Se denomina talud a cualesquier superficie inclinada respecto a la horizontal
que hayan de adoptar permanentemente las estructuras de tierra. Los taludes se dividen en talud natural y talud artificial. Cuando el talud se produce de forma natural, sin la intervención humana, se denomina ladera natural o simplemente ladera. La latitud natural se forma por la acumulación de fragmentos de rocas o por la erosión, formándose así las laderas, lomas, taludes en valle, acantilados costeros y de ríos. Los taludes artificiales son las que se hacen en la ingeniería, como por ejemplo los terraplenes, presas, cortes y excavaciones. Los taludes se construyen con la pendiente más elevada que permite la resistencia del terreno, manteniendo las condiciones de estabilidad. El diseño de taludes es uno de los aspectos más importantes de la ingeniería geológica, pues está presente en la mayoría de las actividades constructivas o extractivas.
II. DEFINICIÓN DE ESTABILIDAD
Se entiende por estabilidad a la seguridad de una masa de tierra contra la
falla o movimiento. Como primera medida es necesario definir criterios de estabilidad de taludes, entendiéndose por tales algo tan simple como el poder decir en un instante dado cuál será la inclinación apropiada en un corte o en un terraplén; casi siempre la más apropiada será la más escarpada que se sostenga el tiempo necesario sin caerse. Este es el centro del problema y la razón de estudio. A diferentes inclinaciones del talud corresponden diferentes masas de material térreo por mover y por lo tanto diferentes costos. Podría imaginarse un caso en que por alguna razón el talud más conveniente fuese muy tendido y en tal caso no habría motivos para pensar en “problemas de estabilidad de taludes”, pero lo normal es que cualquier talud funcione satisfactoriamente desde todos los puntos de vista excepto el económico, de manera que las consideraciones de costo presiden la selección del idóneo, que resultará ser aquél al que corresponda la mínima masa de tierra movida, o lo que es lo mismo el talud más empinado. Probablemente muchas de las dificultades asociadas en la actualidad a los problemas de estabilidad de taludes radican en que se involucra en tal denominación a demasiados temas diferentes, a veces radicalmente distintos, de manera que el estudio directo del problema sin diferenciar en forma clara tales variantes tiende a conducir a cierta confusión. Es indudable que en lo anterior está contenida la afirmación de que los taludes son estructuras muy complejas, que prestan muchos puntos de vista dignos de estudio y a través de los cuales la naturaleza se manifiesta de formas diversas. Esto hará que su estudio sea siempre complicado, pero parece cierto también, que una parte de las dificultades presentes se debe a una falta de correcto deslinde de las diferentes variantes con que el problema de estabilidad se puede presentar y se debe afrontar. Los problemas relacionados con la estabilidad de laderas naturales difieren radicalmente de los que se presentan en taludes construidos por el ingeniero. Dentro de éstos deben verse como esencialmente distintos los problemas de los cortes de laderas y los de los terraplenes. Las diferencias importantes radican, en primer lugar, en la naturaleza de los materiales involucrados y, en segundo, en todo un conjunto de circunstancias que dependen de cómo se formó el talud y de su historia geológica, de las condiciones climáticas que primaron a lo largo de tal historia y de la influencia del hombre que ejerce en la actualidad o haya ejercido en el pasado. Esta historia y génesis de formación de laderas y taludes, la historia de esfuerzos a que estuvieron sometidos y la influencia de condiciones climáticas o, en general, ambientales, definen aspectos tan importantes como configuración de los suelos y las rocas, o el flujo de las aguas subterráneas a través de los suelos que forman la ladera o el talud, el cual influye decisivamente en sus condiciones de estabilidad.
