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Diversas concepciones de la historia

La figura de Heine, familiar al público argentino —no en última instancia gracias a


las referencias de Borges, los elogios de Nietzsche y las operas de Wagner que
toman motivos de su obra (Tannhäuser y El holandés errante)—, no necesita
presentación alguna. Dentro del ámbito de la psicología también recordará el lector
las constantes alusiones a Heine que Freud realiza en El chiste y su relación con lo
inconsciente. Sin embargo, dentro del mundo de habla hispana, la reputación de
Heine se debe casi exclusivamente a su obra literaria, y especialmente a su obra
lírica. En el mundo germano, por el contrario, su producción como crítico de las
ideas y su tarea dentro del ámbito del journalism le han otorgado un lugar de
privilegio dentro de la historia de las ideas. Tanto en la filosofía, como en el
pensamiento político de nuestros días, por no hablar de la literatura o la teoría
literaria, su huella se percibe con entera claridad.
El ensayo que presentamos, traducido por primera vez al castellano, pertenece a
los escritos póstumos y forma parte de aquella producción crítica que apenas se
conoce en el ámbito de habla hispana. Escrito probablemente en 1833 en un estilo
que —en oposición al discurso académico, al que atacó con sistema y fervor—
apunta a un público amplio y a un lector no especializado. Desde el punto de vista
retórico, el texto es una pieza de orfebrería perfecta. Además Heine expresa aquí
su rechazo a dos formas de interpretar la historia características de la crisis de una
época en que lo viejo no se resigna a morir y en lo nuevo ya se pueden ver sus
lacras originarias: la circular (de Friedrich Karl von Savigny, Gustav Hugo y Leopold
von Ranke) y la “providencial” (tal como las de Lessing y Hegel).Anticipándose a
las Tesis sobre Feuerbach de su amigo Marx, Heine plantea la necesidad de
cambiar —y no sólo interpretar— el mundo. Opone, así, una filosofía de la praxis a
la contemplación del historicismo especulativo.

Diversas concepciones de la historia

El libro de la historia se presta a múltiples interpretaciones. Aquí emergen


especialmente dos puntos de vista completamente opuestos. Unos ven en todas las
cosas terrenas sólo un camino circular sin consuelo; en la vida de los pueblos como
en la de los individuos, y en la naturaleza orgánica en general, ven un crecer,
florecer, marchitarse y perecer: primavera, verano, otoño e invierno. »¡No hay nada
nuevo bajo el sol!« es su lema; e incluso éste no es nada nuevo, porque hace ya
dos milenios fue ése el lamento del rey de Oriente. Encogen los hombros frente a
nuestra civilización, que —afirman— habrá de ceder nuevamente a la barbarie;
mueven la cabeza frente a nuestras luchas por la libertad, que sólo servirían para
que surjan nuevos tiranos; sonríen frente a todo empeño que provenga de un
entusiasmo político que pretenda hacer mejor y más dichoso el mundo, y que, sin
embargo, finalmente se enfriaría sin dar frutos. En la pequeña crónica de
esperanzas, necesidades, fracasos, pesares y alegrías, errores y desengaños con
que ocupa su vida el individuo, en esta historia humana ven también la historia de
la humanidad. En Alemania, los sabios de la escuela histórica y los poetas del
período artístico de Wolfgang Goethe simpatizan enteramente con este punto de
vista; y los últimos acostumbran, con ello, estetizar un indiferentismo sentimental
frente a todas las cuestiones políticas de la patria. Un gobierno suficientemente bien
conocido de Alemania del norte1  aprecia especialmente esta posición: hace viajar
regularmente a hombres que, entre las ruinas elegíacas de Italia, han de cultivar en
sí los pensamientos fatalistas agradablemente consoladores, para luego, en
comunidad con los predicadores de la sumisión cristiana —que actúan de
mediadores—, reducir la fiebre de libertad del pueblo —que dura tres días— por
medio de compresas de periódicos. Con todo, quien no puede germinar por medio
del ejercicio espontáneo del espíritu debe enredarse [ranken]2  en el suelo; sin
embargo, el futuro enseñará a aquel gobierno cuán lejos se llega con zarcillos y
enredos [Ranken und Ränken].

Al punto de vista —tan fatal y fatalista— anteriormente reseñado, se opone uno más
luminoso, que está más emparentado con la idea de una Providencia, y de acuerdo
con la cual todas las cosas terrenales maduran hacia un bello perfeccionamiento, y
los grandes héroes y los tiempos heroicos sólo son postas hacia un estado más
elevado —de naturaleza divina— del género humano, cuyas luchas morales y
políticas tendrán finalmente como consecuencia la paz más sagrada, la más pura
hermandad, y la más eterna dicha. La Edad Dorada, dicen, no se encuentra detrás
nuestro, sino delante nuestro; no hemos sido expulsados del Paraíso con una
espada en llamas, sino que deberíamos conquistarlo con el corazón en llamas, a
través del amor; el fruto del conocimiento no sería la muerte, sino la vida eterna.
»Civilización« fue por mucho tiempo el lema entre los jóvenes de tal opinión. En
Alemania, preponderante-mente la escuela humanística le rindió tributo. Con qué
resolución se orienta la denominada escuela filosófica es conocido por todos. Fue
especialmente provechosa en las investigaciones de cuestiones políticas, y como
culminación de este punto de vista se predica una forma ideal de estado, que,
basada exclusivamente en fundamentos racionales, en última instancia, ha de
ennoblecer y hacer dichosa a la humanidad. No necesito nombrar a los paladines
entusiastas de esta opinión. Sus altas aspiraciones son, en todo caso, más
regocijantes que las pequeñas sinuosidades de despreciables zarcillos [Ranken]; si
alguna vez llegamos a combatir esta opinión, será con la más preciosa espada del
honor, mientras que despacharemos a un siervo rastrero [rankenden] sólo con el
látigo que le es afín.

Ambas opiniones, según las he esbozado, no pueden coincidir auténticamente con


nuestros más vívidos sentimientos vitales; por un lado, no deseamos
entusiasmarnos en vano y arriesgarlo todo por lo inútil y transitorio; por otro,
deseamos también que el presente conserve su valor, y que no sea estimado sólo
como medio y que el futuro sea su meta. Y, de hecho, nos sentimos más importantes
que sólo un medio para una meta; nos parece como si fin y medio fueran sólo
conceptos convencionales, que el hombre introdujo mediante cavilaciones en la
naturaleza y en la historia, de los cuales, sin embargo, nada supo el Creador, ya
que toda creación se tiene a sí misma por fin y todo acontecimiento se condiciona
a sí mismo, y todo, como el mismo mundo, se encuentra allí y sucede por sí mismo.
La vida no es fin ni medio; la vida es un derecho. La vida desea volver efectivo este
derecho frente a la muerte que paraliza, frente al pasado, y este reclamo es la
revolución. El indiferentismo elegíaco de historiadores y poetas no debe inmovilizar
nuestra energía en esta empresa; y el entusiasmo de los que nos prometen la
felicidad futura no ha de inducirnos a arriesgar los intereses del presente y la lucha
inmediata por el derecho del hombre, el derecho a vivir. Le pain est le droit du
peuple3 , dijo Saint-Just, y éstas son las palabras más significativas que fueron
pronunciadas en toda la revolución.

Una Concepción de la Historia como Ciencia. Hacia la Complejidad de la Revolución


