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TALUDES

I. DEFINICIÓN DE TALUD:

Se denomina talud a cualesquier superficie inclinada respecto a la horizontal


que hayan de adoptar permanentemente las estructuras de tierra. Los
taludes se dividen en talud natural y talud artificial. Cuando el talud se
produce de forma natural, sin la intervención humana, se denomina ladera
natural o simplemente ladera. La latitud natural se forma por la acumulación
de fragmentos de rocas o por la erosión, formándose así las laderas, lomas,
taludes en valle, acantilados costeros y de ríos. Los taludes artificiales son
las que se hacen en la ingeniería, como por ejemplo los terraplenes, presas,
cortes y excavaciones.
Los taludes se construyen con la pendiente más elevada que permite la
resistencia del terreno, manteniendo las condiciones de estabilidad.
El diseño de taludes es uno de los aspectos más importantes de la
ingeniería geológica, pues está presente en la mayoría de las actividades
constructivas o extractivas.

II. DEFINICIÓN DE ESTABILIDAD

Se entiende por estabilidad a la seguridad de una masa de tierra contra la


falla o movimiento. Como primera medida es necesario definir criterios de
estabilidad de taludes, entendiéndose por tales algo tan simple como el
poder decir en un instante dado cuál será la inclinación apropiada en un corte
o en un terraplén; casi siempre la más apropiada será la más escarpada que
se sostenga el tiempo necesario sin caerse. Este es el centro del problema
y la razón de estudio.
A diferentes inclinaciones del talud corresponden diferentes masas de
material térreo por mover y por lo tanto diferentes costos. Podría imaginarse
un caso en que por alguna razón el talud más conveniente fuese muy tendido
y en tal caso no habría motivos para pensar en “problemas de estabilidad de
taludes”, pero lo normal es que cualquier talud funcione satisfactoriamente
desde todos los puntos de vista excepto el económico, de manera que las
consideraciones de costo presiden la selección del idóneo, que resultará ser
aquél al que corresponda la mínima masa de tierra movida, o lo que es lo
mismo el talud más empinado.
Probablemente muchas de las dificultades asociadas en la actualidad a los
problemas de estabilidad de taludes radican en que se involucra en tal
denominación a demasiados temas diferentes, a veces radicalmente
distintos, de manera que el estudio directo del problema sin diferenciar en
forma clara tales variantes tiende a conducir a cierta confusión. Es indudable
que en lo anterior está contenida la afirmación de que los taludes son
estructuras muy complejas, que prestan muchos puntos de vista dignos de
estudio y a través de los cuales la naturaleza se manifiesta de formas
diversas. Esto hará que su estudio sea siempre complicado, pero parece
cierto también, que una parte de las dificultades presentes se debe a una
falta de correcto deslinde de las diferentes variantes con que el problema de
estabilidad se puede presentar y se debe afrontar.
Los problemas relacionados con la estabilidad de laderas naturales difieren
radicalmente de los que se presentan en taludes construidos por el
ingeniero. Dentro de éstos deben verse como esencialmente distintos los
problemas de los cortes de laderas y los de los terraplenes. Las diferencias
importantes radican, en primer lugar, en la naturaleza de los materiales
involucrados y, en segundo, en todo un conjunto de circunstancias que
dependen de cómo se formó el talud y de su historia geológica, de las
condiciones climáticas que primaron a lo largo de tal historia y de la influencia
del hombre que ejerce en la actualidad o haya ejercido en el pasado. Esta
historia y génesis de formación de laderas y taludes, la historia de esfuerzos
a que estuvieron sometidos y la influencia de condiciones climáticas o, en
general, ambientales, definen aspectos tan importantes como configuración
de los suelos y las rocas, o el flujo de las aguas subterráneas a través de los
suelos que forman la ladera o el talud, el cual influye decisivamente en sus
condiciones de estabilidad.

