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14 ESCRITOS POLÍTICO ECONÓMICOS
II
A. Clement"
í?, III
IV
gar que entre los que toman las armas hay nobles ca-
racteres y corazones que hacen latir él patriotismo y
e\ sincero amor al orden y a la libertad. Nuestra la-
bor habría sido interminable si oo nos hubiésemos
concretado a los hechos que dan realce a la fisonomía
y que son comunes a todos los partidos, dejando a um
lado las excepciones honrosas. Las doctrinas que los
han caracterizado, sus tendencias y las huellas más
duraderas que ha ido dejando su paso por el poder,
serán materia de otfo estudio.
Ahora nos falta hacer resaltar en pocos rasgos los
efectos de la inseguridad respecto de la riqueza en ge-
neral, y los de la última guerra respecto de Bogotá en
particular. Ante todo, hay un hecho importantísimo
que apenas empieza a manifestarse, pero que amenaza
tomar proporciones pavorosas. Me refiero a la sobe-
ranía que la forma federal ha tra^adado a los Esta-
dos.
La Constitución de 1863, que es a los ojos de mu-
chos un verdadero logogrifo, organiza la anarquía.
Los Estados están sometidos, para su vida propia, a
las mismas influencias que la nación; y si el nivel
moral de las clases influyentes en la política nacional
ha descendido visiblemente en los últimos años, en el
gobierno de los Estados empieza a llegar a cero. En
cada uno de ellos, caudillos infatuados o corrompidos
se disputan el poder y mantienen la sociedad en per-
petua lucha, entregada al más desenfrenado vandala-
je. Todo lo que hemos descrito tiene lugar hoy per-
manentemente en ciertos territorios con un aumento
creciente de inmoralidad, porque se empiezan a explo-
tar los odios de raza, los celos de localidad y la envi-
dia, que se procura sembrar entre las clases pobres.
Los Estados hacen también por su cuenta Jos re-
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El contrario proceder, es decir, la resistencia te-
az a las reformas, fundada en un respeto exagerado
las creencias, hábitos e instituciones de la Colonia,
(1) Hé aquí dos predicciones que aún no se han cumpli-
do, pero tenemos fe en que se cumplirán.
Cuan distintas habrían sido la suerte de los vencidos de
hoy y los alcances de la reacción de 1886, si a todas las ad-
ministraciones liberales pudieran aplicarse las siguientes pa-
labras que el venerable señor Arbelaez, de imperecedera
memoria, dirigió al señor Murillo, al inaugurarse sn segun-
da administración, el 1' de abril de 1872:
"EJl clero recuerda con placer el período de vuestra pa-
sada administración, porque fue en él cuando cesó esa per-
secución cruel y tenaz que tantos días de dolor causó a la
Iglesia."
En cuanto a los monopolios, baste recordar que no sólo
encallaron los esfuerzos que, como Secretario de Hacienda,
hizo el autor para abolir el de la sal, en 1869, sino que ha
habido una deplorable reacción contra la libertad de indus-
tria y de comercio. Volvió el monopolio de aguardientes en
algunos Estados durante la dominación liberal, y con la
reacción de 1886, no sólo se ha afirmado y extendido éste,
sino que se intentó restablecer el del tabaco; que aun el cré-
dito quiso monopolizarse; que hemos sufrido el de otros ra-
mos, antes libres, y que hasta el hielo ha sido materia de
imjpuesto y de monopolio, para medir ila importancia de la
reacción hacia la Colonia. (N. del A. en 1888).
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OONOLUSION
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