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LA ESTRATEGIA MILITAR Y LE ESTRATEGIA EMPRESARIAL

En el estudio de la administración estratégica subyace una fuerte herencia


militar. Términos como objetivos, misión, fortalezas y debilidades se utilizaron
inicialmente para enfrentar problemas en el campo de batalla. Según el
Webster’s New World Dictionary, la estrategia es “la ciencia de planear y dirigir
operaciones militares a gran escala, de conducir a las tropas hacia la posición
más ventajosa antes del enfrentamiento real con el enemigo”. La palabra
estrategia proviene del griego strategos, en referencia a los generales militares,
y combina los términos stratos (el ejército) y ago (dirigir). La historia de la
planeación estratégica comenzó en el ejército. Un objetivo clave de la estrategia
tanto militar como empresarial es “ganar una ventaja competitiva”. En muchos
aspectos, la estrategia empresarial es parecida a la militar y, en el transcurso de
los siglos, los estrategas militares han aprendido muchas cosas que pueden
beneficiar a los estrategas de negocios en la actualidad.
Las organizaciones militares y empresariales intentan usar sus propias fortalezas
para explotar las debilidades de los competidores. Si la estrategia general de una
organización está equivocada (es decir, si es ineficaz), entonces toda la
eficiencia del mundo podría ser insuficiente para tener éxito. Generalmente el
éxito militar o empresarial no es el feliz resultado de estrategias fortuitas. El éxito
es en realidad el producto tanto de una atención continua para modificar las
condiciones externas e internas como de la formulación e implementación de
adaptaciones a tales condiciones con base en el conocimiento. El elemento
sorpresa ofrece grandes ventajas competitivas en ambos tipos de estrategia; los
sistemas de información capaces de revelar datos sobre las estrategias y los
recursos de los adversarios o competidores también son sumamente
importantes.
Por supuesto, una diferencia fundamental entre la estrategia militar y la de
negocios es que esta última se formula, implementa y evalúa con un criterio de
competencia, mientras que la militar se basa en un criterio de conflicto. No
obstante, el conflicto militar y la competencia empresarial tienen tanto en común
que muchas técnicas de administración estratégica se aplican de igual manera
para ambos. Los estrategas empresariales tienen acceso a conocimientos
valiosos que los estrategas militares han mejorado con el tiempo. Una
formulación e implementación militar de excelencia ayudará a vencer a un
adversario que sea superior en número y recursos.
Tanto las organizaciones militares como las empresariales deben adaptarse al
cambio y mejorar constantemente para tener éxito. Con mucha frecuencia, las
empresas se niegan a modificar sus estrategias cuando las condiciones
competitivas y ambientales indican la necesidad de cambiar. Al respecto, Gluck
ofrece un clásico ejemplo tomado de la milicia: Cuando Napoleón ganaba era
porque sus adversarios lo enfrentaban usando las estrategias, tácticas y la
organización usadas en guerras anteriores. Cuando perdió (en contra de
Wellington, los rusos y los españoles) fue porque utilizó estrategias de probada
calidad en contra de enemigos que tenían pensamientos renovados y que
desarrollaban las estrategias no de guerras pasadas, sino de las futuras.
De los escritos de Sun Tzu es posible extraer semejanzas que podrían aplicarse
a la práctica de formular e implementar estrategias en los negocios en la
actualidad. El siguiente escrito presenta varios fragmentos de El arte de la
guerra. Conforme los vaya leyendo, considere cuál o cuáles de los principios de
la guerra se aplican a la estrategia empresarial de la actualidad, cuando las
empresas compiten intensamente por sobrevivir y crecer.
La guerra es un asunto de vital importancia para el Estado: un asunto de vida o
muerte, el camino a la supervivencia o a la ruina. De ahí la importancia de
estudiarla a profundidad. El arte de la guerra se basa en el engaño. Cuando se
está cerca del enemigo, hay que hacerle creer que se está lejos; cuando se está
lejos, hacerle creer que se está cerca. Hay que atraerlo con carnadas, para
atacarlo cuando menos se lo espere. Hay que evitar al enemigo cuando se
encuentre más fuerte. Si el oponente es de temperamento colérico, intente
irritarlo. Si es arrogante, alimente su ego. Si, después de reorganizarse, las
tropas enemigas se encuentran bien preparadas, trate de agotarlas. Si están
unidas, intente sembrar la discordia entre sus filas. Ataque al enemigo cuando
esté desprevenido y hágase presente donde menos se lo espere. Éstas son las
claves para la victoria de todo estratega. No es posible formularlas al detalle con
anticipación.
Conozca a su enemigo y conózcase usted mismo, y en 100 batallas jamás será
derrotado. Si no conoce al enemigo pero se conoce usted mismo, sus
posibilidades de ganar o de perder serán idénticas. Pero si no conoce al enemigo
ni a usted mismo, con toda seguridad será derrotado en cada batalla.
El que llega primero al campo de batalla espera descansado al enemigo; el que
llega después a la escena y se lanza a la batalla, lo hace agotado. Quienes son
diestros en la guerra atraen al enemigo al campo de batalla, no son llevados allí
por sus oponentes. Así que, cuando el enemigo esté descansado, tenga la
habilidad de agotarlo; cuando se encuentre bien alimentado, llévelo hasta la
inanición; cuando esté tranquilo, sea capaz de obligarlo a moverse.
Analice los planes del enemigo para conocer sus defectos tanto como sus puntos
fuertes. Inquiételo para averiguar el patrón de sus movimientos. Incítelo a
mostrarse para que revele sus alineaciones y para averiguar su posición. Lance
un ataque de prueba para saber en dónde es fuerte y en dónde es débil. Los
planes se disponen para la victoria según la situación, pero esto escapa a la
comprensión de la muchedumbre.
Si decide entrar en la batalla, jamás anuncie sus intenciones o planes. Actúe
como si nada ocurriera.
Los líderes poco hábiles resuelven sus conflictos en las cortes y en los campos
de batalla. Los estrategas brillantes rara vez entran en batalla o pisan las cortes;
por lo general, logran sus objetivos gracias a sus posiciones tácticas mucho
antes de que surja cualquier confrontación.
Cuando decida desafiar a otra compañía (o ejército), no olvide que el triunfo es
producto del cálculo, la estimación, el análisis y la posición. Un cálculo deficiente
sólo traerá consigo la derrota.
Los líderes hábiles no permiten que la estrategia inhiba un contraataque creativo,
ni que las órdenes dictadas por alguien que se encuentra muy lejos interfieran
con las maniobras que surgen de manera espontánea ante una situación
inmediata.
Cuando logran una ventaja decisiva sobre un rival, los líderes diestros dejan de
hostigarlo. Mantienen su posición y dan a sus rivales la oportunidad de rendirse,
o de unirse a ellos. Nunca permiten que sus fuerzas se vean mermadas por
alguien que no tiene nada que perder.
Los estrategas brillantes se abren camino asumiendo una apariencia engañosa
que oculte las áreas de mayor confrontación, para que los oponentes dividan sus
fuerzas en un intento por defender todos los frentes posibles. Crean la ilusión de
encontrarse confusos, temerosos o vulnerables para que el oponente se sienta
irremediablemente atraído por esta ventaja ilusoria.

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