INVÁLIDOS
I. INTRODUCCIÓN
Según los datos publicados por la Dirección General de Tráfico, durante el año 2006
se produjeron 147.554 víctimas en accidentes de tráfico, de los cuales 21.382 eran heridos
graves.1 Lesionados cuyas indemnizaciones son calculadas en atención al Baremo de
indemnizaciones de la Ley 30/95, en concreto en aplicación de las Tablas III y IV,
recogiendo esta última los factores de corrección aplicables.
“La STC 181/00 no supone derogación de la aplicación del factor corrector por perjuicio
económico sobre la incapacidad temporal. Es inconstitucional en cuanto opera como límite
absoluto al resarcimiento del perjuicio patrimonial derivado del daño corporal, impidiendo la
determinación judicial de un importe superior, no es inconstitucional cuando opera como límite
mínimo, relevando a la víctima de probar el perjuicio patrimonial efectivamente sufrido hasta el
importe que resulte en cada caso de aplicar el porcentaje presuntivo correspondiente sobre la
indemnización básica. En los supuestos de culpa relevante hay que entender que el perjudicado
conserva la posibilidad alternativa de acogerse al resarcimiento presuntivo de los perjuicios
económicos mediante la aplicación automática del correspondiente factor corrector. Caso
contrario no podrían ser de mejor condición las víctimas de accidentes de circulación sin culpa
relevante del conductor, beneficiada con la indemnización complementaria por perjuicios
económicos sin el esfuerzo probatorio que se les exigiría de haber mediado culpa del agente, y
en una cuantía por lo general superior a la que en tal caso podrían demostrar.
1
IV, a diferencia de lo que ocurre con la Tabla V, directamente afectada por la STC 181/00
donde los criterios jurisprudenciales son diversos.2
“Es cierto que la doctrina, al analizar la referida sentencia del Tribunal Constitucional, se plantea
la posibilidad de extender esta declaración de inconstitucionalidad a la baremación del lucro
cesante en los supuestos previstos en las Tablas II y IV, correspondientes a indemnizaciones
básicas por muerte y lesiones permanentes al poderse afirmar similares situaciones de las que
han sido tenidas en cuenta en la sentencia. Ello en todo caso, y es de especial interés destacar, no
supone un regreso al sistema discrecional por parte de los Tribunales de justicia ni tampoco
se puede sostener el valor orientativo del baremo que por lo que se ha dejado expuesto y salvo
las excepciones a que se refiere la sentencia del Tribunal Constitucional, es de obligado
cumplimiento por parte de los Tribunales de justicia. En el supuesto que nos ocupa, por muy
difícil que resulte cuantificar y poner precio a una vida humana, y al lucro cesante que ha
generado tal pérdida, como sucede asimismo en los casos de incapacidad permanente, hay que
partir de la premisa de que el baremo de valoración de daños de la Ley sobre Responsabilidad
Civil y Seguros en la Circulación de Vehículos a motor resulta obligatorio y aunque el Tribunal
Constitucional no haya hecho uso de la facultad que le otorga el artículo 39 de la Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional de extender su decisión a supuestos no impugnados de la misma Ley, no
puede descartarse que los razonamientos expresados para declarar la inconstitucionalidad de
determinados aspectos expresamente impugnados sean susceptibles de extenderse a otros
daños corporales previstos en la Ley como sería el de cuantificación del lucro cesante en casos de
muerte o lesión permanente, cuando concurran circunstancias excepcionales que permitirían
afirmar la vulneración de los derechos constitucionales a que se refiere la sentencia del Tribunal
Constitucional que hemos dejado mencionada”. TERCERO.- Aplicando la precedente doctrina
jurisprudencial al caso de autos resulta, que, por un lado, la aplicación del factor de corrección
litigioso (tanto de la Tabla V como de la Tabla IV) es plenamente conforme con la misma, pues,
precisamente, lo que el Tribunal Constitucional declara es que no puede limitarse el derecho
resarcitorio de la víctima, como pretende la parte apelante. Ello implica que habrá ocasiones en
que ese lucro cesante se mantenga dentro de sus límites cuantitativos; incluso habrá veces, en
que ni siquiera se haya producido lucro cesante, y, sin embargo, la indemnización básica se vea
incrementada en la forma legalmente establecida, porque el mecanismo reparador funciona
entonces a modo de aseguramiento colectivo frente a un infortunio, de acuerdo con principios y
técnicas que difieren del régimen de la responsabilidad por culpa. El Tribunal Constitucional no
viene a restringir los derechos de la víctima, insistimos, sino a ampliarlos, en el único sentido de
que, aun admitiendo la posibilidad de utilizarse el apartado B) de la Tabla V como ";factor de
corrección" (respecto, menciona expresamente la Sentencia, la responsabilidad cuasi-objetiva)
permite fuera de sus límites porcentuales la "cuantificación de tales perjuicios económicos o
ganancias dejadas de obtener" (...) que "podrá ser establecida de manera independiente, y fijada
con arreglo a lo que oportunamente se acredite en el correspondiente proceso".
2
Tanto la doctrina como la jurisprudencia están divididas respecto a la
compatibilidad del factor corrector por perjuicios económicos y el lucro cesante. Así
podemos encontrarnos sentencias que admiten la compatibilidad (SAP de Guipúzcoa de 18
de septiembre de 2006 (JUR 2007\103797)) como otras que entienden que el perjudicado ha
de optar entre la aplicación del factor corrector o el reconocimiento del lucro cesante que
se pruebe (SAP de Madrid de 07 de junio de 2006 (ARP 2006\706)).5 Entiendo que si se
admite la extensión de la doctrina de la STC 181/00 a la Tabla IV, el perjudicado en el caso
de responsabilidad subjetiva del conductor, podrá optar entre la aplicación automática de
factor corrector por perjuicio económico de la Tabla IV, o el reconocimiento del lucro
cesante que, en su caso, se acredite, sin que quepa la compatibilidad de ambos, ya que el
objeto es el mismo, el daño patrimonial sufrido.
Las primeras dudas que surgen a la hora de aplicar este factor vienen dadas por la
propia redacción del mismo, ya que nos indica que los daños morales complementarios se
entenderán ocasionados cuando una sola secuela exceda de 75 puntos o las concurrentes
superen los 90 puntos, sin aclarar si es requisito previo para su reconocimiento y aplicación
la utilización de la fórmula de Balthazard recogida en el Apartado segundo b) incapacidades
concurrentes, así como si han de incluirse en el cómputo de las secuelas las de carácter
estético. Según el tenor literal del factor parece exigirse la previa aplicación de la fórmula
sobre las secuelas reconocidas y consolidadas, ya que utiliza el término “concurrentes” al
igual que el apartado explicativo de la utilización de la fórmula, añadiendo posteriormente
las secuelas estéticas a las cuáles no se les aplica la fórmula legal. No obstante, este criterio
no es ni mucho menos uniforme ni en la jurisprudencia ni entre la doctrina. Así nos
encontramos sentencias que van desde la falta de utilización de la fórmula, hasta aquéllas
que excluyen el perjuicio estético del cómputo. En la primera línea puede verse la SAP de
Granada de 23-02-04 (JUR 2004\105562) donde se indica que:6
“…en este caso concreto la duda que hay que decidir es si procede o no tal indemnización
complementaria por daños morales, pues, por una parte, la suma de todos los puntos supera la
cifra de 90, pero aplicando la fórmula matemática no llega a esta cifra tope cuando son
concurrentes; hay que inclinarse por aquella interpretación, es decir, la suma total de los puntos
de todas las secuelas "concurrentes", pues así lo dice el apartado de dichos "daños
complementarios" "o las concurrentes superan los 90 puntos" sin hacer alusión a ninguna
reducción ni fórmula alguna; en dichas incapacidades concurrentes, dice en otro lugar, en la
explicación del sistema "se otorgará una puntuación conjunta" que será entendida por aplicación
de dicha fórmula, pero cuando se trata de daños morales complementarios no habla para nada de
la formula, ni remite a ella; en la propia explicación habla de fijación y satisfacción
separadamente; por todo ello entendemos que en el presente caso procede el otorgamiento de
dichos daños morales complementarios y en cuantía de 66.000 euros, dada la situación y secuelas
del afectado.”
