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TEMA 7

ORGANIZACIÓN DE RECURSOS PARA LA EXPRESIÓN


Y LA COMUNICACIÓN
1. ORGANIZACIÓN DEL GRUPO Y EL ESPACIO.
El currículo de Educación Infantil recomienda que se eviten actividades estandarizadas
donde se solicita una ejecución colectiva y simultánea por parte de los niños, cuyos
resultados únicos suponen requerimientos uniformes para todos.

Para poder potenciar el desarrollo de las capacidades expresivas de los niños de cero a
seis años el educador debe centrar su atención en los agrupamientos, favoreciendo sobre
todo la intervención individual y en pequeño grupo, y en la organización del espacio,
siendo la más adecuada la distribución en zonas, que pueden ser entendidas como
rincones o talleres de expresión.

1.1. Los agrupamientos.


En Educación Infantil se presenta mayor diversidad que en ninguna otra etapa
educativa, por lo que la necesidad de plantear actividades que puedan responder a las
diferentes posibilidades e intereses de los niños resulta fundamental.

Durante los primeros dos años, cuando el acercamiento del educador al niño debe ser
individualizado para captar su atención, no es viable el planteamiento de actividades
grupales, sin embargo, sí cabe el riesgo de abusar de este tipo de actividades en el
segundo ciclo de Educación Infantil.

Plantear actividades de expresión y comunicación dirigidas a todo el grupo suele


resultar ineficaz, ya que por lo general participan e intervienen más aquellos niños que
son más extravertidos o tienen más habilidades comunicativas, dejando al resto menos
oportunidades de beneficiarse de la actividad. Por esta razón, es necesario qué el
educador plantee actividades que respondan a las diferentes necesidades y que permitan
trabajar a distintos niveles, en pequeños grupos o individualmente. La intervención
individual o en pequeños grupos facilita:

 La adaptación al ritmo de aprendizaje de cada niño


 Que la autonomía de cada niño se haga más visible.
 Que la intervención educativa se ajuste mejor a los ritmos individuales.
 La organización y rentabilidad en el uso de materiales expresivos.
 La implicación más activa de los niños en la preparación y recogida de la
actividad.

Con los niños más pequeños la intervención será eminentemente individual, pero
también pueden realizarse actividades de expresión y comunicación dirigidas a todo el

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grupo, como la asamblea, contar un cuento, cantar una canción, observar si están todos
los compañeros del grupo o falta alguien, etc...

En la organización en grupos, cada uno de ellos realiza la actividad de forma más o


menos autónoma, lo que permite al educador observar la actividad del niño, la
comunicación entre iguales, la intervención individual y, cuando lo crea necesario
realizar trabajos específicos con algunos niños.

Así pues, el educador debe tener muy en cuenta las diferencias personales de cada niño,
no sólo su momento evolutivo o sus mayores habilidades en determinadas actividades,
sino también aspectos tan importantes como la introversión o las habilidades
comunicativas. Para ello, puede potenciar la participación de los niños con menos
habilidades expresivas mediante el agrupamiento flexible.

En general, esta posibilidad del agrupamiento exige una organización singular del
espacio, algo que analizaremos a continuación.

1.2. La organización del espacio: rincones y talleres.


Los rincones y los talleres son espacios delimitados donde los niños, individualmente o
en pequeño grupo, realizan simultáneamente diversas actividades. Ambos tipos de
organización espacial tratan de dar respuesta a la necesidad de establecer estrategias
para atender los intereses y ritmos de aprendizaje de cada niño.

Aunque la organización del espacio es tarea del educador, es importante que responda a
un planteamiento pedagógico elaborado por el equipo educativo. La elaboración de una
propuesta consensuada puede rentabilizar el uso de espacios comunes para destinarlos a
talleres de expresión que puedan ser utilizados por diferentes grupos de niños.

Para la expresión y comunicación el educador debe plantearse la transformación del


espacio en un medio estimulante que invite a la experimentación con materiales
expresivos. también deberá tener en cuenta aspectos como la insuficiencia de puntos de
luz o de agua, las puertas, las ventanas, la altura del techo… dependiendo del tipo de
expresión que se vaya a trabajar, el espacio deberá contar con una determinada
iluminación, la posibilidad de oscurecerlo, tranquilidad, fácil acceso al agua, un espacio
más o menos grande para materiales etc….

