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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DELPODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA


MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA CULTURA
CENTRO RODRIGUEANO DE EMANCIPACIÓN ARTÍSTICA (CREA) “SANTIAGO MARIÑO”
PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN (PNF)
MÚSICA EJECUCIÓN INSTRUMENTAL (MANDOLINA)
U.C. HISTORIA CRÍTICA DE LA MUSICA POPULAR Y TRADICIONAL II

HISTORIA CRÍTICA DE LA MUSICA POPULAR


Y TRADICIONAL
La Música en el siglo XX (1940-1960)

Autora: Br. Ammy Velásquez


Profesor: Pablo Agreda.

El Valle, enero 2019


HISTORIA CRÍTICA DE LA MÚSICA POPULAR Y TRADICIONAL (1940-1960).

La Música Popular y Tradicional a partir del 1940 hasta 1960.

La música a partir de los años 40 reflejaba el sentimiento de un mundo en guerra.


La Europa del momento, inmersa en las batallas terrestres y bombardeos aéreos que no
dejan mucho espacio para el desarrollo de la música popular, ve triunfar en Londres a
inicios de la década a Edmundo Ros y su Orquesta. En Estados Unidos surgieron canciones
a favor de la guerra, ¿la razón? El común de la gente no estaba de acuerdo con la idea de
que los norteamericanos entraran en una guerra que sucedía en Europa y que pensaban no
les incumbía. Entre éstas canciones estaban: “We Did It Before and We Can Do It Again” y
“Kiss the Boys Goodbye”. I’ll be Seeting You”, interpretada por Bing Crosby y Booge
Woogie Bugle Boy de las Andrews Sisters, quienes también eran populares. Otra
consecuencia de la segunda guerra mundial que afectó a toda América, fue la llegada de
inmigrantes europeos. El contraste fue notorio con la llegada de Bueno Walter, George
Szell, Bela Bartok, Arnold Schönberg, Paul Hindemith, Kurt Weill, y Nadia Boulanger,
artistas que imprimían en su música el sentimiento de desilusión europeo (llamado
disonancia clásica); mientas los norteamericanos eran mas conservadores y tradicionales.

A principios de la década, las Big Bands mantenían el dominio sobre la música


popular que tenían desde la década anterior. También es la hora de los grandes solistas
como Bing Crosby, Frank Sinatra, Artie Shaw, Kate Smith y Perry Como. El Be-Bop y el
Rhythm and Blues (R&B) emergieron de la música del Bib Band al final de esta década, a
pesar de ser géneros de distintivamente de origen negro con representantes como Charlie
Parker, Dizzie Gillespie, Thelonious Monk, Billy Holiday, Ella Fitzgerald y Woody
Herman.

Esta es la década en la que aparecieron algunas de las canciones mas populares de


la historia del mundo occidental como “Stardust”, “Silent Nigth” (Noche de Paz), “White
Christmas” -el titulo mas vendido de la historia del disco hasta que fue desplazado en 1997
por la versión de “Candle in the Wind” que hizo su autor, Elton Jhon, en homenaje a la
fallecida Princesa Diana de Gales, “Chatanooga Choo Choo”, entre otras.

La radio marco la vida de los norteamericanos en los cuarentas, transmitiendo


noticias, música y entretenimiento. Cumplió una función equivalente a la de la televisión
hoy en día. La importancia que adquirió el género noticioso gracias a la guerra, beneficio al
resto de los contenidos radiales, incluyendo a la música popular.

La guerra tuvo otras connotaciones para Latinoamérica. Debido a que el mercado


europeo estaba obviamente en crisis, la industria de la música se desvío hacia otro
mercado: el sur. Durante los años 40 se produce el auge de lo latinoamericano en las artes.
De hecho, entre las canciones más populares en el mundo están “South American Way”,
“Tico Tico”, “Mama eu quero”, “Frenesi”, “Babalu” y “Managua”. Los latinos vuelven a
aparecer en el cine hollywoodense del cual habían desaparecido después de que pasó la
fiebre por los latin lovers en el cine mudo.

