1. INTRODUCCIÓN
Los problemas infantiles para los que padres y maestros más solicitan tratamiento
psicológico son en primer lugar los trastornos del aprendizaje y la problemática relacionada
con el fracaso escolar, después los trastornos exteriorizados como el negativismo desafiante y
en último lugar los trastornos interiorizados como las fobias específicas.
Las respuestas englobadas en los conceptos de ansiedad, miedo y fobia son similares:
Las fobias específicas presentan dos características que las diferencian de los miedos y
justifican la aplicación de tratamiento psicológico:
1. La respuesta es desproporcionada en relación al estímulo
El estímulo fóbico es inofensivo y no constituye una amenaza objetiva pero el niño
reacciona como ante una situación de peligro.
2. La respuesta es desadaptada
La alta intensidad de la respuesta produce malestar, preocupación, alteraciones
psicofisiológicas y conductas perturbadoras que interfieren el estilo de vida del niño y
repercuten negativamente en su desarrollo.
Las fobias específicas se definen como un patrón complejo de respuestas emocionales
negativas de los sistemas psicofisiológico, motor y cognitivo, que resultan desproporcionadas
y desadaptadas, provocadas por la presencia o anticipación de estímulos concretos (perros,
arañas, alturas, sangre, túneles….)
Un criterio exigido para su diagnóstico es la estabilidad temporal del temor, innecesario en la
clínica donde el tratamiento psicológico debe proporcionarse siempre que la respuesta
emocional negativa sea desproporcionada y desadaptada.
2.2 Clasificación
2.3 Epidemiología
Los miedos infantiles son muy comunes (entre el 30% y el 50% de la población infantil
presenta uno o más miedos intensos). Los estudios realizados en nuestro país confirman
la elevada frecuencia de los miedos infantiles.
Los niños presentan más miedos que los adolescentes. La pauta evolutiva de los miedos
infantiles es el debilitamiento de los miedos físicos y el acrecentamiento de los miedos
sociales con la edad.
En los primeros años de vida: los miedos se relacionan con estimulación y
novedosa (ruidos, personas desconocidas).
En la etapa de educación infantil: miedos a animales, oscuridad, heridas,
separación de los padres, personas disfrazadas, terremotos.
En los primeros años de enseñanza primaria: miedos a seres fantásticos, brujas,
ogros, tormentas, soledad.
En la preadolescencia: los miedos infantiles alcanzan su cenit iniciando su
disminución a partir de la pubertad (en este periodo destaca el miedo a
enfermedades, accidentes, ridículo, desavenencias de los padres….
Adolescentes: Cambios en la apariencia física, relaciones interpersonales, pérdida
de autoestima,…
El miedo a la muerte se mantiene hasta la edad adulta.
El trastorno de ansiedad más común en la infancia es la fobia específica, sobre todo la
fobia animal. Los datos de prevalencia son dispares. King, Hamilton y Ollendick en
una investigación con tres mil niños y adolescentes, de 7 a 17 años, realizada en
nuestro país la prevalencia de fobia específica se estima en el 3%, sobresaliendo la
fobia animal con el 6%.
La mayoría de las fobias específicas se inicia en la infancia (excepto las situacionales
y a las alturas).
Un hallazgo consistente de la investigación sobre miedos y fobias específicas es su
mayor frecuencia el el género femenino.
3. MODELO INTEGRADO DE LAS FOBIAS ESPECÍFICAS EN LA INFANCIA
Los objetivos principales de la entrevista con el niño son recoger información sobre la fobia
específica y establecer una relación terapeuta-niño reforzante. Áreas y preguntas relevantes:
Respuesta fóbica: ¿qué hace?, qué dice, que siente, qué piensa en la situación temida.
Intensidad, frecuencia y duración de las reacciones.
Estímulo fóbico: objetos, animales, situaciones que causan miedo al niño. Cuando,
dónde se presenta la respuesta fóbica, qué señales de seguridad la amortiguan.
Reacción de los padres y de otras personas.
