Al punto de vista —tan fatal y fatalista— anteriormente reseñado, se opone uno más
luminoso, que está más emparentado con la idea de una Providencia, y de acuerdo
con la cual todas las cosas terrenales maduran hacia un bello perfeccionamiento, y
los grandes héroes y los tiempos heroicos sólo son postas hacia un estado más
elevado —de naturaleza divina— del género humano, cuyas luchas morales y
políticas tendrán finalmente como consecuencia la paz más sagrada, la más pura
hermandad, y la más eterna dicha. La Edad Dorada, dicen, no se encuentra detrás
nuestro, sino delante nuestro; no hemos sido expulsados del Paraíso con una
espada en llamas, sino que deberíamos conquistarlo con el corazón en llamas, a
través del amor; el fruto del conocimiento no sería la muerte, sino la vida eterna.
»Civilización« fue por mucho tiempo el lema entre los jóvenes de tal opinión. En
Alemania, preponderante-mente la escuela humanística le rindió tributo. Con qué
resolución se orienta la denominada escuela filosófica es conocido por todos. Fue
especialmente provechosa en las investigaciones de cuestiones políticas, y como
culminación de este punto de vista se predica una forma ideal de estado, que,
basada exclusivamente en fundamentos racionales, en última instancia, ha de
ennoblecer y hacer dichosa a la humanidad. No necesito nombrar a los paladines
entusiastas de esta opinión. Sus altas aspiraciones son, en todo caso, más
regocijantes que las pequeñas sinuosidades de despreciables zarcillos [Ranken]; si
alguna vez llegamos a combatir esta opinión, será con la más preciosa espada del
honor, mientras que despacharemos a un siervo rastrero [rankenden] sólo con el
látigo que le es afín.
Tradicionalmente los historiadores tomaron por cierto que sólo habfa que explicar el cambio o la
discontinuidad mientras que las continuidades no requerían explicación alguna. Con·toda razón,
Barrington Moore, en 1966, atacó esa falacia. Desde ya, incluso la retención de-ciertos-rasgos
sociales o culturales exige la recreación de semejantes valores.en cada generación, a menudo a
costa de esfuerzos y aun sacrificios notables (Barrington Moore 1966, 485 ss.). Por lo tanto, la
persistencia de un régimen sociopolítico u otro tipo de continuidad podrá parecer tan enigmática
como una revolución. Una "continuidad" tampoco debe tomarse literalmente como ausencia de
cambio, algo que se buscarla en vano en los flujos y reflujos del pasado, sino más bien como un tipo
de cambio.lento y gradual, en marcha constante pero en un mismo sentido (Burke 1979, 3). Para
analizar el cambio histórico lo mismo que las fuerzas de inercia será necesario insertarlos dentro de
una duración cronológica determinada. Generalmente, el historiador -no obstante lo fundamental
que tendrá que ser para él la dimensión temporal- trata del tiempo de nianera poco sofisticada 1•
El tiempo es generalmente tomado, simplemente, como métrico e irreversible. Asf, como lo formula
Robert F. Berkhofer (1971, 215), "Nothing happens outside of time, but this kind of time is exterior
lo all that happens within it. It is mathematical time as independent of events as it of the human
mind". ("Nada ocurre fuera del tiempo, pero ese tipo de tiempo es exterior a todo lo que ocurre en
su interior. Es un tiempo matemático porque es independiente tanto de los hechos como de la
conciencia hnmana ") Desde ya, también sabemos de la existencia de un tiempo subjetivo, existente
en la conciencia del individuo o de un colectivo humano, y que por lo tanto no es divisible. También
exisie un tiempo interpretativo que pone en relación a la vez el pasado, el presente y el futuro, lo
que se ha llamado temporalización social (Lundmark 1984, 12-17¡2. Contra este trasfondo
intrincado, nuestro afán de sacar del continuo temporal cierto lapso de tiempo matemático a fin de
ordenar los hechos que estamos estudiando y de poder comp~rar y ppr ende generalizar -es decir
la perhJdización- parece una ambición ingenua, simplista': Esta formul~cíón senciila no está
tampoco libre de ambivalencias. . En efecto, la periodización podrá servir para colocar el evento u
objeto estudiado dentro de un contexto que evoca una cantidad de asociaciones. Al mismo tiempo,
sin embargo, semejante determinación en términos temporales constituirá muchas veces la primera
etapa de una explicación causal al establecer lo que ocurrió antes o después de cierto
acontecimiento o fenómeno. De acuerdo con Berkhofer, quien designa a estos dos usos de una
