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CONSTRUCCIÓN DE PAZ NACIONAL

Congreso de la Unión, CDMX., 23-Abril-2019

SEÑOR PRESIDENTE,
SEÑORAS Y SEÑORES DIPUTADOS,
QUERIDOS AMIGOS:

Les agradezco que me hayan invitado a tomar la palabra ante esta


institución fundamental de la vida de nuestro País y por la
oportunidad que me ofrecen de dirigirme, a través de ustedes, a
nuestro pueblo de México en un intercambio no solo de opiniones
sino además en la búsqueda común de soluciones.
Jesús, al enviar a sus discípulos en misión, les dijo: «Cuando
entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay
gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a
vosotros» (Lc10,5-6).
Dar la paz está en el centro de la misión de los discípulos de Cristo.
Y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres
que esperan la paz en medio de las tragedias y la violencia de la
historia humana, por tanto, este es también mi deseo al comienzo:
“Paz a esta casa”.
Vivimos en un mundo más complejo y en rápido movimiento. Un
País cada vez mas interconectado en todos los acontecimientos
del ámbito social y contradictoriamente también vivimos a menudo
con distancia, desconfianza y, tal vez, con sospecha.
La búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la
injusticia. La política es un vehículo fundamental para edificar la
ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se
dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad
humana, puede convertirse en un instrumento de opresión,
marginación e incluso de destrucción.
Tendríamos que evitar a toda costa bloques contrapuestos que
dividan, o segmenten, es fundamental tener instituciones libres
que permitan ampliar las dimensiones que le han dado la geografía
y aún más la historia a nuestro País. No son aceptables los
discursos políticos que tienden a culpabilizar a los contrarios de
todos los males y a privar a los pobres de la esperanza.
Dice Jesús: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de
todos y el servidor de todos»
En efecto, la función y la responsabilidad política constituyen un
desafío permanente para todos los que reciben el mandato de
servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a
fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo. La
política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la
libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse
verdaderamente en una forma eminente de la caridad.
A este respecto, merece la pena recordar las “bienaventuranzas del
político”, propuestas por el cardenal vietnamita François-Xavier
Nguyễn Vãn Thuận, fallecido en el año 2002, y que fue un fiel
testigo del Evangelio:

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Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una
profunda conciencia de su papel.
Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.
Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por
su propio interés.
Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.
Bienaventurado el político que realiza la unidad.
Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo
un cambio radical.
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
Bienaventurado el político que no tiene miedo
La buena política está al servicio de la paz; respeta y promueve los
derechos humanos fundamentales.
Cuando el ejercicio del poder político apunta únicamente a
proteger los intereses de ciertos individuos privilegiados, el futuro
está en peligro y deja de ser política.
La política favorece, protege y promueve la paz.
Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de
la casa común. La auténtica vida política, fundada en el derecho y
en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la
convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación
encierran en sí mismos una promesa que puede liberar aun ante lo
complejo, nuevas energías relacionares, intelectuales, culturales y
espirituales.
Hoy más que nunca, nuestras sociedades necesitan “artesanos de
la paz” que puedan ser auténticos mensajeros y testigos del bien
ser, bien dar y bien estar y con ello complementar la felicidad de la
familia humana.
La paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el
miedo. Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado
de objeto y negarle la dignidad. Es la razón por la que reafirmamos

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que el incremento de la intimidación, así como la proliferación
incontrolada de las armas son contrarios a la moral y a la búsqueda
de una verdadera concordia. El terror ejercido sobre las personas
más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en
busca de una tierra de paz.
Hoy nuestro pensamiento se dirige de modo particular a los niños,
a las familias que viven en zonas de inseguridad o que han sido
dañados por la violencia, y a todos los que se esfuerzan para que
sus vidas y sus derechos sean protegidos
Al dirigirme a ustedes desde mi vocación y responsabilidad de
Pastor, siempre mi deseo es enviar un mensaje de esperanza y de
aliento, un mensaje en el cual sin importar el papel, grupo o
creencia que desempeñemos en la sociedad seamos capaces de
construir una sociedad mas vigorosa y un País mas fuerte, es
Esperanza en el Señor, que transforma el mal en bien y la muerte
en vida.
“La Iglesia cumple su misión siguiendo los pasos de Jesús y
haciendo suyas sus actitudes (Cf. Mt 9,35-36); de Él aprendemos la
sublime lección de anunciar el Evangelio de la Paz con la confianza
puesta en la fuerza transformadora del Amor”.
Es sin duda un ambicioso proyecto político que como ha dicho El
Santo Padre Francisco, “se enraíza en la confianza en el hombre,
no tanto como ciudadano o sujeto económico, sino en el hombre
como persona dotada de una dignidad trascendente.”
La «dignidad» es una palabra clave, es la dignidad humana la que
nos permite ser fuertes contra las múltiples violencias y
discriminaciones a que nos enfrentamos hoy en día
¿Qué dignidad existe cuando falta la posibilidad de expresar
libremente el propio pensamiento o de profesar sin constricción la
propia fe religiosa?
¿Qué dignidad es posible sin un marco jurídico claro, que limite el
dominio de la fuerza y haga prevalecer la ley sobre la tiranía del
poder?