Evoluciona la segunda guerra mundial, y los países que no están en guerra entran en
la mira de las compañías discográficas que buscan compensar las pérdidas que ocasiona la
lucha en Europa y posteriormente en Estados Unidos. Como estrategia de mercadeo,
comienzan a impulsar la grabación de temas locales en países como Venezuela, Colombia,
Cuba, entre otros., intentando aprovechar que en Latinoamérica todavía la gente tenía
ánimos de divertirse.

Esto explica el surgimiento de fenómenos como Carmen Miranda, dama portuguesa


criada en Brasil que popularizó “Mama yo quiero”, “Tico Tico” (también interpretado por
las hermanas Andrews), y otras canciones en la misma onda. Bobby Capó la sentimental y
exitosísima “El Soldado”, haciendo llorar a todos con la historia del soldado que antes de
morir en la guerra besa el retrato de su amada. Daniel Santos no se queda atrás y graba
“Van pa’ la guerra”.

Durante los años de la década de 1940 se fortaleció, en el creciente contexto


urbano, un particular género de lo que se conoce como la canción ranchera; que se separa
de las principales formas de la música tradicional mexicana, y en especial del espíritu
narrativo del corrido y otras formas regionales de música popular, que se habían impuesto
como expresión de la influencia del proceso revolucionario y del desarrollo del
nacionalismo, las cuales se expresaba con una gran diversidad regional, en donde se
elogiaba la pureza de la provincia con sus paisajes y habitantes. Esta nueva vertiente de
música popular, de supuesto ambiente campirano, al decir de Monsiváis (2010),
incorporaría formas de monólogos desesperados; que al principio discurrieron con mariachi
en tono bronco o melancólico, en la forma de melodías festivas que difundían emotivos
estados de ánimo. Se desarrolló en el contexto de una época de tránsito, entre una sociedad
agrícola patriarcal y otra de modernidad incierta, que pregonaba la nueva vida urbana
impulsada por el Estado a partir de 1940, y tal vez un poco antes.

En principio, sus antecedentes se encuentran en la música de mariachi que se


originó como folklore urbano, a fines de la década de los años de 1920, que pronto adquirió
características que suplieron aquellas de las regiones de donde provenía; al conformarse
estos grupos como un conjunto musical que podía ejecutar, para las fiestas familiares y
eventos diversos, varios tipos musicales como las polkas “Jesusita en Chihuahua”
interpretada por Mariachi Vargas, el vals “Sobre las olas” interpretada por la Orquesta
Sinfónica de Minería, jarabe “El jarabe tapatío” interpretada por Mariachi Vargas o los
corridos como el “Corrido del Norte” interpretada por Halcones de Salitrillo. Cuya música
fue proyectada de manera significativa por el cine en las películas “Allá en el rancho
grande” (Fernando de Fuentes 1936) y “¡Ay Jalisco, no te rajes!” (Joselito Rodríguez
1941); además, obras de música clásica fueron compuestas utilizando sus temas por Blas
Galindo “Sones de mariachi”, que compitieron con otras obras del nacionalismo, que
también utilizaban temas y música regional como el “Huapango” de José Pablo Moncayo;
obras que llegaron a formar parte de la música popular, de tanto repetirse en los eventos
oficiales gubernamentales del proyecto modernizador estatista, que fueron aceptadas por la
población como versiones secundarias del Himno Nacional.

