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1.- La indemnización en el ramo de vehículos.

El Seguro Obligatorio por Accidentes de Tránsito se encuentra regulado en el


Decreto Supremo Nº 024-2002-MTC; así se contempla en el artículo 3º de dicha
norma:

“Artículo 3.- Todo vehículo automotor que circule en el territorio de la


República debe contar con una póliza vigente de Seguro Obligatorio
de Accidentes de Tránsito según los términos y montos establecidos
en el presente Reglamento”

En tal sentido, el uso del SOAT resulta una exigencia de configuración legal y que
busca, según la teoría del riesgo, proteger a los ocupantes de un vehículo ante la
probabilidad de un accidente de tránsito o aquellas personas no ocupantes del
vehículo que pudiesen resultar agraviadas con el vehículo.

Las coberturas están señaladas en el artículo 28º de la norma pre citada, la cual
indica:

“Artículo 28.- El Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito actúa


bajo la modalidad de un seguro de accidentes personales y cubre los
riesgos de muerte y lesiones corporales que sufran las personas, sean
ocupantes o terceros no ocupantes de un vehículo automotor, como
consecuencia de un accidente de tránsito en el que dicho vehículo
haya intervenido.”

Los gastos médicos comprenden la atención prehospitalaria, los gastos de atención


médica,
hospitalaria, quirúrgica y farmacéutica y otros gastos que sean necesarios para la
rehabilitación de las víctimas. Los gastos de transporte están comprendidos dentro
de los gastos médicos, únicamente cuando se trate del traslado de un paciente de
un centro de salud a otro de mayor capacidad resolutiva o cuando, por la naturaleza
o gravedad de las lesiones, deba trasladarse a la víctima desde el lugar del
accidente a otra ciudad.

En ese sentido, y en relación a la jurisdicción arbitral, debe advertirse que el


convenio arbitral, en el caso del Seguro Obligatorio por Accidentes de Tránsito, se
encuentra pre establecido por mandato legal a través del artículo 31º del Decreto
Supremo Nº 024-2002-MTC, donde se señala: “La naturaleza y grado de invalidez
o incapacidad serán determinados por el médico tratante. Si la compañía de
seguros, el tomador del seguro o la víctima del accidente no coincidieran en todo o
en parte con el dictamen, la discrepancia será resuelta ante el Instituto Nacional de
Rehabilitación, entidad a la que se podrá recurrir dentro del término improrrogable
de diez días de conocido el dictamen del médico tratante, como única instancia
administrativa, pudiendo el interesado adjuntar las pruebas o exámenes que estime
pertinentes. El pronunciamiento del Instituto Nacional de Rehabilitación será
recurrible únicamente, vía arbitraje, dentro del término improrrogable de tres
días, computados desde la fecha de su notificación a las partes, ante el Centro de
Conciliación y Arbitraje de la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud,
conforme al procedimiento y reglamentos vigentes de dicho Centro, o ante otros
centros de solución de controversias especializados en salud y que cuente con
autorización oficial. En cualquier caso, la compañía de seguros estará obligada al
pago de los beneficios no disputados.”

Ahora bien, es preciso indicar que la póliza del seguro obligatorio, solo cubre hasta
01 Unidad Impositiva Tributaria – UITs; lo que, en forma evidente, no resulta
suficiente para cubrir la verdadera afectación de una lesión, o la recuperación
integral de un accidentado.

Como ya se ha advertido, de la norma citada, es la aseguradora la que realiza una


evaluación del grado de incapacidad física de un accidentado, ante el desacuerdo
del accidentado se va en segunda instancia al Instituto Nacional de Rehabilitación
– INR, entidad que emite un Dictamen Médico especializado, determinando el grado
de incapacidad, de acuerdo la historia clínica o los certificados médicos que tuvo el
accidentado por los médicos tratantes; determinando si los días de descanso
médico que le otorgaron fueron o no adecuados, y es este órgano el que fija
finalmente los días de incapacidad; luego, si es que alguna de las partes no está
conforme con los días de incapacidad, puede recurrirse al Centro de Conciliación y
Arbitraje – CECONAR, de la Superintendencia Nacional de Salud – SUSALUD.