periodización como colocación ("settting") y secuencia respectivamente, son metodológicamente
hablando muy difíciles de combinar. La colocación desde ya implica la invocación de las corrientes
de una época ("Zeitgeist", "Times", "generación") y lleva fácilmente a una concepción holística. Se
presentan dificultades notables de balancear las continuidades y el cambio dentro de semejante
tipo de periodización. Por otra parte, la ·secuencia no deja de implicar• una concepción estática del
tie.mpo. "The history of dated events has to a large degree hidden the history of change" (La historia
de los hechos datados oculta en buena medida a la historia del cambio"), asevera Berkhofer (1971,
229). Probablemente, sólo al estar conciente del dilema el historiadbr podrá usar con provecho
ambos enfoques, .es'decir la colocación de índole sincrónica y la secuencia. de índole -diacrónica, -
no obstante_ que como -tales no armonizan. Las funciones de una periodización también podrán
divergir en otro nivel.. Podrá tratarse de caracterizaciones que destacan la unicidad del período en
cuestión, es decir una periodización ideográfica, o podrá, al contrario, tratarse de un esfuerzo de
discernir etapas y. regularidades dentro de un proceso teleológico o de un proceso macro, es decir
una que otra modalidad de una periodización nomotética, sea que su índole sea cíclica, marxista,
funcionalista;·o de otra naturaleza3. ·En un esfuerzo de superar semejantes contradicciones, el
maestro Femand Braudel, como se sabe, lanzó su notable esquema de tres "duraciones": la duración
corta de los acontecimientos, la duración media de las coyunturas económicas y/o sociales y, por
fin, la larga duración de las estructuras. En su artículo fundamental al respecto, de 1958, Braudel
ejemplifica la larga duración con la del capitalismo comercial de Europa Occidental que duró cuatro-
cinco siglos (1968, 73).• Su alumno Emmanuel Le Roi Ladurie, al lanzar el concepto como tal dudoso
de "histoire immobile" se refiere a ciclos ecológico-demográficos muy lentos e incluso variaciones
climáticas a través del tiempo.
Poblamiento de América
El poblamiento de América es el proceso de dispersión de la especie humana en el continente
americano. Los estudios científicos afirman que los seres humanos no son originarios de
América, y está claro que fue poblada por humanos provenientes de otros lugares. La
evidencia paleoantropológica y genética apoya la hipótesis según la cual los primeros
pobladores de América procedían de Siberia, el extremo noreste de Asia. Desde el punto de
vista de la teoría del poblamiento tardío, los paleoamericanos entraron en el continente durante
la última glaciación, cuando fue posible el paso hacia el Nuevo Mundo a través de Beringia (el
istmo que actualmente está ocupado por el estrecho de Bering). Esto sucedió entre 15 000 y
14 000 años a. C. Por otro lado, la teoría del poblamiento temprano afirma que los humanos
llegaron a América mucho antes, y está basada en el descubrimiento de restos cuya datación
por carbono 14 da una antigüedad mayor que 14 000 años a. C. A la investigación
paleoantropológica se suma la información genética, que ha servido para reforzar algunas
conjeturas sobre el origen de los americanos. Se estima que la mayor parte de los indígenas
americanos son descendientes de un grupo proveniente del noreste o del oriente de Asia. Los
pueblos de habla na-dené son descendientes de una segunda ola migratoria que se estableció
en el norte de América, mientras que los esquimales llegaron al continente en un flujo migratorio
más reciente.1 Después de que los paleoamericanos entrasen en el continente, el paso de
Beringia fue cubierto nuevamente por el mar, de modo que quedaron aislados por tierra del
resto de la humanidad. Salvo la ininterrumpida comunicación
entre esquimales y paleoesquimales de Alaska y Siberia y el caso de unos
breves asentamientos vikingos en América, en la costa de Canadá y Groenlandia, no hay
pruebas concluyentes que respalden un contacto transoceánico entre la América precolombina
y el resto del mundo. Tras el contacto colombino se plantearon variadas conjeturas para explicar
el origen de los indígenas americanos, por ejemplo, recurriendo al mito de la Atlántida o de
las tribus perdidas de Israel. El avance de la investigación científica permitió demostrar que no
había relación material entre el origen de los amerindios y esas creencias, por lo que esas
antiguas hipótesis quedaron descartadas.
