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TRATAMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LA TABLA IV: EN ESPECIAL, LOS GRANDES

INVÁLIDOS

I. INTRODUCCIÓN

Según los datos publicados por la Dirección General de Tráfico, durante el año 2006
se produjeron 147.554 víctimas en accidentes de tráfico, de los cuales 21.382 eran heridos
graves.1 Lesionados cuyas indemnizaciones son calculadas en atención al Baremo de
indemnizaciones de la Ley 30/95, en concreto en aplicación de las Tablas III y IV,
recogiendo esta última los factores de corrección aplicables.

El presente estudio tiene por objeto el tratamiento que nuestros Tribunales,


especialmente las Audiencias Provinciales, dan a los factores de corrección de la Tabla IV,
incluyéndose en algunos casos la opinión de la doctrina más consagrada en la materia.

La Tabla IV está destinada a incrementar o reducir la indemnización por los daños y


perjuicios ocasionados resultante de la aplicación de la Tabla III. Su especial relevancia
viene dada por determinados factores de corrección expresamente dirigidos a un grupo de
perjudicados que hayan sufrido lesiones graves y muy graves, en su caso, grandes
inválidos. El impacto social y la importancia económica de este tipo de indemnizaciones, no
viene acompañada como veremos de unos criterios de interpretación homogéneos por
parte de los Tribunales, produciéndose en muchos casos soluciones distintas en atención al
lugar de enjuiciamiento de los hechos.

II. PERJUICIO ECONÓMICO

Como primer factor corrector recogido en la Tabla IV nos encontramos con el


perjuicio económico, cuya redacción actual (según Baremo del 2007) no ha variado con
respecto a la originaria de la Ley 30/95.

El factor corrector por perjuicio económico de la Tabla IV es similar al recogido


tanto en la Tabla II para los casos de muerte, como el de la Tabla V para la incapacidad
temporal, si bien existe una salvedad. Tanto en la Tabla IV como en la Tabla II, se recoge
una nota aclaratoria “se incluirá en este apartado cualquier víctima en edad laboral, aunque
no se justifiquen ingresos”, mientras que la Tabla V no recoge esta aclaración, omisión u
olvido que ha motivado múltiples dudas sobre la automaticidad de su aplicación sobre la
incapacidad temporal, o si ha de acreditarse previamente ya sea la situación del lesionado
de encontrarse en edad laboral en la fecha del siniestro, y/o su situación laboral e ingresos
netos. Al respecto la jurisprudencia es muy diversa, dispersidad que se vio acrecentada tras
la STC 181/00 de 29 de junio de 2000 que declaró la inconstitucionalidad de la aplicación
del factor corrector por perjuicio económico como límite máximo recogido en la Tabla V-B)
en los casos en los que medie culpa relevante del causante del daño. Según la SAP de
Sevilla de 01 de junio de 2006 (JUR 2007\27338):

“La STC 181/00 no supone derogación de la aplicación del factor corrector por perjuicio
económico sobre la incapacidad temporal. Es inconstitucional en cuanto opera como límite
absoluto al resarcimiento del perjuicio patrimonial derivado del daño corporal, impidiendo la
determinación judicial de un importe superior, no es inconstitucional cuando opera como límite
mínimo, relevando a la víctima de probar el perjuicio patrimonial efectivamente sufrido hasta el
importe que resulte en cada caso de aplicar el porcentaje presuntivo correspondiente sobre la
indemnización básica. En los supuestos de culpa relevante hay que entender que el perjudicado
conserva la posibilidad alternativa de acogerse al resarcimiento presuntivo de los perjuicios
económicos mediante la aplicación automática del correspondiente factor corrector. Caso
contrario no podrían ser de mejor condición las víctimas de accidentes de circulación sin culpa
relevante del conductor, beneficiada con la indemnización complementaria por perjuicios
económicos sin el esfuerzo probatorio que se les exigiría de haber mediado culpa del agente, y
en una cuantía por lo general superior a la que en tal caso podrían demostrar.

El porcentaje a aumentar varía en atención a los ingresos netos que se acrediten,


siendo su aplicación automática en atención a la nota aclaratoria aplicable a las Tablas II y

1
IV, a diferencia de lo que ocurre con la Tabla V, directamente afectada por la STC 181/00
donde los criterios jurisprudenciales son diversos.2

Una vez determinada que su aplicación ha de ser automática en la Tabla IV, la


mayoría de los Tribunales entienden que el mínimo aplicable es el del 10 %, no admitiendo
la aplicación de una regla proporcional estricta, ya que su aplicación llevaría a porcentajes
inferiores al 1 % que han de considerarse ridículos y que conducen al infrarresarcimiento
(SAP de Sevilla de 01 de junio de 2007 (JUR 2007\27338)). En sentido contrario admitiendo
la regla de proporcionalidad puede consultarse la siguiente sentencia de la Audiencia
Provincial de Granada de 24 de marzo de 2006 (JUR 2006\213173).

¿Es aplicable la interpretación realizada por el Tribunal Constitucional en la STC


181/00 relativa a la Tabla V-B) a la Tabla IV? Como indicamos anteriormente el TC según la
interpretación de la Tabla V apartado B), permite al perjudicado en los casos de culpa
relevante acreditar un mayor perjuicio patrimonial al establecido en el Baremo, superando
el porcentaje a aplicar sobre la indemnización básica de la incapacidad temporal. Dicho
sistema instaurado por el Tribunal Constitucional, y legalmente admitido en el apartado
Segundo c) del Anexo de explicación del sistema, no ha sido jurisprudencialmente aplicado
a la Tabla IV.3 Al respecto puede verse la SAP de Castellón de 16 de abril de 2003 (JUR
2003\169982) y SAP de Barcelona de 14 de noviembre de 2006 (AC 2007\522). Destaca la
SAP de Las Palmas de 01 de septiembre de 2006 (JUR 2006\294540) que sigue, a mi
entender, el camino adecuado:

“Es cierto que la doctrina, al analizar la referida sentencia del Tribunal Constitucional, se plantea
la posibilidad de extender esta declaración de inconstitucionalidad a la baremación del lucro
cesante en los supuestos previstos en las Tablas II y IV, correspondientes a indemnizaciones
básicas por muerte y lesiones permanentes al poderse afirmar similares situaciones de las que
han sido tenidas en cuenta en la sentencia. Ello en todo caso, y es de especial interés destacar, no
supone un regreso al sistema discrecional por parte de los Tribunales de justicia ni tampoco
se puede sostener el valor orientativo del baremo que por lo que se ha dejado expuesto y salvo
las excepciones a que se refiere la sentencia del Tribunal Constitucional, es de obligado
cumplimiento por parte de los Tribunales de justicia. En el supuesto que nos ocupa, por muy
difícil que resulte cuantificar y poner precio a una vida humana, y al lucro cesante que ha
generado tal pérdida, como sucede asimismo en los casos de incapacidad permanente, hay que
partir de la premisa de que el baremo de valoración de daños de la Ley sobre Responsabilidad
Civil y Seguros en la Circulación de Vehículos a motor resulta obligatorio y aunque el Tribunal
Constitucional no haya hecho uso de la facultad que le otorga el artículo 39 de la Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional de extender su decisión a supuestos no impugnados de la misma Ley, no
puede descartarse que los razonamientos expresados para declarar la inconstitucionalidad de
determinados aspectos expresamente impugnados sean susceptibles de extenderse a otros
daños corporales previstos en la Ley como sería el de cuantificación del lucro cesante en casos de
muerte o lesión permanente, cuando concurran circunstancias excepcionales que permitirían
afirmar la vulneración de los derechos constitucionales a que se refiere la sentencia del Tribunal
Constitucional que hemos dejado mencionada”. TERCERO.- Aplicando la precedente doctrina
jurisprudencial al caso de autos resulta, que, por un lado, la aplicación del factor de corrección
litigioso (tanto de la Tabla V como de la Tabla IV) es plenamente conforme con la misma, pues,
precisamente, lo que el Tribunal Constitucional declara es que no puede limitarse el derecho
resarcitorio de la víctima, como pretende la parte apelante. Ello implica que habrá ocasiones en
que ese lucro cesante se mantenga dentro de sus límites cuantitativos; incluso habrá veces, en
que ni siquiera se haya producido lucro cesante, y, sin embargo, la indemnización básica se vea
incrementada en la forma legalmente establecida, porque el mecanismo reparador funciona
entonces a modo de aseguramiento colectivo frente a un infortunio, de acuerdo con principios y
técnicas que difieren del régimen de la responsabilidad por culpa. El Tribunal Constitucional no
viene a restringir los derechos de la víctima, insistimos, sino a ampliarlos, en el único sentido de
que, aun admitiendo la posibilidad de utilizarse el apartado B) de la Tabla V como ";factor de
corrección" (respecto, menciona expresamente la Sentencia, la responsabilidad cuasi-objetiva)
permite fuera de sus límites porcentuales la "cuantificación de tales perjuicios económicos o
ganancias dejadas de obtener" (...) que "podrá ser establecida de manera independiente, y fijada
con arreglo a lo que oportunamente se acredite en el correspondiente proceso".

En todo caso, ese lucro cesante ha de ser debidamente probado, actividad


probatoria que vendrá referida a un hecho que podría haber acontecido y que no se
produjo como consecuencia del siniestro, por lo que el objeto de la prueba no podrá ser
nunca de forma directa la propia ganancia frustrada sino otros hechos que sean indicativos
de que la misma se habría realmente producido.4

2
Tanto la doctrina como la jurisprudencia están divididas respecto a la
compatibilidad del factor corrector por perjuicios económicos y el lucro cesante. Así
podemos encontrarnos sentencias que admiten la compatibilidad (SAP de Guipúzcoa de 18
de septiembre de 2006 (JUR 2007\103797)) como otras que entienden que el perjudicado ha
de optar entre la aplicación del factor corrector o el reconocimiento del lucro cesante que
se pruebe (SAP de Madrid de 07 de junio de 2006 (ARP 2006\706)).5 Entiendo que si se
admite la extensión de la doctrina de la STC 181/00 a la Tabla IV, el perjudicado en el caso
de responsabilidad subjetiva del conductor, podrá optar entre la aplicación automática de
factor corrector por perjuicio económico de la Tabla IV, o el reconocimiento del lucro
cesante que, en su caso, se acredite, sin que quepa la compatibilidad de ambos, ya que el
objeto es el mismo, el daño patrimonial sufrido.

III. DAÑOS MORALES COMPLEMENTARIOS

El factor corrector por daños morales complementarios se ubica, en el actual


Baremo publicado en el BOE de fecha 13-02-07, así como en el originario de la Ley 30/95,
tras los perjuicios económicos, sin definirse exclusivamente para un solo tipo de
incapacidad permanente. La justificación de este factor se encuentra en la escasa suma
indemnizatoria obtenida con la aplicación de las Tablas III y V del Baremo y por la especial
significación de las personas a las que va dirigido, incapacitados permanentes y grandes
inválidos. Por tanto, supone un reconocimiento implícito a la falta de compensación
suficiente de dichas tablas, que no resarcen suficientemente los perjuicios personales de los
lesionados graves.