Historiográfica

Una Concepción de la Historia como Ciencia. Hacia la Complejidad


de la Revolución Historiográfica, Un Reto del Historiador
La Historia como hecho trascendental que surgió en tiempos remotos como
expresión a la acción de registrar, reconocer o explorar un acontecimiento, que han
podido determinar el hecho de estudiar el pasado partiendo del presente como lo
contemporáneo del espacio, para comprender el pasado, donde esta disciplina ha
jugado un papel importante reflejando un período de vida de aquellos y los actuales
momentos.
La historia como suceso es producto de un período, donde la interpretación que se
puede dar a un suceso o la explicación del por qué se produjo o la ponderación del
mismo, tomando como referencia obligada el tratamiento del lenguaje, ya que es el
factor fundamental, puesto que esta disciplina se escribe y se acerca al destinatario
de su obra que es el hombre.
La noción de historia vista como disciplina o ciencia histórica que busca explicar los
hechos o sucesos, que ocurren y/o ocurrieron en un lugar y un espacio determinado,
que han marcado de una u otra forma la vida del hombre; es considerada una
ciencia en lo social y lo vivo, que trastoca nuestro presente más actual, y está
directamente conectada con nuestra vida social mediata e inmediata, en todas sus
múltiples y variadas manifestaciones, consagrándose así al estudio de la obra de
los hombres en el tiempo, entendiendo que la idea de ciencia conlleva
necesariamente la de la existencia de todo un aparato categorial y conceptual
específico, organizado de una determinada manera, a través
de modelos y teorías que buscan explicaciones científicas comprensivas.
La historia ha sido vista como ciencia, bajo su mismo estatuto que concibe que toda
actividad que se desarrolla, y todos los resultados que se van concentrando, están
claramente encaminados hacia la consolidación de un proyecto de construcción de
una ciencia, que de acuerdo a la noción de Marx, debería abarcar absolutamente
todos los territorios que hoy están ocupados por las llamadas ciencias sociales, y
que en la medida en que hacen referencia a los distintos aspectos, actividades,
manifestaciones o relaciones sociales construidas por el hombre en el pasado o en
el presente, se engloban igualmente dentro de esa historia de los hombres, cuyo
estudio corresponde al hecho de la ciencias históricas.
Con el devenir de las épocas se han evidenciado modos maneras de concebir el
hecho de historiar un modelo o paradigma de la historia, específicamente en
nuestro país se ha transitado desde una historia romántica, el culto al héroe, el
patriotismo, los presidentes y el mundo militar, es decir una historia encomendada
bajo unos parámetros fijados y para privilegiar a una clase social o grupo importante
de aquellos momentos históricos de nuestra nación; es de allí que se toma como
referencia lo escrito por Aguirre (2008) donde esboza que "la mala historia es mil
veces más fácil de hacer y de enseñar que la buena historia, que la historia crítica.
Por eso, entre otras razones, ha proliferado tanto y se ha mantenido viva en muchas
partes del mundo, durante tanto y tanto tiempo. Pero si es mucho más fácil y exige
mucho menos esfuerzo ser un mal historiador….." (p.27)
Observando la trascendencia de la historia es necesario señalar que
su desarrollo no tiene nada de lineal y de simple, y que lejos de esa escalera
imaginaria de avances y conquistas ineluctables, sus itinerarios se despliegan más
bien como una especie armadura compleja que a veces abandona totalmente una
línea evolutiva que había seguido por siglos y hasta milenio, para recomenzar de
nuevo desde otro punto de partida, mostrando además esos múltiples itinerarios, es
de allí que los historiadores positivista conciben como una línea recta, siempre
ascendente, majestuosa y llena de avances y conquistas sin fin.
Otro aspecto importante a considerar es el mismo positivismo, visión que al limitar
el análisis únicamente a los hechos comprobables, anula el nivel interpretativo del
sentido profundo que guarda la dimensión del hecho de historiar que se distancie
del llano nivel empírico; en la búsqueda estéril de la objetividad y neutralidad
absoluta frente a su objeto de estudio, es decir, la pretensión de no tomar partido,
no juzgar, no apasionarse y no involucrarse para nada con los personajes o
situaciones que se investigan; es plantearse el hecho de una historia aséptica,
donde el historiador vive en completo divorcio con el contexto donde se encuentra
enclavado realizando el hecho histórico, que incluso se utiliza como argumento para
negarle al historiador la posibilidad de ocuparse, con mirada igualmente histórica,
de los cadentes y comprometidos hechos del presente.
Ante los señalamientos antes expuestos y apelando al hecho de historia crítica que
restituye la noción de progreso un sentido totalmente diferente a lo que se ha
concebido en la historia tradicional, mostrando así esa multiplicidad de líneas y
trayectorias diversas que integran al objeto y sus partes, esbozando al hecho
de ensayo y error, consolidando ciertas certezas adquiridas y recuperando en un
momento posterior a los resultados que anteriormente se creían pocos útiles y
recomenzando la tarea tantas veces necesarias hasta entender el hecho de
desentrañar el origen y causas del fenómeno que se estudia y su esencia; de igual
manera se expresa el hecho de concebir una historia que sea neutral, y que sea
objetiva, si por esto último entendemos una historia en la cual no nos involucremos
de ninguna manera, manteniendo un desinterés, una distancia y una indiferencia
totales hacia lo que examinamos; pero en cambio se plantea una historia
científicamente que rompa con la falsa creencia de la objetividad, donde se
sostenga que no hay una verdad absoluta no existe ni existirá nunca en el terreno
de la historia.
El principal aporte de la historia marxista que se pretende explicar está centrada en
el intento de recuperar la voz de las clases populares y de los oprimidos, ya sea
concibiéndolos como los verdaderos protagonistas y constructores de la historia y
pensarse en volver a pensar y hacer historia en su totalidad incorporando siempre
a los agentes colectivos y a los grupos sociales mayoritarios dentro de los
protagonistas centrales y reales del drama histórico, a la vez que se consideran
también las realidades económicas, los fenómenos geográficos,
los procesos sociales, las estructuras culturales y las dimensiones y los elementos
civilizatorios de dichas totalidades históricas.
En la construcción de una historia profundamente crítica, es el accionar de un hecho
no aislado, que pueda construirse en un discurso historiográfico de la historia social,
en la doble acepción tanto de la historia de los fenómenos y procesos colectivos y
sociales en sentido estricto, como también de historia de siempre contextualizada
socialmente, aún cuando se ocupe de las élites, los individuos o los personajes
singulares, reconociendo las condiciones y dimensiones de cada integrante de
una sociedad, ya sea, en su espacio materialista, sensibilidad, económica,
sentimientos, es decir, que reconozca las pluralidades, desde el punto de vista de
la totalidad, oponiéndose necesariamente a los criterios de la historia oficial y
positivista que aún quedan secuelas en el período histórico de nuestros días.
Entonces apuntando al hecho de construir una nueva concepción de la historia se
plantea que no se debería limitar el hecho de historiar al estudio, y las técnicas,
quizá sea posible no sólo identificar con más precisión este tipo de historia
tradicional y aburrida que todavía hoy padecen los estudiantes a lo largo de toda su
formación, sino también ayudar a desbrozar, desenmarañar, desaprender el camino
para superar este tipo de historia, para ser capaces de proponer y practicar otra
historia, completamente diferente y nueva para restituirle su dimensión profunda
como historia crítica, vinculada a los movimientos sociales actuales y a las urgencias
y demandas principales del presente, a la vez que dispuesta a contribuir y a
colaborar, en la medida de lo posible, en la construcción de un futuro diferente,
donde se eliminen la explotación económica, el despotismo político, la desigualdad
y las discriminaciones sociales, con el fin de que el porvenir no sea visto, como
sucede hoy, con aprehensión y temor sino, por el contrario, con verdadero
optimismo y profunda esperanza que la revolución historiográfica que empezó a
finales del siglo XX, son nuestras armas para combatir y repensarse el hecho de
hacer y construir una historia desde lo complejo, transdisciplinario del objeto y el
sujeto en todo su esencia.
Pero esta postura crítica, no se queda en un simple ejercicio de contemplación
discursiva o vana erudicción, sino que busca hacer no solo una reflexión, sino
también de aprendizaje en el modo de abordar y pensar los hechos históricos,
buscando, así, abrir el espacio y contribuir a crear las condiciones para la formación
de buenos historiadores críticos, presentando de modo accesible a un amplio
público, un conjunto de ideas y propuestas, complejas y elaboradas, de lo que se
dice debería ser y es en verdad la historia más actual y más de vanguardia y el
hecho de historiar y el verdadero oficio del historiador; Pero no convirtiendo esas
propuestas e ideas en tesis y nociones simples, sino más bien reformulándolas de
una manera sencilla, que a la vez que mantiene su complejidad, las ilustra con
ciertos ejemplos y las desmenuza con más detalle, retraduciéndolas a un lenguaje
más cercano y asequible a ese amplio público.
Una vez reseñada las principales contribuciones para el desarrollo de una historia
crítica y retomando el propósito esbozado en el contenido es necesario, no hacer
solo simples ideas que son complejas, si no también combatir y criticar viejas ideas
simples rutinarias y ya superadas sobre lo que es y sobre lo que debería ser la
historia, tomando como referencia los aportes de la escuela de los Annales, cuya
contribución consiste en la viabilidad de la construcción de una ciencia de la historia
que detecte regularidades, defina tendencias y formule leyes de los procesos
sociales, orientando hacia la creación de una historia social, que, por un lado,
incorpore como los verdaderos protagonistas de la historia, a los antes
completamente ignorados grandes actores colectivos, y que por el otro, incluya el
macrocontexto social general dentro del cual dichos actores sociales se
desenvuelven; permitiendo así, significar ¿Qué historia debemos hacer y enseñar
hoy? Un modelo para desarmar, los elementos generales de una historia nueva,
científica, crítica y comprometida con las demandas del presente.
De esta manera, al concebir la historia desde la perspectiva de la totalidad, es decir,
como una única realidad social, aunque con distintos niveles, de pasados, presentes
y futuros, donde lo esencial es la reconstrucción de una historia como se enunció
anteriormente en la totalidad, desde lo micro, lo menudo, la historia local, la historia
regional, lo nacional, lo mundial y universal; entendiendo que hay que llevar acabo
una promoción a fin de impulsar una historia nueva, actualizada, científica y con
amplio sentido crítico, que se extienda a cualquier parte del mundo, no es otra cosa
que asumir dentro de nuestro propio oficio de historiador, las consecuencias
importantes de la situación histórica es desde ese punto, tal que Zavarse (1995) "Un
historiador es capaz de descifrar, de desenmarañar redes porque es capaz de
reconocer los hilos, de responderlos y si bien no posee el don de la profecía, si
puede al menos detectar tendencias, construir posibles escenarios como dirían los
planificadores de hoy" (p.9) .
Renovar a la historia para restituirle su dimensión profunda como historia crítica,
vinculada a los movimientos sociales actuales y a las urgencias y demandas
principales del presente, a la vez que dispuesta a contribuir y a colaborar, en la
medida de lo posible, en la construcción de un futuro diferente, en donde se elimine
la explotación económica, el despotismo político, y la desigualdad
y discriminación sociales, y en donde el porvenir no sea visto, como sucede hoy,
con aprehensión y con temor, sino por el contrario con verdadero optimismo y con
profunda esperanza hacia la construcción de una nueva, novedosa i autentica
historia.
Fuentes Consultadas:
Aguirre, Carlos A. (2008) Antimanual del mal Historiador Colecciones Historias
Editorial El Perro y la Rana
Zavarse La Cruz Taide (1995) [Lección Inaugural realizada en la U.C.V
Caracas, Venezuela 03/11/1995].