III. IMPORTANCIA DE LAS TALUDES
El moderno desarrollo de las actuales vías de comunicación, tales como los
canales, caminos o ferrocarriles, así como el impulso de la construcción de presas de tierra ha recibido en todo momento en los últimos años y el desenvolvimiento de obras de protección contra la acción de los ríos, por medio de desbordes, etc., han puesto al diseño y la construcción de taludes en un plano de importancia ingenieril de primer orden. Tanto por el aspecto de inversión como por el de consecuencias derivadas de su falla, los taludes constituyen hoy una de las estructuras ingenieriles que exigen mayor cuidado por parte del proyectista. Es obvio que la construcción de estas estructuras es probablemente tan antigua como la misma humanidad; sin embargo, durante casi toda la época histórica y han constituido un problema al margen de toda investigación científica; hasta hace relativamente pocos años los taludes se manejaron con normas puramente empíricas, sin ningún criterio generalizador de las experiencias adquiridas, la expansión del ferrocarril y el canal primero y de la carretera después, provocaron los primeros intentos para el estudio racional de este campo; pero no fue sino hasta el advenimiento de la actual Mecánica de Suelos cuando fue posible aplicar al diseño de taludes normas y criterios, que sistemáticamente tomasen en cuenta las propiedades mecánicas e hidráulicas de los suelos constitutivos, obteniendo experiencia sobre bases firmes y desarrollando las ideas teóricas que permiten conocer cada vez más detalladamente el funcionamiento particular de estas estructuras. La historia del desarrollo de la técnica constructiva de presas de tierra y de los métodos de análisis de las mismas es uno de los tantos ejemplos en apoyo de la afirmación anterior; hoy gracias al aporte de la Mecánica de Suelos al análisis de taludes, entre otras razones se constituyen doquiera presas que hace apenas 30 o 40 años se estimarían imposibles de realizar.
IV. ESTABILIDAD DE TALUDES
4.1. Generalidades
Se comprende bajo el nombre genérico de taludes cualesquiera
superficies inclinadas respecto a la horizontal que hayan de adoptar permanentemente las estructuras de tierra, bien sea en forma natural o como consecuencia de la intervención humana en una obra de ingeniería. Desde este primer punto de vista los taludes se dividen en naturales (laderas) o artificiales (cortes y terraplenes).Aun cuando las laderas naturales pueden plantear y de hecho plantean problemas que pueden llegar a ser de vital importancia, en este capítulo se tratarán en forma predominante los taludes artificiales, pero se mencionarán las características más importantes que pueden ser fuente de preocupación ingenieril en las laderas naturales.
4.2. Dinámica de cuerpos rocosos
Es frecuente la presencia de taludes junto a nuestras carreteras o al
lado del ferrocarril. Los taludes se forman al cortar una ladera de un monte para la construcción de infraestructuras viarias. Al tratarse de zonas inestables, dichos taludes provocan numerosos problemas.
Riesgos y consecuencias
En los taludes rocosos, las inestabilidades son debidas a las
características geomecánicas del macizo rocoso, al estado de conservación del propio talud y a las condiciones de penetración del agua. Una vez que ha comenzado el movimiento de las rocas, el factor clave es la inclinación del talud. Por otro lado, el tamaño del talud también influye en la probabilidad de que se caigan o no las rocas. Si el talud es alto y largo, tendrá una mayor masa rocosa con riesgo de caerse. Cuanto mayor sea dicha masa, mayor será el riesgo de que se produzca el desprendimiento. Por lo tanto, a mayor cantidad de rocas, mayor riesgo de desprendimiento y mayores desperfectos. En ocasiones, los materiales de los taludes están orientados directamente hacia las carreteras o vías del tren, debido a que en el macizo tenían esa dirección. En otros casos, las rocas suelen estar orientadas en otra dirección, y, por lo tanto, presentan menos riesgo, dado que el desprendimiento probablemente no alcanzará las vías o carreteras.
Medidas correctoras
El objetivo de estas medidas geotécnicas es identificar, controlar y
corregir los elementos que pueden ser inestables. Para ello, es necesario establecer protocolos o programas de actuación. Mediante dichos programas se valorarán las mejoras que se pueden obtener con las medidas correctoras y se solucionarán los problemas registrados. Mediante unos parámetros se mide la estabilidad del talud rocoso y se estiman los desperfectos que ocasionaría el desprendimiento. Así, se distinguen las clases de rocas, y se ofrece información acerca de las características y del comportamiento que tienen en talud. Por último, se proponen medidas correctoras para cada tipo de roca. Se mencionan, entre otras, las siguientes: utilizar barras de acero como tensores,cubrir el talud con hormigón, poner redes dinámicas para recoger las rocas, etc.Al fin y al cabo el objetivo de todos estos estudios es proponer medidascorrectoras adecuadas para cada caso y minimizar los riesgos.