Las primeras dudas que surgen a la hora de aplicar este factor vienen dadas por la
propia redacción del mismo, ya que nos indica que los daños morales complementarios se
entenderán ocasionados cuando una sola secuela exceda de 75 puntos o las concurrentes
superen los 90 puntos, sin aclarar si es requisito previo para su reconocimiento y aplicación
la utilización de la fórmula de Balthazard recogida en el Apartado segundo b) incapacidades
concurrentes, así como si han de incluirse en el cómputo de las secuelas las de carácter
estético. Según el tenor literal del factor parece exigirse la previa aplicación de la fórmula
sobre las secuelas reconocidas y consolidadas, ya que utiliza el término “concurrentes” al
igual que el apartado explicativo de la utilización de la fórmula, añadiendo posteriormente
las secuelas estéticas a las cuáles no se les aplica la fórmula legal. No obstante, este criterio
no es ni mucho menos uniforme ni en la jurisprudencia ni entre la doctrina. Así nos
encontramos sentencias que van desde la falta de utilización de la fórmula, hasta aquéllas
que excluyen el perjuicio estético del cómputo. En la primera línea puede verse la SAP de
Granada de 23-02-04 (JUR 2004\105562) donde se indica que:6

“…en este caso concreto la duda que hay que decidir es si procede o no tal indemnización
complementaria por daños morales, pues, por una parte, la suma de todos los puntos supera la
cifra de 90, pero aplicando la fórmula matemática no llega a esta cifra tope cuando son
concurrentes; hay que inclinarse por aquella interpretación, es decir, la suma total de los puntos
de todas las secuelas "concurrentes", pues así lo dice el apartado de dichos "daños
complementarios" "o las concurrentes superan los 90 puntos" sin hacer alusión a ninguna
reducción ni fórmula alguna; en dichas incapacidades concurrentes, dice en otro lugar, en la
explicación del sistema "se otorgará una puntuación conjunta" que será entendida por aplicación
de dicha fórmula, pero cuando se trata de daños morales complementarios no habla para nada de
la formula, ni remite a ella; en la propia explicación habla de fijación y satisfacción
separadamente; por todo ello entendemos que en el presente caso procede el otorgamiento de
dichos daños morales complementarios y en cuantía de 66.000 euros, dada la situación y secuelas
del afectado.”

Como muestra de la segunda línea seguida por la jurisprudencia, pueden verse la


SAP de Girona de 22-06-05 (JUR 2006\52172) y la SAP de Madrid de 22-09-06 (JUR
2007\31044) la cual señala que:

“…hemos de suprimir la partida que por daños morales complementarios concede la sentencia
recurrida, pues, como dice la Tabla IV (RCL 1995, 3046), sólo procede cuando una sola secuela
exceda de 75 puntos, o varias concurrentes superen los 90, parámetros que, según se ha
razonado, no alcanzan las padecidas por el lesionado, en el bien entendido caso que la tabla IV,
cuando en este apartado se refiere a las secuelas concurrentes, se está refiriendo,

3
exclusivamente, a las secuelas fisiológicas, las cuales, según hemos dejado expuesto, tras aplicar
la fórmula para el caso de incapacidades concurrentes, llega a los 73 puntos.”

En sentido contrario a las anteriores y siguiendo la línea, que creo más ajustada a la
Ley, puede verse la SAP de Málaga de 07-07-00 (ARP 2000\3063) y la SAP de Barcelona de
14-11-2006:

“De las operaciones aritméticas que preceden, resulta una puntuación total de 85 puntos por
secuelas permanentes determinantes de incapacidades concurrentes, a lo que debe añadirse la
puntuación de la valoración del perjuicio estético calificado de importante, con una puntuación
máxima en el Baremo utilizado de 14 puntos, cifrada por el Médico Forense en 12 puntos, con lo
que la suma total de puntos a indemnizar se queda establecida en 97 puntos”…”es claro que la
suma de puntos excede el importe de la cifra de 90 establecidos por la Tabla IV del anexo
aludido, como tope a la baja posibilitador de la actuación del factor de corrección para las
indemnizaciones básicas por lesiones permanentes, de ahí que quien ahora resuelve, a la vista
de la entidad de las secuelas y situación de gran inválido descrita en la sentencia apelada, en
relación además con la literalidad de la declaración de sanidad del Médico Forense de fecha 28
de enero de 1999, estima la procedencia de acoger la aplicación del expresado factor de
corrección por su parte pretendido…”

Por parte de la doctrina, Medina Crespo propone una separación virtual de la regla
tabular en dos reglas, admitiendo la posibilidad por tanto de aplicar, con criterio de
proporción, un daño moral complementario sobre las secuelas fisiológicas y otro perjuicio
estético complementario sobre las secuelas estéticas, siempre y cuando éstas superen el 75
% del máximo valor de puntuación (actualmente 50 puntos).7

Se cuestiona si aquéllos lesionados que se encuentran en situación de coma vigil han


de percibir la indemnización por el daño moral ocasionado, ya que en puridad, según
algunos autores, no existe constancia de ese sufrimiento psíquico o físico. 8 En la SAP de
Toledo de 17-01-06 (JUR 2006\54657) se planteó por parte de la aseguradora apelante la
improcedencia de la partida de indemnización reconocido en la sentencia de 1ª instancia
por daño moral de la perjudicada, de la que alegaba que, al estar en estado de coma vigil,
no podía sentir ni padecer dicho daño moral:

“El hecho de que en situación de coma vigil o estado vegetativo ni por un solo instante el
paciente pueda sentir, oír o percatarse de su situación es un dato que no consta que haya
quedado sentado y asegurado científicamente en la medicina, ni desde luego se ha probado por
el apelante en este caso, siendo que es tal la intensidad del dolor moral que ha de sufrir una
persona de percatarse de que desde los 32 años se encuentra en el estado físico y mental en que
se halla la perjudicada y ello aunque solo sea por un instante a lo largo del resto de su vida que
esta Sala aprecia que la cantidad asignada por tal concepto es desde luego proporcionada a las
circunstancias del caso.”

Para realizar el cálculo de la indemnización deberían seguirse criterios aritméticos


de proporción en atención a la situación y secuelas del perjudicado.

IV. LESIONES PERMANENTES QUE CONSTITUYAN UNA INCAPACIDAD PARA LA


OCUPACIÓN O ACTIVIDAD HABITUAL DE LA VÍCTIMA

La Ley 30/95 en su Tabla IV distingue tres tipos de incapacidad en función del grado
de limitación para realizar las tareas de la ocupación o actividad habitual del incapacitado.
Este factor corrector resarce el perjuicio personal no patrimonial, que supone la limitación,
en distintos grados, para realizar las ocupaciones habituales de la víctima 9. Así, distingue
entre incapacidad permanente parcial, si las secuelas permanentes limitan parcialmente la
ocupación o actividad habitual, sin impedir la realización de las tareas fundamentales de la
misma; incapacidad permanente total, cuando las secuelas permanentes impidan totalmente
la realización de las taras de la ocupación o actividad habitual del incapacitado y la
incapacidad permanente absoluta, cuando las secuelas inhabiliten al incapacitado para la
realización de cualquier ocupación o actividad.

Lo primero que hay que destacar es su distinción con respecto al concepto laboral
acuñado en la Ley General de Seguridad Social (LGSS) en los artículos 136 y 13710. El
concepto civil de incapacidad recogido en el Baremo es más amplio que el laboral, que se

4
circunscribe a las limitaciones o reducción que sufre el lesionado respecto a su capacidad
laboral. La incapacidad “laboral” supone de hecho una incapacidad “civil” a efectos de
aplicación del Baremo, pero no siempre una incapacidad “civil” supone una “laboral” al
limitar su ámbito de aplicación a aquéllos casos en los cuáles las secuelas reconocidas
limiten o impidan al lesionado realizar su ocupación o actividad habitual. 11 Al efecto la SAP
de Navarra de 29-07-05 (JUR 2005\239937) indica que:

“La incapacidad permanente total, como la parcial y la absoluta, prevista en el Baremo es un


concepto civil. No se trata, por tanto, de un concepto laboral, que es más restringido. La
incapacidad laboral se predica de la persona como trabajador (se define en la LSS como aquella
que inhabilita al trabajador para la realización de todas o de las fundamentales tareas de su
profesión, siempre que pueda dedicarse a otra distinta), pero hay una incapacidad de mayor
amplitud, que se predica de la persona como tal, tomando en consideración cualquiera de sus
diversas actividades u ocupaciones. Toda discapacidad o incapacidad laboral es, sin duda, civil,
pero el ámbito de ésta es mayor ya que concurre siempre que la deficiencia dificulta o impide
cualquier actividad, aunque no sea laboral. De ahí que a los efectos de la aplicación del sistema
valorativo, importa cualquier discapacidad, aunque carezca de significación laboral o productiva,
por no ligarse necesariamente a la ocupación laboral o productiva de la víctima, sino a su
actividad habitual, de tal manera que el factor no viene determinado de forma forzosa por la
actividad profesional del lesionado, de la que incluso puede carecer, por razón de su edad, por
razones personales o por razones socioeconómicas. Si nos atenemos al sentido civil del concepto,
se evita la injusticia de que pueda percibir la misma indemnización quien sólo ve afectada su
actividad laboral y quien, además ve afectadas las actividades de su vida diaria.”

Por tal motivo, y como segundo aspecto a destacar, las resoluciones del Instituto
Nacional de la Seguridad Social (INSS) reconociendo la condición de incapacitado y/o gran
inválido, no son vinculantes a efectos de aplicación del Baremo si bien como reconoce la
jurisprudencia se han de tener en consideración a efectos de su reconocimiento en el
ámbito civil de aplicación del Baremo. Así la SAP de Girona de 22-06-05 (JUR 2006\52172)
en un caso en el cual el INSS reconoció la cualidad de gran inválido señala que:

“…es un hecho que, ciertamente, no vincula al Juez de lo Penal (SS.TS. 16-3-86, 20-10-88 y 8-11-
90, entre otras) pues no le afecta la calificación que se hace dentro del ámbito de la Seguridad
Social, aunque no podemos dejar de considerar que se trate de una circunstancia que no pueda
ser tomada como referencia a la hora de valorar el "tantum" indemnizatorio.” En el presente caso
la Audiencia Provincial reconoció al lesionado una incapacidad permanente absoluta en atención
al grado de necesidad de una tercera persona, al necesitar de su asistencia sólo para aspectos
puntuales de su vida diaria. En sentido similar en cuanto a la falta de vinculación, SAP de Valencia
31-01-02 (JUR 2002\111976).

El sistema no establece criterio alguno para determinar la cuantía del factor de


corrección dentro de las cantidades mínima y máxima previstas por tal concepto, por lo que
la determinación concreta de la cuantía en cada caso queda encomendada a la
discrecionalidad del órgano judicial. Como circunstancias que habrán de tenerse en
consideración para determinar la cuantía indemnizatoria, pueden ser: a) la edad del
incapacitado en el momento del accidente, ya que, en función de que sea mayor o menor el
tiempo que en condiciones normales le reste para alcanzar la jubilación, será mayor o
menor el perjuicio derivado de la incapacidad resultante de las lesiones ocasionadas en el
accidente; b) el tipo de trabajo u ocupación habitual que desempeñaba y, por consiguiente,
los ingresos que percibía por el desempeño del mismo; y c) la cantidad que como
consecuencia de la declaración de incapacidad pueda percibir como pensión, si se hubiere
reconocido tal incapacidad a efectos de la pertinentes prestación de la Seguridad Social o
de otro régimen de previsión aplicable (SAP de Salamanca de 27-06-07 (JUR 2007\258053)).

V. GRANDES INVÁLIDOS

a) Concepto: Al igual que se ha comentado al tratar el factor corrector por


incapacidad permanente, el concepto de gran inválido va acompañado de un carácter
laboral, que ha de ser suprimido, para así evitar como ya se indicó, la confusión en cuanto al
alcance de los conceptos civil y laboral, este último recogido en la LGSS. Como bien ha
señalado la jurisprudencia y la doctrina, el concepto de gran inválido “civil” es mucho más
amplio que el “laboral”. Al efecto puede consultarse la SAP de Navarra 29-07-05 (JUR
2005\239937) ya comentada anteriormente.

5
El Baremo reconoce como gran inválido a aquéllas “personas afectadas con
secuelas permanentes que requieren la ayuda de otras personas para realizar las
actividades más esenciales de la vida diaria, como vestirse, desplazarse, comer o análogas
(tetraplejías, paraplejías, estados de coma vigil o vegetativos crónicos, importantes
secuelas neurológicas o neuropsiquiátricas con graves alteraciones mentales o psíquicas,
ceguera completa, etc.)”, mientras que la LGSS en su artículo 137 dispone que “se
entenderá por gran invalidez la situación del trabajador afecto de incapacidad permanente
y que, por consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesite la asistencia de
otra persona para los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, desplazarse,
comer o análogos.” A primera vista observamos que se requiere la existencia de lesiones
impeditivas para llevar a cabo las actividades más esenciales de la vida diaria, y que tal
limitación requiera la asistencia de terceras personas para llevarlas a cabo.

