MISIONERA
Aspectos lingüísticos,
discursivos, filológicos
y pedagógicos
Rodolfo Cerrón-Palomino
Álvaro Ezcurra Rivero
Otto Zwartjes
(editores)
Autores:
Willem F.H. Adelaar
Xavier Albó
Luis Andrade Ciudad
Beatriz Arias Álvarez
Ramón Arzápalo Marín
Cândida Barros
José Cárdenas Bunsen
Rodolfo Cerrón-Palomino
Gonçalo Fernandes
Rebeca Fernández Rodríguez
Esther Hernández
Marisa Malvestitti
Bartomeu Melià, S.J.
Ruth Monserrat
Wulf Oesterreicher
Sergio Romero
Roxana Sarion
Frida Villavicencio Zarza
LINGÜÍSTICA MISIONERA
Aspectos lingüísticos, discursivos, filológicos y pedagógicos
Rodolfo Cerrón-Palomino,
Álvaro Ezcurra Rivero, Otto Zwartjes
Editores
LINGÜÍSTICA MISIONERA
Aspectos lingüísticos, discursivos,
filológicos y pedagógicos
Lingüística misionera
Aspectos lingüísticos, discursivos, filológicos y pedagógicos
Rodolfo Cerrón-Palomino, Álvaro Ezcurra Rivero, Otto Zwartjes, editores
Presentación
Rodolfo Cerrón-Palomino, Álvaro Ezcurra Rivero, Otto Zwartjes 11
Rodolfo Cerrón-Palomino,
Álvaro Ezcurra Rivero, Otto Zwartjes
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Presentación / Cerrón-Palomino, Ezcurra Rivero y Zwartjes
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Presentación / Cerrón-Palomino, Ezcurra Rivero y Zwartjes
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Referencias
Hovdhaugen, Even (ed.) (1996). …and the Word was God: Missionary Linguistics
and Missionary Grammar. Serie Studium Sprachwissenschaft 25.
Münster: Nodus.
Troiani, Duna (ed.) (1995). La «découverte» des langues et des écritures d’Amé-
rique. Actes du colloque international, Paris, 7-11 septembre 1993. París:
Association d’Ethnolinguistique Amérindienne [publicado también en
Amerindia: Revue D’Ethnolinguistique Amérindienne, 19-20].
Zimmermann, Klaus (ed.) (1997). La descripción de las lenguas amerindias en
la época colonial. Frankfurt y Madrid: Vervuert e Iberoamericana.
Zwartjes, Otto & Cristina Altman (eds.) (2005). Missionary Linguistics II /
Lingüística misionera II: Orthography and Phonology. Serie Studies in
the History of the Language Sciences 109 [Trabajos seleccionados del II
Congreso Internacional sobre Lingüística Misionera. São Paulo, del 10
al 13 de marzo de 2004]. Ámsterdam y Filadelfia: John Benjamins.
Zwartjes, Otto & Even Hovdhaugen (eds.) (2004). Missionary Linguistics /
Lingüística misionera [I]. Serie Studies in the History of the Language
Sciences 106 [Trabajos seleccionados del II Congreso Internacional
sobre Lingüística Misionera. Oslo, del 13 al 16 de marzo de 2003].
Ámsterdam y Filadelfia: John Benjamins.
Zwartjes, Otto, Gregory James & Emilio Ridruejo (eds.) (2007). Missionary
Linguistics III / Lingüística misionera III: Morphology and Syntax. Serie
Studies in the History of the Language Sciences 111 [Trabajos selec-
cionados del III Congreso Internacional sobre Lingüística Misionera.
Hong Kong y Macao, del 12 al 15 de marzo de 2005; Valladolid, del 8
al 11 de marzo de 2006]. Ámsterdam y Filadelfia: John Benjamins.
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Presentación / Cerrón-Palomino, Ezcurra Rivero y Zwartjes
19
Primera parte .
1. Introducción
Generalmente el estudio de la obra misionera en la Nueva España se ha
centrado, dada la abundancia y riqueza del material, en el análisis de
artes, gramáticas, vocabularios, doctrinas, catecismos y confesionarios
para los diversos grupos indígenas. Poco se ha analizado, sin embargo,
sobre las cartillas elaboradas por los misioneros para la enseñanza de la
lectura y de la religión, quizá por la escasez del material (dado que este
se utilizaba en clase y se tendía a la destrucción inmediata), posible-
mente por su brevedad. Cabe advertir que la presencia de estas cartillas
elaboradas en diversas imprentas, por ejemplo, la de Juan Pablos, la
de Espinoza o la de Pedro Ocharte, nos dan indicio del interés por su
producción y divulgación en México.
1
Esta investigación se llevó a cabo gracias al Proyecto CONAyT CB2012-1/180245.
23
Lingüística misionera
2
Cartilla para enseñar a leer, nuevamente enmendada, y quitadas todas las abreviaturas
que antes tenía. Impresa por Ocharte, en México, en 1569. Para Infantes se trata de
la reimpresión de una cartilla anterior, cuya versión no será la última, ya que se tiene
noticias de otra de 1572 (1998, p. 102). Tanto el facsímil de esta cartilla como el de las
españolas se obtuvieron de Infantes (1998).
3
La obra en la que se introduce la cartilla para los niños es el Thesoro spiritual de pobres
en lēgua de Michuacā: Dirigida al muy Illustre y R. Señor Don Fray Joan de Medina Rincon
electo dignísimo Obispo de la dicha Provincia, Por el muy. R. Padre Fray Maturino Gilberti
de la ordē de los menores En Mexico, con licencia de Antonio Spinosa 1575. Al igual que
lo que sucede con la cartilla de Gante, Gilberti señala que hubo alguna anterior a la
que presenta en el libro. El facsímil se obtuvo del fondo digital de la Biblioteca Benson,
Latin America Collection.
4
Se trata de la Cartilla y doctrina christiana, breve y compendiosa, para enseñar los
niños: y ciertas preguntas tocantes a la dicha doctrina, por manera de diálogo: traduzida,
compuesta, ordenada y romançada en la lengua Chuchona del pueblo de Tepexic de la Seda,
por el muy Reverendo Padre Fray Bartholome Roldan, de la orden del glorioso Padre Sancto
Domingo. Con licencia en Mexico, en Casa de Pedro de Ocharte MDLXXX. El facsímil se
obtuvo del fondo digital de la Biblioteca Benson, Latin America Collection.
5
Es atribuida a Francisco Falero y, aunque se encuentra incompleta, Infantes señala
que «se acopla a una formulación ya perfectamente establecida» (1998, p. 89).
24
Los textos de alfabetización en el Nuevo Mundo / Arias Álvarez
6
Cartilla y doctrina chistiana para q’ deprendan los niños y aun las otras personas no biē
instruidas en las cosas de nra Sācta fe catholica. En la qual breuemente se contiene todo
lo que el christiano es obligado a saber, creer, y obrar, y de lo que deue apartar para no
peccar. 1549. Presenta modificaciones con respecto a las cartillas anteriores: el silabario
se encuentra muy desarrollado.
7
Cartilla y doctrina christiana examinada y aprobada por el Illustrissimo y Reverendissimo
Señor don Gaspar de Quiroga cardenal, arçobispo de Toledo, Inquisidor Apostólico general
&c. Impressa cō privilegio de Su Magestad cōcedido a la Yglesia de Valladolid. MD LXXXIIII.
En 1583, Felipe II concedió a la catedral de Valladolid el privilegio exclusivo para
imprimir y vender cartillas tanto en España como en América para la enseñanza de
la lectura. La cartilla analizada es uno de los ejemplares de la catedral de Valladolid
(González del Campo, 1990, p. 181).
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Lo anterior también se daba en Europa hasta en Concilio de Trento.
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Los textos de alfabetización en el Nuevo Mundo / Arias Álvarez
3. Las cartillas
«Cartilla» proviene del latín chartula que significaba ‘cuadernillo
pequeño’. Para Covarrubias (1611) «la hoja donde están escritas las
letras del abecé, por donde empieçan a leer los niños». Se trataba, pues,
de alfabetos escritos en papel o pergamino, destinados al aprendizaje de
la lectura. Debido a su carácter de uso común, se tendía a destruirlos
inmediatamente. Aunque estrictamente las cartillas eran destinadas a
la enseñanza lectora, según Infantes (1998, p. 17), desde los inicios
de la imprenta se entendía por «cartilla» un texto pequeño de carácter
didáctico, para la enseñanza elemental de la lectura y de los conceptos
básicos de la doctrina cristiana, dos temas instructivos íntimamente
relacionados desde la Edad Media.
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Los textos de alfabetización en el Nuevo Mundo / Arias Álvarez
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Según lo señalado por Leonard (citado en Infantes, 1998, p. 62), esta obra pudo
haber llegado a América en los embarques de 1575 y 1583 y no la famosa Cartilla de
Valladolid.
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4. Cartillas novohispanas
A continuación, estudiaremos tres de las cartillas del siglo XVI impresas
en la Nueva España. La decisión de analizar estas y no otras se debe
a que son documentos completos, ya que de algunas solo es posible
encontrar fragmentos (como la cartilla tzotzil).
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Los textos de alfabetización en el Nuevo Mundo / Arias Álvarez
seis alas seráficas ligado al santo por medio de los estigmas y la presencia
del monte Alvernia con la capilla Porciúncula), no aparece el hermano
León testigo del milagro. Además, en el paisaje se encuentran magueyes
y águilas con lo que se trata de representar el paisaje mexicano. Las dife-
rencias se evidencian cuando se compara con las portadas del Arte o
del Vocabulario de Molina, confeccionadas también por un franciscano
(figuras 1 y 2).
Fuente: Infantes, 1998 y Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2005.
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Al respecto es necesario señalar que el arzobispo Moya de Contreras consideró que
algunas cartillas y doctrinas no estaban traducidas de acuerdo con la significación de
la lengua latina o del castellano y que esto podía dar lugar a que los naturales pensaran
que las verdades de la fe podían cambiar. Por eso recomienda que adoctrinen en estilo
general en latín o castellano y que cuando haya contenidos de otras lenguas sean exami-
nados rigurosamente (Sánchez Herrero, 1990, p. 175).
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Dado el origen franciscano del autor, quizá faltó la incorporación del Symbolum
Apostolorum.
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Como puede observarse, los silabarios que presentan las cartillas novo-
hispanas son más sencillos, idénticos a los que presenta la cartilla
de 1545, en España. Esta simplicidad es difícil de entender si además
de querer enseñar a leer en latín y romance se pretendía enseñar en
náhuatl o el tarasco (purépecha). Hay que advertir, sin embargo, que
Roldán presenta un silabario específico para la lengua chuchona.
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Los textos de alfabetización en el Nuevo Mundo / Arias Álvarez
A modo de conclusión
En cuanto a las portadas, podríamos decir que las tres cartillas novo-
hispanas que nos atañen se adecuan a la tradición. Sin embargo, es
necesario resaltar las modificaciones respecto al paisaje mexicano que
presenta la de Gante.
En cuanto al abecedario, las tres presentan un alfabeto latino,
incluso en dos de ellas con figuras que no corresponden a sonidos, sino
que son abreviaturas y ligaduras relacionadas con un sistema de escri-
tura: el gótico. Al parecer, la tipografía en estas cartillas prevalece sobre
la relación sonido-figura. Por lo mismo, llama la atención la ausencia de
las letras «ch», «ll» y «ñ». Hay que recordar que ya en 1492 y en 1517
Nebrija había propuesto un abecedario para el castellano que contenía
estas dos letras: «a. b. c. ç. Ch. d. e. f. g. h. i vocal i. consonante. l
senzilla l doblada. M. n. sin título. N. con título o. p. r. s. t. u. vocal
u. consonante (k, q)». Sin embargo, ya que el latín era la lengua de la
religión, puede explicarse la presencia de un solo abecedario latino en
el que no se incorporaban las figuras de los nuevos sonidos. De ahí
que las cartillas elaboradas por los franciscanos no se preocuparan en
dar un abecedario para el romance y mucho menos uno para la lengua
mexicana. Quizá la presencia de materiales como artes, vocabularios
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Lingüística misionera
Referencias
Facsímiles
Infantes, Víctor (1998). De las primeras letras. Cartillas españolas para enseñar
a leer de los siglos XV y XVI. Salamanca: Ediciones Universidad de
Salamanca.
Primeros libros (s.f.). Facsímiles de la Benson Latin America Collection. http://
primeroslibros.org
Estudios
Covarrubias, Sebastián de (2003 [1611]). Tesoro de la lengua castellana o española.
Edición de Martín de Riquer. Barcelona: Alta Fulla.
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Los textos de alfabetización en el Nuevo Mundo / Arias Álvarez
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Lingüística misionera
Torre Revello, José (1960). Las cartillas para enseñar a leer a los niños en América.
Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.
Valton, Emilio (1935). Impresos mexicanos del siglo XVI (incunables ameri-
canos). Ciudad de México: Imprenta Universitaria.
Valton, Emilio (1947). El primer libro de alfabetización en América. Cartilla
para enseñar a leer impresa por Pedro de Ocharte en México 1569. Ciudad
de México: Antigua Librería Robrado.
Valton, Emilio (1977). Cartilla para enseñar a leer. México Pedro Ocharte 1569.
Ciudad de México: Manuel Porrúa.
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El contraste como clave de normalización
y enseñanza-aprendizaje del quechua:
una propuesta temprana y solitaria
del franciscano Ráez
Rodolfo Cerrón-Palomino
Pontificia Universidad Católica del Perú
Introducción
En este trabajo llamaremos la atención sobre los esfuerzos de normaliza-
ción realizados, a inicios de la primera década del siglo XX, por fray José
Francisco María Ráez, del Colegio de Propaganda Fide del Perú, para
tratar de aproximar contrastivamente a dos dialectos quechuas bastante
alejados entre sí, no solo desde el punto de vista léxico, sino también
gramatical, con el objetivo de facilitar la enseñanza-aprendizaje de las
variedades seleccionadas entre los miembros de su orden.
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Lingüística misionera
1. Situación contextual
Para emplear una frase acuñada por el eximio historiador Jorge Basadre,
una de las manifestaciones de la «herencia colonial» en la vida republi-
cana del país, esta vez en el aspecto lingüístico, fue la entronización de
la variedad quechua del Cuzco como el único y exclusivo arquetipo de
la lengua. Las demás variedades de la gran familia lingüística, alguna
vez atendidas tímida y parcialmente en los siglos XVII e incluso inicios
del XVIII, cuando ya desmayaba la acción misionera por parte de las
órdenes religiosas, permanecieron obliteradas, desprovistas de registro
en tanto se las juzgaba como meras corrupciones del quechua cuzqueño.
Tendremos que esperar hasta la segunda mitad del siglo XIX, una
vez establecida la república (1821), para que se inicie la etapa que
podríamos denominar del «redescubrimiento» del quechua. Son los
viajeros europeos, algunos de ellos los forjadores de la arqueología y
la lingüística modernas, quienes llamaron la atención de la intelec-
tualidad nacional, hasta entonces ajena a su propia realidad, sobre la
importancia histórico-cultural de las lenguas nativas, particularmente
de las andinas. Algunos de ellos (Tschudi, Markham, Middendorf )
retomaron los estudios del quechua y del aimara, abandonados tras la
expulsión de los jesuitas (1767) y ante la indiferencia de los fundadores
de la joven república, con la mirada puesta en Europa antes que en su
contorno nativo y, para remate, envueltos en sus luchas caudillistas.
En cuanto a la acción misionera, seriamente resquebrajada a raíz
de las guerras separatistas, las únicas órdenes religiosas empeñadas en
proseguir con la evangelización de los naturales de la sierra y selva del
Perú hacia fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX eran la francis-
cana y la redentorista. Los franciscanos de Ocopa, cuyo convento era
considerado desde su fundación en 1725 como «la madre de los cole-
gios misioneros de Sudamérica», pronto verían disminuidos sus afanes
proselitistas al integrarse en 1907 los colegios misioneros del Perú
dentro de la Nueva Provincia Franciscana de San Francisco Solano,
50
Contraste como clave de normalización y enseñanza-aprendizaje quechua / Cerrón-Palomino
con sede en Lima (Heras, 1983, capítulo III, p. 6). Dentro del contexto
finisecular, el último esfuerzo desplegado por los misioneros de Ocopa
en relación con el quechua fue la compilación y edición del Vocabulario
políglota incaico (en adelante, VPI ) (1905), meritoria labor lexicográ-
fica nacional que tiene la virtud de retomar los estudios quechuísticos y
aimarísticos en el Perú. Uno de los más activos quechuistas del colegio
de Ocopa fue fray José Francisco María Ráez. Notable conocedor de
la variedad local de su tierra, al franciscano huancaíno le debemos
su primera descripción, presentada «en armonía» con la del quechua
ayacuchano, cuya gramática es ofrecida paralelamente a la del huanca
(1905), con fines eminentemente prácticos de enseñanza y aprendizaje.
2. Realidad quechua
Al tiempo en que los miembros de la Propaganda Fide del Perú reto-
maron su interés por las lenguas indígenas como instrumento de
evangelización, la visión que se tenía de la realidad dialectal quechua
no difería mucho de la heredada de la Colonia. Dentro de esta concep-
ción, y para hablar solo de los dialectos circunscritos dentro del
territorio peruano, existían dos grandes variedades que en la frontera
departamental de Junín y Huancavelica partían territorios, al noroeste,
la chinchaisuya, ignorada y subestimada incluso por sus propios
hablantes; y al sureste, precisamente la sureña, teniendo a la variedad
cuzqueña como su núcleo central prestigioso. Sobra señalar que esta
división, de carácter más bien histórico-geográfico antes que lingüís-
tico propiamente dicho, resultaba bastante reduccionista, por no decir
imprecisa y elemental. Más abarcadora y comprehensiva es la clasifi-
cación propuesta por el redentorista Eugenio Hengvart (1907, p. 88),
quien subsume a los dialectos quechuas, geográficamente, en tres
grandes ramas: sureño (desde Ayacucho hasta Bolivia), central (con los
dialectos de Áncash, Huánuco y Huancayo) y norteño (el ecuatoriano
y el ucayalino [= amazónico peruano]).
51
Lingüística misionera
Habrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX para que los
intentos clasificatorios de la familia lingüística adquieran mayor rigor
y precisión, esta vez sobre la base de los estudios dialectales desple-
gados en gran escala y en aplicación del método histórico-comparativo.
Los primeros resultados de tales esfuerzos de zonificación y clasifica-
ción fueron dados a conocer por Parker (2013 [1963], Trabajo I) y
Torero (1964), tal como fue historiado en Cerrón-Palomino (2003,
capítulo III).
De acuerdo con tales planteamientos, la familia lingüística quechua
se clasifica en dos grandes ramas: Quechua A y B (en la terminología
de Parker) y Quechua II o I (en la designación de Torero), respecti-
vamente, equivalente grosso modo al central y al norteño-sureño de
Hengvart1. Dentro de este cuadro clasificatorio, los dialectos estudiados
y contrastados por Ráez corresponden al huanca (QB o I) y al ayacu-
chano (QA o II).
1
La clasificación actual de la familia idiomática ya había sido barruntada de algún
modo por el redentorista, al decirnos que en «la repartición territorial de los dialectos
quechuas es notable que los dialectos del Centro forman una faja netamente distinta
de los del Sur y del Norte, hasta tal punto que, bajo muchos aspectos, más afinidad hay
entre Sur y Norte que no entre Centro y Sur, ó Centro y Norte; y más fácil será que un
indio cuzqueño entienda á un ecuatoriano que no á un huaracino. También llama la
atención la manera brusca, casi sin transición, como se pasa de dialectos Sur á dialectos
Centro en la línea divisoria entre los departamentos de Huancavelica y de Junín […]»
(Hengvart, 1907, p. 89).
