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ANÁLISIS FUNCIONAL DE LA OCLUSIÓN

A) DEFINICIÓN

Se refiere a la secuencia analítica que debe seguir el operador, con el fin de evaluar las
superficies oclusales de los dientes, y su relación con sus antagonistas en estática y en
dinámica, permitiendo así obtener diagnósticos específicos que llevarán al tratamiento
adecuado (Espinosa, 1995).

En relación con la “oclusión estática”, Bumann & Lotzmann (2000), la definen como los
contactos dentarios sin movimiento mandibular. En esta situación, las posiciones
condíleas correspondientes son idénticas y existe el máximo número de contactos.
Mientras que la expresión “oclusión dinámica” se refiere a todos los contactos dentarios
que se dan durante los movimientos excéntricos o excursivos de la mandíbula.

B) DIFERENCIA ENTRE ANÁLISIS O EXAMEN DE LA OCLUSIÓN Y ANÁLISIS


FUNCIONAL DE LA OCLUSIÓN

Es necesario insistir en la diferencia que existe entre el análisis o examen de la oclusión y


el análisis funcional de la oclusión, así como la importancia que ambos tienen en el
diagnóstico de problemas oclusales y de trastornos temporomandibulares (TTM).

A diferencia del análisis funcional de la oclusión definida anteriormente, el análisis o


examen de la oclusión se dirige básicamente hacia las características morfológicas de
los dientes, número, posición, estado, alineamiento, entre otros (Ash & Ramfjord 1996).

En este sentido, Mohl et al. (1988), señalan que el examen de la oclusión debe comenzar
con la evaluación del frémitus, luego, se evalúa las relaciones dentarias tomando en
cuenta el primer molar, con el fin de determinar si existe una normoclusión (clase I), Clase
II o Clase III (Mohl et al., 1988; McNeill, 2005; Okeson, 2008). De igual forma, es necesario
evaluar otras relaciones dentarias como: las oclusiones abiertas, a tope o cruzadas (Mohl
et al., 1988; Tenenbaum, 1992). Otro dato importante, y que debe registrarse en la historia
clínica es la medida de la sobremordida o sobrepase horizontal y vertical, y la desviación
de la línea media dental (Okeson, 2008).

A continuación se explicará cómo realizar el examen de la oclusión tal como se exige en


la historia clínica utilizada en la Facultad de Odontología de la Universidad de Los Andes.
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a. Evaluación del frémitus: El frémitus es un signo clínico que se detecta al colocar la punta
del dedo índice sobre la superficie vestibular de cada diente, a nivel de la unión de la
encía libre del diente con el cuello o límite amelocementario. La punta del dedo se
coloca mientras el paciente contacta o golpea los dientes repetidas veces en PMI.
También puede hacerse durante los movimientos excursivos de la mandíbula. De esta
forma, pueden notarse pequeños movimientos o vibraciones (frémitus), que en otras
situaciones no se visualizarían fácilmente (The Academy of Prosthodontics, 2005).

Para realizar este examen se debe seguir la secuencia similar al examen clínico,
comenzado primero en el cuadrante superior derecho, cuadrante superior izquierdo,
cuadrante inferior izquierdo y cuadrante inferior derecho.

La importancia de hacer esta evaluación es que la localización de un frémitus puede


coincidir con la hipermovilidad de un diente o de un par de dientes antagonistas, debido
a una fuerza oclusal excesiva. Esto puede ocurrir por un contacto prematuro en RC o por
una interferencia durante los movimientos excursivos de la mandíbula. No obstante, debe
corroborarse con el examen radiográfico para observar si hay alteración a nivel del
hueso de soporte.

El examen radiográfico es importante, ya que el frémitus no siempre es indicativo de un


trauma oclusal, sino que puede ser simplemente una forma de movilidad inducida
funcionalmente, o reflejo de enfermedad pasada o presente y/o de cambios
adaptativos (McNeill, 2005).

b. Relación dentaria:

 Normoclusión (clase I): Partiendo de la premisa de que “normal es lo más usual”, se


observa que la oclusión normal individual no coincide con la oclusión ideal. La
oclusión ideal en el hombre es hipotética, no existe ni podrá existir. Se puede definir
una oclusión normal individual como veintiocho dientes correctamente ordenados en
el arco y en armonía con todas las fuerzas estáticas y dinámicas que sobre ellos
actúan; la oclusión normal es una oclusión estable, sana y estéticamente atractiva
(Vellini-Ferreira, 2002).