Como hemos visto, el Baremo recoge una enumeración de determinadas


situaciones que han de conllevar una gran invalidez, enumeración que no ha de
considerarse numerus clausus.12

b) La gran invalidez en la Tabla IV: La estructura actual de la Tabla IV (BOE de


13-02-07) en lo referente a la gran invalidez difiere de la originaria de la Ley 30/95,
alteración que ha conllevado confusión en cuanto a los distintos apartados y subapartados
del mismo. Así en un primer momento con la Ley 30/95 el apartado grandes inválidos
recogía como subapartados la necesidad de ayuda de tercera persona, adecuación de la
vivienda y perjuicios morales de los familiares, mientras que el actual Baremo recoge
exclusivamente la necesidad de ayuda de tercera persona. Asimismo no se delimitó un
límite mínimo para la cantidad a indemnizar en caso de necesidad de ayuda de tercera
persona, lo que nos lleva a plantearnos las siguientes preguntas, ¿se requiere la
declaración de una previa incapacidad permanente? Y en su caso, ¿en qué grado? ¿son los
factores de corrección compatibles entre sí? y ¿cuál es el límite mínimo indemnizatorio de
la necesidad de ayuda de tercera persona, subapartado de la gran invalidez?

La jurisprudencia demuestra nuevamente una gran diversidad en cuanto a la


solución adoptada. Así, se encuentran aquéllas Audiencias que consideran que la situación
del lesionado ha de encuadrarse ya sea en la categoría de IPA o en la de gran inválido,
pero no en ambas a la vez, ya que la posterior en gravedad subsume a la anterior. Así
podemos ver la SAP de Almería de 20-09-00 (JUR 2000\274361):

“…la mencionada Tabla establece en orden a las lesiones permanentes varias categorías, de
menor a mayor gravedad de las mismas: incapacidad permanente parcial, esto es, secuelas que
limitan parcialmente el desempeño de la actividad u ocupación habitual; incapacidad
permanente total, que impiden totalmente la realización de esa actividad u ocupación;
incapacidad permanente absoluta, que inhabilitan para cualquier ocupación o actividad,
(entiéndase de carácter laboral o de habitual dedicación del lesionado); y gran invalidez, que no
sólo incapacita de modo absoluto, según lo expuesto, sino que, además, requiere la ayuda de
otras personas para realizar las tareas más elementales de la vida cotidiana, como la propia Ley
reseña. Por ello, el lesionado con secuelas permanentes ha de ser, en su caso, incluido en una de
esas cuatro categorías, según la menor o mayor incapacidad del mismo, incluyéndose,
obviamente, la anterior en la posterior, de mayor gravedad; de manera similar a la distinción
que, en orden a las incapacidades, viene manteniendo la legislación laboral, por un lado,
incapacidad temporal y por otro, incapacidad permanente, es decir, aquella incapacidad, en
principio, de carácter crónico y que aparece descrita en el art. 136 de la vigente Ley General de
la Seguridad Social, dentro de la cual dicha Ley distingue, (art. 137), entre la invalidez
permanente parcial para la profesión habitual, que es aquella que, sin alcanzar el grado de total,
ocasione al trabajador una disminución reglamentariamente establecida en su rendimiento
normal para dicha profesión, sin impedirle la realización de las tareas fundamentales de la
misma, la invalidez permanente total para la profesión habitual, que es aquella que inhabilita al
trabajador para la realización de todas o de las fundamentales tareas de dicha profesión, siempre
que pueda dedicarse a otra distinta, la invalidez permanente absoluta para todo trabajo, que es la
que inhabilita por completo al trabajador para toda profesión u oficio, y la gran invalidez,
concebida como la situación del trabajador afecto de invalidez permanente absoluta y que, por
consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesite la asistencia de otra persona para
realizar los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, desplazarse, comer o actividades
cotidianas análogas. Por tanto, siendo correcta y no discutida la calificación de gran inválido del
lesionado en el accidente de tráfico que nos ocupa, han de aplicarse, en su caso, uno o varios de
los factores de corrección contemplados en la Tabla IV del referido Baremo, en la calificación de

6
grandes inválidos, excluyéndose, por tanto, según lo expuesto, el factor de corrección
correspondiente a la incapacidad permanente absoluta.”

En el mismo sentido puede consultarse la SAP de Castellón de 01-03-05 (JUR


2005\131696), donde se indica que “la juzgadora debió de encuadrar la situación del
lesionado bien como IPA o bien, como gran invalidez, categoría superior que naturalmente
sobrepasa la precedente de la Tabla IV. Pero no en ambas a la vez.” 13 Igualmente SAP de
Barcelona de 07-02-05 (JUR 2005\118727), SSAP de Murcia de 24-11-05 (JUR 2005\72505) y
de 29-04-04 (JUR 2004\290449), SAP de Zaragoza 03-11-00 (JUR 2001\46878), SAP de
Salamanca 05-07-02 y SAP de Almería 08-09-00 (JUR 2000\274163).
En sentido contrario a lo indicado, se manifiestan algunas Audiencias que abogan
por entender que al ser los factores de corrección de la tabla IV concurrentes,
acumulables, no excluyentes (SAP de Navarra de 24-05-02 (JUR 2002\178744)) y por tanto
compatibles entre sí, es posible que una vez que se le ha reconocido al lesionado la
condición de gran inválido ( en atención a los efectos limitativos de sus lesiones y a la
necesidad de ayuda de tercera persona) sea indemnizado además de por los subfactores
de corrección propios de la gran invalidez, por las lesiones permanentes que tenga. En tal
sentido SAP de Asturias 28-10-00 (JUR 2001\45683).
Admitiendo que la gran invalidez conlleva una incapacidad permanente, hay
sentencias que admiten la posibilidad de que se trate de una incapacidad distinta a la
absoluta, aplicándose los subfactores de corrección propios de la gran invalidez. Así,
según la SAP de Valladolid de 16-02-06 (JUR 2006\1270904) “el hecho de que se reconozca
a una persona la cualidad de gran inválido, la incapacidad para la ocupación habitual no
tiene por qué ser necesariamente la permanente absoluta.”14 Pueden verse distintos
ejemplos en la jurisprudencia, algunos de los cuáles para permitir la aplicación de los
factores propios de la gran invalidez acuden al apartado 1º, regla 7, del Anexo.
La SAP de Girona de 22-06-05 (JUR 2006\52172) en un supuesto en el cual el INSS le
había reconocido al lesionado la condición de gran inválido, le concede una IPA en
atención a que sólo necesitaba la ayuda de terceras personas para aspectos puntuales,
añadiendo que “acreditado por las pruebas médicas la necesidad de ayuda de tercera
persona, aún no pudiendo ser concedida en base a lo dispuesto en el Baremo para los
casos de personas consideradas como grandes inválidos, sí que es posible efectuarlo en
virtud del elemento corrector establecido en el apartado 1º, regla 7, del Anexo, declarado
vigente por el Tribunal Constitucional (STC 181/00)” siempre y cuando se pruebe su
necesidad. Basándose en tal criterio, admite también la reclamación por adecuación de la
vivienda. En el mismo sentido, SAP de Valencia 31-01-02 (JUR 2002\111976) y SAP de
Valladolid de 16-02-06 (JUR 2006\127904) la cual concede una incapacidad permanente
total en atención a que “la incapacidad del actor no le supone una inhabilitación para
cualquier vida de relación” y le aplica los subfactores de corrección propios de la gran
invalidez al considerar que los distintos factores contemplados no son excluyentes entre sí
y pueden concurrir.
Como hemos visto según la propia definición de gran inválido que recoge el
Baremo, se han de dar dos condicionantes, que las secuelas padecidas impidan o limiten la
realización de las actividades esenciales del individuo y la necesidad de ayuda de tercera
persona para llevarlas a cabo. Según el Baremo se utilizan como criterios para valorar la
necesidad de ayuda de tercera persona, la edad de la víctima y el grado de incapacidad
para realizar las actividades más esenciales de la vida. Más adelante entraremos a estudiar,
cómo valorar esa necesidad, su acreditación y qué se ha de entender por actividades
esenciales de la vida, pero a primera vista vemos que el Baremo no establece un tramo
mínimo indemnizatorio para este subfactor de la gran invalidez, a diferencia de lo que
ocurre con el resto de incapacidades permanentes, cuyos valores indemnizatorios mínimos
se corresponden con los máximos de la anterior incapacidad en gravedad. Ante esta falta
de delimitación cuantitativa, algunos sentencias han utilizado este argumento para justificar
la duplicidad indemnizatoria en caso de concederse una IPA y aplicar los subfactores de la
gran invalidez, así puede verse la SAP de Castellón de 01-03-05 (JUR 2005\131696):

“Las cantidades previstas en la tabla IV para grandes inválidos carecen de limite mínimo, y tiene
un elevado tope máximo, para que el operador del Baremo ajuste e individualice el caso con

7
libertad de criterio, más siempre con base y con fundamentación. Pero sin que tenga necesidad
de encuadrarse la situación impeditiva también en las categorías inferiores previstas en la tabla.”

En el mismo sentido la sentencia de la misma Audiencia de 08-02-05 (JUR


2005\118706) en un caso en el cual la indemnización concedida en 1ª instancia por la gran
invalidez reconocida era inferior al límite máximo de una IPA, se cuestiona:

“si toda gran invalidez, a pesar de no indicar limite mínimo la tabla IV, ha de tener como tal el
limite máximo de la categoría anteriormente prevista. El recurrente, conforme a la mas
interesante interpretación para la suerte confiada, aboga por afirmar tal limite mínimo por ser
esto el sentido lógico del sistema, sin embargo significativo es, primero, el dato de que el
legislador haya fijado limites o marcos de mínimo y de máximo para el resto de categorías
incapacitantes de la tabla IV, y no lo haya hecho -aparentemente- para tal contingencia, y al
tiempo - y en segundo lugar -, contemple especialmente la necesidad de ponderar ciertos datos
para la ayuda de otra persona (edad y grado de incapacidad) junto con los generales que, como
elementos de reducción, puede hacerse por vía del criterio 7º del anexo de la Ley 30/95. Y es
que es elemental advertir, a título de ejemplo en términos teóricos, que una persona puede
haber devenido en gran inválido por un accidente de tráfico incluso de discreta lesividad,
cuando de antes, por cualquier circunstancia, y padecía una situación incapacitadora muy
cercana a esa gran invalidez, con lo cual no sería justo que el responsable del accidente hubiere
de pechar, a efectos indemnizatorios, con una situación final que proviene de una causalidad
compleja. Por ello, precisamente «el sistema» posibilita tales correcciones, en la medida que la
equidad lo imponga a fin de evitar enriquecimientos injustos, y no habría forma posible si el
legislador hubiere previsto un indisponible limite mínimo como el que pretende el recurrente.”15

En sentido contrario al indicado, es decir, entendiendo que la gran invalidez


conlleva de por sí, una IPA, y además que el subfactor de necesidad de ayuda de tercera
persona ha de partir del límite máximo indemnizatorio de la IPA, puede verse la SAP de
Bizkaia de 26-06-03 (JUR 2003\212154).

c) Necesidad de ayuda de tercera persona: Como hemos visto anteriormente,


para que estemos ante un gran inválido, además de exigirse que las secuelas padecidas
impidan o limiten al lesionado la realización de las actividades esenciales del individuo, es
necesario que esa limitación requiera el concurso de una tercera persona que auxilie para
poder llevarlas a cabo.

El factor corrector resarce el perjuicio económico patrimonial del gran lesionado,


que en atención a la nueva situación en la que se encuentra deberá hacer frente a una gran
cantidad de gastos (daño emergente).

Para que proceda su aplicación ha de acreditarse la necesidad de ayuda de tercera


persona y determinar qué se entiende por actividades esenciales de la vida, y si son de la
vida diaria o de la vida en general. Para determinar esa necesidad de ayuda, el Baremo
atiende a la edad de la víctima (“ponderando la edad de la víctima”) y al grado de
incapacidad para realizar las actividades más esenciales de la vida. Según el Dr. Cobo 16
habría que atender a la expectativa de supervivencia (el tiempo que esa persona va a
necesitar la ayuda de una tercera persona), y valorar no el grado de incapacidad sino el
grado de necesidad de ayuda de una tercera persona.