52
Contraste como clave de normalización y enseñanza-aprendizaje quechua / Cerrón-Palomino
Tabla 1
QB (= I) QA (= II) Glosa
/č/ : /ĉ/ /č/
čaki čaki ‘seco’
ĉaki čaki ‘pie’
/s/ : /ş/ /s/
siɂsi sexse ‘cortadera’
şiɂşi sexsi- ‘dar comezón’
/v/ : /v:/ /v/
ĉa:- čaya- ‘llegar’
na: -naya ‘desiderativo’
pa: -paya ‘repetitivo’
la: -raya ‘estativo’
/h-/ /s-/
hala sala ‘maíz’
halu- saru- ‘pisar’
hila- sira- ‘coser’
hulɂu- surqu- ‘extraer’
/ɂ/ ~ /ø/ /q/
aɂa qaqa ‘barranco’
asɂu qasqu ‘pecho’
suɂta suqta ‘seis’
atuɂ atuq ‘zorro’
/l/ /r/
lasu rasu ‘nevada’
lulu ruru ‘fruto’
likla rikra ‘hombro’
tantal tantar ‘v. de espina’
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Lingüística misionera
Tabla 2
-ĉaw -pi ‘locativo’
uĉa-ĉaw quča-pi ‘en la laguna’
-piɂta -manta ‘ablativo’
-kay-piɂta kay-manta ‘de aquí’
-naw -hina ‘comparativo’
-aλɂu-naw aλqu-hina ‘como perro’
-v: -ni ‘1ª. p. singular’
miku-: miku-ni ‘como’
-pa:ku -nčik ‘pluralización’
tuşu-pa:ku-nki tusu-nki-čik ‘ustedes bailan’
-ñaɂ -sqa ‘narrativo’
awsa-ña-nki pukλa-sqa-nki ‘solías jugar’
l -spa ‘subordinación’
puli-l puri-spa ‘caminando’
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Contraste como clave de normalización y enseñanza-aprendizaje quechua / Cerrón-Palomino
de la orden franciscana dentro y fuera del Valle del Mantaro, hasta
entonces solo se estaban sirviendo del quechua sureño como medio de
evangelización (Heras, 1983, capítulo II, p. 4). No hace falta adivinar
que ello acarrearía serios problemas de comunicación con la grey nativa
que, como ahora mismo, aun cuando podía entender vagamente la
prédica pastoral conducida en ayacuchano, no se dejaría comprender
por los predicadores. Había, pues, que remediar dicho desencuentro,
sobre todo ahora que contaban con un compañero de orden conocedor
de la lengua local.
La presencia por entonces de religiosos conocedores del quechua
y del aimara dentro de la orden constituyó la mejor oportunidad para
que su Colegio de Propaganda concibiera el ambicioso proyecto de
compilar los vocabularios de cuatro variedades quechuas, además del
correspondiente al del aimara. Por mencionar solo a los que prefirieron
dejar el anonimato, el selecto grupo de estudiosos de las hablas nativas
estaba integrado por José Gregorio Castro, cuzqueño; José Santiago
Irala, huantino; y José Francisco Ráez, huancaíno. El proyecto se mate-
rializó con la publicación en 1905 del VPI, obra que tiene el mérito
de ofrecer el corpus léxico de cuatro variedades quechuas, tres de ellas
nunca antes tomadas en cuenta, como son la ayacuchana (quechua
sureño), el ancashino y el huanca (quechua central). El responsable de
la consignación de los léxicos del huanca y del ayacuchano fue, como
dijimos, el ilustre fraile huancaíno.
En cuanto a la competencia de Ráez respecto de la variedad ayacu-
chana como segundo dialecto, todo conduce a pensar que ella habría
sido adquirida en las campañas misioneras de su orden en Ayacucho,
en las que participa activamente desde 1899, ciudad en la que más
tarde se establecerá definitivamente, y donde morirá en 1949, tras casi
medio siglo de residencia estable (Heras, 1970). Muestras de dicho
conocimiento nos las da no solo en su doble aporte al VPI sino, sobre
todo, al redactar años más tarde las gramáticas paralelas del huanca
55
Lingüística misionera
2
Consciente de la naturaleza aprendida y no adquirida de su quechua ayacuchano, el
autor pide disculpas a sus lectores por las inexactitudes en las que pudo haber incurrido
en su trabajo, «por no tener la dicha de ser hijo de aquellos simpáticos e inolvidables
lugares, donde se habla este expresivo idioma» (Ráez, 1917, p. 255).
3
Confiesa el autor: «Como ninguno de tantos Hablistas del Quichua se ha ocupado
hasta ahora de publicar una obra que enseñe el idioma que se habla en el Centro del
Perú […], nosotros para llenar este vacío, […] vamos á dar á luz por vez primera este
modesto trabajo» (Ráez, 1917, Dos palabras).
4
A manera de descargo frente a las insuficiencias que podría tener su presentación,
el autor se adelanta en señalar que, «como esta obra no será plagio de ninguna otra de
su género, es posible que tuviera algún defecto; por lo que suplicamos a los lectores
«Quichuistas» de los dos idiomas que, al advertir algo inexacto en esta labor que
emprendemos, nos lo hagan notar […]» (Ráez, 1917, p. 6).
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Contraste como clave de normalización y enseñanza-aprendizaje quechua / Cerrón-Palomino
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Contraste como clave de normalización y enseñanza-aprendizaje quechua / Cerrón-Palomino
Tabla 3
Huanca Ayacucho PQ Glosa
(a) Restitución
hanla ccanra *qanra ‘malvado’
atuh atocc *atuq ‘zorro’
haha ccacca *qaqa ‘precipicio’
lluhlla llocclla *λuqλa ‘cascada’
pilha percca *pirqa ‘pared’
(b) Omisión
attu ccatu *qatu ‘mercado’
api- ccapi- *qapi- ‘exprimir’
mussu mosocc *muşuq ‘nuevo’
suta soccta *suqta ‘seis’
isun isccon *isqun ‘nueve’
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Lingüística misionera
6.1.1. Discusión
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Contraste como clave de normalización y enseñanza-aprendizaje quechua / Cerrón-Palomino
Pues bien, es muy posible que el habla que describe Ráez regis-
trara aún el segmento glotálico en todas las posiciones (excepto quizá
en inicial absoluta), como todavía lo hacen algunos subdialectos del
huanca localizados al sur de Huancayo. Siendo así, es natural pensar
que el registro del saltillo era el mejor indicador de la presencia del
reflejo de */q/, aunque con la dificultad práctica de no saber cómo
representarlo, salvo recurriendo a una grafía muda como <h>. Después
de todo, la solución no era tan arbitraria, desde el momento en que la
variedad jaujina del huanca se distingue de su contraparte huancaína
por haber cumplido el cambio */q/> /h/ (Cerrón-Palomino, 1989,
capítulo II). De esta manera, se restituía, de paso, la fisonomía quechua
del huanca, de otro modo desfigurada por la supresión del fonema
posvelar (compárense, por ejemplo, /unɂul/ versus /qunqur/ ‘rodilla’).
Con todo, si las omisiones de <h> en posición inicial de sílaba no
deben llamar a extrañeza, pues de hecho en las hablas innovadoras ha
desaparecido sin dejar huella, asombra constatar su recurrencia ante
consonante, aunque no tanto en posición final absoluta, contexto en el
que igualmente se evapora5.
Como se mencionó, en dicho entorno, el reflejo de la posvelar se
manifiesta, incluso en las hablas más innovadoras, como un alarga-
miento vocálico; y, sin embargo, Ráez registra voces como <suta> ‘seis’,
<shishi-> ‘escocer’, <t-rit-ri> ‘v. de arbusto espinoso’, <ussa> ‘icho’, etc.,
allí donde encontramos [su:ta], [ši:ši-], [ĉi:ĉi] y [u:şa], todas prove-
nientes de *suqta, *şiqşi-, *ĉiqĉi y *uqşa, respectivamente. La explicación
de ello podría encontrarse en el hecho de que, en general, el franciscano
pasa por alto un rasgo importante de la fonología de la variedad que
describe: la distinción entre vocales breves y largas. En efecto, entradas
5
El hecho de que el autor normalizara el artículo huanca como <ca>, y no como
<cah>, conforme lo reclama la etimología (<* ka-q ‘el que es’), es un claro indicador
de que, en el terreno morfológico, la evidencia dialectal era importante. En el presente
caso, estamos ante un desarrollo propio del huanca, con una manifestación polimórfé-
mica interesante (Cerrón-Palomino, 1975).
61
Lingüística misionera
6
Una explicación de dicha omisión podría ser que, en ejemplos como los proporcio-
nados, al no haber formas competitivas con vocal breve, bien podía obviarse, como irre-
levante, el detalle fónico respectivo. No así, en cambio, cuando el alargamiento tenía
valor gramatical, que es el caso de la marca de primera persona posesora-actora (como
en /uma-:/ ‘mi cabeza’, /muna-:/ ‘quiero’; /maki-:/ ‘mi mano’, /puli-:/ ‘yo camino’;
/aλu-:/ ‘mi lengua/, /miku-:/ ‘como’, etc.). En tales casos, Ráez se cuida mucho en
llamar la atención sobre el fenómeno, y lo representa con una tilde: así, por ejemplo,
<manú> ‘mi deuda’, /masá> ‘mi pareja’, <cá> ‘soy’, <micú> ‘como’, etc.
62
Contraste como clave de normalización y enseñanza-aprendizaje quechua / Cerrón-Palomino
Tabla 4
Huanca Ayacucho PQ Glosa
Morfemas nominales
-pah -pacc *-paq ‘benefactivo’
-yuh -yocc *-yuq ‘posesivo’
-(n)nah -(n)nacc *-(n)naq ‘privativo’
(b) Morfemas verbales
-lha -rcca *-rqa ‘pasado’
-lhu -rcco *-rqu ‘perfectivo’
-h -cc *-q ‘agentivo’
-ss-ha -scca *-şqa ‘participial’
(c) Enclíticos
-ha -cca *-qa ‘topicalizador’
-lah -racc *-raq ‘continuativo’
6.2.1. Discusión
63
Lingüística misionera
64
Contraste como clave de normalización y enseñanza-aprendizaje quechua / Cerrón-Palomino
7. Apreciación de conjunto
Como se dijo, la descripción propuesta por Ráez tiene la virtud de
presentar de manera contrastiva, por primera y única vez, las estruc-
turas de dos dialectos representativos de las dos grandes ramas en que
se divide la familia lingüística quechua: el huanca, el más alejado de los
dialectos centrales; y el ayacuchano, el más conservador de las varie-
dades sureñas.
El cotejo estructural, según se pudo apreciar, es asimétrico y parcial,
en la medida en que, por un lado, la gramática ayacuchana tiene un
perfil vicarial respecto de la huanca; y por el otro, tampoco agota ni
las semejanzas ni las diferencias morfosintácticas entre las variedades
contrastadas.
No obstante las limitaciones mencionadas, sin embargo, habrá que
reconocer que, desde el punto de vista de la normalización ortográfica
del huanca, la perspectiva contrastiva sirvió para aproximar, formal-
mente, el léxico y la estructura morfológica de esta variedad a los del
ayacuchano. Naturalmente que dicha aproximación se hizo únicamente
en función de la restitución de los reflejos de */q/, pues en relación con
los otros cambios que separan al huanca no solo de sus congéneres del
quechua central sino del sureño en su conjunto, no se ha intervenido,
prefiriéndose mantener la identidad dialectal. Ello ocurre, por ejemplo,
con el cambio generalizado de lateralización de */r/, que en la escri-
tura podía «revertirse» al menos teóricamente. Después de todo, esta
mutación, al ser puramente articulatoria, no acarreó modificaciones
drásticas en la estructura silábica y morfológica de la lengua.
Como era de preverse, la restitución de <h> en el plano ortográ-
fico, al efectuarse al margen de la información histórica y dialectal
pertinentes, corría el riesgo de presentar inconsistencias, como las seña-
ladas; y, a su turno, el análisis errático de algunos morfemas en el nivel
gramatical, simplemente respondía al estado de los conocimientos de la
lengua que se tenía por entonces.
65
Lingüística misionera
Referencias
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incas. Lima: Imprenta del Estado.
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En Rosalía Avalos de Matos y Rogger Ravines (eds.), Lingüística e indi-
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quechua. Revista anthropologica, 3, 203-246.
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Lima: Imprenta del Colegio de Huérfanos.
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66
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Heras, Julián (1983). Los franciscanos y las misiones populares en el Perú. Madrid:
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Parker, Gary J. (1976). Gramática quechua: Áncash-Huailas. Lima: Ministerio
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Torero, Alfredo (1964). Los dialectos quechuas. Anales Científicos de la
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67
El impacto de las lenguas indígenas en los
vocabularios indoamericanos de los jesuitas
(siglo XVIII)
Esther Hernández
Instituto de Lengua, Literatura y Antropología, CSIC
Introducción
Los jesuitas fueron los protagonistas absolutos en la producción de
obras lingüísticas en Sudamérica hasta el momento de su expulsión a
mediados del siglo XVIII. La publicación del Arte de Febrés, en 1765,
«rayó casi en el milagro», según palabras de Manuel Alvar (1997, p. 63),
pues solo dos años más tarde, en 1767, la orden fue suprimida del
Estado español. En este artículo, se estudian los vocabularios impresos
del siglo XVIII1 producidos por misioneros jesuitas en el área sudame-
ricana2. Estos diccionarios bilingües aportan información interesante
1
Con el objetivo de contribuir en el conocimiento de los vocabularios bilingües del
español con las lenguas indígenas, he llevado a cabo el proyecto «Corpus de voca-
bularios iberoamericanos. Siglos XVI-XVIII», que ha contado con la financiación
del Plan Nacional de I+D+I español (HUM-2005-01633/FILO, FI2008-03457,
FFI2011-29259) y que ha consistido en la elaboración de un catálogo crítico y descrip-
tivo de los productos lexicográficos americanos de la época colonial (Hernández,
en prensa).
2
También se imprimió en México, en 1743, la obra sobre la lengua tepeguana del
padre jesuita Benito Rinaldini (1695-1764); pero, por tratarse de un área lingüística-
mente alejada, no la consideraremos en este artículo.
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Lingüística misionera
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El impacto de las lenguas indígenas en los vocabularios indoamericanos / Hernández
3
En la portada no se especifica el año de impresión, pero sí encontramos fechas en las
aprobaciones y en los preliminares (2, 3 y 12 de octubre y 25 de setiembre de 1700)
que permiten datarlo en ca. 1700.
4
Para conocer las ramas en que se divide la familia lingüística quechua, véase Cerrón-
Palomino (1987, 2013 y en este volumen).
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El impacto de las lenguas indígenas en los vocabularios indoamericanos / Hernández
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El impacto de las lenguas indígenas en los vocabularios indoamericanos / Hernández
5
Son los siguientes (con el número de ocurrencias entre paréntesis): agi (8), agiaco,
baquiano, barbacoa (8), batata, batea, bejuco (7), bijao, cacique (10), caimán (3), canoa
(55), caribe, guacamaya (3), guayabo (2), guayaba, hamaca (14), iguana, jején (2),
macana (2), maíz (68), maizal (2), nigua (4), papaya (4), tabacal, tabaco (24), tuna (2),
yuca (54) y yucal (5).
6
Achiote, achotillo (2), camote (5), coyol (2), mecate (2), petaca (2) y tamal.
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Lingüística misionera
7
Achira, achupalla (2), ajipa, amancay, añapa, caigua (2), caimito, callana (2), cama-
rico, cancha, caracha, ¿carcha?, chacara, chacra (32), chaguar (6), chala, chamal, chanar,
chañar, charqui, chicha (35), chigua, china, chinita (2), choclo (3), chonta (3), chorito,
choro (4), chuico, chuño (2), cochayuyo (4), coirón (2), coronta (2), coto, guacho (3),
guanaco (3), guanaquear, guasca, hualca, llama, llanca (3), lucuma, maní (9), mate
(4), matecillo, mote, ñato, oca (3), pampa (16), papa(s) (18), pique (2), porongo (2),
poroto(s) (6), quechu, quinua (3), quirquincho (4), totora (2), totoral (2), ulpiar, ulpo,
¿vinchuca?, vizcacha, yapa, yapar, yuyo (2), zapallo (16).
8
Luche, chavalongo (2), coihué, colihue (6), encolehuado, culén, hueñecito, ichona,
machi (10), maitén (2), pacae, paico, palqui, pangue (2), pellín, peuco (3), pillan,
simbol, boqui (2), maque (2), mecue.
9
Ambaiba, capiguara, tipoi.
10
Cancagua, chaquira (11), chinoche, chochoca, chuchoca, chuponal, gaiso, jayue,
lechiguana, loposte, mistol (2), mocha, moromoro, pehuenches, pilon, poncho (7)
[cf. Morínigo, 1955], tacso, tutuma (7) y voygue.
11
Véanse las interesantes acotaciones de Cerrón-Palomino, 2010, al Diccionario de
americanismos (DAmer), que han servido de inspiración a este modesto y preliminar
análisis.
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El impacto de las lenguas indígenas en los vocabularios indoamericanos / Hernández
12
En cualquier caso, el conjunto de estas palabras pasa a formar parte del diccionario
histórico de americanismos que estamos elaborando (Proyecto FFI2016-78810-P)
basado en el «Corpus de los vocabularios» (nota 1).
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13
Ver el estudio de Parodi, 1973, sobre los quechuismos del diccionario de Corominas
y Pascual.
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14
En mi opinión, es innecesario que este repertorio abra otra subentrada con esta deno-
minación. Confróntense las rigurosas y atinadas críticas de Cerrón-Palomino, 2010, a
este repertorio, como ya se ha señalado.
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Los testimonios siguientes datan de 1774-1775 y son de Francisco de Requena en su
Descripción de Guayaquil.
83
Pero, además, en este vocabulario hay un testimonio de la palabra
caigua, lo que nos permite situar su origen en una variedad del
quechua. Para Juan de Figueredo, que había nacido en Huancavelica
en 1648, caigua es un término usual; es decir, no le resulta extraño
puesto que lo documenta morfológicamente castellanizado mediante
el artículo y sin ninguna aclaración de su significación («achoccha. la
caigua»). La caigua (Cyclanthera pedata) la define mediante una equiva-
lencia sinonímica con el étimo del quechua achojcha, hasta el punto de
que lo registra como lema castellano («Caigua. achoccha»). La primera
documentación la encontramos en LHA: 1639 Perú. «Hortalizas y
legumbres […] porotos, cayguas, tomates, chulcos [Ramírez de Ayala,
Pedro. Noticias políticas de Indias y relación descriptiva de la Ciudad de la
Plata, metrópoli de las provinçias de los Chacras y Nuevo Reyno de Toledo,
en las Occidentales del gran Imperio del Pirú]. No aparece ni en el Corde
ni en el Corpus de referencia del español actual (CREA), si bien en el
Fichero general podemos comprobar que la recogen los diccionarios de
americanismos y algunos diccionarios de plantas. Esta palabra carece de
etimología y distribución geográfica en el DLE (no debe confundirse
con el guaranismo caiguá); en el DAmer figura como voz del Perú y del
Norte de Chile.
8. Conclusión
Los vocabularios con las lenguas indígenas redactados por los jesuitas
en Sudamérica durante el siglo XVII formaban parte de una obra misio-
nera más completa, que contenía también la gramática o el catecismo.
Con carácter general, estas obras constituyen valiosos yacimientos
lingüísticos de tales lenguas. Se ha podido comprobar que las adiciones
de Figueredo al vocabulario de Torres Rubio, así como los vocabularios
de la lengua mojo de Marbán, del lulé y toconoté de Machoni y del
mapudungun de Febrés, son fuentes fiables para conocer las influencias
de las lenguas de Sudamérica en el español. Informan también de las
El impacto de las lenguas indígenas en los vocabularios indoamericanos / Hernández
Referencias
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ración de Pieter C. Muysken. Cambridge RU: Cambridge University
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del Canto.
85
Lingüística misionera
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Lingüística misionera
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El Arte da lingua de Cafre
(Mozambique, ca. 1745 [ca. 1680])*
Gonçalo Fernandes
Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro, UTAD
Centro de Estudos em Letras, CEL
1. Introducción
Con las firmas de los Tratados de Tordesillas (7 de junio de 1494) y de
Zaragoza (22 de abril de 1529), los reyes de Portugal y de España deci-
dieron las esferas de influencia de cada país en las partes del mundo que
aún no habían sido colonizadas, así como la correspondiente evangeliza-
ción de cada una de ellas, tanto en Occidente como en Oriente. Los dos
países se dividieron el mundo en dos partes casi iguales. Correspondían
a Portugal las tierras situadas entre el meridiano situado a 370 leguas
a occidente de las islas de Cabo Verde, en África occidental (ca. meri-
diano 46 W), y el antimeridiano correspondiente a 297,5 leguas al este
de las islas Molucas, en Indonesia (ca. meridiano 142 E)1.
* Quiero agradecer a los tres revisores del texto, cuyas sugerencias permitieron que la
versión final sea mucho mejor. Agradezco especialmente a Otto Zwartjes, quien me faci-
litó una copia del manuscrito en marzo de 2010, durante el VI Congreso Internacional
de Lingüística Misionera, celebrado en la Tokyo University of Foreign Studies.
1
En realidad, se trató de un error, dado que el antemeridiano que forma el círculo
máximo (o gran círculo) con el meridiano 46 W es el meridiano 134 E.