Cuando el molar inferior se relaciona correctamente con el molar superior en el plano


sagital, se obtiene la llave de oclusión molar de Angle. Esta se produce por la
intercuspidación de la cúspide mesio-vestibular del primer molar superior en el surco
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mesio-vestibular del primer molar inferior (Figura 1A y 1B). La mejor indicación para la
oclusión normal, además de la llave de Angle, es que haya el contacto vertiente
distal de la cúspide distovestibular del primer molar superior permanente con la
superficie mesial de la cúspide mesiovestibular del segundo molar inferior permanente
(Vellini-Ferreira, 2002). La clase I de Angle puede tener anomalías en el sector anterior
(p. ej.: apiñamientos, protrusiones, entre otras), en el sector lateral (p. ej.: falta de
espacio para el segundo premolar) o aún en el sector posterior (p. ej.: oclusión molar
invertida (Vellini-Ferreira, 2002; Tenenbaum, 1992).

Si no se puede ver la relación entre los primeros molares superior e inferior se toma en
cuenta la relación canina, en donde la cúspide del canino inferior deberá caer en la
vertiente mesial del superior (Figura 2A y 2B) (Rubiano, 1991).

Figura 1A Figura 1B

Figura 2A Figura 2B

 Clase II: Cuando el primer molar inferior se desplaza hacia distal en más de media
cúspide. En razón de la posición de los dientes antero-superiores puede presentar dos
divisiones:
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 Clase II primera división: Cuando los dientes anterosuperiores se encuentran


protruidos. Generalmente se acompaña y a veces es provocada por la
respiración bucal. Se caracteriza porque en muchos casos causa desarmonía
facial (Figura 3A y 3B) (Vellini-Ferreira, 2002).

Figura 3A Figura 3B

 Clase II segunda división: Cuando los dientes anterosuperiores se encuentran


retruidos y sus bordes incisales llegan a contactar con la encía o el cuello de los
incisivos inferiores (Figura 4) (Vellini-Ferreira, 2002).

Figura 4

 Clase III: Está dada por la posición mesial del molar inferior con respecto al primer
molar superior, considerado fijo o inamovible. Esto configura generalmente un
adelantamiento mandibular (Figura 5) (Tenenbaum, 1992).
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Figura 5

 Mordida abierta anterior: Tipo de relación dentaria en la que los dientes posteriores
situados en una posición de máxima intercuspidación (PMI), los dientes anteriores
opuestos no se entrecruzan, ni siquiera contactan entre sí (Figura 6) (Okeson, 2008).

Figura 6

 Mordida abierta posterior: Cuando no existe contacto dentario entre los dientes
posteriores. Puede ser unilateral derecha o izquierda (Figura 7A y 7B) (Tenenbaum,
1992).
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Figura 7A Figura 7B

 Oclusión a tope: Es una relación de borde a borde. Se presenta en personas con un


crecimiento mandibular pronunciado, los dientes anteroinferiores con frecuencia
tienen una posición anterior y contactan con los bordes incisales de los dientes
anterosuperiores (Figura 8 (Okeson, 2008).

Figura 8

 Mordida cruzada anterior o posterior: Mordida invertida. Cuando los dientes


anteroinferiores están por encima de los superiores se le denomina Mordida cruzada
anterior (Figura 9A y 9B). Cuando los dientes posteroinferiores sobrepasan los
superiores se le llama mordida cruzada posterior, la cual puede ser unilateral derecha
o izquierda (Figura 10A y 10B)(Tenenbaum, 1992).
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Figura 9A Figura 9B

Figura 10A Figura 10B

c. Sobrepase o sobremordida horizontal y vertical: Para medir en milímetros el sobrepase


horizontal y vertical, Ash et al. (1975), recomiendan utilizar una regla milimetrada flexible,
a la cual se le cortan los extremos en forma recta y luego diagonalmente (Figura 11A,
11B y 11C). Este procedimiento facilitará tomar la medida y será más cómodo para el
paciente.

Figura 11A Figura 11B


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Figura 11C

 Sobrepase horizontal: Es la distancia horizontal en la cual sobresalen los dientes


anterosuperiores de los dientes anteroinferiores (Okeson, 2008). Es medido en milímetros
desde la cara vestibular del incisivo central inferior hasta el borde incisal del incisivo
central superior con los dientes en PMI (Figura 12A y 12B) (Dworkin & LeResche, 1992).
Los valores normales del sobrepase horizontal varían entre 1 y 3 mm (Mohl et al., 1988).

Figura 12A Figura 12B

 Sobrepase Vertical: Es la distancia existente entre el borde incisal de los dientes


anteriores antagonistas (Okeson, 2008). Para medirlo, se le indica al paciente que
coloque sus dientes completamente juntos (en PMI) y con un lápiz, se hace una
marca horizontal sobre la cara vestibular del incisivo central inferior, donde llega el
borde incisal del incisivo central superior (Figura 13A). Se anota la distancia en
milímetros, desde el borde incisal del incisivo central inferior hasta la marca
anteriormente realizada con el lápiz (Figura 13B) (Dworkin & LeResche, 1992). Los
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valores normales del sobrepase vertical varían entre 1 y 3 mm (Mohl et al., 1988),
aunque Okeson (2008), los establece entre 3 y 5 mm.