4.3. DETERMINACIÓN DE LA ESTABILIDAD DE TALUDES.
La inestabilidad de taludes es una noción general que se refiere a lo
propenso deocurrencia de cierto grado o intensidad de movimiento masivo de un talud.En términos geomorfológicos, se consideran la inestabilidad como un mecanismode transformación de la forma de la tierra. Por el cual los materiales queconstituyen un talud ajustan su altura y ángulo de reposo a los cambios de lasnuevas condiciones hidro-climáticas, geomorfológicos y bióticas.En la ingeniería, la estabilidad de un talud se considera como grado y frecuenciade movimiento de una masa de suelo que hace peligrar el desarrollo normal deestructura y de la actividad humana. En la práctica, esta definición requiere de la presencia de un movimiento inminente de masa de suelo tal como un aluvión, pero que generalmente excluyela presencia de fenómenos lentos tales como la reptación de suelos.
La investigación para la determinación de la estabilidad de un talud
requiere decuatro mayores etapas:a) Selección de un criterio específico en el cual se basa la determinación deestabilidad.
b) Reconocimiento y medición de la evidencia de inestabilidad.
c) Definición y clasificación del grado de estabilidad. d) Mapeo y representación gráfica de las condiciones de estabilidad.Para la selección de un criterio específico en el cual se basa la determinación deestabilidad, existen cuatro criterios fundamentales: la frecuencia con la cual untalud experimenta actividad de deslizamientos, combinada con el potencial paradicha actividad, magnitud del movimiento, grado o velocidad de movimiento; ytipo de movimiento.De acuerdo a las condiciones técnicas, sociales y económicas, este criterio podráser aplicado para definir las medidas y costo de estabilización, la magnitud ycosto de los daños ocasionados y la planeación del futuro uso del suelo.
4.4. RAZONES PARA EL ANÁLISIS DE ESTABILIDAD DE
TALUDES. Para determinar la estabilidad de diferentes tipos de taludes bajo condiciones dadas, se puede diseñar estudios analíticos antes de efectuar cortes o rellenos. Para determinar la posibilidad de deslizamiento que involucran la influencia de modificaciones en taludes naturales o artificiales. Para analizar taludes deslizamientos que ya han ocurrido. Para permitir el rediseño de taludes fallados y el planeamiento y diseño de medidas preventivas y de remedio. Para permitir el estudio de los efectos de carga excepcionales, tales como terremotos en taludes y terraplenes. Para entender el desarrollo y la forma de los taludes naturales. V. TIPOS DE FALLAS MAS COMUNES EN TALUDES
5.1. Falla por deslizamiento superficial
Cualquier talud está sujeto a fuerzas naturales que tiende a
hacer que las partículas y porciones del suelo próximas a su frontera deslicen hacia abajo; el fenómeno es más intenso cerca de la superficie inclinada del talud a causa de la falta de presión normal confinante que allí existe como una consecuencia, la zona mencionada puede quedar sujeta a un flujo viscoso hacia abajo, que generalmente, se desarrolla con extraordinaria lentitud. El desequilibrio puede producirse por un aumento en las cargas actuantes en la corona del talud, por una disminución en la resistencia del suelo al esfuerzo cortante o, en el caso de laderas naturales, por razones de conformación geológica que escapan a un análisis local detallado. El fenómeno es muy frecuente y peligroso en laderas naturales y, en este caso, generalmente abarca áreas tan importantes que cualquier solución para estabilizar un estructura alojada en esa zona escapa de los límites de los económico, no quedando entonces más recurso que un cambio en la localización de la obra de que se trate, que evite la zona de deslizamiento. El fenómeno se pone de manifiesto a los ojos del ingeniero por una serie de efectos notables, tales como inclinación de los árboles, por defecto de arrastre producido por capas superiores del terreno en que enraízan; inclinación de postes, por la mimarazón; movimientos relativos y ruptura de bardas, muros, etc.; acumulación de suelos en las depresiones y valles y falta de los mismos en las zonas altas, y otras señales del mismo tipo. Investigaciones recientes sobre comportamiento triaxial de suelos arcillosos en pruebas drenadas, demuestran que su resistencia es una función del tiempo que dura la prueba; la curva esfuerzo-deformación también depende del tiempo que actué sobre la muestra cada incremento de carga. Para cargas muy pequeñas respecto a la resistencia máxima, las diferencias de deformación axial crece mucho, si la carga se deja actuar largos periodos de tiempo, el efecto empieza a ser importante cuando la carga aplicada es del orden del 50% de la resistencia máxima, pero se nota claramente para cargas bastante menores. En el deslizamiento superficial influye seguramente este fenómeno, pues los esfuerzos cortantes en la superficie del talud pueden actuar mucho tiempo sobre los materiales arcillosos. 5.2. Desplazamiento en Laderas Naturales Sobre Superficies De Falla Preexistentes.