“…hemos de suprimir la partida que por daños morales complementarios concede la sentencia
recurrida, pues, como dice la Tabla IV (RCL 1995, 3046), sólo procede cuando una sola secuela
exceda de 75 puntos, o varias concurrentes superen los 90, parámetros que, según se ha
razonado, no alcanzan las padecidas por el lesionado, en el bien entendido caso que la tabla IV,
cuando en este apartado se refiere a las secuelas concurrentes, se está refiriendo,
3
exclusivamente, a las secuelas fisiológicas, las cuales, según hemos dejado expuesto, tras aplicar
la fórmula para el caso de incapacidades concurrentes, llega a los 73 puntos.”
En sentido contrario a las anteriores y siguiendo la línea, que creo más ajustada a la
Ley, puede verse la SAP de Málaga de 07-07-00 (ARP 2000\3063) y la SAP de Barcelona de
14-11-2006:
“De las operaciones aritméticas que preceden, resulta una puntuación total de 85 puntos por
secuelas permanentes determinantes de incapacidades concurrentes, a lo que debe añadirse la
puntuación de la valoración del perjuicio estético calificado de importante, con una puntuación
máxima en el Baremo utilizado de 14 puntos, cifrada por el Médico Forense en 12 puntos, con lo
que la suma total de puntos a indemnizar se queda establecida en 97 puntos”…”es claro que la
suma de puntos excede el importe de la cifra de 90 establecidos por la Tabla IV del anexo
aludido, como tope a la baja posibilitador de la actuación del factor de corrección para las
indemnizaciones básicas por lesiones permanentes, de ahí que quien ahora resuelve, a la vista
de la entidad de las secuelas y situación de gran inválido descrita en la sentencia apelada, en
relación además con la literalidad de la declaración de sanidad del Médico Forense de fecha 28
de enero de 1999, estima la procedencia de acoger la aplicación del expresado factor de
corrección por su parte pretendido…”
Por parte de la doctrina, Medina Crespo propone una separación virtual de la regla
tabular en dos reglas, admitiendo la posibilidad por tanto de aplicar, con criterio de
proporción, un daño moral complementario sobre las secuelas fisiológicas y otro perjuicio
estético complementario sobre las secuelas estéticas, siempre y cuando éstas superen el 75
% del máximo valor de puntuación (actualmente 50 puntos).7
“El hecho de que en situación de coma vigil o estado vegetativo ni por un solo instante el
paciente pueda sentir, oír o percatarse de su situación es un dato que no consta que haya
quedado sentado y asegurado científicamente en la medicina, ni desde luego se ha probado por
el apelante en este caso, siendo que es tal la intensidad del dolor moral que ha de sufrir una
persona de percatarse de que desde los 32 años se encuentra en el estado físico y mental en que
se halla la perjudicada y ello aunque solo sea por un instante a lo largo del resto de su vida que
esta Sala aprecia que la cantidad asignada por tal concepto es desde luego proporcionada a las
circunstancias del caso.”
La Ley 30/95 en su Tabla IV distingue tres tipos de incapacidad en función del grado
de limitación para realizar las tareas de la ocupación o actividad habitual del incapacitado.
Este factor corrector resarce el perjuicio personal no patrimonial, que supone la limitación,
en distintos grados, para realizar las ocupaciones habituales de la víctima 9. Así, distingue
entre incapacidad permanente parcial, si las secuelas permanentes limitan parcialmente la
ocupación o actividad habitual, sin impedir la realización de las tareas fundamentales de la
misma; incapacidad permanente total, cuando las secuelas permanentes impidan totalmente
la realización de las taras de la ocupación o actividad habitual del incapacitado y la
incapacidad permanente absoluta, cuando las secuelas inhabiliten al incapacitado para la
realización de cualquier ocupación o actividad.
Lo primero que hay que destacar es su distinción con respecto al concepto laboral
acuñado en la Ley General de Seguridad Social (LGSS) en los artículos 136 y 13710. El
concepto civil de incapacidad recogido en el Baremo es más amplio que el laboral, que se
4
circunscribe a las limitaciones o reducción que sufre el lesionado respecto a su capacidad
laboral. La incapacidad “laboral” supone de hecho una incapacidad “civil” a efectos de
aplicación del Baremo, pero no siempre una incapacidad “civil” supone una “laboral” al
limitar su ámbito de aplicación a aquéllos casos en los cuáles las secuelas reconocidas
limiten o impidan al lesionado realizar su ocupación o actividad habitual. 11 Al efecto la SAP
de Navarra de 29-07-05 (JUR 2005\239937) indica que:
Por tal motivo, y como segundo aspecto a destacar, las resoluciones del Instituto
Nacional de la Seguridad Social (INSS) reconociendo la condición de incapacitado y/o gran
inválido, no son vinculantes a efectos de aplicación del Baremo si bien como reconoce la
jurisprudencia se han de tener en consideración a efectos de su reconocimiento en el
ámbito civil de aplicación del Baremo. Así la SAP de Girona de 22-06-05 (JUR 2006\52172)
en un caso en el cual el INSS reconoció la cualidad de gran inválido señala que:
“…es un hecho que, ciertamente, no vincula al Juez de lo Penal (SS.TS. 16-3-86, 20-10-88 y 8-11-
90, entre otras) pues no le afecta la calificación que se hace dentro del ámbito de la Seguridad
Social, aunque no podemos dejar de considerar que se trate de una circunstancia que no pueda
ser tomada como referencia a la hora de valorar el "tantum" indemnizatorio.” En el presente caso
la Audiencia Provincial reconoció al lesionado una incapacidad permanente absoluta en atención
al grado de necesidad de una tercera persona, al necesitar de su asistencia sólo para aspectos
puntuales de su vida diaria. En sentido similar en cuanto a la falta de vinculación, SAP de Valencia
31-01-02 (JUR 2002\111976).
V. GRANDES INVÁLIDOS
5
El Baremo reconoce como gran inválido a aquéllas “personas afectadas con
secuelas permanentes que requieren la ayuda de otras personas para realizar las
actividades más esenciales de la vida diaria, como vestirse, desplazarse, comer o análogas
(tetraplejías, paraplejías, estados de coma vigil o vegetativos crónicos, importantes
secuelas neurológicas o neuropsiquiátricas con graves alteraciones mentales o psíquicas,
ceguera completa, etc.)”, mientras que la LGSS en su artículo 137 dispone que “se
entenderá por gran invalidez la situación del trabajador afecto de incapacidad permanente
y que, por consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesite la asistencia de
otra persona para los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, desplazarse,
comer o análogos.” A primera vista observamos que se requiere la existencia de lesiones
impeditivas para llevar a cabo las actividades más esenciales de la vida diaria, y que tal
limitación requiera la asistencia de terceras personas para llevarlas a cabo.