89
Lingüística misionera
Por otro lado, después de las bulas papales Dum Diversas (18 de junio
de 1452) y, principalmente, Romanus Pontifex (8 de enero de 1455),
el papa Nicolás V (1397-1455) atribuyó al rey portugués Afonso V
(1432-1481) el derecho de patronato o Ius Patronatus y la completa
jurisdicción de los territorios ultramarinos. En efecto, la Iglesia católica
reconoció a Portugal el derecho (y el deber) de gobierno de los territo-
rios descubiertos y por descubrir, así como de nombrar a los obispos,
administrar las iglesias locales y proveer los misioneros necesarios para
esas tierras (Rego, 1940, pp. 7-8). Así, los reyes portugueses enviaron
misioneros a estas partes del mundo, con el fin de enseñar a los nativos
y convertirlos a la fe católica. Sin embargo, los misioneros portugueses
no conocían las lenguas locales, por eso llevaron traductores con ellos.
Una de las primeras tareas fue aprender las lenguas nativas y escribir
catecismos, manuales de conversación, diccionarios y gramáticas, no
solo con el fin de comunicarse con los nativos, sino para enseñarles,
además, los principios de la fe católica y, en parte, igualmente los rudi-
mentos de la lengua europea, así como también para que los misioneros
aprendiesen la lengua nativa. Esto fue particularmente importante
después de la creación de la Compañía de Jesús (1540) por el papa
Pablo III (1468-1549), del Concilio de Trento (1545-1563) y, princi-
palmente para Mozambique, situada en la costa oriental de África, de
los cinco primeros Consejos Provinciales de Goa (1567, 1575, 1585,
1592 y 1606), en India.
Sin embargo, muchas de estas obras del primer periodo perma-
necen inéditas y deben presumirse perdidas, habiendo sido conservadas
solo en forma manuscrita. Hay fuentes secundarias que corroboran
la existencia en Mozambique de muchos catecismos, vocabularios y
gramáticas manuscritos en las lenguas nativas, particularmente en el
siglo XVII, y cuya autoría estuvo a cargo de misioneros portugueses o
misioneros de lengua portuguesa que pertenecían al Patronato Portugués
(Schebesta, 2011 [1966], p. 502; Garcia, 1972, pp. 251-276):
90
El Arte da lingua de Cafre / Fernandes
91
Lingüística misionera
2. Códice 49-v-18
El códice 49-v-18 tiene 394 folios, en cuarto, mide 220 mm por
315 mm, y pertenece a la colección «Jesuítas na Ásia» de la serie
«Província da China» de la Biblioteca da Ajuda, en Lisboa, Portugal.
Esta colección está constituida por sesenta y un volúmenes, que han
sido copiados entre los años 1744-1746 de los papeles, cartas, reportes
y otros documentos entonces existentes en el archivo o secretaría de los
jesuitas en el colegio de la Madre de Deus, en Macao (Boxer, 2002, I,
p. 173). Charles Boxer (1904-2000) presenta una cita del Provincial del
Japón, Domingos de Brito, S.J. (1671-post 1742)2, donde explica las
razones de haber ordenado la copia: «Por estar o livro velho muito comido
dos bichos, mandei fazer este, e tresladar nelle […], 23 de Junho de 1740.
Domingos de Britto, Provincial de Japão [Debido a que el viejo libro
estaba muy comido por los animales, tuve que hacer esto y traducirlo
[...]» (Boxer, 1938, p. 265).
Antes de la expulsión de los jesuitas de Portugal, en 1759, y su
presencia en la Biblioteca da Ajuda, el códice había pertenecido a la
Procuraduría de la Provincia japonesa en Lisboa. Esto significa que
podría haber sido enviado al colegio/iglesia jesuita de San Roque, en
Lisboa, en 1747, en el navío San Pedro y San Juan, junto con otras
copias y libros, tales como el códice Patris Sebastiani Gonçalves Historia
Societatis Jesu in India, cuyos cinco primeros libros tratan de la historia
de las primeras misiones jesuitas en Asia (Xavier & Valignano, 1899,
p. XXIV).
2
El Provincial de Japón y otros misioneros japoneses empezaron a vivir en Macao
después de que los japoneses comenzaran a perseguir y expulsar a los cristianos de
Japón en 1614. Vuelven a tener la libertad para misionar solo después del Tratado de
Paz, Amistad y Comercio entre Portugal y Japón, firmado en Yeddo (antiguo nombre
de Tokio) el 3 de agosto de 1860, entre los emisarios del rey de Portugal, D. Pedro V
(1837-1861), Isidoro Francisco Guimarães (1808-1883), el Gobernador de Macao, y
los emisarios del Emperador del Japón Kōmei (1846-1867), Midzogoetsi Sanoekino,
Kami, Sakai Okino Kami y Matsdaira Dzirobé.
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El Arte da lingua de Cafre / Fernandes
3
«Este João Álvares, ligado ao colégio de São Paulo, foi uma dos jesuítas expulsos de Macau
em 5 de Julho de 1762, e estava encarregado do jardim da Ilha Verde» (Boxer, 2002, I,
p. 173, n. 1).
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Lingüística misionera
4
En todas las citas del Arte da lingua de Cafre, se utilizaron los siguientes criterios de
transcripción:
-Conservación de la forma original escrita para v/u e i/j independientemente de su
valor como vocal o consonante;
-Conservación de la puntuación y los acentos originales;
-Preservación de la tilde en las vocales y consonantes nasales (ã, ẽ, õ, ũ, ñ);
-Conservación de las partes punteadas (-----) que aparecen en el manuscrito;
-Desarrollo de las abreviaturas más comunes;
-Transcripción de las palabras africanas en itálico;
-Las partes dudosas se indican con puntos suspensivos entre corchetes [...];
-Los caracteres subrayados en el manuscrito se indican entre < >.
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El Arte da lingua de Cafre / Fernandes
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El Arte da lingua de Cafre / Fernandes
• «Ao nome tanto que quando se poem pro. latim. logo responde
em Cafre, Pomoẽ, napomoe; ou pontho, napontho» [Para el
nombre «tanto que» cuando se utiliza en latín «pro», corres-
ponde inmediatamente en cafre pomoe o napomoe, pontho o
napontho] (fols. 221v-222r);
• «A quo para onde responde em Cafre, Quani, ou Cuani» [A quo,
para donde, responde en cafre quani, o cuani] (fol. 222r);
• «Apana responde tambem em Cafre pacutu» [A pana responde
también en cafre pacutu] (fol. 221v).
97
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El Arte da lingua de Cafre / Fernandes
5
En el manuscrito está chĩ (fol. 205r), pero solo puede ser un error del copista. Tanto
en chisena como en chinyungwe, el infinitivo del verbo «ser» es la junción de la partícula
(clasificador del infinitivo) ku con el radical ri o li (ver, por ejemplo, Courtois, 1900b,
p. 72; Torrend, 1900, p. 231).
6
En el manuscrito el infinitivo está como cauchita.
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7
El origen de la palabra ‘pombe’ es desconocida, pero, con el significado de bebida
alcohólica fue utilizado por la tribu Achirima, los cuales vivían en el interior norte de
Mozambique, entre las orillas de Monapo y del río Lugenda. Era una bebida exclusiva
de los hombres (ver Castro, 1941, pp. 42-43).
101
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8
Curiosamente, estas cuatro provincias (Tete, Sofala, Zambezia y Manica) pertenecían
al famoso y extenso Imperio Monomotapa.
9
Los prazos eran antiguos títulos de propiedad.
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10
El chiyao o adjawa se habla en el centro norte de Mozambique y en el sur del
Lago Niassa.
11
El echuwabo se habla en la provincia de Quelimane.
12
El emakhuwa se habla sobre todo en el norte del río Zambeze.
13
El cinyanja o chichewa se habla en el norte de la provincia de Tete y en las provincias
de Zambezia y Niassa.
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El Arte da lingua de Cafre / Fernandes
5. Conclusiones
El Arte da lingua de Cafre es una copia anónima de un esbozo grama-
tical, escrita a mediados del siglo XVIII, entre 1744 y 1746, por el fraile
João Álvares, S.J. (?-post 1762) en Macao, China, cuya obra original
debe ser de finales del siglo XVII, alrededor de 1680. Describe una
lengua indígena de Mozambique de la parte central del valle del río
Zambeze, hablada, mutatis mutandis, en las cuatro provincias del centro
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Referencias
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Lingüística misionera
112
El Arte da lingua de Cafre / Fernandes
113
Lingüística misionera
114
Segunda parte .
Xavier Albó
Centro de Investigación y Promoción del Campesinado
(CIPCA)
1
El título completo es Libro de la vida y milagros de Nuestro Señor JesuChristo en dos
lenguas, aymara y romance. Pero el propio B lo cita como Vita Christi. El texto de la VXti
en Villegas (1591) aparece aquí abreviado como V; y el texto de Bertonio (1612e) con
Martín Santa Cruz, como B-M.
2
El Confessionario (1612c) es en realidad un vademécum práctico para los curas.
El confesionario, propiamente dicho, solo ocupa las páginas 65 a 129, en riguroso
paralelo con castellano en las páginas pares y aymara en las impares. En el resto hay
diversas instrucciones sobre los sacramentos, catecismos breves, oraciones para diversas
117
Lingüística misionera
1. La vertiente gramatical
Ya desde el primer párrafo del primer capítulo aparecen dos rasgos
gramaticales constantes:
circunstancias, etc. Solo se añade traducción castellana hasta la página 151. Pero el resto
es solo aymara salvo los títulos y algunas instrucciones prácticas para quienes lo usen.
Las páginas 152-196 se dedican sobre todo a preces para los misterios del Rosario
sacadas de las obras de Ludovico Blosio y las páginas 197-341 contienen 46 ejemplos
sobre diversos temas, también sin traducción castellana, cada uno con unas tres a cuatro
páginas, pero sacados todos ellos de varios libros europeos y sin la riqueza de diálogos y
situaciones de la VXti. Es probable que en todo ello aparezca mejor un dialecto misio-
nero más restringido.
118
Vita Christi en Villegas (1591) y en Bertonio (1612) / Albó
comenta: «para usar desta es menester que algunas de las personas con
quien hablamos, o la que habla, no haya visto lo que se va contando,
o refiriendo, o que cuente que hizo algo como por olvido o descuydo»
(1612a, p. 112).
En los textos de la VXti prácticamente siempre va seguida del -na,
propio de la tercera persona en pasado. Actualmente se le tiende a
analizar como la tercera persona dentro de un modo verbal caracteri-
zado por ese conocimiento solo indirecto.
En la medida que la VXti, al igual que tantos textos narrativos de la
Biblia, no se refieren a algo visto y vivido directamente por quien habla
o lee, parece natural el uso del sufijo en esos textos misioneros. Y así lo
comprendieron sin duda tanto don Martín como el padre Ludovico en
la gran mayoría de esas narraciones.
Hay algunas excepciones, pero no he podido analizarlas en detalle
para poder precisar si son descuidos, elementos que necesitan mayor
análisis o huellas de escritores distintos.
Actualmente se considera el sufijo como un modo del verbo, para
indicar ese conocimiento solo indirecto. Ya en 1972, Martha Hardman
daba un paso más y señalaba que esta necesidad gramatical de distinguir
entre el conocimiento directo o solo indirecto es uno de los «postu-
lados» clave de la lengua aymara.
Esta calificación gramatical ya no se mantiene ni en las biblias ni
en los rituales actuales en aymara o quechua. ¿Será, como en el pasado
sugirió Cerrón-Palomino (2003), una evolución inevitable cuando una
lengua ante todo hablada va adquiriendo una mayor tradición escrita?
Con el verbo «decir». Por ejemplo: «ve, hijo mío, diciendo dijo».
Se trata sobre todo del verbo satha, ‘decir’, con sus modificaciones y
síncopas: sis- y his- e incluso kamsa- (por fusión con kuna ‘qué’). Es este
un tema a la vez gramatical y semántico, por el que B expresó un interés
muy particular. En la Grammatica muy copiosa, de 1603, le dedicó más
119
Lingüística misionera
3
En la colonia se generalizaba el verbo por la primera persona del modo indicativo; en
este caso satha ‘digo’; hoy, sista, en vez del infinitivo saña ‘decir’. Como veremos en los
ejemplos que siguen, diversas formas de este verbo se las reconoce por las sílabas iniciales
sa-, si-; o por las síncopas st- o hist- (Bertonio, 1612d, II, p. 138). Hay incluso casos más
complejos como cam-sa-, cam-si- ‘qué-decir’ formados por la fusión con la palabra inte-
rrogativa kuna ‘¿qué?’, la cual entonces se transforma en cam-. Sorpresivamente B no
incluye esa última palabra compuesta ni en su Vocabulario (1612c) ni en las páginas
de su Silva dedicadas a kuna o al verbo satha (Bertonio, 1612b, pp. 44-46; 195-198),
pese a que la usa en la Vita Christi (1612d), por ejemplo, al principio del capítulo XIX
(p. 105): camsitopi jaquenaca? ‘¿que dize de mi la gente?’.
4
En quechua niy es ‘decir’. El propio andinista John Murra, distribuía un boletín
periódico de noticias andinas al que significativamente tituló en quechua: Nispa ninku
‘diciendo dicen’.
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Vita Christi en Villegas (1591) y en Bertonio (1612) / Albó
al final del texto literal del otro, como una especie de cierre de comillas
gramatical. En el lenguaje oral con frecuencia se modifica incluso el tipo
y ritmo de voz, tanto en esas lenguas como en sus calcos castellanos.
Pero B, en la última parte de la cita anterior, señala que el verbo
«decir» sirve también para formar lo que él llama «verbos del estado
de ánimo», como «pensar», etc. pero que, en realidad, a veces a través
de mayores circunloquios, pueden tener también otros sentidos, como
verbos o como otras partes de la oración.
Algunos capítulos son privilegiados por el abundante diálogo que
contienen. Por ejemplo, el capítulo 2 sobre la Anunciación, el 3 sobre
la Visitación de María a su prima Santa Isabel o el capítulo 19.
De este último ya reprodujimos un párrafo en nuestro anterior artículo
(Albó, 2011-2012, p. 52): en el original del capítulo 5 el verbo «decir»
aparecía solo seis veces mientras que en la versión aymara de B-M lo
resaltamos veinticuatro veces5, reducidas a quince en la retraducción
de esta al castellano. Y en el párrafo de la Visitación, aparece solo dos
veces en V pero diez en B, tanto en aymara como en su retraducción
al castellano. En esos textos son frecuentes las ocurrencias seguidas del
estilo sasawsatawina ‘diciendo había dicho’.
En el capítulo 1, N° 1: de los siete privilegios de la Virgen María,
tres de ellos (4, 5 y 6) tienen ese mismo estilo: se explica el privilegio,
se complementa con un verbo en imperativo y se remata con satauina
‘había dicho’. En la traducción castellana, pasa lo mismo, pero colo-
cando el verbo «decir» al principio (Dijo: ...).
5
Incluidas variantes atípicas como tres histamahua (con h inicial) en vez de sistamahua
‘te dice’ seguidos de una cuarta vez en plural ya con s: sapiscatamhua ‘te dicen’; ver
Vocabulario (1612d, II, p. 138. La primera aparición de ese verbo en ese fragmento es
también el verbo derivado no incluido en el vocabulario, pero de uso común hasta hoy:
camsitopi (‘¿qué me dicen?’ = ¿qué dicen de mí?), por fusión de kuna + situ + pi).
121
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6
Mencionaré siquiera el complejo tema de la supresión de vocales, sea entre los que
ahora llamamos sufijos fuertes o débiles o en determinadas construcciones sintácticas,
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Nótese de paso la «síncopa» de la «a» de taica.
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8
El aymara añade ccanachirina /qhanachirina/ ‘era el que aclaraba’ y thiyathà ‘desde el
principio por su orden’.
9
Curiosamente también en las Artes de 1603 y 1612, al explicar las letras y su
ortografía, para contrastar ccari- /kh/ ‘cortar’ con cari- /k/ cansarse y kari- /k’/ ‘mentir’.
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En el Vocabulario (1612d, I, pp. 140, 141; II, p. 141) se dice iya saña
o satha, huaa saña o satha (lit: decir iya, huaa [dos interjecciones de
asentimiento]). Se encuentra también en la VXti, por ejemplo, en el
siguiente fragmento del capítulo 18, N° 4:
B-M: O muger, grande es tu fe. Tú de todo corazón crees en mí y
agora por tu gran fe, hágase cumplidamente.... pides.
B-M aym: Chay marmi, iyasañama ancha hacchahua, huma checa
chuymampihua naru checahua sitita, sanituathà hichasca.
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El colega Alfredo Rodríguez González del Archivo Capitular de Toledo me ha hecho
el muy agradecido favor de comparar los capítulos de la segunda edición de la Vita
Christi (1591) de Villegas, que Iván Tavel compara con la Bertonio, con los corres-
pondientes de la primera edición de Villegas (1578), que se conserva en dicho archivo.
El texto es prácticamente idéntico, salvo detalles menores. La gran diferencia es que la
primera edición no tiene las ilustraciones de la segunda.
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El Vocabulario de B (1612d, I, pp. 34-35) solo registra el radical verbal cama- /
kama-/, probablemente prestado del quechua, pero no kama- /qama-/; B glosa el
primero como ‘criar’, en el sentido de crear (no, cuidar) y también como ‘morar por
poco tiempo, descansar del camino’ y camasi- ‘tomar sitio para hacer casa, vivir con
alguno’, más cercanos al actual /qama-/, que está ahora, en aymara, en la base de la
utopía en construcción del suma qamaña ‘[con]vivir bien’. Pero ya es sabido que, en
este punto, B no hiló tan delgado como en otros aspectos de su normalización orto-
gráfica (ver Albó & Layme, 1984, pp. XLVII y LXIII). El agente nominalizador camiri
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tiene también dos acepciones diferenciadas: (a) ‘criador, propio de Dios’ (como en el
quechua precolonial Pachakamaq) o -por contraste- ‘demonio o falso Dios a quien
adoraban’, por un lado; y, por el otro, (b) como sinónimo de ccapaca /qhapaqa/ ‘rico’.
La acepción actual de qamiri ‘rico’, que parecería contrapuesta a la utopía movilizadora
del ‘convivir bien’, tiene pues raíces antiguas; no es solo una distorsión reciente; aunque
sí puede serlo por la manera en que se busca y logra esa riqueza.
133
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La bella frase «y pariéndole parecióle que se le salía la mitad de su corazón», que
B-M explícitamente atribuyen a Santa Brígida, no aparece en el texto paralelo de Tavel
(2014); y, por otra parte, al final de ese texto (capítulo 4, N° 5) B-M dicen: «Hasta
aquí Santa Brígida, como lo trae el Salmerón en el tratado de este misterio». Es decir, la
versión de Santa Brígida utilizada por B es distinta de la transcrita por Tavel.
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Ananay se glosa en el diccionario de B (1612d, II, p. 17) asociado a atatay, como
‘interjección... de mucho dolor’. Ahora, en cambio, yo lo he escuchado sobre todo a
mujeres, tanto en aymara como en quechua, como ‘¡qué lindo!, ¡qué bonito!’
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Su parte final sobre la llegada final de la imagen al pueblo —después de un largo
periplo que Hans van den Berg llama «Via Crucis»— dice así, manteniendo la orto-
grafía inicial: «y lo llebaron antes di hora di dormir, y lo aderezaron sos andas y saliron
139
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Esta última muestra es relevante sobre todo por la manera en que el breve
texto de V se expande en B para hacerlo mucho más emotivo y tangible.
De nuevo resalto esas adiciones con un sombreado. En cierto modo, su
castellano rebalsa incluso al aymara, por ejemplo, al traducir la única
palabra aymara huaracusiña ‘espantarse, o maravillarse’ (Bertonio, 1612d,
II, p. 149) como «ponía horror y espanto». No he logrado identificar
tampoco qué parte del aymara significa «todo feo». He aquí una muestra:
V: Rigurosamente, y con grande desacato se huvieron con el hijo
de Dios sus atormentadores. Lo que visto por el Adelantado Pilato,
pensó que por enojados que los Judíos estuviessen, verle tal como
estaba, les haría perder el enojo, y tendrían del lástima: mandán-
dole salir a vista de todos, con la corona de espinas, y el vestido de
grana: y puesto en un lugar eminente, y él a su lado, dixo, ECCE
HOMO. Veys aquí el hombre: Fue decir: Veys aquí el hombre más
afligido y atormentado de todos los hombres. Qué hombre avra
que viendo a este hombre como está, no se enternezca, y duela del?
en cantando los gallos e tomaron a costas el Vergen, y lo llegaron a este pueblo assí
como el Sol quería ir saliendo, todos los gentes salemos a ver como vene a el Vergen, y
lo posimos el Vergen al pie dil cerro como lo baxábamos i lbaxada, lo acodían todos los
gentes, y sos trompetas, y traemos in la procesión, y el patre lo istava aguardando foyra
diste pueblo, vistido para decir la misa, y con el justicia el corregidor que lo llevó el
pindón di la Vergen, y ansí lo intró in la Eclesia, y lo posu a onde istava il Vergen, y ay
lo poso en so dia, y lo dexo so mesa» (2012, pp. 34-45). Nótese que Tito Yupanqui, al
igual que V, prefiere «Virgen», aunque alternando «la» y «el» (o «il») Vergen.