III. IMPORTANCIA DE LAS TALUDES

El moderno desarrollo de las actuales vías de comunicación, tales como los


canales, caminos o ferrocarriles, así como el impulso de la construcción de
presas de tierra ha recibido en todo momento en los últimos años y
el desenvolvimiento de obras de protección contra la acción de los ríos,
por medio de desbordes, etc., han puesto al diseño y la construcción de
taludes en un plano de importancia ingenieril de primer orden. Tanto por el aspecto
de inversión como por el de consecuencias derivadas de su falla, los taludes
constituyen hoy una de las estructuras ingenieriles que exigen mayor
cuidado por parte del proyectista. Es obvio que la construcción de estas
estructuras es probablemente tan antigua como la misma humanidad; sin
embargo, durante casi toda la época histórica y han constituido un problema
al margen de toda investigación científica; hasta hace relativamente pocos
años los taludes se manejaron con normas puramente empíricas, sin ningún
criterio generalizador de las experiencias adquiridas, la expansión del
ferrocarril y el canal primero y de la carretera después, provocaron los
primeros intentos para el estudio racional de este campo; pero no fue sino
hasta el advenimiento de la actual Mecánica de Suelos cuando fue posible
aplicar al diseño de taludes normas y criterios, que sistemáticamente
tomasen en cuenta las propiedades mecánicas e hidráulicas de los suelos
constitutivos, obteniendo experiencia sobre bases firmes y desarrollando las
ideas teóricas que permiten conocer cada vez más detalladamente el
funcionamiento particular de estas estructuras. La historia del desarrollo de
la técnica constructiva de presas de tierra y de los métodos de análisis de
las mismas es uno de los tantos ejemplos en apoyo de la afirmación anterior;
hoy gracias al aporte de la Mecánica de Suelos al análisis de taludes, entre
otras razones se constituyen doquiera presas que hace apenas 30 o 40 años
se estimarían imposibles de realizar.

IV. ESTABILIDAD DE TALUDES

4.1. Generalidades

Se comprende bajo el nombre genérico de taludes cualesquiera


superficies inclinadas respecto a la horizontal que hayan de adoptar
permanentemente las estructuras de tierra, bien sea en forma natural
o como consecuencia de la intervención humana en una obra de
ingeniería. Desde este primer punto de vista los taludes se dividen en
naturales (laderas) o artificiales (cortes y terraplenes).Aun cuando las
laderas naturales pueden plantear y de hecho plantean problemas
que pueden llegar a ser de vital importancia, en este capítulo se
tratarán en forma predominante los taludes artificiales, pero se
mencionarán las características más importantes que pueden ser
fuente de preocupación ingenieril en las laderas naturales.

4.2. Dinámica de cuerpos rocosos

Es frecuente la presencia de taludes junto a nuestras carreteras o al


lado del ferrocarril. Los taludes se forman al cortar una ladera de un
monte para la construcción de infraestructuras viarias. Al tratarse de
zonas inestables, dichos taludes provocan numerosos problemas.

 Riesgos y consecuencias

En los taludes rocosos, las inestabilidades son debidas a las


características geomecánicas del macizo rocoso, al estado de
conservación del propio talud y a las condiciones de penetración del
agua. Una vez que ha comenzado el movimiento de las rocas, el factor
clave es la inclinación del talud. Por otro lado, el tamaño del talud
también influye en la probabilidad de que se caigan o no las rocas. Si
el talud es alto y largo, tendrá una mayor masa rocosa con riesgo de
caerse. Cuanto mayor sea dicha masa, mayor será el riesgo de que
se produzca el desprendimiento. Por lo tanto, a mayor cantidad de
rocas, mayor riesgo de desprendimiento y mayores desperfectos. En
ocasiones, los materiales de los taludes están orientados
directamente hacia las carreteras o vías del tren, debido a que en el
macizo tenían esa dirección. En otros casos, las rocas suelen estar
orientadas en otra dirección, y, por lo tanto, presentan menos riesgo,
dado que el desprendimiento probablemente no alcanzará las vías o
carreteras.

