(Ensayo)
“Las guerras continuarán existiendo mientras el color de la piel sea más importante que el
de los ojos” (Bob Marley)
La incapacidad o la negación de aceptar al otro tal como es, incluyendo su forma de pensar,
sentir y actuar, da como resultado el desencadenamiento de acciones de irrespeto de la
dignidad de la persona (Cepeda, 2012). Se discrimina cuando por alguna distinción
injustificada relacionada con las características de una persona, se realizan actos de rechazo
restringiendo el goce de los derechos humanos (Comisión Nacional de Derechos Humanos,
2012).
Esta enfermedad social, tiene orígenes en las distintas relaciones o estratos sociales,
específicamente en los núcleos familiares donde la formación de sus integrantes están
cimentadas en la construcción de estereotipos, paradigmas y prejuicios, muchas veces la
discriminación obedece a patrones socioculturales tradicionalmente aprendidos y repetidos,
en cuya transmisión y perpetuación en el medio familiar y el entorno social desempeñan un
papel muy importante, ya que a partir de dichas interacciones las personas comienzan a
establecer criterios de selección en distintos ámbitos. Es común que un niño aprenda y
repita las prácticas igualitarias o discriminatorias que observa en su entorno familiar
(Comisión Nacional de Derechos Humanos, 2012).
Sabemos que el ser humano es un ser social por naturaleza, que necesita siempre de la
ayuda e interacción con otros para subsistir, la necesidad que tenemos del otro debería ser
armoniosa, pero es influenciada por ciertos fenómenos sociales, los cuales tienen mucho
que ver con la ética en la sociedad (Rodríguez, 2016).
A pesar de los intentos que hace el país comenzando por incluir legalmente a los grupos
considerados vulnerables, las costosas campañas de concientización contra la
discriminación, la publicidad y los medios informativos que buscan educar cada día acerca
de esta situación, no estamos interiorizando el verdadero mensaje, ni actuando con
conciencia, cada día son más los casos en el exterior de xenofobia que sufren los
colombianos, si bien no es un secreto para nadie la dura historia de nuestro país, los
problemas sociopolíticos, las masacres, el narcotráfico entre otros, han establecido una
imagen la cual está muy arraigada en otras partes del mundo, este es el estereotipo y el
prejuicio con el que somos juzgados por el simple hecho de ser colombianos, pagamos todo
un país por los errores de unos cuantos.
Localmente somos un país regionalista con gran sentimiento patriótico, particularmente me
siento orgullo de quien soy y más de la tierra que me formó y me vio crecer, en la
actualidad me encuentro en una tierra ajena, cuya cultura es distinta y su acento es diferente
al mío, y he sido catalogado también por la imagen que se han creado de los “costeños”, la
bulla, las largas fiestas, el desorden, la alegría, la caja, guacharaca y el acordeón por
mencionar algunas cosas, son características alusivas a la costa caribe, pero que no son
necesariamente obligatorias en cada uno de nosotros. Para muchas personas mi manera de
hablar, la abreviación de ciertas frases, la terminación en “i” de algunas palabras donde no
la llevan y la omisión de la “s” donde debería ir, suele ser jocoso sin interpretarlo como
burla lo cual dado el caso podría ser discriminativo.
Mi proceso de adaptación a este nuevo lugar, ubicado muy lejos de mi zona de confort ha
sido bueno y llevadero, tal vez conté con la suerte de rodearme con personas, que llevan
claro el concepto de que somos diferentes pero iguales a la vez.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS