FECHA:06/11/2019
EL REALISMO CRÍTICO: no cree que convenga a las cosas todas la propiedades encerradas en los
contenidos de la percepción, sino que es, por el contrario, de opinión que todas las propiedades
de las cosas que percibimos sólo por un sentido como los colores, los sonidos, los olores, etc.,
únicamente existen en nuestra conciencia. Estas cualidades surgen cuando determinamos
estímulos externos, actúan sobre nuestros órganos sensoriales. No tienen, carácter objetivo,
sino subjetivo. Es menester, sin embargo, suponer en las cosas ciertos elementos objetivos y
casuales para explicar la aparición de estas cualidades. El hecho de que la sangre nos parezca
roja y el azúcar dulce, ha de estar fundado en la naturaleza de estos objetos.
EL IDEALISMO: Éste sustenta la tesis de que no hay cosas reales independientes de la conciencia.
Se divide en: el idealismo subjetivo o psicológico: las cosas no son nada más que contenidos de
la conciencia. Todo su ser consiste en ser percibidas por nosotros, en ser contenidos de nuestra
conciencia. Tan pronto como dejan de ser percibidas por nosotros, dejan también de existir. No
poseen un ser independiente de nuestra conciencia. Nuestra conciencia con sus varios
contenidos, es lo único real.
EL IDEALISMO OBJETIVO: los objetos del conocimiento existen (engendrados) como producto
del pensamiento. Mientras el idealismo subjetivo ve en el objeto del conocimiento algo
psicológico, un contenido de conciencia y el realismo lo considera como algo real, como un
contenido parcial del mundo exterior, el idealismo lógico lo tiene por algo lógico, por un
producto del pensamiento.
CRÍTICA Y POSICIÓN PROPIA: El idealismo no logra mostrar que la posición realista sea contraria.
Tampoco el realismo consigue abatir definitivamente a su adversario.
SOLUCIONES TEOLÓGICAS
La Solución Monista y Panteísta
El idealismo, al negar la realidad, en cierto modo desconoce uno de los dos elementos que
intervienen en la relación del conocimiento; el realismo permite que ambos coexistan; el
monismo intenta reunirlos en la unidad última. El sujeto y el objeto, el pensamiento y el ser, la
conciencia y las cosas, sólo en la apariencia son una dualidad, pues en la realidad constituyen
una unidad. Son dos aspectos de la realidad única. Lo que se presenta ante la experiencia como
una dualidad, para la metafísica, única ciencia que profundiza en la esencia, es una unidad.
Se tiene una concepción dualista y teísta del universo, cuando se admite la existencia de un
dualismo empírico de sujeto y objeto que se fundamente en un dualismo metafísico. En esta
concepción de universo, se sostiene la diferencia metafísica esencial entre el objeto y el sujeto,
entre la conciencia y la realidad. Sin embargo, esta dualidad, en su opinión, no es definitiva. El
sujeto y el objeto, el pensamiento y el ser, finalmente deben ser reducidos a un último principio
común. Este principio se identifica con la Divinidad, causa común de la idealidad y de la realidad,
del pensamiento y del ser. Siendo la causa eficiente del mundo, Dios ha ordenado el reino ideal
y el reino real de tal manera, que ambos concuerdan para que exista una armonía total entre el
pensamiento y el ser.