A partir de ese momento lo que estaba en el papel constitucional era de casi imposible
implementación, solo en muy contadas excepciones y bajo condiciones bastantes precarias
eran aprobadas acciones de amparo, en 1983, a raíz de una solicitud interpuesta por el
ciudadano Andrés Velázquez ante la Corte Suprema de Justicia en su Sala Plena, se
establecen unos parámetros bajo los cuales el derecho de amparo puede ser ejercido, es
importante señalar que tales regulaciones hacían de la solicitud de una acción de amparo una
tarea imposible desde el punto de vista jurídico, y solo bajo componendas se lograba el éxito
de esta acción.
Esto sin considerar que la ley fue promulgada 27 años después de que la constitución
de 1961 lo ordenara y en lugar de llenar un vacío jurídico importante en relación a la
implementación practica de esta institución, profundizó más aún el vacío regulatorio del
derecho de amparo. Posterior a estos hechos acontecieron tiempos bastantes oscuros respecto
a la acción de amparo, dudas acerca del Tribunal competente para interponerlo, lo cual se
prestaba a componendas con los funcionarios tribunalicios para asegurar su admisión, la
profundización de su carácter adjetivo, negándole su posición de derecho fundamental
protector de otros derechos humanos.
Posteriormente, vendría la promulgación de la constitución de 1999, donde desde el
punto de vista positivo, el derecho de amparo adquiere otra dimensión. Se establece
constitucionalmente su carácter sustantivo y adjetivo, su naturaleza progresiva en materia de
derechos humanos, su facultad restablecedora y prioritaria respecto a otros asuntos
procesales, y su condición inderogable ante todo evento. Todo esto, sin duda juega en favor
de la institución, desde la visión positiva del derecho de amparo, pero en términos prácticos
la realidad es otra.
Interponer una acción de amparo es una tarea titánica, que hoy en día debe ser
acompañada de una reivindicación política en favor de quienes detentan el poder político en
el país, para que tenga éxito, las consideraciones jurídicas y doctrinales quedaron vetustas y
en desuso, no importa el hecho material de la violación que se reclame, no importa las
consideraciones de carácter jurídico que se aleguen en favor de obtener la medida
restablecedora, no importa la presunción de buen derecho que pueda esgrimir el recurrente,
importa si la causa que se defiende se alinea con los factores de poder que dominan todas las
estructuras del Estado, incluyendo obviamente el Poder Judicial.
Hoy más que ayer, se niega la existencia del Derecho de Amparo en la vida jurídica
de Venezuela, hoy más que ayer se refuerza su carácter de entelequia jurídica, que para nada
restablece las situaciones jurídicas infringidas a los ciudadanos, no es una figura
restablecedora, es una figura vacía y desdibujada que para nada cumple con todos los
requisitos que debe llenar dentro de la vida jurídica de un Estado Constitucional.
Dixxon Pereira
C.I. 9.993.873