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INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo se propone trabajar sobre un caso de Bullying por


discriminación racial presentado en un colegio de Bogotá, para proponer y
argumentar el cómo se puede apoyar a un individuo inmerso en esta situación desde
la disciplina de la psicología clínica
José es un niño de 11 años que vive con su madre y su tía en el sector de Santa
Isabel, en la ciudad de Bogotá hace un año. Tuvieron que trasladarse desde su
ciudad natal (Buenaventura) a la casa de su tía Yolima en Bogotá, ya que la
situación económica estaba bastante difícil y la señora Tomasa, su madre, llevaba
ya 6 meses sin conseguir trabajo.
José siempre fue un niño muy alegre y sociable, el mas inteligente y aplicado de su
salón de clase, por lo que se encuentra un año académico adelantado. Sus
docentes y compañeros no escatimaban en halagos al referirse a él, y se pusieron
muy tristes cuando se enteraron de que José debía marcharse a la ciudad de
Bogotá.
En el nuevo colegio, José no encaja muy bien, ya no es el mismo niño alegre de
antes, se aísla de sus compañeros y casi no habla con nadie, porque desde el día
en que llego, sus compañeros de clase le ponen sobrenombres como “el esclavo”,
“el carbón”, “el negro”, etc. Intento acercarse a ellos por medio de las redes sociales,
pero unos de sus compañeros empezaron a escribirle en sus fotografías cosas
como “Gorila, no te queremos ver más en el colegio”, e inclusive le han hecho
fotomontajes. Esta situación lleva presentándose todo el año. Estos compañeros
que le molestan constantemente le prohíben a cualquier persona que se quiera
acercar a el hacerlo, inventando que, por ser afrodescendiente, tiene enfermedades
tropicales que les pueden contagiar e incluso hay quienes lo golpean
constantemente sin razón aparente.
Su madre no sabía lo que estaba pasando, pero preocupada acude al psicólogo de
la institución educativa porque empieza a notar que su hijo ya no es el niño de antes.
Ha bajado su rendimiento académico, recibe notas constantemente de parte de sus
docentes en las cuales dice que: “José se distrae constantemente en clase”, “El
estudiante permanece por fuera del salón de clase”, “José no participa de manera
activa en las actividades en clase”. La señora Tomasa también ha notado que el
estado de ánimo de su hijo no es el mismo, ya no es alegre y vivaz como lo era en
Buenaventura, lo nota constantemente distraído, triste y callado. Inclusive José ya
no come como lo hacía antes, dice la señora Tomasa “Antes me tocaba rogarle para
que dejara las ollas quietas, ahora me toca suplicar para que coma”.
La situación que puso en estado de alerta a la señora Tomasa fue que recibió una
llamada del colegio preguntando por la inasistencia de su hijo. Ella no había dejado
en la esquina del colegio en la mañana (porque a los muchachos les da pena que
uno los acompañe hasta la puerta), pero cuando se despidió de su hijo, lo noto
agitado y nervioso. Cuando le pregunto a José porque estaba así, el niño le dijo que
era por un examen de matemáticas que tenía ese día. Sin más, la señora Tomasa
se fue para su trabajo sin percatarse de que su hijo no había ingresado. Cuando
llego a casa, reprendió a su hijo, pero cuando se sentó a pensar sobre lo sucedido,
cayó en la cuenta de que José últimamente había llegado a casa con moradas en
sus rodillas y brazos y decía que era por caerse jugando futbol con sus amigos…
(mi negro nunca ha sido muy entregado a eso del futbol, nunca le ha gustado
demasiado, a mí me pareció muy bueno que se integrara con sus compañeritos y
por eso nunca le vi nada de malo). Además, recordó que muy a menudo cuando se
llegaba el domingo en la noche y le pedía a su hijo que alistara sus útiles, José se
empezaba a quejar de cualquier dolor y le decía a la señora Tomasa, que no creía
estar bien para ir al colegio el lunes, a lo cual ella siempre le decía que era “pura
pereza” y llegado el lunes le hacía asistir con normalidad.

Cuando la señora Tomasa habla con José, el niño rompe en llanto y le comenta
todo lo sucedido y le dice que no quiere volver al colegio. En este momento al no
saber como manejar la situación, es cuando decide buscar el apoyo del colegio.
El matoneo escolar es un fenómeno actual y creciente que genera situaciones
violentas hacía los niños y adolescentes, y que además repercute tanto en su
desarrollo personal, como en su vida familiar, y en su entorno social. Sobre el tema
hay noticias permanentes de acontecimientos de agresión e intimidación dentro de
las instituciones educativas. Es indispensable en la búsqueda para la erradicación
de este mal, tanto en los planteles educativos, como en la sociedad en general, que
los medios de comunicación sean lo más objetivos posibles en la búsqueda de la
verdad, a partir de las reales fuentes informativas, y una vez habiendo investigado
y verificado, se publiquen estos actos de violencia escolar, con el fin de socializarlos
y hacerlos conocer, tanto de las autoridades, como de la comunidad educativa, en
el entendido que son éstas las que deben aplicar los correctivos del caso de manera
legal y oportuna, para de esta forma poder proteger los derechos de las personas
que por alguna circunstancia se encuentren indefensas a causa de los ataques
físicos o morales, de parte de sus compañeros, profesores, o directivos en las
diferentes instituciones educativas.

