10Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. 11 Pónganse toda la armadura de Dios para que
puedan hacer frente a las artimañas del diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino
contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra
fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. 13 Por lo tanto, pónganse toda LA ARMADURA
DE DIOS, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. 14 Manténganse
firmes, ceñidos con el CINTURÓN DE LA VERDAD, protegidos por la CORAZA DE JUSTICIA, 15 y
CALZADOS CON LA DISPOSICIÓN DE PROCLAMAR EL EVANGELIO DE LA PAZ. 16 Además de todo
esto, tomen EL ESCUDO DE LA FE, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del
maligno. (Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del
maligno RVR1960). 17 Tomen EL CASCO DE LA SALVACIÓN y LA ESPADA DEL ESPÍRITU, que es la
palabra de Dios. 18 OREN en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. MANTÉNGANSE
ALERTA Y PERSEVEREN EN ORACIÓN por todos los santos.
Ab: EL ESCUDO DE LA FE
Yeg: 16 Además de todo esto, tomen EL ESCUDO DE LA FE, con el cual pueden apagar todas las
flechas encendidas del maligno. (Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos
los dardos de fuego del maligno RVR1960).
Ab: Hasta ahora, la descripción que hace Pablo de la armadura de Dios se ha limitado solo a los
accesorios que usamos. Nos colocamos el cinturón, la armadura y el calzado, y ellos se sostienen
básicamente por sí mismos.
El escudo es algo diferente. Pablo nos dice que el escudo es algo que nosotros debemos sostener y
levantar. El solo amarrarlo a nuestro brazo no es suficiente, es necesario que hagamos el esfuerzo de
mantenerlo firmemente arriba y usarlo.
Un escudo es un arma de defensa que sirve para proteger el cuerpo de los golpes del adversario.
En el ejército romano era un elemento de defensa impresionante, los soldados quedaban muy bien
protegidos de sus enemigos, se podían evitar incluso los ataques más despiadados, pues tenía una
capacidad ofensiva y de un golpe podía hacer que el enemigo retrocediera.
Ab: Cuando nuestra FE es fuerte, sólida, es imposible para Satanás atravesar nuestro escudo y lograr
atacarnos. Pero cuando permitimos que la duda nos invada, como le sucedió a Pedro y se distrajo con
las olas, nos comenzaremos a hundir. El resto de nuestra armadura terminará maltratada, igual que
nosotros. UN ESCUDO DE FE en alto salvaguarda el resto de nuestra armadura.
Cuando el ejército romano juntaba sus escudos, se convertía en una fuerza casi imparable. Y si nosotros
en nuestro HOGAR, con nuestra PAREJA, nuestros HIJOS, FAMILIA, HERMANOS e IGLESIA de Dios
unimos nuestros escudos, nos fortaleceremos mutuamente con nuestra FE y seremos una fuerza muy
difícil de detener, capaz de enfrentar cualquier desafío.