Repertorios conductuales del niño: Como afronta, sabe relajarse, se mentaliza.
Historial fóbico: Cuándo apareció, evolución, existencia de tratamiento.
Repercusiones negativas de la fobia.
4.2. Observación de la conducta fóbica
La observación natural resulta costosa por la presentación imprevisible del estímulo y por
la evitación fóbica del niño. Una alternativa es la observación artificial (el evaluador
manipula el estímulo fóbico y observa la conducta del niño).
La modalidad de observación más extendida son las pruebas de evaluación conductual
donde los estímulos fóbicos se presentan de menos a más intensidad. También es común
preguntarle al niño cuánto miedo experimenta y solicitarle que valore la intensidad con
algún termómetro de miedo o escala de estimación.
Las pruebas de tolerancia presentan el estímulo fóbico sin gradación, es decir, con
elevada intensidad desde el principio.
Son pruebas de papel y lápiz consistentes en un extenso listado de los estímulos fóbicos
(rango 50-100) para evaluar el grado de miedo mediante una escala tipo Likert, de tres a
cinco puntos, de “nada” a “mucho” miedo. Se obtienen tres puntuaciones directas:
1. Puntuación en el test: mayor puntuación más miedo del niño.
2. Puntuación en las escalas: diferentes tipos de fobias específicas.
3. Puntuación en los elementos: cada uno por separado.
Existen varios inventarios de miedos publicados en castellano
- Inventario de Miedos de Pelechano: 100 elementos. Y siete escalas. Para padres
de niños de 4 a 9 años.
- Inventario de Miedos de Sosa, Capafons, Conesa-Peraleja, Martorell, Silva y
Navarro: 74 elementos y diez escalas. Niños y adolescentes de 9 a 15 años.
- Inventario de Miedos para Niños Revisado (Sandín 1997): 80 elementos y cinco
escalas. Niños y adolescentes de 7 a 17 años.
También se dispone de inventarios de miedos escolares y médicos (Méndez 2005).
Los estímulos fóbicos no se imaginan, sino que se presentan en su realidad física. Se sitúa al
niño frente al estímulo (conforme al primer ítem de la jerarquía que se está aplicando) y
permanece relajado hasta que informa que ya no siente temor. Se repite el proceso hasta
completar la jerarquía. El tratamiento de algunas fobias requiere que el niño se mueva, no
pudiendo aplicar la relajación, sustituyendo esta por un contexto de seguridad o por
emociones positivas inducidas.
Muris, Merckelbach, Holdrinet y Sijsenaar (1998) constatan que la DS en vivo es más eficaz
que la DS mediante movimientos oculares y que la DS asistida por ordenador.
Procedimiento: Ensayo clínico controlado con 26 niños y adolescentes de 8 a 17 años con
fobia a las arañas. Recibieron cuatro horas de exposición individual en vivo, utilizando una
jerarquía que va desde mirar una araña de lejos a dejar que se pasee por el brazo. La mejoría
lograda con la DS en vivo fue de gran magnitud (d+ = 1,69).
El denominador común de los tratamientos psicológicos bien establecidos para las fobias
infantiles es la relación gradual en vivo con el estímulo fóbico.
Fue creada por Méndez (1986) y consiste en la relación gradual en vivo con el estímulo
fóbico en el transcurso de un juego de rol o representación de papeles. La relación con el
estímulo fóbico se facilita mediante instrucciones, guía física, modelado y Autoinstrucciones,
y se consolida mediante reforzamiento social y material suministrado en el marco de un
sistema de economía de fichas.
Las imágenes emotivas, creadas por Lazarus y Abramovitz (en vez de utilizar la relajación
para inhibir la ansiedad, emplea respuestas emocionales positivas de autoafirmación, orgullo,
amor o alegría, inducidas por un relato protagonizado por héroes infantiles elegidos por el
niño).
Cornwall, Spence y Schotte (1996) es el único ensayo controlado.(procedimiento pag. 125-
126).