A) DEFINICIÓN
Se refiere a la secuencia analítica que debe seguir el operador, con el fin de evaluar las
superficies oclusales de los dientes, y su relación con sus antagonistas en estática y en
dinámica, permitiendo así obtener diagnósticos específicos que llevarán al tratamiento
adecuado (Espinosa, 1995).
En relación con la “oclusión estática”, Bumann & Lotzmann (2000), la definen como los
contactos dentarios sin movimiento mandibular. En esta situación, las posiciones
condíleas correspondientes son idénticas y existe el máximo número de contactos.
Mientras que la expresión “oclusión dinámica” se refiere a todos los contactos dentarios
que se dan durante los movimientos excéntricos o excursivos de la mandíbula.
En este sentido, Mohl et al. (1988), señalan que el examen de la oclusión debe comenzar
con la evaluación del frémitus, luego, se evalúa las relaciones dentarias tomando en
cuenta el primer molar, con el fin de determinar si existe una normoclusión (clase I), Clase
II o Clase III (Mohl et al., 1988; McNeill, 2005; Okeson, 2008). De igual forma, es necesario
evaluar otras relaciones dentarias como: las oclusiones abiertas, a tope o cruzadas (Mohl
et al., 1988; Tenenbaum, 1992). Otro dato importante, y que debe registrarse en la historia
clínica es la medida de la sobremordida o sobrepase horizontal y vertical, y la desviación
de la línea media dental (Okeson, 2008).
a. Evaluación del frémitus: El frémitus es un signo clínico que se detecta al colocar la punta
del dedo índice sobre la superficie vestibular de cada diente, a nivel de la unión de la
encía libre del diente con el cuello o límite amelocementario. La punta del dedo se
coloca mientras el paciente contacta o golpea los dientes repetidas veces en PMI.
También puede hacerse durante los movimientos excursivos de la mandíbula. De esta
forma, pueden notarse pequeños movimientos o vibraciones (frémitus), que en otras
situaciones no se visualizarían fácilmente (The Academy of Prosthodontics, 2005).
Para realizar este examen se debe seguir la secuencia similar al examen clínico,
comenzado primero en el cuadrante superior derecho, cuadrante superior izquierdo,
cuadrante inferior izquierdo y cuadrante inferior derecho.
b. Relación dentaria:
mesio-vestibular del primer molar inferior (Figura 1A y 1B). La mejor indicación para la
oclusión normal, además de la llave de Angle, es que haya el contacto vertiente
distal de la cúspide distovestibular del primer molar superior permanente con la
superficie mesial de la cúspide mesiovestibular del segundo molar inferior permanente
(Vellini-Ferreira, 2002). La clase I de Angle puede tener anomalías en el sector anterior
(p. ej.: apiñamientos, protrusiones, entre otras), en el sector lateral (p. ej.: falta de
espacio para el segundo premolar) o aún en el sector posterior (p. ej.: oclusión molar
invertida (Vellini-Ferreira, 2002; Tenenbaum, 1992).
Si no se puede ver la relación entre los primeros molares superior e inferior se toma en
cuenta la relación canina, en donde la cúspide del canino inferior deberá caer en la
vertiente mesial del superior (Figura 2A y 2B) (Rubiano, 1991).
Figura 1A Figura 1B
Figura 2A Figura 2B
Clase II: Cuando el primer molar inferior se desplaza hacia distal en más de media
cúspide. En razón de la posición de los dientes antero-superiores puede presentar dos
divisiones:
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Figura 3A Figura 3B
Figura 4
Clase III: Está dada por la posición mesial del molar inferior con respecto al primer
molar superior, considerado fijo o inamovible. Esto configura generalmente un
adelantamiento mandibular (Figura 5) (Tenenbaum, 1992).
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Figura 5
Mordida abierta anterior: Tipo de relación dentaria en la que los dientes posteriores
situados en una posición de máxima intercuspidación (PMI), los dientes anteriores
opuestos no se entrecruzan, ni siquiera contactan entre sí (Figura 6) (Okeson, 2008).
Figura 6
Mordida abierta posterior: Cuando no existe contacto dentario entre los dientes
posteriores. Puede ser unilateral derecha o izquierda (Figura 7A y 7B) (Tenenbaum,
1992).
7
Figura 7A Figura 7B
Figura 8
Figura 9A Figura 9B
Figura 11C
valores normales del sobrepase vertical varían entre 1 y 3 mm (Mohl et al., 1988),
aunque Okeson (2008), los establece entre 3 y 5 mm.
Si una medida se encuentra entre las marcas de dos milímetros, se registrará el valor
menor tanto para el sobrepase horizontal como para el vertical.