A. Antes de los rincones


La distribución del espacio en rincones requiere del niño cierta autonomía en el
desarrollo de las actividades y la asunción de ciertas normas de funcionamiento, por lo
que hasta los dos años no suele establecerse.

En el caso de la expresión y comunicación, la distribución por rincones responde,


además, a la necesidad de trabajar los diferentes lenguajes (musical, gráfico, plástico…)
de forma diferenciada porque el niño ya se ha iniciado en ellos.

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Así, durante los primeros dos años, cuando la expresión y comunicación se centra en la
experimentación y a realización de acciones sobre los objetos, las actividades expresivas
se desarrollarán en todas las zonas, sin que exista un espacio específico para cada una de
ellas.

Las zonas que suelen contemplarse en esas edades son: sueño, alimentación,
tranquilidad, movimiento y juego. Las actividades de expresión que no necesiten
material (como verbal o musical) se pueden realizar en todas las zonas, mientras que
aquellas que requieran el empleo de materiales específicos se realizarán en zonas de
juego.

B. Rincones
A partir de los dos años se pueden ir incorporando, de forma progresiva, rincones
orientados a actividades específicas de expresión artística, tecnologías o lenguaje verbal.
Estos rincones irán evolucionando en su dinámica de funcionamiento, pero siempre
teniendo en cuenta que esta organización espacial implica una actividad paralela de
diferentes grupos de niños. Organizar un espacio por rincones para utilizarlo en tiempos
libres o con todo el grupo a la vez es un contrasentido.

Aunque el espacio se organice en rincones, suele reservarse una zona para el encuentro
con todo el grupo, en la que se realizan actividades grupales como la asamblea, la
organización de las actividades, pasar lista, observar el calendario o el tiempo
atmosférico, contar cuentos o cantar canciones.

La expresión y comunicación va a estar presente en todos los rincones, pero se pueden


establecer rincones de trabajo específico de cada uno de los medios de expresión. Para
ello, hay que tener en cuenta:

 El espacio: según el tamaño se podrán organizar más o menos rincones,


teniendo en cuenta que estos deben ocupar espacios diferenciados y separados
del resto mediante mobiliario u otro tipo de decoración. Si los rincones cuentan
con un espacio muy reducido no cumplirán la finalidad para la que se han
creado.

 El momento evolutivo de los niños: dependiendo de este factor, los rincones


serán más globales o más específicos.

 Los materiales: aunque las actividades se realicen en grupos pequeños, el


material de cada rincón debe ser suficiente para que no se convierta en una
fuente de conflicto.

 Los talleres comunes: si el centro contempla talleres para uso común (como
talleres artísticos de plástica y música) se podrán priorizar otro tipo de rincones
pare le espacio cotidiano del grupo.

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C. Talleres

Los talleres pueden tener un formato muy variado. Se pueden incorporar en el espacio
cotidiano o fuera de él, pueden ir destinados a un mismo grupo o a que los niños acudan
a él con compañeros de otros grupos; también pueden centrarse en un medio de
expresión o combinar varios. Generalmente se utilizan de forma complementaria al
trabajo diario en el aula y con un número reducido de niños.

La expresión y comunicación puede trabajarse mediante un taller integral de expresión o


de forma más específica con talleres de música, plástica, lógica-matemática,
dramatización, etc…

En los talleres se trabaja la expresión de forma más específica que en los rincones,
centrando el proceso del niño en la percepción y la exploración. Son, por tanto, un buen
medio para reforzar procesos atendiendo de forma más individualizada a la diversidad
del grupo.

2. ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO Y LOS MATERIALES.


El educador/a también debe organizar el tiempo y os materiales de manera que
potencien las capacidades expresivas y comunicativas de los niños/as. Ello se refiere
tanto al tiempo de la sesión diaria como a la secuencia temporal de las actividades
concretas.

2.1. Organización del tiempo.


Los niños de cero a seis años necesitan mantener una secuencia temporal que les dé
seguridad, que les ofrezca la oportunidad de poder predecir y anticipar lo que va a
suceder.

Aunque en principio parezca muy evidente, cuando hablamos de actividades expresivas


no nos referimos a la secuenciación de tareas elaboradoras con un material determinado,
sino que nos referimos a la actividad del niño. En ocasiones la realidad se distorsiona, y
se otorga más importancia a lo que ha planificado el educador que a los procesos que
realiza el niño.