LA PROBLEMATICA DE LA PERIODIZACION DE LA HISTORIA LATINOAMERICANA DE LOS SIGLOS XVIII-


XX

Tradicionalmente los historiadores tomaron por cierto que sólo habfa que explicar el cambio o la
discontinuidad mientras que las continuidades no requerían explicación alguna. Con·toda razón,
Barrington Moore, en 1966, atacó esa falacia. Desde ya, incluso la retención de-ciertos-rasgos
sociales o culturales exige la recreación de semejantes valores.en cada generación, a menudo a
costa de esfuerzos y aun sacrificios notables (Barrington Moore 1966, 485 ss.). Por lo tanto, la
persistencia de un régimen sociopolítico u otro tipo de continuidad podrá parecer tan enigmática
como una revolución. Una "continuidad" tampoco debe tomarse literalmente como ausencia de
cambio, algo que se buscarla en vano en los flujos y reflujos del pasado, sino más bien como un tipo
de cambio.lento y gradual, en marcha constante pero en un mismo sentido (Burke 1979, 3). Para
analizar el cambio histórico lo mismo que las fuerzas de inercia será necesario insertarlos dentro de
una duración cronológica determinada. Generalmente, el historiador -no obstante lo fundamental
que tendrá que ser para él la dimensión temporal- trata del tiempo de nianera poco sofisticada 1•
El tiempo es generalmente tomado, simplemente, como métrico e irreversible. Asf, como lo formula
Robert F. Berkhofer (1971, 215), "Nothing happens outside of time, but this kind of time is exterior
lo all that happens within it. It is mathematical time as independent of events as it of the human
mind". ("Nada ocurre fuera del tiempo, pero ese tipo de tiempo es exterior a todo lo que ocurre en
su interior. Es un tiempo matemático porque es independiente tanto de los hechos como de la
conciencia hnmana ") Desde ya, también sabemos de la existencia de un tiempo subjetivo, existente
en la conciencia del individuo o de un colectivo humano, y que por lo tanto no es divisible. También
exisie un tiempo interpretativo que pone en relación a la vez el pasado, el presente y el futuro, lo
que se ha llamado temporalización social (Lundmark 1984, 12-17¡2. Contra este trasfondo
intrincado, nuestro afán de sacar del continuo temporal cierto lapso de tiempo matemático a fin de
ordenar los hechos que estamos estudiando y de poder comp~rar y ppr ende generalizar -es decir
la perhJdización- parece una ambición ingenua, simplista': Esta formul~cíón senciila no está
tampoco libre de ambivalencias. . En efecto, la periodización podrá servir para colocar el evento u
objeto estudiado dentro de un contexto que evoca una cantidad de asociaciones. Al mismo tiempo,
sin embargo, semejante determinación en términos temporales constituirá muchas veces la primera
etapa de una explicación causal al establecer lo que ocurrió antes o después de cierto
acontecimiento o fenómeno. De acuerdo con Berkhofer, quien designa a estos dos usos de una
periodización como colocación ("settting") y secuencia respectivamente, son metodológicamente
hablando muy difíciles de combinar. La colocación desde ya implica la invocación de las corrientes
de una época ("Zeitgeist", "Times", "generación") y lleva fácilmente a una concepción holística. Se
presentan dificultades notables de balancear las continuidades y el cambio dentro de semejante
tipo de periodización. Por otra parte, la ·secuencia no deja de implicar• una concepción estática del
tie.mpo. "The history of dated events has to a large degree hidden the history of change" (La historia
de los hechos datados oculta en buena medida a la historia del cambio"), asevera Berkhofer (1971,
229). Probablemente, sólo al estar conciente del dilema el historiadbr podrá usar con provecho
ambos enfoques, .es'decir la colocación de índole sincrónica y la secuencia. de índole -diacrónica, -
no obstante_ que como -tales no armonizan. Las funciones de una periodización también podrán
divergir en otro nivel.. Podrá tratarse de caracterizaciones que destacan la unicidad del período en
cuestión, es decir una periodización ideográfica, o podrá, al contrario, tratarse de un esfuerzo de
discernir etapas y. regularidades dentro de un proceso teleológico o de un proceso macro, es decir
una que otra modalidad de una periodización nomotética, sea que su índole sea cíclica, marxista,
funcionalista;·o de otra naturaleza3. ·En un esfuerzo de superar semejantes contradicciones, el
maestro Femand Braudel, como se sabe, lanzó su notable esquema de tres "duraciones": la duración
corta de los acontecimientos, la duración media de las coyunturas económicas y/o sociales y, por
fin, la larga duración de las estructuras. En su artículo fundamental al respecto, de 1958, Braudel
ejemplifica la larga duración con la del capitalismo comercial de Europa Occidental que duró cuatro-
cinco siglos (1968, 73).• Su alumno Emmanuel Le Roi Ladurie, al lanzar el concepto como tal dudoso
de "histoire immobile" se refiere a ciclos ecológico-demográficos muy lentos e incluso variaciones
climáticas a través del tiempo.

Tratándose de la forma de una periodización, otra distinción familiar a los historiadores la


constituyen aquellas ·periodizaciones establecidas en base a cuantificación seriada, ante todo de
índole económica o demográfica, y otras de índole cualitativa. Dentro de la primera categoría se
inserta, por supuesto, la duración de las coyunturas de Braudel que acabo de mencionar. La
periodización cualitativa forzosamente tendrá que ser más arbitraria. Algunos historiadores se fijan
más en los puntos divisorios, a menudo expresados o simbolizados con fechas exactas. Recuerdo
con cierto horror un curso semestral en la Universidad de Buenps Aires en 19.47, cua11do
elpr()fesor nos enseñó la historia de la Emancipación argentina día por día, a veces hora por hora.
Otros miembros de nuestro gremio, al contrario, se concentran en lo característico y común de
cierto período. Habrá incluso quienes tratan de uno que otro siglo, o de una que otra década, como
unidades de periodización, no obstante la natüíalezíi completamente arbitraria de semejante tipo·
de periodización5 • A fin de defenderse contra reproches por esta rigidez, algunos dejan su centuria
discrepar un poco de la cronológica, es decir que el siglo "XVII" se extiende hasta 1720, el "XVIII"
hasta 1810, etc.6 El siglo y la década son, como tales, unidades de igual duración o sea isocronas.
Otra unidad isocrona, más racional aunque presenta problemas metodológicos considerables, es la
generación o, con mayor precisión, la cohorte. Incluso un concepto tan arbitrario.como el siglo
adquiere más contenido si uno, basado en los promedios de expectativa de vida, puede precisar que
abárca una serie de tres cohOrtes en edad activa, o de cuatro generacioneS dentro de una familia.
Los criterios tradicionales de una periodización han sido eventos políticos de. envergadura, y así ha
sido el caso en alto grado con el largo período de historia latinoamericana que aquí nos concierne.
Desde luego; la fecha favorecida ha sido 1810 o quizás 1825, 1826 o 1830. Desde hace ya tiempo,
sin embargo, otros criterios que se relacionan con las transformaciones económicas o tecnológicas,
sociales, ideológicoculturales y demográfico-ecológicas tampoco podrán ser ignorados. Tienen en
común que apenas se podrán fechar con exactitud. Finalmente, la dimensión espaciál. ¿CUál es el
espacio geográfico para el cual es válida determinada periodización? ¿El espacio global, continental,
nacional, regional o local? Evidentemente, ninguna periodización podrá ser igualmente válida para
todos estos niveles, ni mucho menos. Confrontado con este dilema al preparar su magna obra, "El
período nacional en la historia del Nuevo Mundo" (1962), Charles Griffin optó por un compromiso
entre lo continental y lo global. Empieza su relato con las primeras manifestaciones de la Ilustración
en las.Américas para terminar su primera época en 1826. Luego prosigue hasta 1870, fecha bien
justificada en el contexto americano. Sin embargo, también incluye subdivisiones en 1815 y 1850
respectivamente, explicando que se deben a. la necesidad de marcar el impacto de 'influencias
externas'. Aunque se podría dudar de su significación profunda para América Latina como tal, Griffin
considera que retienen gran utilidad en este respecto, 'aunque entrecortan algo la continuidad de
los desarrollos estrictamente continentales' (Griffin 1962, XIII). Esto nos lleva a una consideración
metodológica final. De acuerdo con el historiador-economista polaco Witold Kula (1973), los
historiadores ocupados con problelilas de periodización de111uestran en el fondo dos posturas
contrarias7• Los que Kula denomina "realistas' consideran que la 'necesidad de la periodización y
de sus criterios se desprende de la misma realidad investigada, mientras los 'convencionalistas' la
consideran "un .·mal necesario, resultante de la pobreza cognoscitiva de nuestros pensamientos o
de las necesidades didácticas'. Aquéllos 'ven en la Jl"riodización el. reflejo de la realidad •, mientras
que éstos la consideran como 'una alteración, quizás inevitable, de esa realidad'. Por añadidura;
para los realistas, 'sólo una periodización es correcta', mientras que para los convencionalistas,
ninguna es perfecta (Kula 1973, 93-95). Se trata, desde ya, d.e una contradicción compleja, pero,
por mi parte -a diferencia del mismo Kula- me inclino a la postura que él llama 'convencionalista'.
Quizás se podría denominar mejor 'relalivista'. Desde ya, me parece indudable que interrogáciones
y propósitos distintos incluso requieren la elaboración de periodizaciones bastante diversas. Es
lógico por lo tanto que una periodización que sirva para el análisis de, digamos, la formación del
Estado nacional en América Latina se concentre en el período de 1800- 1810. Sin embargo, creo que
la relación interna entre la culmin.ación del colonialismo ibérico y su siguiente derrumbe tiene tanta
fuerza incluso para la problemática aludida que deben ser incluidos dentro del mismo esquema de
periodización en el nivel de síntesis. En tal caso, 1760 parece constituir la fecha de partida más
razonable con el ascenso de Carlos III al trono en 1759, la ocupación de La Habana por los británicos
en 1762 y el traslado de la sede del Virreinato del Brasil desde Bahía a Río de Janeiro en el mismo
año. Por otra parte, con respecto a los criterios socio-económicos, se ven actualmente tendencias a
modificar ellfmite inicial más allá del 'reformismo borbónico y pombaliano'. Marcello Carmaguani,
quien para Nueva España/México discierne una 'fase expansionista • entre 1730 y 1810, ha
propuesto aquel año como ell(mite divisorio más oportuno. Con todo respeto por el papel
especiahnente dinámico jugado en Nueva España durante esta época, no veo todavla una
justificación, sin embargo, en términos socio-económicos para semejante periodización en lo que al
.resto de América Latina se refiere. Y el trabajar con divisiones distintas para las diversas regiones
podrá resultar difícil dentro del marco de una periodización general latinoamericana. ¿Y cuáles
serían las delimitaciones finales de semejante periodización? En lo polltico, es obvio que, en varios
países al menos, los años 1850 testimoniarán conflictos que echan Iuz incluso sobre los procesos de
cambio socio político ocurridos d~sde las Guerras de Independencia8• Estrechamente relacionada
con coyunturas económicas de alza (la fase ascendente del segundo ciclo de Kondratieff), y el efecto
estimulante en América Latina de una demanda. mayor por sus productos, al menos se va iniciando
un proceso de estabilización política en el Brasil y varios países hispanoamericanos. Sin embargo,
una línea divisoria en los años 1850 tendrá que resultar secundaria dentro de la evol\lción política.
Sólo en la década de 1910, con la Revolución Mexicana lo mismo que los cambios políticos pacíñcos
en Argen,tina, Uruguay y Chile, las masas entran en la escena política. Por otra parte, en lo
económicocsocial, los años 1870 podráll competir collios de 1850 como lfuea divisoria conveniente.
La fase descendente del segundo ciclo de Kondratieff desde ya coincide con el movimiento masivo
de emigrantes y capitales europeos hacia América Latina. Charles Griffin, por ejemplo, opta por 1870
como tiempo de partida para la gran expansión del capitalismo. También, en el nivel ideológico se
destaca, en términos aproximados, el comienzo del importante impacto del positivismo. En cambio,
Tulio Halperin Donghi, en su conocido manual (1969), establece en el año 1850 el "surgimiento del
orden neo,colonial", cuya etapa de "madurez" sitúa en "1880 ·años niás, años menos" cuando, de
acueido con Halperin, el "avance de una economía primaria y exportadora significa la sustitución
fmalmente consumada del pacto colonial impuesto por las metrópolis ibéricas por uno nuevo"
(Halperin Donghi 1969, 280). Menos discutible es qne Halperin sitúa la crisis del orden neocolonial
en 1930. Sean cuales sean las delimitaciones anteriores y posteriores a 181 O es importante y
bienvenido que por fin se supere la ruptura tradicional entre lo "colonial" y lo "nacional". Aun
tratándose de la historia social, hasta años recientes, casi todos los trabajos monográficos o bien
empezaron o bien terminaron con el período de la Independencia. Aunque debemos admitir que el
carácter de las fuentes sufre un cambio problemático con esta transición, desde el punto de vista
analítico, semejante ruptura cronológica no es admisible y su impacto sobre la investigación ha sido
muy desafortunado. Ha impedido un balance entre las fuerzas de cambio e innovación, por un lado,
las de continuidad y de inercia, por el otro9. Podemos suponer que hemos optado por un período
de 1760-1830'191 O en un esfuerzo de armonizar las transformaciones políticas con las económicas,
sociales y culturales para el propósito de un manual o una obra de referencia 10• ¿Cómo insertar
entonces esta periodización latinoamericana dentro de una perspectiva macro-histórica? Desde
luego abarcará el proceso de integración de América Latina con el mercado mundial del capitalismo
industrial11 a la vez que la transición del Estado colonial al Estado nacional, dirigido por una élite
muy exclusiva. También comprenderá las transformaciones ideológicas desde la Ilustración y el
liberalismo hasta el positivismo y el datwinismo social e incluso los albores del socialismo. Como en
otras partes del mundo, abarcará una considerable expansión económica y demográfica aunque
lejos de comportarse como una progresión lineal. Por mi parte soy cada vez más contrario a insertar
un período histórico de América Latina (o de otraS partes del mundo) dentro de algún proceso
teleológico o lineal. El proceso histórico tiene un rumbo no previsible. Rúbricas como
"Modernización", "Dependencia", "Desarrollo del subdesarrollo" o un "Sistema feudal" de larga
duración, en mi opinión, meramente indican visiones hoJ(sticas inalcanzables y de poca utilidad
analftica 12• Por otra parte, creo que es niuy J(cita la ambición de evaluar la relevancia de lo
característico para nuestro período desde la perspectiva explícita de la situación actual de América
Latina13 • ¿En qué medida las raíces de la problemática económica, política, social y cultural se
podrán ubicar allí? Semejante análisis comprenderá una infinidad de interrogantes, tales como el
impacto de la inmigración de masas, en los problemas actuales de identidad y la influencia de la
igualdad legal de los grupos étnicos y el racismo "disfrazado" sobre las enormes distancias sociales
de la actualidad. La perspectiva también implicará nuevos esfuerzos analíticos con respecto a
patrones tales como las estructuras agrarias y de exportación, finanzas y deuda externa, caudillismo
y militarismo, burocracia, fraude y corrupción y las actitudes latinoamericanas hacia Europa y los
Estados Unidos, con toda la ambivalencia que caracteriza a éstas durante las décadas recientes. Se
trata por supuesto de enfoques anacrónicos. No obstante, me parecen imprescindibles desde un
punto de vista que no me da vergüenza Clasificar como ne6-pragmático.

