Hermanos este fragmento bíblico tomado de la 2da carta de san Pablo a Timoteo, es una exhortación para todos los que conformamos esta casa y escuela de Jesús, y esta invitación es a que reavivemos el don de Dios que cada uno ha recibido desde el momento en que se ha sentido llamado. Es decir, que el Señor a través de San Pablo nos esta animando a que así como cuando recibimos el llamado de Dios, fue un momento para responder con alegría y entusiasmo en donde no nos dio miedo renunciar a nuestras comodidades y demás seguridades con tal atender a la invitación del Señor y estar disponibles a dar testimonio de el en donde se nos enviara; nosotros en nuestro diario vivir estemos disponibles para servir a Dios desde todos los aspectos y desafíos que exige este camino para que no se nos convierta la vida del seminario y de formación en un carga que soportamos todos los días, causando que la llama de la vocación se vaya apagando y el proceso se torne aburrido, apático y sin ganas. También san pablo nos recalca que todos los días de nuestro proceso de discipulado y configuración con el Señor debemos recordar con alegría ese amor primero, es decir, que todos los días renazca en el corazón de cada uno nosotros esos momentos maravillosos que Dios nos ha permitido vivir desde que hemos decidido responderle, para los ministros ya ordenados puede ser el momento que les ungieron las manos con el Santo Crisma; para otros pueden ser experiencias vividas en las actividades pastorales o de misión. Todos tenemos momentos gratificantes para recordar que nos animan a seguirle respondiendo a Dios. El vivir el proceso de nuestra formación recordando ese amor primero ayudara que en nuestro camino junto al Señor Jesús siempre seamos perseverantes, superemos todas nuestras dificultades, nuestros tareas y misiones sean realizadas con amor, este amor será el que nos impulsara a una entrega total a Cristo y al bien de todos con los que compartimos el evangelio. Teniendo presente el amor primero todos seremos capaces de soportar los sufrimientos que depare la misión apostólica, así como lo hizo san Pablo. Este bello texto nos recuerda que cuando se empiece a vivir la vocación sin fuerzas o sin ganas, confiemos en el poder de Dios y que estos momentos de dudas y trabajos, los tomemos como base para apoyar nuestro pie y tomar impulso para seguir arriesgándonos por el evangelio sin tener miedo o vergüenza de ser testigo de Cristo. Que en cada uno de los momentos difíciles estemos pendientes de avivar el fuego de la vocación encendido por el Espíritu Santo en cada uno de nuestros corazones para que no se apague por culpa de las cenizas, es decir, nuestros miedos y apegos que van ahogando la llama. Otra invitación que nos hace san Pablo en esta carta a Timoteo es que siempre debemos realizar nuestra labor apostólica con entusiasmo y disposición, que ninguna de las tribulaciones y dificultades que se presenten deben desaminar nuestra respuesta, pues si tenemos puesta nuestra confianza puesta en el que nos llamó, podemos tener la seguridad de que el nunca nos defraudara. Pues con la gracia del Espíritu Santo que habita en nosotros seremos capaz de dar a conocer a Jesús y todo lo que él nos ha enseñado a través de su Palabra, a todos los hombres para que sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad (2 Tim 1,9; 1 Tim 2,4) Por eso los invito para que estando en esta mañana frente a Jesús Sacramentado recordemos ese momento en que hemos recibido su llamado y los hemos acogido como el amor primero y también pidámosle para que siempre nos ayude a mantener vivo la llama de la vocación para que en ningún momento las dudas y dificultades ahoguen este fuego encendido por el Espíritu Santo.
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