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tal que ponía horror y espanto, que ni ojo, ni boca, ni narices pare-
cían, ni tenía semblante de hombre, todo feo, y hecho una plasta
de hombre, quiso mostrarle a los Judios diciendo, viéndole desta
manera maltratado esta gente no hablaran más, y quietaran sus
coraçones y se sogeran [¿sosegaran?], y mostróles a IesuChristo con
la corona de espinas, con una ropa vieja de grana desde un lugar
patente diciendo Ecce Homo y diciendo Ecce Homo quiso decir:
Este es aquel hombre, fue como si Pilatos dixera a aquella gente
empedernida: Mirad a este hombre desde los pies hasta la coronilla
de la cabeça muy lastimado está: ninguno de vosotros ni hombre
alguno aveis visto a nadie desta manera lastimado, en este pueblo,
ni en otro alguno.
Qué hombre hubiera que no se apiadara de este hombre que
viéndole de esta manera maltratado no llorara siquiera un par de
lágrimas? Díxoles esto para que se compadeciesen del, y compa-
deciéndose soltarle, pero ellos no se apiadaron un punto ni
interiormente ni con muestras exteriores.
B-M aym:
JESUCHRISTO auquissa uca yancca haquenaca anchahua
yanccachana, anchahua chhokhrichana, anchahua uila hururuchana,
kuntauilaqui ttamayana, huch[h]acha umachana, Pilatospalla aca
hama huaracusiña uljassina, nayrapasa, lacapasa, nasapasa, hani
ullaskhepana, hani haquekha ullinac ckhepana, cauquiñaa uila
pataranackhepana, yancca Judionacaro ullachaaña amahuatauina;
aca hama yanccachata ulljassinca, aca yancca haquenaca hani maanpi
cunasa arosnacaniti, yanccachatipana chuymanacpasa ttalakhtanihua,
ut.ttanihua sasssina: IESU Christo collana Auquissa cchapipi luni
maya chupica mirke isina isittaata, uka yancca haquenacaro maya
ccanachapità uka Pilatos, Ecce Homo sassina ullachaatauina. Ecce
Homo sassinscca, Acahua uca jaque sassinahua sana, aca hanq
cayucayuthà: ppekeña sunaquecama ullcata phiscama, ancha
yanccacllatahua, hanihua humanaca, qhuitisa aca hama yanccachata
ulljapisctapi, aca marcana cauqui marcansa.
141
Lingüística misionera
***
Referencias
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143
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Que había no solo «dos guaraníes», sino una gran variedad de lenguas,
entiéndase, dialectos y hablas guaraníes en ese meltingpot de las
Reducciones, lo atestigua el padre Pablo Restivo en el prólogo de sus
Phrases selectas (1697[¿?]; Chamorro, 2014).
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1
Las palabras en lengua guaraní vienen en itálica o cursiva; son oxítonas, a menos que
un acento gráfico indique lo contrario.
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2. Literatura en guaraní
2.1. La magia de la escritura
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Literatura guaraní y literatura en guaraní / Melià
2
Sobre el grafismo de las sociedades indígenas en América, que también incluye
movimientos de la mano que pinta, «gramática» de los rasgos, colores y otros detalles
(Déléage, 2007).
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Literatura guaraní y literatura en guaraní / Melià
3. Literatura guaraní
3.1. Primeros textos
3
La presentación a la nueva edición facsímil de Nieremberg-Serrano (2010, ver en
Nieremberg, 1705), hecha por Fernando Gil (pp. XXV-LXX), coloca con mucha perti-
nencia la discusión sobre los grabados y sus diversas fuentes de inspiración. Es muy
probable que el padre Serrano tuviera a la vista para su traducción la edición en caste-
llano hecha en Amberes (1684), la primera con grabados de Bouttats, famoso artista de
la época.
153
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El mismo Peramàs hace notar, sin embargo, que «no fue éste el único
que se mostró elegante e ingenioso». La historia y figura de Nicolás
Yapuguay son bastante conocidas (Melià, 2003, pp. 315-317).
Esta práctica de escribir sermones y libros religiosos habría sido
bastante común en los pueblos jesuíticos, dado el corpus de esos escritos
que todavía se conservan. La mayoría de esos predicadores laicos han
escrito sus propios sermones o las repeticiones personales de lo escu-
chado. De esos textos publicados o manuscritos, si fueran mejor leídos
y estudiados, se tendría una cierta evidencia de la distancia entre la
lengua del jesuita y la lengua de uso más popular. Aquí la lengua usada
por los guaraníes mostraría estar más cercana a la variedad y al uso de
los lugareños, si bien se puede admitir un relativo grado de estandariza-
ción por el hecho de ser lengua escrita.
4
Del Annus patiens, de J.M. Peramàs, hay dos copias: en la Biblioteca de la Facultad
de Teología S.I. Cartuja Granada, y en el Archivo Histórico de la Compañía de Jesús,
AHSI, Roma.
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5
Una copia del documento me fue entregada por el señor Alejandro Larguía, de
Posadas, que consideró que podría ser traducido y de esta manera pasar al dominio
público. El documento original denota la mano de un copista —tal vez más de uno—
que aclara dudas y subsana eventuales incorrecciones. Posteriormente, el equipo
de Kiel, procuró el mismo documento y acaba de publicar la traducción completa:
Guarinihapetecocue (2015). Sobre el texto guaraní ver Melià (2002). De este «Diario»
fragmentos ya traducidos se encuentran en Melià (2004).
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6
Marcos Villodas había nacido el 1º de mayo de 1695 y era jesuita desde 1712.
En 1725 estaba en la reducción guaraní de Concepción. Fue destinado después a la
ciudad de Córdoba de Tucumán donde estuvo encargado de la botica hasta 1739.
Era tenido por buen cirujano, pero en cuanto a boticario «se hablaba mal de él, porque
a más de ser mezquino, no sabe de botica y trueca los remedios y recetas, según dicen»
(Furlong, 1947, p. 97). Sacado de la botica de Córdoba, falleció poco después en Santa
Fe, en 1741.
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Literatura guaraní y literatura en guaraní / Melià
5. Conclusión
Iniciada ciertamente como instrumento para la comunicación del
mensaje cristiano, en la cual se hizo un notable esfuerzo de creación de
neologismos, de adaptación semántica e introducción de hispanismos
por parte de los misioneros, se desarrolló también una nueva lengua y
literatura guaraní propia de los indígenas que usaron la lengua escrita
en sus billetes personales ocasionales, en sus cartas políticas y en sus
reportajes periodísticos, y aun en sus propias obras de carácter religioso.
En esta exposición se han dado ejemplos de esos diversos tipos de lite-
ratura que no viene determinada solo por el contenido de los escritos
y el origen étnico de sus escritores, sino por el estilo y perspectiva que
les dieron origen y forma. Literatura en guaraní y literatura guaraní
forman un conjunto de sutiles matices y particularidades, que están
relacionadas no solo con la lengua, sino con la historia particular en las
que se dieron lugar.
165
Lingüística misionera
Referencias
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Lingüística misionera
170
Literatura guaraní y literatura en guaraní / Melià
171
Dilemas da evangelização em tupi na Amazônia
na primeira metade do século XVIII: vernaculizar
ou manter a tradição textual jesuítica?* 1
Cândida Barros
Museu Emílio Goeldi
Ruth Monserrat
Universidade Federal do Rio de Janeiro
1. Introdução
Ao longo de 150 anos, a Companhia de Jesus manteve orações,
preceitos e turnos de diálogos de doutrina em tupi cristalizados. Esses
textos foram estabelecidos no século XVI (Anchieta, 1988), repro-
duzidos nos catecismos impressos durante o século XVII (Araújo 1952
[1618], Araújo & Leam 1686; Bettendorff, 1687) e copiados à mão
pelos missionários na Amazônia até o século XVIII (Anônimo, 1750;
Anônimo, 1751; Anônimo, 1757). A esse conjunto de textos mantidos
173
Lingüística misionera
1
Trecho do capítulo sobre o Pai Nosso em Anchieta (1988); ortografia de Armando
Cardoso, editor do catecismo. Usaremos as iniciais AC quando seguirmos a tradução
de Armando Cardoso e RM, quando ela for de Ruth Monserrat.
174
Dilemas da evangelização em tupi na Amazônia / Barros y Monserrat
175
Lingüística misionera
2
Em tupi, -úb, raiz de ‘pai’, apresenta as seguintes formas, segundo o contexto
gramatical:
a) túba ‘pai’, tomado genericamente; b) rúba ‘pai’ em expressão possessiva de primeira e
segunda pessoa, como xe rúba ‘meu pai’, nde rúba ‘teu pai’, oré rúba ‘nosso pai’; c) rúb
‘pai’ no vocativo: ore rúb ‘oh pai nosso’.
176
Dilemas da evangelização em tupi na Amazônia / Barros y Monserrat
2. Objetivo
O objetivo deste trabalho é interpretar as escolhas do autor da Doutrina
quando traduz termos e conceitos do campo léxico e semântico portu-
guês relativo à categoria de paternidade no capítulo sobre o Pai Nosso,
através de sua comparação com as versões da tradição textual jesuí-
tica em tupi —Anchieta (século XVI), Araújo (1952 [1618]), Araújo e
Leam (1686) e, marginalmente, um outro códice tupi anônimo datado
de 1751—. Não utilizaremos Bettendorff (1687), que não contém esse
capítulo.
O estudo da «tradução» da paternidade em tupi seguirá o seguinte
roteiro: a) uso de tuba nos catecismos dos séculos XVI e o XVII; b)
uso do empréstimo paya nos dicionários tupi do século XVIII, c) dife-
renciação de uso entre paya e tuba no códice de 1751 segundo o grau
de formalidade dos gêneros de textos missionários; e d) formas de
expressão do conceito de «pai» na Doutrina.
Os primeiros resultados da análise indicam que o autor do manus-
crito não manteve uniformemente sua proposta de vernaculização da
tradição textual quando se tratava da tradução de «pai» para o tupi.
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3
Colocamos em negrito as formas para pai nos enunciados em língua geral ao longo
do artigo.
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Tabela 3. Termos para pai e mãe em dicionários dos séculos XVII e XVIII 4
Arronches 1739
Anônimo 1621
Caderno da Anônimo Anônimo
Vocabulário
Língua [175?]b 1751
(Ayrosa, 1938)
(Ayrosa, 1935 Prósodia Vocabulário
Piratininga
[1739]) Amazônia Amazônia
(São Paulo)
Amazônia
Abelha Eiruba Ira paya Eirúba ýra máya
‘pai do mel’ ‘pai do mel’ ‘pai do mel’ ‘mãe do mel’
Adão - Jane paya ypú Jandérub Jandé Paya
‘Nosso pai ypý L. Jande ipŷ, L Adam
primeiro’ Paiaypý ‘Nosso pai
‘Nosso pai primeiro,
primeiro’ Adam’
Mãe Cig , aí 4 Maya Xecý. Vulgo. Máya
Xemaya.
‘Minha mãe’
Madrinha Morecorara [sic] Maya angaba Maya angába
Morerocaruera ‘represent. mãe’ ‘represent.
‘a que cuidou’ mãe’
Orfão Tubeigema Payayma Tubëýma. Nitio iPáya
‘sem pai’ ‘sem pai’ L.Paiëýma. oaé
De May. ‘que não tem
Cyëyma L. pai’
Maieýma
‘sem mãe’
Padrinho Tuba L. Paya angaba Páya angába
Morerecoaruera ‘represent. pai’ ‘represent.
‘aquele que pai’
cuidou’
Pai Tuba Paya Túba vulgo Páya
Paia.
4
Forma vocativa de mãe.
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5
Por efeito hipocorístico estamos considerando os recursos discursivos usados pelo
locutor para «aliciar» afetivamente o destinatário, conquistando a boa vontade dele em
relação a seus propósitos. Agradecemos a Capucine Boidin essa sugestão de análise.
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«R. Meu senhor, meu criador, meu Pai, Deus pai! Eu dirijo a ti este
Pai Nosso para que eu não morra de uma morte má, quando eu
deva morrer, que eu morra em tua graça, depois de me confessar
bem, depois de comungar [tomar a Deus], depois da extrema
unção [tomar o óleo santo]» (trad. R.M.).
5. Conclusão
O desafio que os jesuítas na Amazônia enfrentam no século XVIII, frente
à distância entre o texto cristalizado em tupi e a fala cotidiana, é o de ter
de decidir sobre como falar sobre e para o Pai Celestial. Encontramos nos
códices do século XVIII diferentes posições a esse respeito.
O autor do códice tupi de 1751 manteve a tradição textual tupi inal-
terada em alguns textos do catecismo e alterou-a em outros. Manteve a
tradição, excluindo a variedade vulgar, nas orações (ore rub) e nas listas
de preceitos (tuba para Deus e para pai biológico). Por outro lado, ao se
referir ao pai biológico, vernaculizou o confessionário.
No caso da Doutrina, a diferenciação, no processo de vernaculi-
zação, deu-se na oposição entre o uso referencial e o uso invocativo
para a expressão da paternidade. No diálogo de pergunta e resposta do
catecismo, há uma especialização semântica entre os termos tuba e paya
- pai celestial e pai biológico, respectivamente. Apenas esse último foi
«traduzido» para o «vulgar».
6
Também no exemplo anteriormente apresentado, em que ocorre Mãy no catecismo
impresso de Bettendorff (1687, p. 130), o empréstimo se deu num contexto de invo-
cação a Santa Maria, ao lado do termo canônico cy.
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Referências
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193
Teología de la traducción .
Roxana Sarion
Instituto de Lengua y Cultura, HSL
Universidad del Ártico en Tromsø, Noruega, UiT
1. Introducción
La llegada de los primeros misioneros europeos al Nuevo Mundo da
comienzo a una compleja labor de conquista espiritual y lingüística
que abre paso entre dos mundos hasta entonces desconocidos entre sí.
Con ello, se inicia la búsqueda incesante de la terminología religiosa
más acertada para traducir la doctrina cristiana del castellano o latín
(L1) a las múltiples lenguas indígenas (L2). Más que por el afán de
crear un artilugio lingüístico en sí, los misioneros comienzan a explorar
las diversas estrategias de adaptación lingüística para traducir términos
religiosos inexistentes en las lenguas indígenas. Para evitar confusiones
y malentendidos, algunos misioneros deciden introducir préstamos
secciones se han beneficiado de los valiosos comentarios realizados por Álvaro Ezcurra
Rivero y Otto Zwartjes. Las imágenes se reproducen con cortesía de la Biblioteca John
Carter Brown en la Universidad de Brown.
195
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1
El número de idiomas reunidos bajo el nombre de caribe fluctúa de veinte a cincuenta
(incluyendo varias desaparecidas y otras en peligro de extinción), en función de las
opiniones de los diferentes investigadores sobre qué modos de habla son dialectos o
lenguas independientes. En este estudio se sigue la clasificación de Loukotka en Adelaar
(2004, pp. 31-33), tabla 1.5.
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2
Ruiz Blanco hace referencia aquí al Manual para catekizar y administrar los santos
sacramentos a los indios que habitan en las provincias de la Nueva Andalucía (1683), que
en esta nueva edición se ve reducido al máximo en cuanto a los contenidos catequé-
ticos, para dar lugar a un amplio compendio de ideas filológicas con ejemplos útiles
para los misioneros en la práctica y la enseñanza de la doctrina cristiana en la lengua
cumanagota.
3
Vega Cernuda arguye que: «Tanto en la traducción de los textos como en la recolec-
ción de datos e interpretación de los mismos parece haberse ayudado, como era proce-
dimiento normal en la Misión de intérpretes y mediadores indígenas —no siempre
fieles, adviértase de paso— lo que acerca su obra a ese tipo de traducción que hemos
denominado <traducción sin original textualizado>» (2014, p. 166).
202
Teología de la traducción / Sarion
más esta materia, porque según dijo San Gerónimo: Quod melius inte-
lligimus, melius proferimus. Praefation [sic] in pantateuc» (1690, p. 114).
Esta nueva versión del Manual para catekizar (1683) se incluye en
la obra «Conversión de Píritu, de indios cumanagotos, palenques, y
otros», sacada a la luz en 1690 en la imprenta de Juan Garcia Infançon
en Madrid, en conjunto con un «Tratado sobre los verbos que en lengua
cumanagota significan “creer”» (cuatro páginas), una «Brevíssima expli-
cación de los artículos de la Fe, preceptos del Decálogo y Sacramento
de la Santa Iglesia en lengua de los indios de Píritu» (23 páginas) y unos
«Versos en lengua de los indios para celebrar el nacimiento del Señor»
(tres páginas).
En el prólogo al lector de Práctica que hay en la traducción (1690),
Ruiz Blanco presenta los «Motivos de esta obra» y hace hincapié en la
dificultad de exponer con términos propios de las «naciones bárbaras»
conceptos internos de las Sagradas Escrituras:
La dificultad de comprender peregrinos idiomas la computó el
real profeta entre los graves trabajos que experimentó Joseph entre
los gitanos: Linguam, quam non noverat audivit. Psalm 60. […]
Dificultad que sin superior influencia no se pudiera vencer: conó-
cenlo así los experimentados y que se han visto entre naciones
bárbaras, cuya economía se opone exdiametro, a todo la que es
racional; mas aunque tales tienen términos muy propios con que
dan a entender sus internos conceptos (1690, pp. 112-113).
203
Lingüística misionera
que en el nativo lenguaje hay voces con las cuales se les puede dar a
entender los divinos misterios e instruirlos en lo que deben creer, es
cosa irracional entender con términos y voces del idioma castellano
que no saben ni entienden, puedan venir en conocimiento de lo
que se dice y promulga (1690, p. 121).
4
Cicerón (106 a.C.-43 a.C.) en el prólogo De óptimo genere oratorum sobre la traduc-
ción del discurso de Demóstenes.
5
«[...] yo no solamente confieso, sino que proclamo en alta voz que, aparte de las
Sagradas Escrituras, en que aun el orden de las palabras encierra misterio, en la traduc-
ción de los griegos no expreso palabra de palabra, sino sentido de sentido» (Vega
Cernuda, 1994, pp. 84-85).
204
Teología de la traducción / Sarion
6
En la tradición cristiana durante la Edad Media, Trivium (gramática, retórica y
dialéctica) y Quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música) representan el
currículum de estudios ideales por seguir.
205
Lingüística misionera
7
«[…] que ninguno use otra traducción, ni enmiende ni añada en ésta cosa alguna;
porque, aunque hubiese cosas que por ventura se pudiesen decir mejor de otra suerte
(que forzoso es que haya siempre en esto de traducción diversas opiniones), pero hase
juzgado, y lo es menos inconveniente, que se pase por alguna menos perfección que
tenga por ventura la traducción, que no dar lugar a que haya variedad y discordias,
como en las traducciones de la Santa Escritura saludablemente lo ha proveído la Iglesia
Católica (Anónimo, 1584, s.p.).
206
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3.2.1. Aposición
(1) «Santa Maria, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores»
Sancta Maria, Dios chan, amna pueKe ymachta, quimnomo
enepecadque (Ruiz Blanco, 1683, p. 92).
209
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3.2.2. Comparación
• superlativo absoluto
(2) «Dios te ama: tú eres bonisima entre todas las mujeres» Dios
apune manà, amuere pocmanone, huarichamo yaptau temere
(Ruiz Blanco, 1683, p. 92).
• comparativo de igualdad
(3) «Los otros siete para amar a nuestros proximos, como
amamos a nosotros mismos». Autohcom, azaque zopona,
amna yemar com ypune vechet, amna neca ozpune amna
manà (1683, p. 95).
3.2.3. Descripción
(4)
El centro de la tierra es un lugar Nano dahuan, tauarune manà, morompatar
oscuro, es lugar de dolor, triste y muene, tipanapamche, tehuan quenempe.
enfadoso. Alli irán los malos a reci- Mia yuter com curepnomo, ticurepnar com
bir la paga de sus malas obras. Allí yepetpur dapueche. Mede aquipupra ybotcar
se estarán abrasando sin morirse. com. Mede aquipupra yvechepcar com (Ruiz
Allí se consumirán sin acabarse. Blanco, 1683, p. 87).
3.2.4. Metáfora
(5)
Muchas cosas haze Dios nuestro Dios amna yechem, charpe irir pueKe manà
Señor que no vemos nosotros. Aca- yetauna he quene. Ater amna menam, etcamà
so vemos como forma Dios el cuer- micoptik yep, ticham venyau Dios ycapuir pue-
po del niño en las entranas de su Ke manà. Erepa nonacamemateche, muenitu-
madre. Echáis en tierra un granito purpe cheperu temanupche manapatacan. Ater
de maiz, y sale su fruto aumentado. chareter ycapuir menateche (1683, p. 44).
