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Belleza y razón de su estado

Congreso AITENSO 2017


Rodrigo Bazán
ciih / iihcs / uaem

algo extraordinario ha sucedido: el Estado moderno –nacido del cálculo y del artificio, producto
del homo faber como las nuevas armas de fuego– necesita para ser gobernado del arte igualmente
Maravall: Teoría del Estado 232

Creo, y por eso estoy aquí, que sobre Los cabellos de Absalón se ha escrito mucho (no tanto en

realidad) pero nunca lo suficiente: se discute si es o no David quien más importa a esta tragedia,

si en la construcción del personaje-Absalón subyace una crítica al maquiavelismo como nueva

arte política, por ejemplo, y se invoca para ello la función del libre albedrío en el desarrollo de

los acontecimientos tanto como sus relaciones con el Catecismo o la Kabbalah; pero se cita poco

el texto, y se pasa por alto que su construcción definió, sin duda, lo que el público contemporáneo

a Calderón haya percibido (sobre el escenario y al rememorar después la obra) al contrario de lo

que nosotros hacemos cuando, texto dramático en mano y encerrados en nuestros cubículos,

discutimos una y otra vez las implicaciones ideológicas de su razonamiento en vez de abocarnos

a la construcción e imaginación de cómo pudieron verse sus personajes en escena. Las siguientes

cuartillas buscan, pues, abonar ese surco.

En un texto publicado en 2008, Margaret Rich Greer planteaba que al interpretar un drama

histórico como éste han de considerarse tres “momentos”: el de la historia en sí (Israel ca. 1000

a.C.); el de su producción y ejecución (inicio del reinado de Felipe IV, ca. 1635); y el presente

(que en realidad son ya dos momentos por los casi diez años transcurridos), con nuestra distancia

del estreno y la perspectiva que aportamos al leer la obra.

Éstas premisas la hacen preguntarse luego si un público moderno puede ver o leer “con

los ojos de un católico devoto del siglo XVII” e, incluso, si la idea de “un cielo compensador”

deshace el efecto trágico, en tragedias de asunto clásico o con personajes paganos, al prometer

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una justicia divina perfecta en la vida después de la muerte. No porque David y sus hijos lo sean,

pero sí porque la idea de una vida después de la muerte no aparece en el texto bíblico sino al final

del Antiguo Testamento, después de su reinado. De modo que una lectura correcta del texto

calderoniano pide

1º que se le aborde como una tragedia en que se representa un mundo noCatólico y noGriego

donde “la obediencia o desobediencia de los personajes a la voluntad de Yahvé no se orienta a

asegurar la salvación de un alma eterna” (Greer 2008, 119) y en consecuencia la idea misma de

pecado es anacrónica, al contrario de lo que propone Néstor López: que la tragedia calderoniana,

heredera de una erudición judeocristiana y una filosofía teológica, es un universo moral en el que

se desenvuelven los pecados” (2015, 12)

2º que igualmente, se considere a David un personaje atractivo como “rey heroico que construye

un imperio, pero cuyos errores como individuo y padre ponen el reino en peligro” (Greer, 119-20

3º que si bien “sería imposible precisar exactamente dónde estaba Calderón en el continuum entre

el libre albedrío y la predestinación”, puesto que “la obra aborda muchos factores que ya actúan

como obstáculos, ya facilitan la manifestación exitosa y el ejercicio de la propia voluntad y así

definen las “vidas” de los personajes, es claro que el dramaturgo consideró que la pregunta debía

exponerse en el escenario” (Foss 2016, 134)

Para discutir cómo se desenvuelve entonces Absalón, lo asumo como un constructo

dramático calderoniano –una persona, no un individuo con desarrollo psicológico humano–, y

suscribo el aserto de Greer

Cuando en una crisis de honor un personaje pronuncia la declaración clásica, ‘soy


quien soy”, su inmediata definición de sí no se dedica al autoanálisis psicológico,
sino al repaso de su género y rango social y las obligaciones que le imponen. Por
consiguiente, el carácter en las mejores tragedias españolas no suele revelarse en
monólogos sino en la interacción con otros personajes, pues la identidad es
constituida por un proceso social (cfr. Greer 2008, 122)