“…la mencionada Tabla establece en orden a las lesiones permanentes varias categorías, de
menor a mayor gravedad de las mismas: incapacidad permanente parcial, esto es, secuelas que
limitan parcialmente el desempeño de la actividad u ocupación habitual; incapacidad
permanente total, que impiden totalmente la realización de esa actividad u ocupación;
incapacidad permanente absoluta, que inhabilitan para cualquier ocupación o actividad,
(entiéndase de carácter laboral o de habitual dedicación del lesionado); y gran invalidez, que no
sólo incapacita de modo absoluto, según lo expuesto, sino que, además, requiere la ayuda de
otras personas para realizar las tareas más elementales de la vida cotidiana, como la propia Ley
reseña. Por ello, el lesionado con secuelas permanentes ha de ser, en su caso, incluido en una de
esas cuatro categorías, según la menor o mayor incapacidad del mismo, incluyéndose,
obviamente, la anterior en la posterior, de mayor gravedad; de manera similar a la distinción
que, en orden a las incapacidades, viene manteniendo la legislación laboral, por un lado,
incapacidad temporal y por otro, incapacidad permanente, es decir, aquella incapacidad, en
principio, de carácter crónico y que aparece descrita en el art. 136 de la vigente Ley General de
la Seguridad Social, dentro de la cual dicha Ley distingue, (art. 137), entre la invalidez
permanente parcial para la profesión habitual, que es aquella que, sin alcanzar el grado de total,
ocasione al trabajador una disminución reglamentariamente establecida en su rendimiento
normal para dicha profesión, sin impedirle la realización de las tareas fundamentales de la
misma, la invalidez permanente total para la profesión habitual, que es aquella que inhabilita al
trabajador para la realización de todas o de las fundamentales tareas de dicha profesión, siempre
que pueda dedicarse a otra distinta, la invalidez permanente absoluta para todo trabajo, que es la
que inhabilita por completo al trabajador para toda profesión u oficio, y la gran invalidez,
concebida como la situación del trabajador afecto de invalidez permanente absoluta y que, por
consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesite la asistencia de otra persona para
realizar los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, desplazarse, comer o actividades
cotidianas análogas. Por tanto, siendo correcta y no discutida la calificación de gran inválido del
lesionado en el accidente de tráfico que nos ocupa, han de aplicarse, en su caso, uno o varios de
los factores de corrección contemplados en la Tabla IV del referido Baremo, en la calificación de
6
grandes inválidos, excluyéndose, por tanto, según lo expuesto, el factor de corrección
correspondiente a la incapacidad permanente absoluta.”
“Las cantidades previstas en la tabla IV para grandes inválidos carecen de limite mínimo, y tiene
un elevado tope máximo, para que el operador del Baremo ajuste e individualice el caso con
7
libertad de criterio, más siempre con base y con fundamentación. Pero sin que tenga necesidad
de encuadrarse la situación impeditiva también en las categorías inferiores previstas en la tabla.”
“si toda gran invalidez, a pesar de no indicar limite mínimo la tabla IV, ha de tener como tal el
limite máximo de la categoría anteriormente prevista. El recurrente, conforme a la mas
interesante interpretación para la suerte confiada, aboga por afirmar tal limite mínimo por ser
esto el sentido lógico del sistema, sin embargo significativo es, primero, el dato de que el
legislador haya fijado limites o marcos de mínimo y de máximo para el resto de categorías
incapacitantes de la tabla IV, y no lo haya hecho -aparentemente- para tal contingencia, y al
tiempo - y en segundo lugar -, contemple especialmente la necesidad de ponderar ciertos datos
para la ayuda de otra persona (edad y grado de incapacidad) junto con los generales que, como
elementos de reducción, puede hacerse por vía del criterio 7º del anexo de la Ley 30/95. Y es
que es elemental advertir, a título de ejemplo en términos teóricos, que una persona puede
haber devenido en gran inválido por un accidente de tráfico incluso de discreta lesividad,
cuando de antes, por cualquier circunstancia, y padecía una situación incapacitadora muy
cercana a esa gran invalidez, con lo cual no sería justo que el responsable del accidente hubiere
de pechar, a efectos indemnizatorios, con una situación final que proviene de una causalidad
compleja. Por ello, precisamente «el sistema» posibilita tales correcciones, en la medida que la
equidad lo imponga a fin de evitar enriquecimientos injustos, y no habría forma posible si el
legislador hubiere previsto un indisponible limite mínimo como el que pretende el recurrente.”15
Tanto para acreditar esa necesidad como qué ha de entenderse por actividades
esenciales de la vida, es recomendable la utilización de los parámetros recogidos en la Ley
39/2006 de 14 de diciembre de 2006 (BOE de 15 de diciembre) de Promoción de la
Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia 17. La Ley
pretende atender las necesidades de aquellas personas que, por encontrarse en situación
de especial vulnerabilidad, requieren apoyos para desarrollar las actividades esenciales de
la vida diaria, alcanzar una mayor autonomía personal y poder ejercer plenamente sus
derechos de ciudadanía.
8
actividades domésticas básicas, la movilidad esencial, reconocer personas y objetos,
orientarse, entender y ejecutar órdenes o tareas sencillas.
9
“…en estado de coma vigil, ha de permanecer ingresada en centro médico por los argumentos
que la misma expone, plenamente justificados y respaldados por los informes emitidos en la
causa. Tal permanencia devenga unos gastos que por lo general resultan ciertamente onerosos,
ahora bien, en caso de que la alternativa fuera otra, es decir, la permanencia en domicilio,
también los gastos asistenciales habrían de ser ciertos y elevados, así la necesidad de ayuda de
una tercera persona para su cuidado, la necesidad de los tratamientos de estímulo y
rehabilitación que en el centro sanatorial se le vienen dispensando, la necesidad de adecuación
de la vivienda y su mobiliario, la necesidad de adquisición de aquellos medicamentos y
productos precisos para su cuidado integral. En definitiva, esa asistencia integral de la lesionada
comprende una serie de devengos o gastos que responden a necesidades de diversa naturaleza,
pero todas ellas permanentes, periódicas y ciertas. Todas forman parte del daño emergente o
gastos futuros pero ciertos que conlleva una situación de gran invalidez. De lo anterior, se puede
extraer una primera conclusión, el límite cuantitativo que la juzgadora estima que el Baremo
impone para el resarcimiento de esos gastos, no puede quedar fijado en el límite indemnizatorio
relativo a aquellos que son de un único tipo, a saber, el de la necesidad de ayuda de una tercera
persona, pues como se dijo, el tratamiento asistencial comprende otros gastos que también se
devengarían y cuya indemnización el Baremo prevé. Pero es que además habría los gastos
puramente médico-farmaceúticos (sondas, curas, medicamentos, tratamientos de estimulación o
rehabilitación) futuros pero ciertos, previsibles y evaluables, cuya cobertura, entendemos que el
Baremo garantiza en el punto 6º del apartado Primero del Anexo (al Real Decreto Legislativo
8/2004 de 29 octubre [ RCL 2004, 2310] ) (BOE 5-11-2004) al establecer que «Además de las
indemnizaciones fijadas con arreglo a las tablas, se satisfarán en todo caso los gastos de
asistencia médica y hospitalaria y, además en las indemnizaciones por muerte, los gastos de
entierro y funeral». Dicho apartado es claro en cuanto a que se refiere a gastos no contenidos en
las indemnizaciones que fijan las tablas. Tal previsión no puede quedar únicamente limitada a los
gastos devengados hasta la estabilización de las lesiones, cuando, por las características del caso
concreto, al cual ha de estarse para la reparación íntegra que dicho sistema proclama en el punto
7º del referido apartado primero como principio resarcitorio en restauración del derecho a la
salud, resulte acreditado un daño emergente o gastos futuros ciertos y necesarios, como es el
caso de los grandes inválidos. En definitiva, los gastos de asistencia médica y también los
hospitalarios, son un concepto diferente a aquellos que se indemnizan con los factores de
corrección establecidos para grandes inválidos por «necesidad de ayuda de otra persona» y por
«adecuación de la vivienda», amparando la íntegra reparación de los primeros la previsión
establecida en el referido punto 6.18
Al respecto hay que señalar que tras la entrada en vigor de la Ley 21/2007 de 11 de
julio (BOE de 12 de julio de 2007) que transpone la 5ª Directiva, el número 6 del apartado 1º
del anexo del Texto Refundido de la Ley sobre Responsabilidad Civil Circulación y Seguro
en la circulación de vehículos a motor ha sido modificado, quedando la redacción del
siguiente modo: «6. Además de las indemnizaciones fijadas con arreglo a las tablas, se
satisfarán en todo caso los gastos de asistencia médica, farmacéutica y hospitalaria en la
cuantía necesaria hasta la sanación o consolidación de secuelas, siempre que el gasto esté
debidamente justificado atendiendo a la naturaleza de la asistencia prestada.
