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Reflexión Jueves 3 de octubre de 2019

2 Timoteo 1, 6-8. 13-14


Hermanos este fragmento bíblico tomado de la 2da carta de san Pablo a
Timoteo, es una exhortación para todos los que conformamos esta casa y
escuela de Jesús, y esta invitación es a que reavivemos el don de Dios que cada
uno ha recibido desde el momento en que se ha sentido llamado. Es decir, que
el Señor a través de San Pablo nos esta animando a que así como cuando
recibimos el llamado de Dios, fue un momento para responder con alegría y
entusiasmo en donde no nos dio miedo renunciar a nuestras comodidades y
demás seguridades con tal atender a la invitación del Señor y estar disponibles
a dar testimonio de el en donde se nos enviara; nosotros en nuestro diario vivir
estemos disponibles para servir a Dios desde todos los aspectos y desafíos que
exige este camino para que no se nos convierta la vida del seminario y de
formación en un carga que soportamos todos los días, causando que la llama de
la vocación se vaya apagando y el proceso se torne aburrido, apático y sin ganas.
También san pablo nos recalca que todos los días de nuestro proceso de
discipulado y configuración con el Señor debemos recordar con alegría ese
amor primero, es decir, que todos los días renazca en el corazón de cada uno
nosotros esos momentos maravillosos que Dios nos ha permitido vivir desde
que hemos decidido responderle, para los ministros ya ordenados puede ser el
momento que les ungieron las manos con el Santo Crisma; para otros pueden
ser experiencias vividas en las actividades pastorales o de misión. Todos
tenemos momentos gratificantes para recordar que nos animan a seguirle
respondiendo a Dios.
El vivir el proceso de nuestra formación recordando ese amor primero ayudara
que en nuestro camino junto al Señor Jesús siempre seamos perseverantes,
superemos todas nuestras dificultades, nuestros tareas y misiones sean
realizadas con amor, este amor será el que nos impulsara a una entrega total a
Cristo y al bien de todos con los que compartimos el evangelio. Teniendo
presente el amor primero todos seremos capaces de soportar los sufrimientos
que depare la misión apostólica, así como lo hizo san Pablo.
Este bello texto nos recuerda que cuando se empiece a vivir la vocación sin
fuerzas o sin ganas, confiemos en el poder de Dios y que estos momentos de
dudas y trabajos, los tomemos como base para apoyar nuestro pie y tomar
impulso para seguir arriesgándonos por el evangelio sin tener miedo o
vergüenza de ser testigo de Cristo. Que en cada uno de los momentos difíciles
estemos pendientes de avivar el fuego de la vocación encendido por el Espíritu
Santo en cada uno de nuestros corazones para que no se apague por culpa de las
cenizas, es decir, nuestros miedos y apegos que van ahogando la llama.
Otra invitación que nos hace san Pablo en esta carta a Timoteo es que siempre
debemos realizar nuestra labor apostólica con entusiasmo y disposición, que
ninguna de las tribulaciones y dificultades que se presenten deben desaminar
nuestra respuesta, pues si tenemos puesta nuestra confianza puesta en el que nos
llamó, podemos tener la seguridad de que el nunca nos defraudara. Pues con la
gracia del Espíritu Santo que habita en nosotros seremos capaz de dar a conocer
a Jesús y todo lo que él nos ha enseñado a través de su Palabra, a todos los
hombres para que sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad (2 Tim
1,9; 1 Tim 2,4)
Por eso los invito para que estando en esta mañana frente a Jesús Sacramentado
recordemos ese momento en que hemos recibido su llamado y los hemos
acogido como el amor primero y también pidámosle para que siempre nos ayude
a mantener vivo la llama de la vocación para que en ningún momento las dudas
y dificultades ahoguen este fuego encendido por el Espíritu Santo.

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