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HISTORIA DE LOS MUSULMANES EN ESPAÑA (Espejo-Naranjo)

D. Rodrigo. — (a. 710-711). Fue el último rey visigodo 1 (119) y los escasos sucesos de su breve
reinado han quedado obscurecidos por el hecho de la invasión musulmana 2 (120). Desembarcaron
los árabes en Algeciras (a. 709) y efectuaron algunas correrías, por vía de prueba, hasta que en 711
se apoderaron de Gibraltar e iniciaron su marcha hacia el interior de la península, mandados por el
caudillo Tarik, pero fueron detenidos en su camino por el general visigodo Bencio, sobrino del rey
D. Rodrigo que se hallaba en el N. de España combatiendo a los vascones sublevados.
Rodrigo, al tener noticias de la invasión, acude precipitadamente para oponerse a ella y encontró a
los árabes a orillas del lago de la Janda, situado entre Medina-.Sidonia y Vejer de la Frontera
(Cádiz), empezando la lucha favorablemente para el ejército de Rodrigo, pero traicionado éste por el
obispo D. Oppas y por el duque Sisberto, que se pasaron con sus soldados al ejército enemigo, se
declaró la victoria en favor de éstos (19 de julio de 711) 3 (121).

La conquista árabe y fin de la monarquía visigoda. —


Victoriosos los invasores marcharon a Córdoba y Toledo para conquistarlas mientras que Rodrigo,
con los destrozados restos del ejército visigodo, se había refugiado en Mérida donde reunió nuevas
tropas, para acudir en socorro de Toledo, sitiada por Tárik. Este pidió auxilio a Muza, su jefe, que era
gobernador de la Mauritania, el cual acudió con numerosas fuerzas, y unidos Muza y Tarik dieron
una batalla contra Rodrigo en Segoyuela (septiembre de 713), en la cual se cree fue derrotado y
muerto el rey visigodo, aunque algunos historiadores nieguen este hecho 4 (122).
Así quedó terminada la dominación visigoda.

Los árabes: extensión de su imperio por Asia y África.


En nuestros "Elementos de Historia Universal", hemos tratado de la biografía de Mahoma 5 (133) y
de sus predicaciones a las tribus árabes, que se dejaron arrastrar por el espíritu guerrero y
conquistador de la nueva religión más que por el celo religioso, y pocos años bastaron para que el
Califato extendiera sus dominios fuera de la Arabia, por Asia y África del Norte hasta llegar al
Atlántico 6 (134).

1
(119) Es muy de notar que este es el primer rey visigodo a quien los historiadores llaman Don. Todos los demás
llevaban el calificativo de Flavius. La palabra Don es una abreviatura de Dominus. Ello ha hecho pensar que todos los
reyes anteriores eran visigodos, pero D. Rodrigo era hispano-romano.
2
(120) Recordemos que con anterioridad a este reinado los africanos habían pretendido penetrar en España repetidas
veces sin resultado satisfactorio, pero en esta ocasión lo consiguieron, ayudados según se cree por elementos
peninsulares, entre ellos el conde D. Julián, gobernador de Ceuta, que entregó dicha plaza a los árabes. Además, los
partidarios del rey Witiza hicieron traición a D. Rodrigo en los momentos más críticos.
3
(121) Esta fue la famosa batalla llamada erróneamente del Guadalete. Opinan como nosotros Gayangos, Saavedra,
Oliver, Hurtado y otros célebres orientalistas. Historiadores hay, que llaman a esa batalla del Guadi-Becca o del Barbate.
4
(122) Suponen algunos escritores que D. Rodrigo no murió en esta batalla, sino que se refugió en Portugal, donde murió
poco después víctima de las heridas que recibiera y su cadáver fue enterrado en Viseo, donde se ha encontrado una lápida
sepulcral que tiene el siguiente epitafio: "Hic jacet Rudericus, ultimus rex gothorum."
5
(133) Mahoma nació en la Meca el año 571 y pertenecía a la familia de los Coreiscitas, guardadores de la Kaaba.
Cuando pequeño quedó huérfano y sin bienes de fortuna, por lo que ejerció el oficio de pastor. Más tarde entró como
conductor de caravanas al servicio de una viuda rica, con la cual se casó y ya rico por el matrimonio, se dedicó al retiro y
a la meditación, iniciando la predicación de su doctrina, a la que llamó Islamismo, es decir, sumisión a Dios.
6
(134) Los pueblos dominados por los árabes, se conocen con el nombre de mahometanos, musulmanes o sarracenos
indistintamente, debiendo observar que el nombre de árabe, sólo deben llevarlo propiamente los naturales de la Arabia,

1
La conquista de España. — Después de la batalla de Segoyuela ya narrada, que terminó con
la monarquía visigoda, Tarik y Muza combinaron sus tropas para proseguir la conquista de la
península, caminando de Este a Oeste y de Norte a Sur y estableciendo en determinados puntos,
como Amaya y Astorga, colonias militares.

El reino de Tudmir. — Muchos nobles visigodos e hispano-romanos, atentos al deseo de


conservar sus bienes y su poder, no tuvieron inconveniente en someterse a los nuevos dominadores
bajo ciertas condiciones. En cambio, otros opusieron gran resistencia, como sucedió a Teodomiro en
tierras de Murcia, que pactó con Abdelazis, hijo de Muza, y se le reconoció la independencia del
territorio de Qrihuela, Alicante, Mula y Lorca, que constituyó el reino de Tudmir. 7

Conducta de los musulmanes con los vencidos. — Esta conducta fue muy variable,
según el carácter del emir que mandaba las tropas y de la clase de resistencia que hacía la ciudad que
se trataba de conquistar, pero en general puede afirmarse que los árabes respetaron, con mucha
frecuencia, la vida, las creencias religiosas y hasta el culto de los cristianos, como hizo Muza cuando
se apoderó de Mérida, dejando en libertad y en completa posesión de sus bienes a los habitantes, no
tomando para los vencedores más que los pertenecientes a los muertos, a los emigrados y a las
Iglesias 8 (135).