En muchas laderas naturales se encuentra en movimiento
hacia abajo una costra importante del material; no se trata ya de un mecanismo más o menos superficial, como el que se describe en el inciso a) anterior, sino de otro producido por un proceso de deformación bajo esfuerzo cortante en partes más profundas, que llega muchas veces a producir una verdadera superficie de falla. Estos movimientos, a veces son tan lentos que pasan inadvertidos hasta que el ingeniero ha de actuar en la zona, en alguna obra. Si los movimientos se aceleran se puede llegar a producir un deslizamiento de tierras. Parece ser que la mayor parte de este tipo de movimientos serán asociados a ciertas estratigráficas favorables a ellos, al mismo tiempo que a flujos estaciónales de agua en el interior de la ladera. Un caso frecuente y tal vez el más sencillo es el que aparece en laderas formadas por depósitos de talud sobre otros materiales firmes estratificados, que siguen más o menos la inclinación de la ladera. En estos casos se observan con frecuencia superficies de falla prácticamente planas, que siguen los contactos entre los depósitos de talud y los materiales más resistentes de apoyo. Este tipo de fallas se presenta en materiales cohesivos, donde las fuerzas gravitacionales, actuando por largo tiempo, producen deformaciones grandes, que llegan a generar la superficie de falla. Una vez generada la superficie, la resistencia disponible a lo largo de ella será la resistencia residual.
5.3. Falla por Movimiento del Cuerpo del Talud.
En contraste con los movimientos superficiales lentos descritos
en el inciso anterior, pueden ocurrir en los taludes movimientos bruscos que afectan a masas considerables de suelo, con superficies de falla que penetran profundamente en su cuerpo. Estos fenómenos reciben el nombre de deslizamiento de tierras. Dentro de estos existen dos tipos claramente diferenciados. En primer lugar, un caso en el cual se definen una superficie forma una traza con el plano del papel que puede asimilarse por facilidad y sin error mayor, a una circunferencia. Estas son las fallas llamadas por rotación. En segundo lugar, se tienen las fallas que ocurren a lo largo de superficies débiles, asimilables a un plano en el cuerpo del talud o en su terreno de cimentación. Estos planos débiles suelen ser horizontales o muy poco inclinados respecto a la horizontal. Estas son las fallas por traslación. Las fallas por rotación pueden presentarse pasando la superficie de falla por el pie del talud, sin interesar el terreno de cimentación o pasando adelante del pie, afectando el terreno en que el talud se apoya (falla de base). Además pueden presentarse las llamadas fallas locales, que ocurren en el cuerpo del talud, pero interesando zonas relativamente superficiales.
5.4. Flujos
Este tipo de fallas consiste en movimientos más o menos
rápidos de zonas localizadas de una ladera natural, de manera que el movimiento en sí y la distribución aparente de las velocidades y los desplazamientos asemejan el fluir de un líquido viscoso. No existe en sí, una superficie de falla, o ésta se desarrolla en un lapso muy breve al inicio del fenómeno. Estas fallas pueden ocurrir en cualquier formación no cementada desde fragmentos de roca, hasta arcillas francas; suceden tanto en materiales secos como húmedos. Muchos flujos rápidos en materiales secos ocurren asociados a fenómenos de presión de aire, en los que este juega un papel análogo al del agua en los fenómenos de licuación de suelos. Otros flujos en suelos muy húmedos, son verdaderos procesos de licuación.
5.5. Fallas por erosión
Estas son también fallas de tipo superficial provocadas por
arrastre de viento, agua, etc., en los taludes. El fenómeno es tanto más notorio cuanto más empinadas sean las laderas de los aludes. Una manifestación típica del fenómeno suele ser la aparición de irregularidades en el talud, originalmente uniforme. Desde el punto de vista teórico esta falla suele ser imposible de cuantificar detalladamente, pero la experiencia ha proporcionado normas que la atenúan grandemente si se las aplica con cuidado.