 Medidas correctoras

El objetivo de estas medidas geotécnicas es identificar, controlar y


corregir los elementos que pueden ser inestables. Para ello, es
necesario establecer protocolos o programas de actuación. Mediante
dichos programas se valorarán las mejoras que se pueden obtener
con las medidas correctoras y se solucionarán los problemas
registrados. Mediante unos parámetros se mide la estabilidad del
talud rocoso y se estiman los desperfectos que ocasionaría el
desprendimiento. Así, se distinguen las clases de rocas, y se ofrece
información acerca de las características y del comportamiento que
tienen en talud. Por último, se proponen medidas correctoras para
cada tipo de roca. Se mencionan, entre otras, las siguientes: utilizar
barras de acero como tensores,cubrir el talud con hormigón, poner
redes dinámicas para recoger las rocas, etc.Al fin y al cabo el objetivo
de todos estos estudios es proponer medidascorrectoras adecuadas
para cada caso y minimizar los riesgos.

4.3. DETERMINACIÓN DE LA ESTABILIDAD DE TALUDES.

La inestabilidad de taludes es una noción general que se refiere a lo


propenso deocurrencia de cierto grado o intensidad de movimiento
masivo de un talud.En términos geomorfológicos, se consideran la
inestabilidad como un mecanismode transformación de la forma de la
tierra. Por el cual los materiales queconstituyen un talud ajustan su
altura y ángulo de reposo a los cambios de lasnuevas condiciones
hidro-climáticas, geomorfológicos y bióticas.En la ingeniería, la
estabilidad de un talud se considera como grado y frecuenciade
movimiento de una masa de suelo que hace peligrar el desarrollo
normal deestructura y de la actividad humana. En la práctica, esta
definición requiere de la presencia de un movimiento inminente de
masa de suelo tal como un aluvión, pero que generalmente excluyela
presencia de fenómenos lentos tales como la reptación de suelos.

La investigación para la determinación de la estabilidad de un talud


requiere decuatro mayores etapas:a) Selección de un criterio
específico en el cual se basa la determinación deestabilidad.

b) Reconocimiento y medición de la evidencia de inestabilidad.


c) Definición y clasificación del grado de estabilidad.
d) Mapeo y representación gráfica de las condiciones de
estabilidad.Para la selección de un criterio específico en el cual se
basa la determinación deestabilidad, existen cuatro criterios
fundamentales: la frecuencia con la cual untalud experimenta
actividad de deslizamientos, combinada con el potencial paradicha
actividad, magnitud del movimiento, grado o velocidad de movimiento;
ytipo de movimiento.De acuerdo a las condiciones técnicas, sociales
y económicas, este criterio podráser aplicado para definir las medidas
y costo de estabilización, la magnitud ycosto de los daños
ocasionados y la planeación del futuro uso del suelo.

4.4. RAZONES PARA EL ANÁLISIS DE ESTABILIDAD DE


TALUDES.
 Para determinar la estabilidad de diferentes tipos de taludes
bajo condiciones dadas, se puede diseñar estudios analíticos
antes de efectuar cortes o rellenos.
 Para determinar la posibilidad de deslizamiento que involucran
la influencia de modificaciones en taludes naturales o
artificiales.
 Para analizar taludes deslizamientos que ya han ocurrido.
 Para permitir el rediseño de taludes fallados y el planeamiento
y diseño de medidas preventivas y de remedio.
 Para permitir el estudio de los efectos de carga excepcionales,
tales como terremotos en taludes y terraplenes.
 Para entender el desarrollo y la forma de los taludes naturales.
V. TIPOS DE FALLAS MAS COMUNES EN TALUDES