Charles Abbott[editar]
En 1876, Charles Abbott, un médico estadounidense, encontró unas herramientas de piedra
en su granja de Delaware. Debido a las características toscas de los instrumentos, pensó que
podrían pertenecer a los antepasados remotos de las culturas indígenas modernas. Debido a
ello, consultó con un geólogo de Harvard, quien estimó en 10 000 años de antigüedad la grava
que se encontraba alrededor del hallazgo. Abbott sostuvo entonces que se trataba de un
asentamiento humano del Pleistoceno, es decir, muchos miles de años más antiguo de lo que
establecían las teorías bíblicas dominantes. La teoría de Abbott fue rechazada por las
jerarquías cristianas por oponerse a la Biblia y por la comunidad científica organizada por el
Instituto Smithsoniano por no cumplir con los estándares científicos que exigía. Entre los
científicos que rechazaron la hipótesis de Abbott se encontraban Aleš Hrdlička y William Henry
Holmes. En la actualidad se ha comprobado que Abbott tenía razón en muchas de sus
hipótesis y la granja ha sido declarada Monumento Histórico Nacional.
El descubrimiento del yacimiento de Folsom[editar]
En 1908, George McJunkin encontró unos enormes huesos en un barranco de la
aldea Folsom, Nuevo México. McJunkin, un esclavo liberado por la Guerra Civil
estadounidense, era geólogo, astrónomo, naturalista e historiador aficionado y durante años
intentó llamar la atención de los vecinos de Folsom sobre la probable antigüedad de los
huesos.13En 1926, cuatro años después de la muerte de McJunkin, el director del Museo de
Historia Natural de Colorado, Jesse D. Figgins, se enteró del lugar y descubrió varias puntas
de flecha de un estilo muy refinado que luego volverían a encontrarse en Clovis y otros
yacimientos. Una de ellas estaba incrustada en la tierra que rodeaba al hueso de un ejemplar
de bisonte extinto miles de años atrás.13Figgins llevó las puntas de lanza a Washington
DC para enseñárselas a Aleš Hrdlička, en el Instituto Smithsoniano, quien si bien lo trató
cortésmente y le sugirió una serie de reglas metódicas para el caso de nuevos
descubrimientos, se mantuvo sumamente escéptico y consideró hasta el fin de su vida que
Folsom no constituía una prueba concluyente de que América hubiera estado poblada durante
el Pleistoceno.14En agosto de 1927, el equipo de Figgins encontró una punta de lanza ubicada
entre dos costillas de bisonte. Figgins envió un telegrama y tres científicos viajaron para ser
testigos del hecho, e informar de la seriedad del hallazgo. En ese momento, la comunidad
científica estadounidense comenzó a aceptar la importancia del yacimiento de Folsom.15Han
sido datados en 10 285 años AP.1617
En 1929, Ridgely Whiteman, un joven indígena de 19 años que venía siguiendo las
investigaciones que se estaban realizando en la cercana localidad de Folsom, escribió una
carta al Instituto Smithsoniano sobre una serie de huesos que había encontrado en la aldea de
Clovis (en el estado de Nuevo México). En 1932, una excavación realizada por un equipo
dirigido por Edgar Billings Howard, de la Universidad de Pensilvania, confirmó que se trataba
de un asentamiento indígena durante el Pleistoceno y verificó el tipo especial de punta de
flecha que sería conocida como «punta Clovis». Al ser descubierta la datación por carbono 14,
en 1949, el método fue aplicado en los yacimientos de Clovis, resultando en antigüedades que
oscilaban entre el año 10 900 y el 11 500 a. C.18
