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LA FAMILIA, UNA ESPERANZA QUE ABRAZA EL DOLOR

En este artículo se hará mención de la problemática que viven a diario las familias, cuando son
perturbadas y lastimadas por la sombra y el flagelo de las drogas que, sin escrúpulos ni condiciones
de cultura, estratos oh nivel académico, cobran un alto precio a la juventud, la familia, la sociedad
y a nuestro país.

En primer lugar, cuando tenemos la oportunidad de salir del país, vamos con tantos sueños de
conocer otras culturas, otras tierras y de comprobar por nuestros propios medios lo maravilloso y
encantador que es nuestra tierra y las grandes maravillas que hay en ella. Pero el sueño se derrumba
cuando nos toca pasar por emigración de un nuevo aeropuerto y nos preguntan ¿de dónde
venimos? Y con orgullo decimos de Colombia, y con una palabra en seco nos mandan hacer una fila
especial hasta que nos comprueban que no llevamos nada que se llame droga. Ese día entendemos
que las películas que nos brindan a diario en las series de nuestros canales comerciales y regionales
son la imagen de lo que el mundo cree que vivimos cotidianamente (drogas, prostitución,
narcotráfico, secuestro, guerra y pobreza). Es precisamente esa imagen que vamos a cambiar
cuando presentemos verdaderos proyectos de vida para nuestra nueva humanidad. Es importante
tomar consciencia de que el ser humano necesita de una formación ética, cristiana y humana para
adquirir una verdad valor de dignidad ante la vida. Como máximo regalo de Dios.

Una mirada a la realidad. “A partir del 2010 se da una mayor visibilidad y disponibilidad de sustancias
ilegalizadas para su uso en distintos sectores sociales. Los perfiles de consumidores (y las sustancias
que utilizan) tienden a ser crecientemente heterogéneos, lo produce una segmentación de
mercados de drogas y rompe con un imaginario que asociaba su consumo exclusivamente a varones
jóvenes pobres. Por otro lado, en los barrios marginalizados se profundiza un proceso de
descomposición social de los entramados vinculares y comunitarios como resultado de la creciente
presencia del tráfico de drogas y una escalada de violencia con intervención policial.” (Camarotti,
Jones, & Di leo, 2017 pag. 12)

En segundo lugar, debemos saber que las sustancias que producen la drogodependencia que puede
ser tanto de uso ilegal (cocaína, marihuana, crack, éxtasis, pasta base) como legal (alcohol, tabaco,
psicofármacos con prescripción médica). Dichas sustancias cuando llegan por diferentes medios a
los hogares y son consumidas por alguien de la familia, generan en el hogar depresión, peleas,
separaciones, desintegración familiar, pues es ahí donde debemos ir a la vanguardia y ofrecer a las
diferentes comunidades unas herramientas que produzcan realmente cambios y decisiones en las
personas para evitar caer en el flagelo y destrucción de la persona.

Uno de los deseos que tengo de este estudio en la especialización es ver como desde un enfoque
religioso, espiritual y psicológico se pueden brindar, ofrecer herramientas para acompañar los
diferentes procesos que constantemente se presentan en nuestras comunidades, con los niños, los
jóvenes y los adultos que están pasando por el consumo de sustancias psicoactivas.

Muchas personas después de pasar por la tormenta de las drogas y ser abordado por una
experiencia religiosa suele mencionar “gracias a Dios mi vida es otra, mi vida cambió, Dios me sanó,
Dios me tocó” indiferentemente que religión, que grupo o movimiento de fe profese. Muchas
personas pasan de una indiferencia total del campo religioso a una constante proclamación de dicha
experiencia sanadora oh libradora y en algunos casos hasta se ve cierto fanatismo. Y nos
preguntamos ¿qué sucedió en esta persona? para que cambiara su vida, para que dejara las calles,
para que dejara su pasado, para mirar su historia con otro cristal. Y mediante un proceso continuo
de encuentros en grupo, talleres, retiros, alabanzas, conciertos, y experiencias significativas, su vida
tuviese un cambio radical y significativo. Contando también que muchas veces se convierten en
testimonios para otras personas y con gran entusiasmo, gallardía y gozo dan a conocer cómo
pasaron de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad.

En los diferentes encuentros que tengo cotidianamente como sacerdote de una de las parroquias
que se me encomendó acompañar en la ciudad de Manizales, suelen presentarse cotidianamente
padres de familia con diferentes problemáticas sobre el uso de las drogas en sus hijos. Y es allí donde
me pregunto cómo desde una experiencia de fe, de encuentro, de sanación, de retiro, de taller de
perdón podemos acompañar la persona.

Y una de las situaciones que entramos a manejar desde la persona son las emociones, y dice Verena
Kast, hablar de las emociones es hablar de sí mismo: “Al experimentar nuestra emoción siempre se
trata de nuestra identidad, se trata invariablemente de nosotros como personas. Si nosotros no
quisiéramos admitir más ninguna emoción, si tratáramos de eliminarlas, entonces seriamos
personas que no se dejan afectar. No dejarse afectar quiere decir no sentir más, pero también no
asumir ninguna responsabilidad y no actuar más” (kast, Alegría 10). Dejarse afectar emocionalmente
es un resorte importante para nuestro actuar. Pero también las emociones en sí mismo son valiosas.
Sentir la emoción de la alegría, de la esperanza, de la confianza y de la satisfacción, es en sí ya algo
bueno. En la emoción tenemos la experiencia de nosotros mismos. Nosotros nos sentimos y esto
nos hace bien. “la emoción es ante todo una forma de experimentarse a sí mismo” (kast 10) (Grún,
2017).

Finalmente, cuando llegamos a acompañar a una persona en el proceso de sanación y liberación de


una adicción, nos encontramos con una historia cargada de experiencias, sensaciones, emociones,
dolores, tristezas, abandonos, maltratos, humillaciones, violaciones, desengaños y que sólo se han
refugiado en el consumo de las drogas y sustancias psicoactivas; generando más frustración y
tristezas en el ser humano. No es tan sencillo curar a una persona de su fijación del objeto de la
droga. Es necesario un tratamiento donde interactúen varias disciplinas sobre qué es curar a una
persona de su adicción de las drogas. Es una tarea sin un fin.

Referencias

Camarotti, A. C., Jones, D., & Di leo, P. F. (2017). Entre dos mundos. Buenos Aires, Argentina:
teseo.

Grún, A. (2017). La pequeña Escuela de las Emociones. bogotá: san pablo.

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