En las indemnizaciones por fallecimiento se satisfarán los gastos de entierro y funeral según los
usos y costumbres del lugar donde se preste el servicio, en la cuantía que se justifique», por lo
que se pone un límite, al menos por escrito, al pago de los gastos de asistencia médica,
farmacéutica y hospitalaria.
10
Como hemos indicado se ha de acreditar, en atención a la nueva situación del
lesionado, la necesidad de llevar a cabo reformas en la vivienda, tendentes a facilitar la
vida del mismo. Dicha acreditación es conveniente documentarla con presupuestos
desglosados así como informes periciales y médicos que demuestren la relación de
causalidad entre los gastos a invertir y las necesidades del lesionado (SAP de Huelva de
11-05-06 (JUR 2007\28481))22. En algunos casos como en la SAP de Barcelona de 22-11-05
(ARP 2006\107) y la SAP de Lugo de 19-12-06 (JUR 2007\228991) la acreditación de la
necesidad se documentó en presupuestos, si bien la indemnización final no se determinó
hasta ejecución de sentencia, una vez se presentaran las facturas de las obras llevadas a
cabo así como los informes periciales que lo soportaban, para comprobar la realización de
tal adecuación, siendo no procedente cantidades a tanto alzado. 23
11
En cuanto a si los familiares a los que va destinado el factor corrector han de ser por
el parentesco, a favor puede verse la SAP de Granada de 29-09-05 (JUR 2006\203907).25
El Baremo exige que los cuidados y atención continuada que se preste al lesionado
por parte de los familiares, haya de suponerles una sustancial alteración de la vida, con su
perjuicio en su estado anímico, en su vida de relación tanto interior en la familia, como en
el resto de los ámbitos de desarrollo de la personalidad (Paúl de Velasco).
¿Quiénes están legitimados activamente para exigir el factor corrector? Sobre este
tema existe gran controversia, tanto doctrinal como jurisprudencial. En este último ámbito
el Tribunal Constitucional, se pronunció a través de la sentencia 15/2004 de 23 de febrero 26
indicando que el único beneficiario de la indemnización por perjuicios morales de los
familiares es el propio lesionado y no los familiares directos del mismo en relación con la
previsión del apartado 1.4º del anexo del Baremo en el que se fijan los criterios de
interpretación del mismo y que señala que sólo la víctima es el beneficiario de las
indemnizaciones. Dicho pronunciamiento ha sido criticado abiertamente tanto por la
doctrina como por algunas Audiencias27 al entender que el TC invade la jurisdicción
ordinaria, haciendo una interpretación de la ley que no le compete. Destacamos, como
postura contraria a la manifestada por el TC, la SAP de Murcia de 16-09-05 (JUR
2006\203939) que en su FJ 4º indica que:
“…es cierto que la sentencia del Tribunal Constitucional citada viene a señalar que el único
beneficiario de la indemnización por perjuicios morales de familiares es el propio lesionado y no
los familiares directos del mismo en relación con la previsión del apartado 1.4º del anexo del
Baremo en el que se fijan los criterios de interpretación del mismo y que señala que solo la
víctima es el beneficiario de las indemnizaciones. No dudando de la autoridad del Tribunal
Constitucional, sin embargo no es posible aplicar dicha interpretación en este caso. Los
Tribunales están obligados a seguir la doctrina emanada del Tribunal Constitucional en la
interpretación de las leyes que éste realice desde un punto de vista constitucional (artículo 5
LOPJ), pero no existe tal obligación cuando el citado Tribunal entra a conocer de cuestiones de
legalidad ordinaria, pues en estos casos, el Constitucional va más allá de su función de máximo
intérprete de la Constitución y entra en terreno competencia exclusiva de los juzgados y
tribunales que en este caso solo están obligados a seguir los criterios emanados por la
jurisprudencia del Tribunal Supremo de conformidad con el artículo 1.6 del Código Civil. La
citada sentencia da una interpretación de legalidad ordinaria que puede ser o no compartida,
pues no se niega que se trata de una cuestión polémica, pero que no existe obligación de seguir
dicho criterio si no se está conforme con el mismo. Y en este caso, al igual que ocurre con la
juzgadora a quo, no se comparte dicho criterio en modo alguno. El tercero y último de los
conceptos retribuibles en situación de gran invalidez en la tabla IV es el de los perjuicios morales
de familiares, para los que se prevé una indemnización destinada, por imperativo legal, a
familiares próximos al incapacitado en atención a la sustancial alteración de la vida y convivencia
derivada de los cuidados y atención continuada, según circunstancias. La existencia real de estos
perjuicios morales a los familiares del gran inválido es unánimemente reconocida por la doctrina
y la jurisprudencia. La situación generada por la situación de gran invalidez es de suficiente
entidad para alterar profundamente la vida y las relaciones no sólo del lesionado, sino también
de sus familiares más allegados que sufren de forma directa y permanente la situación de
afectividad y la alteración de convivencia derivada del estado del gran inválido. Este concepto
indemnizatorio es autónomo e independiente del anterior de ayuda de terceras personas. Por un
lado obedece a distinta finalidad, ya que uno contribuye a paliar los gastos que conllevan las
necesidades cotidianas del gran inválido, mientras que la otra tiene por finalidad compensar los
padecimientos de quienes viven en tan lastimosa situación con el familiar al que se hayan ligados
con estrechos vínculos de afectividad. Por otro lado los destinatarios de una u otra indemnización
son distintos. La ayuda a tercera persona va dirigida en favor del propio gran inválido, mientras
que en la estudiada, los beneficiarios son los mismos familiares del gran inválido por un derecho
propio. No cabe duda de que ésta es la interpretación más correcta en relación con las
circunstancias derivadas de un siniestro que, como el presente, genera una situación de gran
invalidez. Es absurdo acudir a una interpretación literalista del apartado 1.4 del anexo, pues en
definitiva quien sufre los perjuicios que se indemnizan en dicho factor de corrección, no es el
lesionado, sino precisamente los familiares que están a cargo del mismo y que ven
profundamente alterada su vida por esta nueva situación. Son daños propios de los familiares que
no tienen porqué ser indemnizados a la víctima, pues para asegurarse la atención de terceras
personas ya existe previsto en el Baremo otro concreto factor de corrección que sí corresponde
directamente a la víctima del siniestro. Debe ser interpretado como una excepción al régimen
previsto en el apartado 1.4 del anexo, que está expresamente señalada en la tabla IV y que como
tal debe ser objeto de indemnización a los directos familiares que están y, sin duda, continuarán
atendiendo al lesionado.”
