Anda di halaman 1dari 3

El italiano Giorgio Colli es el autor de esta obra.

Fue un filósofo, lingüista e historiador, además de


profesor en la Universidad de Pisa y experto en estudios clásicos. Llevo adelante una ardua tarea
enciclopedista, de traducción y critica de la obra de algunos autores, principalmente Nietzsche.

En Después de Nietzsche el autor hace uso de un lenguaje bastante simbólico, lo que permite que
un lector pueda hacer varias interpretaciones de sus palabras o, mejor dicho; detenerse y analizar
más profundamente aquello que expresa. El vocabulario que utiliza no resulta muy formal, salvo
algunas excepciones donde aborda el tema de manera más técnica. Lo que denota la dedicación
de su tarea hacia ciertas secciones de la obra de Nietzsche.

Abre su obra haciendo una pequeña aclaración: la obra de Nietzsche es palabra que habla con
dureza de su presente. Cuando compara a Sócrates con Nietzsche, a este fragmento lo titula “Dos
Monstruosidades”, haciendo alusión a sus similitudes; Sócrates pretendía un conocimiento místico
pero su carácter era deductivo, Nietzsche carece de esa capacidad deductiva, tiene más una
disposición mistérica, pero desea ocultarla. Ambos desearon sobresalir en campos ajenos a sus
naturalezas (esto es precisamente a lo que se refiere el autor con “monstruosidades”, criaturas
ajenas a lo natural pero también a lo que les es propio, en contra de lo aceptado por otros, pero
sabiéndose siempre parte de ellos, no olvidan lo que son, sino que no desean mostrarlo)

Esta obra de Colli, considero, no tiene otro objeto que el paso y repaso sobre el pensamiento de
Nietzsche, atravesando también las influencias que tuvo. Las palabras que utiliza para realizar esta
labor me parece que concuerdan perfectamente con el espíritu de Nietzsche, es decir la utilización
de un lenguaje abierto a la interpretación me resulta la mejor manera de abordar al alemán, mas
alla de que posteriormente Colli sostendrá que Nietzsche no necesita interprete, cosa con la que
no estoy de acuerdo pues el alemán hace un uso demasiado bueno de diversos recursos
argumentativos que de otra forma no podrían ser aprovechados del todo para brindarnos una de
la mejores perspectivas frente al mundo. De este autor que toma Colli no he leído suficiente, pero,
de lo poco que he leído, me atrevería pronto a decir que fue un gran buscador de la verdad, una
tarea que llevo a cabo con una rudeza que yo compararía a la de Unamuno. Utilizo al español
como ejemplo porque me parece que Nietzsche hizo algo similar (o tal vez sería más acertado
decir que Unamuno actuó como Nietzsche), encontraron la verdad, o al menos la que ellos
consideraron como tal, pero no la quisieron aceptar. Encontraron un mundo que estaba muriendo,
y era claro que continuaría muriendo, pero aun en el terror y la desesperación no quisieron
rendirse, como dice Colli acerca de Nietzsche “… para mostrarse bajo la figura de un luchador
victorioso.” (pag. 12) Nietzsche aun así fue más duro, necesito en su lucha buscar a los culpables y
hacerles saber de su error. Luego quiso darles una solución.

Colli toma luego a una de las fuentes de Nietzsche: Schopenhauer, y nos muestra un rápido perfil;
un genio, profundo, autodidacta, no muy centrado y al que le falto “…reírse de sí mismo.” (pag.
14) Schopenhauer también tiene un estilo de escritura especial, acorde a su carácter, desentraño
las apariencias de la vida. Según Colli deseaba más de lo que tuvo, fue un resentido, y por ello
defendió el aislamiento del genio, cuya recompensa seria ser aclamado en el futuro. Esta última
consideración de Colli me parece un tanto exagerada si tenemos en cuenta las influencias
orientales del prusiano. En todo caso este aspecto tan personal de Schopenhauer no pienso que
sea fácil de definir, aunque también cabe recordar que Colli está haciendo una breve descripción
de aquel con el objetivo posterior de crear un símil entre maestro y alumno.
En su comparación de Nietzsche con Montaigne observa que la actitud del segundo para
considerar críticamente la historia es natural en tanto en el primero parece un poco forzada. Ese
ensimismamiento del que habla Colli acerca de Nietzsche me parece un tanto inevitable para
cualquier individuo que se haya puesto a meditar en soledad. Contemplando y no haciendo.

Como sabemos Nietzsche fue un gran critico de esa tendencia de la filosofía a construir sistemas,
donde la razón impera y cada vez se fue alejando más del contacto que una vez tuvo con la vida. Y
Colli nos lo recuerda. A sus ojos, sin embargo, Nietzsche, al seguir pensando en la filosofía como
retórica, solo fue capaz de recuperar una fase de la filosofía y no su origen, el cual está por encima
de cualquier retórica. Pienso que desde este punto Colli estaría tomando, al menos un poco, la
perspectiva acerca de que la filosofía occidental tuvo su contraparte en otros puntos del planeta y
que es erróneo pensar que se desarrolló de la misma forma en todas partes. A propósito de esto el
pensamiento indígena se levanta como un claro ejemplo para poner en cuestión esas miradas
tradicionalistas. Esa falta de profundidad de Nietzsche para comprender la metafísica, que señala
Colli, creo que es acertada.