Acaso veis la formación de su hoja?
210
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4. Conclusiones
La complejidad discursiva de los catecismos escritos en la provincia
de Cumaná en el siglo XVII se evidencia en sus distintas versiones
publicadas, así como en las decisiones traductológicas tomadas por los
misioneros, producto de las tensiones derivadas de los enfrentamientos
con las políticas eclesiásticas y los censores.
215
Lingüística misionera
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Teología de la traducción / Sarion
Referencias
Fuentes primarias
Anónimo (1584). Doctrina christiana, y catecismo para instruccion de los indios,
y de las de mas personas, que han de ser enseñadas en nuestra sancta fé: Con
un confessionario, y otras cosas necessarias para los que doctrinan, que se
contienen en la pagina siguiente. Ciudad de los Reyes: Antonio Ricardo.
Ruiz Blanco, Matías (1683). Manual para catekizar y administrar los santos
sacramentos a los indios que habitan en las provincias de la Nueva
Andalucía. Burgos: Juan de Viar.
Ruiz Blanco, Matías (1690). Conversión de Píritu de Indios Cumanagotos
Y Palenques, Con la Práctica Que Se Observa en la Enseñanza de Los
Naturales en Lengua Cumanagota. Madrid: Juan Garcia Infançon.
Tauste, Francisco de (1680). Arte y bocabulario de la lengua de los indios
chaymas, cumanagotos, cores, parias, y otros. Madrid: Bernardo de Villa-
Diego.
Fuentes secundarias
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redaction, 20(1), 215-243.
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la traducción en Venezuela. En Antonio Bueno García (ed.), Los francis-
canos y el contacto de lenguas y culturas (pp. 69-80). Praga: Universidad
Carolina de Praga.
Civrieux, Marc de (2005). Los cumanagoto y sus vecinos. Anzoátegui: Fondo
Editorial del Caribe.
217
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Teología de la traducción / Sarion
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El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’:
La Theologia Indorum (k’iche’) como modelo
de discurso doctrinal para las Coplas
de Luís de Cáncer (q’eqchi’)
Sergio Romero
Universidad de Texas, Austin
1
Los nombres de lenguas mayas se escribirán en el alfabeto unificado oficial tal como
es costumbre en Guatemala.
221
Lingüística misionera
2
El tronco lingüístico maya o mayense consta de por lo menos treinta y tres lenguas
habladas en lo que hoy son México, Guatemala y Belice. La subrama k’iche’ana comprende
al k’iche’, achi, kaqchikel, tz’utujil, sakapulteko, sipakapense, uspanteko, poqom y q’eqchi’.
222
El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
3
Q’umarkaaj era la capital de la confederación k’iche’. Fue destruida por Pedro de
Alvarado en 1523.
223
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El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
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El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
4
Este fue el caso de la Verapaz, donde el llamado «cacique Juan de Sacapulas» —quien
era un k’iche’ originario de Q’umarkaaj— sirvió de mediador para que los dominicos
pudieran penetrar a la zona q’eqchi’ donde las entradas españolas anteriores habían sido
un fracaso. Al caer Q’umarkaaj, el cacique Juan, que ocupaba el alto cargo de ajpop
k’amja, se refugió en las agrestes montañas de Sacapulas donde residían miembros de su
linaje. El baño de sangre que provocaron los españoles en Q’umarkaaj lo convenció de
la necesidad de cierto acomodamiento con los dominicos mediante el cual el manten-
dría su cargo y privilegios, además de gozar de la protección de los religiosos, a cambio
de facilitar la entrada de estos a la Verapaz, conocida hasta entonces como «Tierra de
Guerra» (Van Akkeren, 2003).
227
Lingüística misionera
228
El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
(1)5
Transcripción del texto k’iche’ Traducción
(Theologia Indorum: Folio 1 recto) (Sergio Romero)
Uae nimavuh rij theologia Este es el gran libro que llamamos
indorum vbinaam nima Theologia Indorum, el del conoci-
etamabal utzihoxic Dios nimahau v3alaho- miento del gran señor Dios, la expli-
biçaxic v4oheic ronohel ubanoh D.n. v4utu- cación de todo lo que ha hecho, de
niçaxic naipuch ronohel nimabijtz 4o chu- todo que hay detrás de sus palabras.
pam v4habal D. chahauaxic chetamaxic Es necesario que sea estudiado por
rumal utzilah vinak christianos u4oheic los buenos cristianos. Está escrito en
chupam 4iche 4habal tzibam ui. el idioma k’iche’.
5
Las transcripciones de los textos se harán en el alfabeto original. Se utilizará el 3 para
representar al tresillo y el 4 para el cuatrillo.
229
Lingüística misionera
(2)
Transcripción del texto k’iche’ Traducción
(Theologia Indorum: Folio 2 recto) (Sergio Romero)
Uae nabe lo3olah bi rij Dios chuchaxic Este es el primer nombre que nosotros
kumal oh padres tzaqol bitol re vinac los padres damos a Dios: «El Creador y
tzaqol vinac bitol vinac Formador» de los seres humanos, creador
banol ke vinakiriçay ke de los seres humanos, formador de los
xa xohubano xohuvinakirisah seres humanos, el que nos hizo, el que
xohutzako xohubito. nos engendró. En efecto, el fue quien nos
hizo, quien nos engendró, quien nos creó,
quien nos formó.
230
El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
(3)
Transcripción del texto k’iche’ Traducción literaria
(Theologia Indorum, fols. 1-2) (Sergio Romero)
Yx nu4ahol yx numial! Chiya chi4uxlal, ¡Hijos e hijas! Comprométanse a apren-
chiya na ypuch chiraybal, chiraj retamaxic der la palabra del gran señor Dios.
D.n. Xere lo3 xere nim Es más valioso, es más grande conocer
chuach uleuh etamabal D.n. ru4 naipuch a Dios y sus obras que a cualquier otra
retamaxic vbanoh. Ahnim, ahlo3 chi cosa sobre la tierra. ¡Que la gente buena
vinak chitaonic, chi4uxlanik, chilo3on y obediente escuche, medite y quiera el
naipuch vbi D.n. rumal 4ut kitzih nombre de Dios, el gran señor! Es muy
chahauaxic chilo3oh chi necesario que todos ustedes verdadera-
raih chi4ux v3alahobiçaxic, v4habal D., mente pongan a la palabra de Dios en
v4olem D.n. Oxlo3, su corazón. ¡Que sea verdaderamente
ox4axtah chi4ux retamaxic yx ri yx varalic preciosa para todos ustedes aquí pre-
vinak, ixpu 4iche vinak quixuchaxic. sentes, los del llamado pueblo k’iche’!
Lo3maihtah chiue v4habal ¡Que la palabra de Dios, la cual empe-
D.n. canutiquiba ubixic chiue vacamic. zaré a explicarles, sea apreciada por
Are ta chi4aztah vi yuach. Are ta puch ustedes! ¡Que Dios el gran señor des-
quixmi3 ui, chi4atanob ta y4ux rumal. pierte su mirada, les caliente interior-
Are ta bii cubeni y4ux rumal chirih D.n. mente, les caliente sus corazones y les
Chi4hapu tranquilice su espíritu! ¡Que su corazón
pic, chi3atat ta y4ux rumal retamaxic brinque y saque chispas por la doctri-
D.n. 4o nabe 3inomal 4o pu ahauabal 4o na de Dios! ¡Su palabra es mayor que la
pu 3anapuak, 4o pu çakipuak, 4o pu riqueza y el poder, mayor que el oro y la
3u3 raxon 4o naipuch ronohel chiuexic plata, mayor que las plumas de quetzal
chu4axic varal chuach uleuh maui y de ave del paraíso! Es mayor que cual-
cuberinak v4uxlal. quier cosa que ustedes pudieran desear
Xa chi4ouic 3inomal ahavarem xa xchi4o o poseer aquí en la tierra. ¡Supera a la
ui ronohel ve xit vue puak, vue pek vue riqueza el poder, supera al jade, a la pla-
caco, vue 3u3 vue raxon ta, al cacao y a las plumas de quetzal!
231
Lingüística misionera
232
El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
(4)6
V
Cah pac yoobom quech ¡De nuestro constructor, creador (y)
oçobtacinel ta inyei benefactor, les voy
ac erech cherabiac cuin a hablar). Escuchen,
quex. hombres!
VI
cuincobresom quech ca na Nuestro creador, nuestra madre,
qa hacua petol rech y cque nuestro padre, el que impulsó al sol
rubel yoam. antes de que hubiera vida.
IX
Num nim yrrucil nim Su bondad es enorme,
y chabilal nim y çaca su gracia es inmensa, es grande
hinc y hunez y ahual. su luz. El es el único señor.
XI
Dios naqueoc ca cua naque Dios es el que nos da de comer
oc cucaha naque e rrabin y de beber. Es el que nos da hijas
naque e rralal. e hijos.
XVIII
Nacacque ca xul, nacacque Nos das animales,
ca car, nacaque ca tul, peces, zapotes.
nacaque ca çarb. Nos das nuestras fuentes de agua.
6
Las traducciones de las Coplas son de Sergio Romero.
233
Lingüística misionera
XX
tamolbec i acach taa Los pavos empollan,
lac y cal nayolac y sus polluelos nacen. Sale
ha ce choch yban y dios nima el agua del suelo por
hual. causa de Dios el gran señor.
XXIV
Naquil nimla tzul naquil Vemos grandes cerros, vemos
y tacah naquil y bali- valles, vemos todas las cosas
bal y banuem anchal. y todas sus obras.
Fuente: Cáncer, s.f., fol. 3.
234
El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
(5)
XIV
Diablo y caca oru caxtoc o Su nombre es Diablo o «Engañador».
ru y caba mahi chic rucil Ya no hay ninguna bondad en su
y chol humah caxtoquil narah corazón. Todo lo que le interesa es
el engaño.
Fuente: Cáncer, s.f., fol. 5.
(6)
III
Toha ut nac oyolac y pac: La criatura de Dios, el gran señor, nació
limo terre instantáneamente. Limo terrae
y caba y choch ocqueec se llamaba la tierra que
chirixc ca hacua. Nuestro Padre utilizó.
IV
Hunpatah ocuincoc maco Su criatura fue creada instantáneamente
ohalac yban mamai No tuvo que ser reparada. Rápidamente
obiec roc rucm. fueron formadas sus manos y pies.
V
Orocci yrucm orocci Le dio manos, les dio
y baquel y re orocci y cuxbl huesos y boca, le dio voz.
orocci y quiquel. Le dio sangre.
235
Lingüística misionera
VI
Honac ooçoc ypac an Y así termino a su criatura,
chal cui y tçehual: choch todo su suero: tierra,
ha, i3, xambl, oel cui oquec agua, viento, fuego; esto fue lo que el
yban y ah pak. Creador utilizó.
Fuente: Cáncer, s.f., fol. 5.
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El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
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Lingüística misionera
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El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
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Referencias
240
El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
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242
El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’ / Romero
Sparks, Garry (2014). The Use of Mayan Scripture in the Americas’ First
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Wilson, Richard (1995). Maya Resurgence in Guatemala: Q’eqchi’ Experiences.
Norman: University of Oklahoma Press.
243
Rupturas y continuidades en la lingüística
misionera. Pastorelas en lengua de Michoacán
1. Introducción
El teatro fue uno de los recursos más efectivos de que se valieron los
misioneros para evangelizar a las poblaciones indígenas. Retomando
una tradición que se remonta a los autos medievales, los frailes compu-
sieron piezas teatrales en lengua indígena, constituyendo así una rica
tradición de teatro evangelizador. En Nueva España, el teatro evangeli-
zador fue promovido por los franciscanos y se realizó principalmente en
lengua náhuatl1, aunque también compusieron piezas teatrales en otros
idiomas. Si bien existen estudios sobre el teatro evangelizador náhuatl y
contamos con un considerable cuerpo de obras en este idioma, poco se
ha dicho de este género en la lengua de Michoacán.
No conocemos ninguna pastorela novohispana escrita en la lengua
de Michoacán; sin embargo, hasta nosotros han llegado tres pastorelas
que datan de la segunda mitad del siglo XIX. ¿Se trata de versiones
1
Una descripción de las piezas teatrales en lengua náhuatl que se conservan se puede
consultar en (Horcasitas, 1948).
245
Lingüística misionera
246
Rupturas y continuidades en la lingüística misionera / Villavicencio Zarza
obra anónima de finales del siglo XVI o principios del siglo XVII
(1991). Considero también fragmentos del Thesoro spiritual en lengua
de Mechuacan (1558) de Maturino Gilberti, así como de las de las
Otras obras 2 (1984 [1574]) incluidas en el libro de Lagunas, y frag-
mentos del «Diálogo sobre la naturaleza» incluido en el Doctrinalis
fidei in Mechoacanensium indorum lingua de Juan de Medina Plaza
(1998 [1578]).
En un primer momento doy un panorama general sobre el teatro
evangelizador y su posible relación con la pastorela mexicana. En un
segundo momento describo, de manera somera, las tres obras que aquí
me ocupan. En un tercer momento analizo dos aspectos de las pasto-
relas michoacanas: 1) examino el léxico utilizado para expresar algunos
conceptos clave de la evangelización, 2) muestro las ortografías utili-
zadas en los textos y su cercanía o distancia con la escritura utilizada en
el siglo XVI.
2
Lagunas agrupa con el nombre de Otras obras un conjunto de textos doctrinales que
incluyen, entre otros, una Instrucción para poderse bien confessar, una Examinación
y preparación para bien confessar, Sobre los diez mandamientos de nuestro señor
Dios, De los Sanctissimos Sacramentos, un Confessionario breve, Las palabras para
la Sacratissima Communión. Recordemos que la labor misionera se sustentó en una
trilogía de textos: Arte, Vocanbulario y Textos doctrinales.
247
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Rupturas y continuidades en la lingüística misionera / Villavicencio Zarza
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Lingüística misionera
3. Pastorelas michoacanas
Mucho se ha especulado sobre la relación entre el teatro evangelizador y
la pastorela mexicana. La pastorela como género típico del teatro mexi-
cano se consolida hacia la segunda mitad del siglo XVIII, aunque las
primeras piezas teatrales escritas en las que se encuentran los rasgos
propios del género las encontramos hasta el siglo XIX3. La pastorela se
estructura en torno a la adoración al Niño Jesús. Los personajes típicos
son: a) las fuerzas del mal (Lucifer y sus ayudantes), b) las fuerzas del
bien (ángeles y arcángeles), c) los pastores (campesinos e indígenas) y
d) otros personajes representativos de la sociedad mexicana. Los pastores
son avisados del nacimiento del Mesías y se ponen en camino para
verlo. Las fuerzas del mal tratan de desviarlos del buen camino para
impedir que lo conozcan. Las fuerzas del bien ayudan a los pastores
a llegar a su destino. Los pastores llegan al Portal de Belén y ofrecen
regalos al Niño Dios.
Hasta nosotros han llegado tres pastorelas escritas en lengua de
Michoacán. Todas ellas datan de finales del siglo XIX, o principios del
siglo XX. Son testimonio de una tradición que seguía vigente hasta
mediados del siglo XX y que muy probablemente se remonta a la época
de auge del teatro evangelizador.
a) Pastorela de viejitos para solemnizar el nacimiento de Nuestro
Señor Jesucristo (1948 [1848?]), de autor anónimo. Recogida en
Charápan, Michoacán, publicada en 1948 por Robert Barlow
con traducción de Pablo Velásquez. Manuscrito incompleto,
tres tintas.
b) Pastorela (1883), escrita por el presbítero D. Cristóbal Romero, «un
cura indio», recogida por Nicolás León en 1883. Sin traducción.
3
La Pastorela en dos actos de Joaquín Fernández de Lizardi (2006 [1817]) es recono-
cida como la primera obra teatral en la que el género está ya plenamente consolidado.
250
Rupturas y continuidades en la lingüística misionera / Villavicencio Zarza
4. Los conceptos
Los misioneros, en un esfuerzo de normalización, lograron acuñar una
serie de vocablos y expresiones que sirvieron para traducir a la lengua
indígena conceptos clave del ámbito religioso. Dichas expresiones y
vocablos fueron recogidos en las gramáticas y vocabularios que compu-
sieron para apoyar su labor; estos vocablos aparecen en los textos que
prepararon (doctrinas, confesionarios, cartillas, etc.). ¿Cuánto de este
esfuerzo de normalización perduró y se conservó en las pastorelas del
siglo XIX? Para tratar de responder a esta pregunta cotejamos algunas
expresiones que aparecen en las pastorelas con las expresiones y vocablos
que encontramos en los textos misioneros del siglo XVI. Nos centramos
concretamente en los nombres para el Niño Dios, la Virgen María y
Dios/Jesucristo. La tabla 1 resume las distintas expresiones mediante las
cuales se refiere al Niño Dios, figura central de toda pastorela.
251
Lingüística misionera
(1)
a. characu ‘niño o niña’ (Gilberti, 1989 [1559], p. 46).
b. characu ‘niño, o niña chiquitito’ (Anónimo, 1991, II, p. 153).
(2)
a. çapichu ‘pequeño o pequeñuelo’ (Gilberti, 1989 [1559], p. 47).
b. çapichu ‘pequeño, pequeñito, muy chico’ (Anónimo, 1991,
II, p. 93).
252
Rupturas y continuidades en la lingüística misionera / Villavicencio Zarza
(3)
a. guadañita
b. portalito
c. colchoncito
d. cuerpito
e. pañalitu
f. camicita
g. mantillita
h. chivito
i. gorioncitu
j. mancito
k. pintito
l. compagritos
m. nacidito.
Por otra parte, en los tres textos se utiliza Tatá como reverencial. Como
se puede apreciar, aplica para Niño: Tatá niño y se combina con santo:
tata santo niño. Incluso puede combinarse con los diminutivos: Tatá niño
sapichitu. En los diccionarios novohispanos, tatá es glosado como ‘padre’;
253
Lingüística misionera
(4)
a. Tata ‘padre’
b. Tatate ‘tu padre’
c. Tataemba ‘su padre’ (Gilberti, 1989 [1559], p. 130).
(5)
a. Tata
bataemba ‘padre’
c. Tataeni ‘ser padre’
‘su padre’ (Anónimo, 1991, II, p. 561).
(7)
a. Care misquarhehaqui, hymboquire Diosen thauacurhicusca?
‘Y tú tienes pesar, porque tú a Dios ofendiste?’ (Lagunas, 1984
[1574], p. 424).
254
Rupturas y continuidades en la lingüística misionera / Villavicencio Zarza
(8)
a. Acha ‘señor’
b. Acha arihpeni ‘dezirles señores, llamar de señores’
c. Acha arirahqureni ‘querer que le llamen señor’
d. Achaeni ‘ser señor’
e. Achaequa ‘señorío’ (Anónimo, 1991, II, pp. 6-7).
255
Lingüística misionera
(9)
a. Nana ‘madre’
b. Nana arani ‘tener madre’
c. Nana arini ‘llamarle madre´
d. Nana enchani ‘tenerla por madre’
e. Nana carechuhca thue? ‘Eres de ueras mi madre?’
(Anónimo, 1991, II, pp. 351).
Nótese que en la tabla 3 los autores del siglo XVI no utilizan naná
como reverencial para la Virgen, aunque la reconocen como la madre
de Dios: dios nanaemba. Como puede apreciarse, en el siglo XVI naná
es utilizado, al igual que tatá, como un término de parentesco, más que
como un reverencial.
Por otra parte, en las pastorelas se documentan ciertos vocablos que
aluden a conceptos religiosos que ya se registran en los textos novo-
hispanos. La tabla 4 resume estos conceptos. La tabla 5 muestra los
conceptos en uso en los textos novohispanos.
256
Rupturas y continuidades en la lingüística misionera / Villavicencio Zarza
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Lingüística misionera
5. La notación ortográfica
La ortografía utilizada en las pastorelas también provee datos sobre
las rupturas y continuidades que se observan entre estos documentos
y los textos del siglo XVI, aunque las tres pastorelas que nos ocupan
presentan distintas soluciones ortográficas. Dar cuenta de todo el
fenómeno ortográfico en estas pastorelas queda fuera de los límites del
presente trabajo. Por tanto, nos limitaremos a llamar la atención sobre
algunos de los aspectos de la codificación que muestran la cercanía de la
Pastorela de Romero con los usos escriturarios del siglo XVI:
El sistema fonológico del purépecha incluye una vibrante retrofleja
/ṛ/ que mereció una codificación distinta en cada una de las pastorelas
que aquí analizamos. Cabe recordar que el único autor novohispano
que la registró ortográficamente fue Lagunas, quien en su Arte (1984
[1574]) advierte al lector que la representará como <rh>.
