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LA FILOSOFÍA MODERNA

En primer lugar habría que destacar que en la historia de la filosofía se podrían establecer tres fases
del conocimiento: la primera sería la vía epistemológica por la cual el sujeto recibe pasivamente al
objeto, esto es, desde Platón, Aristóteles o La Edad Media se caracterizan por establecer un modo
de conocimiento en dónde el sujeto es afectado por el objeto. Platón en su famoso “Mito de la
Caverna” nos muestra como uno de los prisioneros encadenados consigue liberarse y accede al
conocimiento de las Ideas; al igual que en el Fedro se nos muestra la imagen dos caballos, uno
blanco y otro negro, los cuales representan el mundo ideal y sensible, siendo el mundo ideal lo que
se debe alcanzar para contemplar la verdad eidética que nos afecta pasivamente desde el momento
“ascendemos” a ese conocimiento suprasensible. Aristóteles por el contrario establecerá que la
verdad se encuentra en el en sí de los objetos, es decir, para Aristóteles no puede existir otra
realidad fuera de la sensible porque esto sería duplicar el problema, siendo su respuesta que el
conocimiento se basa en observa los objetos, ya que en sí mismos se encuentra su verdad. Así
mismo, la interpretación escolástica de Aristóteles viene principalmente de la mano de Tomás de
Aquino, el cual fascinado por la obra del griego decidió unificar su teoría con el intento de justificar
la existencia de Dios. En primer lugar, la idea de los universales que fue discutida por Platón y
Aristóteles, en dónde el primero afirmaba la existencia de éstos como “ideas” y el segundo sostenía
que el universal se encontraba en las cosas mismas, en lo particular (substancia). Para Aquino el
universal no es una idea que esté alejada del mundo y que tenga existencia propia, sino que al
acceder por ejemplo a la idea de ser humano lo hacemos mediante un proceso de abstracción, esto
es, el conocimiento de la esencia, de lo que somos puede ser comprendido independientemente de la
existencia, puesto que la esencia se mantiene inalterable respecto a que exista ese objeto o no en el
mundo. Por ello, la comprensión de la esencia nos permitiría acceder al conocimiento por ejemplo
de un humano, un perro, un hombre, una mujer o una mesa, siendo la esencia una cierta forma de
potencia que necesita ser actualizada por otra entidad que le otorgue la existencia, ya que según
Aquino nada puede ser causa de su propia existencia. Por tanto, los entes que conforman el mundo
tienen un compuesto de esencia y existencia, el cual se establece como contingente debido a que las
cosas no tienen la necesidad de existir. Además, Aquino justificará la existencia mediante una
substancia que tiene por esencia el existir, y por lo tanto se conforma como un ser necesario: Dios.
Con ello, en el mundo habrían los seres contingentes los cuales reciben su existencia o no, y el ser
necesario en dónde la esencia y la existencia se identifican. Por otro lado, la justificación de Dios
vendrá por medio de cinco vías: la primera vía sería la observación del movimiento, del cambio en
los diferentes entes que componen el mundo (nacimiento, muerte, crecimiento), en dónde Aquino se
apoyaría en el motor inmóvil aristotélico para dar una justificación al movimiento, pero utilizando
la figura de un Dios moral y cristiano. La segunda sería la causa y el efecto en dónde se puede
observar como la vida reproduce, ya sea en los humanos, en los animales, en las plantas, siendo
siempre un proceso cíclico en dónde una causa produce un efecto que es producido por alguna otra
causa; todo ello se justificará mediante la necesidad de una causa primera. La tercera vía depende
de que hay seres que tienen existencia y otros que no, pero si se piensa que todos lo seres pudieran
no haber existido no habría continuidad en el universo, siendo de nuevo la necesidad de un ser
absoluto. La cuarta vía se encarga de la perfección, puesto que hay seres mas o menos perfectos,
pero siempre dependerán de un ser absoluto que de imagen y permita medir la perfección. Por
último, la quinta vía se define un orden establecido en el mundo, puesto que un pájaro no aprende a
volar sino que él mismo ya lo sabe de antemano, e igual que un pez no aprende a nadar sino que ya
tiene un conocimiento previo. Por ello, la existencia de una inteligencia superior es lo que da forma,
orden y capacidad de movimiento al mundo y al universo.
Por otra parte, el tránsito de la Edad Media hacia la Edad Moderna conllevará un desarrollo en la
filosofía de autores como Descartes. La concepción de afectación pasiva del objeto hacia el sujeto
que contempla desde la Filosofía Antigua supondrá un rechazo necesario en la Filosofía Moderna
debido al avance de la ciencia, siendo el paso de un sujeto afectado por el objeto a un sujeto que
determina y configura el objeto. Por ello, la filosofía planteada por Descartes comienza con el
método racionalista en una de sus obras más conocidas: Discurso del Método. Descartes parte de la
certeza de que lo sentidos, la experiencia sensible son sólo un engaño hacia el conocimiento de lo
real, pues planteará la necesidad de dudar de todo aquello que pueda concebirse como falso, y con
el fin de comprobar que mediante la razón se puede alcanzar la verdad. Por ello, Descartes ve la
necesidad de eliminar por completo los sentidos al confundirnos y hacernos dudar de la realidad, es
decir, la duda puede inducirnos según Descartes a plantear juicios sobre si estamos en medio de un
sueño o despiertos, siendo así que los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos pueden
aparecer cuando dormimos, por tanto hasta los pensamientos más lúcidos y en los cuales puedes
basar una certeza real puede inducirnos al error de un sueño. Con ello, Descartes formulará su
famosa frase: cogito ergo sum (pienso, luego existo o soy), desde la cual sostendrá que por medio
de la razón y eliminando cualquier rastro sensitivo es posible admitir la certeza de que el pensar o la
razón permite la existencia, incluyendo que la res-extensa (el cuerpo) puede dejarse atrás debido al
carácter del alma, ya que el cuerpo sólo sirve para envolver y transportar el contenido que permite
el “yo pienso”, es decir, el alma es aquella que da al cuerpo la capacidad de “ser” debido a que el
“yo soy” es una certeza indudable. Por otro lado, Descartes se pregunta por el contenido del pienso,
luego existo debido a que era necesario conocer en consistía esa certeza. “Y habiendo notado que en
la proposición pienso, luego soy, no hay nada que me asegure que digo la verdad, sino que veo muy
claramente que para pensar es preciso ser, juzgué que podía admitir como regla general que las
cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas” 1. Todo ello, le llevaría a
plantear la dificultad que existe en admitir que las cosas que se nos muestran claras y distinguidas
por medio del cogito son verdaderas, pues ésta reflexión volvería a convertirse en una duda en
dónde concluiría que su propio ser no era omniperfecto, es decir, el dudar de la propia verdad que se
le mostraba en forma de representaciones por medio de la razón llevó a Descartes a plantear que el
conocer tenía una mayor perfección que el dudar, pues la dimensión del pensar remite hacia algo
más perfecto, nos da la capacidad de pensar el propio pensamiento, y a su vez, Descartes llegó a la
conclusión de que debía existir una naturaleza más perfecta, porque pensamientos como la tierra, la
luz, las piedras o el frío, es decir, la ideas que son captadas por la experiencia externa se conforman
como elementos que inducen al error, pero según Descartes hay una naturaleza la cual no se puede
negar, de la idea innata de un ser más perfecto que él mismo, y puesto que lo más perfecto según
Descartes no puede provenir de algo menos perfecto llegó a la conclusión de que esa idea no podía
ser producida por él mismo. Por ello, Dios se conforma como esa naturaleza que induce en lo seres
menos perfectos las ideas innatas que se establecen en el propio cogito, las cuales no pueden
proceder de los sentidos, ni tampoco pueden ser una construcción de varias ideas, sino que son unas
ideas dadas por un inteligencia superior y perfecta. Con ello, Descartes encontrará el apoyo en las
matemáticas como aquello que se acerca a la perfección, pero éstas deben ser dadas por una
inteligencia perfecta que no necesite de otra para ser, puesto que al pensar un triángulo tenemos la
representación geométrica en el cogito, pero la realización del triángulo en la mente no determina