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y no, como quiere López, porque siendo una “tragedia de destino”, la obra esté “caracterizada por

el desajuste de las pasiones individuales” de modo que “a pesar de la advertencia en forma de

vaticinio” se alcance

su final cumplimiento catastrófico mediante el ejercicio del libre albedrío y sólo


por razón de este importante factor [pues en] Los cabellos de Absalón las pasiones
individuales se ven transformadas en pecados particulares, los cuales, a su vez,
desatan la acción dramática y el final calamitoso. Así, el concepto de pecado es
importante para el desarrollo de la acción, pues por medio de este el personaje
alcanza su destino bajo la toma de decisiones personales (López 2015, 1)

pues donde él ve “decisiones personales de los personajes” no hay sino “construcción dramática

de un dramaturgo” que con las profecías de Teuca planta en el primer acto un hilo de expectación

y prolepsis cuya función real no depende de que se cumplan sino del espacio de ambigüedad que

abren y de cómo éste permite “que cada personaje revele su naturaleza al interpretarlas de

acuerdo a su propio deseo” (cfr. Greer 2008, 123). La profecía sobre Absalón “se cumple”,

entonces, en y como parte de la conclusión dramática de tal manera que se le puede llamar

igualmente un accidente absurdo que un castigo divino o incluso, si se insiste, el cumplimiento de

la profecía porque el cabello de Absalón queda atrapado en un árbol; donde cuelga y desde

donde, impotente, exclama: ¿Qué es esto cielos, qué es esto? / ¡Qué en las copadas encinas / se

me enredan los cabellos! (3121-3; cfr. Foss 2016, 154).

Absalón, pues, no se define por su función social más que en tanto “hermoso hijo”:

Bellísimo Absalón, vuelve mil veces / a repetirme el gusto que me ofreces / en tan alegre día, le

dice David al iniciar la obra (1:27-9). Cualidad insuficiente, en cambio, a ojos de los hermanos
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con quienes compite por el trono, ya sea Salomón, que renuncia de antemano a la violencia en un

gesto que puede ser tan prudente como cobarde o hacerse parte, incluso, de lo que –conociendo la

historia de 2 Samuel 18:9-14– el público entenderá al final como un oscuro vaticinio en su contra

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cuando, en realidad, puede valer igualmente como una alusión no voluntaria a que, como se verá

de inmediato, el castigo dispuesto por Yahvé contra David se halla en curso

Luego justamente infiero, de David merecimientos


pues que mis cabellos son que te prefieren en todo.
de mi hermosura primeros ABSALÓN: No serás tú, por lo menos,
acreedores, que a ellos deba Reliquia de dos delitos,
el verme en el alto puesto; Homicidio y adulterio:
y así, vendré a estar entonces hablen Bersabé y Urías,
en alto por los cabellos. una incasta y otro muerto.
SALOMÓN: ¡Qué por ellos has traído SALOMÓN: De tu padre has murmurado,
la aplicación al concepto! Absalón, y aunque yo puedo
Pues, ¿quieres que una hermosura por mis manos castigar
afeminada, en los pechos tan osado atrevimiento,
de todos engendre más el cielo me ata las manos,
amor que aborrecimiento? quizá porque él quiere hacerlo;
ABSALÓN: Cuando la hermosura cae que ofensas de un padre siempre
sobre el valor que yo tengo, las toma a su cargo el cielo
¿por qué no? 1:820-850
SALOMÓN: Porque hay en hijos

Ya sea Adonías, ante quien hará alardes que, por el tono hiperbólico del diálogo, ninguno piensa

realizar realmente, y en cambio los dibuja más como miles gloriosus que como dos guerreros