Tanto para acreditar esa necesidad como qué ha de entenderse por actividades
esenciales de la vida, es recomendable la utilización de los parámetros recogidos en la Ley
39/2006 de 14 de diciembre de 2006 (BOE de 15 de diciembre) de Promoción de la
Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia 17. La Ley
pretende atender las necesidades de aquellas personas que, por encontrarse en situación
de especial vulnerabilidad, requieren apoyos para desarrollar las actividades esenciales de
la vida diaria, alcanzar una mayor autonomía personal y poder ejercer plenamente sus
derechos de ciudadanía.

En cuanto al concepto “actividades básicas de la vida diaria” la Ley en su artículo 2


establece que son las tareas más elementales de la persona que le permiten desenvolverse
con un mínimo de autonomía e independencia, tales como: el cuidado personal, las

8
actividades domésticas básicas, la movilidad esencial, reconocer personas y objetos,
orientarse, entender y ejecutar órdenes o tareas sencillas.

Uno de los principios de la Ley es la valoración de las necesidades de las personas,


atendiendo a criterios de equidad para garantizar la igualdad real.

La atención a las personas en situación de dependencia y la promoción de su


autonomía personal deberán orientarse a la consecución de una mejor calidad de vida y
autonomía personal, en un marco de efectiva igualdad de oportunidades.

La situación de dependencia se clasifica en grados I, II y III, y cada uno de ellos en 2


niveles según la autonomía de las personas y de la intensidad del cuidado, que se
determinarán por aplicación del Baremo de valoración de la situación de dependencia (R.D.
504/2007 de 20 de abril, corregido según BOE de 18 de mayo de 2007) que establecerá los
criterios objetivos de valoración del grado de autonomía de la persona, de su capacidad
para realizar las distintas actividades de la vida diaria, los intervalos de puntuación para
cada uno de los grados y niveles de dependencia. El Baremo valora la capacidad de la
persona para llevar a cabo por sí misma las actividades básicas de la vida diaria, así como
la necesidad de apoyo y supervisión para su realización por personas con discapacidad
intelectual o con enfermedad mental. El Baremo permite determinar las situaciones de
dependencia moderada, grave y de gran dependencia.

Como vimos en el apartado anterior, el Baremo no recoge límite mínimo


indemnizatorio para la necesidad de ayuda de tercera persona, existiendo distintas
posturas jurisprudenciales al respecto, pero independientemente de que se entienda que la
gran invalidez conlleva una IPA o no, el importe indemnizatorio final vendrá determinado
por la expectativa de vida del lesionado, así como por el grado de necesidad de ayuda de
tercera persona que se fijará en aplicación de los criterios marcados por el Baremo de la
Ley de Dependencia.

Compatibilidad de la necesidad de ayuda de tercera persona con la prestación


económica reconocida a los grandes inválidos para remunerar a las personas que le
atiendan (artículo 139.4 LGSS): la pensión de invalidez reconocida a los grandes inválidos
alcanza el 150 % de la base reguladora, un 50 % más que la fijada para la incapacidad
permanente absoluta, con el único objeto de atender los costes de una persona que atienda
al lesionado. Por tanto, en el ámbito de la responsabilidad civil por accidentes de tráfico, se
plantea la cuestión de si ambas cantidades, la concedida en aplicación del Baremo, y la
pensión de invalidez en el 50 % de incremento, son compatibles, ya que el objeto es el
mismo. Entiendo que la indemnización en aplicación del Baremo debería ser reducida en
atención al importe que se conceda a través de los servicios públicos, ya que el objeto de
ambas como se ha indicado es el mismo.

Sujeto activo de la prestación: puede llevarse a cabo a través de múltiples medios,


ya sea en centros especializados, a través de personal cualificado, o incluso los propios
familiares del lesionado (en la SAP de Asturias de 16 de abril de 2007 (JUR 2007\212181) es
la propia mujer del lesionado la que auxilia al lesionado) determinándose en cada caso el
grado de auxilio a prestar.

En el supuesto de grandes inválidos en situación de coma vigil o que requieran de


una atención médico-sanitaria continua, se generarán gastos de asistencia hospitalaria de
por vida, por lo que se plantea si aun los devengados con posterioridad a la consolidación
de las secuelas, han de ser abonados por la entidad aseguradora. Al respecto, la SAP de
Pontevedra de 3 de marzo de 2006 (JUR 2006\118502) en un supuesto en el que se había
concedido el máximo previsto en el Baremo para la necesidad de ayuda de tercera
persona, se solicita por la parte apelante no se impongan límites para el abono de los gastos
de asistencia hospitalaria futuros. Según el Tribunal, la lesionada que se encuentra:

9
“…en estado de coma vigil, ha de permanecer ingresada en centro médico por los argumentos
que la misma expone, plenamente justificados y respaldados por los informes emitidos en la
causa. Tal permanencia devenga unos gastos que por lo general resultan ciertamente onerosos,
ahora bien, en caso de que la alternativa fuera otra, es decir, la permanencia en domicilio,
también los gastos asistenciales habrían de ser ciertos y elevados, así la necesidad de ayuda de
una tercera persona para su cuidado, la necesidad de los tratamientos de estímulo y
rehabilitación que en el centro sanatorial se le vienen dispensando, la necesidad de adecuación
de la vivienda y su mobiliario, la necesidad de adquisición de aquellos medicamentos y
productos precisos para su cuidado integral. En definitiva, esa asistencia integral de la lesionada
comprende una serie de devengos o gastos que responden a necesidades de diversa naturaleza,
pero todas ellas permanentes, periódicas y ciertas. Todas forman parte del daño emergente o
gastos futuros pero ciertos que conlleva una situación de gran invalidez. De lo anterior, se puede
extraer una primera conclusión, el límite cuantitativo que la juzgadora estima que el Baremo
impone para el resarcimiento de esos gastos, no puede quedar fijado en el límite indemnizatorio
relativo a aquellos que son de un único tipo, a saber, el de la necesidad de ayuda de una tercera
persona, pues como se dijo, el tratamiento asistencial comprende otros gastos que también se
devengarían y cuya indemnización el Baremo prevé. Pero es que además habría los gastos
puramente médico-farmaceúticos (sondas, curas, medicamentos, tratamientos de estimulación o
rehabilitación) futuros pero ciertos, previsibles y evaluables, cuya cobertura, entendemos que el
Baremo garantiza en el punto 6º del apartado Primero del Anexo (al Real Decreto Legislativo
8/2004 de 29 octubre [ RCL 2004, 2310] ) (BOE 5-11-2004) al establecer que «Además de las
indemnizaciones fijadas con arreglo a las tablas, se satisfarán en todo caso los gastos de
asistencia médica y hospitalaria y, además en las indemnizaciones por muerte, los gastos de
entierro y funeral». Dicho apartado es claro en cuanto a que se refiere a gastos no contenidos en
las indemnizaciones que fijan las tablas. Tal previsión no puede quedar únicamente limitada a los
gastos devengados hasta la estabilización de las lesiones, cuando, por las características del caso
concreto, al cual ha de estarse para la reparación íntegra que dicho sistema proclama en el punto
7º del referido apartado primero como principio resarcitorio en restauración del derecho a la
salud, resulte acreditado un daño emergente o gastos futuros ciertos y necesarios, como es el
caso de los grandes inválidos. En definitiva, los gastos de asistencia médica y también los
hospitalarios, son un concepto diferente a aquellos que se indemnizan con los factores de
corrección establecidos para grandes inválidos por «necesidad de ayuda de otra persona» y por
«adecuación de la vivienda», amparando la íntegra reparación de los primeros la previsión
establecida en el referido punto 6.18

Al respecto hay que señalar que tras la entrada en vigor de la Ley 21/2007 de 11 de
julio (BOE de 12 de julio de 2007) que transpone la 5ª Directiva, el número 6 del apartado 1º
del anexo del Texto Refundido de la Ley sobre Responsabilidad Civil Circulación y Seguro
en la circulación de vehículos a motor ha sido modificado, quedando la redacción del
siguiente modo: «6. Además de las indemnizaciones fijadas con arreglo a las tablas, se
satisfarán en todo caso los gastos de asistencia médica, farmacéutica y hospitalaria en la
cuantía necesaria hasta la sanación o consolidación de secuelas, siempre que el gasto esté
debidamente justificado atendiendo a la naturaleza de la asistencia prestada.
En las indemnizaciones por fallecimiento se satisfarán los gastos de entierro y funeral según los
usos y costumbres del lugar donde se preste el servicio, en la cuantía que se justifique», por lo
que se pone un límite, al menos por escrito, al pago de los gastos de asistencia médica,
farmacéutica y hospitalaria.

d) Adecuación de la vivienda: Como segundo concepto indemnizable de la gran


invalidez tenemos la adecuación de vivienda. El Baremo nos da unas pautas o bases para
determinar el tantum indemnizatorio a conceder por la adecuación de la misma. La
indemnización a conceder vendrá determinada por las características de la vivienda, las
circunstancias del incapacitado y sus necesidades. Con este subfactor se pretende resarcer
los perjuicios patrimoniales que ha de afrontar el lesionado en atención a su nueva
situación sobrevenida por el siniestro19, indemnización que ha de ser utilizada para el fin
para el que fue concedida.20 Habrá de acreditarse la necesidad de la adecuación de la
vivienda, así como la cantidad que se pretenda obtener, motivo por el cual la casuística es
muy variada, si bien se suscitan una serie de cuestiones a resolver.

¿Qué ocurriría si fuera necesaria la compra de una vivienda? Según la SAP de


Granada de 29-09-05 (JUR 2006\203907)

“…si la vivienda de la lesionada no es susceptible de reforma para adecuarla a sus necesidades


por sus propias limitaciones arquitectónicas y de espacio disponible y la única solución
satisfactoria es que adquiera una vivienda nueva ya adaptada a su condición de gran inválida,
justo es reconocerle el máximo posible que permite el límite cuantitativo del Baremo “21

10
Como hemos indicado se ha de acreditar, en atención a la nueva situación del
lesionado, la necesidad de llevar a cabo reformas en la vivienda, tendentes a facilitar la
vida del mismo. Dicha acreditación es conveniente documentarla con presupuestos
desglosados así como informes periciales y médicos que demuestren la relación de
causalidad entre los gastos a invertir y las necesidades del lesionado (SAP de Huelva de
11-05-06 (JUR 2007\28481))22. En algunos casos como en la SAP de Barcelona de 22-11-05
(ARP 2006\107) y la SAP de Lugo de 19-12-06 (JUR 2007\228991) la acreditación de la
necesidad se documentó en presupuestos, si bien la indemnización final no se determinó
hasta ejecución de sentencia, una vez se presentaran las facturas de las obras llevadas a
cabo así como los informes periciales que lo soportaban, para comprobar la realización de
tal adecuación, siendo no procedente cantidades a tanto alzado. 23

Otra cuestión que se suscita es si la vivienda a adecuar ha de ser en propiedad del


perjudicado. Entiendo que no, ya que como se indica en la SAP de Pontevedra de 31-05-05
(JUR 2006\19375): “no se exige en el Baremo que se acredite la titularidad del inmueble
sino solamente las características de la vivienda y circunstancias del incapacitado.” En el
supuesto de que la vivienda donde resida el lesionado sea de alquiler, es difícil obligar al
arrendador a soportar las obras de adecuación a llevar a cabo, por lo que se debería
proveer al lesionado de una vivienda adaptada a sus nuevas circunstancias, en atención a
los informes periciales emitidos y por el máximo legal permitido. Al respecto puede
consultarse la SAP de Las Palmas de 08 de julio de 2004 (JUR 2004\270227). En sentido
contrario encontramos la SAP de Guadalajara de 17 de junio de 2002 (JUR 2002\202334) que
indica que “lo que no cabría nunca es la concesión, de una suma por compra de vivienda
adaptada susceptible de adaptación, dado que su reconocimiento e incluso podría implicar
un enriquecimiento injusto por parte del desgraciadamente lesionado, situación proscrita
por la Ley.”

