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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Filosofía y Letras


Colegio de Historia
Teoría de la Historia
La caída del imperio romano. Perspectiva de una crisis en
un proceso mayor.

La caída del imperio romano de occidente fue un acontecimiento que marcó profundamente la

historia europea. No podemos negar tampoco que, al ser Europa un continente que exportaría

su cultura por el mundo, las crisis y transformaciones en ella tendrían trascendencia en todo el

mundo.

En este ensayo, se pretende primero enunciar los principales acontecimientos que

sacudieron el imperio romano antes y durante el periodo de su declive. Esta parte será

relativamente acotada, pues para comprender el proceso en su generalidad es necesario abarcar

un periodo de tiempo muy amplio. Después procederemos al análisis y comprensión del

proceso en una escala mayor aplicando los conocimientos adquiridos en el curso. Si bien no

nos concentramos en el periodo pleno de la desintegración del Imperio de occidente,

buscaremos en la crisis del siglo II relaciones con los acontecimientos posteriores.

Por la estructura ensayística que le he dado a este trabajo, me baso en unas cuantas

fuentes cronológicas y en el análisis aprendido en clase de historia de Roma y de Grecia. Este

trabajo es más una síntesis de lo aprendido, que una propuesta de interpretación, por lo que no

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debe suponerse que su contenido es producto de mi propia mano, sino una colección de varias

fuentes.

En primer lugar, abordaremos algunos antecedentes. Tras la victoria sobre Cartago en

las guerras púnicas, Roma toma la hegemonía en el Mediterráneo occidental. Posteriormente,

se hace del control del mundo helenístico, fortaleciendo su posición en oriente y haciéndose de

la indiscutible supremacía mediterránea.

La conquista de nuevos territorios y la apertura de nuevas rutas comerciales creó nuevas

posibilidades para el Estado romano. Sin embargo, en los siguientes años la abundancia derivó

en crisis e intrigas políticas. Un periodo de complicaciones políticas y socioeconómicas asoló

la República. Entre los eventos más destacados, podemos pensar en las revueltas de los Graco,

las guerras civiles y los triunviratos.

Los conflictos de caudillos de las guerras civiles terminó por llevar a Julio César al

poder como dictador. A pesar de su aparente triunfo sobre sus rivales, la situación no estaba tan

estable como para que su poderío fuera aceptado por otros grupos de poder. César fue asesinado

y se desató otro periodo de conflictos civiles que terminaron en la consolidación del principado

de Augusto y la monarquía disfrazada de república.

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Augusto logró consolidar lo que su tío no y se convirtió en el titular indiscutible del

poder imperial. En sus manos, el Estado romano se hizo de más poder y expandió sus fronteras.

Llevó un periodo de paz y abundancia a Roma.

La dinastía julio-claudia no estuvo exenta de luchas de poder y conflictos al interior.

Pero no se puede decir que fuera menos estable que los años que le siguieron. Los excesos de

Nerón provocaron nuevos levantamientos que terminarían con él. Tras la desaparición de la

dinastía, se sucedieron algunos años de violencia y conflicto. Después, con la dinastía Flavia y

el gobierno de Nerva, se restauró el orden y a pesar de algún tropiezo con Domiciano, se

recuperó la estabilidad del Imperio.

Después vendría la dinastía antonina que llevó a Roma a su máximo explendor. Las

conquistas y ecuanimidad de Trajano lograron que el Imperio se extendiera aún más. La

prosperidad fue aprovechada por Adriano para reducir en lo posible las guerras de conquista y

aunque no faltaron las pestes y rebeliones, se puede decir que Roma alcanzó su mayor gloria.

Mas cuando se llega a la cima, lo único que se puede hacer es descender.

Cómodo terminó con el esplendor de la dinastía antonina y se asesinato inauguraría un

nuevo periodo de crisis al interior. La instauración del linaje severo no podría igualar la

abundancia del pasado y aunque alcanzó algunas victorias, la economía continuó decayendo.

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En el año 235 Alejandro Severo fue asesinado y comenzó el período de la crisis política

del siglo III. Las luchas de poder entre generales provocó una rápida sucesión de emperadores

en el ámbito político. Mientras tanto, la pobreza y la emigración de las ciudades y una economía

cada vez más estropeada ahondaron la crisis.

El triunfo de Diocleciano y la consolidación del dominato cambiaron el carácter de la

figura del emperador, sacralizando. Además, el nuevo emperador pondría en práctica un

gobierno más autoritario, pero repartiendo las funciones entre varias figuras de poder, lo

conocido como la Tetrarquía. Constancio, Galerio, Maximiano y Diocleciano serían césares y

augustos respectivamente, facilitando el gobierno de un imperio tan extenso.