Figura 13A Figura 13B

Si una medida se encuentra entre las marcas de dos milímetros, se registrará el valor
menor tanto para el sobrepase horizontal como para el vertical.

También es importante hacer notar, que para tomar las medidas del sobrepase
horizontal y vertical se deben usar como referencia los mismos incisivos central
superior e inferior. Por ejemplo: si se seleccionan los incisivos central superior e inferior
derechos para registrar el sobrepase horizontal, estos mismos dientes se usarán como
referencia para el registro del sobrepase vertical (Dworkin & LeResche, 1992).

d. Desviación de la línea media: La desviación de la línea media puede ser de origen


anatómico, dental o funcional. Tal desviación puede estar relacionada con la
maloclusión de los dientes o puede ser debida a interferencias oclusales en relación
céntrica (RC) o en PMI (Ash et al., 1975).

Para evaluar si existe o no desviación de la línea


media se procede de la siguiente manera: Se
indica al paciente que cierre en PMI y se observa si
la línea media dental del maxilar superior coincide
con la del maxilar inferior. Si no coinciden, se mide
en milímetros la desviación hacia la derecha o
Figura 14
hacia la izquierda, desde el espacio interproximal
superior hasta el espacio interproximal inferior (Figura 14). Sólo se registrará cuando el
valor de la desviación es igual o superior a 1 mm, y si la medida se encuentra entre las
marcas de 2 mm, se registrará el valor menor (Dworkin & LeResche, 1992).
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C) ANÁLISIS FUNCIONAL DE LA OCLUSIÓN

El análisis funcional de la oclusión es importante como elemento determinante en el


diagnóstico de problemas oclusales, así como en la elección del tratamiento a aplicar
(Ash & Ramfjord, 1996), y para realizarlo es necesario tener conocimiento de los
conceptos básicos de oclusión: relación céntrica, oclusión céntrica, posición de máxima
intercuspidación, entre otros. Asimismo, se debe tener claro lo que es un contacto
prematuro o contacto inicial y una interferencia (Mohl et al., 1988).

D) OBJETIVOS DEL ANÁLISIS FUNCIONAL DE LA OCLUSIÓN

1. ESTABLECER MEDICIONES INICIALES: La finalidad es detectar y cuantificar cambios


futuros, pues permite conocer las condiciones iniciales de la oclusión del paciente.
Esto quiere decir, que se deben realizar ciertas mediciones y análisis de las relaciones
de contacto oclusal, para tenerlas como referencia; y dependiendo de la
normalidad o anormalidad de ellas, se decidirá mantenerlas o modificarlas con el
tratamiento protésico que esté indicado.

Si el paciente no tiene ninguna alteración, las medidas y contactos oclusales se


toman como referencia para los futuros controles post-protésicos (Mohl et al., 1988).

2. DETECTAR SÍNTOMAS Y SIGNOS DE PROBLEMAS OCLUSALES: Se refiere específicamente


a la búsqueda de síntomas y signos de trauma oclusal (Mohl et al., 1988), el cual
describe alteraciones patológicas o cambios adaptativos como respuesta a las
fuerzas oclusales (McNeill (2005).

En la literatura se usan otros términos como: trauma de la oclusión, trauma por


oclusión, traumatización de la oclusión y superposición oclusal (Pegoraro et al., 2001).
El trauma oclusal se clasifica como primario y secundario. El trauma oclusal primario es
el efecto de fuerzas oclusales anormales o excesivas que actúan sobre un periodonto
normal y saludable. El trauma oclusal secundario se refiere al efecto de las fuerzas
normales o excesivas que actúan sobre un periodonto disminuido. Sin embargo, esta
distinción es de poca relevancia clínica, ya que las consecuencias del trauma oclusal
son similares e independientes de la altura del periodonto. El hecho más importante
es que el trauma oclusal depende de qué tanto el periodonto puede resistir (McNeill,
2005).
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El Cuadro 1 muestra los signos clínicos y radiográficos de trauma oclusal (Pegoraro et


al., 2001; Mohl et al., 1988).

Cuadro 1. Signos clínicos y radiográficos de trauma oclusal.

Signos clínicos Signos radiográficos


- Movilidad dentaria. - Pérdida de continuidad de la lámina dura.
- Frémitus aumentado. - Ensanchamiento del espacio ocupado por el
- Migración dentaria. ligamento periodontal.
- Recesión gingival. - Pérdida vertical de hueso.
- Patrones anormales de desgaste oclusal. - Condensación del traveculado óseo.
- Hipercementosis.*
- Reabsorción radicular.*
Xnx

* Es opcional, no siempre se presenta.