¿Quién competir con Absalón presume, a tu delicadeza, a tu blandura


a cuyos pies ha puesto la ventura ABSALÓN: Cierra villano, el atrevido labio;
el valor, la riqueza y la hermosura? que el reino se debía a la hermosura,
ADONÍAS: ¡Si el reino israelita se heredara a pesar de tu envidia, dijo un sabio:
por el más delicado, tierno y bello, señal que es noble el alma que está en ella,
aunque no soy monstruo en cuerpo y cara, que el huésped bello habita en casa bella [...]
a tu yugo humillara el reino el cuello [...] Mas, ¿para qué lo que es tan cierto he puesto
Redujeras a damas tu consejo, en duda con razones? Haga alarde
a trenzas tu corona y a un estrado la espada contra quien te has descompuesto,
el solio de tu triste padre viejo, verás si, por hermoso, soy cobarde.
las armas a la Holanda y al brocado: ADONÍAS: Por adorno no más te la habrás
por escudo tomaras un espejo puesto:
y de tu misma vista enamorado, No la saques, así el amor te guarde;
en lugar de la espada, a quien me aplico, Que te desmayarás si la ves fuera.
esgrimieras tal vez el abanico. [...] ABSALÓN: Si no saliera el rey...
De tu belleza ser el rey procura: ADONÍAS: ...si no saliera
déjame a mí a Israel, que haces agravio 2: 99-105; 110-117; 126-133; 142-149

impresión de estar ante personajes-tipo que, sin embargo, es insostenible viendo que en el

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escenario se ofrece una compleja representación que parece afirmar consistentemente el papel del

libre albedrío y al mismo tiempo incluye variables contrapuestas como la profecía y la influencia

astrológica que apuntan a un futuro predestinado, al menos en la superficie (cfr. Foss 2016, 133).

Absalón, entonces, despliega tras la discusión y la inmediata denuncia de Tamar contra

Amnón, una larga serie de cualidades sobre las que el público no ha tenido noticia y, en primer

lugar, se muestra astuto –si no francamente taimado– al postergar la solución de la afrenta para

ganar tiempo pero, sobre todo, para abrir un espacio en que ésta no tenga que ser legal, franca y

pública sino un instrumento que sirva al resto de sus planes de vida, herencia del trono incluida

ABSALÓN: Hermana… (¡nunca lo fueras!) tan sabios médicos son


da lugar a la razón, que con remedio los olvidos
pues no se halla en la venganza den alivio a tu dolor
medio que enmiende el error. TAMAR: Bien dices: viva entre fieras
Amón es tu hermano y sangre: quien entre hombres se perdió;
a sí mismo se enfrentó [...] que, a estar con ellas, es cierto
granjas tengo en Balhasor, [...] que no muriera mi honor. (Vase.)
Vivirás conmigo en ellas, ABSALÓN (Aparte.): Incestüoso, tirano,
que mujer sin opinión Presto cobrará Absalón,
no es bien que en la corte habite quitándote reino y vida,
muerta su reputación. debida satisfacción. (Vase.)
Vamos a ver si los tiempos 2:282-309 maso

Sale, pues, de escena, David habla con Amnón y lo perdona –en un arrebato de soberbia donde su

diálogo interno lo hace, primero, creer que Yahvé ha perdonado su lujuria hacia Betsabé y la

muerte de Urías para, inmediatamente, imaginar que su blandura asquerosa es piedad y lo vuelve

“imagen de su Creador” (356-369); Absalón ha vuelto, espía, lo escucha, monta en cólera y


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empieza a planear en voz alta cómo obtener el poder ... momento en que David, a su vez, lo
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descubre y tienen un diálogo donde, cuando menos, le dice que sabe que es tonto

(Toma la corona del bufete y se la pone Mi padre querrá vengalle.


¿Sabré os yo merecer? Sí. Matar a mi padre…
¿Y conservaros? También. DAVID: ¿A quién?
¿Quién hay en Jerusalén ABSALÓN (Aparte: ¡Ah cielos!)
que lo estorbe? Amón, matalle (Al paño A quien no es

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vasallo de Vuestra Alteza (Arrodíllase No serás sucesor suyo,
DAVID: Con corona en la cabeza que desa corona arguyo
no dices bien a mis pies. que, como llega a valer
ABSALÓN: Pienso heredarte después un talento, es menester
que anda el príncipe indispuesto. mayor talento que el tuyo.
DAVID: Hástela puesto muy presto; 2:426-443 maso

aunque la velocidad con la que le responde y logra convencerlo para que Amnón vaya a la esquila

en Balhasor aún si, para hacerlo, jura en vano y suma falsas prolepsis a quien, entre el público,

espera el cumplimiento de una profecía

ABSALÓN: Antes el gusto y regalo cuando yo al príncipe ofenda!