En la práctica, lo que puede advertirse de los laudos obrantes en CECONAR, es


que los agraviados buscan obtener una alta cantidad de días de incapacidad para
poder obtener una indemnización más alta; sin embargo, como ya se mencionó, la
cobertura por SOAT por incapacidad temporal sólo llega hasta las 01 UIT, no más.
Por ello consideramos que, de existir más días de incapacidad temporal, la
pretensión indemnizatoria no debería dirigirse contra la compañía aseguradora,
sino contra aquel que ocasionó el accidente o permitió que este pasar, como tercero
civil responsable.

2.- La indemnización en la responsabilidad civil.


El artículo 2º del Decreto Supremo Nº 024-2002-MTC, señala expresamente que,
La responsabilidad civil derivada de los accidentes de tránsito causados por
vehículos automotores se regula por lo dispuesto en el presente Reglamento y en
el Código Civil; en tal sentido, resulta aplicable también las normas del Código Civil
referidas a la indemnización por los daños que el siniestro ocasione; así tenemos
dos tipos de daños: Daños patrimoniales; y daños extra patrimoniales.
El artículo 29º de la misma norma, regula los tipos de indemnización que son objeto
de cobertura. Así, la norma señala lo siguiente:

“Artículo 29.- El Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito cubrirá,


como mínimo, los
siguientes riesgos por cada persona, ocupante o tercero no ocupante
de un vehículo automotor
asegurado:

* Muerte c/u : Cuatro (4) UIT


* Invalidez permanente c/u hasta : Cuatro (4) UIT
* Incapacidad temporal c/u hasta : Una (1) UIT
* Gastos médicos c/u hasta : Cinco (5) UIT
* Gastos de sepelio c/u hasta : Una (1) UIT

Los gastos médicos comprenden la atención prehospitalaria, los


gastos de atención médica,
hospitalaria, quirúrgica y farmacéutica y otros gastos que sean
necesarios para la rehabilitación de las víctimas. Los gastos de
transporte están comprendidos dentro de los gastos médicos,
únicamente cuando se trate del traslado de un paciente de un centro
de salud a otro de mayor capacidad resolutiva o cuando, por la
naturaleza o gravedad de las lesiones, deba trasladarse a la víctima
desde el lugar del accidente a otra ciudad.
La indemnización por muerte se pagará por el íntegro del monto
señalado en este artículo. La de invalidez permanente, conforme a la
tabla contenida en el anexo adjunto al presente Reglamento.

El pago correspondiente a gastos médicos y gastos de sepelio, se


efectuará hasta el monto
establecido. El pago por cada día de incapacidad temporal será el
equivalente a la treintava (1/30) parte de la Remuneración Mínima Vital
vigente al momento de otorgarse la prestación hasta el monto
establecido.”

Sin embargo, cuando el seguro no cubre determinadas acciones, puede recurrirse


a la vía civil. Efectivamente, daños patrimoniales tales como el lucro cesante y el
daño emergente; y el daño extra patrimonial como daño moral.

Para determinar la existencia del daño, deberá evaluarse si es que existe la


concurrencia de los cuatro elementos de responsabilidad; estos son:

a) Existencia de una conducta antijurídica por parte de la demandada.-


Conforme se establece en la doctrina, una conducta es antijurídica no
sólo cuando contraviene una norma prohibitiva, sino también cuando la
conducta viola el sistema jurídico en su totalidad, en el sentido de afectar
los valores o principios sobre los cuales ha sido construido el sistema
jurídico.

En efecto, la antijuricidad de la conducta de los sujetos depende de si


ésta se ajusta a parámetros previamente establecidos, sea que éstos
provengan de normas legales o de pacto inter partes. Así, en materia
laboral, la antijuricidad de la conducta de los empleadores se configuraría
principalmente por el incumplimiento de las normas laborales (que exigen
el pago oportuno de los beneficios sociales, la existencia de una causa
justa para el despido, entre otros), o por la simulación de supuestas
situaciones de hecho para pretender la aplicación de efectos jurídicos a
situaciones que no se encuentran dentro del ámbito de aplicación de las
normas aplicables.
b) Existencia del daño.- Doctrinariamente se entiende por daño a toda
lesión de intereses derivados de una situación de hecho concreta que
merezca juridicidad; esto es, el daño incide en las consecuencias,
aquellos efectos negativos que derivan de la lesión del interés protegido.
La doctrina unificadamente se ha pronunciado en el sentido de que el
daño puede ser de dos clases: patrimonial o extrapatrimonial.