Poblamiento de América
El poblamiento de América es el proceso de dispersión de la especie humana en el continente
americano. Los estudios científicos afirman que los seres humanos no son originarios de
América, y está claro que fue poblada por humanos provenientes de otros lugares. La
evidencia paleoantropológica y genética apoya la hipótesis según la cual los primeros
pobladores de América procedían de Siberia, el extremo noreste de Asia. Desde el punto de
vista de la teoría del poblamiento tardío, los paleoamericanos entraron en el continente durante
la última glaciación, cuando fue posible el paso hacia el Nuevo Mundo a través de Beringia (el
istmo que actualmente está ocupado por el estrecho de Bering). Esto sucedió entre 15 000 y
14 000 años a. C. Por otro lado, la teoría del poblamiento temprano afirma que los humanos
llegaron a América mucho antes, y está basada en el descubrimiento de restos cuya datación
por carbono 14 da una antigüedad mayor que 14 000 años a. C. A la investigación
paleoantropológica se suma la información genética, que ha servido para reforzar algunas
conjeturas sobre el origen de los americanos. Se estima que la mayor parte de los indígenas
americanos son descendientes de un grupo proveniente del noreste o del oriente de Asia. Los
pueblos de habla na-dené son descendientes de una segunda ola migratoria que se estableció
en el norte de América, mientras que los esquimales llegaron al continente en un flujo migratorio
más reciente.1 Después de que los paleoamericanos entrasen en el continente, el paso de
Beringia fue cubierto nuevamente por el mar, de modo que quedaron aislados por tierra del
resto de la humanidad. Salvo la ininterrumpida comunicación
entre esquimales y paleoesquimales de Alaska y Siberia y el caso de unos
breves asentamientos vikingos en América, en la costa de Canadá y Groenlandia, no hay
pruebas concluyentes que respalden un contacto transoceánico entre la América precolombina
y el resto del mundo. Tras el contacto colombino se plantearon variadas conjeturas para explicar
el origen de los indígenas americanos, por ejemplo, recurriendo al mito de la Atlántida o de
las tribus perdidas de Israel. El avance de la investigación científica permitió demostrar que no
había relación material entre el origen de los amerindios y esas creencias, por lo que esas
antiguas hipótesis quedaron descartadas.

Evolución de las hipótesis[editar]


Relatos indígenas[editar]
Desde antes de 1492 las culturas aborígenes de las Américas construyeron tanto mitos de
origen, como relatos de migraciones2y acontecimientos históricos, diferentes entre una y otra
cultura. Las culturas mesoamericanas consideraban que la presencia humana en el continente
americano era muy anterior al que suponían los europeos. La civilización maya tenía registros
históricos escritos desde antes del comienzo de nuestra era, siendo los más antiguos
conservados los de "San Bartolo", 300 a.C., y manejaban una referencia como "tiempo cero" a
agosto de 3114 a. C.3Otras culturas, como la zapoteca, tenía registros escritos que se
remontan actualmente al año 500 a. C. Por mucho tiempo, la decadencia de civilizaciones
puntuales y más aún la ruptura político-cultural que significó la entrada de los europeos
discontinuó el conocimiento de esas fuentes mesoamericanas; la ciencia occidental ignoró la
existencia o el significado de este tipo de registros hasta el siglo XX.
Polémica europea[editar]
Los europeos intentaron buscar explicaciones para el origen de los seres humanos con los
que se estaban encontrando. Alejo Venegas opinó que provenían de
navegantes cartagineses. Agustín de Zárate consideró que los indígenas podían haber llegado
pasando por la Atlántida, antes de que se hundiera según los relatos de Platón.4Sin embargo,
la mayoría de las primeras explicaciones fueron religiosas, por ejemplo varios autores
europeos pensaron que los pobladores de América provenían de las tribus perdidas de Israel.3
El sacerdote Miguel Cabello Valboa, malagueño, consideró que los aborígenes americanos
descendían del patriarca Ofir (Génesis 10:29) e identificó América con el reino de ese nombre,
rico en oro, mencionado en la Biblia (1Reyes 9:28).5La idea de situar Ofir en las Antillas fue
sugerida por Cristobal Colón,6apareció como nota la margen en la edición de 1540 de Robert
Estienne de la Biblia y fue expuesta, entre otros, por Pedro Mártir de Anglería en 1526.7La
identificación de Ofir con el Perú fue sustentada por el teólogo español Benito Arias
Montano en 15728y por el erudito Johannes Goropius Becanus en 1580.9El naturalista y
sacerdote jesuita José de Acosta fue el primero en abordar científicamente el poblamiento de
América a partir de los descubrimientos geográficos que indicaban que la distancia entre Asia
y América por el norte es pequeña y los dos continentes están separados apenas por un brazo
de mar. Acosta descartó explícitamente la hipótesis sobre el paso por el continente perdido de
la Atlántida y añadió además que las tierras desconocidas donde según el Apocalipsis de
Esdras fueron llevadas las tribus cautivas de Israel, «no tienen mayor relación con América
que la encantada y fabulosa Atlántida».10Acosta demostró que no solamente seres humanos
transitaron entre los dos continentes, sino también varias especies animales.
Continuando con una visión científica, Fray Gregorio García hizo una detallada exposición de
las diferentes hipótesis conocidas sobre el poblamiento de América, por tierra o por mar. Para
él, los indígenas provenían de Asia, de China o Tartaria, dadas las semejanzas físicas entre
los habitantes de unos y otro continente.11En contraste, en 1650, James Ussher estableció
―basado en la Biblia― que las tribus perdidas abandonaron Israel en el año 721 a. C. y,
sobre esa base, la cultura europea sostuvo que América había sido poblada alrededor del
año 500 a. C. También tratando de apoyarse en la Biblia, el sacerdote sevillano Diego Andrés
Rocha, que vivió desde niño en el Perú, expuso la teoría según la cual el continente
americano fue poblado por descendientes de Túbal (hijo de Jafet, Génesis 10:2-5), una parte
de los cuales habría poblado España, otra parte la Atlántida y la otra a través de esa hipotética
isla, antes de que se hundiera, habría llegado a América. Rocha complementó su teoría con la
comparación entre la actitud de los conquistadores españoles y la de Moisés.12

Charles Abbott[editar]
En 1876, Charles Abbott, un médico estadounidense, encontró unas herramientas de piedra
en su granja de Delaware. Debido a las características toscas de los instrumentos, pensó que
podrían pertenecer a los antepasados remotos de las culturas indígenas modernas. Debido a
ello, consultó con un geólogo de Harvard, quien estimó en 10 000 años de antigüedad la grava
que se encontraba alrededor del hallazgo. Abbott sostuvo entonces que se trataba de un
asentamiento humano del Pleistoceno, es decir, muchos miles de años más antiguo de lo que
establecían las teorías bíblicas dominantes. La teoría de Abbott fue rechazada por las
jerarquías cristianas por oponerse a la Biblia y por la comunidad científica organizada por el
Instituto Smithsoniano por no cumplir con los estándares científicos que exigía. Entre los
científicos que rechazaron la hipótesis de Abbott se encontraban Aleš Hrdlička y William Henry
Holmes. En la actualidad se ha comprobado que Abbott tenía razón en muchas de sus
hipótesis y la granja ha sido declarada Monumento Histórico Nacional.
El descubrimiento del yacimiento de Folsom[editar]
En 1908, George McJunkin encontró unos enormes huesos en un barranco de la
aldea Folsom, Nuevo México. McJunkin, un esclavo liberado por la Guerra Civil
estadounidense, era geólogo, astrónomo, naturalista e historiador aficionado y durante años
intentó llamar la atención de los vecinos de Folsom sobre la probable antigüedad de los
huesos.13En 1926, cuatro años después de la muerte de McJunkin, el director del Museo de
Historia Natural de Colorado, Jesse D. Figgins, se enteró del lugar y descubrió varias puntas
de flecha de un estilo muy refinado que luego volverían a encontrarse en Clovis y otros
yacimientos. Una de ellas estaba incrustada en la tierra que rodeaba al hueso de un ejemplar
de bisonte extinto miles de años atrás.13Figgins llevó las puntas de lanza a Washington
DC para enseñárselas a Aleš Hrdlička, en el Instituto Smithsoniano, quien si bien lo trató
cortésmente y le sugirió una serie de reglas metódicas para el caso de nuevos
descubrimientos, se mantuvo sumamente escéptico y consideró hasta el fin de su vida que
Folsom no constituía una prueba concluyente de que América hubiera estado poblada durante
el Pleistoceno.14En agosto de 1927, el equipo de Figgins encontró una punta de lanza ubicada
entre dos costillas de bisonte. Figgins envió un telegrama y tres científicos viajaron para ser
testigos del hecho, e informar de la seriedad del hallazgo. En ese momento, la comunidad
científica estadounidense comenzó a aceptar la importancia del yacimiento de Folsom.15Han
sido datados en 10 285 años AP.1617

El descubrimiento de la cultura Clovis[editar]


Artículo principal: Cultura Clovis

La típica punta Clovis.