Danzón y otros temas afro antillanos

Por su parte, en el terreno de otro género musical se difundiría el danzón “Salón


México” interpretada por Acerina y su danzonera, vals de los pobres señalado por
Monsiváis, muy importante dentro de la cultura popular mexicana de esos años y difundido
en la capital en los salones de baile como el “Salón México”, inaugurado en 1920, llamado
música tropical; la cual incluyó posteriormente, entre otros ritmos, a las guarachas “Al pai
y la mai” (Celia Cruz canta), rumbas (La rumba documental cubano), guaguancós (Grupo
Raíces habaneras), congas (La conga santiaguera), sones (Chan Chan con el Buena Vista
Social Club), boleros “Amor perdido” cantado por María Luisa Landin, mambos “Que rico
el mambo” (Dámaso Pérez Prado), chachachás (El bodeguero con Clave cubana) y,
posteriormente, la salsa (Llorarás con Oscar D’León); toda esta música integra
modalidades en donde la letra de las canciones es subsidiaria del ritmo, que tiene énfasis en
fortalecer lo festivo y las cadencias del baile.

Boleros

El bolero como el más popular de los lenguajes románticos de Hispanoamérica, y el


más romántico de sus lenguajes populares, tiene más de un siglo de vida; ha estado al
servicio del amor desde finales del siglo XIX, alimentando lo más humano de nosotros:
los sentimientos. Este género musical, aunque nace en el Caribe, en la provincia de

Santiago de Cuba, se deriva de elementos culturales de España y África, incluyendo

influencias de Francia Italia e Inglaterra. Es una mezcla de elementos literarios y


musicales que conforman la música cubana, incluyendo las romanzas, las operas arias,
valses y otros géneros de la música europea. El bolero que hoy conocemos, desde sus
orígenes fue, el resultado de varios géneros: de la contradanza hereda la percusión; de la
habanera, el canto; del danzón, el estilo de baile abrazado, casi sin moverse de su sitio; de
la música de Yucatán, el rayado rítmico de la guitarra prima y el respaldo tonal de la
segunda que rasgueaba, y finalmente, la influencia del bolero español, que aunque algunos
consideran que sólo le da el nombre, otros sí le encuentran semejanza en el ritmo.

Para finales de la década se multiplicó, en el centro de las ciudades y sus arrabales


el teatro frívolo, en locales o carpas, como laboratorio múltiple de emociones, de humor
político y humor sexual, de modas en el vestir y de poesía reconocible a simple oído; que
en la música tuvo como su máximo exponente a Agustín Lara y sus boleros (Aventurera),
además de múltiples sones (Aquel amor), tangos (Arráncame la vida), pasodobles
(Silverio), valses (Farolito), canciones rancheras (Se me hizo fácil) y coplas (Valencia), cuya
obra se difundió también ampliamente en la naciente radio y posteriormente en la
televisión. Este cantautor realizó una versión propia de la herencia poética del
romanticismo decimonónico con sus piezas musicales, en formas de sensibilidad
exasperada, para imponer la importante función de la canción romántica en la cultura
popular durante la primera mitad del siglo XX, con una continuidad posterior hasta casi
finalizar el siglo.

Con estas nuevas expresiones musicales, que se generalizaron en la música popular


urbana de la época, se enalteció el cambio moderado de costumbres; contribuyendo al
fortalecimiento de la idealización de la renovada sexualidad citadina, en donde se
humanizó incluso a las prostitutas, en un contexto de crecimiento demográfico urbano con
su profusión de salones de baile, cabarets y la multiplicación de las manifestaciones
sociales del amor libre, en donde estaban de más la timidez y las limitaciones
sentimentales; sin que los ataques a estas manifestaciones, que se consideraba libertinaje,
pudieran detener su propagación en los hogares. Ya que planteaban que el amor permitiría
sobrevivir en una época de politización extrema y de proliferación de amenazas de crisis
económica, totalitarismo y guerra, que se multiplicaron a partir de los años de la década de
1930; por lo que estas particulares formas de considerar el amor en la cultura popular de
América Latina se propagaron, en una búsqueda por vivir intensamente, lo que
contrarrestaba los rituales antecedentes de las llamadas buenas costumbres.

