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Infinitesimal / Mozart vs Daddy Yankee

Juan Cristóbal Pérez Paredes

En el capítulo final de una obra memorable, La inteligencia del arte, Thomas Crow
cita la siguente frase de Michael Baxandall: “...sólo las obra de arte muy buenas, creación
de hombres excepcionalmente organizados, son los suficientemente complejas y
coordinadas para registrar en sus formas los tipos de circunstancias culturales aquí
buscadas; el arte mediocre nos será de muy poca utilidad”.

Al margen del intrincado contexto en el que Baxandall escribió lo anterior (The


Limewood Sculptors of Renaissance Germany), nos interesa la última oración, de manera
especial las palabras “arte mediocre”. El origen de arte es ars, que encuentra eco remoto en
el griego techné. Ambos términos se oponen a scientia, que es el conocimiento puro, la mera
especulación, que no tiene aplicación práctica (praxis, en Aristóteles).

Entre los griegos, técnicos eran aquellos que usaban las manos para hacer algo, pero
no al modo del zapatero o el sastre (ambos ergástes, trabajador) sino del médico, el escultor,
el pintor: éstos prácticaban un saber (la medicina, la escultura, la pintura), en efecto, y no
sólo ejercían una rutina como aquéllos. El pintor, creaba y por tanto era poietaí
(productor), en este caso de imágenes. Entre un filósofo y un pintor se abría un abismo. El
primero gozaba de un estatus social que el segundo jamás podría alcanzar. Crear con las
manos era juzgado como una actividad de segundo orden.

Mediocre se explica por mediocris, medius (medio, central) y ocris (montaña), lo que en
conjunto designa lo que está a mitad de la montaña, o más ampliamente lo que se queda a
media altura, y por extensión aquello que tiene poco médito o no descolla.

Por lo anterior, arte mediocre, para Baxandall, será aquél que nunca es excepcional.
Entre los griegos, había artistas excepcionales, como el legendario Apeles, que gozó de
una estima elevada, a decir verdad, pero incomparable a la que tuvo el filósofo Teofrastro,
por ejemplo. En todo caso, Apeles fue un gran pintor.

Con el tiempo, el arte adquirió un significado más restrictivo: el conjunto de las


obras de arte, lo que, de inicio, suena a perogrullo. Poseer técnica es saber hacer y no sólo
saber. En ese sentido, pues, el ars complementa la scientia.

Especular, el mero acto de ver u observar para encontrar la explicación de lo


observado, coexiste con la capacidad de “hacer” teoría, voz que deriva de theóreo (examinar,
observar) y ésta a su vez de théa, es decir, visión. Por eso la teoría, en primera instancia, es
pura especulación, que se convierte en praxis si es puesta en movimiento a través de la
técnica. La teoría predice, las prácticas experimentales confirman.
Ahora, el dominio de una técnica puede ser lento y exigente. El dominio técnico que
solicita la producción de un jarrón varía mucho. Se sabe que en la antigua Grecia la
fabricación de vasijas alcanzó un refinamiento extremo, hasta el punto de que algunas de
ellas son consideradas auténticas obras de arte. Pero no todos los artesanos alcanzaban
semejante nivel de perfección.

La técnica puede ser mediocre, ya sea porque su dominio es insuficiente o porque el


objeto producido es, en sí mismo, de poco mérito. En la primera situación estamos ante
alguien que aún no llega a la cima de la montaña, por lo que el desempeño será regular; en
la segunda situación la técnica puede ser óptima, pero el objeto mismo no lo es.

Hay artistas que no dominan la técnica y hacen arte mediocre, y hay artesanos cuyos
objetos son tanto más apreciables cuanto más utiles resultan.

Existe un prurito que consiste en reservar la palabra “arte” para las obras de los
artistas. Como se ve, Baxandall deshace este prurito. ¿Cuál es la diferencia entre Mozart y
Daddy Yankee? Dejando de lado la cuestión de que son diferentes, ambos incursionaron
en el arte musical.

Desde la perspectica etimológica, los dos usan procedimientos técnicos (techné, ars):
el arte de Mozart y el arte de Daddy Yankee. ¿Cuál de ellos es más técnico? ¿Cuál está
cerca de la cima de la montaña y cuál a la mitad, o peor todavía, en las faldas, allí abajo?
¿Remontan la misma montaña?

El sentido restringido de ars introduce otras complicaciones. El arte comporta el


dominio de la técnica, según hemos visto, pero es muy factible que la pura técnica no
consiga la obra de arte misma. Sin embargo, ¿hay obra de arte excepcional sin dominio
absoluto de la técnica?

Para muchos expertos, Mozart es un técnico total (techné) y un artista (poietaí), esos
mismos que aseguran que Daddy Yankee es un técnico mediocre y nada más. Los expertos
no se cansarán de repetir que Alberto Durero es un pintor de un dominio técnico
magistral, y un artista sublime, mientras que los cuadros de Bob Ross son despreciables.

Entre la máxima técnica artística y la técnica mediocre a secas, encontramos la gran


técnica mediocre y el arte auténtico de técnica no excepcional.

Como ejemplo de lo primero han señalado al pintor Thomas Kinkade, al que los
críticos del Washington Post asignaron el nada halagueño título de “epítome de la
mediocridad del arte”, y como ejemplo de lo segundo figura Vincent van Gogh, genio de la
pintura que jamás triunfó en el dominio de la forma humana. Luego, ¿Daddy Yankee hace
arte, sí o no? Sí, desde luego. ¿Pero es artista?

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