En 1929, Ridgely Whiteman, un joven indígena de 19 años que venía siguiendo las
investigaciones que se estaban realizando en la cercana localidad de Folsom, escribió una
carta al Instituto Smithsoniano sobre una serie de huesos que había encontrado en la aldea de
Clovis (en el estado de Nuevo México). En 1932, una excavación realizada por un equipo
dirigido por Edgar Billings Howard, de la Universidad de Pensilvania, confirmó que se trataba
de un asentamiento indígena durante el Pleistoceno y verificó el tipo especial de punta de
flecha que sería conocida como «punta Clovis». Al ser descubierta la datación por carbono 14,
en 1949, el método fue aplicado en los yacimientos de Clovis, resultando en antigüedades que
oscilaban entre el año 10 900 y el 11 500 a. C.18
La datación por radiocarbono determinó los años 9500 a 8900 a. C. y tras una revisión se
corrigió a 9050 a 8800 a. C. 19Desde la década de 1930 y, sobre todo, desde la confirmación
de las fechas por el método del carbono 14, la comunidad científica estadounidense
organizada alrededor del Instituto Smithsoniano aceptó que la cultura Clovis era la más
antigua de América y que estaba directamente relacionada con la llegada de los primeros
hombres. Esto se conoció como «consenso Clovis» y tuvo gran aceptación mundial hasta
fines del siglo XX. El consenso Clovis fue la base de la teoría del poblamiento tardío de
América.
Hrdlička y la teoría del ingreso desde Siberia cruzando el estrecho
de Bering[editar]

Joven inuit de la Beringia moderna.

En 1937, Aleš Hrdlička, retomando un argumento de Samuel Haven,20sostuvo que el ser


humano había ingresado a América por Alaska, proveniente de Siberia, Asia, cruzando el
estrecho de Bering. Algunas publicaciones le atribuyen erróneamente a Hrdlička haber
postulado la teoría más moderna, aquella que señala que el hombre cruzó caminando por una
zona llamada puente de Beringia formado a raíz del descenso del nivel de las aguas del
estrecho de Bering, durante el último período glacial. Si bien Hrdlička nunca se pronunció
expresamente sobre la fecha de llegada del hombre al continente americano, rechazó
sistemáticamente las pruebas que proponían la existencia de paleoindios y sostenía que, a
diferencia de Europa, no existían rastros en América que permitieran hablar de presencia
humana durante el Pleistoceno (entre 1 800 000 y 10 000 años AP), en tiempos de la última
glaciación. De hecho, Hrdlička consentía la creencia del Instituto Smithsoniano, representada
por William Henry Holmes, que sostenía que los primeros habitantes de América habían
ingresado en un pasado reciente, imprecisamente estimada en unos pocos siglos.

Teoría del poblamiento por el puente de Bering, el corredor libre de


hielo y el Consenso Clovis[editar]

Evolución del puente de Beringia.


Ruta del poblamiento de América según el Consenso de Clovis.

Mapa de las migraciones humanas fuera de África, versión de Naruya Saitou y Masatoshi Nei (2002) del
Instituto Nacional de la Genética del Japón21 que coincide con la versión de Göran Burenhult (2000).22

Se encuentra plenamente probado que durante la última glaciación, la Glaciación de Würm o


Wisconsin, la concentración de hielo en los continentes hizo descender el nivel de los océanos
en unos 120 metros. Este descenso hizo que en varios puntos del planeta se crearan
conexiones terrestres, como por ejemplo Australia-Tasmania con Nueva
Guinea; Filipinas e Indonesia; Japón y Corea. Uno de esos lugares fue Beringia, nombre que
recibe la región que comparten Asia y América, en la zona en que ambos continentes están en
contacto. Debido a que el estrecho de Bering, que separa Asia de América, tiene una
profundidad de entre 30 y 50 metros, el descenso de las aguas dejó al descubierto un amplio
territorio que alcanzó 1500 kilómetros de ancho uniendo las tierras de Siberia y Alaska, hace
aproximadamente 40 000 años.
Existía en esa época un puente terrestre entre Asia y Alaska, que surgió cuando los glaciares del último
período glaciar estaban en su máximo nivel, acopiando millones de toneladas de precipitación que
normalmente habrían ido a los océanos. La falta de esa agua redujo el nivel del mar de Bering más de
90 metros, suficientes para convertir las zonas bajas del estrecho en un puente de tierra que unía los
dos continentes.

#GGC11C
Su primera formación sucedió aproximadamente 40 000 años AP, manteniéndose unos
4000 años. Su segunda formación se produjo aproximadamente 25 000 años AP,
permaneciendo hasta aproximadamente 11 000-10 500 AP (Scott A. Elias)23cuando volvió a
subir el nivel de las aguas al final de la glaciación, inundando gran parte del territorio y
separando Asia de América por el estrecho de Bering. El dato más importante para establecer
una teoría migratoria durante la última glaciación es el hecho de que Canadá estaba
completamente cubierta de hielo durante la última glaciación, invadida por dos gigantescas
placas: la Placa de Hielo Laurentina y la Placa de Hielo de la Cordillera. Esto hacía imposible
la entrada al continente más allá de Beringia. Apareció entonces la teoría del «corredor libre
de hielo» (ice-free corridor, en inglés). Según esta teoría, en los instantes finales de la última
glaciación, comenzaron a derretirse los bordes en contacto de las dos grandes placas de hielo
que cubrían Canadá, abriendo un corredor libre de hielo de unos 25 km de ancho, que seguía,
primero el valle del río Yukón y luego el borde este de las Montañas Rocallosas por el corredor
del río Mackenzie.24Los científicos que sostienen la teoría estiman que esto ocurrió en
el 14 000 años AP,25aunque otros cuestionan la fecha y afirman que no pudo haber sucedido
hasta 11 000 años AP, invalidando así la posibilidad que quienes originaron las culturas de
Folsom y Clovis usaran esa ruta, ya que estas ya existían en esta última fecha.24Una vez
abierto el corredor, los seres humanos que estaban en Beringia pudieron avanzar hacia el
interior de América y dirigirse al sur. La teoría ha sido ampliamente aceptada como parte
integrante del Consenso de Clovis, pero no hay evidencias directas que prueben el paso de
seres humanos por ese corredor.25El primero en proponer la posibilidad de ese corredor fue el
geólogo canadiense W. A. Johnston en 1933, y quien acuñó el término «corredor libre de
hielo» fue Ernst Antevs, en 1935.26A partir de esos datos cronológicos, se desarrolló entonces
una teoría migratoria sosteniendo que las tribus asiáticas que habían penetrado en Beringia,
permanecieron allí varios miles de años hasta que, poco antes de finalizar la última glaciación
(10 000 AP) y de que el puente de Beringia se inundara, se formara un estrecho corredor libre
de hielo que les permitió dirigirse al sur. Esta teoría se articuló con los descubrimientos de la
cultura Clovis que databan del año 13 500 AP para concluir que había sido integrada por los
primeros migrantes que ingresaron por el puente de Beringia, de la que a su vez habrían
descendido todas las demás culturas indoamericanas. El primero en componer un posible
modelo migratorio de asiáticos hacia América a través de Beringia fue Caleb Vance Haynes en
un artículo publicado en la revista Science en 1964.27Esta explicación, conocida actualmente
como teoría del poblamiento tardío o «consenso Clovis», fue aceptada en forma generalizada
durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX. Más recientemente se ha fortalecido
la posibilidad de que los pobladores de América provenientes de Beringia utilizaran una ruta
alternativa hacia el sur bordeando la costa.28Debido al descenso del nivel del océano esa
posible ruta se encontraba al oeste de la actual costa norteamericana y en el presente está
cubierta por las aguas del océano Pacífico, complicando los estudios arqueológicos. En 2003,
un estudio submarino encontró una herramienta de piedra de una antigüedad del 8000 a. C. a
una profundidad de 53 metros.29

La crisis del consenso Clovis[editar]