En cuanto a la cantidad a indemnizar, la misma vendrá determinada, como hemos


visto por las pruebas practicadas, si bien como indica la mayoría de la jurisprudencia el
límite máximo será el del Baremo, sin que quepa sobrepasarlo. (SAP de Castellón de 21-07-
06 (JUR 2007\78078) y SAP de La Rioja de 29-07-05 (JUR 2005\226586))24

¿Cabe el reconocimiento del factor a aquéllos lesionados no considerados grandes


inválidos? Atendiendo a la ubicación del subfactor en el actual Baremo en comparación con
la estructura originaria de la Tabla IV según la Ley 30/95, parece que estamos ante un
concepto exclusivo de los grandes inválidos, si bien, por aplicación del principio de total
indemnidad podría plantearse la posibilidad de su aplicación al resto de incapacidades. Al
respecto pueden verse un grupo de Audiencias que entienden que sí cabe su extensión al
resto de incapacidades, siempre que se practique las pruebas pertinentes, si bien
utilizando para su ubicación en el Baremo el apartado 1º, regla 7 del Anexo (SAP de Girona
de 22-06-05 (JUR 2006\52172), SAP de Valencia de 31-01-02 (JUR 2002\111976), SAP de
Valladolid de 16-02-06 (JUR 2006\127904) y SAP de La Coruña de 22-11-06 (JUR
2007\38473))). En sentido contrario pueden consultarse las siguientes sentencias: SAP de
Murcia de 29-03-06 (JUR 2006\160064), SAP de Girona de 06-09-05 (JUR 2006\53068), SAP
de Asturias de 11-04-05 (JUR 2005\158184), SAP de Castellón de 17-03-05 (JUR 2005\131091)
y SAP de Barcelona de 07-02-05 (JUR 2005\118727).

e) Perjuicios morales de familiares: Como tercer concepto indemnizable dentro


del apartado de los grandes inválidos el Baremo recoge los perjuicios morales de
familiares, que según el texto original, están “destinados a familiares próximos al
incapacitado en atención a la sustancial alteración de la vida y convivencia derivada de los
cuidados y atención continuada, según circunstancias.” Dentro del sistema es el único
factor que resarce los daños indirectos causados a terceras personas distintas del
perjudicado (SAP de Madrid de 22-09-06 (JUR 2007\31044)), resarciendo los daños morales
sufridos por los familiares del lesionado, siempre y cuando se den los siguiente
condicionantes: 1) han de ser familiares próximos, por lo que habrá que determinar si en
todo caso han de ser familiares según grado de parentesco y qué se entiende por próximos
al incapacitado; y 2) que dicha atención suponga una sustancial alteración de la vida y
convivencia derivada de los cuidados y atención continuada.

11
En cuanto a si los familiares a los que va destinado el factor corrector han de ser por
el parentesco, a favor puede verse la SAP de Granada de 29-09-05 (JUR 2006\203907).25

El Baremo exige que los cuidados y atención continuada que se preste al lesionado
por parte de los familiares, haya de suponerles una sustancial alteración de la vida, con su
perjuicio en su estado anímico, en su vida de relación tanto interior en la familia, como en
el resto de los ámbitos de desarrollo de la personalidad (Paúl de Velasco).

¿Quiénes están legitimados activamente para exigir el factor corrector? Sobre este
tema existe gran controversia, tanto doctrinal como jurisprudencial. En este último ámbito
el Tribunal Constitucional, se pronunció a través de la sentencia 15/2004 de 23 de febrero 26
indicando que el único beneficiario de la indemnización por perjuicios morales de los
familiares es el propio lesionado y no los familiares directos del mismo en relación con la
previsión del apartado 1.4º del anexo del Baremo en el que se fijan los criterios de
interpretación del mismo y que señala que sólo la víctima es el beneficiario de las
indemnizaciones. Dicho pronunciamiento ha sido criticado abiertamente tanto por la
doctrina como por algunas Audiencias27 al entender que el TC invade la jurisdicción
ordinaria, haciendo una interpretación de la ley que no le compete. Destacamos, como
postura contraria a la manifestada por el TC, la SAP de Murcia de 16-09-05 (JUR
2006\203939) que en su FJ 4º indica que:

“…es cierto que la sentencia del Tribunal Constitucional citada viene a señalar que el único
beneficiario de la indemnización por perjuicios morales de familiares es el propio lesionado y no
los familiares directos del mismo en relación con la previsión del apartado 1.4º del anexo del
Baremo en el que se fijan los criterios de interpretación del mismo y que señala que solo la
víctima es el beneficiario de las indemnizaciones. No dudando de la autoridad del Tribunal
Constitucional, sin embargo no es posible aplicar dicha interpretación en este caso. Los
Tribunales están obligados a seguir la doctrina emanada del Tribunal Constitucional en la
interpretación de las leyes que éste realice desde un punto de vista constitucional (artículo 5
LOPJ), pero no existe tal obligación cuando el citado Tribunal entra a conocer de cuestiones de
legalidad ordinaria, pues en estos casos, el Constitucional va más allá de su función de máximo
intérprete de la Constitución y entra en terreno competencia exclusiva de los juzgados y
tribunales que en este caso solo están obligados a seguir los criterios emanados por la
jurisprudencia del Tribunal Supremo de conformidad con el artículo 1.6 del Código Civil. La
citada sentencia da una interpretación de legalidad ordinaria que puede ser o no compartida,
pues no se niega que se trata de una cuestión polémica, pero que no existe obligación de seguir
dicho criterio si no se está conforme con el mismo. Y en este caso, al igual que ocurre con la
juzgadora a quo, no se comparte dicho criterio en modo alguno. El tercero y último de los
conceptos retribuibles en situación de gran invalidez en la tabla IV es el de los perjuicios morales
de familiares, para los que se prevé una indemnización destinada, por imperativo legal, a
familiares próximos al incapacitado en atención a la sustancial alteración de la vida y convivencia
derivada de los cuidados y atención continuada, según circunstancias. La existencia real de estos
perjuicios morales a los familiares del gran inválido es unánimemente reconocida por la doctrina
y la jurisprudencia. La situación generada por la situación de gran invalidez es de suficiente
entidad para alterar profundamente la vida y las relaciones no sólo del lesionado, sino también
de sus familiares más allegados que sufren de forma directa y permanente la situación de
afectividad y la alteración de convivencia derivada del estado del gran inválido. Este concepto
indemnizatorio es autónomo e independiente del anterior de ayuda de terceras personas. Por un
lado obedece a distinta finalidad, ya que uno contribuye a paliar los gastos que conllevan las
necesidades cotidianas del gran inválido, mientras que la otra tiene por finalidad compensar los
padecimientos de quienes viven en tan lastimosa situación con el familiar al que se hayan ligados
con estrechos vínculos de afectividad. Por otro lado los destinatarios de una u otra indemnización
son distintos. La ayuda a tercera persona va dirigida en favor del propio gran inválido, mientras
que en la estudiada, los beneficiarios son los mismos familiares del gran inválido por un derecho
propio. No cabe duda de que ésta es la interpretación más correcta en relación con las
circunstancias derivadas de un siniestro que, como el presente, genera una situación de gran
invalidez. Es absurdo acudir a una interpretación literalista del apartado 1.4 del anexo, pues en
definitiva quien sufre los perjuicios que se indemnizan en dicho factor de corrección, no es el
lesionado, sino precisamente los familiares que están a cargo del mismo y que ven
profundamente alterada su vida por esta nueva situación. Son daños propios de los familiares que
no tienen porqué ser indemnizados a la víctima, pues para asegurarse la atención de terceras
personas ya existe previsto en el Baremo otro concreto factor de corrección que sí corresponde
directamente a la víctima del siniestro. Debe ser interpretado como una excepción al régimen
previsto en el apartado 1.4 del anexo, que está expresamente señalada en la tabla IV y que como
tal debe ser objeto de indemnización a los directos familiares que están y, sin duda, continuarán
atendiendo al lesionado.”

12
¿Es aplicable el factor corrector a incapacitados permanentes no considerados
grandes inválidos? Como vimos al iniciar el estudio de los grandes inválidos, en la
estructura originaria del Baremo de la Ley 30/95 el factor corrector aparecía como un
subapartado del apartado general de la gran invalidez, mientras que en el actual Baremo
del año 2007 aparece como un apartado no incluido en el general de la gran invalidez, sino
como otro más a aplicar dentro de la Tabla IV. Al respecto la jurisprudencia mayoritaria
opta por entender que dicho factor es exclusivo de los grandes inválidos en los que la
autonomía personal del paciente se encuentra prácticamente anulada, precisando de
cuidados permanentes de terceros. Al respecto también se pronunció el TC en la STC
15/2004 de 23 de febrero (RTC 2004\15) indicando que para la aplicación del factor se
requería la previa condición de gran inválido. En el mismo sentido SAP de Almería de 09-
11-01(JUR 2001\48235) y SAP de Barcelona de 14-11-0628, siendo esta la posición
mayoritaria.

Se suscita la cuestión de si la aplicación del factor es compatible con el de


necesidad de ayuda de tercera persona. Dichas dudas vienen motivadas por la confusión
sobre el tipo de daños que resarce cada uno de ellos. Así el factor corrector que estamos
estudiando resarce como su nombre indica el daño moral indirecto, sufrido por los
familiares (en atención al concepto amplio que hemos dado) por la alteración sustancial de
su vida, pretendiendo compensar los padecimientos de quienes viven en tan lastimosa
situación con el familiar al que se hayan ligados con estrechos vínculos de afectividad (SAP
de Murcia de 16-09-05 (JUR 2006\203939), mientras que el factor corrector de necesidad de
ayuda de tercera persona va dirigido a resarcir daños patrimoniales, los gastos que
conllevan las necesidades cotidianas del gran inválido. Por tanto, ambos factores son
autónomos e independientes.

Respecto a su cuantificación, el Baremo actual establece una horquilla sin límite


mínimo de hasta 124.028,38 euros, por lo que habrá que atender a la prueba que se
practique que ha de acreditar esa sustancial alteración de la vida y convivencia del familiar,
el tipo de atención que se preste, ya sea continuada o esporádica, la esperanza de vida del
lesionado, su grado de necesidad de ayuda así como las actividades esenciales de la vida
diaria que puede llevar a cabo. Para objetivar el grado de dependencia, sería
recomendable la utilización del Baremo de valoración de la situación de dependencia
establecido por la Ley 39/2006 de 14-12-06 que vimos en el apartado c) anterior.

VI. EMBARAZADA CON PÉRDIDA DE FETO A CONSECUENCIA DEL ACCIDENTE

El factor corrector que vamos a estudiar es similar al contemplado en la Tabla II, si


bien como veremos los importes indemnizatorios son distintos, ya que la Tabla II establece
importes fijos, mientras que la Tabla IV indica “Hasta…” dejando así a discrecionalidad del
Juez la cuantía a conceder. El Baremo establece dos supuestos, si el concebido fuera el
primer hijo, y si el concebido fuera el segundo hijo o posteriores, modulando la
indemnización en cada uno de ellos en atención al tiempo transcurrido desde la gestación.
El título del factor corrector recoge una nota aclaratoria según la cual “habrá lugar a la
percepción de esta indemnización, aunque la embarazada no haya sufrido lesiones.”
Indemnización que, como dijimos, va desde un mínimo no establecido, al máximo de
33.074,24 euros, en el caso de que el concebido fuera el primer hijo y el período de
gestación fuera de 3 meses o más. En el Baremo original de la Ley 30/95 la indemnización
estaba fijada, sin posibilidad de discrecionalidad alguna, no existiendo la horquilla abierta
actualmente que en puridad va desde “cero” euros a los máximos establecidos. Al respecto
la SAP de Guipuzkoa de 14 de julio de 2006 (JUR 2007\100732) indica que:

“…el uso de la expresión "hasta " claramente indicativa del limite máximo, permiten atemperar la
cuantía indemnizatoria a las circunstancias del caso concreto dentro de esa franja de "hasta tres
meses", y ello en la medida en que ha de entenderse comprensible que no se valore,
cuantitativamente, en idénticos términos, una gestación de cinco semanas, frente a una gestación
de 12 semanas.”