1 R. Descartes, Discurso del Método: “Cuarta parte”. Alianza Editorial, Madrid, 1988, p. 95
que éste pueda existir en el mundo, siendo lo mismo en el caso de Dios del cual podemos pensar en
él como un ser todopoderoso y omnipresente, pero su existencia se conforma como cualquier figura
geométrica la cual es realizable en el mundo pero como una mera representación y no como un
objeto en la naturaleza. Por ello, Descartes dirá que la motivación de las personas por conocer la
naturaleza de Dios no llega darse en tanto que no elevan su pensamiento sobre las cosas sensibles,
ya que todo aquello que no es imaginable parece inconcebible, y a su vez, la discusión de que nada
hay en el intelecto que previamente no se haya captado los sentidos, respondiendo Descartes que
Dios y el alma no son captados por los sentidos, no pueden serlo, argumentando que no se pueden
emplear los ojos para oír los sonidos o sentir los olores. “De modo que, si bien frecuentemente
poseemos algunas que encierran falsedad, esto no puede provenir sino de aquéllas en las que algo es
confuso y oscuro, pues en esto participan de la nada, es decir, que no se dan en nosotros sino porque
no somos totalmente perfectos”2. Por último, Descartes sostendrá nuevamente que la imperfección
es algo improbable en un ente como Dios, ya que la verdad y la perfección se encuentran en aquello
que es innato, que es natural, ya que por muy claras que sean nuestras ideas lo real y lo verdadero
dependerán siempre de un ente perfecto e infinito, porque de no ser así no podríamos constatar
nuestras ideas como verdaderas. Por otro lado, el empirismo inglés encabezado principalmente por
Hume vendría a poner en cuestión el racionalismo cartesiano. La principal crítica de Hume al
racionalismo es esa caracterización de las ideas innatas como fuente de conocimiento y acceso a la
verdad, pues dirá Hume que la relación causal se ha concebido tradicionalmente como una
“conexión necesaria” entre la causa y el efecto, siendo así conocida la causa, la razón puede deducir
el efecto que se seguirá. Según Hume, una idea será verdadera cuando hay una impresión que le
corresponde, por ejemplo: cuando una ola (causa) impacta sobre una roca y produce con el tiempo
su erosión (efecto), esto determina que la ola como primera causa produce un impacto sobre la roca,
pero no significa que podamos ver internamente una “conexión necesaria” entre la causa y el efecto,
sino que por medio de la experiencia, el hábito y la costumbre podemos determinar dicha acción.
Con ello, el ámbito de la comprensión en Hume está basado en el ser afectado por las impresiones
de los objetos, y así es como podemos percibir y comprender nuestro entorno. Por otro lado, la
imaginación dirá Hume que se comprende a partir de la unión de diferentes impresiones, ya sean
simples o compuestas, las cuales nos permiten combinar objetos mediante leyes de asociación, por
ejemplo: la figura de un unicornio como un animal mitológico se podría entender bajo la unión
entre un caballo y cualquier animal con cuernos ( toro, vaca, cabra).
La filosofía de Kant parte de un intento de criticar la concepción racionalista de Descartes y la
empirista de Hume. Todo ello vendría a estar relacionado con el progreso de la ciencia en Newton
en siglo XVIII, y con lo que Kant llamará el “Giro Copernicano”, es decir, el sujeto no solamente es
un “yo pensante”, o uno que es impactado por las impresiones sensoriales, sino que ahora el papel
del sujeto se conforma como constructor del conocimiento en tanto que tiene la capacidad según
Kant de mediar con el objeto para conocerlo. Con ello, la concepción del sujeto en Kant parte de la
suposición de unas estructuras a priori que conforman nuestro entendimiento, y que median con la
sensibilidad del fenómeno para construir el objeto. Las estructuras a priori Kant las llamará
“categorías”, las cuales guardan cierta relación con las aristotélicas pero Kant consigue sintetizarlas
en cuatro grupos (Cantidad, Cualidad, Relación, Modalidad) de los cuales se divide cada uno en tres
subcategorías y juicios. Además, la categorías son universales y necesarias por lo que en cada sujeto
racional son dadas y permiten la generalización del objeto percibido en la experiencia, siendo un
ejemplo los juicios de percepción en los cuales el sujeto tiene una concepción del objeto propia y no