A partir de las últimas décadas del siglo XX, las teorías combinadas que constituyen el
consenso de Clovis o teoría del poblamiento tardío ―antigüedad, lugar de ingreso, rutas
migratorias, etc.― entraron en crisis. En primer lugar, se ha cuestionado la antigüedad de la
llegada del hombre a América. La postura Clovis first sostiene que la misma no pudo ser
anterior a 14000 AP y que clovis fue la primera cultura americana. Esta postura es congruente
con las glaciaciones periódicas, pues antes de esa época, Canadá estaba cubierto por hielo y
era imposible toda circulación desde el puente de Beringia hacia el sur. Alex Krieger propuso
desde 1956 y documentó desde 1964 la existencia de poblaciones americanas anteriores a
la cultura Clovis, que no fabricaron las puntas de proyectil características de Clovis.3031Su
teoría basada en sus visitas a importantes sitios arqueológicos en México y América del Sur,
puede considerarse precursora de la actual teoría del poblamiento temprano de las Américas.
Aunque cada vez existen más evidencias que sugieren la presencia humana en América
anterior a 14 000 AP, la mayor parte de ellas habían sido descartadas por la comunidad
científica y por los defensores de la teoría del poblamiento tardío, al considerar
«inconsistentes» los hallazgos, o argumentando contaminación de los yacimientos por
factores extrahumanos ―como en el caso de los descubrimientos de Lorena
Mirambell en Tlapacoya (México) o Niède Guidon en Pedra Furada (Brasil)―. Sin embargo, en
contraste con la encontrada en estos yacimientos arqueológicos mencionados anteriormente,
la evidencia descubierta en el yacimiento de Monte Verde (Chile) por Tom Dillehay es
incontrovertible, al ser fechado oficialmente uno de los yacimientos investigados
en 14 800 años AP (Monte Verde I).32Esta fecha fue aceptada por la comunidad científica
en 1997, cuando Monte Verde fue visitado por una delegación de los más importantes
investigadores del mundo, entre los que se encontraba Calbot Vance Haynes, el más
importante defensor de la teoría del poblamiento tardío. La delegación concluyó, aunque con
algunas reticencias, que Monte Verde I es real. Por su antigüedad mayor al año tope del
consenso Clovis, su ubicación en el otro extremo del continente, y la ausencia de similitudes
con la cultura Clovis, el reconocimiento generalizado de Monte Verde ha supuesto el fin de la
teoría del poblamiento tardío como teoría hegemónica en la arqueología del poblamiento de
América y ha demostrado la verosimilitud de la datación del yacimiento estadounidense
de Meadowcroft Rockshelter de más de 16 000 años.
Por otra parte, una investigación de la Universidad de Copenhague publicada en 2016, sugiere
que el llamado corredor libre de hielo se convirtió en habitable para los humanos solo hace
12 600 años, esto es casi 1000 años después de la formación de la cultura Clovis, lo que
significa que los primeros americanos no pudieron penetrar en el continente desde Alaska por
el corredor libre de hielo canadiense, sino que tanto los grupos que desarrollaron la cultura
Clovis, como también las culturas pre-Clovis, tomaron la ruta costera del Pacífico.3334
Simultáneamente, se han producido otros hallazgos arqueológicos y estudios genéticos,
lingüísticos y geológicos que sugieren múltiples teorías y complejas combinaciones sobre el
verdadero origen, la época de la llegada y las rutas seguidas para el poblamiento de América.
Una publicación de la Universidad Nacional de Tucumán en 2018 informa que un equipo de
arqueólogos tucumanos encontró en Antofagasta de la Sierra (Catamarca) la evidencia
humana más antigua que se conozca en el país y posiblemente las más arcaicas de América
Latina. Con el descubrimiento se dio un salto enorme porque los objetos encontrados tienen
una antigüedad de 40.000 años. Los análisis, mediante los cuales se determinó la cantidad de
años, fueron realizados en dos laboratorios especializados de EEUU (Arizona y CAIS-UGA)
por medio del método de carbono 14.35

Nuevos hallazgos, nuevos estudios y nuevas teorías[editar]


El actual debate sobre la llegada del hombre a América se caracteriza por el apasionamiento
que muestran los científicos, la variedad de teorías y subteorías, los resultados contradictorios,
la cantidad de estudios y contra estudios y titulares llamativos en los periódicos. Para el
público en general se trata de un cuadro de gran confusión.

Las investigaciones genéticas[editar]


Artículo principal: Historia genética de los indígenas de América

Desde la década de 1980, la investigación genética de Goicoche Méndez ha ido ocupando un


papel cada vez más destacado en las ciencias sociales y, en particular, en las investigaciones
sobre población y ascendencias, disciplina que lleva el nombre de arqueología o antropología
genética. Los genetistas utilizan el ADN mitocondrial (ADNmt) para seguir el linaje femenino y
el cromosoma Y (ADN-Y) para seguir el linaje masculino.
Flechas prehistóricas amerindias, conservadas en Washington.

 En 1981, se estableció el mapa del ADN mitocondrial y, en 1990, Douglas C.


Wallace determinó que el 96,9% de los indígenas de América estaban agrupados en
cuatro haplogrupos mitocondriales (A, B, C, y D), lo que significa una notable
homogeneidad genética.36
 En 1994, James Neel y Douglas C. Wallace establecieron un método para calcular la
velocidad con que cambia el ADN mitocondrial. Ese método permitió fechar el origen
del Homo sapiens, la famosa Eva mitocondrial, entre 100 000 y 200 000 años AP37
y la salida de África entre 75 000 y 85 000 años atrás. Aplicando este método, Neel y Wallace
estimaron en 1994 que el primer grupo humano que ingresa en América lo hizo entre 22 414 y
29 545 años AP.38

 En 1997, los brasileños Sandro L. Bonatto y Francisco M. Salzano aplicaron el método


sobre el haplogrupo A, casi completamente ausente de Siberia, y obtuvieron resultados
que van de 33 000 a 43 000 años AP.39
Estos científicos sostienen que durante miles de años se estableció una gran población en el
puente de Beringia donde se diferenciaron genéticamente, y que es de esa población de la
que provienen los primeros migrantes hacia América.

 El genetista argentino Néstor Oscar Bianchi analizó la herencia paterna en comunidades


indígenas sudamericanas y concluyó que hasta el 90% de los amerindios actuales derivan
de un único linaje paterno fundador que denominó DYS199T y que colonizó América
desde Asia a través de Beringia hace unos 22 000 años.40
 Más recientemente, el genetista estadounidense Andrew Merriwether, de la Binghamton
University, quien perteneciera al equipo de Wallace, sostuvo que la evidencia genética
sugiere que América fue poblada mediante una sola población proveniente de Mongolia,
como sostenía Aleš Hrdlička. La razón de esto es que en Siberia los haplogrupos A y B
casi no se encuentran presentes, mientras que en Mongolia se encuentran los cuatro
principales haplogrupos indoamericanos (A, B, C y D), salvo el X.37
Merriwether destaca que los cuatro haplogrupos se encuentran presentes en toda
América, pero que dentro de ellos pueden localizarse mutaciones genéticas diferentes,
según se trate de indígenas de Sudamérica o Norteamérica. Esto sugeriría que,
cuando ingresaron en América, algunos grupos migraron rápidamente hacia
Sudamérica, mientras que otros poblaron Norteamérica y Centroamérica. A su vez, las
mutaciones genéticas muestran migraciones entre Sudamérica y el sur de
Centroamérica (Panamá y Costa Rica), pero no más allá.37
En 2006, el equipo de Merriwether se encontraba estudiando si las poblaciones
modernas de amerindios eran descendientes de los pueblos antiguos que vivían en
esos mismos lugares o se trataba de nuevas migraciones que reemplazaron culturas
más antiguas.

 En 2007, un grupo de genetistas estimó que la salida de Beringia debió producirse


siguiendo la ruta costera del Pacífico, en un período que se inició hacia el 17 000-
16 000 a. C. y terminó hacia el 14 000-13 000 a. C. (o sea, hacia el final del último
máximo glacial).41
 En 2009, otro equipo de investigadores dató el poblamiento de América con una
antigüedad de 15 000 años, basados en cálculos según el reloj mitocondrial
aplicado a los linajes mitocondriales.42
 En 2013 se publicó un estudio donde sus autores defienden que la población
nativa americana desciende de ancestros tanto del este asiático como de la zona
euroasiática. Se fundamentan en la secuenciación del genoma de un individuo
siberiano del alto paleolítico que posee características comunes con la población
nativa americana y que habría migrado a través de Asia mezclándose con
poblaciones de esta zona y llegando a América por el estrecho de Bering.
 En 2014, el análisis del ADN mitocondrial del esqueleto de Naia, datado en el
10 900 a. C. (encontrado en México, en un grupo de cuevas submarinas
de Tulum), demostró un vínculo genético entre los paleoamericanos y los
modernos nativos americanos, ya que encontró que Naia tenía el haplogrupo D1,
exclusivo de los actuales amerindios, especialmente de América del Sur.43 Los
investigadores consideran que su hallazgo es una prueba de que los primeros
pobladores de América llegaron provenientes de Siberia.44
 También en 2014, un estudio del ADN de los restos humanos de un niño de hace
12.700 años, la época Clovis, denominados Anzick-1, probó que estos restos
están estrechamente relacionado con grupos de nativos americanos de América
Central y del Sur, pero no con las migraciones posteriores de grupos de Canadá y
el Ártico.45 Sus antepasados se separaron de los nativos americanos del norte,
que están genéticamente más cerca de los indígenas contemporáneos en el este
de América del Norte, hace aproximadamente 14.600 a 17.500 años. El ancestro
común de estos dos grupos se separó de los asiáticos orientales hace unos
25.000 años, según los estudios científicos realizados secuenciando el genoma
de restos humanos de Alaska que datan de hace 11.500 años de Alaska.46
Una investigación dirigido por David Reich, de Harvard, también encontró evidencia
de una rápida expansión desde el norte hacia Sudamérica, a la vez que estableció
que la migración paleoindia asociada con la cultura Clovis, presente en América del
Sur, no fue la fuente principal para los indígenas sudamericanos conemporáneos, ya
que varos individuos antiguos derivan de linajes sin afinidad específica con el genoma
asociado a Clovis, y se evidencia un reemplazo de la población, que comenzó hace al
menos 9.000 años y fue seguido por una continuidad sustancial de la población en
múltiples regiones múltiples. Además, se estableció otra corriente migratoria, a partir
de una conexión entre un humano de 4.200 años en los Andes centrales y los
antiguos habitantes de las Islas del Canal frente a la costa de California.47
Estos estudios genéticos revelan que revelan que los primeros pobladores del
continente se movieron lejos rápidamente,48 y apoyan lo que los arqueólogos han
sostenido durante mucho tiempo, que América fue colonizada en varias oleadas de
poblaciones que cruzaron el estrecho de Bering desde Asia, siendo el más reciente el
de Ártico y grupos canadienses. Se demuestra, a su vez, que no hay conexión
genética con los pobladores europeos del Paleolítico superior, de forma que este
estudio se muesta como un fuerte apoyo del origen asiático de la colonización
americana.45

La antigüedad[editar]
La antigüedad del hombre en América está sometida a gran controversia científica. La
fecha más tardía es la que sostienen los defensores de la teoría del poblamiento
tardío y está relacionada con la cultura Clovis, que ha establecido sin dudas una
presencia humana hace 13 500 años. Los defensores de esta teoría sostienen que la
fecha de ingreso al continente no pudo ser anterior al 14 000 AP porque fue en ese
momento cuando se abrió el corredor libre siguiendo el río Mackenzie a través del
actual territorio canadiense. Esta hipótesis ha sido definitivamente desmentida por la
datación de Monte Verde I (Chile), de 14 800 años.32; y posteriormente con la
datación de una huella humana (denominada la Huella de Pilauco (Chile), descubierta
en el sitio paleontológico de Pilauco Bajo, la cual presenta una antigüedad datada de
15 600 años.
A partir de ese piso diversas investigaciones científicas han propuesto fechas muy
diferentes, las cuales, sin embargo, se encuentran bajo una fuerte controversia por no
presentar evidencia sólida al no presentar una datación confiable. Entre ellas
podemos mencionar las siguientes fechas y sitios propuestos:

 33 000 años (Monte Verde II, en Chile; según Bonatto-Salzano, 1997).