De esta forma, los boleros que se oían en el teatro frívolo, la radio, el cine, la vida
nocturna de los cabarets y posteriormente en la televisión, junto con la música tropical y las
nuevas formas que adoptó la ranchera, integraron una nueva cultura popular al alcance de
la memoria y del crecimiento urbano, acompañando incluso a los migrantes hacia los
Estados Unidos, como formas particulares de lo que se llamaría genéricamente lo latino.
Las emociones que pregonaban eran fáciles de interpretar y reproducir, por lo que se
asimilaron con rapidez a la vida doméstica que era penetrada por la radio y luego por la
televisión; brindando incluso romanticismo a las amas de casa, al mismo tiempo que las
incorporaba a la modernidad pregonada mediante los anuncios de detergentes y otros
artículos. Además, los productos de este género musical apoyaron en el cine las escenas
melodramáticas y las declaraciones amorosas de los personajes, cuyas vidas recreaban
situaciones cotidianas, existentes o deseables para la mayoría de los grupos sociales, por lo
que brindaban una sensación de autenticidad. Por ello, los espectadores se enamoraron del
amor a partir de la difusión de estas formas musicales por los medios de comunicación,
incrementándose su multiplicación en las vecindades, casas y las nacientes unidades
habitacionales, ya que sus habitantes se reconocían en sus letras y se emocionaban con sus
melodías, por lo que las memorizaban, repitiéndolas e incorporándolas como parte de su
vida emocional.

En Venezuela
En este país el pionero del bolero fue el cantautor Lorenzo Herrera quién además
de interpretar géneros folclóricos y pasodobles, hizo popular el bolero mediante la radio
que fue, como en toda América Latina, la principal impulsora del bolero. La primera mujer
venezolana que se dedica profesionalmente a cantar boleros fue Graciela Naranjo, aunque
también destacaron Lilia Castillo Bustamante, Eduardo Lanz y Lorenzo Herrera. En este
país el bolero son fue muy aceptado desde la llegada del Trío Matamoros en 1933, pero se
consolida con la llegada del Cuarteto Caney, que incluye como cantante a Hilda Salazar;
este grupo cubano, con su vocalista, revolucionan el ambiente musical al ser Hilda la
primera mujer que en Venezuela cantó con una orquesta de baile. A su salida, el puesto
estelar es ocupado por la joven Elisa Sotelo, luego Flor Díaz, Graciela Naranjo y Ada
Alba. Posteriormente se fundan las primeras orquestas integradas por músicos venezolanos,
que en su mayoría también componían las canciones que interpretaban. Surgen excelentes
boleristas como Rafael Galindo, Mario Tulio Mristany, Leo Rodríguez, aunque también
voces más versátiles que igual cantaban guarachas, merengues, boleros y todo lo que
estuviera de moda, como Manolo Monterrey, Lorenzo González, Carlos Torres y Alci
Sánchez.

Bolero Ranchero

Una continuada manifestación de este género lo integraría el así llamado Bolero


Ranchero, con sus mejores exponentes en las voces de Pedro Infante (No volveré), Cuco
Sánchez (Anillo de compromiso) y Javier Solís (Sombras), y en épocas recientes las de
Vicente Fernández (Perdón) y Juan Gabriel (Te voy a olvidar); que conformó una respuesta
romántica diferente a las melosas interpretaciones de los solistas de cabaret y del
amaneramiento de los tríos, como una forma de expresión más acorde con el tipo de macho
mexicano, por lo que sus intérpretes vestían de charro, como integrantes de un mariachi,
para adoptar poses bravías acordes con lo que se asumía como el prototipo nacional.

Así, el género del Bolero perduraría años después en las obras de los compositores
Roberto Cantoral (La barca), Luis Demetrio (La puerta), Vicente Garrido (Lucho Gatica
canta No me platiques más) y Álvaro Carrillo (Javier Solís interpreta Se te olvida), para
concluir con las obras de Armando Manzanero (Eugenia León canta Contigo aprendí) e
incluso Juan Gabriel (Jure que nunca volveré); hasta su suplencia por otro tipo de música,
que incluía nuevas formas de música tropical y diversas expresiones del rock, para ser
redescubierto en las décadas pasadas en la voz de nuevos intérpretes contemporáneos.