12
¿Es aplicable el factor corrector a incapacitados permanentes no considerados
grandes inválidos? Como vimos al iniciar el estudio de los grandes inválidos, en la
estructura originaria del Baremo de la Ley 30/95 el factor corrector aparecía como un
subapartado del apartado general de la gran invalidez, mientras que en el actual Baremo
del año 2007 aparece como un apartado no incluido en el general de la gran invalidez, sino
como otro más a aplicar dentro de la Tabla IV. Al respecto la jurisprudencia mayoritaria
opta por entender que dicho factor es exclusivo de los grandes inválidos en los que la
autonomía personal del paciente se encuentra prácticamente anulada, precisando de
cuidados permanentes de terceros. Al respecto también se pronunció el TC en la STC
15/2004 de 23 de febrero (RTC 2004\15) indicando que para la aplicación del factor se
requería la previa condición de gran inválido. En el mismo sentido SAP de Almería de 09-
11-01(JUR 2001\48235) y SAP de Barcelona de 14-11-0628, siendo esta la posición
mayoritaria.
“…el uso de la expresión "hasta " claramente indicativa del limite máximo, permiten atemperar la
cuantía indemnizatoria a las circunstancias del caso concreto dentro de esa franja de "hasta tres
meses", y ello en la medida en que ha de entenderse comprensible que no se valore,
cuantitativamente, en idénticos términos, una gestación de cinco semanas, frente a una gestación
de 12 semanas.”
13
Como requisitos exigidos por la jurisprudencia, destaca, como parece obvio, que ha
de demostrarse tanto la situación de embarazo previa a la ocurrencia del siniestro, como la
relación causa efecto entre el siniestro y la posterior interrupción del embarazo (SAP de
Madrid de 23 de junio de 2006 (JUR 2007\33026)) acreditándose este último extremo
mediante los informes médicos periciales oportunos.29
Los elementos correctores a los que este factor corrector se refiere, están recogidos
en el apartado Primero 7 del Anexo de la Ley de explicación del Sistema. Dichos elementos
correctores pueden ser tanto de disminución de la indemnización, como de agravación,
atendiéndose a la concurrencia de la propia víctima en la producción del accidente o en la
agravación de sus consecuencias, subsistencia de incapacidades preeexistentes o ajenas al
accidente que hayan influido en el resultado lesivo final y la producción de invalideces
concurrentes.
Algunas sentencias han utilizado este factor corrector como recurso final para
reconocer factores de corrección, en principio y según la estructura del Baremo, propios
de otro tipo de perjudicados. Por ejemplo en la SAP de Girona de 22 de junio de 2005 (JUR
2006\52172) en un caso en el cual la Audiencia le reconoció una incapacidad permanente
absoluta, si bien el INSS le reconoció una gran invalidez, “sin embargo, acreditado por las
pruebas médicas la necesidad de ayuda de tercera persona, aún no pudiendo ser
concedida en base a lo dispuesto en el Baremo para los casos de personas consideradas
como grandes inválidos, sí que es posible efectuarlo en virtud del elemento corrector
establecido en el apartado 1º, regla 7, del Anexo.”(Con la misma justificación se reconoce
la aplicación del factor corrector de adecuación de la vivienda).30
14
VIII. ADECUACIÓN DEL VEHÍCULO PROPIO
“…siendo un hecho cierto que el perjudicado, quien para su desplazamiento precisa de silla de
ruedas, debe disponer de un vehículo adecuado que lleve incorporadas las medidas que tan
grave incapacidad exige, sin que su procedencia legal esté en modo alguno supeditada a la
preexistencia de un vehículo en propiedad a favor del perjudicado, no constando que el niño
tuviera coche propio en el momento del siniestro, sino condicionada a su necesidad, la cual está
fuera de cuestión.”
“…procedente tan sólo indemnizar por el coste de adecuación del vehículo, sin que sea posible
indemnizar por el coste total, en primer término, porque el propio factor de corrección delimita
la indemnización a los gastos de adecuación del propio vehículo, y en segundo lugar, porque tal
y como señala Línea Directa Aseguradora, no se ha acreditado en las actuaciones la
imposibilidad de adaptación en un vehículo de gama inferior, o la imposibilidad de adaptar el
que tenía con anterioridad, debiendo añadir que Don José Miguel en su informe obrante a los
15
folios 813 a 818 consideraba que Sonsoles precisa de un vehículo adaptado, siendo el ideal un
vehículo monovolumen para no tener que hacer transferencias, sin que sea éste el tipo de
vehículo adquirido, que ha sido un Audi A3, 1.8 Aut. Attra, considerando este Tribunal que
procede la indemnización por este concepto exclusivamente por el importe de los gastos de
adaptación, esto es, 478 euros.” En el mismo sentido la SAP de La Rioja de 16-04-04 (JUR
2004\147024), SAP de Salamanca de 07-11-05 (JUR 2006\28922).
“En lo referente a la aplicación del factor de corrección por adecuación de vehículo propio, lo
que ha sido indemnizado por el Juzgado "a quo", no es propiamente la aplicación exclusiva de
este factor de corrección, sino el daño material que representa el gasto que ha tenido que asumir
el perjudicado y su familia, al no poder utilizar por el nuevo estado de incapacidad del Sr. Pablo ,
su anterior vehículo ni poder adaptarlo. En tal caso es evidente que la concesión del importe de
adquisición de un nuevo vehículo, previo descuento del importe de las cantidades percibidas por
su anterior vehículo, es un daño material indemnizable directamente y no como factor de
corrección de adecuación, pues se ha situado al perjudicado y su familia en la necesidad de
sustituir su vehículo por lo que el gasto que el mismo representa implica un daño material
indemnizable de forma directa, sin perjuicio de aplicar a la nueva adquisición necesaria, el factor
de corrección derivado eso sí de la adecuación del nuevo vehículo a las necesidades derivadas
de la incapacidad del perjudicado, pues en definitiva el daño que representa la necesidad de
sustitución del vehículo no tiene encuadre directo en el apartado 2. del Art. 1 de la Ley sobre
Responsabilidad civil y seguro en la circulación de vehículos a motor, valorable conforme al
Baremo, sino de un daño material.”
IX. CONCLUSIONES
16
tercera persona para su correcta calificación. Para una adecuada delimitación tanto de la
situación impeditiva del lesionado, así como de las necesidades que se le generan, es
imprescindible un seguimiento continuo del lesionado por parte de los peritos médicos,
seguimiento que en caso de utilizarse los criterios fijados por el Baremo de Dependencia
de la Ley 39/2006, nos aportará una idea más clara y adecuada de la situación impeditiva
del lesionado.
En aras de proteger a los grandes lesionados, sería aconsejable fomentar el uso del
instituto de la renta vitalicia. En las sentencias estudiadas para elaborar este trabajo se
pueden contar con los dedos de una mano los casos en los cuáles se ha promovido el uso
de la renta vitalicia. Como bien indica la SAP de Castellón de 01 de marzo de 2005 (JUR
2005\131696) la renta vitalicia cumple adecuadamente dos funciones cautelares: a)
protección tanto respecto a la víctima como del responsable y coadyuvando al logro de los
principios que se postulan de la institución de la responsabilidad civil, toda vez que es útil a
la consecución de la finalidad reparadora de la misma al garantizar a la víctima la
disposición de una renta periódica con la que atender sus especiales necesidades, y b)
contribuye a evitar el enriquecimiento sobreindemnizatorio de la víctima, en el supuesto de
posterior fallecimiento de ésta.