Y también es de notar que de aquí en adelante para la recta pronun-
ciación se escreuiran aspiradas las Rr. que tienen la pronunciación
entre L. y R. por escusar algún inusitado carácter de que las
emprentas suelen carecer, adifferencia de las demás que se escriuen
en medio de parte sin enconger, o alçar la lengua en su pronun-
ciación y aduerso signifcado según se vera mas larga su regla en el
Dictionarito en la preposición Cara. Aunque en la verdad en vnas
differencian muy poquito de nuestra R. assi como en Carharani
Subir cuesta arriba. Y también donde quiera que entra la inter-
posición. Nguarhi. Y en otras muchas, como en Erhèerhendiqua.
Erhemexani con otros semejantes Y assi opongo por nota de aten-
ción: para que nadie de oy mas dexe la razón y lo que p
eculaiarmente
la propia lengua pide, proseguir su sola opinion. Y al que le pares-
ciere demasiado y que yo no entiendo la lengua, mire con atención
quendo los naturales pronunician (1984 [1574], p. 102).
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Rupturas y continuidades en la lingüística misionera / Villavicencio Zarza
4
Palabra de origen náhuatl que ha pasado al español de México: «Sillón hecho de
varas entretejidas de carrizo, otate o bejuco, cubierto de cuero de cerdo curtido, por
lo general de respaldo cóncavo. Se fabrica especialmente en los estados de Jalisco y
Michoacán» (Diccionario del español de México, 2010, p. 725).
261
Lingüística misionera
6. Conclusiones
Las tres pastorelas michoacanas de finales del siglo XIX que han llegado
hasta nosotros son, en algún sentido, la prolongación de una práctica
evangelizadora iniciada en el siglo XVI. En ellas encontramos remi-
niscencias de las soluciones que en materia de normalización y de
codificación se encuentran en los textos misioneros novohispanos.
Sin embargo, también observamos nuevos usos que dan a los textos un
carácter moderno, tal es el caso de la integración del sufijo español de
diminutivo –ito, empleado en las tres pastorelas.
En cuanto a estructura, la Pastorela de viejos (1944 [1912]) se
encuentra más cercana a un coloquio. La Pastorela de Romero (1883)
262
Rupturas y continuidades en la lingüística misionera / Villavicencio Zarza
263
Lingüística misionera
Referencias
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ción fotográfica del texto por J. Benedict Warren. Michoacán, Morelia:
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Edición facsimilar. Introducción, documentos y preparación fotográ-
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8664&uid=2129&uid=2&uid=70&uid=4&sid=21106437342741
264
Rupturas y continuidades en la lingüística misionera / Villavicencio Zarza
265
La estructuración sígnica del maya
antiguo hasta el primer contacto colonial.
Una perspectiva holística1
1. Introducción
Los mayas, a diferencia de otros grupos étnicos del continente ameri-
cano, lograron plasmar sus conocimientos científicos y sus expresiones
artísticas a través de signos gráficos coherentemente organizados y siste-
máticamente cifrados. Los misioneros, a partir de su arribo a la Península
de Yucatán, en el siglo XVI, comenzaron a ejercer su dominio político
y económico por medio de la imposición de su cultura, su religión, su
lengua y su escritura; se ocuparon, por lo tanto, de manera vehemente
y despiadada a la destrucción persistente de todos esos saberes celosa-
mente guardados en sus libros (Landa, 1973 [1566], pp. 104-106), así
como en objetos de cerámica y piel de venado. Los mayas, por su parte,
se mantuvieron firmes en su afán de continuar registrando su historia,
conocimientos médicos y literarios por medio de la centenaria tradición
1
Agradezco a Adriana Incháustegui y a Martha González Serrano, del Departamento
de Publicaciones del Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, por su
valioso apoyo técnico en la elaboración de este artículo.
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271
Lingüística misionera
2
Existe mucha certeza de que este códice forma parte de los regalos hechos por Hernán
Cortés al emperador Carlos V poco después del descubrimiento de Yucatán y antes de
que los conquistadores llegaran al Valle del México (Thompson, 1972, p. 16).
3
Por «cartucho» se entiende aquí el conjunto de grafemas o elementos escriturales que
conforman una unidad en este complejo sistema de escritura.
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Figura 1
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Figura 2
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Lingüística misionera
Figura 3
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La estructuración sígnica del maya antiguo / Arzápalo Marín
Figura 4
4
La palabra noh significa ‘la mano derecha o cosa de la mano derecha y el derecho’,
contrario del izquierdo o zurdo (Arzápalo Marín, 1995, p. 564).
5
Para el caso del tojolabal o del quiché, véase Hopkins y Josserand (s.f. [2001?]).
6
Véase Hopkins y Josserand (s.f. [2001?]).
277
Lingüística misionera
Figura 5
7
El vocablo zipil es adaptado en el ámbito cristiano y traducido como ‘pecado’.
278
La estructuración sígnica del maya antiguo / Arzápalo Marín
She [Bricker, 1983] took the inset sun glyph on the back of the hand
(in the Copan Stela A example she chose to use) to be a phonetic
compliment, k’(in), giving the reading *chi-k’(in)-k’in or chi(k’)-k’in,
chik’in. Chik’ has no meaning in Yucatec, but Bricker noted that John
Attinasi’s Chol grammar listed a form that might be cognate, tihk’
‘to disappear’ (Attinasi, 1973, p. 321), so that West might be ‘where
the Sun disappears’. She supported this proposal by reference to Tzotzil
terms for East and West: East is lok’-eb k’ak’al, ‘emerging Sun’, and
West is mal-eb k’ak’al ‘disappearing Sun’. An alternative translation
might be ‘exit of the Sun’ or ‘where the Sun emerges’, and ‘where the
Sun sets’ (Laughlin, 1988, pp. 248, 255) (Hopkins & Josserand, s.f.
[2001?], p. 6).
Figura 6
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Lingüística misionera
8
El profundo análisis de esta expresión será presentado en un trabajo próximo.
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Figura 7
Figura 8
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Figura 9
Figura 10
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Figura 11
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Figura 12
9
Para mayor información, veáse Arzápalo Marín, 2009.
285
Lingüística misionera
7. Conclusiones
La tradición escritural maya nos ofrece no solamente abundantes y ricos
materiales para estudios tipológicos sino, en especial para una mejor
comprensión del surgimiento de las escrituras y del proceso de cambio
que siguen de acuerdo con sus condiciones culturales, históricas y polí-
ticas. En otras palabras, la teoría de la escritura requiere aportaciones
provenientes del ámbito de la filología amerindia para comprender
mejor los procesos de semiosis que han seguido los sistemas de escritura
a lo largo de la historia. Con vista al futuro y tomando en consideración
los valiosos aportes de estudios de esta naturaleza podrían enriquecerse
los programas de alfabetización en ambientes interculturales.
Referencias
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transcripción rítmica, traducción, notas, índices, glosario y cómputos esta-
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Edición computarizada, sistematización de la ortografía del maya y
modernización del español. Índice de vocablos mayas y su localización;
índice inverso del maya; clasificación científica de términos de fauna
y flora. Adición de traducciones al español faltantes en el documento
original. Lista de expresiones latinas, muestras de las concordancias
y transcripción paleográfica. Tres volúmenes. Ciudad de México:
Universidad Nacional Autónoma de México.
Arzápalo Marín, Ramón (2005). La representación escritural del maya de
Yucatán desde la época prehispánica hasta la Colonia. Proyecciones
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de Ph.D. Universidad de Chicago.
286
La estructuración sígnica del maya antiguo / Arzápalo Marín
287
Tercera parte .
1. Introducción
Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo (1538-1606), cano-
nizado en 1726, nació en Mayorga (España) y fue arzobispo de Lima
desde 1579 hasta su fallecimiento en Zaña en 1606 (Benito, 2006b,
p. 6). Las conocidas visitas pastorales del arzobispo limeño, reali-
zadas entre 1593 y 1605, siguen constituyendo una fuente única para
el conocimiento de la situación lingüística en el Perú andino y pací-
fico durante la última década del siglo XVI y la primera década del
siglo XVII, gracias a la relación de aquellas visitas (o Libro de visitas)
conservada en el archivo del Cabildo de la Catedral de Lima.
Desde la investigación pionera de Paul Rivet (1949), el Libro de
visitas de Mogrovejo no ha dejado de brindar material esencial para
la identificación de lenguas indígenas habladas en el Perú colonial.
Sin embargo, hasta hace poco esta fuente fue utilizada principal-
mente en forma de citas seleccionadas e incidentales, sin que se tomara
bien en cuenta la estructura y la finalidad específica del documento
1
Este artículo fue redactado con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación
(Programa FP7: Acuerdo de subvención N° 295918).
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6. La lengua linga
Los términos «linga» y su supuesta variante «ilinga», tal como los utilizó
Mogrovejo, han sido el objeto de interpretaciones contradictorias.
Rivet (1949, p. 3), seguido por Torero (1989, p. 223) y Adelaar (1990,
pp. 85-86), los identifica con el culle, una lengua local que anterior-
mente se hablaba en la sierra de La Libertad y en las provincias actuales
de Cajabamba y Pallasca. Esta lengua, escasamente documentada por el
obispo Martínez Compañón (1985 [1782-1790]), era completamente
distinta del quechua, aunque no libre de sus influencias. En cambio,
Cerrón-Palomino (2005, p. 126) y Andrade (2012, p. 103), reco-
giendo una propuesta de Kubler (cf. Rivet, 1949, p. 3), subrayan una
notable similitud entre las palabras «linga» e «ilinga», por un lado, y las
expresiones «del Inga», «de linga» y «delinga», por otro. Estos autores
concluyen que los términos «linga» y «ilinga» habrían representado
variantes de la expresión «lengua general del Inga», es decir, el quechua.
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2
Ver también el mapa visualizado por Íbico Rojas en Salcedo Mitrani, 2013, p. 206.
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3
Se refiere a San Marcos de Arancay.
300
La identificación de lenguas nativas en el Libro de visitas / Adelaar
de una antigua extensión del culle hacia el sur por lo largo del Marañón,
solo que esta, a la luz de los nuevos datos, parece limitarse a la margen
derecha del dicho río.
En una nota adicional podemos agregar que este estado de cosas
habla en favor de una etimología parcialmente culle para el topónimo
Huacrachuco. El elemento «chuco» corresponde con un término
familiar culle para designar ‘tierra’, que se encuentra, por ejemplo, en
los topónimos Huamachuco, Santiago de Chuco, Conchucos, etc.
(cf. Adelaar, 1990, p. 91). La explicación de Garcilaso de la Vega (1959
[1609], libro VIII, capítulo I), quien sostenía que este nombre se habría
debido a que la gente local tenía costumbre de llevar cuernos de ganado
en el sombrero (quechua chuku ‘sombrero’, waqra ‘cuerno’), parece ilus-
trar la práctica de establecer etimologías forzadas basadas en el quechua,
tan frecuente en tiempos más recientes. Cabe señalar, sin embargo,
que la toponimia actual de las provincias de Marañón y San Pedro de
Huacaypampa no parece indicar una presencia importante del culle.
7. El caso linga/ilinga
La presencia en el Libro de visitas de Santo Toribio Mogrovejo de
los términos «linga» e «ilinga» ya fue observada por Rivet, quien los
trata como variantes de una denominación que refería a un mismo
idioma (1949, p. 3). Según el autor, este idioma no podía ser otro
que la lengua culle. La práctica de tratar los términos «linga» e «ilinga»
como equivalentes fue adoptada y continuada por la mayoría de los
autores que posteriormente comentaron sobre la materia en cuestión,
aunque sí divergen en su interpretación del significado de «linga» e
«ilinga», sea como nombres para designar la lengua culle (Torero, 1989;
Adelaar 1990), sea como variantes de la denominación «lengua general
del Inga», a saber, el quechua (Cerrón-Palomino, 1995; Andrade, 2012).
La lectura integral del Libro de visitas nos obliga a concluir que los dos
términos no necesariamente tuvieron el mismo significado.
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4
Se refiere al pueblo de Santiago de Chuco.
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Se trata la doctrina de Guarmey.
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Referencias
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Problemas de autoría: Blas Valera, su obra
lingüística y el Tercer Concilio de Lima
1. Introducción
El cronista Blas Valera ha dejado una huella documental escasa.
No obstante, la documentación conservada insiste en su intenso y
calificado trabajo gramatical. Así lo caracterizan las tempranas cartas
jesuitas, varios fragmentos de los Comentarios reales (Garcilaso, 1945
[1609], II, pp. 91-96 [libro 7, capítulos 3-4]) y los documentos que
guarda el Cabildo eclesiástico de la catedral de Lima. Estos últimos
informan sobre el rol que le cupo a Blas Valera como revisor de la
traducción al quechua de la Doctrina christiana publicada en 1584.
Asimismo, la probanza a favor de los mestizos (1583), levantada ante
el Tercer Concilio de Lima para abogar por su admisión al sacer-
docio, precisa que Valera se encargó de dirigir la traducción de la
doctrina cristiana al aimara y que daba clases gratuitas de gramática
en el colegio jesuita (AGI, Lima 126, fols. 42r, 66r). Su labor resulta
cronológicamente paralela a este movimiento de legitimación de los
mestizos llevado a cabo por ellos mismos (Ruan, 2012, pp. 210-217).
Recientemente la defensa de los libros y reliquias del Sacro Monte de
Granada, escrita por el jesuita Juan de Soria, ha revelado que Blas Valera
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1
No obstante, Toribio de Mogrovejo hace constar la aprobación recibida para el efecto
por el propio concilio. Desde el punto de vista de la autoridad canónica, el confe-
sionario es un volumen mixto que contiene la fórmula para la extremaunción, las
letanías y oraciones junto a una lista de privilegios eclesiásticos para las Indias y el
texto flexible del confesionario. Así, el Tercer Concilio: «no obliga a confessar por este
confessionario como obliga a enseñar por el catecismo que publicó» (1985 [1584],
p. 202 [Confessionario, fol. 3v]).
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breve del papa Gregorio XIII que en 1576 los había dispensado colec-
tivamente del defectus natalium, es decir, de su nacimiento fuera del
matrimonio canónico, y los admitía a órdenes. Gracias al interrogatorio
de testigos contenido en la probanza, se sabe que Valera trabajaba en
la traducción de la Doctrina christiana al aimara después de la entrega
de la traducción al quechua junto a los mestizos Francisco Carrasco,
Joan Fernández y Bartolomé de Santiago (AGI, Lima 126, fol. 24r).
Los testimonios de Blas de Atienza, del 30 de agosto de 1583, y el del
mercedario Alonso Díaz, del 12 de setiembre, indican que la traduc-
ción al aimara no se había terminado (AGI, Lima 126, fols. 61r y 66r;
Barriga, 1953, p. 273). Ambas fechas resultan posteriores al término de
la versión quechua presentada el 13 de agosto de dicho año. El testi-
monio del mercedario Alonso Díaz le permitió a Bartra a establecer que
Valera dirigía esta comisión encargada de la traducción aimara: «en el
dicho colegio de la Compañía de Jesús se está haziendo el catecismo que
dize la pregunta en la lengua aymara la cual este testigo ha entendido
que es la más difficultosa de las que en este rreyno hablan los yndios de
él e que ésta la haze el padre Valera de la dicha Compañía y también ha
entendido que tratan della los demás sacerdotes que la pregunta dize»
(AGI, Lima 126, fol. 66r; Bartra, 1967, pp. 366-367). Esta comisión
presidida por Valera terminó de traducir la Doctrina christiana antes
del 24 de setiembre de 1583 ya que este día el diácono Juan Fernández
elevó una petición al concilio para que se le otorgue una constancia de
su participación en la traducción al aimara (AGI, Charcas 88, 30-1.
fol. 24r)2.
Hasta este punto alcanza la documentación nacida del concilio y
de sus órganos de trabajo. Su información establece fuera de dudas que
Valera había recibido el encargo del concilio para integrar el equipo
2
Agradezco profundamente al doctor Nicanor Domínguez, de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, por compartir conmigo este descubrimiento suyo en el Archivo de
Indias.
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3
Pues el diccionario índico, los privilegios, los sermones y muchas otras cosas que se
juzgó ser necesarias en el camino no se han terminado hasta ahora.
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4
Esta carga la impusieron sobre los hombros de nuestra Compañía y se completó con
gran diligencia, increíbles trabajos y vigilias por el padre José de Acosta y por otros dos
hermanos peritísimos en la lengua índica, asistiendo en esto muchos varones religiosos
y laicos que comprobaron el asunto profundamente.
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5
Sobre la atribución del vocabulario a Alonso de Barzana, véase Durston, 2007,
pp. 91 y 329, n. 33).
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«Demás de lo dicho se nos encargó por el concilio formar los decretos y dar los
puntos dellos, sacándolos de los memoriales que todas las iglesias y cibdades deste reino
enviaron al concilio» (Egaña, 1961, p. 401).
327
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7
«Y después se hizo otro libro escrita del padre maystro Juzepe de Acosta, rretor de
la Compañía de Jesús, escrita De natura de Nobi Urbis y De Procuranda y cartilla,
caticismo, preparación y libro confecionario y dotrina en la lengua quichiua, aymara,
proueyda en el santo concilio, confirmado de su magestad en la dicha ciudad y corte de
los Rey de Lima» (Guaman Poma, 1987 [1615], p. 1079 [1089]).
8
El proemio al confesionario afirma también que se compuso sobre la base de otros con
fesionarios, tratados y relaciones (Tercer Concilio, 1985 [1584], p. 202 [Confessionario,
fol. 3v]).
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Referencias
Archivos
AASMG: Archivo de la Abadía del Sacro Monte de Granada. Fondo don
Pedro de Castro.
ACML: Archivo del Cabildo Metropolitano de Lima. Volúmenes impor-
tantes 2. Sínodos de Santo Toribio de Mogrovejo.
AGI: Archivo General de Indias.
Fuentes
Barriga, Víctor M. (1953). Los mercedarios en el Perú en el siglo XVI: docu-
mentos inéditos del Archivo general de Indias de Sevilla (volumen IV,
pp. 1526-1590). Arequipa: Imprenta Portugal.
Bartra, Enrique, S.J. (1967). Los autores del catecismo del Tercer Concilio
limense. Mercurio Peruano, LII(479), 359-372.
Borja Medina, Francisco de (1999). Blas Valera y la dialéctica «exclusión-in-
tegración del otro». Archivum Historicum Societatis Iesu, LXVIII(136),
229-268.
Calvo Pérez, Julio (2009). El arte y vocabulario en la lengua general del Perú,
llamada quichua y en la lengua española. En Tercer Concilio Provincial
de Lima, Arte y vocabulario en la lengua general del Perú (volumen I).
Edición facsimilar y estudio de Julio Calvo Pérez. Madrid: Agencia
Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Cárdenas Bunsen, José (2014a). Correspondencia privada e historia pública:
las relaciones intelectuales de Pedro de Castro, Antonio de Herrera y
el Inca Garcilaso de la Vega. Colonial Latin American Review, 23(3),
413-438.
Cárdenas Bunsen, José (2014b). El arte de la lengua índica de Valera y su
inclusión en las polémicas sobre el Sacro Monte de Granada. Lexis,
XXXVIII(1), 71-116.
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Lingüística misionera
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Lenguas, doctrina y escuela en un asiento minero
norandino del siglo XVII
1. Introducción
En el Archivo Arzobispal de Lima, en la sección Capítulos (AAL, capí-
tulos, 14, 1)1, se encuentra el expediente de un proceso abierto por
la justicia eclesiástica, a mediados del siglo XVII, contra Eusebio de
Garay, párroco de Pallasca, y, como tal, encargado del asiento minero
de San Lorenzo de Atun Conchucos, ubicado en territorio de lo que es
hoy el distrito de Conchucos, provincia de Pallasca. Hay que diferen-
ciar estos Conchucos —de extensión geográfica restringida al extremo
norte del actual departamento de Áncash— del territorio del antiguo
corregimiento de Conchucos, la región llamada coloquialmente hasta
hoy en día «callejón de Conchucos», que se extiende desde los distritos
pallasquinos de Conchucos y Pampas, por el norte, hasta la actual
provincia de Huari, en el centro oriental del departamento ancashino,
1
Agradezco al historiador Nicanor Domínguez Faura y a la antropóloga Carmen
Salazar-Soler por sus valiosas orientaciones bibliográficas para mejorar versiones ante-
riores de este artículo. Asimismo, a Laura Gutiérrez Arbulú y a Melecio Tineo por su
atención tan profesional en el AAL.
335
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2
Para una revisión histórica de este territorio y su denominación, véase Chocano, 2003,
2016, pp. 21-44.
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3
Para Hualgayoc, véase Contreras, 1995; para Quiruvilca, Espinoza Soriano, 2004.