El Emirato dependiente de Damasco. — Como España fue conquistada por las tropas
africanas, se la consideró como provincia dependiente de ella, y el gobernador llamado emir, era
nombrado por el de África, dependiente a su vez del Califa, que residía en Damasco.
El Emirato dependiente, forma, pues, el primer período de la dominación árabe en España y dura 45
años (desde 711 a 756), en el transcurso de los cuales la península es conquistada casi totalmente por
los musulmanes, que sólo dejaron en el N. unos pequeños núcleos de resistencia, a los que no dieron
importancia los dominadores, pero que fueron el foco de la Reconquista 9 (136).
En tiempos del emir Abderramán el Gafequí, los árabes invadieron las Galías, en plan de nueva
conquista, pero derrotados en Poitiers (año 732) por Carlos Martell, jefe de los francos, tuvieron que
desistir de su empeño de extenderse por Europa. La situación anárquica del emirato dependiente tuvo

aunque sea costumbre admitida aplicarlo a todo el conjunto de estos pueblos. La raza árabe fue la principal, mas no la
única, que adoptó el Islamismo.
7
(167) Aunque de poca duración, debemos decir algo del reino de Tudmir, como comprendido entre los núcleos
orientales de resistencia cristiana. Cuando Abdelazis, hijo de Muza, realizó expediciones al SE. de la península, para
terminar y afianzar su conquista, encontró una gran resistencia en el conde Teodomiro, gobernador de un territorio, cuya
capital era Orihuela. Después de algunos pequeños combates, celebróse entre Abdelazis y Teodomiro una capitulación en
la cual se reconoció la independencia de este último y sus gobernadores, con el territorio de Orihuela, Alicante, Muía,
Lorca y otras ciudades de nombre incierto, quedando sólo obligados a un pequeño tributo, pero conservando su religión,
propiedades y costumbres. Este fue el reino de Teodomiro o de Tudmir, como le llamaron los escritores musulmanes.
Vivió algunos años en inteligencia con los árabes, y desapareció después en tiempos del hijo de Teodomiro.
8
(135) Además, los descreídos árabes no se preocupaban mucho de que se convirtieran los pueblos conquistados a la
religión de Mahoma, pues como los convertidos pagaban menos contribución que los no convertidos, opinaban que no
debía forzarse a los pueblos para que adoptasen el islamismo, pues de este modo podía exigírseles mayores tributos.
9
(136) La serie de emires dependientes españoles es muy numerosa y su gobierno fue una lucha civil no interrumpida
entre los elementos árabes o asiáticos y bereberes o africanos, cuya rivalidad trajo consigo la paralización y más tarde el
retroceso de la reconquista. Estos emires fueron, Tárik, Muza, Adbelazis, Ayub, Alahor, Alsama, Ambiza, Ya- hía,
Hodeifa, Otmán, Alhaitán, Abderramán, Abdelmelick, Ocba, Abdelmelick (segunda vez), Raleg, Thalabat, Abul- katar,
Tuabad y Jusuf el Firhí.

2
término con la aparición de un personaje que hace cambiar por completo la política de la península y
abre un período nuevo en la España musulmana.

El Emirato independiente: su formación. — Los Califas o Jefes superiores del entonces


poderoso Imperio musulmán, pertenecían a la noble familia de los Omeyas u Omniadas, pero merced
a luchas políticas fueron destronados por otra familia rival suya, los Abbasidas, que ordenaron una
matanza general de los individuos de la familia Omeya 10 (137).
Un joven Omeya, llamado Abderramán, pudo salvarse de la muerte ordenada contra los suyos y huyó
a Egipto, donde noticioso de la especial situación en que se encontraba España, desembarcó en ella,
apoyado por algunos clientes y amigos fieles, venció tras una accidentada guerra a los generales
Yusuf y "Samail, que dominaban en la península y estableció en ella un emirato independiente del
Califato de Damasco 11 (138).

Principales emires. — Abderramán I (a. 756-788), fundador del emirato 12 (139), mandó
construir la magnífica mezquita de Córdoba. Su hijo Hixem I (a, 788-796) fue muy notable por su
bondad, cualidad contraria a la del sucesor Alhaquem I (a. 796- 822), odiado por todos a causa de sus
vicios y crueldades. Sigúele Abderramán II (a. 822-852), en cuyo reinado tuvieron lugar grandes
disturbios y rebeliones promovidos por la nobleza y por los cristianos, que dieron origen a una guerra
civil, que el emir no pudo evitar.
Tal estado de cosas continuó durante el reinado de Mohamed I (852-886), Almondir (a. 886- 888) y
Abdallah (a. 888-912), sus inmediatos sucesores que veían impotentes las sublevaciones de los
jeques o gobernadores de las ciudades, que las declaraban independientes, segregando del emirato
tantas tierras y plazas fuertes, que lo dejaron reducido a la ciudad de Córdoba y sus cercanías 13
(140).

El reino independiente de Omar-ben Hafzum. — Descendía Omar de ilustre familia


goda y con su hábil política reunió en torno suyo a todos los cristianos y renegados de la serranía
rondeña, y estableció como centro de sus operaciones a Bobastro, lugar escabroso de la montaña,
cerca de Antequera. Cuando dispuso de fuerzas suficientes, luchó con los emires de Córdoba, a

10
(137) Esto produjo un movimiento anárquico en las provincias del dilatado Imperio árabe, algunas de las cuales se
declararon independientes y se negaron a reconocer a los Abbasidas.
11
(138) El Emirato independiente, transformado más tarde en Califato de Córdoba, constituye el período de mayor
esplendor y grandeza del poder mahometano en España (a. 756-1031).
12
(139) Los emires independientes transformados más tarde en Califas de Córdoba, fueron: Adberramán I (756- 788),
Hixem I (788-796), Alhaquem I (796-822), Abderramán II (822-852), Mahomed I (852-886), Almondhir (886-888),
Abdallah (888-912), Adherramán III (912-961), Alhaquem II (961-976), Hixem II (976-1008), Mahomed II (1008-
1009), Suleimán (1009-1010), Hixem II (segunda vez), Su- leimán (segunda vez), Alíben-Hamud (1017-1021),
Abderramán IV (1021-1022), Alcasím (a. 1022), Abderramán V (1022-1023), Mahomed III (1023-1024), Yahía-ben-Alí
(1024-1027) e Hixem III (1027-1031).
13
(140) Entre los grupos de ciudadanos o jefes declarados independientes, se distinguieron por la importancia que
llegaron a adquirir, los Beni-Casi, de Zaragoza; los renegados, de Toledo, que se constituyeron en república; y la ciudad
de Mérida. Pero el núcleo más importante de todos se constituyó en la serranía de Ronda, por las grandes condiciones
políticas del hombre que lo dirigió, Omar-ben-Hafzum.