1
“Las principales cifras de la Siniestralidad Vial España 2006”
http://www.dgt.es/dgt_informa/investigaciones/principales_cifras_siniestralidad_vial_2006.pdf
2
Al respecto se destacan dos posturas jurisprudenciales; por un lado, las que indican que no es necesario
acreditar ingresos por aplicación analógica de la nota aclaratoria de las Tablas II y IV a la V, donde se pueden
consultar las siguientes sentencias: SAP Sevilla de 1 junio 2006 (JUR 2007\27338), SAP Asturias 3 octubre 2005 (JUR
2005\274407), SAP Burgos 26 mayo 2006, SAP Valladolid 4 octubre 2005 (JUR 2005\241865), SAP Cáceres 19
septiembre 2005 (JUR 2005\19697), SAP Pontevedra 31 julio 2006 (JUR 2006\229403), SAP La Coruña 18 julio 2006
(JUR 2006\245619), SAP Pontevedra 02 noviembre 2004 (JUR 2006\19634), SAP La Rioja 19 enero 2004 (JUR
2004\101107) y 8 enero 2004 (JUR 2004\100576), SAP Tenerife 6 septiembre 2002 (AC 2002\1583), SSAP Madrid 24
octubre 2006 (JUR 2007\53800), 29 septiembre 2006 (JUR 2006\268463), 16 junio 2006 (JUR 2007\33163), 17 mayo
2006 (JUR 2006\192428), de 9 mayo 2006 (JUR 2006\192706), SSAP Castellón 1 febrero 2006 (JUR 2006\134948), 30
diciembre 2005 (JUR 2006\96503), 7 diciembre 2005 (JUR 2006\97017) y SAP Valencia 8 febrero 2005 (JUR
2005\83414); por otro lado, la segunda postura entiende que la aplicación del factor para la Tabla V no es
automática, siendo necesario acreditar en algunos casos, la edad laboral y/o la situación laboral e ingresos. En tal
sentido: SSAP Granada 24 marzo 2006 (JUR 2006\213173), 24 febrero 2006 (JUR 2006\213337), 6 octubre 2005 (JUR
2006\203886) y 20 junio 2005 (JUR 2006\200036), SSAP Baleares 27 septiembre 2006 (JUR 2006\278935), 29 marzo
2004 (JUR 2004\174758), 21 marzo 2002 (JUR 2002\129956), SAP Cantabria 21 marzo 2005 (JUR 2005\89405), SAP
Zamora 21 diciembre 2005 (JUR 2006\79622), SSAP Pontevedra 3 junio 2003 (JUR 2004\2143), 16 abril 2003 (JUR
2003\210594), 14 enero 2003 (JUR 2003\108739), SAP Murcia 27 enero 2006 (JUR 2006\203662), SAP Tenerife 26
septiembre 2005 (JUR 2005\242537), SAP Madrid 21 marzo 2006 (JUR 2006\156485), SSAP Guipúzcoa 15 octubre
2003 (JUR 2003\271290), 22 marzo 2004 (JUR 2004\200951), 01 febrero 2005 (JUR 2005\98016).
3
En la propia STC 181/00 se recoge el Voto Particular del Excmo. Sr. D. Garrido Falla disidente del fallo que
señala: “Pero lo que no se entiende es que el argumento valga para el apartado B) de la tabla V y no, por ejemplo
para la tabla I donde se barema la indemnización por muerte; o a las tablas III, IV y VI que contienen los baremos
en caso de lesiones permanentes (es decir, las que pueden convertir a la víctima en un inválido permanente
impedido para realizar su profesión u oficio). ¿Acaso no son estos supuestos -especialmente en caso de muerte- los
que pueden determinar la ruina absoluta de la familia de la víctima o de la víctima misma?”. Para Xiol Rios, “no
cabe duda de que los argumentos que el Tribunal Constitucional utiliza respecto de la Tabla V son aplicables
también, lo que aquí interesa, a la Tabla IV.” El lucro cesante ligado a la incapacidad permanente laboral del gran
inválido.”
4
Véase el artículo de Juan F. Garnica Martín. “La prueba del lucro cesante”. Revista de Responsabilidad Civil y
Seguro.
5
Según L.F. Reglero Campos “lo que sí parece claro es la incompatibilidad en la aplicación del factor de
corrección por perjuicios económicos y la concesión del lucro cesante derivado del mismo daño. Es decir, si se
pide la aplicación de este factor de corrección no será posible pretender la indemnizabilidad del lucro cesante
probado. En estos casos el concepto indemnizatorio debería ser, en correcta técnica jurídica, el lucro cesante
acreditado, y esto es lo que, según creo y ya he dicho, se extrae de la STC 181/00 para el caso de imputación
subjetiva.” Accidentes de circulación: Responsabilidad Civil y Seguro. Ed. Aranzadi. 2004.
6
En el mismo sentido Reglero Campos. “Accidentes de circulación. Responsabilidad civil y seguro.” Ed. Aranzadi.
2006.
7
7º CURSO DE VALORACIÓN DE DAÑOS PERSONALES: “Los grandes inválidos”: “El resarcimiento de los
perjuicios personales causados por la lesión permanente.” Seaida, mayo 2007. Mariano Medina Crespo. Un estudio
en profundidad sobre este factor corrector puede verse en: “Daños morales complementarios. Consideraciones
doctrinales.” Mariano Medina Crespo. Revista de Responsabilidad Civil, Circulación y Seguro. Ed. Inese. Enero
2003.
17
8
“Los grandes inválidos en nuestro derecho indemnizatorio: Algunos apuntes para su tratamiento.” Joaquín Alarcón,
Matilde Somacarrera y Elena Somacarrera. En sentido contrario se manifiesta Mariano Medina el cual en atención a
la “significación objetiva de la nocividad moral” propone su reconocimiento indemnizatorio. Se pueden consultar
las siguientes sentencias en las cuáles en casos de coma vigil, se les reconoce (si bien no entran en el estudio
teórico) el derecho a indemnización por todos los perjuicios morales: SSAP de Asturias 11-01-07 (JUR 2007\59881),
SAP de Pontevedra de 03-03-06 (JUR 2006\118502) y STSJ de Castilla y León (Valladolid) de 13-03-07 (JUR
2007\215140).
9
Según Xiol Rios, el factor de corrección es mixto, resarciendo tanto el perjuicio patrimonial (lucro cesante) como
el perjuicio personal (moral), así el lucro cesante que resulte probado en el proceso y que no sea susceptible de
ser cubierto dentro de los márgenes del perjuicio económico, debe incluirse en este factor, agotando el máximo
del apartado correspondiente. “¿Son indemnizables los perjuicios patrimoniales atípicos derivados del daño corporal
en Sistema de valoración en materia de accidentes de circulación?.” Revista de Responsabilidad Civil y Seguro. Julio
2007.Juan Antonio Xiol Rios. En el mismo sentido SAP de Baleares de 21 de marzo de 2007 (FJ 4º) y SAP de Zaragoza
de 11 de enero de 2007 (JUR 2007\66676).
10
Puede consultarse el estudio sobre la distinción del concepto civil y laboral en la SAP de las Islas Baleares de 21
de marzo de 2007 (FJ 4ª).
11
Como indica la doctrina y así evitar el “marchamo laboral” del concepto de incapacidad permanente y de gran
inválido recogido en el Baremo (Medina Crespo y Cobo) sería aconsejable un cambio de denominación de dichas
categorías para evitar su confusión y asimilación con las propias del ámbito laboral recogidas en la LGSS.