Así, la Sentencia de fecha 30 de enero de 2004 expedida por la Sala


Laboral de Lima en el Expediente N° 4601-2003-REM-A, ha definido el
daño jurídicamente indemnizable como:

“(…) toda lesión a un interés jurídicamente protegido, bien se trate


de un derecho patrimonial o extrapatrimonial. En tal sentido los
daños pueden ser patrimoniales o extrapatrimoniales. Serán daños
patrimoniales las lesiones a los derechos patrimoniales y serán
daños extrapatrimoniales las lesiones a los derechos de dicha
naturaleza como en el caso específico de los sentimientos
considerados socialmente dignos o legítimos y por lo tanto
perecederos de tutela legal, cuya lesión origina un supuesto de
daño moral. Del mismo modo, las lesiones a la integridad física de
las personas, a su integridad psicológica y a sus proyectos de vida,
originan supuestos de daños extrapatrimoniales, por tratarse de
intereses protegidos, reconocidos como derechos
extrapatrimoniales”

- Sobre el daño moral.- Es la afección espiritual del ser humano; la


angustia la variación del estado de paz y tranquilidad en la que,
normalmente, debe coexistir la persona humana; sin embargo, este
extremo resulta de difícil probanza.

En lo relativo a la cuantificación del monto del daño moral, de


conformidad con el artículo 1984° del Código Civil, este monto es
determinado “considerando su magnitud y el menoscabo producido
a la víctima o a su familia”
Ante ello se tiene el criterio vinculante establecido por la Corte
Suprema de Justicia de la República en la Casación N° 3323-
2007-LAMBAYEQUE, que indica:

“Sexto: Que, en cuanto al daño moral, entendido como


lesión a los sentimientos de la víctima, que se refleja en
una aflicción o sufrimiento de la víctima, el artículo 1984°
del Código Civil señala que este es indemnizado,
considerando su magnitud y el menoscabo producido
a la víctima o a su familia; sobre este aspecto,
doctrinaria y jurisprudencialmente se viene
sosteniendo la dificultad de la probanza de su
existencia y cuantificación, en ese sentido la
determinación se realizará con criterio de conciencia y
equidad en cada caso particular; como en efecto ha
sucedido en el caso de autos, pues, las instancias de
mérito han tenido en cuenta una serie de hechos – la
demandante ha sido objeto de un despido arbitrario,
(…) haberla obligado a interponer procesos judiciales
(…), – QUE EN EL CAMPO REAL HAN LLEVADO A
PRESUMIR LA EXISTENCIA DEL DAÑO MORAL.
Siendo ello así, las sentencias de mérito han sido
razonable y debidamente motivadas en base a las pruebas
aportadas al proceso, cumpliendo con lo dispuesto por el
artículo 197 del Código Procesal Civil.” (sic) (subrayado y
resaltado nuestro)

De la misma manera, se tiene lo expresado por la Corte Suprema


en la Casación N° 5008-2009-LIMA, en la cual se indicó lo
siguiente:

“OCTAVO: (…) Cabe señalar, sin embargo, que el daño


moral, como integrante del daño a la persona, está
configurado por las tribulaciones, angustias,
aflicciones, sufrimientos psicológicos y estados
depresivos que padece una persona, la misma que es
de difícil probanza, pero cuya existencia no puede ser
negada dependiendo de los alcances del daño y las
esferas que afecte, sean de naturaleza patrimonial o
extrapatrimonial. En la Casación número novecientos
cuarenta y nueve – mil novecientos noventa y cinco
Arequipa, la Sala Civil de la Corte Suprema de la Justicia
de la República ya había establecido con claridad que: “El
daño moral es el daño no patrimonial inferido en derechos
de la personalidad o en valores que pertenecen más al
campo de la afectividad que al de la realidad económica.
El dolor, la pena, la angustia, la inseguridad, etc., son solo
elementos que permiten aquilatar la entidad objetiva del
daño moral padecido, el mismo que puede producirse en
uno o varios actos: en cuanto a sus afectos, es susceptible
de producir una pérdida pecuniaria y una afectación
espiritual”; (…) En este punto cabe resaltar que no debe
confundirse el derecho al resarcimiento por el daño moral
con el monto indemnizatorio que finalmente se asigne; por
cuanto el artículo mil novecientos ochenta y cuatro del
Código Civil establece que el daño moral es indemnizado
“considerando su magnitud y el menoscabo producido a la
víctima o a su familia”; en consecuencia para efectos de
establecer la magnitud y el menoscabo a que se refiere
la norma, el Juzgador debe valerse de todos los
elementos de prueba, sucedáneos e indicios que le
permitan evaluar este daño equitativamente…” (sic)
(subrayado y resaltado nuestro)

