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Por: Oscar Armando Rodríguez

COMENTARIO DE TEXTO:

EL DELITO DEL CUERPO. DE LA EVIDENCIA DEL CUERPO


AL CUERPO EN EVIDENCIA
Los siguientes son comentarios al ensayo titulado El delito del cuerpo: de la
evidencia del cuerpo al cuerpo de la evidencia, (Torras, 2007) publicado en la revista
Cuerpo e identidad I, Barcelona en el año 2007.

El ensayo se encuentra ordenado a manera de subtítulos, y se presenta el primero a


modo de interrogante ¿la evidencia del cuerpo? Sexo, género y cuerpo, y en el mismo se
presentan un conjunto de planteamientos en relación a la visión tradicional de entender el
rol del cuerpo en la literatura.

Son constantes las investigaciones y publicaciones que han tratado de profundizar


en la relación de los conceptos de género y sexo, no solamente en la actualidad sino también
desde el punto de vista histórico, sobre todo en los diversos mecanismos de construcción
de estos conceptos que son precisamente el resultado de una relación social.

Estas interpretaciones, algunas conservadoras o tradicionales colocan esta relación


a partir de una relación única y exclusivamente entre hombres y mujeres, estableciendo de
manera limitada que no puede existir otro tipo de relación que no sea entre este binomio.

Por otra parte, existen posiciones más avanzadas que están analizando de manera
permanente el tema a partir de enfoques feministas que buscan hacer una interpretación
mucho más amplia, a partir del hecho que en los últimos años las relaciones principalmente
sexuales no se limitan únicamente al binomio hombre/mujer.

Por supuesto que las interpretaciones conservadoras son el resultado de una visión
patriarcal de las relaciones humanas, que se atribuye el derecho de aprobar o rechazar
cualquier tipo de relación y las que no encajan en sus esquemas pues tienden a ser
prohibidas, perseguidas y castigadas.

Esto también se expresa en la literatura. Y como ya ha sido planteado en los


contextos sociales en los que predomina una visión patriarcal obviamente se estimulan las
apreciaciones que tratan de restar mérito y fuerza a la literatura escrita por mujeres.
En esta misma línea de pensamiento, también en la literatura se concretiza esa
batalla cuerpo a cuerpo entre el sexo y el género, esta relación entre ambos conceptos. Por
eso el discurso literario se origina precisamente desde el cuerpo individual del escritor; el
texto es el resultado de lo que el cuerpo ve, siente y proyecta. Es intima la relación entonces
entre literatura y cuerpo, pues si bien es cierto este se proyecta de manera individual hacia
lo social, en donde el cuerpo asume mediante el discurso literario una relación íntima y casi
erótica al revelar lo que siente, sufre y sus propios deseos y traumas que mantiene.

Dice Corrales Arias que los discursos con relación al cuerpo humano y a la literatura,
o al arte en general frente a la masculinidad y la femineidad, configuran y producen al mismo
cuerpo (masculino o femenino) y a la misma literatura, dotándolos de sentido y provocando
formas concretas de dialogar e interactuar con y frente a ellos.

Por esta razón los planteamientos sobre literatura y cuerpo o de cuerpo y literatura
van a configurar desde el punto de vista histórico, social y por supuesto cultural

Los discursos sobre el cuerpo y la literatura, y viceversa, van a moldear, histórica, social
y culturalmente, a esos objetos. Porque son constructos socioculturales, por lo tanto están
sujetos a variaciones. Esta premisa es trabajada por Judith Butler (Cuerpos que
importan. Sobre los límitesmateriales y discursivos del "sexo", Paidós, 2002) en
su teoría performativa del sexo y la sexualidad donde se describe lo que se conoce como Teoría
Queer, o de lo "raro". El constructivismo ya hablaba de la construcción del género, es decir,
que las categorías femenino y masculino, o lo que es lo mismo, los roles de género, son
constructos sociales y no roles naturales. Pero Butler sobrepasa el género y afirma que el sexo
y la sexualidad lejos de ser algo natural son, como el género, algo construido. Butler llega a esta
conclusión basándose en las teorías de Freud y sobre todo de Lacan. De este último parte al
hablarnos de lo "forcluido", es decir, de aquellas posiciones sexuales que suponen un trauma
el ocuparlas. Ante el miedo a ocupar alguna de estas, el individuo se posiciona en una
heterosexualidad falogocéntrica, es decir, una heterosexualidad regida por la normativa
del imperialismoheterosexual masculino en la que asumir la sexualidad hetero implica asumir
un sexo determinado.

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