Como consideraciones generales, el tiempo de las actividades expresivas y


comunicativas debe:

 Ajustarse a las necesidades individuales de los niños. No todos los niños


desarrollan las actividades en el mismo tiempo.

 Ser flexible: la planificación del tiempo debe permitir el ajuste a la realidad, ya


que pueden surgir imprevistos, situaciones inesperadas, motivaciones plantadas
por los niños, etc. No es recomendable aumentar o reducir el tiempo de la
actividad de forma artificial.
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 Planificarse específicamente en caso de simultanear varias actividades.

Durante el primer año, el tiempo está íntimamente vinculado a la satisfacción de las


necesidades biológicas de los niños, por lo que las actividades expresivas
(fundamentalmente oral, corporal y musical) se ajustarán a los momentos de
alimentación, higiene y juego. En esta etapa, el tiempo dedicado a una actividad se
considera algo que hay que realizar individualmente.

Cuando el niño descubre a los otros, y según va aumentando su competencia social, los
tiempos de actividades grupales se irán combinando con tiempos de actividades
individuales y en pequeño grupo.

A. La sesión diaria
La actividad expresiva y comunicativa está presente de forma espontánea en todas las
sesiones, pero el educador debe planificarla diariamente para ajustar su intervención
educativa.

Esta intervención se desarrolla en la dinámica habitual, pero también se puede


planificar en talleres específicos que.

 Se pueden desarrollar en un periodo de tiempo concreto.

Ejemplo: para apoyar un proyecto determinado: Carnaval, Día del libro, fiesta de
los amigos, etc…

 Pueden diseñarse con una continuidad temporal, con unas coordenadas fijas.

Ejemplo: un taller que vaya a realizarse una vez a la semana.

Para ello, y en relación con las actividades expresivas, el equipo educativo deberá
decidir:

 Qué medios de expresión se trabajarán

 La modalidad. Específicos o combinados entre sí.

 La secuencia de visita de los niños, atendiendo a la novedad de las actividades


combinadas con otras más conocidas.

B. La secuencia temporal
En muchas de las actividades expresivas y comunicativas es necesario preparar
previamente el espacio o los materiales específicos. Esto debe preverse, porque un

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tiempo prolongado de espera puede hacer disminuir la motivación de los niños por la
actividad.

Hay que evitar realizar con todo el grupo actividades que requieran un tiempo de
atención individual excesivo. Esta atención implica largos periodos de espera de los
niños, que acaban aburriéndose e, incluso, puede generar situaciones de conflicto.

La secuencia temporal tipo que debe contemplar una actividad es:

 Un tiempo de presentación o toma de contacto, si es que se necesita la


utilización de materiales.

 Un segundo tiempo de escucha, manipulación y experimentación, que puede


realizarse de forma individual o conjunto, y con la intervención más o menos
directa del educador, según lo planificado.

 Un tercer tiempo de puesta en común, en el que los niños observen lo


desarrollado por ellos y por sus compañeros. Los más mayores pueden poner en
común verbalmente lo que han realizado.

 Un tiempo final de recogida y, si es necesario, limpieza.

En las actividades, el educador/debe considerar la necesidad de desarrollar en los niños


cierta capacidad de espera. En cualquier actividad unos niños acaban antes que otros,
por lo que es necesario que se contemplen actividades de transición. No es pedagógico
que el niño que ha acabado tenga que esperar al resto demasiado tiempo, ni que el niño
que acaba más tarde sea consciente de que está siendo el último y el grupo espera por él.

Ejemplo: Los niños que van acabando una actividad pueden ir limpiando los pinceles,
ayudar a guardar el material, a limpiar, o jugar con otro material de forma autónoma.

Por último, el educador debe respetar el ritmo biológico de los niños, cuyo ciclo es
irregular, al igual que en los adultos. En determinados momentos estarán más fatigados
y necesitarán actividades más tranquilas (escuchar un cuento, escuchar música, observar
un álbum infantil), y en otras actividades más intensas y de movimiento (manipular una
masa, tocar instrumentos musicales, bailar).

2.2. Organización de los materiales.


Para que la intervención educativa pueda dar una respuesta adecuada a cada niño, los
materiales deben estar bien seleccionados. Su finalidad es despertar la curiosidad, el
deseo de manipulación y la iniciativa por la exploración y la experimentación.

