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DEMOCRACIA Y FE, EN TIEMPOS DE CRISIS Y DE KAIRÓS

Sergio Montes, sj

Quisiera comenzar señalando que, como uds. saben, la palabra crisis tiene una carga negativa, pero
también una positiva (oportunidad para el cambio), y desde ambas connotaciones es posible acercarnos
a la realidad de la democracia en el país, desde un enfoque de fe cristiana.

Es posible vivir la crisis como la oportunidad para un kairós, un tiempo de especial densidad por la
actuación de Dios en la historia del conjunto de la Creación.

Sin embargo, quisiera puntualizar tres aspectos de lo que considero está en crisis actualmente en nuestra
vida política y democrática en el país.

1. LA INSTITUCIONALIDAD DEMOCRÁTICA: La información con la que contamos como ciudadanos


nos habla no sólo de un deterioro sino de una real crisis de elementos constitutivos y
fundamentales de la institucionalidad democrática. El más fuerte tiene que ver con la débil
independencia de los Órganos del Estado. A título de coordinación entre éstos se ha ido obrando
una manipulación y subordinación de los órganos judicial, electoral y legislativo a la visión de
poder del ejecutivo. Como datos recordemos lo que han representado las elecciones judiciales. El
manejo de la LOP y las elecciones primarias, el uso de la mayoría parlamentaria para aprobar leyes
diseñadas desde el ejecutivo, etc. No le hace bien a la democracia el que no haya poderes que se
fiscalicen y contrapesen; la separación e independencia de los mismos permite equilibrios en el
poder, pues la democracia aparece en reacción al absolutismo monárquico.

Otro elemento es la pérdida de la soberanía del pueblo, habiéndose violentado la voluntad


popular expresada en un mecanismo de democracia directa como fue el Referendum
Constitucional del 21F, al desconocer su carácter vinculante. El discurso del pueblo como sustento
del poder, desde las visiones populistas o autoritarias, sólo se aplica si refuerza a ése poder
concreto, sino, el poder lo reemplaza por su propia interpretación de la realidad. El pueblo es
usado y abusado por el poder, y muchos líderes, dirigentes y representantes son cómplices de ese
manoseo.

La democracia es una forma de vida y organización del poder, de la sociedad y del gobierno, con
aciertos y disfuncionalidades, mejor que otras, que dominaron los sistemas políticos durante
siglos, pero también tiene que desarrollarse y reconfigurarse, precisamente a partir de las
experiencias contextuales que se presentan en la historia de los pueblos y Estados.

2. CORRUPCIÓN EN EL ESTADO QUE AFECTA EL BIEN COMÚN. El uso de los recursos públicos para
beneficios particulares o sectoriales ha sido una práctica común en la última década. Casos como
el Fondo Indígena, Taladros de YPFB, Desfalco en el Banco Unión, Barcazas Chinas, etc. están
presentes en diversas estructuras e instituciones del Estado, privilegiando una visión del
aprovechamiento individual o grupal a la del bien común, para un mayor beneficio. El uso de
recursos públicos con afán electoral, corrompe las relaciones entre el Estado y la sociedad, con
actitudes prebendales o clientelares; o cuando se hace un mal uso, el mismo es irracional o ajeno
a las necesidades y urgencias en un país que tiene muchas carencias.
Procurar el mayor bien, que alcance a más personas o a la población más urgida de políticas
pública eficientes con recursos que las hagan sostenibles es una visión a incorporar en los actores
políticos de nuestro país.

El bien común, como parte de la Doctrina Social de la Iglesia, es un pilar ético necesario para la
acción política y que puede ayudar a desmontar esas estructuras de corrupción que afectan
principalmente a los más vulnerables, desfavorecidos y pobres. Gastar, perder o mal invertir
dinero del Estado significa no poder contar con mejores infraestructuras hospitalarias, con
equipamiento e insumos, no poder pagar más ítems, no realizar inversiones u otorgar incentivos
a los pequeños y medianos productores de alimentos, no contar con equipamiento para atender
a situaciones de emergencia y desastre.

3. NO SE CREE EN EL ESTADO DE DERECHO Y SE USA EL PODER BAJO LAS APARIENCIAS DE


DEMOCRACIA. Es lamentable el hecho de que la Constitución, las leyes, las normas sea usadas y/o
modificadas a gusto y provecho de quienes tienen poder. La Constitución es para que la cumplan
todos los ciudadanos bolivianos, no un recurso acomodaticio a los intereses del poder.
Lastimosamente en la historia de la humanidad hemos sido testigos de cómo los poderosos han
desconocido la ley o la han acomodado a sus ambiciones. Lean sino las críticas y exigencias de los
profetas del Antiguo Testamento (Amós, Jeremías, Oseas) y su reclamo a los reyes del pueblo de
Israel. O más cercano a nuestro conocimiento el cuestionamiento de Jesús a los líderes religiosos
de su tiempo.

Abusar del poder para generar injusticia pareciera la lógica a la que están acostumbrados muchos
de los líderes políticos en el mundo. Con un manto de aparente legalidad se ha pisoteado la
voluntad soberana del pueblo en el referéndum del 21F, se han realizado unas elecciones
primarias con un afán plebiscitario que no tuvo los efectos que se pretendieron y hoy se cambia
candidatos a dedo. Se persigue a dirigentes que no se subordinan a los dictámenes del Ejecutivo
y se realizan acciones judiciales para condenarlos, también bajo el manto de que –
aparentemente- todo es legal. A Jesús también le hicieron un juicio simulado, pero el interés y la
condena ya estaban establecidos de antemano. La ley puede servir para muchas cosas, depende
quién tenga el poder de usarla a su favor.