3
quienes venció repetidas veces, obligándolos a pactar con él y a reconocer su independencia, que se
extendió por casi toda Andalucía 14 (141).

Abderramán III: el Califato de Córdoba. — Cuando el emirato cordobés parecía


extinguido en tiempos de Abdallah, entra a gobernar su nieto Abderramán III (a. 912-961), el más
célebre de los Omeyas, que, dotado de excelentes condiciones militares, inaugura una política
enérgica contra las ideas separatistas de la nobleza árabe y contra los enemigos del poder central, a
quienes vence y castiga. Derrota a los hijos de Omar-ben-Hafzum y acaba con su reino; subyuga a
Toledo, Zaragoza y demás ciudades independientes y establece la unidad del Estado árabe; funda una
monarquía fuerte y poderosa, absoluta y centralizada; abandona el título de Emir independiente,
usado por sus antecesores y se hace dar el título de Califa a semejanza de los monarcas árabes de
Bagdad 15 (142).
Alhaquem II (a. 961-975), sucesor de Abderramán, continuó la política de grandeza de su padre,
fomentando mucho la cultura, y al morir dejó en el trono al pequeño Hixem II (a. 976-1013), cuya
figura está obscurecida por la grandeza y significación de su gran general y primer ministro
Almanzor.

Almanzor. — Llamábase Mohamed-ben-Abada- llah 16 (143), era de familia noble y fue


nombrado Hagib 17 (144) de Hixem II, que como tenía sólo 12 años, quedó aislado, casi secuestrado
en palacio, mientras gobernaba Almanzor con toda libertad. Dotado éste de admirable carácter
político y guerrero, organizó perfectamente el ejército y tras una serie de victoriosas campañas contra
los reyes cristianos de la península, se apoderó de todos sus territorios, reduciéndolos casi a los
mismos dominios que tenían al empezar la Reconquista.
Al fin uniéronse los ejércitos de León, Castilla, Navarra y otros condes cristianos contra el gran
caudillo musulmán y lograron derrotarlo en la batalla de Calatañazor 18 (145).
Muerto Almanzor le sucedió en el cargo de primer ministro su hijo Mudaffar, que fue bien pronto
arrojado del poder, comenzando otra vez las interminables luchas que sólo pudo contener la férrea
mano de un Abderramán o de un Almanzor. Surgen de una parte varios pretendientes al Califato, a
pesar de estar vivo Hixem II, y de otra parte los generales eslavos y berberiscos entablan enconadas
peleas por el poder.

14
(141) El reino de Omar, representante del partido cristiano y español, tuvo una vida brillante, pero corta, pues
careciendo de política fija, decayó con la muerte de su fundador, que de haberse puesto de acuerdo con los cristianos del
Norte, quizá hubiera acelerado la obra de la Reconquista.
15
(142) Esta grandeza política fue unida a muchas reformas administrativas, militares y de cultura, que convirtieron a
Córdoba en el centro del poder y de la civilización árabe.
16
(143) El sobrenombre Almanzor con que generalmente se le conoce, quiere decir el Victorioso, porque, en efecto, ganó
57 batallas contra sus enemigos. Según se cree era natural de Torrox (Málaga) y había estudiado la carrera de leyes en
Córdoba.
17
(144) El Hagib era el primer ministro. Jefe de la Administración Central y que gozaba de la plena confianza del Califa.
18
(145) No todos los historiadores están conformes con la existencia de la batalla de Calatañazor, cerca de Soria. Sea de
ello lo que fuere, Almanzor murió poco después en el año 1002, ya de muerte natural o víctima de las heridas que
recibiera en la anterior batalla. Se hizo enterrar bajo el polvo de sus victorias, que había recogido con sus ropas en el
campo, y que llevaba siempre consigo en una caja.

4
Desmembración del Califato. — Consecuencia de lo dicho fue un estado atroz de anarquia,
en el que hubo varios Califas a la vez, mientras tanto los gobernadores de muchos territorios y los
jefes de tribus más influyentes se declararon independientes, constituyendo varios pequeños señoríos
(taifas), en tanto que algunas ciudades se gobiernan en forma de repúblicas aristocráticas.
El último Califa fue Hixem III (1027-1030).

La monarquía asturiano-galaico-leonesa. — El reino de Asturias. — AI conocer los


cristianos refugiados en Asturias la muerte de D. Rodrigo en la batalla de Segoyuela, le designaron
sucesor en la persona de Pelayo 19 (147), pariente, según se cree, del rey muerto y de cuya corte había
sido dignatario 20 (148).
Pelayo (a. 718-738) se mantuvo a la defensiva en Cangas de Onís, lugar cercano a los montes
llamados Picos de Europa, y allí en el valle de Covadonga consiguieron los refugiados en 718
derrotar el ejército árabe enviado contra ellos por el emir Alahor, con muerte de su jefe Alcama 21
(149).

Los reinos de Taifas. — Llámaronse así los pequeños Estados formados por la
desmembración del Califato de Córdoba, pues la palabra Taifa sig- niñca en árabe tribu o bandería.
Estos reinos fueron veintitrés, y su gran disgregación explica el éxito que tuvieron los cristianos al
iniciar paulatinamente la conquista de los mismos.
Los más importantes fueron: el de Córdoba 22 (168), que se gobernó en forma republicana; el de
Málaga 23 (169), en el cual reinó la familia de los Hammuditas; el de Zaragoza 24 (170), regido por los
Beni-Hud; los de Denia y Baleares, famoso por su marina, y los de Huelva 25 (171), Badajoz 26 (172),
Toledo 27 (173), Valencia 28 (174), Murcia 29 (175), Almería 30 (176) y Niebla.