Los materiales deben ajustarse a las necesidades de los niños. En ocasiones es necesario
seleccionar un mismo material con diferentes nivelaciones, como pinceles, utensilios de

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expresión plástica, libros infantiles… Sin embargo, también es importante contar con
materiales versátiles que permitan su uso para diversas finalidades o niveles.

El papel compensador de la Educación Infantil también debe contemplarse en el uso


de materiales, para permitir que lleguen a los niños que por su estatus sociocultural no
tengan fácil el acceso a libros infantiles de calidad, ordenadores, cámaras fotográficas o
de vídeo, etc…

En cuanto a la organización, los materiales deben mantenerse al alcance de los niños,


salvo los que sean muy frágiles o peligrosos. Tienen que estar ordenados y visibles para
fomentar la curiosidad y el interés en su manipulación. Se debe cuidar el orden en el
almacenamiento, y señalar bien el lugar que tiene cada materia. La intención es que el
niño participe en la recogida, ya que le ayuda a identificar las cualidades de cada
material para su clasificación, interpretar mensajes, etc…, y además fomenta el cuidado
y el respeto.

En la presentación de los materiales, sobre todo si son nuevos y no resultan familiares


a los niños, el educador debe introducirlos en el aula de forma progresiva, explicando
sus normas de uso si es necesario. El niño debe conocer qué es lo que puede hacer o no
con el material.

La tipología de materiales de expresión y comunicación es muy variada. No siempre


los más caros resultan ser los mejores, por lo que cabe potenciar el uso de materiales de
desecho, de la naturaleza o de uso cotidiano.

En relación con la cantidad, ninguno de los extremos es aconsejable. Poco material


puede provocar conflictos entre los niños y no permite la necesaria experimentación,
pero un exceso de material también puede sobreestimular al niño, provocando
desmotivación e inquietud.

3. LA EVALUACIÓN EN EXPRESIÓN Y COMUNICACIÓN


Otro aspecto a tener en cuenta por parte del educador/a en su intervención en la
expresión y comunicación es la evaluación de este tipo de manifestaciones en los niños,
que debe contemplar tanto el proceso de enseñanza como el de aprendizaje.

3.1. La utilidad de la evaluación


Al igual que en el resto de áreas de experiencia, la finalidad dela evaluación en
expresión y comunicación es mejorar la acción educativa. El objetivo se consigue
mediante la evaluación del proceso de enseñanza que planifica el educador y del
proceso de aprendizaje del niño.

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A. Del proceso de aprendizaje
Entender como finalidad de la evaluación la determinación de la etapa en la que se
encuentra el niño o si sus aprendizajes corresponden a una determinada edad, es
entender de forma superficial lo que significa evaluar.

El proceso evolutivo del niño es individual, por lo que la evaluación también se debe
centrar en la individualidad si se pretende que sea realmente útil para ajustar la acción
educativa a las necesidades de cada niño

Solo así se podrán valorar las estrategias que el niño utiliza, con qué dificultades se
encuentra y qué recursos tiene para superarlas. De esta forma, el educador podrá ajustar
permanentemente su intervención educativa, valorando si el niño puede superar la
dificultad solo, con su apoyo, o si por el contrario la actividad no se ajusta a su
momento evolutivo.

Para poder evaluar las manifestaciones de expresión y comunicación hay que tener un
conocimiento profundo de las características expresivas y comunicativas y de los
elementos que influyen en cada uno de los medios de expresión que el niño puede
utilizar (corporal, gestual, musical, plástica, gráfica…). Todos ellos tienen un eje
común, un proceso secuenciado en el desarrollo de la capacidad expresiva que el
educador debe conocer. Expresión, descubrimiento, experimentación, intencionalidad,
comunicación y representación.

B. Del proceso de enseñanza


Es tan importante obtener información sobre el aprendizaje del niño como sobre la
intervención educativa que lleva a cabo el educador.

Esta evaluación permite recoger información sobre:

 La adecuación de los objetivos, contenidos y criterios de evaluación a las


características y necesidades de los niños.

 La pertinencia de las estrategias de enseñanza-aprendizaje.

 El aprovechamiento de los recursos expresivos del centro.

 La organización del espacio cotidiano.