La datación por radiocarbono determinó los años 9500 a 8900 a. C. y tras una revisión se
corrigió a 9050 a 8800 a. C. 19Desde la década de 1930 y, sobre todo, desde la confirmación
de las fechas por el método del carbono 14, la comunidad científica estadounidense
organizada alrededor del Instituto Smithsoniano aceptó que la cultura Clovis era la más
antigua de América y que estaba directamente relacionada con la llegada de los primeros
hombres. Esto se conoció como «consenso Clovis» y tuvo gran aceptación mundial hasta
fines del siglo XX. El consenso Clovis fue la base de la teoría del poblamiento tardío de
América.
Hrdlička y la teoría del ingreso desde Siberia cruzando el estrecho
de Bering[editar]
Mapa de las migraciones humanas fuera de África, versión de Naruya Saitou y Masatoshi Nei (2002) del
Instituto Nacional de la Genética del Japón21 que coincide con la versión de Göran Burenhult (2000).22
#GGC11C
Su primera formación sucedió aproximadamente 40 000 años AP, manteniéndose unos
4000 años. Su segunda formación se produjo aproximadamente 25 000 años AP,
permaneciendo hasta aproximadamente 11 000-10 500 AP (Scott A. Elias)23cuando volvió a
subir el nivel de las aguas al final de la glaciación, inundando gran parte del territorio y
separando Asia de América por el estrecho de Bering. El dato más importante para establecer
una teoría migratoria durante la última glaciación es el hecho de que Canadá estaba
completamente cubierta de hielo durante la última glaciación, invadida por dos gigantescas
placas: la Placa de Hielo Laurentina y la Placa de Hielo de la Cordillera. Esto hacía imposible
la entrada al continente más allá de Beringia. Apareció entonces la teoría del «corredor libre
de hielo» (ice-free corridor, en inglés). Según esta teoría, en los instantes finales de la última
glaciación, comenzaron a derretirse los bordes en contacto de las dos grandes placas de hielo
que cubrían Canadá, abriendo un corredor libre de hielo de unos 25 km de ancho, que seguía,
primero el valle del río Yukón y luego el borde este de las Montañas Rocallosas por el corredor
del río Mackenzie.24Los científicos que sostienen la teoría estiman que esto ocurrió en
el 14 000 años AP,25aunque otros cuestionan la fecha y afirman que no pudo haber sucedido
hasta 11 000 años AP, invalidando así la posibilidad que quienes originaron las culturas de
Folsom y Clovis usaran esa ruta, ya que estas ya existían en esta última fecha.24Una vez
abierto el corredor, los seres humanos que estaban en Beringia pudieron avanzar hacia el
interior de América y dirigirse al sur. La teoría ha sido ampliamente aceptada como parte
integrante del Consenso de Clovis, pero no hay evidencias directas que prueben el paso de
seres humanos por ese corredor.25El primero en proponer la posibilidad de ese corredor fue el
geólogo canadiense W. A. Johnston en 1933, y quien acuñó el término «corredor libre de
hielo» fue Ernst Antevs, en 1935.26A partir de esos datos cronológicos, se desarrolló entonces
una teoría migratoria sosteniendo que las tribus asiáticas que habían penetrado en Beringia,
permanecieron allí varios miles de años hasta que, poco antes de finalizar la última glaciación
(10 000 AP) y de que el puente de Beringia se inundara, se formara un estrecho corredor libre
de hielo que les permitió dirigirse al sur. Esta teoría se articuló con los descubrimientos de la