Es tan grave la situación que vivimos, que existe en nuestros centros educativos y
en casi todas las prácticas de educación inicial, la idea de que existe un “color piel”,
que corresponde a la tonalidad del rosado. Entonces los niños y las niñas de casi
todo el país, aprenden a colorear su cuerpo con un lápiz de color, que heredó la
sustancialidad cromática de la piel humana, así que nuestras pieles cobrizas,
canelas, café no existen. El “rosado” gobierna como emblema de nuestra epidermis
en este trópico colonizado por la vieja idea de la superioridad racial.

Hay que resaltar el hecho de que el Gobierno Nacional, ha tomado cartas en el


asunto, a fin de mitigar el impacto de este fenómeno en la población infantil y juvenil.
Los niveles de agresión escolar han aumentado tanto, que el Estado, a través del
Congreso de la República, ha tomado las medidas pertinentes para corregir, aplicar
y sancionar a los responsables del acoso escolar, mediante el estudio de diferentes
proyectos de ley de iniciativa gubernamental, y de diferentes orígenes, con
ponencias favorables que llevaron a la expedición de la Ley 1620, aprobada el 15
de marzo del año 2013, “Por la cual se crea el Sistema Nacional de Convivencia
Escolar y Formación para el Ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para
la Sexualidad y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar”. La citada Ley
busca promover el desarrollo integral de los niños y jóvenes en el marco de la
formación de ciudadanos, con un enfoque de respeto hacia los Derechos Humanos,
y, a la par, pretende atender y mitigar los conflictos escolares que se presentan
debido al constante incremento de los casos de violencia escolar, en la capital
colombiana, como en la mayoría de lugares del territorio nacional.

Cada día se señala con mayor frecuencia el aumento de la violencia escolar tanto
en colegios públicos, como privados. Según cifras mostradas en el documento
titulado “Caracterización sector educativo”, realizado por la Secretaría de Educación
del Distrito de Bogotá, la Oficina Asesora de Planeación y el Grupo de Análisis
Sectorial de la ciudad de Bogotá, presentado en el mes de febrero del año 2013,
para el año 2011, 25 hombres y 35 mujeres abandonaron el colegio por causa de
maltrato escolar por parte de los estudiantes, dato este que corrobora con informes
y estudios similares sobre el tema que el Bullying es causa de deserción escolar y
que no solamente es un problema temporal de violencia escolar que afecte a los
estudiantes, sino que las estadísticas muestran además, cómo se afecta emocional
y físicamente a los alumnos que sufren de acoso, sino que es un verdadero
problema social toda vez que ha quedado demostrado ser una de las principales
causas de deserción escolar, y por tanto los perjurios a nivel individual y familiar
repercutirán para toda la vida, toda vez que muchos de los alumnos que
abandonaron por este motivo sus estudios jamás regresarán a las aulas escolares,
quedando frustrada su educación en forma permanente.

En Colombia el fenómeno conocido como matoneo, violencia escolar o Bullying ha


comenzado a ser tratado y estudiado, con el fin de buscar las soluciones adecuadas,
y de esta manera ha llegado a tener gran importancia en la sociedad. Sin embargo,
aunque apenas comienza a ser analizado, sobre éste existen ya algunos cálculos.
Según lo explicado en la entrevista realizada para este trabajo a Enrique Chaux,
profesor de psicología de la Universidad de Los Andes de Bogotá́ , Colombia, y
director del Programa Multi-Componente Aulas en Paz, y del grupo de investigación
Agresión, Conflictos y Educación para la Convivencia, se concluye que, actualmente
uno de cada cinco escolares ha sido víctima de Bullying.

Como mecanismo de respuesta ante una amenaza o estrés, el Sistema Nervioso


Central envía al torrente sanguíneo las hormonas adrenalina y cortisol, aumentando
el ritmo cardiaco y la respiración. Ese torrencial va a los músculos y órganos
necesarios para responder ante el peligro inminente y le ha servido al humano para
su bienestar y supervivencia; pero, si ese proceso se activa constantemente por
largos periodo de tiempo producto de estresores en el día a día, lo enferma por la
sobrecarga hormonal.
Investigaciones recientes confirman que igual proceso se desencadena si se tiene
un trato injusto al ser humano; si es un estado permanente pueden aparecer
enfermedades físicas o síquicas. Por lo cual no es extraño que el niño haya
empezado a somatizar su estado anímico frente a un ambiente de constante
amenaza.
Según la Secretaría de Educación del Distrito (SED), muchas veces estas
situaciones pasan inadvertidas y se consideran parte de la cotidianidad de los
planteles, es decir que el verdadero problema es que se ha naturalizado la situación
en el contexto escolar, a tal punto que las aulas se erigen como centros de violencia
simbólica ante nuestras narices.

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