5.1. Falla por deslizamiento superficial

Cualquier talud está sujeto a fuerzas naturales que tiende a


hacer que las partículas y porciones del suelo próximas a su
frontera deslicen hacia abajo; el fenómeno es más intenso
cerca de la superficie inclinada del talud a causa de la falta de
presión normal confinante que allí existe como una
consecuencia, la zona mencionada puede quedar sujeta a un
flujo viscoso hacia abajo, que generalmente, se desarrolla con
extraordinaria lentitud. El desequilibrio puede producirse por un
aumento en las cargas actuantes en la corona del talud, por
una disminución en la resistencia del suelo al esfuerzo cortante
o, en el caso de laderas naturales, por razones de
conformación geológica que escapan a un análisis local
detallado. El fenómeno es muy frecuente y peligroso en laderas
naturales y, en este caso, generalmente abarca áreas tan
importantes que cualquier solución para estabilizar un
estructura alojada en esa zona escapa de los límites de los
económico, no quedando entonces más recurso que un cambio
en la localización de la obra de que se trate, que evite la zona
de deslizamiento. El fenómeno se pone de manifiesto a los ojos
del ingeniero por una serie de efectos notables, tales como
inclinación de los árboles, por defecto de arrastre producido por
capas superiores del terreno en que enraízan; inclinación de
postes, por la mimarazón; movimientos relativos y ruptura de
bardas, muros, etc.; acumulación de suelos en las depresiones
y valles y falta de los mismos en las zonas altas, y otras señales
del mismo tipo. Investigaciones recientes sobre
comportamiento triaxial de suelos arcillosos en pruebas
drenadas, demuestran que su resistencia es una función del
tiempo que dura la prueba; la curva esfuerzo-deformación
también depende del tiempo que actué sobre la muestra cada
incremento de carga. Para cargas muy pequeñas respecto a la
resistencia máxima, las diferencias de deformación axial crece
mucho, si la carga se deja actuar largos periodos de tiempo, el
efecto empieza a ser importante cuando la carga aplicada es
del orden del 50% de la resistencia máxima, pero se nota
claramente para cargas bastante menores. En el deslizamiento
superficial influye seguramente este fenómeno, pues los
esfuerzos cortantes en la superficie del talud pueden actuar
mucho tiempo sobre los materiales arcillosos.
5.2. Desplazamiento en Laderas Naturales Sobre Superficies
De Falla Preexistentes.

En muchas laderas naturales se encuentra en movimiento


hacia abajo una costra importante del material; no se trata ya
de un mecanismo más o menos superficial, como el que se
describe en el inciso a) anterior, sino de otro producido por un
proceso de deformación bajo esfuerzo cortante en partes más
profundas, que llega muchas veces a producir una verdadera
superficie de falla. Estos movimientos, a veces son tan lentos
que pasan inadvertidos hasta que el ingeniero ha de actuar en
la zona, en alguna obra. Si los movimientos se aceleran se
puede llegar a producir un deslizamiento de tierras. Parece ser
que la mayor parte de este tipo de movimientos serán
asociados a ciertas estratigráficas favorables a ellos, al mismo
tiempo que a flujos estaciónales de agua en el interior de la
ladera. Un caso frecuente y tal vez el más sencillo es el que
aparece en laderas formadas por depósitos de talud sobre
otros materiales firmes estratificados, que siguen más o menos
la inclinación de la ladera. En estos casos se observan con
frecuencia superficies de falla prácticamente planas, que
siguen los contactos entre los depósitos de talud y los
materiales más resistentes de apoyo. Este tipo de fallas se
presenta en materiales cohesivos, donde las fuerzas
gravitacionales, actuando por largo tiempo, producen
deformaciones grandes, que llegan a generar la superficie de
falla. Una vez generada la superficie, la resistencia disponible
a lo largo de ella será la resistencia residual.