 40 000 años (Cuenca del Valsequillo, en México).
 48 000 años (Montalvania, en Brasil; según Shigueo Watanabe).
 50 000 años (Topper, en Estados Unidos).
 60 000 años (Cave, en Estados Unidos).
 60 000 años (Pedra Furada, en Brasil).
La fecha más antigua propuesta hasta el momento ha sido publicada por los
científicos brasileños Maria da Conceição de M. C. Beltrão, Jacques Abulafia Danon y
Francisco Antônio de Moraes Accioli Doria, quienes indican haber hallado algunas
herramientas de cuarcita en el yacimiento de Toca da Esperança, un chopper, un
guijarro con marcas de golpes y una lasca; en las que ellos postulan dataciones de
entre 295 000 a 204 000 años de antigüedad, lo que indicaría
presencia humana anterior al homo sapiens.49igualmente, en Calico, cerca
de Barstow (estado de California), fueron hallados cerca de 4000 cantos y lascas
de sílex presuntamente tallados y 6000 lascas desecho, con dataciones por diferentes
métodos, con las cuales postulan fechas que oscilarian entre los 135 000 y
202 000 años,5051; aunque en ambos casos se ha generado un fuerte debate entre
quienes consideran que el material datado es producto de la mano del hombre52y
quienes creen que son geofactos,53resultado de meros accidentes de la naturaleza.
En Old Crow, en el extremo noroccidental de Canadá, se encontraron, un hueso
de bisonte con una marca de corte que se postula que habría sido posiblemente
producida por humanos, la cual data de hace 72 000 años, así como otros huesos con
presuntas marcas de corte, en un estrato datado en más de 300 000 años.54
En el caso de fechas postuladas que son anterior al Homo sapiens, Maria Beltrão y
Rhoneds Aldora Perez, postulan que podría haber sido posible un hipotético
poblamiento humano en América, hace más del 300 000 años durante la glaciación
illinoiense, el cual habría sido realizado por alguna variante del Homo erectus, con
una industria lítica de cantos y lascas.55 Sin embargo no hay fósiles ni estudios
genéticos que apoyen está hipótesis.
Igualmente, a pesar de las dataciones indicadas, no se han encontrado fósiles
humanos ni aportado otras pruebas que confirmen estas dataciones postuladas que
serían anteriores a la huella encontrada en Pilauco Bajo.

¿América del Sur primero?[editar]


Uno de los elementos que ha llamado la atención de algunos investigadores es la
profusión de yacimientos de gran antigüedad en Sudamérica y la escasa cantidad de
los mismos en Norteamérica. El dato es llamativo, entre otras cosas, porque Estados
Unidos y Canadá han dedicado grandes recursos a investigar los yacimientos
arqueológicos, a diferencia de lo que sucede en el sur. No es probable que los
yacimientos más antiguos del norte hayan quedado sin descubrir. El dato es llamativo
porque, si América fue poblada desde Siberia, los yacimientos más antiguos deberían
hallarse en el norte.56Adicionalmente, algunos estudios han detectado entre los
paleoindios sudamericanos y norteamericanos diferencias de consideración
en genes y fenotipos: aquellos con rasgos más australoides, estos con rasgos
más mongoloides. Estos elementos han causado una creciente adhesión de algunos
investigadores a la hipótesis de un poblamiento autónomo de América del Sur, no
proveniente de Norteamérica. Esta hipótesis se relaciona estrechamente con la teoría
del ingreso por la Antártida desde Australia.56

Otras teorías, otras rutas posibles propuestas[editar]


Otras teorías sugieren también otras rutas de migración del hombre hacia América;
estas probables rutas alternas son:

 Península de Kamchatka (Siberia)-islas Aleutianas (océano Pacífico)-Península


de Alaska (Alaska)-Archipiélago Alexander-Isla de Vancouver. Procedencia
asiática. Habrían utilizado embarcaciones muy primitivas para el transporte y
viaje.
 Oceanía-Antártida-América del Sur. También habrían utilizado balsas.
El antropólogo portugués A. Mendes Correia, quien sostuvo esta hipótesis
en 1928, descartó otras rutas de migración.
 Melanesia-Polinesia-América. También habrían utilizado balsas primitivas. El
antropólogo francés Paul Rivet, quien planteó esta teoría en 1943, dijo que el
hombre americano es de origen multirracial, por lo que no negaba otra ruta de
inmigración. Esto fue contrario a los planteamientos de Aleš Hrdlička y Mendes
Correia, quienes sostenían que la procedencia era de una sola raza.
 Europa-Océano Atlántico-América. Remy Cottevieille-Giraudet documentó entre
1928 y 1931 la hipótesis del origen europeo (Cro-Magnon) de los «pieles rojas»
(algonquinos). En 1963, Emerson Greenman planteó la ruta hipotética de la
inmigración europea a América durante el paleolítico superior y el origen europeo
de los beotucos de Terranova. Bruce Bradley y Dennis Stanford replantearon en
1999 la existencia de esa migración basados en las similitudes entre la industria
lítica solutrense, y la cultura Clovis, refrendados en las investigaciones de ADN
mitocondrial realizadas por Michael Brown. La teoría, conocida como la Solución
solutrense, supone que antiguos habitantes de Europa Occidental navegaron por
el Atlántico de la era glacial, desplazándose entre los hielos flotantes, de manera
parecida a la de los esquimales, hasta alcanzar la costa occidental de América del
Norte.
 En 1950, el español radicado en Argentina Salvador Canals Frau propuso la
hipótesis de cuatro grandes corrientes pobladoras: a pie por Beringia, navegando
en canoas por las Islas Aleutianas, navegando a través del océano Pacífico para
desembarcar en Mesoamérica y navegando a través del océano Pacífico para
desembarcar en Sudamérica.57
 Migración seguida de extinción: Bien podrían haber ocurrido una o varias
migraciones hace 40 000 años o aún más antiguas, que hubieran dejado trazas
aisladas de esta presencia, pero con el resultado de que esos grupos se hubieran
luego extinguido antes o contemporáneamente a oleadas humanas posteriores.
Respecto de esta razonable hipótesis no existen confirmaciones concluyentes,
aunque ciertamente ello en cierto sentido permitiría compatibilizar la diversidad de
teorías hasta ahora manejadas.[cita requerida]
Algunas conclusiones provisionales[editar]
Más allá de los debates en marcha y la gran cantidad de preguntas y contradicciones
que se presentan en el debate científico actual es posible realizar algunas
conclusiones precarias:

1. Es altamente probable que el hombre americano primitivo proceda del


continente asiático, especialmente de las estepas siberianas o de la región
del Sudeste asiático. Las semejanzas entre grupos poblacionales asiáticos de
esas regiones y la mayoría de los aborígenes americanos ha sido objeto de
análisis. De todos modos el hecho de que las dataciones de máxima
antigüedad que cuentan con consenso de la comunidad
científica, Clovis (Estados Unidos, 12 900-13 500 AP) y Monte Verde (Chile,
14 500 AP), se encuentren simultáneamente en América del Norte y en el
extremo sur de América del Sur impide sacar una conclusión definitiva sobre
este punto. Sin embargo, estas fechas son aún muy recientes frente a otras
fechas datadas en diversos lugares de América, que aún no cuentan con el
consenso de la comunidad científica. Habrá que esperar que estos estudios
se consoliden. Por ejemplo, entre las numerosas cavernas del nordeste
de Brasil se encuentra una conocida como Toca do Boqueirāo da Pedra
Furada, la cual cuenta con numerosas evidencias de asentamiento primitivo
como instrumentos líticos. Sin embargo, se encontraron otros artefactos
en cuarzo que son datados de hace 40 000 años. Semejante observación no
es aceptada fácilmente por otros estudiosos que dicen que los cuarzos
difícilmente tienen formas definidas que puedan ser consideradas
manufactura y que no tiene sentido que los supuestos habitantes de la
caverna hubiesen preferido el cuarzo a la piedra abundante del lugar. Las
objeciones no restan los misterios que abre Pedra Furada y las excavaciones
continúan. Pero aún más al sur, en Chile, las excavaciones de Tom Dillehay y
otros muchos arqueólogos en Monte Verde revelan restos de comida e
instrumentos que se datan de hace 12 000 e incluso 30 000 años.
También Monte Verde es contestado por muchos como una de las más
antiguas evidencias humanas en América, pero son más contundentes que
las que existen en el hemisferio boreal del continente.58
2. Las culturas prehistóricas y las civilizaciones de América se desarrollaron de
manera aislada al resto del planeta.
3. La Revolución Neolítica americana es original y carece de toda relación con la
que se produjo en la Mesopotamia asiática.
4. El puente de Beringia desapareció hace 11 000 años (Scott A. Elias)23 y, con
la excepción de los esquimales, que mantuvieron ininterrumpidamente
contactos comerciales marítimos de verano entre Siberia y Alaska,59 y
con Groenlandia, no hay pruebas contundentes que permitan concluir
definitivamente que los pueblos amerindios mantuvieron contactos con
pueblos de otros continentes. Sin embargo, está plenamente probado que
en 982 los vikingos comenzaron la exploración de Groenlandia y Canadá y,
establecieron una aldea en L'Anse aux Meadows (isla de Terranova); pero su
penetración en el continente no fue significativa. Los científicos debaten
varias evidencias del contacto de los polinesios con los indígenas
americanos.60
Otras hipótesis, como la llegada de
los fenicios, egipcios, griegos, hebreos, chinos y japoneses gracias a sus habilidades
marítimas, siguen siendo hipótesis de difícil demostración. Menos pruebas hay aún de
una eventual presencia de amerindios en los demás continentes.

El encuentro de dos mundos[editar]


Pasan 10 a 15 generaciones y los hombres primitivos se asientan en territorio
americano. Fueron estimulados por los abundantes recursos que iban encontrando
cuanto más tierras conocían y, cuando el peregrinaje iba avanzando cada vez más al
sur, hallaban mejores condiciones climáticas y mayores facilidades para la caza. Por
otra parte, las condiciones en el «puente de Beringia» habían cambiado. Se había
hecho más pantanoso, por lo que su aventura fue un viaje sin retorno.