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¿Qué dignidad puede tener un hombre o una mujer cuando es
objeto de todo tipo de violencia o discriminación sin una autoridad
o institución que le de el acompañamiento y apoyo necesario?
¿Qué dignidad podrá encontrar una persona que no tiene qué
comer o el mínimo necesario para vivir o, todavía peor, que no tiene
el trabajo que le otorga dignidad?
Promover la dignidad de la persona significa reconocer que posee
derechos inalienables, de los cuales no puede ser privada
arbitrariamente por nadie y, menos aún, en beneficio de intereses
políticos o económicos.
Si el derecho de cada uno no está armónicamente ordenado al bien
más grande, termina por concebirse sin limitaciones y,
consecuentemente, se transforma en fuente de conflictos y de
violencias.
Por ello, estamos hoy presentes con la intención e intensidad de
renovar y mantener un diálogo provechoso, abierto y trasparente
con las instituciones, estando igualmente convencido de que un
Estado capaz de apreciar las propias raíces religiosas, sabiendo
aprovechar su riqueza y potencialidad, puede ser también más
fácilmente inmune a tanta violencia, causada también por el gran
vacío en el ámbito de los ideales, porque «es precisamente este
olvido de Dios, en lugar de su glorificación, lo que engendra la
violencia.
Propongo construir sobre los principios de solidaridad y
subsidiaridad, haciendo que prevalezca la ayuda mutua y caminar,
animados por la confianza recíproca.
Este es un reto que hoy la historia nos ofrece.
En este sentido, y debido a que nuestro amado país no puede
esperar más; me presento ante ustedes para compartir el proyecto
de “PREVENCION Y ATENCION DE PERSONAS VICTIMAS DE LA
VIOLENCIA”.
Estamos en una situación sin precedentes, y mirar hacia otro lado
no hará que la problemática disminuya, y mucho menos que

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desaparezca. Tan solo el año 2017 ha sido considerado como el
más violento en la historia reciente de nuestro país; con 2,156
homicidios dolosos registrados en el mes de enero, cerrando con
un incremento a 2,575 en el mes de diciembre; datos de la
Secretaria de Seguridad Publica en enero de 2018. Siendo Colima,
Guerrero, Guanajuato y Michoacán algunos de los estados más
violentos, y, por si fuera poco; no se cuentan con importantes
cifras negras, ya que muchos delitos no se denuncian;
considerándose como razón principal; la pérdida de tiempo, la
desconfianza y la corrupción.
Ver la violencia como un problema de Salud Pública implica
reconocer que, el esfuerzo por erradicarla debe ser
multidimensional; que para identificar los principales factores de
riesgo se requiere la cooperación de todos los sectores públicos y
privados, no hay atajo; es a través del diseño de estrategias
diversas que sean implementadas por cada parte involucrada,
Implementar el Proyecto Integral para la Construcción de Paz es
sumarse a los esfuerzos del Plan Nacional de construcción de
Paz presentado por el Presidente Andrés Manuel López
Obrador, y la Dimensión de Paz, Justicia, Reconciliación, Fe y
Política de la Conferencia Episcopal Mexicano, mediante
estrategias de prevención, intervención y proyección social para
dar respuesta y acompañamiento a la situación de violencia que
se vive en el territorio nacional mexicano; y así, intervenir en la
reconstrucción del tejido social y la convivencia pacífica,
comenzando una primera etapa con 19 estados y 5 municipios.
La realización de este gran proyecto se lleva a cabo a partir de tres
líneas de acción:

1ra. ATENCIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO A VÍCTIMAS DE LA


VIOLENCIA.
El acompañamiento que propone la Iglesia es un acompañamiento
integral, que contempla las diferentes dimensiones y esferas de la
persona. Esto se logrará a partir de:

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Formación de equipos “levadura” que darán el acompañamiento
directo a las víctimas de la violencia, y fortalecerán el área
psicosocial, jurídica y espiritual.
Interviniendo a través de un protocolo de primeros auxilios
psicológicos.
Centros de escucha: espacios seguros donde las víctimas pueden
ser asesoradas, consoladas y acompañadas, y…
Fortaleciendo la prevención en el tema de violencia sobre la mujer.