5.3. Falla por Movimiento del Cuerpo del Talud.

En contraste con los movimientos superficiales lentos descritos


en el inciso anterior, pueden ocurrir en los taludes movimientos
bruscos que afectan a masas considerables de suelo, con
superficies de falla que penetran profundamente en su cuerpo.
Estos fenómenos reciben el nombre de deslizamiento de
tierras. Dentro de estos existen dos tipos claramente
diferenciados. En primer lugar, un caso en el cual se definen
una superficie forma una traza con el plano del papel que
puede asimilarse por facilidad y sin error mayor, a una
circunferencia. Estas son las fallas llamadas por rotación. En
segundo lugar, se tienen las fallas que ocurren a lo largo de
superficies débiles, asimilables a un plano en el cuerpo del
talud o en su terreno de cimentación. Estos planos débiles
suelen ser horizontales o muy poco inclinados respecto a la
horizontal. Estas son las fallas por traslación. Las fallas por
rotación pueden presentarse pasando la superficie de falla por
el pie del talud, sin interesar el terreno de cimentación o
pasando adelante del pie, afectando el terreno en que el talud
se apoya (falla de base). Además pueden presentarse las
llamadas fallas locales, que ocurren en el cuerpo del talud, pero
interesando zonas relativamente superficiales.

5.4. Flujos

Este tipo de fallas consiste en movimientos más o menos


rápidos de zonas localizadas de una ladera natural, de manera
que el movimiento en sí y la distribución aparente de las
velocidades y los desplazamientos asemejan el fluir de un
líquido viscoso. No existe en sí, una superficie de falla, o ésta
se desarrolla en un lapso muy breve al inicio del fenómeno.
Estas fallas pueden ocurrir en cualquier formación no
cementada desde fragmentos de roca, hasta arcillas francas;
suceden tanto en materiales secos como húmedos. Muchos
flujos rápidos en materiales secos ocurren asociados a
fenómenos de presión de aire, en los que este juega un papel
análogo al del agua en los fenómenos de licuación de suelos.
Otros flujos en suelos muy húmedos, son verdaderos procesos
de licuación.

5.5. Fallas por erosión

Estas son también fallas de tipo superficial provocadas por


arrastre de viento, agua, etc., en los taludes. El fenómeno es
tanto más notorio cuanto más empinadas sean las laderas de
los aludes. Una manifestación típica del fenómeno suele ser la
aparición de irregularidades en el talud, originalmente
uniforme. Desde el punto de vista teórico esta falla suele ser
imposible de cuantificar detalladamente, pero la experiencia ha
proporcionado normas que la atenúan grandemente si se las
aplica con cuidado.

5.6. FALLA POR LICUACIÒN

Estas fallas ocurren cuando en la zona del deslizamiento el


suelo pasa rápidamente de una condición más o menos firme
a la correspondiente a una suspensión con pérdida casi total
de resistencia al esfuerzo cortante. El fenómeno puede ocurrir
tanto en arcillas como con arenas poco compactas.

VI. TALUDES EN ARENAS.

La estabilidad de un talud homogéneo con su suelo de cimentación


construido con un suelo “puramente friccionante”, tal como una arena
limpia, es una consecuencia de la fricción que se desarrolla entre las
partículas constituyentes, por lo cual, para garantizar estabilidad
bastará que el ángulo del talud sea menor que el ángulo de fricción
interna de la arena que un material suelto, seco y limpio se acercará
mucho al ángulo de reposo. Por lo tanto, la condición límite de
estabilidad es, simplemente.

&=Ç

Sin embargo, si el ángulo & es muy próximo a Ç, los granos de arena


próximos a la frontera del talud, no sujetos a ningún confinamiento
importante, quedará en una condición próxima a la de deslizamiento
incipiente, que no es deseable por ser el talud muy fácilmente
erosionable por el viento o el agua. Por ello es recomendable que en
la práctica & sea algo menor que Ç. La experiencia ha demostrado
que si se define un factor de seguridad como la relación entre los
valores de & y Ç, basta que el factor tenga un valor de orden de 1.1 ó
1.2 para que la erosión superficial no sea excesiva.