13
Como requisitos exigidos por la jurisprudencia, destaca, como parece obvio, que ha
de demostrarse tanto la situación de embarazo previa a la ocurrencia del siniestro, como la
relación causa efecto entre el siniestro y la posterior interrupción del embarazo (SAP de
Madrid de 23 de junio de 2006 (JUR 2007\33026)) acreditándose este último extremo
mediante los informes médicos periciales oportunos.29

Llama la atención el supuesto contemplado en la SAP de Girona de 22 de diciembre


de 2005 (JUR 2006\265283) en un caso en el cual se reclamaba la aplicación del factor
corrector, si bien para la Tabla II, en un supuesto de adopción, siendo desestimada la
petición al entender que:

“Ni siquiera en una concepción avanzada y progresista de la interpretación del factor de


corrección puede llegarse a la concesión del mismo en el excepcional caso que se nos propone.
En primer lugar, como consecuencia del accidente no se destruye ninguna otra vida, además de
la de la madre embarazada, la del feto, sino que se viene abajo un proyecto de futuro
equiparable a otros muchos y que encuentra su acomodo económico en la indemnización por
causa de muerte. En segundo lugar, la adopción de un hijo es un proceso que, pese a ser
emprendido en muchas ocasiones por parejas, no es exclusivo de las mismas, estando por el
contrario centrada la regulación legal en la adopción individual por lo que ninguna norma impide
al recurrente el que pueda en el futuro intentar la adopción de otro hijo.”

VII. ELEMENTOS CORRECTORES DEL APARTADO PRIMERO.7 DE ESTE ANEXO

Los elementos correctores a los que este factor corrector se refiere, están recogidos
en el apartado Primero 7 del Anexo de la Ley de explicación del Sistema. Dichos elementos
correctores pueden ser tanto de disminución de la indemnización, como de agravación,
atendiéndose a la concurrencia de la propia víctima en la producción del accidente o en la
agravación de sus consecuencias, subsistencia de incapacidades preeexistentes o ajenas al
accidente que hayan influido en el resultado lesivo final y la producción de invalideces
concurrentes.

A diferencia de lo dispuesto en la Tabla II para los casos de muerte de la víctima, en


la Tabla IV, se prevé tanto el aumento como la disminución del importe de la
indemnización, en atención a “las circunstancias” que deberán ser valoradas por el Juez, no
imponiéndose límite alguno.

Algunas sentencias han utilizado este factor corrector como recurso final para
reconocer factores de corrección, en principio y según la estructura del Baremo, propios
de otro tipo de perjudicados. Por ejemplo en la SAP de Girona de 22 de junio de 2005 (JUR
2006\52172) en un caso en el cual la Audiencia le reconoció una incapacidad permanente
absoluta, si bien el INSS le reconoció una gran invalidez, “sin embargo, acreditado por las
pruebas médicas la necesidad de ayuda de tercera persona, aún no pudiendo ser
concedida en base a lo dispuesto en el Baremo para los casos de personas consideradas
como grandes inválidos, sí que es posible efectuarlo en virtud del elemento corrector
establecido en el apartado 1º, regla 7, del Anexo.”(Con la misma justificación se reconoce
la aplicación del factor corrector de adecuación de la vivienda).30

Como ejemplo de aumento y reducción de la indemnización, según las


circunstancias concurrentes en el caso, puede consultarse la SAP de Málaga de 07 de julio
de 2000 (ARP 2000\3063) donde ante la grave situación patológica del lesionado previa al
accidente, y que obviamente, influyó en el resultado lesivo final, la indemnización se rebaja
en un porcentaje del 15 %, si bien posteriormente el Juez, en atención a la situación
“aceptable” previa del lesionado que se vio perjudicada por el accidente, al devenir una
gran invalidez, le concede un incremento del 25 %, resultando así un porcentaje de
aumento final del 10 %.

14
VIII. ADECUACIÓN DEL VEHÍCULO PROPIO

El factor corrector de adecuación del vehículo propio viene ubicado, en la


redacción originaria de la Ley 30/95, como deslindado de cualquier incapacidad
permanente específica, a diferencia del factor corrector de adecuación de la vivienda, que
se recoge como subfactor de la gran invalidez, resarciendo los perjuicios económicos que
la nueva situación impeditiva le ocasiona. ¿Cabe pensar en la posibilidad de su
reconocimiento a cualquier incapacidad permanente, en atención a las “circunstancias del
incapacitado permanente” y las características del vehículo? La respuesta a este
interrogante es similar al factor corrector de adecuación de la vivienda, encontrándonos
sentencias que entienden que el factor corrector es de exclusiva aplicación a los grandes
inválidos (SAP de Castellón de 17-10-05 (JUR 2005\273437)), así como otras resoluciones
que admiten su aplicación en virtud del principio de total indemnidad (SAP de Valladolid
de 16-02-06 (JUR 2006\127904)). En ambos casos es fundamental la prueba que se
practique, la cual ha de acreditar fehacientemente tanto la necesidad de adecuación del
vehículo, según sus características, o en su caso la imposibilidad de adaptar el vehículo a la
nueva situación impeditiva del lesionado, y las circunstancias del incapacitado
permanente, por lo que sería posible su concesión a cualquier incapacitado permanente.

¿Qué ocurriría en el caso en el cual el lesionado no tuviera vehículo propio? La SAP


de Girona de 06-09-05 (JUR 2006\53068) señala que:

“…no se demuestra cumplidamente un requisito previo, cual es el de tener un turismo que


utilizase en calidad de conductora y que precise su sustitución o adecuación mecánica; dicha
indemnización ha de ser restringida a los casos en que se demuestra la conducción como una
actividad normal de la vida diaria, pues, de otra manera, podríamos llegar a financiar la
adquisición de un turismo del que nunca antes se hubiera disfrutado.”

En el mismo sentido exigiendo la previa tenencia de un vehículo puede consultarse


la SAP de La Rioja de 29-06-05 (JUR 2005\226586) y la SAP de Madrid de 28-12-01 (JUR
2002\147399).

En sentido contrario, y siguiendo el criterio más acertado, se puede consultar la


SAP de Valencia de 17-12-01 (JUR 2002\58418) que atiende no al hecho de la tenencia en
propiedad de un vehículo propio por parte del lesionado, sino por la necesidad
sobrevenida a consecuencia del siniestro:

“…siendo un hecho cierto que el perjudicado, quien para su desplazamiento precisa de silla de
ruedas, debe disponer de un vehículo adecuado que lleve incorporadas las medidas que tan
grave incapacidad exige, sin que su procedencia legal esté en modo alguno supeditada a la
preexistencia de un vehículo en propiedad a favor del perjudicado, no constando que el niño
tuviera coche propio en el momento del siniestro, sino condicionada a su necesidad, la cual está
fuera de cuestión.”

Siguiendo la línea de la anterior sentencia, se encuentran las SAP de Málaga de 18-


06-01 (JUR 2001\285796), SAP de Valencia de 31-10-02 (JUR 2004\33812) y SAP de Barcelona
de 10-06-05 (JUR 2006\242534)

¿Y si no es posible la adecuación del vehículo, siendo necesaria la adquisición de


uno nuevo? Al respecto se viene exigiendo que previa adquisición del vehículo se
demuestre fehacientemente, que no haya sido posible la adecuación del vehículo que se
poseía. Así la SAP de Alicante de 25-10-05 (JUR 2007\43515) establece que resulta:

“…procedente tan sólo indemnizar por el coste de adecuación del vehículo, sin que sea posible
indemnizar por el coste total, en primer término, porque el propio factor de corrección delimita
la indemnización a los gastos de adecuación del propio vehículo, y en segundo lugar, porque tal
y como señala Línea Directa Aseguradora, no se ha acreditado en las actuaciones la
imposibilidad de adaptación en un vehículo de gama inferior, o la imposibilidad de adaptar el
que tenía con anterioridad, debiendo añadir que Don José Miguel en su informe obrante a los

15
folios 813 a 818 consideraba que Sonsoles precisa de un vehículo adaptado, siendo el ideal un
vehículo monovolumen para no tener que hacer transferencias, sin que sea éste el tipo de
vehículo adquirido, que ha sido un Audi A3, 1.8 Aut. Attra, considerando este Tribunal que
procede la indemnización por este concepto exclusivamente por el importe de los gastos de
adaptación, esto es, 478 euros.” En el mismo sentido la SAP de La Rioja de 16-04-04 (JUR
2004\147024), SAP de Salamanca de 07-11-05 (JUR 2006\28922).

La SAP de La Coruña de 09-07-02 (JUR 2002\252645) y SAP de Salamanca de 26-03-


02 (JUR 2002\130695) entienden que el coste de adquisición de un nuevo vehículo no es
encuadrable en este factor corrector, pero sí la adaptación de ese nuevo vehículo. Por otro
lado, algunas sentencias señalan que el coste de adquisición de un nuevo vehículo es
encuadrable en la indemnización de los daños materiales y por tanto no sometida a los
límites del Baremo, mientras que la adecuación del mismo sí sería admisible por el factor
corrector (en tal sentido SAP de Castellón de 13-12-04 (JUR 2005\82824) y la SAP de
Navarra de 06-09-06 (JUR 2004\305689)):

“En lo referente a la aplicación del factor de corrección por adecuación de vehículo propio, lo
que ha sido indemnizado por el Juzgado "a quo", no es propiamente la aplicación exclusiva de
este factor de corrección, sino el daño material que representa el gasto que ha tenido que asumir
el perjudicado y su familia, al no poder utilizar por el nuevo estado de incapacidad del Sr. Pablo ,
su anterior vehículo ni poder adaptarlo. En tal caso es evidente que la concesión del importe de
adquisición de un nuevo vehículo, previo descuento del importe de las cantidades percibidas por
su anterior vehículo, es un daño material indemnizable directamente y no como factor de
corrección de adecuación, pues se ha situado al perjudicado y su familia en la necesidad de
sustituir su vehículo por lo que el gasto que el mismo representa implica un daño material
indemnizable de forma directa, sin perjuicio de aplicar a la nueva adquisición necesaria, el factor
de corrección derivado eso sí de la adecuación del nuevo vehículo a las necesidades derivadas
de la incapacidad del perjudicado, pues en definitiva el daño que representa la necesidad de
sustitución del vehículo no tiene encuadre directo en el apartado 2. del Art. 1 de la Ley sobre
Responsabilidad civil y seguro en la circulación de vehículos a motor, valorable conforme al
Baremo, sino de un daño material.”

IX. CONCLUSIONES

Como hemos comprobado a través de este estudio, la interpretación de los distintos


factores de corrección de la Tabla IV por parte de nuestros Tribunales es muy diversa.
Actualmente, y tras la entrada en vigor de la Ley 21/2007 cuyo artículo 1.4 modifica los
límites de cobertura del seguro obligatorio, aumentándolos en cuanto a los daños
personales a 70 millones de euros por siniestro, y a 15 millones de euros por siniestro en el
caso de daños en los bienes, cuya entrada en vigor se produjo el 01 de enero de 2008, sería
momento para abordar una modificación del Baremo tendente a intentar lograr el pleno
resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados, no sólo con el aumento de los
importes de la Tabla IV, sino también para intentar dar cobertura a aquéllos aspectos más
problemáticos actualmente, como el lucro cesante. Entiendo, que la doctrina emanada del
TC en la STC 181/00 es extensible a la Tabla IV, permitiéndose por tanto que en aquéllos
casos en los que medie culpa del conductor, se pueda lograr el pleno resarcimiento de los
perjuicios ocasionados y de la ganancia dejada de obtener, todo ello mediante la prueba
que se practique en su caso, solución ésta que no abre pie a la discrecionalidad judicial a
la hora de fijar las indemnizaciones, situación propia de la época anterior a la entrada en
vigor, y aceptación práctica, de la Ley 30/95 que instauró el Baremo, ya que la estimación o
no del lucro cesante vendrá precedida de la oportuna y completa prueba que se lleve a
cabo. Asimismo, acudiendo de nuevo a la prueba que se practique, permitir la
compatibilidad de los factores de la Tabla IV, ¿acaso un lesionado con incapacidad
permanente total no puede llegar a necesitar la ayuda de tercera persona aunque sea de
manera esporádica?, ¿o la adecuación de su vivienda o de determinados elementos de la
misma? En todo caso, la respuesta a estas cuestiones habrá de venir acompañada de los
informes oportunos que justifiquen las medidas a adoptar. Asimismo, la calificación de un
lesionado como incapacitado permanente y, en su caso, como gran inválido, debe
separarse del ámbito laboral, delimitando qué se ha de entender por ocupación o actividad
habitual de la víctima, sin atender exclusivamente al ámbito laboral propio de la Seguridad
Social; así como atender a la esperanza de vida del lesionado y la necesidad de ayuda de

16
tercera persona para su correcta calificación. Para una adecuada delimitación tanto de la
situación impeditiva del lesionado, así como de las necesidades que se le generan, es
imprescindible un seguimiento continuo del lesionado por parte de los peritos médicos,
seguimiento que en caso de utilizarse los criterios fijados por el Baremo de Dependencia
de la Ley 39/2006, nos aportará una idea más clara y adecuada de la situación impeditiva
del lesionado.

