Los picarones son un dulce en forma de anillos hecho con masa de harina de trigo mezclada con
zapallo, y en ocasiones camote, bañados en miel de chancaca aromatizada. Es un plato tradicional
de la gastronomía peruana.
Este plato tiene sus orígenes en los tiempos del Virreinato del Perú. Es probablemente una
adaptación de los buñuelos españoles que consumían los conquistadores y que tenían influencia
morisca.
La receta fue pasando con el tiempo a las cocineras negras y mulatas, que lo expandieron no sólo
como alimento popular y objeto de mercancía (a través de la figura del pregón), sino como dulce
preferido de las casas señoriales. El aporte indígena está en el uso del camote y el zapallo, que se
fueron combinando con los ingredientes introducidos por los españoles, como la harina de trigo y
el azúcar en forma de panes de chancaca (conocida como "panela" en otros países
hispanoamericanos). Los picarones eran ofrecidos durante las procesiones religiosas,
principalmente la del Señor de los Milagros en Lima.1 Desde el siglo XVIII las y los pregoneros
mestizos, mulatos y negros los han preparado y ofrecido junto a otros manjares, como las
mazamorras (morada, "de cochino"), los turrones, el champús, la revolución caliente, o los
anticuchos y los choncholíes.
El escritor y poeta español Esteban Terralla y Landa se estableció en Lima en 1787, posteriormente
escribió las razones por la cual dejaría de vivir en México en su obra: "Lima por dentro y fuera en
consejos económicos, saludables, políticos y morales que dá un amigo á otro con motivo de querer
dejar la ciudad de México por pasar á la de Lima..." (1797) donde en su Descanso Decimoquinto,
Romance XVI describió que los buñuelos preparados en Lima se llaman picarones.
A las dos de la tarde, [salían a vender] la picaronera, el humitero, y el de la rica causa de Trujillo.3
Durante los primeros años de la República del Perú, el consumo del postre fue masivo en la ciudad
capital, tanto durante las fiestas como los días regulares. Ya desde aquellos tiempos, los picarones
se despachaban en puestos ambulantes y callejeros, costumbre que ha llegado al día de hoy.1
Actualmente es uno de los postres más populares del país andino, celebrándose festivales y
concursos cuya temática gira en torno a este buñuelo