Con respecto a los síntomas, el paciente puede presentar dolor localizado en los
tejidos de soporte del diente(s) sujeto(s) a trauma, dolor muscular, dolor en la
articulación temporomandibular (ATM) y/o sonidos articulares durante los
movimientos mandibulares (Mohl et al., 1988).

En este sentido, se han realizado muchos estudios para buscar una asociación directa
entre los diferentes factores oclusales y la aparición de síntomas y signos de TTM. Uno
de los factores más estudiados se refiere a las interferencias en el lado de no trabajo
(Seligman & Pullinger, 1991). Sin embargo, estudios bien controlados han fallado en
mostrar tal asociación, ya que se considera una relación bastante compleja, en
donde fácilmente se puede introducir el sesgo, pues los estudios oclusales son
limitados por varios factores. Entre estos factores se señalan, la falta de presentación
de resultados sobre las asociaciones encontradas y que la mayoría de las
publicaciones son avaladas sólo por valores de probabilidad, lo cual refleja que los
resultados ocurren al azar.

Por otro lado, la mayoría de los estudios se basan sobre datos de prevalencia que
limitan la interpretación etiológica. Sólo se examinan las relaciones entre oclusión y
síntomas, en vez de las categorías de la enfermedad. Tampoco existen métodos
estandarizados, lo que hace pensar que esta falta de consistencia en los estudios, es
lo que hace difícil establecer comparaciones entre los mismos (Pullinger y Seligman,
2000; Carlsson, 1999).
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A lo anterior, Zarb et al. (1994), agregan que mucha de la confusión se debe también
a las diferencias en la terminología utilizada, pues algunos términos como
interferencias, contactos oclusales prematuros, condiciones morfológicas oclusales,
definiciones exactas y normas para definir la presencia, ausencia y extensión de las
interferencias oclusales, no han sido establecidas en muchas publicaciones, haciendo
igualmente, imposible la comparación entre los estudios.

3. REORGANIZACIÓN DE LA OCLUSIÓN: Se refiere a que cuando existen problemas


oclusales, se debe crear una oclusión estable (Mohl et al., 1988).

La estabilidad oclusal se define como contactos iguales en todos los dientes que
previenen el movimiento dentario después del cierre. Esta definición sugiere que los
dientes deberían tener contacto entre cúspides y fosas, y una relación interarco en la
cual la intercuspidación dentaria resista las fuerzas fisiológicas horizontales y verticales
que recaigan sobre ellos (McNeill, 2005).

Igualmente, McNeill (2005), recomienda que antes de la planificación del tratamiento


se deben evaluar las consideraciones funcionales para establecer una estabilidad y
función óptimas de los componentes del sistema estomatognático. Los objetivos
específicos que se requieren desde un punto de vista estructural y funcional son: (a)
máxima distribución simétrica de los contactos en PMI; (b) carga oclusal paralela al
eje longitudinal de los dientes; (c) un plano de oclusión aceptable; (d) contactos
guías que permitan la libertad del deslizamiento de la mandíbula en cierre y en los
movimientos excursivos sin desviación (deflexión); y (e) una dimensión vertical de
oclusión y una distancia interoclusal de reposo aceptable (posición de reposo).

a. Máxima distribución simétrica de los contactos en PMI: Estos contactos son


deseables para establecer una estabilidad máxima y una óptima distribución de
las fuerzas en cierre, ya que proveen el principal soporte de la dimensión vertical
en oclusión.
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La localización de los contactos céntricos


de las cúspides de soporte pueden ser:
vértice de las cúspides contra fosas,
vértice de las cúspides contra dos
rebordes marginales y tripoides.
Figura 15. Relación Clase I en la cual las
cúspides de soporte de los dientes
posteroinferiores contactan en los rebordes La relación cúspide-reborde marginal, es
marginales y únicamente en la fosa central de
los dientes posterosuperiores. la que se presenta con más frecuencia
en la dentición natural. Las cúspides distovestibulares de los molares inferiores y las
mesiolinguales de los superiores son las únicas cúspides que hacen contacto con
sus fosas opuestas en una oclusión Clase I (Figura 15). La configuración
gnatológica de contactos de soporte céntricos es una relación cúspide-fosa, en
donde las cúspides de soporte contactan únicamente en la fosa de los dientes
opuestos (Figura 16A y 16B).

Fig 16A. Vista facial de la relación gnatológica cúspi- Fig. 16B. Vista lingual de las cúspides de soporte cén
de-fosa. Las cúspides de soporte céntrico vestíbulo- trico lingual contactando en la fosa de los dientes
inferiores contactan en la fosa de los dientes opuestos. posteroinferiores.