El conflicto bélico a principio de los años 40, el que trastoca el orden de las
relaciones comerciales entre los países latinoamericanos y los beligerantes. Por un lado, la
Segunda Guerra Mundial, frena la llegada al mundo occidental de mercancías culturales,
venidas de Centroamérica, el Caribe y otras regiones, como orquestas famosas y grupos
coreográficos, obligándolos a producirse al interior de su propio mercado. En esta
coyuntura, las orquestas y coreografías “exóticas” que animaban las grandes ciudades
europeas, como Don Aspiazu en Londres en 1936, Lecuona Cuban Boys en el Eje Madrid –
Francia – Frankfurt desde 1934, Xabier Cugat en el triangulo Roma – Barcelona – Paris
desde 1938, el cantante Machín y su cuarteto Caney en Madrid desde 1934 y otras de
menos renombre, que viajaban constantemente por las ciudades europeas, se veían en la
obligación de presentarse en países latinoamericanos con un poder adquisitivo
medianamente acordes con sus exigencias. Por otro lado una de las consecuencias del
conflicto será que América latina se despliegue sobre sí misma, valorizando y difundiendo
su “orden cultural”, es decir su identidad musical y coreográfica. Los países exportadores
de productos manufacturados, sumidos en la Guerra, ya no podían atender la demanda de
sus clientes. De modo que muchos de estos se vieron en la necesidad de colmar el mercado
musical con su producción nacional o la de países vecinos, realzando y reacomodando de
esta manera su propia identidad musical a las exigencias de un público potencialmente rico
para el mercado naciente.

Venezuela se convierte en el principal receptor de capital extranjero de toda


América Latina. Para mediados de los años 40 la curva de inversiones extranjeras es
notoriamente superior a la de otros países del continente (Brasil, México, Chile). De
doscientos millones de dólares en 1943, pasa a mil millones en 1950 y la curva ascendente
es aun más vertiginosa a todo lo largo de los años 50. Dentro de esta coordenada se destaca
el puesto estratégico que tiene Venezuela como principal productor de petróleo de América
del Sur desde 1922, y el papel importante que tuvo en la Segunda Guerra Mundial como
proveedor de materias energéticas. Así, el país mejora enormemente su poder adquisitivo,
lo que acarrea como consecuencia una economía solvente que permitió traer las costosas
orquestas que ahora no podían viajar a Europa.

Venezuela muestra los cambios sustanciales que transforman de un país agrario y


agro-exportador en un país urbano y exportador de materias primas minerales. Es decir,
Venezuela pasa de lo rural a lo urbano, de lo campesino y tradicional a lo citadino y
"moderno". Las curvas descendente y ascendente de la migración rural-urbana se cruzan en
1945. En este año el 50 % de la población nacional habitaba en los conglomerados urbanos.
Migración interna y crecimiento poblacional vertiginoso. Entre 1941 y 1945, bajo el
mandato del general Medina Angarita se construyen las principales vías de comunicación y
se "democratizan" las medias. Se crean algunos periódicos que aún existen hoy en día, y las
radios proliferan convirtiéndose en vectores de la "nueva cultura". Las clases sociales se
decantan. La burguesía comercial instaura su dominio. La vida en las ciudades se vuelve
más libertina y el mundo del espectáculo y la vida nocturna hacen su aparición. Es
entonces, a partir de los años 40, cuando Venezuela queda preparada para asumir su tímida
entrada al mundo de la obligada "modernidad".

