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ARZOBISPADO DE ROSARIO

CIENTO CINCUENTA AÑOS DE LA LLEGADA DE LAS HERMANAS DEL


HUERTO A ROSARIO
 
 
La Congregación religiosa de las Hijas de María Santísima del Huerto, celebra
este año el 150º aniversario de su llegada a Rosario, así como de los Colegios
y de las obras que emprendieron y que crecieron con su presencia.

Por este motivo, celebraron el comienzo del sesquicentenario con una Misa
concelebrada en la Catedral de Rosario, presidida por el Arzobispo Monseñor
José Luis Mollaghan.

Concelebraron entre otros Mons. Tomás Santidrián y Mons Raúl


Gimenez, párroco de la Catedral; y , el Pbro. Sandro Barbante que fuera
capellán de la Casa Religiosa, el Pbro. Julián Ramirez capellán del Hospital y
Hogar Geriátrico Provincial, el Pbro. Juan José Gravet, actual capellán de la
casa religiosa; el Pbro. Fabián Monte; el Pbro. Guillermo Rosado; el Pbro. Juan
Pablo Masramón y el Pbro. Juan José Capitanelli.
 
 
Al terminar la celebración, el Arzobispo bendijo una antorcha, encendida con la
llama del cirio pascual, para que ilumine durante todo el año, y que fue
transportada por las hermanas  y los fieles presentes que caminaron hasta
el Colegio Nuestra Señora del Huerto, donde continuó un encuentro de
oración .
 

HOMILIA
 
CIENTO CINCUENTA AÑOS DE LA LLEGADA DE LAS HERMANAS DEL
HUERTO A ROSARIO
 
Queridos hermanos:
 
 
                   Con alegría celebramos en esta Misa del sesquicentenario de
la llegada a Rosario de la Congregación religiosa de las Hijas de María
Santísima del Huerto, y de las obras que emprendieron, en particular los
Colegios y otras casas que crecieron con su presencia. Por eso ofrecemos esta
Misa con los sacerdotes que concelebran esta tarde y que han estado cerca de
la Congregación , como el P. Santidrián y el P. Giménez, y tantos otros que nos
acompañan.

Agradecemos la presencia de ustedes, de la Superiora


Provincial Hna. Gladis Eberhard, de la Comunidad de Hermanas del Colegio
Nuestra Señora del Huerto y de las religiosas presentes de las diversas casas
de la Provincia , de la Junta arquidiocesana de educación católica, de los
directivos, docentes y profesores, y personal de la Casa ; alumnos, familiares y
ex alumnos unidos a la espiritualidad gianellina.

Las Hermanas llegaron en 1863

Parece poder imaginar a las primeras hermanas, como


misioneras, que llegaron en un vapor que hizo el viaje desde Buenos Aires por
el río Paraná en 1863; y poder verlas el 27 de abril de aquel año, ya alojadas
en una casa cedida por el Señor Catellanos, en la calle Laprida al 800,
entonces llamada Comercio.
 
Ellas viajaron y se fueron instalando movidas por la fe, para
trabajar en esta porción de la Iglesia ; y por eso algunos años después, las
hermanas ya estaban ubicadas en Juan Manuel de Rosas y San Juan, en
terrenos cedido para esta obra.

La caridad evangélica vigilante de su carisma y su lema


fundacional, necesitaba contar con la fuente de este amor que es la vida de
oración; por lo que en 1926, con grandes esfuerzos las hermanas pudieron
tener su capilla, construida con la ayuda de las ex alumnas. Y en 1936 la
congregación creaba la escuela primaria San Antonio María Gianelli, siguiendo
el deseo del Padre Fundador de llegar a formar a niños y jóvenes, donde llegan
alumnos de barrios lejanos y de las islas del Paraná.

En 1963 al cumplir cien años el Colegio, la Congregación con


el apoyo de la Unión de Padres proyectaron la creación del Profesorado para la
formación académic y pedagógica.