cultura Clovis que databan del año 13 500 AP para concluir que había sido integrada por los
primeros migrantes que ingresaron por el puente de Beringia, de la que a su vez habrían
descendido todas las demás culturas indoamericanas. El primero en componer un posible
modelo migratorio de asiáticos hacia América a través de Beringia fue Caleb Vance Haynes en
un artículo publicado en la revista Science en 1964.27Esta explicación, conocida actualmente
como teoría del poblamiento tardío o «consenso Clovis», fue aceptada en forma generalizada
durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX. Más recientemente se ha fortalecido
la posibilidad de que los pobladores de América provenientes de Beringia utilizaran una ruta
alternativa hacia el sur bordeando la costa.28Debido al descenso del nivel del océano esa
posible ruta se encontraba al oeste de la actual costa norteamericana y en el presente está
cubierta por las aguas del océano Pacífico, complicando los estudios arqueológicos. En 2003,
un estudio submarino encontró una herramienta de piedra de una antigüedad del 8000 a. C. a
una profundidad de 53 metros.29
La antigüedad[editar]
La antigüedad del hombre en América está sometida a gran controversia científica. La
fecha más tardía es la que sostienen los defensores de la teoría del poblamiento
tardío y está relacionada con la cultura Clovis, que ha establecido sin dudas una
presencia humana hace 13 500 años. Los defensores de esta teoría sostienen que la
fecha de ingreso al continente no pudo ser anterior al 14 000 AP porque fue en ese
momento cuando se abrió el corredor libre siguiendo el río Mackenzie a través del
actual territorio canadiense. Esta hipótesis ha sido definitivamente desmentida por la
datación de Monte Verde I (Chile), de 14 800 años.32; y posteriormente con la
datación de una huella humana (denominada la Huella de Pilauco (Chile), descubierta
en el sitio paleontológico de Pilauco Bajo, la cual presenta una antigüedad datada de
15 600 años.
A partir de ese piso diversas investigaciones científicas han propuesto fechas muy
diferentes, las cuales, sin embargo, se encuentran bajo una fuerte controversia por no
presentar evidencia sólida al no presentar una datación confiable. Entre ellas
podemos mencionar las siguientes fechas y sitios propuestos:
Topper (Carolina del Sur, Estados Unidos). Restos humanos fechados hacia el
año 50 000 AP (antes del presente).
Pedra Furada (Piauí, Brasil). Restos humanos fechados hacia el año 50 000 AP.
American Falls (Estados Unidos). Restos fechados hacia el año 43 000 AP.
Cuenca del Valsequillo (México). Huellas humanas fechadas hacia el año
40 000 AP.616263
Lewisville (Texas, Estados Unidos), con fechas de 37 000 años AP.
Monte Verde II (Puerto Montt, Chile). Restos de 33 000 años.
El Cedral (SLP, México). Restos humanos y artefactos líticos con una antigüedad
de 31 000 años AP.
Tequixquiac (Méx, México). Hueso sacro de Tequixquiac de hace 22 000 años.
Tlapacoya (Méx, México). Navaja de obsidiana de hace 21 000 años.
Chiribiquete, Colombia, pinturas rupestres de hasta 19 510 años.
Meadowcroft Rockshelter (58 km de Pittsburgh, Estados Unidos) 16 000 a
19 000 años.
Buttermilk Creek, Condado de Bell (Texas) 15 500 a 16 000 años.
Piquimachay (Ayacucho, Perú). Puntas de proyectil, raspadores, cuchillos; de
17 000 años, aproximadamente. El antropólogo Mc Neish opina que estos
inmigrantes llegaron a los Andes peruanos hace 22 000 años.