que he de hacelle ha de abonarme: (De rodillas
en esto pienso esmerarme [...] No me alzaré a sus pies,
¡Pliegue al cielo que sea un palo padre, hasta que a Amnón me des.
alguacil que me suspenda, 2:526-53

El personaje, pues, evoluciona en su interacción con los otros y lo hace sobre el escenario,

a la vista de todo mundo y subrayando en breves soliloquios su verdadera intención y sentir

ABSALÓN: ¡Qué caduco está mi padre, quiere que yo me enternezca


pues cuando sé yo que intenta de sus lágrimas!
dar el reino a Salomón, 3:357-361

pero de ninguna manera, como propone Ysla Campbell, porque al tener con Aquitofel planes para

apoderarse del trono desde la primera jornada (1:867-872)

la esfera de su actuación política permanezca ajena a la moral como aconsejaba


Maquiavelo, quien tiene como principio no cumplir la palabra dada y servirse del
engaño tal como ha hecho cuando al matar a Amón alcanza un doble objetivo:
elimina al primogénito y venga, de paso, a su hermana (Campbell 2005, 287)

sino porque aprovecha las circunstancias conforme éstas se presentan y entonces, más que un

gran estratega, debe ser entendido como un buen mariscal de campo. De su poca idea de alta

política y la inmediatez con que interpreta los móviles que en ésta intervienen hablan claramente,

creo, tanto su idea inicial de que sería elevado al trono por el pueblo en función de su belleza y en

una suerte de concurso de popularidad con aplausómetro y participación del público

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Hermosura es una carta soy de todos, bien infiero
de favor que dan los cielos que esta adoración común
y su sobrescrito, al hombre resulte en que todo el pueblo
y a todo el común afecto. para rey suyo me aclame,
Está en mí (todos lo dicen, cuando se divida el reino
que no creyera a mi espejo) [...] en los hijos de David
Pues siendo así, que yo amado 1:799-804, 813-9

como la “estrategia” que expone ante Aquitofel, de nuevo apoyándose en la gente pero

invocando, esta vez, su incomodidad ante los aparatos de gobierno, no el entusiasmo por su

belleza, y quizá proponiendo por primera vez un movimiento tan paradójico como moderno que

tantas veces ha sido efectivo que es socavar la autoridad de un Estado ante las masas, en tanto se

halla en manos de otro, con la esperanza (y la promesa) de hacerlo funcionar debidamente en

cuento se obtengan el control y el poder. Absalón ya no quiere, entonces, que lo sigan las familias

felices de Israel, sino quienes le tengan rencor y sientan que deben cobrarle una deuda

ABSALÓN: [¿Habrá más impertinencia?] un enemigo de casa


¿Hay cosa como decirme solo que muchos de fuera.
que el perdonarme agradezca? Demás de que yo aún no tengo
¿No perdonó a Amón? ¿No es más bastante gente que pueda
delito hacer una afrenta seguirme, y aquí pretendo
que vengarla? granjearla con mi asistencia [...]
AQUITOFEL: Sí, por cierto. Saldréme al campo, y en viendo
Y tú, si lo consideras, que un pretendiente se queja,
tienes la culpa. ya de mala provisión
ABSALÓN: ¿De qué? ya de contraria sentencia,
AQUITOFEL: De que él piense que te deja le llamaré y le diré
con esa acción obligado. que como a mí me obedezca
¿Mucho mejor no te fuera le haré justicia. Con esto
haber entrado por armas, los malcontentos es fuerza
haciendo del ruego fuerza? [...] que me sigan y me aclamen.
ABSALÓN: hace más segura guerra 3: 365-376; 394-400; 405-413