El contacto tripoide es una forma de contacto céntrico alrededor del vértice de


cada cúspide. No contacta el vértice de la cúspide con la fosa (Fig. 17A y 17B). La
teoría es que esta configuración es más natural, más estable y permite que la
separación o desoclusión de los dientes posteriores sea más fácil durante el
movimiento mandibular.
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Fig. 17A. El vértice de las cúspides de soporte cén Fig. 17B. El vértice de las cúspides de soporte cén
trico lingual del arco superior están marcados en trico de los dientes mandibulares están marcados
rojo. Los contactos tripoides hechos por las cúspi en rojo y los contactos de soporte céntrico del
des de soporte de los dientes posteroinferiores es- maxilar opuesto, están marcados en azul a nivel
tán marcados en azul. de las fosas y de los rebordes marginales.

b. Carga oclusal paralela al eje


longitudinal de los dientes: Permite que
las fuerzas en cierre sean transmitidas
verticalmente y no lateralmente. Las
fuerzas verticales creadas por los con-
tactos oclusales son mejor toleradas por
el ligamento periodontal que las fuerzas
horizontales, pues éstas generan fuerzas
Figura. 18. Vista posterior de los segundos molares. La
de torsión en la cresta alveolar o cerca cúspide lingual del molar superior y la fosa del molar
inferior están mejor posicionadas para resistir las fuerzas
de la misma (Figura 18). de cierre (flechas negras). La cúspide lingual del molar
superior (flecha blanca) está posicionada sobre el eje
longitudinal de la raíz lingual.
c. Plano de oclusión aceptable: Los dien-
tes deben estar inclinados para recibir las fuerzas de cierre a lo largo de sus ejes
longitudinales. La curvatura creada por la posición de los dientes forma una curva
anteroposterior (curva de Spee) (Figura 19A). Asimismo, los molares deben estar
inclinados para resistir mejor las fuerzas de cierre a lo largo de sus ejes
longitudinales. La inclinación lingual de los dientes inferiores y la inclinación
vestibular de los dientes superiores produce una curva translateral llamada curva
de Wilson (Figura 19B).
La curva de Spee y la curva de Wilson son curvas cóncavas en el arco mandibular
y convexas en el arco maxilar. La importancia de estos planos oclusales es su
influencia sobre la altura y posición de las cúspides y su relación con los tejidos en el
sistema estomatognático.
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Fig. 19A. Vista lateral de la mandíbula y del maxi- Fig. 19B. Vista posterior de la mandíbula y del
lar. Los dientes están inclinados para recibir la maxilar. Los molares están inclinados para resis-
las fuerzas de cierre a lo largo de sus ejes longitu tir mejor la fuerza de cierre a lo largo de sus ejes
dinales (flechas). La línea azul corresponde a la longitudinales (flechas). La línea azul correspon-
curva de Spee. de a la curva de Wilson.

d. Contactos guías que permitan la libertad del deslizamiento de la mandíbula en


cierre y en los movimientos excursivos sin desviación (guía canina o función de
grupo): Estos contactos permiten la libertad del deslizamiento de la mandíbula en
cierre y en los movimientos excursivos (Figura 20A y B). Esta libertad sin
interferencias se conoce como libertad en céntrica.

Figura 20A. Guía canina. Figura 20B. Función de grupo.


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E) SECUENCIA A SEGUIR PARA REALIZAR EL ANÁLISIS FUNCIONAL DE LA


OCLUSIÓN

Se debe evaluar la manera en que contactan los dientes individualmente y


colectivamente con sus antagonistas en el arco opuesto. El número de contactos
oclusales juega un papel muy importante en el diagnóstico de una queja del paciente,
pues se puede detectar una eficiencia masticatoria inadecuada, desgaste atípico o
movilidad a nivel de un diente debido a una sobrecarga excesiva en el mismo. Esta
evaluación se hace primero clínicamente y luego se hace en los modelos de estudio
correctamente montados en el articulador (Mohl et al., 1988).

Lo primero que se registra es el número de contactos iniciales en RC, lo cual requiere de


la habilidad del operador y de la cooperación del paciente. En algunos casos, el
paciente puede no ser capaz de aportar la pasividad muscular necesaria que permita al
clínico obtener una RC reproducible; asimismo, el contacto puede no ser posible hasta
que las interferencias mayores se eliminen o se use una férula oclusal por algún tiempo
(Ash & Ramfjord, 1996). Esto es necesario particularmente cuando existen síntomas y
signos de trastornos temporomandibulares (Mohl et al., 1988).

Para la obtención de la RC se recomienda el uso de desprogramadores entre los dientes


anteriores antes de comenzar la manipulación de la mandíbula del paciente, quien
debe estar cómodamente sentado en una posición semireclinada (Mohl et al., 1988). El
registro de la RC puede conseguirse mediante la “técnica bimanual” de Dawson o la
“técnica a una mano” (Ash & Ramfjord, 1996).