19
(147) La cronología de los reyes de Asturias y Galicia, es la siguiente: Pelayo (718-738), Favila (738-739), Alfonso I
(739-756), Fruela I (756-768), Aurelio (768-774), Silo (774-783), Mauregato (783-789), Bermudo I (789-791), Alfonso
II (791-842), Ramiro I (842-850), Ordoño I (850-866), y Alfonso IH (866-909), Después de esto pasa o, mejor dicho,
continúa la capitalidad de León, por lo cual se dice en el cuestionario oficial manarquia aaturíano-galaico-leonesa.
20
(148) Unos lo hacen godo, otros hispano-romano y primo del rey Rodrigo.
21
(149) La batalla de Covadonga, a la que los cronistas dan un valor extraordinario por ser la primera victoria que se
obtuvo contra los árabes y fue favorable a las armas visigodas, se toma como punto de partida para la Reconquista de
España. Én realidad la victoria de Covadonga no dejó de tener importancia, si bien su fama se extendió sólo a un corto
espacio de terreno.
22
(168) En Córdoba gobernaron los Beni-Gewar, siendo notables: Gewar-ben-Mahomed (a. 1031-1043), Mahomed-
abul-Walid (a. 1043-1064) y Abdelmélik (a. 1064-1091).
23
(169) Los Hammuditas de Málaga fueron: Idris I (a. 1035-1039), Yahía (a. 1039), Hasám (a. 1039-1041), Nadja el
Eslavo (a. 1041-1043), Idris II (a. 1043-1047, primera vez), Mahomed I (a. 1047-1053), Idris III (a. 1053), Idris II
(segunda vez, a. 1053-1055) y Mahomed II (a. 1055-1057).
24
(170) Los Beni-Hud, de Zaragoza, fueron: Mostaín I (a. 1039-1046), Moctadir (a. 1046-1081), Moutamín (a. 1081-
1085), Mostaín II (a. 1085-1100).
25
(171) En Huelva gobernaron los Becritas Abou-Zaid (a. 1011) y Abul-Mocab (a. 1051).
26
(172) En Badajoz dominaron los Aftasidas, que fueron: Almanzor I (a. 1042), Mothafar (a. 1068), Almanzor II (a.
1073) y Almotawakid (a. 1094).
27
(173) En Toledo estaban los Beni-dhi-noum y fueron notables: Ismail (a. 1036-1038), Almamúm (a. 1038-1075), y
Yahía (a. 1075-1085).

5
El más importante de todos fue el de Sevilla, gobernado por los Abbaditas 31 (177), que en tiempos de
Almotamid (a. 1069-1091) llegó a gran esplendor, reemplazando a Córdoba como centro de la
ilustración y la cultura árabes.

Los almorávides. — Eran éstos una secta de berberiscos del Sahara convertidos al
mahometismo y fanatizados por las predicaciones de un alfaquí, sacerdote musulmán, llamado
Abdálláh, que se lanzaron a la conquista del Norte de Africa, donde fundaron un poderoso Imperio
por la fuerza de las armas.
Llamados a España por los príncipes de Taifas, para que defendieran a sus pequeños reinos de los
continuos progresos de los reyes cristianos, cuyas conquistas eran alarmantes, desembarcaron los
almorávides en la península mandados por el emperador Yusuf y vencieron al rey de Castilla,
Alfonso VI, en Zalaca y Uclés (a. 1086), después de cuyos triunfos los invasores se extendieron por
toda Andalucía.
Yusuf, envidioso de las riquezas de los reyes de Taifas, los arrojó de sus tronos y se hizo proclamar
Señor de las Españas (a. 1090-1091) 32 (178).
Los emperadores almorávides sucesores de Yusuf no se preocuparon de continuar las conquistas y
pronto se vieron amenazados por una nueva invasión, también procedente de Africa, la de los
almohades.

Los almohades. — Eran moros habitantes del Atlas marroquí, sublevados por un pretendido
reformador religioso llamado Mahdí, que se decía enviado por Mahoma, para producir un
despertamiento de la fe apagada. Sus sectarios llamáronse almohades, que quiere decir unitarios, y
llevados de su ardor guerrero y religioso, destruyeron en Africa el poder almoravid y vinieron a
España, donde empezaron una serie de correrías en tierras de cristianos, que obligaron a Alfonso
VIII, entonces rey de Castilla, a enviar un cartel de desafío a Yacub, emperador almohade, residente
en Africa, que aceptó el reto y desembarcando en la península con numerosas fuerzas, produjo al rey
castellano un enorme descalabro en Alarcos (año 1195), el cual fue años más tarde contrarrestado
ventajosamente con la gloriosa acción de las Navas de Tolosa, que ganaron conjuntamente los
castellanos, navarros y aragoneses (16 de julio de 1212), y fue el golpe de gracia del poder almohade

28
(174) En Valencia gobernaron: Moravac (slavo, a. 1015), Lebib (slavo, a. 1019), Almanzor (1021-1061), Motafar (año
1061-1065), Almamúm (a. 1065-1075), Abou-Beker (a. 1075- 1085), Yahía Cádir (a. 1085-1092) e Ibn-Djahfar (a. 1092-
1094).
29
(175) Fueron sus gobernantes: Kairán de Almería (año 1016-1028), Zohair de Almería (a. 1028-1038), Almanzor de
Valencia (a. 1038-1061), Motafar de. Valencia (a. 1061- 1065), Motamid de Sevilla (a. 1065-1076), Ibn-Ammar (año
1076-1083) e Ibn-Eachíc (a. 1090).
30
(176) En Almería gobiernan los Beni-Comadhí, y su cronología es la siguiente: Kairán (a. 1028), Zohair (año 1028-
1038), Almanzor de Valencia (a. 1038-1041), Abul- Ahwac (a. 1041-1054), Almotacim (a. 1054-1101) e Izz-ad- Daula
(a. 1094).
31
(177) Los Abbaditas o Beni-Abbed más importantes fueron: Mahomed-ben-Ismail (a. 1023-1042), Almothadir-ben-
Mahomed (a. 1042-1069) y Almotamid-ben-Abed (a. 1069- 1091).
32
(178) Los emperadores almorávides que dominaron en España fueron: Yusuf-ben-Takñn (a. 1067), Alí-ben-Yusuf (a.
1107-1144) y Takfin-ben-Alí (a. 1144-1146).