La tetrarquía comenzó a desintegrarse después de la primera generación de augustos,

pues cada cesar deseaba instaurar a sus amigos como sucesores. Una nueva guerra civil se

desató.Es en este momento cuando entra a escena Constantino como augusto de la zona

occidental y que terminó por tomar el control definitivo del Imperio después de sus triunfos

contra Licinio. Trasladó la capital a Constantinopla y convocó al concilio de Nicea,

estableciendo el canon oficial para el cristianismo.

Constantino logró recuperar algo de la estabilidad perdida y reactivar la economía, se

consolidó un breve periodo de concordia. Pero tras la muerte del emperador, el Imperio fue

repartido entre sus hijos. Tras una nueva fase de disputas por el poder entre los descendientes,

hubo una división clara entre oriente (con Constancio II) y occidente (con Constante). Un

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periodo de calma seguido de nuevas rebeliones que dejaron a Constancio segundo como

emperador único.

La caída de la dinastía constantiniana y el alzamiento de los valentinianos tuvo que

enfrentar inmigraciones masivas y otras complicaciones. El cristianismo se convirtió en la

religión oficial del imperio. A la muerte de Teodosio I, el Imperio quedaría dividido de forma

definitiva. Los emperadores de oriente y occidente serían Arcadio y Honorio

respectivamente.

El Imperio occidental no tuvo un brillante futuro y fue de mal en peor. Invasiones

bárbaras, disputas de poder y una economía precaria llevarían a su caída final en el año 476.

Para nuestro posterior análisis es importante ofrecer una nota final que tendrá gran

relevancia más adelante. La parte occidental del imperio se caracterizaba por una mayor

presencia de latifundios, mientras que en oriente se conservaban formas despóticas anteriores

al sistema esclavista, por lo que la tierra y la producción se concentraba en la figura del

emperador. Esta diferencia sería fundamental en el posterior desarrollo de ambas regiones, pues

la forma de producción dio forma a la organización social y política, dando como resultado dos

estados muy distintos.

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Después de revisar por partes algunos acontecimientos, procederemos a elaborar una

suerte de síntesis en la que esperamos englobar los procesos generales que se perciben en la

crisis y decadencia del Imperio romano de occidente.

Para comprender lo acontecido es necesario encontrar las


relaciones y

determinaciones de los hechos concretos para buscar el proceso general. A pesar de nuestros

esfuerzos, debemos tomar en cuenta la dificultad de comprender la realidad en su totalidad,

pues esta se caracteriza por la complejidad. Complejidad que incrementa conforme se desarrolla

el trabajo y las formas de producción, por lo que un periodo de crisis como el que abordamos

plantea retos importantes para quien los analiza.

Consideraremos, pues, la crisis del siglo II como el inicio del periodo de decadencia del

estado romano. Cabe mencionar que este tipo acotaciones son artificiales y quedan a criterio

quién realice el análisis. Sin embargo, son necesarias para comprender más a fondo el proceso

que nos proponemos. No hay que dejar de tomar en cuenta que el devenir de este proceso tiene

su origen más profundo en el desarrollo del trabajo y las formas de producción anteriores. Pero

nos limitaremos a tomar la crisis del siglo II como punto de partida.

Como hemos aprendido en clase, el trabajo y sus prácticas derivadas constituyen la

historia. Si aplicamos este criterio a la crisis del siglo II, entonces tendremos que buscar un

cambio en las formas de trabajo y producción para comprender no sólo el proceso económico,

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sino también los cambios en el pensamiento y la estructura del estado que se distingue ya para

el siglo III.

En primer lugar, tenemos los cambios económicos. El constante fortalecimiento de los

latifundios y la marginación del trabajo asalariado en favor del trabajo esclavo, fruto de las

conquistas y expansión del Imperio es la principal determinante en el proceso. A pesar de existir

la alternativa de contratar el trabajo asalariado, para el latifundista era mucho más fácil y

eficiente el trabajo servil.

El flujo de esclavos al imperio se origina en las guerras y dominación dirigidas hacia

sus vecinos. La abundancia de este tipo de fuerza de trabajo facilitó el desarrollo económico de

Roma. Sin embargo, una vez llegado a su máximo esplendor, durante el mandato de Adriano,

el imperio comenzó a tener problemas para encontrar nuevos conquistas y se limitó más bien a

la supresión de rebeliones. El freno a las grandes campañas militares se deben en parte al deseo

de estabilidad, la política emprendida por Adriano y el peligro que representaba el

empoderamiento de las legiones.

Entonces la crisis, por lo menos en su dimensión económica, nace de la contradicción

entre la forma de la producción y las prácticas estatales. El Imperio necesita de guerras para

obtener esclavos, pero debido a los cambios morales y de poder al interior, estas se detienen y

se desencadena un proceso que terminará en las fuertes crisis de los siglos II y III.

