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SCHORSKE. “LA IDEA DE LA CIUDAD EN EL PENSAMIENTO EUROPEO, DE VOLTAIRE A SPENGLER”.

Problema de la ciudad – distintas respuestas.

Nadie la piensa a la ciudad en un aislamiento hermético.

Ciudad – 3 calificaciones amplias en los últimos 200 años:

- Como virtud
- Como vicio
- Más allá del bien y del mal

Siglo XVIII: se creó la idea de ciudad como virtud a partir de la propia filosofía de la Ilustración.

Principios siglo XIX: Industrialismo trajo la supremacía de una concepción antitética, la ciudad
como vicio.

Mediados siglo XIX: nueva cultura subjetivista, aparece una actitud intelectual que situó a la
ciudad más allá del bien y del mal.

Ninguna etapa destruyó a su predecesora. En la historia de la idea de ciudad, es más frecuente


que lo nuevo haga que lo antiguo fructifique, a que lo destruya.

Siglo XIX, para la clase media la ciudad constituía el centro productivo de las actividades que
más valoraba el hombre: la industria y la cultura más erudita.

Ciudad como virtud

Influyentes hijos de la Ilustración: Voltaire, Adam Smith y Fichte: ciudad como virtud civilizada.

Para Smith y para Voltaire la dinámica de la civilización residía en la ciudad, aunque Smith se
comprometió menos con lo urbano que Voltaire. Defendía a la ciudad solamente en lo que
respecta a su relación con en campo. La columna vertebral de la prosperidad se constituía en
el intercambio de materias primas y fabricación (campo y ciudad).

Ciudad como vicio

Simultánea a la idea de ciudad como virtud, se formaba en el siglo XVIII la idea de ciudad como
vicio.

Goldsmith: A diferencia de Adam Smith, consideraba que la acumulación de riquezas


corrompía al hombre.

A fines del siglo XVIII el rico pródigo y el artesano industrioso de Voltaire y Smith se
transformaron en los adquirentes y gastadores de Wordsworth, quienes no solamente
desperdiciaban su poder sino que además estaban separados de la naturaleza. La racionalidad
de la ciudad planificada, tan apreciada por Voltaire, le parecía a William Blake algo que
imponía “esposas mentales” tanto a la naturaleza como al hombre.

Esta perspectiva de la ciudad como vicio recibió un fuerte impulso nuevo con la expansión del
industrialismo a principios del siglo XIX. La ciudad simbolizaba en el ladrillo, la suciedad, la
miseria y el delito social de la época, un delito que más que ningún otro preocupaba a la
intelectualidad europea.

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