6
y musulmán en España, pues a partir de esta fecha empieza el engrandecimiento territorial de los
reinos cristianos 33 (179).

Los Benimerines. — No fue, sin embargo, la invasión almohade la "última que nos llegó de
Africa, pues en tiempos de Alfonso XI de Castilla, desembarcaron en la península los Benimerines,
que habían reemplazado en el poder a los almohades y fueron llamados por el rey árabe de Granada,
pero sufrieron una gran derrota en la batalla del Salado (a. 1340), y volviéronse al Africa, sin
pretender nuevos desembarcos.

Invasión de los Benimerines, — Durante los disturbios ocurridos en Castilla, los moros de
Granada no cesaban de hostilizar las fronteras y creyendo la ocasión propicia, buscaron la alianza de
los benimerines de Africa, a quienes instaron para efectuar un desembarco en la península.
Hiciéronlo así los africanos y con gran ejército se apoderaron de Gibraltar y pusieron sitio a Tarifa,
mientras su escuadra derrotaba por dos veces a los castellanos. Ante el nuevo peligro uniéronse los
reyes de Castilla, Aragón y Portugal, para atacar a los benimerines y granadinos, que fueron
derrotados a orillas del río Salado (año 1340) 34 (224).

El reino árabe de Granada. — Hemos dejado para el último al reino de Granada por ser el
que tuvo más larga vida. Fue fundado por Mohamed-ben- Alhamar en 1238, y comprendía la cuenca
de Sierra Nevada a Gibraltar. Fuera de este territorio, no quedó a los musulmanes otra posesión en la
península, pero ella fue bastante para sostener la guerra cerca de dos siglos, hasta que fue
conquistada por los Reyes Católicos en 1492.
Alhamar fue llamado el Magnífico por las hermosas construcciones con que embelleció a Granada,
entre ellas la incomparable Alhambra, verdadera maravilla del arte oriental. La dinastía fundada por
Alhamar llamóse nazarita o Nazrida y su último rey fue Boabdil, destronado por los reyes Fernando I
e Isabel la Católica, que dieron término a la Reconquista 35 (180).

La civilización musulmana. — La civilización de los árabes, como su religión, no fue


original y se formó de plagios y copias, más o menos acertados, de la de los países conquistados,
debiendo reconocer, sin embargo, que en algunos órdenes sobrepujaron en mucho a sus originales.

33
(179) He aquí la cronología de los emperadores almohades, durante el tiempo que estuvieron en España: Abdel- munen
(a. 1147-1163), Yusuf-ben-Yacub (a. 1163-1178), Ya- cub-ben-Yusuf (a. 1178-1190), Mahomed-ben-Yacub (años 1190-
1213), Abu-Yacub (a. 1213-1223), Abulmélik (a. 1223- 1225) y Almamúm (a. 1225-1236).
34
(224) Resultados de la batalla fueron la huida del rey de Granada y la vuelta de los Benimerines al Africa, sin intentar
nuevo desembarco. Esta fue la última invasión africana ep nuestra península.
35
(180) Los reyes árabes de Granada fueron: Mahomed I ben Alhamar (a. 1238-1273), Mahomed II (a. 1273-1303),
Mahomed III (a. 1303-1309), Nazar (a. 1309-1312), Ismail I (a. 1312-1325), Mahomed IV (a. 1325-1333), Yucef I (a.
1333- 1354), .Mahomed V (a. 1354-1359), Ismail II (a. 1359-1361), Abu-Said (a. 1361-1362), Mahomed V, segunda vez
(a. 1362- 1391), Yucef II (a. 1391-1396), Mahomed VI (a. 1396-1408), Yucef III (a. 1408-1425), Mahomed VII (a.
1425-1427), Mahomed VIII (a. 1427-1429), Mahomed VII, segunda vez (a. 1429-1431), Ebn-Alhamar (a. 1431-1432),
Mohamed VIL tercera vez (a. 1432-1445), Ebn-Ostmán (a. 1445-1454), Ebn- Ismail (a. 1454-1456), Muley-Hacem (a.
1456-1482) y Boabdil (a. 1482-1492).

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Semibárbaros cuando vivían en la Arabia, se transformaron casi instantáneamente al contacto con los
persas y con los griegos bizantinos 36 (268).
Organización política y social de los musulmanes españoles. — Al emanciparse
España de los Califas de Bagdad, se constituyó en Califato de Córdoba, completamente
independiente del de Oriente, y con una organización propia en todas las esferas administrativas.
El Califa llamábase Imán, esto es, Jefe de la religión, y estaba asistido de un alto cuerpo consultivo
llamado Mexuar o Diván, integrado por la nobleza y por el primer ministro o Hagib.
Los sacerdotes llamábanse Faquíes o Ulemas. La administración de justicia ejercíanla los Cadíes.
El dominio del Califato dividíase en provincias o Coras, gobernada cada una por un walí o principe,
que también mandaba los ejércitos. El jefe de la marina, muy numerosa entre los árabes, llamábase
Almirante.
Las clases sociales fueron fundamentalmente dos: libres y esclavos; aquéllos dividíanse en
aristocracia y pueblo, constituida la primera por los jeques y jefes de tribus, y la segunda por los
demás individuos.
Situación intermedia entre las clases enumeradas ocupaban los renegados, que se habían sometido en
tiempo de la conquista y abjurado, por diferentes motivos, los maulas o cautivos cristianos que
abrazaban el mahometismo para recobrar su libertad 37 (269), y los muladíes, hijos de padre
musulmán y madre cristiana o viceversa, obligados por la ley a ser musulmanes.
Los judíos mejoraron mucho en condición en tiempos de los árabes, por la libertad y tolerancia que
tuvieron, y aun por la protección que se les dispensó por muchos Califas.
Los mozárabes. — Cuando la conquista de Muza, gran parte de la población hispano-romana y
visigoda se sometió sin resistencia a la dominación musulmana y continuó con sus obispos, sus
jueces, sus condes y su lengua, o sea con toda su independencia, y estos grupos de población se
llamaron mozárabes, esto es, cristianos arabizados.
Los emires se conformaron con imponer a los sometidos tributos territoriales y personales, y como es
lógico pensar, siendo muchos los mozárabes, su influencia e importancia se dejó sentir bastante en el
mundo musulmán.
Las letras y las ciencias entre los musulmanes españoles. — La gran difusión que
tuvo la enseñanza entre los árabes españoles, puso muy alto el nivel de su cultura, llegando a ser
Córdoba "la Atenas del Mahometismo", pues tanto en ella como en las capitales de los distintos
reinos de Taifas, florecieron hombres de esclarecido ingenio, cuyas obras comunicaron al Occidente
cristiano todas las grandezas del saber oriental.
Si bien la enseñanza musulmana no tuvo carácter oficial, fueron muchos los Califas y príncipes que
fundaron escuelas o madrizas, aparte de la enseñanza de estudios superiores o facultativos dada por
los particulares, y de la que se daba en las mezquitas con carácter gratuito.
La literatura y sobre todo la poesía, fueron muy favorecidas y bien vistas por los árabes, hacia las que
sentían gran afición. Cada tribu tenía su poeta, que cantaba las alegrías y las tristezas de sus
contributos, y era frecuente el caso de que las cartas particulares, los carteles de desafío, las
declaraciones de guerra y hasta los libros de ciencia, se pusieran en verso. Sin embargo, los asuntos