5.6. FALLA POR LICUACIÒN
Estas fallas ocurren cuando en la zona del deslizamiento el
suelo pasa rápidamente de una condición más o menos firme a la correspondiente a una suspensión con pérdida casi total de resistencia al esfuerzo cortante. El fenómeno puede ocurrir tanto en arcillas como con arenas poco compactas.
VI. TALUDES EN ARENAS.
La estabilidad de un talud homogéneo con su suelo de cimentación
construido con un suelo “puramente friccionante”, tal como una arena limpia, es una consecuencia de la fricción que se desarrolla entre las partículas constituyentes, por lo cual, para garantizar estabilidad bastará que el ángulo del talud sea menor que el ángulo de fricción interna de la arena que un material suelto, seco y limpio se acercará mucho al ángulo de reposo. Por lo tanto, la condición límite de estabilidad es, simplemente.
&=Ç
Sin embargo, si el ángulo & es muy próximo a Ç, los granos de arena
próximos a la frontera del talud, no sujetos a ningún confinamiento importante, quedará en una condición próxima a la de deslizamiento incipiente, que no es deseable por ser el talud muy fácilmente erosionable por el viento o el agua. Por ello es recomendable que en la práctica & sea algo menor que Ç. La experiencia ha demostrado que si se define un factor de seguridad como la relación entre los valores de & y Ç, basta que el factor tenga un valor de orden de 1.1 ó 1.2 para que la erosión superficial no sea excesiva.
VII. TRATAMIENTO, ESTABILIZACIÓN Y PROTECCIÓN DE TALUDES
La inestabilidad de un talud y la consecuente formación de
desprendimientos o deslizamientos, puede estar originada por numerosas y distintas causas, o por la combinación de más de una (inclinación, altura, morfología, topología del material, disposición de las fracturas y diaclasas, presencia de agua, etc.).La elección del sistema o actuación de estabilización más eficiente, tanto técnica como económicamente, vendrá determinada por: - Las causas que provocan inestabilidad. - El tipo de infraestructura afectada (carretera, línea férrea, edificios, etc.). - El nivel de seguridad requerido. - El impacto visual y ambiental. - Las posibilidades o requerimientos de mantenimiento. VIII. ALGUNOS MÉTODOS PARA MEJORAR LA ESTABILIDAD DE TALUDES
8.1. Tender Taludes.
A primera vista quizá pudiera pensarse que esta solución sea
la más obvia y sencilla en la práctica. Sin embargo, ha de tomarse con el debido cuidado desde el punto de vista teórico y muchas veces es irrealizable prácticamente hablando. Si el terreno constituyente del talud es puramente friccionante la solución es indicada, pues, según se vio, la estabilidad de estos suelos es fundamentalmente, se adquiere la estabilidad del talud está condicionada sobre todo por la altura del mismo y la ganancia tender el talud es siempre escasa y, en ocasiones, nula. En los suelos con “cohesión” y “fricción”, el tender talud producirá un aumento en la estabilidad general. Por otra parte, muchos requisitos prácticos, tales como invasión de zonas urbanas, condiciones económicas emanadas del movimiento de grandes volúmenes de tierra, etc., hacen imposible al proyectista el pensar en tender los taludes de los terraplenes, bordes, cortes y demás obras similares, en gran cantidad de casos prácticos.
8.2. Empleo de Bermas Laterales o Frontales
Se denomina bermas a masas generalmente del mismo
material que el propio talud, que se colocan adecuadamente en el lado exterior del mismo a fin de aumentar su estabilidad. En general una berma produce un incremento en la estabilidad por dos motivos. Uno por su propio peso, en la parte que queda hacia fuera de la vertical que pasa por el centro del círculo de falla, disminuyendo el momento motor. Otro que aumenta el momento resistente, por el incremento en la longitud del arco de falla por efecto de la propia berma. Otro efecto importante de las bermas a veces de gran utilidad estriba en la redistribución de esfuerzos cortantes que su presencia produce en el terreno de cimentación. En efecto, en ciertas zonas de este se producen concentraciones detales esfuerzos que pueden ser muy perjudiciales, sobre todo en terrenos muy arcillosos altamente sensibles; la presencia de la berma hace que la distribución de esfuerzos sea más favorables y que un mayor volumen del terreno de cimentación coopere a resistir tales esfuerzos. En los cálculos prácticos ha de tenerse en cuenta que la presencia de la berma modifica la ubicación de la superficie de falla crítica, por lo que su colaboración exige un nuevo cálculo de la estabilidad de la estabilidad del nuevo talud protegido por la berma. La experiencia ha demostrado que es una buena base para los tanteos el suponer un ancho de berma del orden de la mitad de la base del terraplén u una altura tal que el peso de la berma dé un momento igual al requerido para alcanzar en el talud original el factor de seguridad deseado. A partir de este principio se procederá por tanteos hasta fijar la berma mínima que cumpla su cometido.
