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Sonido y sentido en “Las torres”

Eduardo Lino Salvador

Una lucha de características colosales es protagonizada por dos torres en este poema. En él
se conjugan los hexasílabos y los tetrasílabos en apenas dieciséis versos en los que existe
una relación entre el ritmo y la dimensión semántica del poema. Para que la idea señalada
anteriormente cobre mayor solidez, se procederá a realizar una exploración rítmica
semántica del texto que permitirá apreciar la disposición y orquestación del verso y los
medulares cambios, giros temáticos que se producen en él. Se transcribe el poema y
acompañado de sus grupos rítmico semánticos respectivos:

Brunas lejanías…;
x́ x / x x x́ x
Batallan las torres
x x́ x / x x́ x
Presentando
x x x́ x
Siluetas enormes.
x x́ x / x x́ x

Áureas lejanías…;
x́ x / x x x́ x
Las torres monarcas
x x́ x / x x́ x
Se confunden
x x x́ x
En sus iras llamas.
x x x́ x / x́ x

Rojas lejanías…;
x́ x / x x x́ x
Se hieren las torres;
x x́ x / x x́ x
Purpurados
x x x́ x
Se oyen sus clamores.
x́ x / x x x́ x

Negras lejanías…;
x́ x / x x x́ x
Horas cenicientas
x́ x / x x x́ x
Se obscurecen
x x x́ x
¡Ay, las torres muertas!
x́ / x x́ x / x́ x

Los datos nos indican un total de 88 sílabas rítmicas reales en el poema. La distribución
básica es como sigue:
- 12 versos de 6 sílabas = 72 SM.
- 4 versos de 4 sílabas = 16 SM.

A continuación un cuadro general del poema:

Grupo rítmico Número de sílabas Total de sílabas %


semántico por frecuencia por grupo
xxx́x 4 . 11 44 50
xx́x 3.9 27 30.6
x́x 2.8 16 18.1
x́ 1.1 1 1

Es necesario pasar a desentrañar estos primeros datos de naturaleza estadística que, a