Estas fechas, hacen más vivo el Jubileo que vivimos. Es un año


de bendiciones, de misericordia y de agradecimiento. Una evocación que nos
llena de gozo, y se extiende no solo a ustedes sino también a las familias, y a
esta comunidad gianellina que quiere evangelizar, junto con los ex alumnos, el
centro misionero, el movimiento laical, los grupos de oración y la unión de
padres.

Son horizontes que se abren para vivir una vida cristiana y una
fraternidad más solidaria, como parte de un aporte que brota de la Palabra de
Dios, para alcanzar una educación que testimonie y realice otra forma de ser
humanos; y que se prolongue también en otras obras que necesitamos con la
presencia de las hermanas.

Para recordar, para dar gracias y para llenarnos de esperanza.

Esta celebración es para recordar, para dar gracias y para


llenarnos de esperanza.

Celebrar esta misa con ustedes es para recordar y elevaruna


oración, ante todo por las Hermanas que hace ciento cincuenta años tuvieron
el sueño de fundar una escuela, que hicieron realidad con la colaboración de
muchos y sobre todo con una profunda fe, como la de María, puesta en la
mano del Señor.

El recuerdo de estos cincuenta años, en los que se fueron


plasmando en Rosario diversas obras, además de los Colegios, se manifiesta
lo dicho por el Apóstol: “cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la
medida en que Cristo los ha distribuido” (Efe. 4, 7). Estos dones los recibieron
las Hermanas que iniciaron la obra, en la Congregación , y luego las otras que
fueron continuando la misión hasta llegar al presente.

Esta celebración, es de accion de gracias; ya que nos


mueve a agradecer a Dios por el carisma gianellino; que nos anima a seguir a
Jesucristo, y anunciar el Evangelio en la educación, brindando un testimonio
cristiano, “como un lugar de humanización integral mediante la asimilación
sistemática y crítica de la cultura” (La escuela católica, n.20).

Como dice la primera lectura: “Nosotros les anunciamos a


ustedes esta Buena noticia, la promesa que Dios hizo a nuestros padres fue
cumplida por él a favor de sus hijos que somos nosotros” (Hechos).

También debe ser una celebración de esperanza. Porque las


raices de la esperanza están en las palabras que leímos en el Evangelio de
hoy “No se inquieten, crean en Dios, y crean también en mi” (San
Juan).

Esto supone una vocación grande, así como también una


labor educativa y comprometida, con una auténtica entrega misionera.

Como dice también el Apóstol al comienzo de este mismo


capítulo, esta misión solo es y será posible, cuando se consolida en la unidad,
que tiene su fundamento en Dios, que es “uno y Padre de todos”.

Por esto, hoy puede haber entre nosotros una unidad visible,
que se manifiesta en la vida consagrada, en esta comunidad y en la iglesia
arquidiocesana que las recibió; sobre todo porque su misión debe extenderse,
como ha continuado en el tiempo, a lo largo de estos ciento cincuenta años .

La Eucaristía, signo de esta unidad

La Eucaristía , es signo de esta unidad en la fe, que prolonga


y hace presente el misterio del Hijo de Dios hecho hombre.

                             Este misterio lleva a su plenitud los anhelos de unidad fraterna


que tiene el corazón humano y, al mismo tiempo, eleva la experiencia de
fraternidad, propia de la participación común en la misma mesa eucarística (cfr.
Ecclesia de Eucaristía, 24). Por esto nos dirigimos al Señor, presente en el
Sacramento del altar, en el cual se descubre la manifestación de su inmenso
amor.
Ustedes cumplen este jubileo en el Año de la fe, en el año de la
elección del Papa Francisco, que nos invita a educar y educar, a hacernos
cargo de lo que hay, y vivir la creatividad en la continuidad como una
característica de nuestra esperanza (cfr. Educar elegir la vida, 12).

Le confiamos estas intenciones a Nuestra Madre del


Rosario, y del Huerto bajo cuyo amparo han vivido estos años de su vida como
Congregación. Que Ella las acompañe y que su intercesión haga fecunda su
entrega y su misión, extensiva a todos.

José Luis Mollaghan, Arzobispo de Rosario

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