También es importante hacer notar, que para tomar las medidas del sobrepase
horizontal y vertical se deben usar como referencia los mismos incisivos central
superior e inferior. Por ejemplo: si se seleccionan los incisivos central superior e inferior
derechos para registrar el sobrepase horizontal, estos mismos dientes se usarán como
referencia para el registro del sobrepase vertical (Dworkin & LeResche, 1992).
Con respecto a los síntomas, el paciente puede presentar dolor localizado en los
tejidos de soporte del diente(s) sujeto(s) a trauma, dolor muscular, dolor en la
articulación temporomandibular (ATM) y/o sonidos articulares durante los
movimientos mandibulares (Mohl et al., 1988).
En este sentido, se han realizado muchos estudios para buscar una asociación directa
entre los diferentes factores oclusales y la aparición de síntomas y signos de TTM. Uno
de los factores más estudiados se refiere a las interferencias en el lado de no trabajo
(Seligman & Pullinger, 1991). Sin embargo, estudios bien controlados han fallado en
mostrar tal asociación, ya que se considera una relación bastante compleja, en
donde fácilmente se puede introducir el sesgo, pues los estudios oclusales son
limitados por varios factores. Entre estos factores se señalan, la falta de presentación
de resultados sobre las asociaciones encontradas y que la mayoría de las
publicaciones son avaladas sólo por valores de probabilidad, lo cual refleja que los
resultados ocurren al azar.
Por otro lado, la mayoría de los estudios se basan sobre datos de prevalencia que
limitan la interpretación etiológica. Sólo se examinan las relaciones entre oclusión y
síntomas, en vez de las categorías de la enfermedad. Tampoco existen métodos
estandarizados, lo que hace pensar que esta falta de consistencia en los estudios, es
lo que hace difícil establecer comparaciones entre los mismos (Pullinger y Seligman,
2000; Carlsson, 1999).
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A lo anterior, Zarb et al. (1994), agregan que mucha de la confusión se debe también
a las diferencias en la terminología utilizada, pues algunos términos como
interferencias, contactos oclusales prematuros, condiciones morfológicas oclusales,
definiciones exactas y normas para definir la presencia, ausencia y extensión de las
interferencias oclusales, no han sido establecidas en muchas publicaciones, haciendo
igualmente, imposible la comparación entre los estudios.
La estabilidad oclusal se define como contactos iguales en todos los dientes que
previenen el movimiento dentario después del cierre. Esta definición sugiere que los
dientes deberían tener contacto entre cúspides y fosas, y una relación interarco en la
cual la intercuspidación dentaria resista las fuerzas fisiológicas horizontales y verticales
que recaigan sobre ellos (McNeill, 2005).
Fig 16A. Vista facial de la relación gnatológica cúspi- Fig. 16B. Vista lingual de las cúspides de soporte cén
de-fosa. Las cúspides de soporte céntrico vestíbulo- trico lingual contactando en la fosa de los dientes
inferiores contactan en la fosa de los dientes opuestos. posteroinferiores.
Fig. 17A. El vértice de las cúspides de soporte cén Fig. 17B. El vértice de las cúspides de soporte cén
trico lingual del arco superior están marcados en trico de los dientes mandibulares están marcados
rojo. Los contactos tripoides hechos por las cúspi en rojo y los contactos de soporte céntrico del
des de soporte de los dientes posteroinferiores es- maxilar opuesto, están marcados en azul a nivel
tán marcados en azul. de las fosas y de los rebordes marginales.
Fig. 19A. Vista lateral de la mandíbula y del maxi- Fig. 19B. Vista posterior de la mandíbula y del
lar. Los dientes están inclinados para recibir la maxilar. Los molares están inclinados para resis-
las fuerzas de cierre a lo largo de sus ejes longitu tir mejor la fuerza de cierre a lo largo de sus ejes
dinales (flechas). La línea azul corresponde a la longitudinales (flechas). La línea azul correspon-
curva de Spee. de a la curva de Wilson.
Es necesario instruir al paciente con un código de señales, con el fin de que no hable ni
vaya a abrir la boca y los dientes anteriores dejen de tener contacto con el calibrador. Si
existe algún choque, se le dice al paciente que lo indique levantando la mano del lado
donde lo siente (Figura 21 21B) (Espinosa, 1995).
El calibrador se deja por un tiempo de 2 a 3 minutos según Mohl et al. (1988), y una vez
que se ha logrado neutralizar los reflejos propioceptivos, se procede con el análisis de los
contactos.
coloca el papel de articular en el sitio que indicó el paciente (en donde se supone
que está el contacto). El papel indicará en cual parte de la cara oclusal del diente o
los dientes está el contacto (Ash & Ramfjord, 1996) y se registra en la historia
marcándolo en rojo. En la mayoría de los casos, el contacto inicial es lateral y
posterior (Mohl et al., 1988), y se da entre las vertientes mesiales de un diente superior
y las vertientes distales de un diente inferior (Okeson, 2008; Ash & Ramfjord, 1996).