4
El mismo nombre de Conchucos ha sido interpretado por Adelaar, 1990, p. 91, a partir
de la documentación colonial sobre este idioma, como ‘tierra de agua’ o ‘tierra húmeda’.
337
Lingüística misionera
5
Es el documento más antiguo que conozco sobre el asiento minero. Archivo Regional
de La Libertad, Corregimiento, Leg. 161, Exp. 407.
6
Agradezco a Carmen Salazar-Soler por señalarme el interés de este último documento.
338
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7
Véanse las referencias citadas en la nota 3.
8
No existen estudios sobre la minería conchucana del siglo XVII. Los datos de Chocano
respecto a este punto son de 1799 y provienen de Fisher, 1977, p. 197. En cifras abso-
lutas, tenemos un total de 385 minas y 2470 trabajadores en Cerro de Pasco; 31 minas
y 228 trabajadores en Conchucos.
9
Por ejemplo, en la visita de Gómez de Celis a los obrajes y haciendas de Huamachuco
(Archivo Regional de La Libertad, Corregimiento, Subdelegación de Huamachuco, leg. 1).
340
Lenguas, doctrina y escuela en un asiento minero norandino / Andrade Ciudad
10
Esta relación no es bidireccional; vale decir, todos los indígenas que necesitan de
intérprete ignoran la escritura (esto es, no saben firmar), pero no todos los que dejan de
firmar requieren interpretación. Hay cinco «ladinos» que no firman.
341
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11
La documentación segura para el culle llega hasta Tauca y no hasta Llapo (más al
sur), pero dada la mayor cercanía de Llapo respecto de Tauca que de Corongo (zona
quechuahablante), considero a aquella localidad como el extremo sureño del territorio
culle. Respalda esta decisión el hecho de que en una visita realizada a Llapo en 1646,
tal como en la efectuada a Cabana el mismo año, se incluye el edicto del arzobispo de
Lima, Pedro de Villagómez, que asocia la supervivencia de las «supersticiones» con
las lenguas indígenas, especialmente con las «maternas» no quechuas. AAL, Visitas
Pastorales, 2, 3; 2, 12. Cf., sin embargo, Adelaar, 2012, p. 580, opina que el culle
posiblemente también se habló en partes de las provincias de Corongo y Sihuas.
342
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12
AAL, Causas Criminales V, 18, 1620. «Autos criminales seguidos por Antonio
Rodríguez de la Cruz, presbítero, fiscal del Arzobispado, contra el doctor Alonso de
Huerta, quien obligaba tiránicamente a sus alumnos a pagar cuatro pesos de a nueve
reales para aprobarles las lecciones en la cátedra de la Lengua General de los Indios en la
Real Universidad». Sobre el conflicto entre el cabildo catedralicio y Huerta por motivos
de control político y económico, ver Coello de la Rosa, 2005. Otra lectura de este
conflicto desde un punto de vista sociolingüístico sería que estamos ante una reacción
institucional ante un sesgo «chinchaisuyano» en las aprobaciones de Huerta. Para los
datos al respecto, véase Durston, 2002 y Charles, 2010, p. 64.
346
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13
Para un desarrollo sistemático de la oposición entre la «lengua general» de base
sureña y el quechua «chinchaisuyo», veáse Charles, 2010, pp. 62-66. Este mismo autor
presenta un documento en que se diferencia de manera interesante la «lengua general
del ynga» de la «lengua general» local, es decir una variedad central de tipo «chinchai-
suyo» (2010, p. 61).
14
AAL, Visitas Pastorales, 1, VII, 1620, fol. 6r. El documento también ha sido comen-
tado por Durston (2007, p. 126).
347
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15
Flores Galindo, 1988, indica que la doctrina, en el sentido territorial y político, fue
una entidad complementaria a la encomienda y que se mantuvo en intensa compe-
tencia con la comunidad indígena. Para una visión más matizada de las relaciones entre
doctrina y comunidad indígena, véase Charles, 2010.
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Lingüística misionera
5. Conclusión
El examen del capítulo contra Garay sugiere 1) que en el asiento minero
de Atun Conchucos se usaba el quechua como lengua de comunicación
privilegiada entre la institución eclesial y el grueso de los indígenas, y
como lengua de comunicación mayoritaria en el ámbito público entre
los indígenas mismos, en gran parte forasteros venidos de distintos
sectores del actual territorio ancashino; 2) que es posible pensar en la
coexistencia de dos variedades quechuas, una «formal», de uso eclesial,
difundida a través de textos y gramáticas, y otra «vernacular», proba-
blemente una variedad central, cercana a los quechuas vecinos del
corregimiento de Huaylas y al quechua del Alto Huallaga con el que
Garay debió de estar en contacto durante su infancia y adolescencia en
los alrededores de León de Huánuco, no por vía paterna (el sacerdote
era descendiente directo de conquistadores), pero sí por vía materna,
aunque no sabemos mucho de la madre16.
El expediente confirma de manera clara la importancia del «quechua
pastoral» (Durston, 2007) en regiones que no eran quechuahablantes
de inicio: muestra el empleo del idioma indígena en el adoctrinamiento
de los indios no por parte del sacerdote, sino por las autoridades indí-
genas mismas, los fiscales reclutados por el cura como asistentes en las
tareas de la evangelización. Los fiscales eran los encargados de practicar
el «recitado» de la doctrina con los indios del común, y eran supervi-
sados, no sabemos con cuánta eficacia ni diligencia, por el párroco.
La práctica de Garay de delegar en los fiscales dicho recitado no se daba
solamente en el asiento minero de Atun Conchucos sino también en
16
«Don Eusebio de Garay es natural de la çiudad de Leon de Guanuco en este arço-
bispado y hijo legitimo de don Garçia de Garay, hijo de don Antonio de Garay y
biznieto del adelantado don Francisco de Garay, los quales sirvieron a su Magestad
como personas nobles y de calidad el dicho adelantado en el descubrimiento poblaçion
y allanamiento de la ysla Española de Santo Domingo y Xamayca, y en la jornada de
Panuco costa de la Nueva España» (AAL, Concursos I, 48, fol. 122).
352
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17
Anteriormente, se ha usado el término «diglosia», sin más, para referirse a una situa-
ción similar en los Andes centrales del siglo XVII, en el que el escalón más bajo corres-
ponde al par «quechua estandarizado» como lengua A y variantes regionales de quechua
como lenguas B (véase Charles, 2010, p. 58 y las fuentes citadas allí).
353
Lingüística misionera
18
En una línea similar, para el estudio de los textos redactados por bilingües en la
época colonial, Garatea sugiere un enfoque atento a la vez al «apego y la continuidad
de tradiciones textuales y lingüísticas impuestas en América y [a] la humana necesidad
de comunicarse con los demás, de decir para otro» (2007, p. 145).
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Referencias
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Intervenciones salesianas en torno a la lengua
selk’nam: documentación, codificación y usos
en contexto misionero
Marisa Malvestitti
IIDyPCa, Universidad Nacional de Río Negro
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Lingüística misionera
Durante los tres primeros años, esta misión fue liderada por el sacer-
dote José María Beauvoir (1850-1930), quien contaba con experiencia
previa en tareas misionales en los territorios nacionales de Río Negro y
de Santa Cruz, y desde 1891 se encontraba en Punta Arenas. Entretanto,
se radicaron en la Candelaria otros sacerdotes y hermanos salesianos, así
como una pequeña comunidad de religiosas Hijas de María Auxiliadora,
quienes se dedicaron a la educación escolar y a la organización de talleres
laborales con las mujeres y las niñas. Cuando se disolvió la misión de isla
Dawson, parte de la población selk’nam que se encontraba allí fue trasla-
dada a la Candelaria. Esta mantuvo el carácter de enclave misional hasta
mediados de la década de 1920 y posteriormente se reconvirtió en una
escuela agrotécnica gestionada por la congregación1.
Aunque la mayoría de los salesianos y parte de las hermanas que se
desempeñaron en las misiones eran de origen italiano, en la cotidia-
neidad se empleaba el español como lengua del país. Los misioneros
hallaron que el castellano estaba poco difundido entre los destinata-
rios de su obra, por lo que, a la par de impulsar su aprendizaje, se
impusieron para sí la apropiación de las lenguas locales como condi-
ción de posibilidad de una comunicación eficaz. Dado que el yagan
se había documentado en el marco de la misión anglicana2, dedicaron
principalmente sus esfuerzos al alakaluf 3 y al selk’nam. La producción
1
Los datos biográficos sobre los agentes salesianos han sido tomados de Dumrauf
(1997, 1998) y Secco (1995). Para una profundización de la historia de la congregación
en la Patagonia desde distintas perspectivas y focos, cf. Belza (1975, 1977), Nicoletti
(2010), Nicoletti y Odone (2013), Bascopé (2012), Casali (2012-2013), Fernández
(2014), entre otros. En algunas de estas obras se mencionan, sin profundizarse, las
tareas realizadas en el plano lingüístico por sus integrantes.
2
Particularmente, por el reverendo Thomas Bridges (1842-1898), quien compiló
un extenso diccionario y describió la fonología y las principales reglas gramaticales de
esa lengua.
3
En esta tarea se destacó Maggiorino Borgatello (1857-1929), en tanto el coadjutor
Juan Sikora (1857-1921) habría preparado, en la década de 1910, un catecismo o libro
de oraciones en alakaluf (Cooper, 1917, p. 136).
360
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Lingüística misionera
4
Cabe destacar que después de las investigaciones salesianas y las de Martin Gusinde,
los relevamientos sobre el selk’nam se discontinuaron hasta las décadas de 1960 y 1970.
En este periodo se destacan las documentaciones de Emma Gregores y Jorge Suárez
(www.ailla.utexas.org), así como de Najlis y Anne Chapman.
362
Intervenciones salesianas en torno a la lengua selk’nam / Malvestitti
5
A su cargo estuvieron los primeros encuentros con los indígenas de la zona y la erec-
ción de las primeras edificaciones de la misión; luego Beauvoir fue trasladado a otros
destinos en la Patagonia y regresó solo por un breve periodo doce años después.
6
En particular, monseñor Fagnano, quien le recomendaba en una carta en setiembre
de 1898 que continuara, entre otras tareas, con «el diccionario de frases indígenas»
(Belza, 1977, p. 263).
7
Es decir, ‘dos caras’ (Beauvoir, 1915, p. 90), en alusión a su frente despejada
(Borgatello, 1921, p. 113).
363
Lingüística misionera
8
La afirmación que identifica los datos recopilados con la hermana con un sociolecto
de género se alinea con la indicación de que los proporcionados por Zenone corres-
ponden al habla de hombres y niños (Tonelli, 1926a, p. 10), lo que sería congruente
con los agrupamientos segregados alentados en la misión.
9
Todos estos materiales fueron examinados por Tonelli en Turín en la década de 1920.
En el Archivo Central Salesiano de Buenos Aires accedimos a copias de dos cuadernos
manuscritos que tienen el sello de la Biblioteca Instituto Salesiano de Valsalice, así
como a una copia del trabajo de Borgatello, recibido por Tonelli en mayo de 1925.
364
Intervenciones salesianas en torno a la lengua selk’nam / Malvestitti
En este artículo proponemos un primer análisis de estos datos que debe ser profun-
dizado mediante técnicas paleográficas —dado que se reconocen distintas caligrafías
e intervenciones en los manuscritos— y por el cotejo entre versiones inéditas y frag-
mentos publicados. Hasta el momento han sido infructuosas las consultas de la doctora
Nicoletti para ubicar los cuadernos de Griffa y de sor Rosa en el archivo salesiano
de Turín.
365
Lingüística misionera
10
Las Memorias de Beauvoir describen así situaciones como la llegada de tres niños
a la misión (ca. 1898, p. 30), la negociación sobre el sabor bueno o malo de una
comida nueva como la sopa con un adulto (p. 24) e intercambios cuando los indígenas
deseaban salir a los montes: estos avisaban «may yuken = me voy a pasear» (p. 36) y los
misioneros les recomendaban «no ir más wnomka al norte donde estaban los kollotén
aymaré, sino al tynk = oeste o al sur = wuonk, y cuando volviesen trajesen nuevos
compañeros» (p. 52).
11
Sobre las tensiones entre mediadores y misioneros, cf. Bascopé (2011) y Malvestitti
(2013).
366
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12
Las traducciones de esta y otras citas textuales del italiano corresponden a la autora
del artículo.
367
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13
El uso de la lengua europea no se extendió del mismo modo en el espacio circun-
dante. Así, Zenone (1909, p. 243) relata que en ocasión de la preparación del bautismo
de un grupo de jovencitos entre de ocho a quince años a fines de la primera década del
siglo, en el paraje Río Fuego, optó por instruirlos «un po’ in lingua ona, un po’ in lingua
spagnuola» [un poco en lengua ona, un poco en español].
14
Bridges (2003, p. 451) cuestiona el uso del latín en un rito de bautismo desarro-
llado por Zenone en Río Fuego. Por parte, Borgatello refiere la siguiente anécdota que
también pone de manifiesto su empleo en el espacio misional fueguino: «L’indio Eliseo
quando udi i missionari a cantare l’Ave Maris Stella, apprese súbito la melodía, e non
sapendo le parole in latino le sostituiva con queste: ‘Viva Padre Crema (il direttore) —Padre
Crema al sol (testa bianca) —Padre Crema káken (grande-robusto) —Padre Crema ólčén
(buono-bello)’ [El indio Eliseo, cuando escuchó a los misioneros cantar el Ave Maris
Stella, aprendió pronto la melodía y, al no saber las palabras en latín, las sustituía con
estas: ‘Viva Padre Crema (el director) —Padre Crema al sol (cabeza blanca)— Padre
Crema káken (grande-robusto) —Padre Crema ólčén (bueno-bello)’] (1929, p. 177).
369
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15
Permaneció en la misión de la Candelaria entre el 11 de marzo y el 5 de mayo de ese
año (Fernández, 2014, pp. 134-135).
371
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16
Los salesianos de Tierra del Fuego, y Beauvoir en particular, cultivaron vínculos con
académicos nacionales, entre ellos los radicados en el Museo de la Plata. Así, Beavoir
resalta a Samuel Lafone Quevedo, a quien describe como «Mi antiguo y buen amigo»
(1916; cf. también 1915, p. VI). En su viaje a Tierra del Fuego, Lehmann-Nitsche
desarrolló mediciones antropométricas facilitadas por la misión (1927), en tanto que
Félix Outes recibió el primer volumen de Beauvoir como obsequio de Fagnano.
17
La crítica posterior matizó estas afirmaciones. Najlis (1973, p. 114) censura en
Beauvoir la transcripción inconsistente y las frecuentes reiteraciones; en cambio, reco-
noce las acertadas observaciones sintácticas de Tonelli. Rojas Berscia destaca que Tonelli
contiene «very insightful explanations for every grammatical aspect studied [explicaciones
muy perspicaces para todos los aspectos gramaticales estudiados]» (2014, p. 7).
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18
Su afirmación se constata en datos internos al texto, como las frases publicadas en ese
volumen que aluden a acciones de este padre o se sitúan en Río Fuego o el lago Kami,
sitios específicos de su misión, por ejemplo: Pi Kokosh naim karkarien, ‘Está K.k. aquí
escribiendo’; Yam’e kénes Kokosh machen onpen, ‘Mamá voy con Kokosh quien dulces
me da’; Hai, Kokosh, nikon ventá, ‘Mira, Kokosh a casa viene’; Kokosh telkenta yuken
Tausen, ‘Kokosh los niños lleva a Río Fuego’; Jaaukvennen Jamishaj oyepenkar, ‘Mañana
iré al otro lado del Jamín para guanaquear’ (Beauvoir, 1915, pp. 79-104 y passim).
375
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19
Esta publicación se anticipa, también en 1925, en la contratapa de una obra de la
colección a la que el libro se sumaría, con este título y la implícita autoría de Zenone.
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20
Cabe indicar que este ordenamiento habitual contrasta con el formato empleado
por Borgatello para el alakaluf, que permite comparar la variación de modos, tiempos,
persona, etcétera en ejemplos sucesivos (1921, pp. 137-140).
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21
Al formato de presentación con base alfabética o por medio de cuadros, Tonelli
adicionó un vocabulario estructurado en campos semánticos (1926a, pp. 82-143),
formato usual en las compilaciones lingüísticas de la época.
22
Así, Milanesio, quien también dedicó un opúsculo al tratamiento detallado de la
cuestión (1917), concebía la Patagonia como «una región virgen que se presta para
descubrirnos varios secretos que encierra en su seno. Y uno de los que no debemos
380
Intervenciones salesianas en torno a la lengua selk’nam / Malvestitti
descuidar son sus lenguas que nos pueden servir de base para resolver de un modo
satisfactorio el enredado problema del origen de las lenguas» (1915, s.p.). Beauvoir, por
su parte, se propuso, con el estudio del idioma selknam, «recabar por consecuencia el
origen histórico de este pueblo y sus procedencias» (1901, p. 38).
23
Borgatello (1921, p. 63) matizará esta afirmación recordando la ininteligibilidad
entre ambos grupos.
381
Lingüística misionera
4. Conclusiones
El examen del proceso de documentación y codificación lingüística del
selk’nam realizado por la congregación salesiana en los primeros treinta
años de su actividad en Tierra del Fuego nos ha permitido contextua-
lizar y periodizar las perspectivas sustentadas en relación con una de las
lenguas utilizadas en el espacio misional. En un primer momento, se
habilitó el empleo del selk’nam en ciertas actividades como modo de
acercamiento a la feligresía y de ingreso al bilingüismo transicional. Para
ello, se priorizó la realización de registros manuscritos en esta lengua
por parte de sacerdotes y hermanas que no contaban con herramientas
conceptuales ni tiempo disponible para la elaboración gramatical.
Tal documentación permitió, tal vez anacrónicamente, inscribir a la
congregación en políticas lingüísticas similares a las de otras órdenes
religiosas en contextos coloniales, así como comenzar a divulgar fuera
de la Patagonia la tarea que realizaba. En la segunda década del siglo
se inició un proceso de profundización de la descripción analítica de
la lengua a partir de los datos previamente relevados en campo y de
la reconfiguración de los recopiladores como informantes. Las obras
de Tonelli y Beauvoir recuperaron parte de esos datos previos y, para
los estudios posteriores, se reconfiguraron como referentes del corpus
escrito disponible, en tanto se mantenían inaccesibles las fuentes prima-
rias en las que esas publicaciones abrevaron. Aún no ha sido posible
reponer en su totalidad estas documentaciones lingüísticas tempranas,
debido a que se han resguardado en diferentes repositorios archivísticos
de la congregación que no cuentan con una catalogación centralizada.
No obstante, las fuentes obtenidas hasta el momento permiten exponer
382
Intervenciones salesianas en torno a la lengua selk’nam / Malvestitti
Referencias
383
Lingüística misionera
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384
Intervenciones salesianas en torno a la lengua selk’nam / Malvestitti
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Lingüística misionera
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Intervenciones salesianas en torno a la lengua selk’nam / Malvestitti
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Lingüística misionera
388
La importancia lingüística de la expedición
de Malaspina
1. Introducción
El siglo XVIII se caracterizó por la expansión político-científica
europea. Los diferentes países financiaban expediciones cuyos objetivos
eran descubrir no solo nuevos territorios, sino especies desconocidas
y desarrollar nuevas técnicas. El cambio de dinastía en España supuso
una nueva filosofía de apertura al racionalismo científico y la promo-
ción de determinadas áreas. Las expediciones y viajes financiados por
países europeos obligaron a España a afianzar sus territorios en ultramar.
En esas circunstancias, en 1788, Alessandro Malaspina (1754-1809) y
José de Bustamante y Guerra (1759-1825) propusieron a la Corona
española un viaje científico alrededor del mundo. Una expedición cuyos
objetivos eran políticos y científicos y que contó con la mejor tripula-
ción de la época: los más renombrados cartógrafos, botanistas, artistas
y pilotos. Durante más de sesenta meses (1789-1794), dos corbetas,
Descubierta y Atrevida, recorrieron las costas de América, de Buenos
Aires a Alaska, Filipinas, Marianas, Vava’u, Nueva Zelanda y Australia.
En 1792 contaron, además, con la colaboración de las goletas Sutil y
Mexicana, que recorrieron la costa oeste del norte de América.
389
Lingüística misionera
1
Véase el segundo apartado para referencias más completas.
390
La importancia lingüística de la expedición de Malaspina / Fernández Rodríguez
2
Reproducimos en todas las citas manuscritas la grafía del original. Ms. = manuscrito.
3
La Colección Bauzá está actualmente en la Librería Británica (ms. 1763). Además
de los vocabularios mencionados cuenta también con un vocabulario de la lengua
de Mulgrave, otro de la lengua hablada en el Estrecho de Príncipe Guillermo y otro
patagón. Únicamente estos tres últimos son copia de los aquí presentados.