2da. CAPACITACIÓN, PREVENCIÓN Y DIGNIFICACION DE LA


PERSONA
Donde se busca brindar capacitaciones de formación en temas de:
Sanación: Apoyando a las personas a reconocer su nueva vida a
partir del momento presente; ayudándolas a reconocer las
fortalezas con las que cuentan para sobreponerse a la adversidad.
El manejo adecuado de las emociones, pues así es como hemos
construido la civilización.
El acompañamiento espiritual: facilitando la conexión y creación
de un espíritu nuevo con el que se puede construir la paz;
consolando y consolidando la esperanza.
Fortalecimiento paulatino del carácter en niños y jóvenes para
lograr una mayor resiliencia y disminuir así, el impacto del abuso
y la violencia.
Comunidades sembradoras de paz; niñez y juventud colaborando,
no solo en actos aislados, sino en la creación de una cultura de
paz; que sea incluyente y que fortalezca el núcleo de la sociedad:
¡La Familia! ¡Necesitamos familias unidas y más fuertes que nunca!

3ra. VINCULACIÓN E IMPACTO SOCIAL


A través de la vinculación con diferentes sectores como el
educativo, y a través de una participación en foros; esto con el

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objetivo de promover la sensibilidad y la responsabilidad; porque
necesitamos comprender que debemos convivir en armonía,
impulsando acciones que sean favorables para cuidarnos, cuidar
a los demás, y cuidar nuestra casa, en la que todos vivimos.
Comprometernos para ser constructores de paz y para que esto
sea posible, no será únicamente por decretos gubernamentales, es
fundamental comenzar por nosotros mismos: Ser humildes,
trabajar en equipo, defender los valores… La paz interior se
encuentra en el perdón.
Es momento de preguntarnos:
¿Cómo ayudo en lo personal en a la promoción de la paz en mi
País?
¿Cómo puedo ser una persona promotora de la paz?
¿Cómo hacer para que mi familia, mis amigos, mis compañeros se
involucren en el tema de paz?
¿En qué puedo participar para disminuir la violencia y aumentar la
paz a nivel personal?
Ante estas preguntas, hay muchas respuestas:
Cada quien es promotor de paz, mientras no genere violencia.
Dialoguemos, compartamos lo aprendido.
Seamos respetuosos y comprensivos.
Si creemos en Dios, entonces oremos y seamos mas agradecidos
y caritativos
Cambiemos toda actitud que sea perjudicial;
Realicemos una introspección y trabajemos en nuestros propios
errores.
Seamos ejemplo de paz, armonía y amor en donde quiera que nos
encontremos
Seamos pacientes,
Fomentemos la sana convivencia;

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Estemos dispuestos a ser serviciales, a ayudar al que lo necesita,
Procuremos en todo momento una comunicación asertiva… y,
todo esto, comencemos a aplicarlo, no nos esperemos, podemos
hacerlo hoy mismo y con ello contribuimos de manera
trascendental en la construcciónn de la Paz.
También, recordar siempre ser amables;
Saludemos a nuestro vecino, al portero, al policía, al que nos recibe
a la entrada del negocio, a la persona que nos atiende en una
ventanilla… incluso, al que no nos saluda, al que parece
indiferente, o al que no nos agrada… pues como decía Jesucristo,
si solo amamos a quienes nos aman, y si solo saludamos a
nuestros hermanos ¿qué estamos haciendo extraordinario?
Podemos y lograremos ser mejores de lo que hemos sido hasta
ahora.
No es una tarea fácil, al contrario, sé que el reto es monumental;
que lo que les estoy pidiendo es dedicación y sacrificio. Sin
embargo, con la participación de todos, confiamos que será
posible; ahora bien, ¿se pueden imaginar si nos unimos millones?
De la mano de nuestro Señor nada nos será imposible.
Construyamos un futuro basado en la capacidad de
comprometernos juntos para superar las divisiones, favoreciendo
la paz, la reconciliación frente a las injusticias y la comunión entre
todos nosotros.
A ustedes, legisladores, les corresponde la tarea de custodiar y
hacer crecer la identidad de nuestro país, de modo que los
ciudadanos encuentren de nuevo la confianza en las instituciones
y en el proyecto de paz y de amistad en el que se fundamentan.
Sabiendo que «cuanto más se acrecienta el poder del hombre, más
amplia es su responsabilidad individual y colectiva
Tenemos una historia en la que no nos han faltado conflictos y
errores, también pecados, pero siempre animada por el deseo de
construir para el bien. Lo vemos en la belleza de nuestras
ciudades, y más aún, en la de múltiples obras de caridad y de
edificación humana. Esta historia, en gran parte, debe ser todavía

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escrita. Es nuestro presente y también nuestro futuro. Es nuestra
identidad
Pongámonos a transformar a las personas y al pueblo para que
México redescubra su alma limpia y buena.
Gracias.
En Cristo nuestra Paz

+ Carlos Garfias Merlos


Arzobispo de Morelia
Vicepresidente de la CEM

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