En el fragmento titulado “Como convertirse en filósofo” Colli da un pequeño consejo en modo de


código, o quizás no. El fragmento es breve, y puede interpretarse de modos diversos. Por mi parte
pienso que deja un poco de lado el ideal tradicional de la filosofía, guardado en el nombre de la
propia disciplina. Pide seleccionar pocos “maestros” para de esa forma extraer todo lo que se
pueda de ellos. Un maestro puede dar una dirección, y el alumno puede nutrirse de la experiencia
y el espíritu de aquel, eso es bastante cierto. Esa polimatía que hay que evitar según Colli es una
de las pocas cosas que el resto de la gente aprecia de los filósofos. En mi opinión, sería un error no
desear tener muchos maestros y querer conocerlos profundamente a todos, pero además
considero que buena parte de la labor de un filósofo es (o debería ser) enfrentarse con autores
que no pueden ser nuestros maestros, pero cuyos pensamientos nos permiten entender un poco
más nuestros propios pensamientos, no reforzándolos sino más bien permitiéndonos entender
porque pensamos de una determinada forma (es lo que señalara luego Colli, renegamos de la
tradición y no dialogamos con ella) Tampoco pienso que Colli se refiera a que hay que leer a pocos
en nuestra tarea como filósofos. Lo que me inquieta más que nada es el título del fragmento,
aunque queda un poco patente la posibilidad de una ironía del autor refiriéndose a como actuó
Nietzsche usando a Schopenhauer.

El fragmento “Teoría de la voluntad” está escrito de manera muy técnica. Y aborda la idea que
tenía Nietzsche sobre la acción. Más adelante habla específicamente del deseo de Nietzsche de
realizar una acción que fuera más allá del papel, según Colli Nietzsche pocas veces se percató de la
ineficacia de la acción literaria y su elección lo limito. De lo que he leído del alemán no me
animaría a decir esto, considero que Nietzsche tenía bastante claro que sus palabras eran solo eso,
pero pocas veces se sintió lo suficientemente libre para decirlo. Sin embargo, esa infravaloración
de la palabra no me parece del todo acertada, por lo menos es discutible. Es decir, es demasiado
difícil, queda bastante claro en el mundo de hoy, que podamos cambiar el espíritu de las personas
tan solo con palabras, pero eso no quiere decir que la palabra no sea capaz de influir, al fin y al
cabo, en la construcción personal de una persona. Los más jóvenes de nuestros tiempos son los
más susceptibles a las palabras, aunque muchas veces no se tomen el tiempo de saber qué es lo
que quiere decir quien las pronuncia, generalmente se quedan con el sentido literal aun cuando el
emisor no deseo haberlo hecho de ese modo. Tal vez ello explicaría en una forma la falta de
interés en descubrir la verdad que se hayan tras los encabezados de cada día o las publicidades
que de tanto en tanto aparecen en la TV. A lo que quiero llegar es que si la palabra ha perdido
peso pienso que ha sido porque en algún momento de la historia aquellos que las pronunciaban
dejaron de seguir sus propias palabras, tal vez sea momento de volver a predicar con el ejemplo,
pero ello con suma precaución pues el que yo haga algo que digo no significa que sea correcto.
Ciertamente como sostiene Colli de la obra de Nietzsche se desprende esa admiración que guarda
el hombre de libros hacia el hombre de acción, pero no sucede lo mismo al revés. Es un
sentimiento bastante actual, y nuevamente es de notar esa capacidad de Nietzsche de ser un
adelantado a su tiempo. O tal vez ese sentimiento tiene muchísima más antigüedad de la que uno
puede imaginar.

La idea de que un filósofo no se origina de leer otros filósofos está bastante extendida por estos
días, da que pensar que Nietzsche ya en su tiempo la sostuviera. Podría sostenerse de manera
similar a Colli que Nietzsche se desvió y tomo otro camino, leyendo autores de otras disciplinas.
Agregaría que leyó otros autores porque quería convencer que las palabras de los científicos no
eran las más adecuadas para hacer frente a un mundo que estaba muriendo. Puesto que le
declaro la guerra a la ciencia, necesito nutrirse de aquel pensamiento para vivificar la perspectiva
del artista y para ello no necesitaría de teorías. Es por ello que a su estilo de escribir Colli lo
compara al de Kant, donde la fuerza del intelecto esta trabajada de manera tal que permita una
buena comprensión del texto. Nietzsche pretendía decir verdades y ser escuchado, para ello su
estilo guardo siempre un atractivo particular que llamaba al interés del lector.

El ultimo fragmento es bastante enriquecedor. Colli forma dos párrafos sensatos acerca de la
forma de actuar de maestro y alumno en su “…presunción de poder modificar la esencia, el núcleo
de las cosas.” (pag. 24) Este último párrafo de este capítulo me hace considerar como este texto y
el de Manuel Cruz están de algún modo un poco más conectados de lo que pensaba. Cruz habla
con una voz enérgica y exige una cierta necesidad de ponerse manos a la obra, Colli es más
prudente, analiza en suma al autor enérgico y vivificador, lo pone con los pies en el suelo, da
cuenta más de sus errores que de sus aciertos. Es lo que debe hacer. En este sendero que se
bifurca en algún punto vemos que son dos perspectivas de cómo hacer filosofía.

Juan Ulises Torta

Anda mungkin juga menyukai