391
Lingüística misionera
392
La importancia lingüística de la expedición de Malaspina / Fernández Rodríguez
4
Véase la crónica escrita por Malaspina y Bustamante al finalizar la expedición,
editada por Novo y Colson, en 1885, http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000009629
&page=1. Para una cronología interactiva, véase el proyecto de Galera Gómez (2010),
http://www.fbbva.es/TLFU/microsites/malaspina/mapa.html
393
Lingüística misionera
5
Actual Carmen de Patagones, la ciudad más austral de la provincia de Buenos Aires,
en Argentina.
6
Eran nómadas que ocupaban varios territorios y que, en algún momento, se arauca-
nizaron al adoptar el mapudungun. Para saber más sobre el tehuelche, véase Fernández
Garay (1998), Fernández Rodríguez y Regúnaga (en prensa).
7
Se añade en el margen una anotación tras el equivalente tehuelche que indica que la
<h> es aspirada.
394
La importancia lingüística de la expedición de Malaspina / Fernández Rodríguez
395
Lingüística misionera
8
Véase Mithun, 2006, para la lengua rumsen (pp. 535-538) y para la lengua esselen
(pp. 411-413).
9
Véase el legado documental de John Peabody Harrington (1884-1961) sobre las lenguas
rumsen, http://siris-archives.si.edu/ipac20/ipac.jsp?uri=full=3100001~!363768~!1&
ri=4&aspect=basic&menu=search&source=~!siarchives&profile=all y esselen, http://
collections.si.edu/search/slideshow_embedded?xml=%22, http://sirismm.si.edu/naa/
viewer/Harrington_mf2_r81_Gallery/viewer_Harrington_mf2_r81.xml%22
10
De acuerdo con Campbell (1997, p. 125), las diez fuentes existentes son cortas o
problemáticas.
396
La importancia lingüística de la expedición de Malaspina / Fernández Rodríguez
11
Es el único vocabulario que contiene una doctrina.
12
Este vocabulario rumsen carece de los números a partir del once.
13
En el material manuscrito de Harrington (1913) encontramos la siguiente
nota: «Esselen vocabulary in Galiano’s Relación del viaje hecho por las goletas Sutil y
Mexicana, 1802. This has not been accessible to [Albert Louis] Kroeber. A copy of Galiano’s
vocab[ulary] in possession of the Bureau of Am[erican] Eth[nology] has been available
to Kroeber. Galiano’s vocabulary has been reprinted in the Transactions of the American
Ethnological Society, II, 137 and by A. S. Taylor, Cal[ifornia], farmer, April 20, 1860».
397
Lingüística misionera
14
La Imprenta Real publicó de forma anónima en 1802 la Relacion del viage hecho
por las goletas Sutil y Mexicana en el año de 1792 para reconocer el Estrecho de Fuca,
cuyos capítulos 19, 21 y 22 contienen estas listas de palabras, además de la rumsien
y esselen. La obra fue atribuida a Dionisio Alcalá-Galiano, Cayetano Valdés y Josef
Espinosa y Tello.
http://www.brown.edu/Facilities/John_Carter_Brown_Library/exhibitions/ildb/details.
php?id=389
15
José María Mociño (1757-1820), médico y botánico mexicano que participó en la
expedición del almirante Juan Francisco de la Bodega y Cuadra (1743-1794) por la
costa noroeste de América en 1792.
16
Isla principal del Estrecho de Nutka.
398
La importancia lingüística de la expedición de Malaspina / Fernández Rodríguez
399
Lingüística misionera
Estos dos vocabularios son diferentes entre sí. A su vez, son dife-
rentes también del vocabulario nutkeño de la Relación de la Entrada de
San Lorenzo de Nutka (1789)17, compuesto por Francisco Socies, tanto
en número de entradas como en la elección del léxico. El ms. 468, a
pesar de tener menos entradas, incluye explicaciones sobre la aspereza
y la dificultad del idioma:
Su idioma es de lo mas áspero y duro que pueda haberse escu-
chado. Casi no se hace la pronunciacion mas que con los dientes,
articulando á pausas cada sílaba. Abundan las consonantes en los
vocablos, y sus terminaciones suelen ser tl y tz, constando el inter-
medio y principio de los vocablos de aspiraciones muy fuertes, á
que no puede un extrangero habituarse sinó con muchísimo trabajo
y despues de un largo exercicio (ms. 468, fol. 139v).
17
Véase Mithun (2006, pp. 549-533), Fernández Rodríguez (2013) para un estudio
del vocabulario nutkeño (1789) y Alvar Ezquerra (2014) para un estudio del voca-
bulario nutkeño (1802). Los vocabularios nutkeño y sandwich de la Relación de la
Entrada de San Lorenzo de Nutka (1789) sirvieron a Santelices para componer sus voca-
bularios en 1791. Los vocabularios patagón, de la lengua de Mulgrave y del Estrecho
de Príncipe Guillermo de la Colección Bauzá presentan muchas similitudes con los
vocabularios correspondientes aquí presentados.
400
La importancia lingüística de la expedición de Malaspina / Fernández Rodríguez
401
Lingüística misionera
18
Véase Fernández Rodríguez (2013) para una comparación de los vocabularios
nutkeño y sandwich con sendos vocabularios compilados por Cook (1821).
402
La importancia lingüística de la expedición de Malaspina / Fernández Rodríguez
19
Definición que refiere a los principales de las islas de Guaji.
403
Lingüística misionera
20
Véase Cook (1821, II, pp. 375-376), Lanyon-Orgill (1979, pp. 195-196).
De acuerdo con Krauss, en una carta fechada en 1982, el vocabulario de Cook no
describe ninguna lengua concreta del Estrecho de Príncipe de Guillermo, sino que
registra palabras de varias: «However, it is a most peculiar vocabulary, perhaps a composite.
The second to fourteenth items on this list are all definitely or at least possibly Prince William
Sound (Chugach) Eskimo. The first item, however, is probably Eyak, an Indian language,
now nearly extinct, of Copper River Delta and Controller Bay, and the numerals are clearly
Tanaina (Cook Inlet Athabaskan Indian)».
404
La importancia lingüística de la expedición de Malaspina / Fernández Rodríguez
3. Conclusiones
Los vocabularios compilados por los miembros de la Expedición de
Malaspina, oficiales de las corbetas Atrevida y Descubierta, y de sus
colaboradores de las goletas Sutil y Mexicana, durante los 62 meses que
recorrieron el mundo, son impresionantes. Los términos escogidos no
siempre son los mismos, si bien la mayoría comparten unos términos
básicos y que sirven de base para una comparación. Se recogen rela-
ciones de parentesco, partes del cuerpo, fauna y flora, acciones
cotidianas, objetos de caza y pesca, así como pequeñas expresiones
cotidianas que facilitaban la comunicación entre los exploradores y los
naturales. Unas entradas básicas que indican cierta conciencia sobre la
necesidad de un vocabulario modelo que facilitará la recogida de datos.
405
Lingüística misionera
Referencias
Alcalá Galiano, Dionisio (1802). Relación del viaje hecho por las goletas «Sutil»
y «Mexicana» en el año de 1792 para reconocer el Estrecho de Fuca con
una introducción en que se da noticia de las expediciones executadas ante-
riormente por los españoles en busca del paso del Noroeste de la América.
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los habitantes de Nutka. En María Luisa Calero, Alfonso Zamorano,
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World. Londres: Longman, Hurst, Rees, Orme y Brown.
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Trabajos zoológicos, geológicos, químicos. Madrid: Ministerio de Defensa.
406
La importancia lingüística de la expedición de Malaspina / Fernández Rodríguez
407
Lingüística misionera
408
La gramática colonial en América como forma
histórica del saber lingüístico1
Wulf Oesterreicher
LMU München
1. Introducción
La llamada «lingüística misionera»2 ha despertado en los últimos años,
en diferentes disciplinas —sobre todo entre historiadores, teólogos,
sociólogos y lingüistas— cada vez mayor interés3. No es el lugar para
discutir las causas de este creciente interés, pero al menos quiero señalar
que es amplio el abanico de motivaciones que favorecen la explota-
ción del tema: van desde la fascinación por el exotismo de las lenguas
y culturas indígenas hasta el interés por los problemas derivados del
descubrimiento y la colonización. Todo ello trae consigo una mayor
1
Agradezco a Álvaro Ezcurra Rivero por la lectura y revisión del texto.
2
Utilizaré aquí el término «linguística misionera», aunque a continuación veremos
la ambigüedad de la palabra «lingüística (misionera)». El universo referido exigiría el
empleo de formulaciones como «reflexión lingüística», «análisis y descripción grama-
tical», por eso utilizo prioritariamente el término «gramática colonial».
3
Cf. Bustamante, 1987; Suárez Roca, 1992; Amérindia, 1995; Hovdhaugen, 1996;
Zimmermann, 1997; Wendt, 1998 y 2001; Oesterreicher y Schmidt-Riese, 1999; sobre
todo, Zwartjes, 2000; Zwartjes y Hovdhaugen, 2004; Zwartjes y Altman, 2005; Zwartjes,
James, Ridruejo, 2007; Zwartjes, Arzápalo Marín y Smith-Stark, 2009; Zwartjes,
Zimmermann y Schrader-Kniffki, 2013.
409
Lingüística misionera
4
Cf. contribuciones en Wendt, 1998, 2001, y también en Zwartjes y otros, 2004,
2005, 2007, 2009, 2013, libros que incluyen trabajos sobre misiones y misioneros en
otras épocas y en otros continentes; este tipo de «lingüística misionera», en el marco de
la administración colonial francesa, inglesa y holandesa en los siglos XVIII, XIX y XX,
se diferencia fundamentalmente de la que es tema de nuestro artículo.
5
Cf. las fuentes citadas en la bibliografía; hay que mencionar, sin embargo, algunos
jesuitas italianos, por ejemplo, Ludovico Bertonio; cf. también la Grammaire algon-
quine, de Louis Nicolas (1674); cf. Schmidt-Riese 2003c.
410
Gramática colonial en América como forma histórica del saber lingüístico / Oesterreicher
6
Con respecto a la crítica del «pensamiento teleológico» en la historiografía,
cf. Oesterreicher 2005a, 2005b.
411
Lingüística misionera
412
Gramática colonial en América como forma histórica del saber lingüístico / Oesterreicher
7
Veremos, a continuación, cómo, en esta perspectiva, el término linguistica misionera
induce a errores.
8
Cf., sobre todo, los trabajos citados de Roland Schmidt-Riese y los míos en el curso
de este artículo y en la bibliografía.
9
Para estas diferencias cf., sobre todo, Padley, 1976 y 1985-1988; Ax, 2001;
Wortbrock, 2001; Vogt-Spira, 2001. Son importantes, en este contexto, los aspectos
de un «universalismo» del pensamiento filosófico-lingüístico que tiene una larga tradi-
ción medieval (cf. Bossong, 1990. Para la Temprana Edad Moderna, cf. los trabajos de
Pastrana, 1497; Sanctius Brocensis, 1587; Bathe, 1611; Roboredo, 1616.
413
Lingüística misionera
10
Para los aspectos generales del problema «medial» de la «graficación/escrituración»
de las lenguas y los problemas de una elaboración «concepcional» que corresponde a lo
que podemos llamar «escrituralización», cf. Oesterreicher, 1993.
11
Todo esto se aprecia claramente en la escrituralidad medieval en los ámbitos administra-
tivo, religioso, literario, etcétera; cf. Selig y Hartmann, 1993; Frank y Hartmann, 1997.
414
Gramática colonial en América como forma histórica del saber lingüístico / Oesterreicher
415
Lingüística misionera
416
Gramática colonial en América como forma histórica del saber lingüístico / Oesterreicher
417
Lingüística misionera
12
Un ejemplo especial y muy interesante de este «proceso europeo» de una endogra-
matización es la obra de Nebrija, en la que podemos, desde una perspectiva micro-
histórica, apreciar los progresos descriptivos en la explicación del castellano en un
lapso de tiempo relativamente corto: cf. Nebrija, 1481 (Introductiones latinae), 1486
(Introducciones latinas) y 1492 (Gramática castellana); cf., sobre todo, Ridruejo, 1994;
Escavy y otros, 1994; y también Braselmann, 1991.
418
Gramática colonial en América como forma histórica del saber lingüístico / Oesterreicher
13
Para el aprendizaje de las lenguas extranjeras en el Renacimiento en general, cf.
Caravolas, 1995.
419
Lingüística misionera
Son sobre todo los jesuitas quienes se caracterizan por este afán
pedagógico y este celo enorme en el ámbito de la redacción y
elaboración de gramáticas y textos14. No es sorprendente que
en la Societas Jesu se valore la tradición propia. Lo demuestra
otro testimonio, una cita de Antonio Machoni de Cerdeña, del
año 1732, que reza así:
Pues suele tal vez acontecer à los principios de la mission empren-
derse en el gentio algun mal contagioso, con que perecen sin remedio
muchos adultos por no aver modo de instruirles en los mysterios de
nuestra santa fé, para administrarles el sacramento del santo bautismo:
como me sucedió recien entrado en esta mission, el qual daño se
huviera en mucha parte evitado, si huviera tenido el arte y vocabu-
lario del idioma de estos indios que ha mas de cien años compuso e
v[enerado] p[adre] Alonso de Barzena, quando evangelizó a los tono-
cotés y lules, del qual arte, por no averse impresso, no ha quedado
mas que la noticia que de él se dá en la vida de este missionero
apostólico que hallando se en edad de sesenta y cinco años compe-
lido del fervoroso zelo de la salvacion de las almas tomó la fatiga de
componerle con su vocabulario, frustrandose su glorioso trabajo por
no averse dado a la imprenta, como el de otros missioneros jesuitas
de esta y otras provincias, que compusieron artes y vocabularios de
varias lenguas de diversas naciones infieles (Al lector, fols. 7r-7v)15.
14
Cf. Foertsch, 1998a, 1998b y 2001; Marzal, 1999; Castro y Simões, 1999;
Oesterreicher y Schmidt-Riese, 1999, pp. 79-84; Rosa, 1999; Navarro, 1996; Schmidt-
Riese, 1999 y 2002. Cf. los textos de los jesuitas Alvares, 1972 [1572]; Rincón, 1885
[1595]; Anchieta, 1990 [1595]; González Holguín, 1975 [1607]; Torres Rubio, 1616 y
1619; Roboredo, 1616; Bertonio, 1612; Figueira, 1621; Dias, 1621; Ruiz de Montoya,
1993 [1640]; Carochi, 1983 [1645]; Mamiani, 1699. Los Artes y vocabularios de los
autores citados se refieren a las lenguas de Angola, aymara, brazilica, guaraní, kiriri, lule,
mexicana, otomí, quichua o lengua del Inca, tonocote, etcétera. De las otras órdenes
mencionamos solamente, para la lengua mexicana, el otomí, el quichua (Olmos, 1993
[1547]; Santo Tomás, 1951 [1560]; Molina, 1571; Vetancurt, 1673; cf. también el Arte
breve de la lengua otomí y un vocabulario trilingüe de Urbano, 1990 [1605].
15
Cf., en el siglo XVIII, Antonio Machoni de Cerdeña, 1732.
420
Gramática colonial en América como forma histórica del saber lingüístico / Oesterreicher
***
16
Disponemos ahora del magistral trabajo de habilitación de Roland Schmidt-Riese,
del año 2004. Cf. también Schmidt-Riese, 2003a, 20003b, 2003c, 2003d, 2007, 2008,
2010a y 2010b.
421
Lingüística misionera
17
Cf. Tietz y Briesemeister, 2001; Foertsch, 2001; también Schmidt-Riese, 2007;
Oesterreicher y Schmidt-Riese, 1999; Hassler, 1994. Especial importancia tiene,
después de la expulsión de la orden de los jesuitas de América, la actividad del jesuita
Lorenzo Hervás y Panduro, cf. Coseriu, 1975-1976, 1978; Breva-Claramento y
Sarmiento, 1990; Zimmermann, 2001.
422
Gramática colonial en América como forma histórica del saber lingüístico / Oesterreicher
18
Cf. Debemos inistir aquí en el hecho muy significativo de que —con la excepción
de Manuel Breva-Claramonte, 1983— en este contexto nadie habla de una «lingüística
del Renacimiento» o «lingüística renacentista»; cf. Kukenheim, 1932.
19
Cf., otra vez, las observaciones en la nota 12.
423
Lingüística misionera
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Gramática colonial en América como forma histórica del saber lingüístico / Oesterreicher
4. Conclusión
Ya hemos visto al principio de estas observaciones, y ahora después
de nuestro argumento resulta clarísimo, que negar el carácter cientí-
fico a las actividades lingüísticas anteriores a 1800 no debe calificarse
de «despreciable» o «negativo». El argumento que ofrecemos y que
se orienta hacia una sana compresión histórica de los procesos de
reflexión lingüística, evidentemente no permite ningún tipo de atribu-
ción de carácter científico a las reflexiones y métodos propuestos con
anterioridad al siglo XIX. Son inútiles y erróneos ciertos discursos justi-
ficadores que defienden estas investigaciones —porque la expresión
«prehistoria» de la lingüística no tiene ninguna connotación negativa,
pues su verdadero sentido únicamente alude al hecho cierto de que es
«otra forma» del saber lingüístico, también distintamente organizado.
Es decir, la «historia temprana de la lingüística», la Frühgeschichte der
Sprachwissenschaft, con Franz Bopp, Jacob Grimm y Rasmus Rask, ya
es lingüística, pero la «prehistoria», la Vorgeschichte, no21.
20
Así, también el concepto de «linguística illuminista» resulta problemático. Cf.
Rosiello, 1967 y Sini y Rosiello, 2007. Cf. los artículos en la Encyclopédie, 1966-1967;
también Bossong, 1990; Droixhe, 1978; para una perspectiva general cf., sobre todo,
Oesterreicher, 1986.
21
Cf., sobre todo, Gauger, 1982 y 1991; también Gauger, Oesterreicher y Windisch,
1981. No es casual que los libros de Sylvain Auroux y Pierre Swiggers se titulen Histoire
des idées linguistiques e Histoire de la pensée linguistique y eviten hablar de «lingüística»
con respecto a una reflexión filosófica, lógica, semiótica en la Antigüedad, la Edad
Media y la Temprana Edad Moderna. Estas reflexiones, claro está, invalidan en cierto
sentido también la perspectiva cronológica muy general de algunos trabajos citados
en la nota 3, que, a mi modo de ver, presentan, sin saberlo, una tendencia teleológica
latente; cf. también Zimmermann, 2004 y 2006.
425
Lingüística misionera
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Gramática colonial en América como forma histórica del saber lingüístico / Oesterreicher
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de marzo de 2012. Ámsterdam y Filadelfia: Benjamins.
439
Sobre los autores
Editores
Rodolfo Cerrón-Palomino es especialista en lenguas andinas. Es magíster
en Lingüística por la Universidad de Cornell y doctor en Lingüística
por las universidades de San Marcos (Lima) e Illinois (sede de Urbana-
Champaign). Es profesor emérito de la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos (UNMSM) y en ejercicio de la Pontificia Universidad
Católica del Perú (PUCP).
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Autores
Willem F.H. Adelaar es profesor emérito de lenguas y culturas indí-
genas americanas de la Universidad de Leiden (Holanda). En la década
de 1970 realizó trabajos de campo lingüístico en el Perú central, que
desembocaron en su tesis de doctorado, una gramática del quechua
tarmeño (1977). Luego continuó su labor de investigación con la variedad
quechua de Pacaraos, ubicada en el valle alto de Chancay y con una
búsqueda de rastros del culle, lengua extinta de la sierra de La Libertad
y Áncash. Posteriormente se interesó por la problemática de las lenguas
en peligro de extinción y ha contribuido al estudio de la lingüística
histórica andina y sudamericana en general. Es el autor principal de
la obra The Languages of the Andes (Cambridge, Reino Unido, 2004).
Entre 2012 y 2017 dirigió un proyecto de investigación multidisciplinar
patrocinado por el Consejo Europeo de Investigación, que enfocaba las
relaciones prehispánicas entre Mesoamérica y la costa pacífica andina.
Es doctor Honoris Causa por la UNMSM (2007), profesor honorario
del Departamento Académico de Humanidades de la PUCP (2011) y
miembro honorario de la Linguistic Society of America (2017).
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Sobre los autores
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Lingüística misionera
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Sobre los autores
historia de la d
ocumentación de las lenguas indígenas de Fuego Patagonia.
Fue becaria de la Fundación Guggenheim, en 2005, y del Instituto Ibero-
Americano de Berlín, en 2004. Integra la Comisión Ejecutiva de la
mención en Ciencias Sociales y Humanidades del Doctorado UNRN.
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agosto 2019 Lima - Perú
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