Tiempo que duró el poblamiento[editar]


En el extremo sur de Chile, en la cueva Fell, se han encontrado herramientas y restos
de cazas, de hace unos 11 000 años. Si como fecha más temprana del inicio del
poblamiento se consideran 36 000 años atrás y como fecha más tardía, 15 000 años,
el poblamiento entre Alaska y la isla de Tierra del Fuego puede haber tardado un
máximo de 25 000 años y como mínimo 4000 años.

Ruta y cronología del primitivo poblamiento[editar]


Muchos grupos siguieron la ruta norte-sur, por el lado occidental del continente, por
las vertientes de las cordilleras y los valles intramontanos. Se han encontrado huellas
humanas de avances en:

 Topper (Carolina del Sur, Estados Unidos). Restos humanos fechados hacia el
año 50 000 AP (antes del presente).
 Pedra Furada (Piauí, Brasil). Restos humanos fechados hacia el año 50 000 AP.
 American Falls (Estados Unidos). Restos fechados hacia el año 43 000 AP.
 Cuenca del Valsequillo (México). Huellas humanas fechadas hacia el año
40 000 AP.616263
 Lewisville (Texas, Estados Unidos), con fechas de 37 000 años AP.
 Monte Verde II (Puerto Montt, Chile). Restos de 33 000 años.
 El Cedral (SLP, México). Restos humanos y artefactos líticos con una antigüedad
de 31 000 años AP.
 Tequixquiac (Méx, México). Hueso sacro de Tequixquiac de hace 22 000 años.
 Tlapacoya (Méx, México). Navaja de obsidiana de hace 21 000 años.
 Chiribiquete, Colombia, pinturas rupestres de hasta 19 510 años.
 Meadowcroft Rockshelter (58 km de Pittsburgh, Estados Unidos) 16 000 a
19 000 años.
 Buttermilk Creek, Condado de Bell (Texas) 15 500 a 16 000 años.
 Piquimachay (Ayacucho, Perú). Puntas de proyectil, raspadores, cuchillos; de
17 000 años, aproximadamente. El antropólogo Mc Neish opina que estos
inmigrantes llegaron a los Andes peruanos hace 22 000 años.
 Monte Verde I (Puerto Montt, Chile). Restos de 14 800 años.32

 Page-Ladson, Florida. Puntas de lanza de marfil, artefactos de piedra y huesos de


mastodonte con marcas de corte, datados entre 15 405 y 14 146 años AP.

 Cavernas de Tulum (Tulum, Mexico). Cuatro esqueletos humanos, 14 500,


12 000 y 10 000 años.
 Isla Triquet (Canadá). Fogón de hace 14 000 años.64
 Taima Taima, El Muaco y El Jobo (Venezuela). Industria lítica muy tosca, de
14 000 y 12 000 años.
 Manis Mastodon (estado de Washington). Punta de proyectil de hueso de
hace 13 800 años.
 El Guitarrero (Ancash, Perú). Industria lítica de lascas, una punta de proyectil
y un cuchillo; ambas bifaciales, de hace 13 000 años.
 Piedra Museo (Santa Cruz, Argentina). Restos de 13 000 años.
 Mujer del Peñón (Peñón de los Baños, México). Restos de 13 000 años.
 Quebrada Maní (Desierto de Atacama, Chile). Asentamiento de
12 790 años.65
 El Abra (Zipaquirá, Colombia). Instrumentos líticos, asociados con huesos de
animales y fragmentos de carbón vegetal de 12 400 años.66
 Chivateros (Callao, Perú). Industria lítica para labores de recolección, de hace
12 000 años.
 Los Toldos (Santa Cruz, Argentina). Restos de caza y recolección de hace
12 000 años.67
 Lagoa Santa (Brasil). Restos fósiles de hace 12 000 años.
 Lapa Vermelha (Brasil) cráneo y esqueleto de Luzia, de hace 11 400 años.68
 Gruta Pedra Pintada (Pará, Brasil). Pinturas rupestres e industria
lítica fechadas hacia el año 11 310 AP.69
 Clovis. Restos de caza y recolección de hace 11 050 años.70
 Cueva Fell (Tierra del Fuego, Chile). Restos datados entre 10 000 y
11 000 años.71
 Paiján (La Libertad, Perú). Esqueletos humanos de hace 10 000 años.
 Las Vegas. Santa Elena, Ecuador. Cementerio con 200 enterramientos
diferentes fechados en el 12 000 AP y vestigios del cultivo del zapallo en el
9000 AP
 Lauricocha (Huánuco, Perú). Industria lítica, fósiles de animales, plantas y
esqueletos humanos y pinturas rupestres de hace 10 000 años.
 Toquepala (Tacna, Perú). Pinturas rupestres de hace 9000 años.
 Cueva de las Manos (Santa Cruz, Argentina). Pinturas rupestres de hace
9300 años.
 Yacimientos arqueológicos «Monte Hermoso I» y «Las Ollas», en Monte
Hermoso (provincia de Buenos Aires, Argentina). Pisadas humanas y
herramientas líticas. Hace aprox. 7000 años.
 Intihuasi (Argentina). Restos precerámicos de hace 6000 años.

Véase también[editar]

 Historia genética de los indígenas de América


 Hipótesis solutrense
 Teoría del poblamiento temprano
 Teoría del poblamiento tardío
 Contactos transoceánicos precolombinos
 Primeros pobladores andinos
 Prehistoria de América
 Paleoindio
 Mujer de Las Palmas
 Joven de Chan Hol
 Hueyatlaco
 Cerritos de indios

Referencias[editar]

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canal TeleSur.
66. ↑ Correal, Gonzalo; Thomas van der Hammen y J. C. Lerman (1970): «Artefactos
líticos de abrigos en El Abra, Colombia»; Revista Colombiana de Antropología 14:
págs. 9-46.
67. ↑ Cárdich, Augusto; Lucio Cárdich y Adam Hajduk (1973) «Secuencia
arqueológica y cronología radiocarbónica de la Cueva 3 de Los Toldos (Santa
Cruz, Argentina)»; Relaciones de Sociedad Argentina de Antropología VII: 87-
122.
68. ↑ Feathers, James; R. Kipnis; L. Piló; M. Arroyo & D. Coblentz (2010) «How old is
Luzia? Luminescence dating and stratigraphic integrity at Lapa Vermelha, Lagoa
Santa, Brazil»; Geoarchaeology 25 (4): 395-436.
69. ↑ Roosevelt, Anna C. et al. (1996) «Paleoindian cave dwellers in Amazon: the
peopling of the Americas». Science 272(5260): 373-384.
70. ↑ Waters, Michael R. and Thomas W. Stafford Jr. (2007) «Redefining the Age of
Clovis: Implications for the Peopling of the Americas»; Science 315 (5815): 1122-
1126.
71. ↑ Roosevelt, Anna C. (1990). «Travels and Archaeology In South Chile»; The
Latin American Anthropology Review 2 (2): 72-74. American Anthropol

Mesoamérica

Mesoamérica
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No debe confundirse con Región mesoamericana.
Mosaico de diversos rasgos característicos de Mesoamérica.

Ubicación de Mesoamérica en el continente.

Mesoamérica (en griego: μέσος [mesos], ‘intermedio’)? es la región cultural del continente
americano que comprende la mitad meridional de México, los territorios de Guatemala, El
Salvador, Belice, así como el occidente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica en el periodo
precolombino fue conocido por formar parte de las grandes civilizaciones. No debe
confundirse con la región mesoamericana, concepto acuñado para denominar una región
geoeconómica por organizaciones internacionales tales como la OCDE.1 Mesoamérica, como
se expone en este artículo, es un área definida por la cultura. Esta región vio el desarrollo de
una civilización indígena en el marco de un mosaico de gran diversidad étnica y lingüística. La
unidad cultural de los pueblos mesoamericanos se refleja en varios rasgos que Paul
Kirchhoff definió como el complejo mesoamericano.2
La definición de lo que se acepta como mesoamericano es objeto de discusión entre los
estudiosos de esta civilización; sin embargo, con frecuencia se menciona en el inventario la
base agrícola de la economía, como la domesticación
de cacao, maíz, frijoles, tomate, aguacate, vainilla, calabaza y chile, así como el pavo y el
perro, el uso de dos calendarios (ritual de 260 días y civil de 365), los sacrificios
humanos como parte de las expresiones religiosas, la tecnología lítica y la ausencia
de metalurgia, entre otros. En su momento, la definición del complejo mesoamericano sirvió
para distinguir a los pueblos mesoamericanos de sus vecinos del norte y el sur.
El desarrollo de Mesoamérica se extendió por varios milenios. Los especialistas discuten
sobre la época que puede considerarse el «inicio» de la civilización mesoamericana. De
acuerdo con algunas posturas, el hito inicial consiste en el desarrollo de la alfarería. Otros
consideran que el primer complejo mesoamericano se desarrolla entre los
siglos XV y XII a. C., período contemporáneo a la cultura olmeca. No obstante, ya hay una
transformación importante del ambiente natural a través de la agricultura desde la época
geológica del Holoceno, hace más de 7000 años3.
A lo largo de su historia, los pueblos mesoamericanos construyeron una cultura que cuyas
expresiones hablan de elementos compartidos por varios pueblos y rasgos que los distinguen
entre sí. En la medida que avanzó el proceso civilizatorio, algunos rasgos se homogeneizaron
por el contacto interétnico y otros adquirieron especificidad en ciertos contextos. Este proceso
fue continuo y perduró hasta la colonización española. Algunos autores emplean
indistintamente los nombres nahuas para describir objetos y conceptos originales de
Mesoamérica,4 y otros destacan las diferencias entre los pueblos de la región.5
La mayor parte de los pueblos mesoamericanos hablaron lenguas pertenecientes a las
siguientes familias
lingüísticas: otomangueana, mayense, mixezoqueana, totonacana y utoazteca. Otras lenguas
están aisladas o no pudieron ser clasificadas porque desaparecieron en el proceso
de castellanización que comenzó con la colonización española y continúa hasta la fecha. Este
mosaico de lenguas y etnias estuvo presente durante la época prehispánica y tiene su
correlato en las numerosas culturas indígenas que se desarrollaron en diversas zonas y
tiempos de Mesoamérica, entre las cuales las más estudiadas han sido la mexica, la maya,
la teotihuacana, la zapoteca, la mixteca, la olmeca o la tarasca. A pesar de la concentración
de estudios que se han dado en el caso de esas importantes culturas, Mesoamérica fue
escenario de muchos pueblos, algunos de los cuales han apenas comenzado a ser
investigados a partir de excavaciones recientes. Inventaron un sistema de escritura pero no
tan avanzado como los mayas

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