En aras de proteger a los grandes lesionados, sería aconsejable fomentar el uso del
instituto de la renta vitalicia. En las sentencias estudiadas para elaborar este trabajo se
pueden contar con los dedos de una mano los casos en los cuáles se ha promovido el uso
de la renta vitalicia. Como bien indica la SAP de Castellón de 01 de marzo de 2005 (JUR
2005\131696) la renta vitalicia cumple adecuadamente dos funciones cautelares: a)
protección tanto respecto a la víctima como del responsable y coadyuvando al logro de los
principios que se postulan de la institución de la responsabilidad civil, toda vez que es útil a
la consecución de la finalidad reparadora de la misma al garantizar a la víctima la
disposición de una renta periódica con la que atender sus especiales necesidades, y b)
contribuye a evitar el enriquecimiento sobreindemnizatorio de la víctima, en el supuesto de
posterior fallecimiento de ésta.

1
“Las principales cifras de la Siniestralidad Vial España 2006”
http://www.dgt.es/dgt_informa/investigaciones/principales_cifras_siniestralidad_vial_2006.pdf
2
Al respecto se destacan dos posturas jurisprudenciales; por un lado, las que indican que no es necesario
acreditar ingresos por aplicación analógica de la nota aclaratoria de las Tablas II y IV a la V, donde se pueden
consultar las siguientes sentencias: SAP Sevilla de 1 junio 2006 (JUR 2007\27338), SAP Asturias 3 octubre 2005 (JUR
2005\274407), SAP Burgos 26 mayo 2006, SAP Valladolid 4 octubre 2005 (JUR 2005\241865), SAP Cáceres 19
septiembre 2005 (JUR 2005\19697), SAP Pontevedra 31 julio 2006 (JUR 2006\229403), SAP La Coruña 18 julio 2006
(JUR 2006\245619), SAP Pontevedra 02 noviembre 2004 (JUR 2006\19634), SAP La Rioja 19 enero 2004 (JUR
2004\101107) y 8 enero 2004 (JUR 2004\100576), SAP Tenerife 6 septiembre 2002 (AC 2002\1583), SSAP Madrid 24
octubre 2006 (JUR 2007\53800), 29 septiembre 2006 (JUR 2006\268463), 16 junio 2006 (JUR 2007\33163), 17 mayo
2006 (JUR 2006\192428), de 9 mayo 2006 (JUR 2006\192706), SSAP Castellón 1 febrero 2006 (JUR 2006\134948), 30
diciembre 2005 (JUR 2006\96503), 7 diciembre 2005 (JUR 2006\97017) y SAP Valencia 8 febrero 2005 (JUR
2005\83414); por otro lado, la segunda postura entiende que la aplicación del factor para la Tabla V no es
automática, siendo necesario acreditar en algunos casos, la edad laboral y/o la situación laboral e ingresos. En tal
sentido: SSAP Granada 24 marzo 2006 (JUR 2006\213173), 24 febrero 2006 (JUR 2006\213337), 6 octubre 2005 (JUR
2006\203886) y 20 junio 2005 (JUR 2006\200036), SSAP Baleares 27 septiembre 2006 (JUR 2006\278935), 29 marzo
2004 (JUR 2004\174758), 21 marzo 2002 (JUR 2002\129956), SAP Cantabria 21 marzo 2005 (JUR 2005\89405), SAP
Zamora 21 diciembre 2005 (JUR 2006\79622), SSAP Pontevedra 3 junio 2003 (JUR 2004\2143), 16 abril 2003 (JUR
2003\210594), 14 enero 2003 (JUR 2003\108739), SAP Murcia 27 enero 2006 (JUR 2006\203662), SAP Tenerife 26
septiembre 2005 (JUR 2005\242537), SAP Madrid 21 marzo 2006 (JUR 2006\156485), SSAP Guipúzcoa 15 octubre
2003 (JUR 2003\271290), 22 marzo 2004 (JUR 2004\200951), 01 febrero 2005 (JUR 2005\98016).
3
En la propia STC 181/00 se recoge el Voto Particular del Excmo. Sr. D. Garrido Falla disidente del fallo que
señala: “Pero lo que no se entiende es que el argumento valga para el apartado B) de la tabla V y no, por ejemplo
para la tabla I donde se barema la indemnización por muerte; o a las tablas III, IV y VI que contienen los baremos
en caso de lesiones permanentes (es decir, las que pueden convertir a la víctima en un inválido permanente
impedido para realizar su profesión u oficio). ¿Acaso no son estos supuestos -especialmente en caso de muerte- los
que pueden determinar la ruina absoluta de la familia de la víctima o de la víctima misma?”. Para Xiol Rios, “no
cabe duda de que los argumentos que el Tribunal Constitucional utiliza respecto de la Tabla V son aplicables
también, lo que aquí interesa, a la Tabla IV.” El lucro cesante ligado a la incapacidad permanente laboral del gran
inválido.”
4
Véase el artículo de Juan F. Garnica Martín. “La prueba del lucro cesante”. Revista de Responsabilidad Civil y
Seguro.
5
Según L.F. Reglero Campos “lo que sí parece claro es la incompatibilidad en la aplicación del factor de
corrección por perjuicios económicos y la concesión del lucro cesante derivado del mismo daño. Es decir, si se
pide la aplicación de este factor de corrección no será posible pretender la indemnizabilidad del lucro cesante
probado. En estos casos el concepto indemnizatorio debería ser, en correcta técnica jurídica, el lucro cesante
acreditado, y esto es lo que, según creo y ya he dicho, se extrae de la STC 181/00 para el caso de imputación
subjetiva.” Accidentes de circulación: Responsabilidad Civil y Seguro. Ed. Aranzadi. 2004.
6
En el mismo sentido Reglero Campos. “Accidentes de circulación. Responsabilidad civil y seguro.” Ed. Aranzadi.
2006.
7
7º CURSO DE VALORACIÓN DE DAÑOS PERSONALES: “Los grandes inválidos”: “El resarcimiento de los
perjuicios personales causados por la lesión permanente.” Seaida, mayo 2007. Mariano Medina Crespo. Un estudio
en profundidad sobre este factor corrector puede verse en: “Daños morales complementarios. Consideraciones
doctrinales.” Mariano Medina Crespo. Revista de Responsabilidad Civil, Circulación y Seguro. Ed. Inese. Enero
2003.

17
8
“Los grandes inválidos en nuestro derecho indemnizatorio: Algunos apuntes para su tratamiento.” Joaquín Alarcón,
Matilde Somacarrera y Elena Somacarrera. En sentido contrario se manifiesta Mariano Medina el cual en atención a
la “significación objetiva de la nocividad moral” propone su reconocimiento indemnizatorio. Se pueden consultar
las siguientes sentencias en las cuáles en casos de coma vigil, se les reconoce (si bien no entran en el estudio
teórico) el derecho a indemnización por todos los perjuicios morales: SSAP de Asturias 11-01-07 (JUR 2007\59881),
SAP de Pontevedra de 03-03-06 (JUR 2006\118502) y STSJ de Castilla y León (Valladolid) de 13-03-07 (JUR
2007\215140).
9
Según Xiol Rios, el factor de corrección es mixto, resarciendo tanto el perjuicio patrimonial (lucro cesante) como
el perjuicio personal (moral), así el lucro cesante que resulte probado en el proceso y que no sea susceptible de
ser cubierto dentro de los márgenes del perjuicio económico, debe incluirse en este factor, agotando el máximo
del apartado correspondiente. “¿Son indemnizables los perjuicios patrimoniales atípicos derivados del daño corporal
en Sistema de valoración en materia de accidentes de circulación?.” Revista de Responsabilidad Civil y Seguro. Julio
2007.Juan Antonio Xiol Rios. En el mismo sentido SAP de Baleares de 21 de marzo de 2007 (FJ 4º) y SAP de Zaragoza
de 11 de enero de 2007 (JUR 2007\66676).
10
Puede consultarse el estudio sobre la distinción del concepto civil y laboral en la SAP de las Islas Baleares de 21
de marzo de 2007 (FJ 4ª).
11
Como indica la doctrina y así evitar el “marchamo laboral” del concepto de incapacidad permanente y de gran
inválido recogido en el Baremo (Medina Crespo y Cobo) sería aconsejable un cambio de denominación de dichas
categorías para evitar su confusión y asimilación con las propias del ámbito laboral recogidas en la LGSS.
12
José Godino Izquierdo señala que dicha enumeración “es a título de mero ejemplo y sin que suponga numerus
clausus alguno.” “Derecho de Seguros III. Los grandes inválidos. Renta Vitalicia. Daños morales.”
13
Esta postura jurisprudencial no ha sido confirmada por la doctrina mayoritaria, ya que esta se decanta por
entender que la gran invalidez no es un cuarto grado de la invalidez permanente, sino dos factores diferentes y,
por ello, son dos valoraciones también diferentes (Cobo). Según Godino Izquierdo, los conceptos indemnizatorios
propios de la gran invalidez (necesidad de ayuda de tercera persona, adecuación de vivienda y perjuicios morales
de los familiares) resultan añadidos a la indemnización que por incapacidad permanente absoluta ha de ser
atribuida a todo gran inválido. Medina Crespo indica que “hay que reaccionar frente a cierto criterio que entiende
que, en el caso de gran invalidez, no procede aplicar el factor corrector por incapacidad permanente, sin tener en
cuenta que el denominado factor de la gran invalidez se descompone en tres factores distintos, sin que ninguno de
ellos resarza los perjuicios personales causados por el efecto impeditivo de la lesión permanente. Y ello es así
efectivamente pues hay dos subfactores que corresponden a perjuicios de índole patrimonial y el tercero
corresponde a los perjuicios personales padecidos por los familiares del gran inválido, como consecuencia de la
alteración de su vida por la atención prestada a él, sin que resarzan los específicos perjuicios personales sufridos
por éste.”
14
En el mismo sentido que la Audiencia de Valladolid, Xiol Rios, “el gran inválido es siempre un incapacitado
permanente, pero no tiene porqué ser necesariamente una IPA.” En sentido contrario se manifiestan, entre otros,
Medina Crespo y Godino Izquierdo, para los cuáles cuando una incapacidad absoluta afecta a las actividades
esenciales del individuo, hasta tal punto que queda privado de su autonomía y necesita de ayuda de tercera
persona, se está ante el concepto civil de la gran invalidez, que de suyo, conlleva una incapacidad permanente
absoluta.
15
En el mismo sentido la SAP de Murcia de 22-03-01 (JUR 2001\208504) donde se indica que: “En relación con la
indemnización por incapacidad permanente absoluta, se resolvió en esta alzada en sentencia de 25.abril.00, que el
concepto de gran invalidez no debe partir como limite mínimo, del máximo concedido a la incapacidad
permanente absoluta, ya que de la lectura de la Ley se observa la inexistencia de dicho limite mínimo, puesto que
el concepto de grandes inválidos no lleva aparejada correlativamente ninguna indemnización, sirviendo de
categoría genérica a los tres conceptos en virtud de los cuales habrá de fijarse la indemnización, y que en su caso
-según la doctrina- habrán de ser añadidos a la indemnización que por incapacidad permanente absoluta ha de
ser atribuida a todo gran inválido.