12
José Godino Izquierdo señala que dicha enumeración “es a título de mero ejemplo y sin que suponga numerus
clausus alguno.” “Derecho de Seguros III. Los grandes inválidos. Renta Vitalicia. Daños morales.”
13
Esta postura jurisprudencial no ha sido confirmada por la doctrina mayoritaria, ya que esta se decanta por
entender que la gran invalidez no es un cuarto grado de la invalidez permanente, sino dos factores diferentes y,
por ello, son dos valoraciones también diferentes (Cobo). Según Godino Izquierdo, los conceptos indemnizatorios
propios de la gran invalidez (necesidad de ayuda de tercera persona, adecuación de vivienda y perjuicios morales
de los familiares) resultan añadidos a la indemnización que por incapacidad permanente absoluta ha de ser
atribuida a todo gran inválido. Medina Crespo indica que “hay que reaccionar frente a cierto criterio que entiende
que, en el caso de gran invalidez, no procede aplicar el factor corrector por incapacidad permanente, sin tener en
cuenta que el denominado factor de la gran invalidez se descompone en tres factores distintos, sin que ninguno de
ellos resarza los perjuicios personales causados por el efecto impeditivo de la lesión permanente. Y ello es así
efectivamente pues hay dos subfactores que corresponden a perjuicios de índole patrimonial y el tercero
corresponde a los perjuicios personales padecidos por los familiares del gran inválido, como consecuencia de la
alteración de su vida por la atención prestada a él, sin que resarzan los específicos perjuicios personales sufridos
por éste.”
14
En el mismo sentido que la Audiencia de Valladolid, Xiol Rios, “el gran inválido es siempre un incapacitado
permanente, pero no tiene porqué ser necesariamente una IPA.” En sentido contrario se manifiestan, entre otros,
Medina Crespo y Godino Izquierdo, para los cuáles cuando una incapacidad absoluta afecta a las actividades
esenciales del individuo, hasta tal punto que queda privado de su autonomía y necesita de ayuda de tercera
persona, se está ante el concepto civil de la gran invalidez, que de suyo, conlleva una incapacidad permanente
absoluta.
15
En el mismo sentido la SAP de Murcia de 22-03-01 (JUR 2001\208504) donde se indica que: “En relación con la
indemnización por incapacidad permanente absoluta, se resolvió en esta alzada en sentencia de 25.abril.00, que el
concepto de gran invalidez no debe partir como limite mínimo, del máximo concedido a la incapacidad
permanente absoluta, ya que de la lectura de la Ley se observa la inexistencia de dicho limite mínimo, puesto que
el concepto de grandes inválidos no lleva aparejada correlativamente ninguna indemnización, sirviendo de
categoría genérica a los tres conceptos en virtud de los cuales habrá de fijarse la indemnización, y que en su caso
-según la doctrina- habrán de ser añadidos a la indemnización que por incapacidad permanente absoluta ha de
ser atribuida a todo gran inválido.
16
“Análisis del sistema de valoración de personas con grandes daños en el R.D.L. 8/2004. Algunas propuestas.” J.A.
Cobo. Instituto de Medicina Legal de Aragón. Curso de Valoración de daños personales: Los Grandes inválidos.
Seaida. Mayo 2007.
17
En el mismo sentido Iván Ventura Díaz de la Asociación Española de Abogados Especializados en
Responsabilidad Civil y Seguro en “Propuesta de utilización de los conceptos de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre,
de Promoción y Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, a los efectos de acreditar
la Tabla IV: Factores de corrección para las indemnizaciones básicas por lesiones permanentes.” Puede consultarse
en http://noticias.juridicas.com/areas_tematicas/nj_trafico/200706-775232125225333225.html.
18
En sentido contrario a esta sentencia puede consultarse la SAP de Burgos de 26 de mayo de 2007 (ARP 2007\256)
en un caso en el que se reclamaban gastos de tratamiento rehabilitador permanente, entiende el Tribunal que “los
gastos que posteriormente al alta médica se pudieran generar por tratamiento rehabilitador no pueden integrarse
dentro del factor corrector de necesidad de ayuda de tercera persona, circunscrito, como hemos indicado
anteriormente, a la necesaria para realizar las actividades más esenciales de la vida diaria como vestirse,
desplazarse, comer o análogas, sino porque lo que determina la calificación de la incapacidad permanente es el
informe de sanidad médico forense que señala la imposibilidad de mejoría en las secuelas acreditadas. El
lesionado no puede mejorar de las mismas y si pudiese no debería de emitirse el informe de sanidad y mucho
menos calificar las secuelas como productoras de gran invalidez con la minusvalía declarada administrativamente.
El concepto que ahora se reclama estaría incluido en la indemnización a otorgar por la incapacidad permanente
(en el presente caso gran invalidez) y por ello debe ser desestimado el motivo de recurso, so pena de indemnizar
doblemente una misma secuela.”
18
19
Como indica Alarcón Hidalgo la adecuación de la vivienda entra dentro de la categoría de gastos de
sostenimiento que tienen carácter patrimonial, cuya finalidad es la de reducir las consecuencias de la lesión
sufrida, mediante la creación de un nuevo hábitat vital donde el lesionado pueda asumir su nueva identidad.
“Reflexiones sobre los gastos de sostenimiento vital del lesionado (necesidad de ayuda de otra persona, adecuación
de vivienda y vehículo)”. Mayo 2007.
20
En tal sentido L. Fernando Reglero Campos en “Accidentes de circulación: responsabilidad civil y
seguro.”.Aranzadi. 2004. La indemnización por “adecuación de la vivienda para el gran inválido debe ser objeto de
mayores controles judiciales, pues existe un cierto riesgo de que la cantidad percibida por el incapaz por este
concepto se destine a fines que no le reportan beneficio alguno. De este modo, el Juez o Tribunal debe articular los
mecanismos necesarios para garantizar que la cantidad concedida por este concepto se destine al fin que le es
propio, pues si así no fuera, la indemnización carece de sentido y podría hablarse de enriquecimiento injusto.
Téngase en cuenta que aquí no hay daño o deterioro de bien material alguno que indemnizar, sino un propósito de
facilitar la vida del lesionado.”
21
En el mismo sentido SAP de Badajoz de 30-12-04 (JUR 2005\33574): “El factor de corrección se refiere a la
adecuación de la vivienda pero no debe impedir, a juicio de la Sala, la adquisición de una nueva. Debe tenerse en
cuenta a la hora de determinar su aplicación que la vivienda ocupada por el lesionado no reúne las condiciones
adecuadas para que pueda desenvolver sus constantes vitales dada su condición de gran inválido al tratarse de un
segundo piso sin ascensor y sin las dimensiones estructurales necesarias en sus habitaciones o pasillos que
requiere según la legislación autonómica una vivienda adecuada a sus limitaciones físicas y funcionales. Por
consiguiente la adecuación de la vivienda debe significar que la ocupada reúna las condiciones más ajustadas que
permitan su mejor aprovechamiento por una persona con la minusvalía padecida. Estas exigencias llevan
ineludiblemente a la adquisición de una vivienda de similares características a las que se venía ocupando tal y
como se dictamina en el informe pericial. “
22
En tal sentido, y de manera bastante clara, la SAP de Madrid de 14-01-05 (JUR 2005\256021): “…la adecuación de
la vivienda y las partidas correspondientes a la misma precisan para su determinación de una doble pericial: a).-
Médico forense, a fin de determinar el estado actual del perjudicado y las carencias funcionales y necesidades del
mismo, en especial, la precisión de silla de ruedas y adecuar la vivienda para la misma a fin de salvar los
obstáculos arquitectónicos (el último informe existente al respecto de hace casi tres años); b).-Informe de perito
dependiente de la Comunidad de Madrid, o en su caso, del que al efecto se propugne, en relación al resultado de
la prueba anterior, sometida a contradicción a fin de que las partes hayan podido solicitar aclaraciones, y a las
necesidades funcionales del perjudicado resultantes de la misma, evalúe, previo examen de las facturas aportadas
y que se puedan aportar correspondientes exclusivamente a dichas partidas, la relación de gastos incluidos en las
mismas y determine el importe total al que conforme su leal entender asciendan los gastos necesarios para la
adecuación de vivienda, daños materiales y gastos derivados del accidente; dictamen que también debe ser
sometido a contradicción de las partes que podrán efectuar aclaraciones acerca de lo cual resolverá el juez a quo
lo que estime pertinente.”