36
(268) Los árabes aprendieron en Egipto la agricultura, en Persia la industria de la porcelana, en Damasco la fabricación
de tapices, en Toledo el trabajo de los metales y el temple de los aceros, en Córdoba y Marruecos a estampar y dorar los
cueros y a incrustar las maderas con marfil, nácar y plata, pero todo ello de un modo maravilloso, casi inimitable.
37
(269) La religión de Mahoma no permite que ninguno de sus adeptos sea esclavo. El solo hecho de convertirse al
mahometismo llevaba consigo la libertad. Por eso muchos preferían renegar para verse libres.

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preferidos fueron las hazañas de guerra y los héroes, los temas amorosos y las lisonjas a príncipes y
soberanos, que también escribían versos, siendo muy usual la Improvisación.
Además de la poesía cultivaron los árabes, entre los ramos literarios, la novela y la historia,
especialmente la biografía.
Fueron grandes literatos el Califa Alhaquem II, que escribió una Enciclopedia pedagógica 38 (270);
Ahmed-Arrazí (el moro Razís), que dejó una "Historia de los emires andaluces" 39 (271); Yahía Albe-
crí o Algazel, poeta historiador; El Zobaidí, de Sevilla, famoso gramático; Aben Maimón, de Toledo;
Ahmed-ben-Darrach, secretario de Almanzor, y otros.
Entre las mujeres árabes cultivadoras de las letras, citaremos a Marien Alfaizulí 40 (272), Ra- dhya41
(273) y Fátima 42 (274).
La filosofía arábigo-española tuvo por eximios representantes al célebre Averroes, enciclopedia viva
de su tiempo 43 (275), Ben-Tofail, llamado el filósofo autodidacto, y Avempace.
Entre las ciencias fueron muy cultivadas la Astronomía, las Matemáticas y sobre todo la Medicina y
la Farmacia. Sobresalieron en esta rama del saber, el célebre médico Abuscasím, inventor del
aguardiente, según se cree, y del arte dental 44 (276) ; Avenzoar, médico de los emperadores
almorávides 45 (277) y excelente farmacéutico; Geber, que ha dado su nombre a la ciencia del
Álgebra, por considerársele fundador de ella 46 (278), y Abul Rassé, inventor del aguarrás.

El arte árabe. — El arte árabe se resume todo en la arquitectura, pues la escultura y la pintura
estaban vedadas por el Corán, que prohibía la representación de la figura humana.
Los árabes construyeron muchos palacios y mezquitas, que al mirarlos nos producen una agradable
impresión de extremada ligereza y de ilusión fantástica. Su encanto y originalidad estriban en el
magnífico decorado de finísimas porcelanas de colores vivos, de estuco brillante y de vaciados en
38
(270) Alhaquem II fundó en Córdoba una copiosa y abundante biblioteca, cuyo catálogo, según se afirma, constaba de
44 volúmenes. Muchas de las obras estaban anotadas por el propio Alhaquem II, que, además, mandó establecer en
muchos sitios escuelas gratuitas, generalizando de un modo extraordinario la instrucción pública. Su reinado forma parte
integrante del siglo de oro de las letras arábigo-españolas.
39
(271) El moro Razis vivió en el siglo ix y escribió una Crónica, que comprende desde la batalla del Guadalete hasta el
reinado de Alhaquem II.
40
(272) Fue poetisa inspirada y tierna y se la llamó la Safo Sevillana
41
(273) A Radhya se la conoce con el nombre de la Estrella Feliz, y regentó una cátedra de literatura, muy celebrada.
42
(274) Fátima, llamada también Lobina, fue secretaria de Alhaquem II y era una gran pendolista.
43
(275) Averroes nació en Córdoba en 1120 y murió en Marruecos en 1198. Sus obras sobre Aristóteles han sido
traducidas a todos los idiomas. Su influencia fue grandísima en la filosofía española. Averroes fue, además, un excelente
médico y alquimista.

44
(276) Obra maestra de Abuscasin es la llamada Método de curar, que es un importante tratado de higiene. Fue también
un astrónomo de gran valía, y bajo su dirección se construyó la famosa Giralda de Sevilla, la esbelta torre que en el año
1195 mandó construir el emperador almohade Yacub para celebrar su triunfo sobre las armas cristianas.
45
(277) Fue Avenzoar enciclopédico en sus conocimientos, pues cultivó la medicina, la poesía, la filosofía, y se le
considera como inventor de la Farmacia o arte de confeccionar los medicamentos. Fue maestro de Averroes. Es famoso
el epitafio que hizo para su tumba: "Párate y considera,— esta mansión postrera,—donde todos vendrán' a reposar.— Mi
rostro cubre el polvo que ha,—a muchos de la muerte he libertado,—pero yo no me pude libertar."
46
(278) El Geber era natural de Sevilla, y fue insigne matemático. Hay, no obstante, quien sostiene que la palabra
Algebra se deriva de la árabe gebr, que significa reducir números quebrados a uno entero.