Monte Verde I (Puerto Montt, Chile). Restos de 14 800 años.32
Véase también[editar]
Referencias[editar]
Mesoamérica
Mesoamérica
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
No debe confundirse con Región mesoamericana.
Mosaico de diversos rasgos característicos de Mesoamérica.
Mesoamérica (en griego: μέσος [mesos], ‘intermedio’)? es la región cultural del continente
americano que comprende la mitad meridional de México, los territorios de Guatemala, El
Salvador, Belice, así como el occidente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica en el periodo
precolombino fue conocido por formar parte de las grandes civilizaciones. No debe
confundirse con la región mesoamericana, concepto acuñado para denominar una región
geoeconómica por organizaciones internacionales tales como la OCDE.1 Mesoamérica, como
se expone en este artículo, es un área definida por la cultura. Esta región vio el desarrollo de
una civilización indígena en el marco de un mosaico de gran diversidad étnica y lingüística. La
unidad cultural de los pueblos mesoamericanos se refleja en varios rasgos que Paul
Kirchhoff definió como el complejo mesoamericano.2
La definición de lo que se acepta como mesoamericano es objeto de discusión entre los
estudiosos de esta civilización; sin embargo, con frecuencia se menciona en el inventario la
base agrícola de la economía, como la domesticación
de cacao, maíz, frijoles, tomate, aguacate, vainilla, calabaza y chile, así como el pavo y el
perro, el uso de dos calendarios (ritual de 260 días y civil de 365), los sacrificios
humanos como parte de las expresiones religiosas, la tecnología lítica y la ausencia
de metalurgia, entre otros. En su momento, la definición del complejo mesoamericano sirvió
para distinguir a los pueblos mesoamericanos de sus vecinos del norte y el sur.
El desarrollo de Mesoamérica se extendió por varios milenios. Los especialistas discuten
sobre la época que puede considerarse el «inicio» de la civilización mesoamericana. De
acuerdo con algunas posturas, el hito inicial consiste en el desarrollo de la alfarería. Otros
consideran que el primer complejo mesoamericano se desarrolla entre los
siglos XV y XII a. C., período contemporáneo a la cultura olmeca. No obstante, ya hay una
transformación importante del ambiente natural a través de la agricultura desde la época
geológica del Holoceno, hace más de 7000 años3.
A lo largo de su historia, los pueblos mesoamericanos construyeron una cultura que cuyas
expresiones hablan de elementos compartidos por varios pueblos y rasgos que los distinguen
entre sí. En la medida que avanzó el proceso civilizatorio, algunos rasgos se homogeneizaron
por el contacto interétnico y otros adquirieron especificidad en ciertos contextos. Este proceso
fue continuo y perduró hasta la colonización española. Algunos autores emplean
indistintamente los nombres nahuas para describir objetos y conceptos originales de
Mesoamérica,4 y otros destacan las diferencias entre los pueblos de la región.5
La mayor parte de los pueblos mesoamericanos hablaron lenguas pertenecientes a las
siguientes familias
lingüísticas: otomangueana, mayense, mixezoqueana, totonacana y utoazteca. Otras lenguas
están aisladas o no pudieron ser clasificadas porque desaparecieron en el proceso
de castellanización que comenzó con la colonización española y continúa hasta la fecha. Este
mosaico de lenguas y etnias estuvo presente durante la época prehispánica y tiene su
correlato en las numerosas culturas indígenas que se desarrollaron en diversas zonas y
tiempos de Mesoamérica, entre las cuales las más estudiadas han sido la mexica, la maya,
la teotihuacana, la zapoteca, la mixteca, la olmeca o la tarasca. A pesar de la concentración
de estudios que se han dado en el caso de esas importantes culturas, Mesoamérica fue
escenario de muchos pueblos, algunos de los cuales han apenas comenzado a ser
investigados a partir de excavaciones recientes. Inventaron un sistema de escritura pero no
tan avanzado como los mayas