23
La SAP de Sevilla de 26-06-06 (JUR 2007\32975) llama la atención al conceder el factor de adecuación de
vivienda, si bien su importe habrá de acreditarse en ejecución de sentencia, incluyéndose en el importe
indemnizatorio los gastos de alquiler de una nueva vivienda y perjuicios ocasionados por el tiempo de ejecución
de las obras: “En cuanto a la indemnización por adecuación de la vivienda habitada por el perjudicado, que se
cifra en 70.000 euros, pudiendo alcanzar según el Baremo hasta 77.639,47 euros, debo estimar parcialmente el
recurso entablado, pues se trata de una partida que debe ser objeto de prueba, y, si bien, estimamos que la
situación en la que ha quedado el menor accidentado obliga a realizar obras de adaptación del domicilio familiar,
su cuantificación debe dejarse para ejecución de sentencia, y cifrarse en el montante se resulte de la prueba
pericial que debe practicarse al efecto, mediante técnico nombrado judicialmente en atención al presupuesto que
le presenten los afectados e inspección ocular de la vivienda, bien mediante esta última, de faltar el primero en el
plazo de tres meses a contar desde la fecha de esta sentencia. En dicho concepto deberá tenerse en cuanta el
tiempo previsible de duración de las obras, durante el cual se incrementará el importe peritado en 600 euros
diarios, en concepto de alquiler de otra vivienda y perjuicios causados. La suma resultante, en ningún momento
podrá exceder de los 70.000 euros atorgados en la resolución recurrida.” Asimismo destaca la SAP de La Rioja de
16-04-04 (JUR 2004\147024) que tras conceder el factor corrector para cubrir las obras necesarias para instalar un
salvaescaleras y obras de acondicionamiento del cuarto de baño, estima evidente la necesidad de mantenimiento
de tales instalaciones, aumentado la cantidad indemnizatoria en un 30 % para hacer frente a las reparaciones o al
simple mantenimiento.
24
En sentido contrario, Alarcón Hidalgo que señala que “si la prueba documental o pericial acredita un perjuicio
superior al límite fijado, habría que resarcir el importe íntegro.” “Reflexiones sobre los gastos de sostenimiento vital
del lesionado (necesidad de ayuda de tercera persona, adecuación de vivienda y vehículo).” Mayo 2007.
25
Al respecto Paúl de Velasco considera que la proximidad no debe entenderse como una cuestión de grado de
parentesco, habría que atender a vínculos de afectividad, convivencia y dependencia entre víctima y cuidador. La
relación no ha de ser de parentesco biológico o legal, bastando el funcional. Perjuicios Morales de los Grandes
Inválidos. Curso Valoración de Daños Personales: Los Grandes Inválidos. Mayo 2007.
26
Véase el artículo de Mariano Medina Crespo. “Una nueva cata en el cajón de las sorpresas. La STC de 23 de
febrero de 2004. El caso de la esposa del lesionado que, sin sufrir una gran invalidez, padece una discapacidad
importante.” Revista de Responsabilidad Civil, Circulación y Seguro. Ed. Inese. Junio 2004.
27
Al respecto Paúl de Velasco indica que “serán acreedores de tal indemnización todos los familiares del gran
inválido que cumplan las condiciones siguientes: ser familiares próximos al lesionado, convivir con él, prestarle
cuidados y atención continuada y sufrir por ello una sustancial alteración en sus condiciones de vida.” En el mismo
sentido Mariano Medina “El resarcimiento de los perjuicios personales causados por lesión permanente.” En tal
sentido, otorgando legitimidad a los familiares pueden consultarse las siguientes sentencias: SAP la Coruña de 02-
02-07 (JUR 2007\81021), SAP de Murcia de 16-09-05 (JUR 2006\203939), SAP de Girona de 22-06-05 (JUR
2006\52172), SAP de Castellón de 01-03-05 (JUR 2005\131696), SAP de Tarragona 08-10-01 (JUR 2001\323356), SAP
de Valladolid de 16-02-06 (JUR 2006\127904). En sentido contrario, concediendo legitimación exclusiva al
lesionado y siguiendo la doctrina del TC pueden verse las siguientes sentencias: SAP de Madrid de 22-09-06 (JUR
19
2007\31044), SAP de Burgos de 31-03-06 (JUR 2006\216768), SAP de Madrid de 20-06-05 (JUR 2005\249265). La SAP
de Murcia de 11-07-06 (JUR 2006\205431) llama la atención al reconocer el derecho a reclamarlo a los familiares si
bien, excepcionalmente se admite que lo reclame la lesionada, con la condición de que la indemnización por tal
factor “se destine a ellos (los familiares) por lo que sería válida esta última solución si el Tribunal verifica que
efectivamente es así.”
28
En el ámbito doctrinal Paul de Velasco y Mariano Medina indican que el factor es exclusivo de los grandes
inválidos. En sentido contrario Xiol Rios que mantiene que el factor puede ser aplicable a cualquier incapaz. En tal
sentido puede consultarse la SAP de Valencia de 31-01-02 (JUR 2002\111976) que indica que aun el caso de que se
le reconozca al lesionado una incapacidad permanente absoluta “no podemos admitir que (la situación del
perjudicado) llegue hasta el extremo previsto por el Baremo (para los grandes inválidos)….sin embargo, en contra
de lo argumentado por la parte, no podemos admitir que el hecho de que el Juez haya acogido alguno de los
conceptos que la integran (adecuación de vivienda, perjuicios morales) pese a negarle su inclusión en la categoría,
sea censurable por incongruente, dado que sencillamente, el hecho de merecer la consideración de gran inválido
nos hubiera permitido presumir la concurrencia de estos conceptos, mas en ningún caso impediría de raíz su
posible consideración, ya que aun cuando exista un Baremo…no podemos olvidar que en definitiva nos
encontramos tratando de reparar los daños causados por un ilícito penal, por lo que en esta medida deberemos
compensar íntegramente todos los perjuicios causados a la víctima, por lo que si ésta logra acreditar la existencia
de algún perjuicio real que a través de la estricta aplicación del Baremo no quede satisfecho, nada impediría que
mediante la aplicación analógica de sus diferentes categorías, pueda darse una adecuada respuesta.”
29
Se rechaza la aplicación del factor corrector por falta de acreditación de la relación causal en la SAP de León de
05 de abril de 2004 (JUR 2004\137741).
30
Pueden consultarse las siguientes sentencias que utilizan el mismo factor en el mismo sentido: SAP de
Pontevedra de 03 de marzo de 2006 (JUR 2006\118502) y SAP de Valladolid de 16 de febrero de 2006 (JUR
2006\127904).
20