Ash & Ramfjord (1996), recomiendan el uso de papel de articular fino con mediana
cantidad de tinte. El papel muy entintado no debe usarse debido a que se tienden a
exhibir marcas falsas dondequiera que el papel toca los dientes,
independientemente de los contactos oclusales iniciales. Igualmente, el papel grueso
tiende a no marcar bien el contacto prematuro, y el papel o cinta seco o con poca
tinta no muestra ninguna marca.
Existe otro método para la detección del contacto inicial en RC que comprende el
uso de hojas delgadas de cera suave coloreada. Tiras de cera verde para
incrustaciones calibre 28-32 y 0.5-075 pulgadas de ancho. Se calientan ligeramente y
se colocan en ambos lados entre los dientes posterosuperiores y posteroinferiores.
Cuando el clínico lleva al paciente a la posición de RC, el contacto prematuro
penetra la cera, la cual puede ser inspeccionada mientras está pegada a los dientes
o sacarse de la boca y colocarse contra la luz.
De acuerdo con la cantidad y calidad del movimiento desde RC a PMI, Mohl et al.
(1988), clasifica las interferencias de la siguiente manera:
Según Ash et al. (1975), la medición del deslizamiento en céntrica es como sigue:
Componente
B C lateral del
A deslizamiento
RC
PMI
Figura 24
movimiento lateral, el cual debe realizarse hasta que las cúspides vestibulares de los
dientes inferiores se opongan a las cúspides vestibulares de los dientes superiores
(movimientos mandibulares intrabordeantes) (Mohl et al., 1988).
Ash & Ramfjord (1996), afirman que en algunas ocasiones las interferencias en el lado
de trabajo no causan síntomas clínicos evidentes si el paciente no usa este lado
durante la función o parafunción. La elusión de tales interferencias puede darse al
realizar sólo masticación unilateral. Pero, en otros casos, la elusión continua de la
interferencia puede causar síntomas musculares y/o articulares.
Los contactos oclusales del lado de no trabajo pueden ser interferencias oclusales
pasivas o activas:
a. Pasivas: Los contactos del lado de no trabajo están presentes pero no interfieren
con la función ni causan síntomas de disfunción por la elusión de la interferencia.
b. Activas: Los contactos del lado de no trabajo están presentes pero: (1) la elusión
no es posible; (2) la elusión en sí misma causa síntomas musculares y/o articulares;
(3) existen síntomas y se correlacionan bien con el desarrollo de la interferencia
(restaurativas y otras); y (4) el alivio de los síntomas se correlaciona bien con la
remoción o tratamiento de la interferencia. Sin embargo, aún cuando se remueva
una interferencia oclusal que causa disfunción, el alivio de los síntomas puede no
presentarse de inmediato por la naturaleza del trastorno temporomandibular (Ash
& Ramfjord, 1996).
incisivo borde a borde, no son toleradas con facilidad por la mayoría de los pacientes
aún cuando no se desarrollen síntomas claros como dolor muscular y/o articular (Ash
& Ramfjord, 1996).
De acuerdo con la severidad, Mohl et al. (1988), clasifica las interferencias en los
movimientos excursivos de la siguiente manera:
REFERENCIAS
Ash, M. & Ramfjord, S. (1996). Oclusión. 4a. edición, McGraw-Hill Interamericana. México.
Ash, M., Cartwright, C., Kovaleski, W., Schield, H., Clayton, J., Kotowicz, W., Holden, S. &
Tchou, T. (1975). Functional occlusion I. A workbook and study guide for a course in
functional occlusion given in the freshman year, School of Dentistry, The University of
Michigan.
Espinosa de la Sierra, R. (1995). Diagnóstico práctico de oclusión. Atlas color. Editorial Médica
Panamericana. México.
Mohl, N. D., Zarb, G., Carlsson G. E. & Rugh, J. D. (1988). A textbook of occlusion. Quintessense
Publishing Co. Chicago, Illinois.
Pegoraro, L. F., Do Valle, A. L., Pereira, C. D. R., Bonfante, G., Rodríguez, P. C. & Bonachela, V.
(2001). Prótesis fija. Artes Médicas Latinoamérica. São Paulo–Brasil.
Shillingburg, H. T., Hobo, S., Whitsett, L. D. Jacobi, R. & Brackett, S. E. (2000). Fundamentos
esenciales en prótesis fija. 3a. edición, Quintessence Books S. L. Barcelona–España.
The Academy of Prosthodontics. (2005). The Glossary of Prosthodontic Terms. Eighth edition.
Mosby. The Journal of Prosthetic Dentistry, 94 (1), 1-103.
Zarb, G. A., Carlsson, G. E., Sessle, B. J. & Mohl, N. D. (1994). Temporomandibular joint and
masticatory muscle disorders. 2nd. edition, Munksgaard. Copenhagen.