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yeso finamente calados y primorosamente recortados, con innumerables figuras geométricas
entrelazadas, inscripciones coránicas y guirnaldas de hojarascas imaginarias, que llevan el nombre de
arabescos.
En el desarrollo de la arquitectura arábigo-española, pueden distinguirse tres períodos bien
determinados en caracteres, dentro de la unidad que ofrece el arte musulmán de Occidente:
El primer período, siglos VIII al x, coincide con los tiempos del Califato y su más hermoso
monumento es la mezquita de Córdoba.
El segundo período llamado de transición, siglos XI al XII, es una época algo obscura de las artes
musulmanas en la península por existir pocos monumentos de la misma, algunos dudosos, y
pertenecen a esta época la Giralda de Sevilla, la Alfarería de Zaragoza y la puerta de Bisagra en
Toledo.
El tercer período, llamado árabe-granadino, siglos XIV y XV, comprende el arte del reino de
Granada y su obra magistral es la maravillosa Alhambra.

Influencias de la civilización musulmana en los reinos cristianos. — Dos


pueblos que viven juntos por espacio de siete siglos, forzosamente han de ejercer influencias mutuas
en su manera de ser y en sus costumbres.
El contraste entre musulmanes y cristianos era grande. Los árabes desconocían la idea de nación, y
cuidaban sólo de disfrutar las delicias del poder, mientras que los cristianos, amantes de su suelo,
eran miembros de una nación cuyos individuos perseguían todos la misma idea de engrandecimiento.
De aquí la superioridad moral de éstos sobre aquéllos.
Las costumbres árabes eran sensuales, aficionados al lujo, a los ejercicios hípicos y a las corridas de
toros. Los cristianos fueron aficionándose a ellas, pero muy parcamente.
Entre los árabes la mujer era despreciada. En la península, sin embargo, merced, a la influencia de
los españoles, no estuvo tan abatida como en Oriente, pues gozó de ciertas libertades y consideración
social, llegando a cultivar, como hemos visto, las ciencias y las letras.
Eslabón inmediato de esta influencia fueron sin; duda alguna los mozárabes, de que ya hemos
hablado y que tanto influyeron en el mundo musulmán de nuestra patria, lo mismo en el orden
político que en la cultura 47 (279).

La Conquista de Granada. — Uno de los grandes éxitos políticos de los Reyes Católicos fue la
terminación de la Reconquista, apoderándose del reino de Granada, último baluarte de la dominación
musulmana en España 48 (342).
En el año 1478, gobernaba el reino granadino Muley-Hassem, que no tenía muy contento al pueblo
por su despotismo y por las matanzas que había hecho de nobles y funcionarios distinguidos.
47
(279) Algunos mozárabes ocuparon altos cargos en la gobernación del Estado, lo cual les atrdjo más tarde el odio del
clero y del pueblo musulmán, dando ello motivo a que fueran perseguidos en distintas épocas de la dominación
mahometana, persecuciones que terminaron al iniciarse las grandes conquistas cristianas, por la facilidad con que ya
pudieron acogerse a las plazas fronterizas recién tomadas.
48
(342) Según dijimos al hablar de los reinos de Taifas, el reino de Granada fue fundado por Mohamed-ben-Alhamar,
llamado el Magnífico, que embelleció su heímiosa corte con grandiosas construcciones. Entre los sucesores más notables
del fundador, se cuentan: su hijo Mohamed II, que llamó en su auxilio a los Benimerines; Ben, Nasar, que dió nombre a
la dinastía nazarita, nombre con que se designa a los reyes y al reino granadino, si bien otros historiadores lo hacen
derivar de Ben-Nasar, apelativo de la familia de Alhamar; Abu-Said, llamado el Bermejo, a quien dió muerte D. Pedro I
de Castilla; Ismail, que hizo degollar en la Alhambra a los Abencerrajes; Muley-hassen y Boabdil, con quien termina la
dinastía. En la llamada 180, insertamos la cronología completa de los reyes nazaritas.

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Terminada la tregua que desde 1476 tenían con Castilla los granadinos, se apoderaron por sorpresa
de la villa de Zahara en 1481 49 (343).
Los castellanos tomaron como represalias la ciudad de Alhama y a estos hechos de armas siguieron
una serie de correrías y combates en los que los castellanos, victoriosos muchas veces, sufrieron, no
obstante, los desastres de Loja (a. 1482) y Axarquía (marzo de 1483).
Mientras ocurrían estos sucesos, murió Muley- Hassem y estalló una guerra civil entre Boabdil, su
hijo 50 (344) y Abdallah el Zagal, hermano del rey muerto, por querer ambos sucederle en el trono,
pero al fin hubo un arreglo por el que Boabdil gobernaría en Granada y Abdallah en Málaga.
Al poco tiempo Boabdil fue hecho prisionero por los castellanos en el sitio de Lucena (abril de 1483)
y el Zagal quedó dueño único del territorio granadino 51 (345). Pero Fernando el Católico demostró su
astucia y habilidad políticas poniendo en libertad a Boabdil, mediante ciertas concesiones 52 (346),
con lo cual se recrudeció la lucha entre los partidos granadinos defensores respectivamente del tío y
del sobrino 53 (347), cuya debilidad, cada vez mayor, dió motivo a que los castellanos se fue sen
apoderando sucesivamente y con poco esfuerzo de todos los castillos y plazas fuertes de los
musulmanes, como Setenil, Ronda, Modín, Vélez-Málaga, Loja, Málaga y Guadix.
Ante el éxito de las armas cristianas, Abdallah el Zagal emigró a Tlemecén con muchos de sus
partidarios y quedó solo Boabdil, ya reducidos sus dominios a la ciudad de Granada y a su vega. Allí
llegaron los Reyes Católicos, poniendo sitio definitivo a la ciudad en 1491 y .construyendo la
población militar de Santa Fe 54 (348).
El sitio de Granada fue pródigo en hazañas de valor y hechos caballerescos, que hicieron célebres,
entre otros, los nombrés de los capitánes cristianos Pérez del Pulgar 55 (349) y Gonzalo de Córdoba56
(350). y de los caudillos árabes Hamet el Zegrí 57 (351), Tarfe 58 (352) y Muza 59 (353).