VII. TRATAMIENTO, ESTABILIZACIÓN Y PROTECCIÓN DE TALUDES

La inestabilidad de un talud y la consecuente formación de


desprendimientos o deslizamientos, puede estar originada por
numerosas y distintas causas, o por la combinación de más de una
(inclinación, altura, morfología, topología del material, disposición de
las fracturas y diaclasas, presencia de agua, etc.).La elección del
sistema o actuación de estabilización más eficiente, tanto técnica
como económicamente, vendrá determinada por:
- Las causas que provocan inestabilidad.
- El tipo de infraestructura afectada (carretera, línea férrea, edificios,
etc.).
- El nivel de seguridad requerido.
- El impacto visual y ambiental.
- Las posibilidades o requerimientos de mantenimiento.
VIII. ALGUNOS MÉTODOS PARA MEJORAR LA ESTABILIDAD DE TALUDES

8.1. Tender Taludes.

A primera vista quizá pudiera pensarse que esta solución sea


la más obvia y sencilla en la práctica. Sin embargo, ha de
tomarse con el debido cuidado desde el punto de vista teórico
y muchas veces es irrealizable prácticamente hablando. Si el
terreno constituyente del talud es puramente friccionante la
solución es indicada, pues, según se vio, la estabilidad de
estos suelos es fundamentalmente, se adquiere la estabilidad
del talud está condicionada sobre todo por la altura del mismo
y la ganancia tender el talud es siempre escasa y, en
ocasiones, nula. En los suelos con “cohesión” y “fricción”, el
tender talud producirá un aumento en la estabilidad general.
Por otra parte, muchos requisitos prácticos, tales como
invasión de zonas urbanas, condiciones económicas
emanadas del movimiento de grandes volúmenes de tierra,
etc., hacen imposible al proyectista el pensar en tender los
taludes de los terraplenes, bordes, cortes y demás obras
similares, en gran cantidad de casos prácticos.

8.2. Empleo de Bermas Laterales o Frontales

Se denomina bermas a masas generalmente del mismo


material que el propio talud, que se colocan adecuadamente en
el lado exterior del mismo a fin de aumentar su estabilidad. En
general una berma produce un incremento en la estabilidad por
dos motivos. Uno por su propio peso, en la parte que queda
hacia fuera de la vertical que pasa por el centro del círculo de
falla, disminuyendo el momento motor. Otro que aumenta el
momento resistente, por el incremento en la longitud del arco
de falla por efecto de la propia berma. Otro efecto importante de
las bermas a veces de gran utilidad estriba en la redistribución
de esfuerzos cortantes que su presencia produce en el terreno
de cimentación. En efecto, en ciertas zonas de este se
producen concentraciones detales esfuerzos que pueden ser
muy perjudiciales, sobre todo en terrenos muy arcillosos
altamente sensibles; la presencia de la berma hace que la
distribución de esfuerzos sea más favorables y que un mayor
volumen del terreno de cimentación coopere a resistir tales
esfuerzos. En los cálculos prácticos ha de tenerse en cuenta
que la presencia de la berma modifica la ubicación de la
superficie de falla crítica, por lo que su colaboración exige un
nuevo cálculo de la estabilidad de la estabilidad del nuevo talud
protegido por la berma. La experiencia ha demostrado que es
una buena base para los tanteos el suponer un ancho de berma
del orden de la mitad de la base del terraplén u una altura tal
que el peso de la berma dé un momento igual al requerido para
alcanzar en el talud original el factor de seguridad deseado. A
partir de este principio se procederá por tanteos hasta fijar la
berma mínima que cumpla su cometido.

8.3. Empleo de Materiales Ligeros

Se trata ahora de colocar como material de terraplén suelos de


peso específico bajo que, por lo tanto, den bajos momentos
torsores El terraplén de origen volcánico, con peso específico
del orden de 1 a 1,2 ton/m3 ha sido empleadopara este fin.
Otras soluciones, tales como substitución de parte del terraplén
con tubos y, por ello, su uso ha sido muy limitado.

