Las relaciones políticas de Colombia y Venezuela han sido fuertemente marcadas por períodos

de migraciones. Desde el 2017, año en el que se produjo la mayor entrada de venezolanos, se han

agravado las problemáticas socio-económicas y culturales de ambas naciones. El tema se ha

convertido en el centro de debate de ciencias como la sociología, la economía y la política en

Latinoamérica. Si ha de analizarse las dinámicas migratorias, es necesario indagar todo un

contexto histórico que parte desde 1999 con la llegada de Chávez a la presidencia de Venezuela.

Han sido muchas las instituciones sociales que han realizados estudios profundos para lograr

resultados que permitan formular políticas públicas, entre ellas, La Fundación Ideas para la Paz

(FIP) publicó un artículo en agosto de 2018 titulado “Seguridad ciudadana y migración

venezolana” basado en un análisis exploratorio acerca de la relación entre la migración masiva

de venezolanos y las estadísticas delictivas en Colombia realizado por Jerónimo Castillo, Silvia

Ayala, Tatiana Prada, Daniel Ocampo, Andrés Cajiao, María Emilia Lleras, Gabriela Rubio,

Ángela Silva, Lorena Zárate. El objetivo del trabajo fue ratificar o negar la hipótesis de que a

causa de la llegada de venezolanos al territorio colombiano, los índices de inseguridad habían

aumentado, para esto se valieron de informes cuantitativos entregado por la Policía Nacional.

En el desarrollo del trabajo se propone un período de migración que comprende un lapso

aproximado de 14 años, desde el 2006 hasta la actualidad. Además, valiéndose de un informe

cualitativo construyen la figura del venezolano, apuntando, mayoritariamente, a un enfoque

negativo desde hace 4 años. Esta representación es valorada, ya que influye en el número de

requisas realizadas por parte de la Policía hacia los migrantes, verificado en el aumento de
venezolanos arrestados. El estudio engloba estadísticas de comportamientos delictivos a nivel

nacional y en áreas locales como Barranquilla, Bogotá, Medellín y Cúcuta.

Empleando los datos suministrados por la Policía Nacional y por Migración Colombia, FIP

concluye no hay solidez en la información para un análisis completo sobre la relación entre

migración y criminalidad y que no es correcto afirmar que el flujo de venezolanos ha sido razón

del aumento de las tasas delictivas del país.

Desde una perspectiva del migrante se tiene un artículo realizado por Esther Pineda y Keymer

Ávila, llamado “Aproximaciones a la Migración Colombo-Venezolana: Desigualdad, Prejuicio y

Vulnerabilidad”. Esta socióloga y este abogado tuvieron como objetivo analizar el impacto

psicosocial producido al pueblo colombiano por la llegada de los venezolanos. En su trabajo se

apoyan en datos cualitativos suministrados por ENVICON, y mediante su uso pretenden

justificar que solo el 30% de los migrantes son venezolanos, ya que al menos un 40% tiene la

doble nacionalidad y el otro 30% es realmente de nacionalidad colombiana. De igual forma,

estos autores pretenden analizar la situación de vulnerabilidad del venezolano, aquel que es

utilizado en las fronteras por grupos al margen de la ley para llevar a cabo acciones ilícitas como

el micro tráfico, o en el caso de la mujer, para su prostitución. Concluyendo, señalan que, aún

cuando se tiene unos lazos históricos de migración entre ambos pueblos, los venezolanos han

sido los “chivos expiatorios” de los grandes problemas nacionales siendo señalados como los

responsables de diversos males sociales: inseguridad, insalubridad, infidelidades, entre otros.

La economista Gladys Pacheco Ríos de la Universidad Militar Nueva Granada en su artículo

el Flujo migratorio entre Colombia y Venezuela analiza el contexto histórico de las relaciones
internacionales de los dos países, especialmente los espacios fronterizos que son ejes de

mercadeo. Es de suma importancia, afirma ella, darle prioridad a estos puntos de comercio: se

deben crear políticas para maximizar el ingreso de remesas y las ventajas de intercambio de

divisas.