8.3. Empleo de Materiales Ligeros
Se trata ahora de colocar como material de terraplén suelos de
peso específico bajo que, por lo tanto, den bajos momentos torsores El terraplén de origen volcánico, con peso específico del orden de 1 a 1,2 ton/m3 ha sido empleadopara este fin. Otras soluciones, tales como substitución de parte del terraplén con tubos y, por ello, su uso ha sido muy limitado.
8.4. Consolidación Previa de Suelos Comprensibles
Cuando los suelos de cimentación de terraplenes sean mantos
comprensibles saturados de baja resistencia al esfuerzo cortante, puede inducirse un proceso de consolidación, acelerado en lo posible, que aumente la resistencia del material. Al construir terraplenes es frecuente y económico recurrir a construir la estructura por partes, no ejecutando otra mientras la anterior no haya producido una consolidación suficiente. El procedimiento para estimar el aumento de la resistencia al esfuerzo cortante que tiene lugar según el proceso de consolidación progresiva está en ideas expuesta y discutidas en los capítulos anteriores.
IX. LOS TERRAPLENES Y ESTRUCTURAS TERREAS
Los terraplenes y estructuras térreas que se utilizan para rellenos de
predios, plataformas, caminos, bordos, desniveles, pisos industriales, estacionamientos, patios de contenedores, ferrocarriles, aeropuertos, rampas de hospitales u otras, etc., son el acumulamiento de tierra o suelo de una cierta calidad, compactado de acuerdo a técnicas ya muy conocidas. La resistencia de dicha acumulación de tierra varía de acuerdo al tipo de suelo que se use y de acuerdo al uso que se pretenda dar a tal obra. Las estructuras de suelo reforzado se dividirán en: Taludes o laderas y terraplenes con pendientes pronunciadas sobre suelos con adecuada capacidad de carga. Muros de contención sobre suelos con adecuada capacidad de carga. Refuerzo de suelos con baja capacidad de carga. Terraplenes sobre suelos con baja capacidad de carga Control de erosión en taludes, laderas y muros.
En los dos primeros casos, el muro, talud o terraplén de suelo
reforzado, se supone que esté desplantado sobre un suelo firme incompresible o roca, los cuales impiden a las potenciales superficies de falla presentarse por la base o por el pie del talud al revisarse por estabilidad global la estructura. 9.1. Principales componentes de un terraplén sobre suelos blandos.
A. Zona de suelo reforzado: Es la masa de suelo conformada
por el relleno y las capas horizontales de refuerzo. La cara del suelo reforzado puede ser o no paralela la cara frontal del talud. Pueden o no existir también sobrecargas sobre la superficie del suelo reforzado.
B. Suelo retenido: Es el suelo natural o relleno localizado
detrás de la zona desuelo reforzado. Puede, igualmente, soportar o no sobrecargas en su superficie.
C. Dren de chimenea: Generalmente se hace necesario,
como medida de seguridad, el colocar un dren que elimine o intercepte las aguas subterráneas provenientes del respaldo, evitando que se establezca una red de flujo a través del talud, disminuyéndole de esta forma su factor de seguridad e incluso podría ponerlo en peligro al generarse presiones hidrostáticas en la zona de suelo reforzado. Estos drenes pueden formarse por piedra partida, envuelta dentro de un geotextil, el cual funcionará como filtro, evitando el taponamiento del dren. Pueden igualmente usarse drenes prefabricados y una tubería de drenaje, forrada, igualmente, con un geotextil, para desalojar el agua que se colecte.
D. Suelo de cimentación: Es aquel suelo o roca localizada
por debajo de la zona de suelo reforzado.
E. Refuerzo primario: Este refuerzo comprende a las capas
horizontales, de la resistencia y alto módulo que se colocan de manera horizontal desde la cara del talud hacia adentro del mismo, en la zona de suelo reforzado. El refuerzo primario le da la resistencia a la tensión a la zona de suelo reforzado y le permite al talud resistir un ángulo b más alto que el de reposo del material de relleno o alcanzar mayores alturas que las que permitiría dicho material sin refuerzo.