8.4. Consolidación Previa de Suelos Comprensibles

Cuando los suelos de cimentación de terraplenes sean mantos


comprensibles saturados de baja resistencia al esfuerzo
cortante, puede inducirse un proceso de consolidación,
acelerado en lo posible, que aumente la resistencia del
material. Al construir terraplenes es frecuente y económico
recurrir a construir la estructura por partes, no ejecutando otra
mientras la anterior no haya producido una consolidación
suficiente. El procedimiento para estimar el aumento de la
resistencia al esfuerzo cortante que tiene lugar según el
proceso de consolidación progresiva está en ideas expuesta y
discutidas en los capítulos anteriores.

IX. LOS TERRAPLENES Y ESTRUCTURAS TERREAS

Los terraplenes y estructuras térreas que se utilizan para rellenos de


predios, plataformas, caminos, bordos, desniveles, pisos industriales,
estacionamientos, patios de contenedores, ferrocarriles, aeropuertos,
rampas de hospitales u otras, etc., son el acumulamiento de tierra o
suelo de una cierta calidad, compactado de acuerdo a técnicas ya
muy conocidas. La resistencia de dicha acumulación de tierra varía
de acuerdo al tipo de suelo que se use y de acuerdo al uso que se
pretenda dar a tal obra.
Las estructuras de suelo reforzado se dividirán en:
 Taludes o laderas y terraplenes con pendientes pronunciadas
sobre suelos con adecuada capacidad de carga.
 Muros de contención sobre suelos con adecuada capacidad de
carga.
 Refuerzo de suelos con baja capacidad de carga.
 Terraplenes sobre suelos con baja capacidad de carga
 Control de erosión en taludes, laderas y muros.

En los dos primeros casos, el muro, talud o terraplén de suelo


reforzado, se supone que esté desplantado sobre un suelo firme
incompresible o roca, los cuales impiden a las potenciales superficies
de falla presentarse por la base o por el pie del talud al revisarse por
estabilidad global la estructura.
9.1. Principales componentes de un terraplén sobre suelos
blandos.

A. Zona de suelo reforzado: Es la masa de suelo conformada


por el relleno y las capas horizontales de refuerzo. La cara
del suelo reforzado puede ser o no paralela la cara frontal
del talud. Pueden o no existir también sobrecargas sobre la
superficie del suelo reforzado.

B. Suelo retenido: Es el suelo natural o relleno localizado


detrás de la zona desuelo reforzado. Puede, igualmente,
soportar o no sobrecargas en su superficie.

C. Dren de chimenea: Generalmente se hace necesario,


como medida de seguridad, el colocar un dren que elimine
o intercepte las aguas subterráneas provenientes del
respaldo, evitando que se establezca una red de flujo a
través del talud, disminuyéndole de esta forma su factor de
seguridad e incluso podría ponerlo en peligro al generarse
presiones hidrostáticas en la zona de suelo reforzado.
Estos drenes pueden formarse por piedra partida, envuelta
dentro de un geotextil, el cual funcionará como filtro,
evitando el taponamiento del dren. Pueden igualmente
usarse drenes prefabricados y una tubería de drenaje,
forrada, igualmente, con un geotextil, para desalojar el agua
que se colecte.

D. Suelo de cimentación: Es aquel suelo o roca localizada


por debajo de la zona de suelo reforzado.

E. Refuerzo primario: Este refuerzo comprende a las capas


horizontales, de la resistencia y alto módulo que se colocan
de manera horizontal desde la cara del talud hacia adentro
del mismo, en la zona de suelo reforzado. El refuerzo
primario le da la resistencia a la tensión a la zona de suelo
reforzado y le permite al talud resistir un ángulo b más alto
que el de reposo del material de relleno o alcanzar mayores
alturas que las que permitiría dicho material sin refuerzo.

F. Refuerzo secundario: Está formado por capas


horizontales cortas de geosintéticos que permiten
estabilizar de manera local la cara del talud, durante y
después de su construcción. En algunos casos el refuerzo
secundario se usa de manera conjunta con una capa
delgada de material granular en la cara del talud, lo cual
facilita su construcción y drenaje.