Mientras se manipula la mandíbula, el clínico debe hablarle suave y pausadamente al


paciente para que éste sienta confianza, ya que el objetivo es lograr su relajación (Mohl
et al., 1988).
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En relación con el uso de desprogramadores, se han


propuesto varias técnicas, entre ellas, la fabricación
de un jig de resina acrílica, baja lengua (Mohl et al.,
1988), rollos de algodón y el uso de “tiras u hojas
calibradoras de Long”, la cual se considera la
técnica más eficiente. Este dispositivo consiste de 15
a 20 tiras de un material plástico, con 10 cm de lar-
Figura. 21A. Hojas calibradoras de Long.
go por 1 cm de ancho, unidas en sus extremidades
por un clip metálico (Figura 21A) (Mezzomo, 1997).

El espacio interoclusal es analizado, teniéndose cui-


dado de que sea el menor posible. Para eso se colo-
ca o se retira un número de tiras adecuado hasta lo-
grar ligera desoclusión de los dientes posteriores,
con la finalidad de causar una desprogramación
Figura 21B. Cantidad de tiras calibradoras en in-
del sistema neuromuscular. Esto facilita extraordina-
cisivos centrales, hasta lograr ligera deso-
clusión de dientes posteriores. riamente el procedimiento clínico (Mezzomo, 1997;
Espinosa, 1995).

Es necesario instruir al paciente con un código de señales, con el fin de que no hable ni
vaya a abrir la boca y los dientes anteriores dejen de tener contacto con el calibrador. Si
existe algún choque, se le dice al paciente que lo indique levantando la mano del lado
donde lo siente (Figura 21 21B) (Espinosa, 1995).

El calibrador se deja por un tiempo de 2 a 3 minutos según Mohl et al. (1988), y una vez
que se ha logrado neutralizar los reflejos propioceptivos, se procede con el análisis de los
contactos.

A continuación se explicará cómo realizar el análisis funcional de la oclusión tal como se


exige en la historia clínica utilizada en la Facultad de Odontología de la Universidad de
Los Andes.

1. Análisis de contactos prematuros en RC / deslizamiento en céntrica: Para realizar este


análisis, se lleva al paciente a la posición de RC, una vez que se ha detectado el
contacto inicial, se le pregunta de que lado siente que muerde primero, para que
aporte más información. Luego, se secan todas las caras oclusales de los dientes y se
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coloca el papel de articular en el sitio que indicó el paciente (en donde se supone
que está el contacto). El papel indicará en cual parte de la cara oclusal del diente o
los dientes está el contacto (Ash & Ramfjord, 1996) y se registra en la historia
marcándolo en rojo. En la mayoría de los casos, el contacto inicial es lateral y
posterior (Mohl et al., 1988), y se da entre las vertientes mesiales de un diente superior
y las vertientes distales de un diente inferior (Okeson, 2008; Ash & Ramfjord, 1996).

Ash & Ramfjord (1996), recomiendan el uso de papel de articular fino con mediana
cantidad de tinte. El papel muy entintado no debe usarse debido a que se tienden a
exhibir marcas falsas dondequiera que el papel toca los dientes,
independientemente de los contactos oclusales iniciales. Igualmente, el papel grueso
tiende a no marcar bien el contacto prematuro, y el papel o cinta seco o con poca
tinta no muestra ninguna marca.

La efectividad del papel carbón o cinta se incrementa si se calienta un poco sobre


una flama.

Existe otro método para la detección del contacto inicial en RC que comprende el
uso de hojas delgadas de cera suave coloreada. Tiras de cera verde para
incrustaciones calibre 28-32 y 0.5-075 pulgadas de ancho. Se calientan ligeramente y
se colocan en ambos lados entre los dientes posterosuperiores y posteroinferiores.
Cuando el clínico lleva al paciente a la posición de RC, el contacto prematuro
penetra la cera, la cual puede ser inspeccionada mientras está pegada a los dientes
o sacarse de la boca y colocarse contra la luz.

Cuando un diente contacta primero (prematuramente), la mandíbula es desviada


hacia la PMI. Esta desviación de la mandíbula desde la posición de RC a la PMI es lo
que se conoce como deslizamiento en céntrica.

De acuerdo con la cantidad y calidad del movimiento desde RC a PMI, Mohl et al.
(1988), clasifica las interferencias de la siguiente manera:

 Sin interferencias: Cuando el deslizamiento es anterior, simétrico y la distancia es


menor de 2 mm.

 Interferencias moderadas: Se pueden encontrar una de las siguientes condiciones:


- Contacto unilateral con un deslizamiento menor de 2 mm.
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- Desviación lateral de la mandíbula menor de 0.5 mm.

 Interferencias severas: Con uno o dos de los siguientes hallazgos:


- Desviación lateral de la mandíbula mayor de 0.5 mm.
- La distancia entre la posición de RC y PMI es mayor de 2 mm.

