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domingo, 09 de octubre de 2016

Silvia Arze

El libro Arte, poder e identidad reúne los trabajos de Teresa Gisbert sobre el arte que surgió en los Andes a
partir del momento del contacto inicial entre la cultura andina y la europea, así como la función religiosa,
política e ideológica que cumplieron sus expresiones (pintura, escultura, teatro, fiesta y otras representaciones
culturales) en las sociedades locales.

Gisbert hace un análisis de estas representaciones desde el siglo XVI y continúa con el estudio del desarrollo
y transformaciones de formas y contenidos durante varios siglos. Este libro se abre con una frase de la autora
en la introducción: "¿Cómo se pueden unir dos cosas incompatibles sin que se destruyan?”

Estas dos cosas incompatibles a las que se refiere son las dos esferas que entraron en contacto en esta parte
del continente a partir del siglo XVI; dos mundos culturales basados en sistemas conceptuales diferentes que
se expresaron en sus propias formas de arte y arquitectura, así como en manifestaciones intangibles. Por un
lado, el mundo andino -con sus dimensiones amazónica y costera- que se había desarrollado de manera
autónoma durante siglos en diferentes etapas y tiempo, y, por otro lado, el mundo europeo con todas las
incorporaciones de las culturas con las que había entrado en contacto en el pasado.

El mundo incaico que encontraron los españoles venía de una larga experiencia cultural desarrollada a lo
largo del tiempo que incorporaba visiones de mundo, dioses, elementos sagrados y estéticas de culturas
anteriores; por otro lado, los españoles trajeron la cultura occidental y la religión cristiana, pero también a
dioses de la mitología clásica que, aunque habían dejado de ser adorados, fueron rescatados en el
pensamiento y arte del Renacimiento. Se trata de huellas de creencias medievales y elementos del mundo
árabe.

"Es ante todo, no una unión, sino una superposición”, afirma Teresa Gisbert respondiendo a su propia
pregunta inicial, y nos lleva a recorrer un tema central que, percibido inicialmente como una polaridad
(digamos, extrema) va formando un panorama multidimensional, en el que elementos heterogéneos se
entrecruzan y se superponen; se mezclan, se repelen, se aceptan, se articulan, se acoplan, o aparecen y se
ocultan, alternándose como en una tela tornasolada.

Gisbert nos muestra una perspectiva lograda en años de trabajo sobre el arte en la zona andina, que va desde
un extremo al otro de la gama de formas y contenidos que se generaron, desde el arte que se realizó
siguiendo pautas europeas sin salirse del molde, hasta el que se conservó de manera más pura, tanto en
contenido como en forma, en los textiles andinos y kerus.

En medio, nos permite abrir un abanico y nos presenta una enorme gama de formas y contenidos europeos y
andinos, que revelan un espectro no solamente más amplio y profundo del tema, sino múltiples dimensiones,
que vienen a enriquecer nuestro conocimiento sobre ese mundo.

Este libro, Arte, poder e identidad es el resultado de todos esos años de investigación y reflexiones profundas
que comenzaron hace más de 60 años, a mediados de los años 50, cuando ella y José de Mesa comenzaron
a develar, descubrir y poner en el escenario académico la arquitectura y el arte producidos en la Colonia, en el
Virreinato, en esta parte de los Andes.

De inicios a mediados del siglo XX, otros historiadores latinoamericanos habían empezado a investigar
fuentes coloniales para la historia del arte, pero era muy poco lo que se había realizado en este sentido en
nuestro país. Buscando las obras de arquitectura, arte, las descripciones y los documentos coloniales, Teresa
Gisbert y José de Mesa fueron recorriendo el país descubriendo, clasificando y registrando lo que se había
construido y pintado en la región andina desde el siglo XVI. Este trabajo permitió que el país se encontrara
con una parte casi desconocida de su historia. (…)

Algunos de los capítulos de Arte, poder e identidad fueron publicados como artículos en diferentes libros y
revistas especializadas en Bolivia y otros países.

En la Introducción, la autora escribe "desenterramos varios trabajos y los organizamos”. Sin embargo, este
libro no es solamente una compilación de artículos. Precisamente esa organización, en la que trabajó durante
estos años, es el hilo conductor invisible que conecta los temas y que permite al lector percibir desde
diferentes formas de representación (arte, arquitectura, discurso, teatro, fiesta, etc.) una perspectiva
multidimensional con toda la riqueza de las visiones, imaginarios y conceptos que se superpusieron, se
mezclaron y se cargaron de nuevos significados, reflejando y creando a su vez un mundo dinámico con
identidad propia.
Entre otros capítulos del libro resaltan algunos como La imagen del poder, que muestra la forma en que las
imágenes y los retratos de monarcas españoles y de caciques indígenas fueron difundidos en grabados
mostrándolos a continuación de las imágenes de los incas, buscando una conexión que legitimara su gobierno
en el imaginario de las sociedades andinas, así como también la conexión de los caciques indígenas locales
con las esferas de poder político y religioso español a través de lienzos donde aparecen compartiendo el
espacio pictórico con santos, reyes y papas.

El arte de españoles, indios y mestizos, indaga sobre la conciencia de un arte propio en el mundo andino en
situación colonial o virreinal, encontrando los interesantes procesos que dieron origen al nacimiento de la
escuela cuzqueña de pintura barroca y al estilo barroco andino y mostrando de qué manera la religión y la
ideología fueron transmitidos por los españoles a través de imágenes.

En El matrimonio de los dioses, Gisbert vuelve sobre un tema con el que abrió nuevos rumbos en la
historiografía: los seres sagrados prehispánicos que fueron mimetizándose, asociándose y uniéndose con el
mundo cristiano en caminos de ida y vuelta, tanto en proyecciones que los indígenas hicieron de los antiguos
dioses sobre las imágenes cristianas, así como en las imágenes que fueron surgiendo, que en muchos casos
incorporaban elementos prehispánicos para reforzar la aceptación local a la nueva doctrina.

Este trabajo de Teresa Gisbert completa una trilogía (Iconografía…, El paraíso de los pájaros parlantes, y
Arte, poder e identidad) de análisis sobre el arte, las formas, las representaciones y sobre los significados que
estos encierran. Esta trilogía es un aporte enorme al conocimiento sobre la historia, el arte y el pensamiento
de nuestro país y de esta parte del continente.

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