G. Protección superficial: De la cara del talud contra la


erosión. Esto se logra de muchas maneras: revegetando el
talud, colocando concreto lanzado o utilizando geomatrices,
las cuales se fijan o se anclan a la cara del talud para
prevenir la erosión sobre todo a aquella debida a las lluvias
y a las corriente que se forman por encima de la superficie
de la cara del talud.
X. METODOLOGÍA ADOPTADA PARA EL ANÁLISIS DE LA ESTABILIDAD
La estabilidad de un talud puede ser definida por la relación entre las
tensiones actuantes y las tensiones resistentes. Teóricamente, la rotura
dentro del macizo rocoso se produce cuando esta relación es igual a 1.
Valores superiores a la unidad también pueden indicar un rápido proceso
de plastificación del macizo rocoso, con tasas de desplazamiento y
velocidades elevadas.

A partir de mediciones de desplazamientos en taludes de gran altura, es


posible identificar las principales características cinemáticas asociadas a
la forma de la superficie de rotura y a las fases de rotura regresiva y
progresiva (Zavodni y Broadbent, 1978), o en otros términos, etapas
estable e inestable (Sjöberg, 1996). Cuando la etapa de rotura es
estable (fase regresiva), la tasa de desplazamientos es relativamente
constante, una vez que corresponde al inicio del proceso de
plastificación. El movimiento tiende a desacelerarse con la
disminución de la relación entre las fuerzas actuantes y las resistentes,
así el talud tiende a ser más estable con el tiempo. Savely (1993) y Ryan
y Call (1992) indican que en situaciones típicas de excavaciones en
minas a cielo abierto, los desplazamientos acumulados son cíclicos e
incorporan una tercera fase intermedia entre las fases progresiva y
regresiva, denominada steady-state (transicional). En esta fase, el talud
no muestra ni características de inestabilidad ni de estabilidad, tan sólo
presenta desplazamientos constantes.
Sullivan (1993) concluyó que una de las mejores formas de estudiar el
comportamiento cinemático de los taludes es a través del conocimiento
de la velocidad del material que se está deslizando. Considerando el nivel
de la tasa de desplazamientos, Call (1991) distingue dos tipos de roturas:
teórica y operacional. En la primera existen abundantes ejemplos de
minas a cielo abierto que a pesar de haber registrado técnicamente la
rotura del talud, presentan tasas de desplazamientos que todavía
permiten continuar con las actividades de explotación. Si los
desplazamientos del talud colocan en riesgo instalaciones y
equipamientos, se considera la rotura como operacional. Savely (1993)
señala que esta decisión, basada en la tasa de desplazamientos, debe
ser tomada fundamentalmente en las fases regresiva y transicional
(steady-state) del movimiento del talud, a fin de poder inducirse medidas
de estabilización, tales como, mejora de las técnicas de voladura y
disminución del ángulo del talud. En el presente trabajo, la definición de
la rotura global u operacional del talud se basó en la identificación de las
fases regresiva y progresiva, a partir del campo de desplazamientos.
Adicionalmente, también fueron empleados análisis de la región de
plastificación y de los factores de seguridad, como sugerido por Wong
(1984) y Lee y Ng (1988) para análisis de estabilidad basados en
métodos tenso-deformacionales.

La superficie de rotura es entendida como una banda de material


intensamente cizallado. Tanto en ensayos de laboratorio como en
procesos geológicos, la deformación en el material no tiene distribución
uniforme, concentrándose en bandas de cizallamiento. Este proceso es
llamado localización y también ocurre en la modelación numérica. Así, un
elemento que se está deformando más, tiende a tener un
comportamiento más frágil que los elementos vecinos. La continua
transferencia de carga adicional para elementos no plastificados
constituye un proceso progresivo que origina una banda de
concentración de deformaciones plásticas.
1y 2 para rima
3y4 pedro
5 yo, es como mrda así que no jodan
6 y 7 jhon de mrda que no ha hecho ni mrda
7y8 la gordita
Y para cerrar con broche de oro el 10 para
jose

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