La clasificación anterior, sugiere que es necesario medir el deslizamiento anterior y/o


lateral de la mandíbula.

Según Ash et al. (1975), la medición del deslizamiento en céntrica es como sigue:

a. Medición del componente horizontal del deslizamiento en céntrica: En la posición


de RC se mide la distancia desde la cara vestibular del incisivo central inferior
hasta el borde incisal del incisivo central superior (Figura 22A). Luego, se deja que
el paciente ocluya en PMI y se vuelve a medir desde los mismos puntos de
referencia (Figura 22B). La diferencia entre las dos medidas (la obtenida en RC y
en PMI), representa el componente horizontal del deslizamiento en céntrica.

Figura 22A Figura 22B

b. Medición del componente vertical del desliza-


miento en céntrica: Primero, con los dientes en
PMI se marca una línea sobre la cara vestibular
del incisivo central inferior, por debajo del borde
incisal del incisivo central superior con un lápiz de
grafito (Figura 23A). Luego, se lleva la mandíbula
del paciente a la posición de RC (Figura 23B) y se
marca otra línea sobre la cara vestibular del Figura 23A

incisivo central inferior, usando nuevamente el


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incisivo central superior como guía (Figura 23C).


La distancia entre las dos marcas representa el
componente vertical del deslizamiento en
céntrica (Figura 23D).

c. Medición del componente lateral del desliza- Figura 23B

miento en céntrica: Primero, se guía la mandíbula


del paciente a la posición de RC. Al sentir el
contacto inicial, se marca una línea vertical en la
cara vestibular del incisivo central superior y se
proyecta hacia abajo (hacia la cara vestibular
del incisivo central inferior) (Figura 24A).
Figura 23C
Luego, se permite que el paciente deslice la
mandíbula hacia la PMI y se marca otra línea
vertical sobre las caras vestibulares de los mismos
incisivos central superior e inferior (Figura 24B).
La distancia entre las dos líneas corresponde al
componente lateral del deslizamiento en céntrica
(Figura 24C). Figura 23D

La Figura 24 muestra un deslizamiento de izquierda a derecha y la Fig. 25 muestra


una desviación de derecha a izquierda.

2. Análisis de contactos oclusales en PMI: En general, los contactos oclusales que


impiden la máxima intercuspidación son mal tolerados por los pacientes, en especial
si son tan “altos” como para interferir con la masticación o deglución y causar dolor
por oclusión traumática. En otros casos, puede existir un contacto oclusal que ha
podido ser eludido por el paciente y no interfiere con la masticación ni causa
síntomas “obvios”. Esto generalmente ocurre con restauraciones ligeramente altas,
aunque también depende de la capacidad del paciente para adaptarse (Ash &
Ramfjord, 1996).
22

Componente
B C lateral del
A deslizamiento
RC
PMI
Figura 24

En PMI se marcarán todos los contactos entre los


dientes superiores e inferiores. Antes de realizar este
análisis, se secan todas las caras oclusales de los
dientes, posteriormente, se coloca papel de
articular en ambos lados, de tal forma que llegue
hasta los dientes anteriores. Luego, se manda al
Figura 25A
paciente a ocluir en PMI. Para registrar los contactos
se toman como referencia los dientes inferiores, ya
que éstos generalmente hacen contacto con dos
dientes superiores. Se deben registrar todos contac-
tos dentarios (Mohl et al., 1988).

3. Análisis de las interferencias en los movimientos


excursivos: El análisis de las interferencias se reali-
Figura 25B
za en los movimientos excursivos de lateralidad y
de protrusión. Se buscan interferencias en lateralidad derecha e izquierda, pues es
posible que tanto en el lado de trabajo como en el lado de no trabajo estén
presentes. Igualmente, se buscan interferencias en protrusión.

En primer lugar se indica al paciente que mueva la mandíbula hacia la derecha y


hacia la izquierda, para saber si lo puede hacer sin dificultades, o si por el contrario,
presenta algún problema muscular. Luego, se le indica que realice nuevamente el
23

movimiento lateral, el cual debe realizarse hasta que las cúspides vestibulares de los
dientes inferiores se opongan a las cúspides vestibulares de los dientes superiores
(movimientos mandibulares intrabordeantes) (Mohl et al., 1988).

 Interferencias en el lado de trabajo: Se considera que hay interferencia en el lado de


trabajo cuando existe un contacto entre uno o dos dientes postero-inferiores con uno
o dos dientes postero-superiores, que sea lo suficientemente importante como para
desocluir los dientes anteriores (Shillingburg et al., 2000).

En algunos casos, no existe contacto en el lado de trabajo debido en gran parte a


que hay una interferencia en el lado contrario (lado de no trabajo) que impide los
contactos.