Desde alrededor de 1950, la composición musical en Latinoamérica experimentó


profundas transformaciones que le condujeron a una gran variedad de estilos y a una
diversidad de estéticas. La década de 1950 representó, al mismo tiempo, el fin de una era y
el punto de partida de otra. En general, el nacionalismo musical cultivado durante décadas
tendió a desaparecer y América Latina se orientó hacia una cultura más cosmopolita, al
menos en las ciudades más grandes. Los compositores comprendieron que dentro del
proceso de asimilación de elementos externos debía tener lugar una selección natural
cualitativa, seguida de una recreación y transformación de los modelos extranjeros, de
acuerdo con las condiciones locales prevalentes y las necesidades individuales de cada
creador. El compositor latinoamericano de la segunda mitad del siglo comenzó a considerar
su propio entorno cultural de un modo total. En un lapso relativamente corto, se conocieron
composiciones de la “nueva música” estadounidense o de la vanguardia europea, y pronto
se consideraron como parte integrante del medio cultural latinoamericano.

La década de los sesenta vio el surgimiento de nuevas corrientes musicales


experimentales en la mayoría de los países del área. Sin embargo, los compositores no
siempre tuvieron los apoyos oficiales para la ejecución de sus obras, ni para ser incluidos
en las temporadas de las orquestas sinfónicas nacionales, o para la publicación y grabación
comercial. La falta de incentivo propició que varios compositores emigraran hacia Europa,
Estados Unidos y Canadá, aunque la vida musical se amplió en países como Argentina,
Chile, Brasil, México y, en menor grado, Venezuela. La Organización de Estados
Americanos patrocinó numerosos festivales que tuvieron lugar en Washington y otras
ciudades entre 1958 y 1982, en los cuales se dio a conocer en calidad de estreno mucha de
la producción de los nuevos compositores.

En las décadas siguientes, en ciudades como México, São Paulo o Caracas, se


empezaron a desarrollar festivales animados por compositores representativos: Manuel
Enríquez (México), Gilberto Mendes (Brasil) o Alfredo Rugeles (Venezuela). También
contribuyeron en gran medida a la creación de la música latinoamericana los cursos de
música contemporánea organizados en Cerro del Toro por parte de Coriún Aharonián
(Uruguay) y José María Neves (Brasil), que congregaron a las nuevas generaciones de
creadores en torno a figuras consagradas de la composición como Luigi Nono.

En el año 1956 da comienzo el fenómeno Elvis Presley y la difusión del rock and
roll. Con tonalidad melódica aún, Elvis incorporará un elemento importante al espectáculo
musical: una particular manera de mover el cuerpo.

A partir de entonces y hasta mediados de los años ´60 otros artistas desarrollarán
con variantes (surf, country, jazz, blues) el género que se irá convirtiendo (por su raíz
común) simplemente en : rock. Chuck Berry, Bill Haley, Little Richard, Jerry Lee Lewis y
más tarde Bob Dylan, Joan Baes, The Beatles, Simon & Garfunkel, The Rolling Stone.

Pero el primer derivado de estos ritmos -específicamente del rock and roll- con más
aceptación en la época específica fue el Twist ; denominado así por una canción que
popularizó Chubby Checker entre 1959 y 1960.

En América Latina el intérprete más popular fue sin embargo Bill Haley y His
Comets (1960-1962), con su tema: "Rock around the clock". Con raíz afroamericana nace
el soul con figuras como Ray Charles y Sam Cooke. En 1959 Ray Charles edita su mayor
éxito: What´d I Said.
En Europa aparecen figuras de gran aceptación como la joven Rita Pavone que con
sus apenas 17 años triunfa en la RAI . Uno de sus éxitos será : El baile del ladrillo (Il ballo
del mattone)1962 Otros italianos de gran éxito en esos años competirán en el famoso
"Festival de San Remo": Gianni Morandi, Boby Solo , Gigliola Gincuetti entre otros.
Pero sin duda el fenómeno más importantes que surgirá en esos años será: The Beatles.
Con ellos la música se animará a más: ya que será más potente, más electrónica, más
visceral. La garganta de Lennon abrirá una compuerta que ya no se cerrará más: la del
universo del rock.

