El término Neumática procede del griego pneuma que significa soplo o aliento. Las
primeras aplicaciones de neumática se remontan al año 2.500 a.C. mediante la
utilización de muelles de soplado.
El primer compresor mecánico, el fuelle manual, fue inventado hacia la mitad del
tercer milenio a.c. y el fuelle de pie no se empleó hasta 1.500 años a.C. Esto ocurrió
cuando la fundición de la aleación de Cobre y Estaño (Bronce) se convirtió en un
proceso estable de producción, como quedó registrado en algunas tumbas egipcias
El primero del que se sabe con seguridad que ocupó la neumática y su estudio, es
decir, de la utilización del aire comprimido como elemento para realizar trabajo, fue
el matemático e inventor griego Ktesibios (285 A.C.– 222 A.C.), que escribió los
primeros tratados acerca de este tema y es considerado el padre de la Neumática.
Hace más de dos mil años, construyó una catapulta de aire comprimido, basada en
un cañón neumático que, rearmado manualmente comprimía aire en los cilindros.
Al efectuar el disparo, la expansión restituía la energía almacenada, aumentando
de esta forma el alcance del mismo.
Uno de los primeros libros acerca del empleo del aire comprimido como energía
procede del siglo I, y describe mecanismos accionados por medio de aire caliente.
Aunque los rasgos básicos de la neumática están entre los más antiguo
conocimientos de la humanidad, no fue sino hasta finales del siglo XVIII y durante
todo el siglo XIX cuando empezaron a investigarse sistemáticamente su
comportamiento y sus reglas.
Hasta el siglo XVII, la utilización del aire a presión como energía, se realiza en
algunas máquinas y mecanismos, como la catapulta de aire comprimido del griego
KTESIBIOS, o la descripción en el siglo I de diversos mecanismos que son
accionados por aire caliente.
A partir del siglo XVII, se comienza el estudio sistemático de los gases, y con ello,
comienza el desarrollo tecnológico de las diferentes aplicaciones del aire
comprimido. (2)
Los fuelles de pie fueron usados hasta el año 1.762, en el que empezaron a ser
reemplazados por el cilindro soplante de John Smeaton, accionado por la rueda de
un molino. Al aumentar la capacidad de los hornos de fundición, los fuelles
convencionales se quedaban cortos, y el cilindro de Smeaton, aunque tosco,
resultaba efectivo. Cuando John Wilkinson inventó una taladradora para hacer
cañones y torneados interiores de precisión, se hizo posible la fabricación de
máquinas soplantes y de vapor. La primera máquina soplante de la historia salió de
manos del mismo Wilkinson e instalada en su factoría de Wilby, en Shropsire, en
1.776.
Este fue el primer prototipo de todos los compresores mecánicos. Funcionaba a una
presión en torno a 1 bar, y elevaba la temperatura hasta el máximo permitido por
las articulaciones mecánicas de cuero utilizadas para controlar las válvulas de
madera
Las primeras invenciones, que trabajan a base de aire caliente, fueron diseñadas
con preferencia para objetivos de culto o para la guerra.
En 1650, Otto von Guericke (1602 - 1686), físico e ingeniero alemán, inventó
la bomba aspirante. Curioso contrasentido porque el compresor nació como
una máquina de vacío.
Ambos desarrollaron las primeras teorías sobre los gases, siendo de vital
importancia el desarrollo de la ley que relaciona la presión con el volumen y a cuya
conclusión llegaron ambos:
Alrededor de los compresores nace una industria paralela muy importante con
equipos para el tratamiento del aire comprimido, como secadores, filtros,
separadores, sistemas de purga, recipientes, instrumentación, etc.
Las industrias buscan soluciones más eficientes que reduzcan la huella de CO2 en
la atmósfera y el consumo energético, por lo que no son solo los compresores el
objeto de análisis en una instalación de aire o gases; otros elementos que también
forman parte de la producción de aire comprimido son analizados en detalle. Los
usuarios se preocupan del tipo de secador que se instala o de cuál es la pérdida de
carga de un filtro saturado.
Esto provoca que los fabricantes traten de estandarizar al máximo todos los avances
relacionados con la reducción del impacto ambiental, usando sistemas de
regulación de velocidad variable, motores IE3, desarrollo de tornillos y rotores más
eficientes, etc.
Otro aspecto que adquiere gran relevancia es el análisis más detallado de la planta
de aire comprimido. Para producir aire de gran calidad con el menor consumo no
solo es necesario adquirir equipos eficientes, sino disponer de una instalación que
también sea eficiente. Para ello, cada vez son más las industrias que se preocupan
por la detección de fugas, diseñar los trazados de tubería con criterios de máxima
eficiencia, reducir los circuitos, curvas y accesorios inútiles, etc. Se busca que la
pérdida de carga sea mínima y poder trabajar con niveles de presión inferiores.
El desarrollo futuro de cualquier planta de aire o gases requerirá de un análisis más
detallado y completo de todos los elementos que la forman. Desde el grito al fuego,
pasando por el fuelle, hasta llegar a la actualidad, la evolución del compresor ha
llegado a un punto en el que no se puede considerar el compresor como una
máquina independiente, sino como parte de un conjunto de equipos y sistemas
necesarios para conseguir el nivel de exigencia requerido en la producción de aire
o gases comprimidos. (6)