Pero como canta Mercedes Sosa… ¡quién dijo que todo está perdido!, es necesario actuar para poner el
corazón en la conversión de la crisis en un kairós

1. EL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA SIRVE TAMBIÉN PARA LAS SOCIEDADES LAICAS

El Magisterio de la Iglesia, su Doctrina Social, muchas veces puede servir como orientación
efectiva para atender problemáticas y crisis en diversos contextos sociales e históricos, pues nace
de la fuente principal que es el Evangelio de Jesús, desde ahí uno puede rastrear lo que representa
el ser cristiano en el mundo. Por ello, al hablar de la democracia, la justicia, la dignidad de las
personas y los pueblos podemos apelar a la reflexión que, con sabiduría, ha ido planteando la fe
cristiana desde los principios del Evangelio.
El Papa Francisco ha escrito la encíclica Laudato Si, publicada con anterioridad a la COP21 sobre
el cambio climático y por ello un documento orientador y oportuno. El planteamiento de una
crisis socioambiental global ayuda a comprender que hay unos modelos de pensamiento y acción,
unas concepciones de la vida, de la naturaleza, del ser humano, que resultan ser atentatorias
contra los mismos: mentalidades desarrollistas en función de la riqueza, el consumismo,
sociedades tecnocráticas y condicionadas por modelos económicos capitalistas son ejemplos de
que es preciso llegar a las causas estructurales donde le juego democrático se define y condiciona.

Por ello, es oportuno plantear puntualmente algunos lineamientos que servirían para el diálogo y
debate con las visiones antes señaladas:

- El poder como servicio.


- Los intereses en función del bien común
- Cuestionar los paradigmas que configuran la realidad actual
- El clamor de los pobres y vulnerables, así como el grito de la Hermana Madre Tierra son
clamores de justicia que llegan al cielo.
- No anteponer el desarrollo meramente económico a la dignidad de la persona.
- En las sociedades democráticas, con autenticidad, es posible respetar las leyes, la
institucionalidad, la atención efectiva a poblaciones marginadas o vulnerables, la libertad de
expresión, y otros, que contribuyen a generar un mundo más justo y humano.

La pregunta es ¿en qué notamos que los líderes políticos asumen tales valores, criterios y
visiones? O más bien ahondan la crisis de la democracia. Eso requiere por una parte una
ciudadanía activa y efectiva, porque es conciente de su responsabilidad y la denuncia profética
que no permite la injusticia a la vez que señala nuevos caminos posibles a recorrer.

2. UNA CIUDADANÍA CONCIENTE Y COMPROMETIDA CON CAUSAS

Es fundamental y necesario que la ciudadanía asuma su vocación ciudadana, que sea capaz de ver
con perspectiva la realidad cotidiana y sin la ceguera de apasionamientos o fundamentalismos de
las ideologías, analizarla y detectar las tendencias de vida y de muerte que se ciernen sobre sus
respectivas sociedades.

No todo depende del Estado, de lo que se le exija o demande. Como sociedad tenemos también
la responsabilidad de hacernos cargo de la porción de realidad en la que estamos inmersos.

Como ciudadanos tenemos que identificar la realidad con claridad, poniendo nombre a las cosas,
no disimulando como si nada pasase. En nuestro país se atenta contra los DDHH de muchas
personas, se manipulan las leyes e instituciones a gusto y beneficio de las autoridades, de todos
los niveles, hay mucha corrupción y eso es un pecado que insulta la dignidad de los pobres.

Ciudadanos y ciudadanas, conscientes y activos, es lo que permite el desarrollo de la democracia,


más allá de lo que los políticos circunstanciales pueden llegar a hacer. No dejarse engañar y no
dejar que mientan impunemente es una de las tareas de fiscalización que puede la sociedad civil
y la ciudadanía realizar, para ayudar a cambiar mentalidades, prácticas y costumbres que están
dañando nuestra convivencia democrática.

3. LA DENUNCIA PROFÉTICA QUE ABRE HORIZONTES DE POSIBILIDAD

No se trata de ser profetas de calamidades, viendo sólo lo negativo o malo. En toda realidad está
en germen la posibilidad de una vida nueva, transformada, reconfigurada. Tampoco significa que
se tengan que invisibilizar o dejar de lado la denuncia profética frente a las situaciones que hemos
presentado.

Pero toda crisis puede ayudar a abrirse a nuevos horizontes y descubrir por dónde la acción del
Espíritu va obrando y marcando las tendencias a seguir.

La democracia es un modelo de organización y convivencia en sociedad para configurar las


relaciones de poder, que ha tenido un inicio y probablemente tenga un fin, al menos de la forma
por nosotros ahora conocida. No me refiero a que haya que aniquilar ahora la democracia por sus
defectos y disfuncionalidad, sino a que precisamente al activar nuestra visión de más largo plazo,
perfilando los horizontes por donde la humanidad quiere conducirse, es posible que aparezcan
otros modelos (ya no influenciados por la modernidad) y que resuelvan aquello que en la
actualidad está en crisis, será entonces un momento de kairós.

La denuncia profética es una forma de abrir esos caminos hacia nuevos horizontes, en la medida
que las circunstancias históricas lo permitan. Por ello, junto con tal actitud está la capacidad
mística, de ojos abiertos, y atenta a los dinamismos en la trama de la historia.

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