En 1964 editarán su potente "Twist and shout" (Twist y gritos); allí con el apoyo
musical de sus compañeros Lennon gritará. "Por su garganta, por la de figuras como las que
acabamos de recorrer se parirá el rock. Lo importante ya no será la "melodía" sino lo que el
rock llegará a ser: un "sacar el alma por la garganta", grupalmente y con un soporte
electrónico.

Los latinoamericanos alternábamos estos ritmos con otros de origen propio. Se


daban en estos años los inicios de lo que pronto serían: El Nuevo Cancionero Argentino,
el Nuevo Canto Uruguayo, la Nueva Trova Cubana, la Bossa Nova y el
Tropicalísimo en Brasil, La Peña de los Parra Chilena, entre otros.

Semillero de las futuras "Canciones de protesta" (1967). A tal punto que en


Argentina el entrecruzamiento de ambas influencias (rock + newfolk) daría nacimiento en
la década siguiente, al rock nacional argentino.

Por otro lado, entre el público de habla hispana, no perdían vigencia en estos años,
corrientes musicales de extraordinario éxito, en generaciones anteriores a la nuestra. A
nivel internacional, se destacaban el bolero y el tango. Del primero eran referentes: Olga
Guillot, Edith Gormé y el Trío Los Panchos, Los Cinco Latinos, Los Plateros, Javier
Solís, Tito Rodríguez, Julio Jaramillo, Antonio Muñiz, Waltemar Dutra, Vicentico
Valdéz, Rolando Laserie, Antonio Prieto. Entre muchos otros. En Argentina cultivarían el
género: Roberto Yanés, Carlos Argentino, Estela Raval, Violeta Rivas, Chico Novarro.

En el terreno del tango de esos años se escuchaban glorias como: Aníbal Troilo,
Mariano Mores, Osvaldo Pugliese, Osvaldo Fresedo , Juan D´Arienzo, Francisco Canaro,
Horacio Salgán, Carlos Di Sarli, Julio De Caro, Rodolfo Biaggi, y cantantes como Julio
Sosa, Enrique Dumas, Virginia Luque, Susy Leiva, Argentino Ledesma, Nelly Prince,
Héctor Mauré, Pedro Vargas, Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, y otros.

El jazz no perdió su vigencia, desarrollándose en esos años el cool y el free jazz, del
que eran dignos representantes músicos como: Jim Hall, Paul Chambers, Ray Charles,
Quincy Jones, Miles Davis, Steve Lacy, Archie Sheep, entre muchos otros.

En Argentina y América Latina se dedicaron al género: Eddie Pequenino, Xavier


Cugat, Pérez Prado, Tito Puente, Tito Alberti, René Cóspito, Los MacKe Mac´s, entre
otros. Nacían además las primeras bandas de rock en Latinoamérica: Los Blue Caps, Los
Teen Tops, Sandro y los de fuego, Los Shakers. En Argentina la primera banda se llamó
Mr. Roll and The Rockers y la dirigía Eddie Pequenino (1956) teniendo como pianista al
luego famoso Lalo Schifrin; y el primer ídolo del rock argentino fue en esos años: Billy
Cafaro.

Pero el grupo de música popular más famoso de la época se agrupó en un programa


televisivo de extraordinario éxito: el llamado "Club del Clan"; con artistas de diferentes
géneros como Palito Ortega, Johnny Tedesco, Jolly Land, Chico Navarro, Los TNT, Raúl
Lavié, Violeta Rivas, Néstor Fabián, Lalo Fransen, Nicky Jones, Perico Gómez, Raúl
Cobián "Tanguito"; Cachita Galán, Rocky Pontoni, y otros.

REFERENCIAS ELECTRÓNICA
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el caso venezolano: https://www.persee.fr/doc/carav_1147-6753_1995_num_65_1_2663

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