración de la ideología y de la
técnica del consenso -a la que da particular relieve- modifica el significado marxiano de la
expresión y en parte retorna al significado tradicional, según el cual sociedad civil, siendo sinónimo
de “estado”, pertenece, marxianamente hablando, no a la estructura sino a superestructura. En
suma, Gramsci se ha servido de la expresión sociedad civil no para contraponer la estructura a la
superestructura sino para distinguir – mejor de lo que habían hecho los marxista precedentes- en
el ámbito de la superestructura el momento de la dirección cultural respecto al dominio político.

6. MAX WEBER
Weber sostuvo una perspectiva crítica con respecto al determinismo económico de la teoría
marxista, dando importancia a los valores. Estableció un modelo de análisis sociológico que
mostraba las acciones humanas clasificándolas según estuvieran relacionadas con los fines o los
valores. Entre sus concepto principales está la división de la ética de la convicción y de la
responsabilidad, que conviven de manera conflictiva en la conducción política
La obra de Max Weber puede entenderse como un intento de comprender los aspectos técnicos y
burocráticos del capitalismo. Su obra más importante es “Economía y Sociedad” y aspira a conocer
el presente remontándose con frecuencia al pasado.
Para Weber el Estado es aquella institución que emplea la dominación atribuyéndose, ya sea
legítimamente o no, el monopolio de la coerción física. Los ciudadanos se convierten en sociedad
civil y son aquellos grupos de ciudadanos que aceptan la dominación.
Para Weber será importante disminuir la presión del Estado, disminuir la burocracia y someterla a
un control político. Partiendo de este presupuesto realista de la dominación, Weber constituye su
famosa Tipología de los Poderes sobre los diferentes tipos de dominación:
- Dominación carismática: se da en sociedades primitivas. El poder es encarnado por el líder, aquél
que consigue demostrar un poder trascendente y extraordinario. A través de la magia o la religión
se erige en un ser elegido mediador entre la sociedad y dios (comunidad y fuerzas espirituales).
- Dominación tradicional: la comunidad reconoce y acepta el pasado como base constitutiva del
presente. El pasado se encarna en herederos que son reconocidos como tales no por realizar algo
extraordinario sino por tradición ancestral (sacerdotes / monarcas).
- Dominación racional o legal: el Estado y la burocracia son el máximo poder garante de la justicia y
la eficacia.

7. EN EL LENGUAJE DE HOY.
De todos los significados anteriores mencionados el más común en el lenguaje político actual es el
genéricamente marxiano. Una prueba de esto es que, mientras que la contraposición entre
sociedad civil y estado es muy común en la literatura política continental, que ha sentido con
mayor intensidad el influjo del marxismo, es casi desconocida en la literatura de lengua inglesa,
donde el “sistema político” es considerado frecuentemente como un subsistema respecto del
“sistema social” en su conjunto, y donde la expresión sociedad civil es sustituida por el término
genérico de “sociedad”. En la contraposición sociedad civil-estado se entiende por sociedad civil
la esfera de las relaciones entre individuos, entre grupos y entre clases sociales que se
desarrollan fuera de las relaciones de poder que caracterizan a las instituciones estatales. En
otras palabras, la sociedad civil es representada como el terreno de los conflictos económicos,
ideológicos, sociales y religiosos, respecto de los cuales el estado tiene la tareas de resolverlos ya
sea mediándolos o suprimiéndolos; o como la base de la que parten las demandas respecto de las
cuales el sistema político está obligado a dar respuestas; o como el campo de las varias formas de
movilización, de asociación y de organización de las fuerzas sociales que se dirigen hacia la
conquista del poder político. Retomando la distinción webwriana entre poder de hecho y poder
legítimo, se puede también decir que la sociedad civil es el ámbito de las relaciones de poder de
hecho y que el estado es la sede de las relaciones de poder legítimo. Así entendido, sociedad civil y
estado no son dos entes sin relaciones entre sí sino que entre uno y otro existe una interrelación
permanente. Uno de los modos más frecuentes de definir a los partidos políticos es el de mostrar
la función de articulación, de agregación y de transmisión de las demandas provenientes de la
sociedad civil y están destinadas a resultar objeto de decisión política. La contraposición entre
sociedad y estado ha sido usada frecuentemente con fines polémicos para afirmar, por ejemplo,
que la sociedad civil se mueve más rápidamente que el estado y que el estado no está en
condiciones de comprender todos los fermentos que provienen de la sociedad civil, que en la
sociedad civil se forma continuamente un proceso de deslegitimación que el estado no siempre
está en condiciones de detener. Un vieja formulación de esta antítesis es la que contrapone el
poder real al poder legal. De aquí la frecuente afirmación de que la solución de la crisis que
amenaza la supervivencia del estado debe ser buscada ante todo en la sociedad civil, donde se
pueden formar nuevas fuentes de legitimación y por lo tanto nuevas áreas de consenso. En los
momentos de ruptura se predica el retorno a la sociedad civil, de la misma manera que los
iusnaturalistas predicaban el retorno al estado de naturaleza.

Bibliografía:

Bobbio N., Matteucci N., y Pasquino G. (2005) Diccionario de política. Méjico: Siglo XXI

Di Tella T., Chumbita H., Gajardo P. y Gamba S. (2004) Diccionario de ciencias sociales y políticas.
Buenos Aires: Ariel.

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