primera vista, pueden resultar dificultosos. Observemos que el grupo rítmico semántico de
mayor frecuencia “xxx́x” en el poema posee un 50% de presencia en el texto. Estamos, sin
duda, ante uno de los componentes del impulso métrico del poema. Asimismo, el siguiente
grupo rítmico semántico “xx́x” representa una frecuencia de aparición del 30%; es decir,
resulta ser el segundo componente del impulso métrico. La distribución de estos dos grupos
permite, entonces, que se pueda producir la percepción de ritmo en el poema. Vemos que
en las cuatro estrofas están presentes estos dos grupos rítmico semánticos. Además, el
tercer grupo rítmico semántico “x́x”, con solo un 18%, lejos de alterar el impulso métrico
permite reforzarlo y contribuir con la percepción de ritmo; ya que según se puede apreciar
se encuentra manifiesto en las cuatro estrofas del poema. Finalmente, el último grupo “x́”,
con tan solo un 1%, constituye el denominado “momento de expectativa frustrada”; pues
lejos de perjudicar el movimiento del impulso métrico posibilita que este se actualice y
entren en una dinámica tensión que, sin duda, potencia la dimensión semántica del poema.
Ahora abordemos los vínculos existentes entre el ritmo y la dimensión semántica del
poema. “Las torres” desarrolla en cada una las estrofas la isotopía del color. Cada una de
ellas empieza con el grupo rítmico semántico de mayor frecuencia, en otros términos, con
el impulso métrico; y dicha isotopía del color se manifiesta en el grupo rítmico semántico
x́x que representa, además, el inicio de cada estrofa: “brunas”, “áureas”, “rojas” y “negras”.
Si se observa con detenimiento, cada color representa una etapa del desarrollo temporal; en
otros términos, guarda relación con cada momento temporal del día. La secuencia que se
construye: “brunas – áureas/rojas – negras” tiene su equivalente en la secuencia noche – día
– noche. Es decir, que a cada estrofa le corresponde un momento temporal. Así como
también, es posible señalar que la única manera de remarcar la instancia temporal
respectiva es con un tiempo marcado, el cual tal como se puede apreciar es el que da inicio
al texto. El primer verso de cada estrofa arranca con un tiempo marcado, este aparecerá
nuevamente; pero aún en la quinta sílaba. Distancia silábica que tiene su correlato en el
plano del sentido, puesto que el siguiente grupo rítmico semántico xxx́x (lejanía) cumple
con la función de dar a entender esa enorme separación o gran distancia que lleva consigo
dicha palabra. No solo existe “lejanía” en lo que el poema busca transmitir, sino también en
el movimiento rítmico. No resulta redundante anotar que cada color va acompañada de la
palabra “lejanía” (xxx́x): color lejano, presencia distante, tiempo expectante y cambiante
poseen también su correlato en el plano rítmico.
El primer verso construye la percepción rítmica “x́x / xxx́x” en las cuatro estrofas, dicha
percepción resulta modificada en el segundo verso de las tres primeras permitiendo percibir
el cambio respectivo. La forma rítmica cambia en dicho segundo verso a la forma “xx́x /
xx́x”, se produce también una evidente lejanía entre estas percepciones rítmicas. Este
cambio tiene una justificación rítmica y semántica, ya que será el grupo “xx́x” el que
indique y presente a los actores de la contienda del poema, vale decir, “las torres”; así como
también el desarrollo de una nueva isotopía, en este caso, de la violencia representado en
los sintagmas “batallan”, “se hieren”. Observemos que se produce la correlación entre esos
personajes y su proceder, ambos son representados por un mismo grupo rítmico semántico,
pues el sujeto y su acción son indesligables. Asimismo, este grupo nos trasmite también el
tamaño y el rango de los contrincantes en los grupos de intensidad: “siluetas”, “enormes”,
“monarcas”. Estos grupos de intensidad permiten proponer que la razón del enfrentamiento
de estas colosales torres radica en la supremacía de una contra la otra. Resulta importante
observar que las etapas y los grados de intensidad de este enfrentamiento son representados
en cada una de las estrofas.
La isotopía del color en la relación noche – día – noche nos ofrece la inicial batalla de las
torres en la primera estrofa, temporalidad de la noche; la iracundia “xxx́x/x́x” (“en sus iras
llamas”) segunda estrofa; y ferocidad del enfrentamiento en la tercera estrofa x́x/xxx́x (“se
oyen sus clamores”), estas dos últimas estrofas en la temporalidad del día. En otros
términos, los grupos rítmico semánticos dominantes o impulso métrico permiten percibir
los movimientos del verso con su respectivo sentido mostrando así su indesligable vínculo.
A diferencia de los anteriores, el segundo verso de la cuarta estrofa también obedece al
impulso métrico. Es más, tal como se aprecia existe identidad, paralelismo, entre el primer
y segundo verso de esta estrofa en el plano rítmico. Puesto que, este segundo verso ya no
hace alusión a las torres, la violencia del enfrentamiento ni a su jerarquía como en las
estrofas precedentes; sino que alude a la isotopía del color y a la temporalidad final: “horas
cenicientas” (x́x/xxx́x). Una temporalidad enmarcada en la noche como un retorno que
posee un matiz diferente: cenicienta equiparable a la ceniza, a lo gris. Temporalidad
reforzada aún más con el siguiente verso “se obscurecen” y que responde a nivel rítmico
con el grupo que integra el impulso métrico “xxx́x”.
Esta estrofa es, sin duda, diferente de las demás no solo por la presencia de la isotopía del
color, sino también por la presencia del grupo rítmico semántico de mínima y única
presencia. Este grupo se convierte en el denominado momento de expectativa frustrada; ya
que es el único grupo que muestra la valoración, manifestación del pesar y sufrir de quien
presenta el hecho violento de las torres. Este verso posee la siguiente estructura rítmica:

¡Ay, las torres muertas!


x́ / x x́ x / x́ x

Vale decir, los 15 versos del poema muestran una distancia y objetividad de lo que se
observa. Simplemente se aprecia la violencia y destrucción de las torres. La voz lírica del
poema se muestra como un sujeto que se encuentra lejos de los sucesos. Sin embargo, esto
cambia con la aparición de un grupo rítmico semántico diferente y de mínima frecuencia:
“x́” (Ay). Se rompe el impulso métrico para que surja a nivel semántico la única
manifestación de lamentar y pesar de quien hasta ese momento se encontraba en una
situación de mero espectador. La voz lírica se conduele ante la muerte y se retorna al grupo
rítmico semántico constitutivo del impulso métrico. El poema sugiere que la muerte debe
corresponder con el movimiento rítmico que predomina a lo largo del mismo y que la
solitaria muestra de pesar, sufrimiento, dolor propios de todo sujeto corresponda a una
forma rítmica diferente y que se perciba como tal en el poema.
Este poema evidencia los lazos entre el sonido y el sentido mostrando que el verso de
Eguren es el resultado de un trabajo elaborado. La palabra es esculpida no solo para
transmitir sino también para ser sentida como materia rítmica.

En, Eguren, José María. Antología comentada. Lima: Academia Peruana de la Lengua,
2012.

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