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Conforme la crisis se ahonda ya en la dinastía Severa y el Dominato de Diocleciano, el

latifundio gana fuerza y el Estado en occidente la pierde. Paulatinamente se descentraliza el

poder y los latifundistas ganan protagonismo.

Comienzan a cambiar las relaciones de producción. Las relaciones sociales cambian. La

escasez de fuerza de trabajo esclava obliga a buscar nuevas formas de mantener al latifundio

funcionando. Posteriormente se implementaría la adscripción de los esclavos a la tierra.

El despoblamiento de las ciudades fruto de la pobreza y la criminalidad, daría lugar al

colonato, la admisión de ciudadanos en sectores de la propiedad del latifundista y la posesión

de la tierra para los primeros a cambio de un tributo para el segundo. Además, a causa del

bandolerismo y las constantes incursiones bárbaras a territorio romano, el latifundista se vería

obligado a contratar un ejército privado para proteger tierra. Los pequeños propietarios de los

alrededores se verían atraídos por ese poder militar y buscarían la protección del latifundista.

Por las mismas razones de seguridad, se dificultó el tránsito por los caminos del Imperio.

El comercio se vio fuertemente afectado por lo que se buscaron alternativas de producción local

y de autoconsumo.

Ya es evidente que existe un cambio en las relaciones de producción y posesión de la

tierra. Estos cambios, producto de la abundancia y crisis del sistema esclavista daría lugar a una

nueva forma de producción.

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Los cambios en las necesidades y relaciones productivas son producto del propio

desarrollo del trabajo. El ser humano no sólo transforma a la naturaleza por medio de su

actividad, también se transforma a sí mismo. Como el estado se monta en las relaciones de

producción, es inevitable que, cuando estas cambian, el mismo Estado se modifique, siendo

producto de esta constante transformación derivada del trabajo.

Como el Estado está conformado por la forma de producción, la población y el territorio,

es natural entonces que al transformarse sus elementos, cambie la organización política del

estado. Un ejemplo de esto puede ser las guerras civiles y el posterior principado, siendo los

distintos intereses de las clases, encarnadas por los caudillos, las que forzaron el dinamismo en

el estado que resultó en la confrontación.

La intensa migración bárbara hacia el interior del imperio, también tuvo un papel

importante en la forma que tomó el estado durante el Dominato. La sacralización del emperador

y la adopción de rasgos característicos de las monarquías despóticas orientales responde a la

integración de extranjeros a la estructura del estado, la necesidad controlar un amplio territorio

y la creciente importancia de oriente en la geografía romana.

Podemos notar que hay explicaciones materiales para muchos de los fenómenos

ideológicos presentes en la realidad histórica. Por ejemplo, el auge de las religiones de

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salvación, entre ellas el cristianismo, se explica en la desolación de la crisis y la incertidumbre

provocada por las disputas internas. Al crecer el número de cristianos, tuvieron que ser

integrados al aparato estatal por medio de el concilio de Nicea y la posterior oficialización de

Teodosio I. Por tales motivos, tampoco podemos dejar de tomar en cuenta los asuntos

ideológicos en las explicaciones de los acontecimientos, pero debemos buscar las raíces

materiales de esos asuntos ideológicos.

A lo largo de este texto hemos procurado utilizar los conocimientos adquiridos en el

curso para analizar modestamente las crisis romanas de los siglos II y III. Es importante

observar como las condiciones materiales, la economía y formas de producción, tienen un papel

fundamental en el desarrollo de los procesos; aunque no queda marginado el papel del

pensamiento.

Podemos observar que derivado de las transformaciones materiales y relaciones de

producción, se planta la semilla de una nueva forma de organización que abarcará todos los

ámbitos de la vida humana.

Podemos concluir que, además de lo enriquecedor que es la puesta en práctica de estos

preceptos, el estudio crítico y racional del pasado humano en busca de explicaciones profundas,

pero tangibles del mismo es una piedra angular del trabajo del historiador.

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Fuentes:

● Clase de Historia de Roma (Profesor Schettino Maimone Ernesto Antonio Francisco)

● Clase de Historia de Grecia (Profesor Ramírez Batalla Miguel Angel)

● Clase de Teoría de la Historia (Profesor Schettino Maimone Ernesto Antonio Francisco)

● Para el resumen de los acontecimientos más importantes he utilizado el ameno texto a

continuación citado, pero debo aclarar que no ha sido mucho más que un manantial de

datos.

Asimov, Isaac, El imperio romano, traducción de Néstor A. Míguez, Madrid,

Editorial Alianza, tercera edición, 2011, 345 págs.

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