F. Refuerzo secundario: Está formado por capas
horizontales cortas de geosintéticos que permiten estabilizar de manera local la cara del talud, durante y después de su construcción. En algunos casos el refuerzo secundario se usa de manera conjunta con una capa delgada de material granular en la cara del talud, lo cual facilita su construcción y drenaje.
G. Protección superficial: De la cara del talud contra la
erosión. Esto se logra de muchas maneras: revegetando el talud, colocando concreto lanzado o utilizando geomatrices, las cuales se fijan o se anclan a la cara del talud para prevenir la erosión sobre todo a aquella debida a las lluvias y a las corriente que se forman por encima de la superficie de la cara del talud. X. METODOLOGÍA ADOPTADA PARA EL ANÁLISIS DE LA ESTABILIDAD La estabilidad de un talud puede ser definida por la relación entre las tensiones actuantes y las tensiones resistentes. Teóricamente, la rotura dentro del macizo rocoso se produce cuando esta relación es igual a 1. Valores superiores a la unidad también pueden indicar un rápido proceso de plastificación del macizo rocoso, con tasas de desplazamiento y velocidades elevadas.
A partir de mediciones de desplazamientos en taludes de gran altura, es
posible identificar las principales características cinemáticas asociadas a la forma de la superficie de rotura y a las fases de rotura regresiva y progresiva (Zavodni y Broadbent, 1978), o en otros términos, etapas estable e inestable (Sjöberg, 1996). Cuando la etapa de rotura es estable (fase regresiva), la tasa de desplazamientos es relativamente constante, una vez que corresponde al inicio del proceso de plastificación. El movimiento tiende a desacelerarse con la disminución de la relación entre las fuerzas actuantes y las resistentes, así el talud tiende a ser más estable con el tiempo. Savely (1993) y Ryan y Call (1992) indican que en situaciones típicas de excavaciones en minas a cielo abierto, los desplazamientos acumulados son cíclicos e incorporan una tercera fase intermedia entre las fases progresiva y regresiva, denominada steady-state (transicional). En esta fase, el talud no muestra ni características de inestabilidad ni de estabilidad, tan sólo presenta desplazamientos constantes. Sullivan (1993) concluyó que una de las mejores formas de estudiar el comportamiento cinemático de los taludes es a través del conocimiento de la velocidad del material que se está deslizando. Considerando el nivel de la tasa de desplazamientos, Call (1991) distingue dos tipos de roturas: teórica y operacional. En la primera existen abundantes ejemplos de minas a cielo abierto que a pesar de haber registrado técnicamente la rotura del talud, presentan tasas de desplazamientos que todavía permiten continuar con las actividades de explotación. Si los desplazamientos del talud colocan en riesgo instalaciones y equipamientos, se considera la rotura como operacional. Savely (1993) señala que esta decisión, basada en la tasa de desplazamientos, debe ser tomada fundamentalmente en las fases regresiva y transicional (steady-state) del movimiento del talud, a fin de poder inducirse medidas de estabilización, tales como, mejora de las técnicas de voladura y disminución del ángulo del talud. En el presente trabajo, la definición de la rotura global u operacional del talud se basó en la identificación de las fases regresiva y progresiva, a partir del campo de desplazamientos. Adicionalmente, también fueron empleados análisis de la región de plastificación y de los factores de seguridad, como sugerido por Wong (1984) y Lee y Ng (1988) para análisis de estabilidad basados en métodos tenso-deformacionales.
La superficie de rotura es entendida como una banda de material
intensamente cizallado. Tanto en ensayos de laboratorio como en procesos geológicos, la deformación en el material no tiene distribución uniforme, concentrándose en bandas de cizallamiento. Este proceso es llamado localización y también ocurre en la modelación numérica. Así, un elemento que se está deformando más, tiende a tener un comportamiento más frágil que los elementos vecinos. La continua transferencia de carga adicional para elementos no plastificados constituye un proceso progresivo que origina una banda de concentración de deformaciones plásticas. 1y 2 para rima 3y4 pedro 5 yo, es como mrda así que no jodan 6 y 7 jhon de mrda que no ha hecho ni mrda 7y8 la gordita Y para cerrar con broche de oro el 10 para jose