 El planteamiento de actividades.

 El equilibrio de actividades grupales e individuales.

 La intervención educativa individual que se realiza a los niños.

 La atención individualizada a cada uno de los niños que forman el grupo.

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Suele realizarse mediante la autoevaluación, es decir, es el propio educador el que
recoge información sobre su actuación. Sin embargo, resulta muy enriquecedor plantear
este eje de la evaluación como trabajo de equipo, de forma que pueda ser observada por
un colega y valorada entre ambos.

3.2. La planificación de la evaluación


El proceso de evaluación comienza con el análisis de los criterios de evaluación que
plantea el currículo, si es que se trabaja en el entorno de la educación formal.
Establecidos los criterios por el equipo educativo, el educador debe seleccionar los
indicadores de evaluación.

A. Los criterios de evaluación


Tomando el currículo de Educación Infantil como referente, los criterios de evaluación
para esta etapa se concretan en:

 Participar en situaciones comunicativas a través de protoconversaciones, o


sistemas de turnos, juegos de interacción social.

 Utilizar la lengua oral del modo más conveniente para la comunicación con sus
iguales y con adultos, según las intenciones comunicativas, y comprender
mensajes orales diversos, mostrando una actitud de escucha atenta y respetuosa.

 Mostrar interés por los textos escritos presentes en el espacio cotidiano y en el


entorno próximo, iniciándose en su uso, en la comprensión de sus finalidades y
en el conocimiento de algunas características del código escrito. Interesarse y
participar en las situaciones de lectura y escritura que se proponen al grupo.

 Expresarse y comunicarse utilizando medios, materiales y técnicas propios de


los diferentes lenguajes artísticos, de las tecnologías de la información y
audiovisuales, mostrado interés por explorar sus posibilidades, por disfrutar con
sus producciones y por compartir con los demás las experiencias estéticas y
comunicativas.

El equipo directivo deberá secuenciar estos criterios de evaluación por niveles en el


contexto concreto del centro. Una nivelación consensuada con el equipo y coherente
con el contexto educativo concreto favorece que los criterios resultantes puedan servir
como referente para la identificación de los progresos dificultades de cada niño. En este
sentido, y mediante la concreción en indicadores, se utilizarán las distintas situaciones
diarias para observar tanto su proceso de desarrollo como los aprendizajes adquiridos,
con el fin de adecuar la intervención educativa a sus necesidades.

Esta nivelación, si está bien elaborada, permite orientar las acciones de prevención en
casos de despiste precoz y en situaciones en las que el niño pueda tener unas
necesidades educativas especiales, bien por retrasos más o menos significativos, bien

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por la presencia de altas capacidades. En este caso, el educador podrá contar con otro
tipo de profesionales para apoyar su labor.

B. Los indicadores de evaluación


Los criterios de evaluación, secuenciados en niveles, son el punto de partida para
concretar los indicadores que van a guiar el proceso de recogida de información. En este
proceso, la objetividad y los criterios e indicadores de evaluación tiene un papel
fundamental, ya que permiten al educador definir previamente qué es lo que pretende
evaluar y por qué. Los indicadores deben ser:

 Ni muy generales ni muy específicos: si son demasiado generales, centrados en


momentos que se ajustan a un margen amplio, aportarán poca información sobre
el momento en el que se encuentra el niño. Si, por el contrario, son demasiado
concretos, también aportarán poca información porque puede que en la situación
concreta en que ha sido observado el niño no muestre esa habilidad que sí tiene.

 Significativos pero pocos en cantidad: si se pretende que el educador recoja


información en situaciones cotidianas, no debe dedicar excesivo tiempo a
cumplimentar documentos que sobrecarguen su labor y lo obliguen a prestar
demasiada atención a este proceso en detrimento de la intervención educativa
directa.

 Coherentes: el educador debe recoger información sobre aquello que resulta


importante en el proceso educativo. Por ejemplo, si uno de los ejes que más
importancia tiene en el proceso expresivo y comunicativo es la experimentación,
no se puede centrar la evaluación exclusivamente en las producciones, ya que la
valoración que podrá hacerse de la recogida de información no resultará
coherente.