c) Existencia de una relación de causalidad entre el hecho imputable y


el daño sufrido.- La relación de causalidad es la relación jurídica de
causa efecto entre la conducta antijurídica del imputado y el daño
producido. Así, la Sentencia de fecha 30 de enero de 2004 expedida por
la Sala Laboral de Lima en el Expediente N° 4601-2003-REM-A, ha
establecido lo siguiente:

“En virtud de la relación de causalidad debe existir una relación de


causa – efecto, es decir, de antecedente – consecuencia entre la
conducta antijurídica del autor y el daño causado a la víctima, pues
de lo contrario no existiría responsabilidad civil y no nacería la
obligación legal de indemnizar”.

d) Existencia del factor atributivo de responsabilidad.- Este requisito


corresponde a aquella situación de hecho acaecida en cada caso
concreto que permite evidenciar que el daño causado se produjo como
consecuencia de un supuesto determinado de dolo, culpa leve o culpa
inexcusable, del cual debe derivarse la responsabilidad imputable.

3.- Exclusiones generales en el siniestro.

La exclusión del seguro obligatorio de tránsito, se encuentra regulado en el artículo 37º


del Decreto Supremo Nº 024-2002-MTC, que señala lo siguiente:

Artículo 37.- Quedan excluidos del Seguro Obligatorio de Accidentes


de Tránsito las coberturas por muerte y lesiones corporales en los
siguientes casos:

a) Los causados en carreras de automóviles y otras competencias de


vehículos motorizados;

b) Los ocurridos fuera del territorio nacional;

c) Los ocurridos en lugares no abiertos al tránsito público;

d) Los ocurridos como consecuencia de guerras, sismos u otros


casos fortuitos enteramente extraños a la circulación del vehículo;

e) El suicidio y la comisión de lesiones autoinferidas utilizando el


vehículo automotor asegurado”.

5.- rechazo de siniestro.

Si existiera un rechazo o cuestionamiento de la cobertura, el artículo 31º del Decreto


Supremo Nº 024-2002-MTC, señala lo siguiente:
“Artículo 31.- La naturaleza y grado de invalidez o incapacidad serán
determinados por el médico tratante. Si la compañía de seguros, el
tomador del seguro o la víctima del accidente no coincidieran en todo
o en parte con el dictamen, la discrepancia será resuelta ante el
Instituto Nacional de Rehabilitación, entidad a la que se podrá recurrir
dentro del término improrrogable de diez días de conocido el dictamen
del médico tratante, como única instancia administrativa, pudiendo el
interesado adjuntar las pruebas o exámenes que estime pertinentes.
El pronunciamiento del Instituto Nacional de Rehabilitación será
recurrible únicamente, vía arbitraje, dentro del término improrrogable
de tres días, computados desde la fecha de su notificación a las partes,
ante el Centro de Conciliación y Arbitraje de la Superintendencia de
Entidades Prestadoras de Salud, conforme al procedimiento y
reglamentos vigentes de dicho Centro, o ante otros centros de solución
de controversias especializados en salud y que cuente con
autorización oficial. En cualquier caso, la compañía de seguros estará
obligada al pago de los beneficios no disputados.”

En donde se puede apreciar la intervención de la aseguradora, del Instituto Nacional de


Rehabilitación, y del Centro Arbitral.

6.- Conclusiones.

1. Concluimos que sí existe una cobertura por muerte, invalidez, incapacidad,


gastos médicos o sepelio, en favor de los asegurados.

2. Que el SOAT se aplica en la atención inmediata desde ocurrido el siniestro; y


que el derecho de réplica podrá ejercerse después de la atención brindada.

3. Que las cláusulas del contrato de SOAT obedecen a cláusulas generales de


contratación aprobadas por la Superintendencia de Banca y Seguros.

7.- Críticas.
1. Consideramos que la cobertura de incapacidad temporal consistente en el
pago de 1 UIT, resulta reducida.

2. Consideramos que todas las aseguradoras deberían ceñirse a las clausulas


generales de contratación para este tipo de seguros; y no dejar posibilidades
para que se realicen modificaciones.

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