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(343) Parece que el rey Católico exigió a Muley-Hassem el pago de los tributos que los monarcas granadinos debían a
los reyes castellanos desde tiempo de Fernando III, y que Muley-Hassem contestó al embajador: "Decid a vuestros reyes
que en Granada no se fabrican monedas para Castilla, sino lanzas y alfanjes para hacerles la guerra." El rey Fernando
contestó al saberlo: "Yo sabré arrancar uno a uno los granos de esa Granada."
50
(344) Boabdil era hijo de Muley-Hassem, tenido en la sultana Aixa la Horta, mujer orgullosa y altanera, que dominaba
al esposo y a los hijos. Otra de las esposas del monarca granadino fue la famosa Zoraida, cristiana de nacimiento,
llamada D.¿ Isabel Solís, que hecha prisionera del castillo donde habitaba con su padre, fue elevada a la categoría de
sultana. Entre los hijos de Zoraida y Aixa, hubo grandes disgustos familiares.
51
(345) Como el Zagal derrotó a los cristianos en la Axarquía y este triunfo tuvo mucha resonancia, Boabdil quiso
consolidar su poder con otra victoria, como la de su tío, poniendo sitio a Lucena con tan mala fortuna, que fue derrotado
y hecho prisionero por el Conde de Cabra.
52
(346) Estas concesiones fueron, entre otras: pagar tributo al rey católico, entregarle determinadas plazas y permitir el
paso de tropas cristianas por su reino.
53
(347) Eran los antiguos abencerrajes y zegríes, que renovaron sus sangrientas y enconadas luchas.
54
(348) Un incidente casual hizo que se prendiese fuego al campamento cristiano, según se cree el descuido de una dama
de la reina, que dejó olvidada una bujía encendida. Pero la reina mandó construir un campamento de piedra, origen de la
actual ciudad de Santa Fe, nombre que significaba la fe, que la reina siempre tuvo en el definitivo triunfo de las armas
cristianas. Doña Isabel era adorada por los soldados al verla sufrir con ellos todos los rigores de la campaña. Ella fue la
iniciadora del cuerpo de sanidad militar, pues dotó a cada unidad guerrera de médico, cirujano y ayudantes, creando los
hospitales de campaña, que ella misma dirigía y asistía.
55
(349) Hernán Pérez del Pulgar era natural del Pulgar, pueblo de Toledo. Fue cronista de Isabel I y se le llama el "de las
Hazañas", por las muchas y heroicas que realizó. La más importante, fue la de llegar de noche a Granada, seguido de
quince valientes compañeros, y clavar con un puñal en la puerta de la Gran Mezquita, un letrero con la leyenda "AVE
MARIA". La lucha que sostuvo al regreso en las calles de Granada fue de una heroicidad sin límites.

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Al fin sobrevino el hambre en Granada, se iniciaron las negociaciones para la capitulación y una vez
acordados sus extremos, los españoles entraron en la ciudad el 2 de enero de 1492 60 (354).
Las capitulaciones de Granada fueron respetadas en los primeros momentos, pues al poco tiempo los
vencedores cambiaron de política y comenzaron a vejar y limitar la libertad de los vencidos,
particularmente la religiosa, lo cual dio motivo a muchas sublevaciones que fueron sofocadas con
grandes trabajos y sensibles pérdidas en las tropas castellanas. Al fin, se permitió a los musulmanes
que no quisieron abjurar, que se trasladaran al África, y sólo quedaron en España los musulmanes
convertidos, que se llamaron desde entonces moriscos 61 (355).

Boabdil. — Después de la capitulación siguió viviendo Boabdil en la misma capital de Granada


algún tiempo. De allí se retiró a Andarax (hoy Laujar) por indicación de los Reyes Católicos y
últimamente marchó al África en unión de gran número de súbditos y servidores, viviendo hasta el
año 1518, en que murió en la ciudad de Fez 62 (356).

56
(350) Gonzalo de Córdoba nació en Montilla, provincia de Córdoba, y fue llamado "El Gran Capitán"' por sus hazañas
en las guerras de Italia. Su escuela militar fue la guerra granadina.
57
(351) Hamet el Zegrí fue el heroico gobernador y defensor de la plaza de Málaga.
58
(352) Tarfe ató a la cola de su caballo el cartel del "AVE MARIA", que Pérez del Pulgar colocó en la puerta de la
Mezquita granadina y lo arrastró hasta el campamento cristiano, desafiando a todos los caballeros. Murió a manos de
Garcilaso de la Vega.
59
(353) Muza desafió solo a todos los cristianos y atacó él solo los reales del ejército castellano. Era hombre de fuerzas
hercúleas, que al ser perseguido por varios soldados se precipitó en el Darro, y allí pereció ahogado.
60
(354) En la capitulación se acordó: la seguridad de las personas y bienes de los musulmanes, libertad del culto y de las
prácticas religiosas, respeto a las leyes, costumbres y jueces, musulmanes, limitaciones de tribus y otras concesiones "de
menos importancia.
61
(355) La mayor parte de los convertidos lo hicieron sin fe y sin convicción, por lo que más tarde surgieron
sublevaciones y luchas, que en plazo no lejano trajeron como consecuencia su expulsión definitiva. Esta se llevó a efecto
en tiempos del rey Felipe III.
62
(356) Cuéntase que cuando Boabdil abandonaba la hermosa ciudad granadina, camino de las Alpujarras, llegó a una
eminencia desde donde se contempla por última vez la que fue su corte. El destronado rey dió un suspiro de amargura y
derramó abundantes lágrimas de despedida, lo cual visto por su madre Aixa le dijo: "Llora como mujer, ya que no has
sabido defenderla como hombre." Aquella prominencia se llama desde entonces "El Suspiro del Moro", como recuerdo
de un hecho tan sentimental y poético.

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