Por tanto, los indicadores de evaluación deben centrarse en el comportamiento


comunicativo y expresivo del niño (puesto de manifiesto en situaciones cotidianas), en
el que utiliza el pensamiento crítico, la creatividad, la iniciativa, las estrategias de
solución de problemas, la toma de decisiones, el control de las emociones y la asunción
de riesgos, etc..; todos ellos son comportamientos que ponen en práctica las
competencias básicas que ha adquirido.

Los indicadores pueden centrarse en la observación de gestos, acciones, actitudes,


comentarios verbales que acompañan la acción, interés por las actividades, colaboración
con el grupo, producciones, actitudes corporales, etc…

4. TÉCNICAS E INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN EN


EXPRESIÓN Y COMUNICACIÓN.
La evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje en la expresión y comunicación
debe entenderse como un proceso global, continuo y formativo. Además de la

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información que la familia puede aportar a través de las entrevistas, la evaluación cuenta
principalmente con dos técnicas:

 El análisis de las producciones de los niños.

 La observación sistemática

Por otro lado, es necesario conocer la documentación como estrategia para hacer visible
aquello que interese del proceso individual del aprendizaje de los niños, y que ayude a
entender y orientar la intervención educativa.

4.1. El análisis de las producciones.


En análisis de las producciones de los niños no tienen gran relevancia como fuente de
información si no se complementa con la observación del proceso de elaboración, sobre
todo durante los primeros años. Como ya hemos comentado, la expresión y la
comunicación e centran fundamentalmente en la experimentación con los sonidos, los
materiales plásticos, la línea, las palabras.., por lo que generalmente en la intervención
educativa prima el proceso sobre el resultado.

De todas formas, la observación de las producciones ofrece una muestra muy explícita
de lo que el niño ha logrado hacer en comparación con lo que lograba ayer y, por tanto,
constituye una valiosa fuente de motivación para el niño y una buena muestra del
proceso de aprendizaje para el educador y para la familia.

4.2. La observación
Para entender la importancia dela observación como técnica de evaluación hay que
recordar las dos funciones fundamentales que tiene el educador en el área de expresión
y comunicación:

 Ofrecer situaciones que permitan al niño construir su aprendizaje mediante la


experimentación con la acción y los materiales.

 Intervenir de forma individual cuando sea necesario.

Mediante la observación, el educador podrá valorar si las situaciones que presenta en el


aula se ajustan al momento evolutivo del niño y, por tanto, contribuyen a su desarrollo;
y orientará la intervención grupal o individual cuando esta sea la estrategia más
adecuada.

La observación debe entenderse como una práctica habitual, continuada (la


observación aislada poco o nada nos puede decir del progreso de un niño); y, como
práctica continuada, debe estar planificada previamente en función de los indicadores
de evaluación seleccionados. Solo así resulta útil para valorar realmente los avances que
se producen como resultado de la intervención educativa.

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Lo observado debe ser recogido, bien por escrito o bien utilizando otros soportes; solo
sistematizando el proceso se pueden tomar decisiones encaminadas a la mejora del
proceso de enseñanza-aprendizaje, tanto a nivel individual como colectivo.

El contexto donde mejor se puede recoger una información completa y ajustada de los
progresos de los niños es en un ambiente natural, distendido, en el que tengan una
conducta espontánea, ya sea en actividades libres o en otras formas más dirigidas
(individuales o grupales), pero sin crear situaciones artificiales de observación en las
que los niños puedan sentirse cohibidos y no actuar con naturalidad. Este aspecto es
fundamental en el contexto de la expresión y comunicación, pues los pequeños se
entregan a la actividad creativa expresando sensaciones, ideas, pensamientos, etc…

Para recoger información de lo observado se pueden utilizar diversos instrumentos:

 Recopilar mediante un cuadro las situaciones significativas que se han producido


en el campo expresivo, señalando comentarios y ejemplos.

 Recoger en el diario de clase lo más significativo que se haya producido,


ampliándolo con el registro de comentarios, gestos significativos y actitudes de
los niños

 Utilizar medios audiovisuales como el vídeo, la grabadora, fotografías, etc.

Una vez registrada la observación, debe ser analizada por el educador para poder tomar
decisiones sobre el ajuste de la intervención educativa.

La información obtenida sobre el proceso de aprendizaje del niño debe ser comunicada
a la familia mediante los denominados informes de evaluación. Por lo general, no
suelen hacerse informes específicos de expresión y comunicación.

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