16
“Análisis del sistema de valoración de personas con grandes daños en el R.D.L. 8/2004. Algunas propuestas.” J.A.
Cobo. Instituto de Medicina Legal de Aragón. Curso de Valoración de daños personales: Los Grandes inválidos.
Seaida. Mayo 2007.
17
En el mismo sentido Iván Ventura Díaz de la Asociación Española de Abogados Especializados en
Responsabilidad Civil y Seguro en “Propuesta de utilización de los conceptos de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre,
de Promoción y Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, a los efectos de acreditar
la Tabla IV: Factores de corrección para las indemnizaciones básicas por lesiones permanentes.” Puede consultarse
en http://noticias.juridicas.com/areas_tematicas/nj_trafico/200706-775232125225333225.html.

18
En sentido contrario a esta sentencia puede consultarse la SAP de Burgos de 26 de mayo de 2007 (ARP 2007\256)
en un caso en el que se reclamaban gastos de tratamiento rehabilitador permanente, entiende el Tribunal que “los
gastos que posteriormente al alta médica se pudieran generar por tratamiento rehabilitador no pueden integrarse
dentro del factor corrector de necesidad de ayuda de tercera persona, circunscrito, como hemos indicado
anteriormente, a la necesaria para realizar las actividades más esenciales de la vida diaria como vestirse,
desplazarse, comer o análogas, sino porque lo que determina la calificación de la incapacidad permanente es el
informe de sanidad médico forense que señala la imposibilidad de mejoría en las secuelas acreditadas. El
lesionado no puede mejorar de las mismas y si pudiese no debería de emitirse el informe de sanidad y mucho
menos calificar las secuelas como productoras de gran invalidez con la minusvalía declarada administrativamente.
El concepto que ahora se reclama estaría incluido en la indemnización a otorgar por la incapacidad permanente
(en el presente caso gran invalidez) y por ello debe ser desestimado el motivo de recurso, so pena de indemnizar
doblemente una misma secuela.”

18
19
Como indica Alarcón Hidalgo la adecuación de la vivienda entra dentro de la categoría de gastos de
sostenimiento que tienen carácter patrimonial, cuya finalidad es la de reducir las consecuencias de la lesión
sufrida, mediante la creación de un nuevo hábitat vital donde el lesionado pueda asumir su nueva identidad.
“Reflexiones sobre los gastos de sostenimiento vital del lesionado (necesidad de ayuda de otra persona, adecuación
de vivienda y vehículo)”. Mayo 2007.
20
En tal sentido L. Fernando Reglero Campos en “Accidentes de circulación: responsabilidad civil y
seguro.”.Aranzadi. 2004. La indemnización por “adecuación de la vivienda para el gran inválido debe ser objeto de
mayores controles judiciales, pues existe un cierto riesgo de que la cantidad percibida por el incapaz por este
concepto se destine a fines que no le reportan beneficio alguno. De este modo, el Juez o Tribunal debe articular los
mecanismos necesarios para garantizar que la cantidad concedida por este concepto se destine al fin que le es
propio, pues si así no fuera, la indemnización carece de sentido y podría hablarse de enriquecimiento injusto.
Téngase en cuenta que aquí no hay daño o deterioro de bien material alguno que indemnizar, sino un propósito de
facilitar la vida del lesionado.”
21
En el mismo sentido SAP de Badajoz de 30-12-04 (JUR 2005\33574): “El factor de corrección se refiere a la
adecuación de la vivienda pero no debe impedir, a juicio de la Sala, la adquisición de una nueva. Debe tenerse en
cuenta a la hora de determinar su aplicación que la vivienda ocupada por el lesionado no reúne las condiciones
adecuadas para que pueda desenvolver sus constantes vitales dada su condición de gran inválido al tratarse de un
segundo piso sin ascensor y sin las dimensiones estructurales necesarias en sus habitaciones o pasillos que
requiere según la legislación autonómica una vivienda adecuada a sus limitaciones físicas y funcionales. Por
consiguiente la adecuación de la vivienda debe significar que la ocupada reúna las condiciones más ajustadas que
permitan su mejor aprovechamiento por una persona con la minusvalía padecida. Estas exigencias llevan
ineludiblemente a la adquisición de una vivienda de similares características a las que se venía ocupando tal y
como se dictamina en el informe pericial. “
22
En tal sentido, y de manera bastante clara, la SAP de Madrid de 14-01-05 (JUR 2005\256021): “…la adecuación de
la vivienda y las partidas correspondientes a la misma precisan para su determinación de una doble pericial: a).-
Médico forense, a fin de determinar el estado actual del perjudicado y las carencias funcionales y necesidades del
mismo, en especial, la precisión de silla de ruedas y adecuar la vivienda para la misma a fin de salvar los
obstáculos arquitectónicos (el último informe existente al respecto de hace casi tres años); b).-Informe de perito
dependiente de la Comunidad de Madrid, o en su caso, del que al efecto se propugne, en relación al resultado de
la prueba anterior, sometida a contradicción a fin de que las partes hayan podido solicitar aclaraciones, y a las
necesidades funcionales del perjudicado resultantes de la misma, evalúe, previo examen de las facturas aportadas
y que se puedan aportar correspondientes exclusivamente a dichas partidas, la relación de gastos incluidos en las
mismas y determine el importe total al que conforme su leal entender asciendan los gastos necesarios para la
adecuación de vivienda, daños materiales y gastos derivados del accidente; dictamen que también debe ser
sometido a contradicción de las partes que podrán efectuar aclaraciones acerca de lo cual resolverá el juez a quo
lo que estime pertinente.”
23
La SAP de Sevilla de 26-06-06 (JUR 2007\32975) llama la atención al conceder el factor de adecuación de
vivienda, si bien su importe habrá de acreditarse en ejecución de sentencia, incluyéndose en el importe
indemnizatorio los gastos de alquiler de una nueva vivienda y perjuicios ocasionados por el tiempo de ejecución
de las obras: “En cuanto a la indemnización por adecuación de la vivienda habitada por el perjudicado, que se
cifra en 70.000 euros, pudiendo alcanzar según el Baremo hasta 77.639,47 euros, debo estimar parcialmente el
recurso entablado, pues se trata de una partida que debe ser objeto de prueba, y, si bien, estimamos que la
situación en la que ha quedado el menor accidentado obliga a realizar obras de adaptación del domicilio familiar,
su cuantificación debe dejarse para ejecución de sentencia, y cifrarse en el montante se resulte de la prueba
pericial que debe practicarse al efecto, mediante técnico nombrado judicialmente en atención al presupuesto que
le presenten los afectados e inspección ocular de la vivienda, bien mediante esta última, de faltar el primero en el
plazo de tres meses a contar desde la fecha de esta sentencia. En dicho concepto deberá tenerse en cuanta el
tiempo previsible de duración de las obras, durante el cual se incrementará el importe peritado en 600 euros
diarios, en concepto de alquiler de otra vivienda y perjuicios causados. La suma resultante, en ningún momento
podrá exceder de los 70.000 euros atorgados en la resolución recurrida.” Asimismo destaca la SAP de La Rioja de
16-04-04 (JUR 2004\147024) que tras conceder el factor corrector para cubrir las obras necesarias para instalar un
salvaescaleras y obras de acondicionamiento del cuarto de baño, estima evidente la necesidad de mantenimiento
de tales instalaciones, aumentado la cantidad indemnizatoria en un 30 % para hacer frente a las reparaciones o al
simple mantenimiento.
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En sentido contrario, Alarcón Hidalgo que señala que “si la prueba documental o pericial acredita un perjuicio
superior al límite fijado, habría que resarcir el importe íntegro.” “Reflexiones sobre los gastos de sostenimiento vital
del lesionado (necesidad de ayuda de tercera persona, adecuación de vivienda y vehículo).” Mayo 2007.
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Al respecto Paúl de Velasco considera que la proximidad no debe entenderse como una cuestión de grado de
parentesco, habría que atender a vínculos de afectividad, convivencia y dependencia entre víctima y cuidador. La
relación no ha de ser de parentesco biológico o legal, bastando el funcional. Perjuicios Morales de los Grandes
Inválidos. Curso Valoración de Daños Personales: Los Grandes Inválidos. Mayo 2007.
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Véase el artículo de Mariano Medina Crespo. “Una nueva cata en el cajón de las sorpresas. La STC de 23 de
febrero de 2004. El caso de la esposa del lesionado que, sin sufrir una gran invalidez, padece una discapacidad
importante.” Revista de Responsabilidad Civil, Circulación y Seguro. Ed. Inese. Junio 2004.
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Al respecto Paúl de Velasco indica que “serán acreedores de tal indemnización todos los familiares del gran
inválido que cumplan las condiciones siguientes: ser familiares próximos al lesionado, convivir con él, prestarle
cuidados y atención continuada y sufrir por ello una sustancial alteración en sus condiciones de vida.” En el mismo
sentido Mariano Medina “El resarcimiento de los perjuicios personales causados por lesión permanente.” En tal
sentido, otorgando legitimidad a los familiares pueden consultarse las siguientes sentencias: SAP la Coruña de 02-
02-07 (JUR 2007\81021), SAP de Murcia de 16-09-05 (JUR 2006\203939), SAP de Girona de 22-06-05 (JUR
2006\52172), SAP de Castellón de 01-03-05 (JUR 2005\131696), SAP de Tarragona 08-10-01 (JUR 2001\323356), SAP
de Valladolid de 16-02-06 (JUR 2006\127904). En sentido contrario, concediendo legitimación exclusiva al
lesionado y siguiendo la doctrina del TC pueden verse las siguientes sentencias: SAP de Madrid de 22-09-06 (JUR

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2007\31044), SAP de Burgos de 31-03-06 (JUR 2006\216768), SAP de Madrid de 20-06-05 (JUR 2005\249265). La SAP
de Murcia de 11-07-06 (JUR 2006\205431) llama la atención al reconocer el derecho a reclamarlo a los familiares si
bien, excepcionalmente se admite que lo reclame la lesionada, con la condición de que la indemnización por tal
factor “se destine a ellos (los familiares) por lo que sería válida esta última solución si el Tribunal verifica que
efectivamente es así.”
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En el ámbito doctrinal Paul de Velasco y Mariano Medina indican que el factor es exclusivo de los grandes
inválidos. En sentido contrario Xiol Rios que mantiene que el factor puede ser aplicable a cualquier incapaz. En tal
sentido puede consultarse la SAP de Valencia de 31-01-02 (JUR 2002\111976) que indica que aun el caso de que se
le reconozca al lesionado una incapacidad permanente absoluta “no podemos admitir que (la situación del
perjudicado) llegue hasta el extremo previsto por el Baremo (para los grandes inválidos)….sin embargo, en contra
de lo argumentado por la parte, no podemos admitir que el hecho de que el Juez haya acogido alguno de los
conceptos que la integran (adecuación de vivienda, perjuicios morales) pese a negarle su inclusión en la categoría,
sea censurable por incongruente, dado que sencillamente, el hecho de merecer la consideración de gran inválido
nos hubiera permitido presumir la concurrencia de estos conceptos, mas en ningún caso impediría de raíz su
posible consideración, ya que aun cuando exista un Baremo…no podemos olvidar que en definitiva nos
encontramos tratando de reparar los daños causados por un ilícito penal, por lo que en esta medida deberemos
compensar íntegramente todos los perjuicios causados a la víctima, por lo que si ésta logra acreditar la existencia
de algún perjuicio real que a través de la estricta aplicación del Baremo no quede satisfecho, nada impediría que
mediante la aplicación analógica de sus diferentes categorías, pueda darse una adecuada respuesta.”
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Se rechaza la aplicación del factor corrector por falta de acreditación de la relación causal en la SAP de León de
05 de abril de 2004 (JUR 2004\137741).
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Pueden consultarse las siguientes sentencias que utilizan el mismo factor en el mismo sentido: SAP de
Pontevedra de 03 de marzo de 2006 (JUR 2006\118502) y SAP de Valladolid de 16 de febrero de 2006 (JUR
2006\127904).

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