Ash & Ramfjord (1996), afirman que en algunas ocasiones las interferencias en el lado
de trabajo no causan síntomas clínicos evidentes si el paciente no usa este lado
durante la función o parafunción. La elusión de tales interferencias puede darse al
realizar sólo masticación unilateral. Pero, en otros casos, la elusión continua de la
interferencia puede causar síntomas musculares y/o articulares.

Cuando la interferencia es una restauración recién colocada que impide la


masticación del lado preferido y ese lado se usa por una articulación dañada y
comprometida, puede producirse exacerbación de la disfunción de la ATM. También
es probable que la interferencia con parafunción como el bruxismo, lo agrave y
precipite la disfunción de la ATM o de los músculos masticatorios. Algunos pacientes
no pueden eludir o tolerar una restauración “alta”.

Antes de realizar el análisis de las interferencias en el lado de trabajo, se secan todas


las caras oclusales de los dientes del lado derecho, posteriormente, se coloca papel
de articular y se manda al paciente a realizar el movimiento de lateralidad derecha.
En caso de haber interferencias, se registra en la historia. De la misma forma se
analizan las interferencias en lateralidad izquierda. Generalmente, las interferencias
en el lado de trabajo se encuentran en las crestas o en los planos inclinados de las
cúspides vestibulares superiores (Mohl et al., 1988).

 Interferencias en el lado de no trabajo: Se refiere a un contacto oclusal entre los


dientes postero-inferiores con los superiores en el lado opuesto a la dirección hacia la
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que se ha movido la mandíbula (Shillingburg et al., 2000), y el cual puede impedir el


contacto en cualquier parte de la excursión lateral del lado de trabajo (Ash &
Ramfjord, 1996).

Los contactos oclusales del lado de no trabajo pueden ser interferencias oclusales
pasivas o activas:

a. Pasivas: Los contactos del lado de no trabajo están presentes pero no interfieren
con la función ni causan síntomas de disfunción por la elusión de la interferencia.

b. Activas: Los contactos del lado de no trabajo están presentes pero: (1) la elusión
no es posible; (2) la elusión en sí misma causa síntomas musculares y/o articulares;
(3) existen síntomas y se correlacionan bien con el desarrollo de la interferencia
(restaurativas y otras); y (4) el alivio de los síntomas se correlaciona bien con la
remoción o tratamiento de la interferencia. Sin embargo, aún cuando se remueva
una interferencia oclusal que causa disfunción, el alivio de los síntomas puede no
presentarse de inmediato por la naturaleza del trastorno temporomandibular (Ash
& Ramfjord, 1996).

Cuando se hace el análisis de las interferencias en el lado de no trabajo y se observa


un contacto oclusal en el mismo, se recomienda comprobar si éste es verdadero.
Para ello, se coloca papel de articular donde se supone que está la interferencia y se
le dice al paciente que deslice la mandíbula hacia el lado opuesto (lado de trabajo),
luego, se tironea el papel. Si el papel se rompe, indica que sí existe la interferencia
(Mohl et al., 1988)

 Interferencias en protrusión o en protrusiva: En el movimiento de la mandíbula de


atrás hacia delante o protrusivo, las interferencias pueden ser posteriores o anteriores.

Las interferencias posteriores en protrusiva, se refiere a los contactos oclusales


posteriores que causan desoclusión de los dientes anteriores (pérdida de contacto
borde a borde o de guía incisiva).

La ausencia de contacto incisivo borde a borde interfiere con la función de incisión.


La interferencia puede desarrollarse a lo largo de mucho tiempo y el paciente quizá
no sabe que la falta de un contacto incisivo borde a borde es anormal. No obstante,
las interferencias protrusivas producidas recientemente que impiden el contacto
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incisivo borde a borde, no son toleradas con facilidad por la mayoría de los pacientes
aún cuando no se desarrollen síntomas claros como dolor muscular y/o articular (Ash
& Ramfjord, 1996).

También pueden existir interferencias anteriores en protrusiva, las cuales se dan


cuando el paciente al hacer el movimiento protrusivo, llegando los dientes a un
contacto incisivo borde a borde, hay un solo diente que hace contacto. Cuando
hay más de dos dientes que hacen contacto, no se considera una interferencia (Mohl
et al., 1988).

De acuerdo con la severidad, Mohl et al. (1988), clasifica las interferencias en los
movimientos excursivos de la siguiente manera:

 Sin interferencias: cuando no existen.

 Interferencias moderadas: Se pueden encontrar una o las dos condiciones


siguientes:
- Contacto único unilateral en distal del canino superior, en el lado de trabajo.
- Contacto unilateral en un diente posterior o en un incisivo en protrusiva.

 Interferencias severas: contacto en el lado de no trabajo (uni o bilateral) que


impide el contacto de los dientes en el lado de trabajo.
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REFERENCIAS

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