No hay, pues, consideración moral alguna porque todo es política y supervivencia, y

supervivencia política. Pero si, “por no dejar”, apoyara la interpretación del personaje con algún

paralelo en El príncipe, propondría con Iván Fernández que el plan

se parece de hecho al pasaje dedicado a la necesidad del favor popular, “pues


quien llega a príncipe con el favor del pueblo, debe mantener su amistad, lo que le

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será fácil, ya que el pueblo sólo pide que no se le maltrate. Pero quien sea príncipe
contra el pueblo, con el favor de los nobles, ante todo debe intentar atraerse al
pueblo” (Maquiavelo, cap. 9, 47 apud Fernández 2003, 118)

Y que la política es praxis lo entienden con claridad Absalón y Joab a pesar de Maquiavelo y lo

que la crítica afirme, y esto probablemente muestra cómo, en realidad, Calderón siguió alguno de

estos posibles razonamientos: apegarse al texto bíblico, donde con menos consideraciones

teóricas el desarrollo de las acciones es el mismo; ilustrar mediante ejemplos la doctrina de

Rivadeneira sobre una “razón de estado cristiana” distinta de la razón de estado “política,” falsa y

en último término contraproducente (ver Fernández 2003, 113); o, sorprendentemente, generar

para el público un espectáculo estremecedor en que la prenotoriedad del tema le permite anunciar

la muerte del protagonista antes del verso 800 y al hacer que al final se cumpla como un eslabón

más en la cadena de azares afortunados, ya para unos u otros personajes, que él dispone y ellos

aprovechan, como Amnón al violar a Tamar, Absalón al invitarlo a comer en Balhasor, pero

sobre todo Joab al hallarlo pendiente de los cabellos... Sí porque, si se quiere, actúa “en nombre

de la justa razón de Estado, que no contempla pasiones, sino el beneficio general de los vasallos”

(Campbell 2005, 289). Sí porque “al desobedecer al rey David, detiene el cúmulo de desgracias al

que sus malas decisiones condujeron” (cfr. Foss 2016, 153). Sí porque, incluso, “ejerce así como

instrumento de la justicia divina, aunque no por ello deja de ser un homicida” (Sáez 2014, 170; y

aún habría que discutir por qué se le llama asesino y no verdugo). Pero sobre todo, porque en

manos de Calderón una fábula tan conocida y ampliamente trabajada por el teatro y el romancero

aún puede ofrecer imágenes que nos estremezcan, y a ello aboca su escritura:

JOAB: ¿Qué has visto? de mí innumerables premios.


ENSAY: A Absalón pendiendo ENSAY: Por todo el oro del mundo
de sus cabellos asido, no le tocara un pelo;
teniendo por patria el viento. que es hijo de mi Rey, y él
JOAB: Pues si le viste, ¿por qué nos mandó a todos lo mesmo.
no le atravesaste el pecho JOAB: Menos una vida importa,
con una lanza? Tuvieras aun de un príncipe heredero,

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que la común inquietud me manda blandir el cielo;
de lo restante del reino. por fraticida la una,
La justa razón de Estado la otra por deshonesto,
no se reduce a preceptos y la otra por ser hijo
de amor: yo le he de matar. inobediente (Descúbrese!
Desvanecido mancebo, ABSALÓN: ¡Yo muero,
muere, aunque el Rey me mandó puesto, como el cielo quiso,
que no te tocase (Tírale la lanza en alto por los cabellos,
dentro ABSALÓN): ¡Ay cielo! sin el cielo y sin la tierra,
JOAB: Aún está vivo; dadme otra. entre la tierra y el cielo!
De Israel narciso bello, JOAB: Israelitas, suspended
muere en el aire (Tírale otra; los repetidos acentos,
dentro ABSALÓN): ¡Ay de mí! y venid todos, venid
1230 JOAB: Aun con dos no estoy contento; a ver tan raro portento.
tres son las que contra ti 3: 1206-1244

1
Tamar denuncia (2:253-6)
2
(Campbell 2008, 119 + 1322-1337 ... 1346-1354
3 ABSALÓN: ¡Que una razón no le dijo / en señal de sus enojos! [...] en mi dicha y su delito /

todo mi derecho fundo

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