2 R. Descartes, op. Cit., p. 97


generalizable (cuando dos personas se acercan a la orilla del mar y sienten el agua en los pies,
puede ser para uno caliente y para el otro fría. Esto se convierte en una experiencia propia mediada
por los sentidos), en cambio los juicios de experiencia deben ser universales, es decir, objetivamente
válidos para todos/as ( por ejemplo, el aire es un fluido elástico si queremos que sea un juicio
universal no puede estar sujeto solamente a los sentidos, sino que debe estar mediado por las
categorías del entendimiento para que se convierta en un juicio válido y necesario, porque la
intuición que nos es dada del aire debe introducirse en un concepto, es decir, la intuición sensible
del aire debe subsumirse bajo las categorías del entendimiento para se convierta en un juicio de
validez universal). “Si algo semejante se les hubiera ocurrido alguna vez a los antiguos, entonces,
sin duda, todo el estudio del conocimiento racional puro, que con el nombre de metafísica ha
trastornado durante muchos siglos tantas buenas cabezas, habría llegado a nosotros con una forma
totalmente diferente, y habría esclarecido el entendimiento de los hombres, en vez de agotarlo,
como en realidad sucedió, en cavilaciones sombrías y vanas, y volverlo inútil para la verdadera
ciencia”3.

Por último, la constitución de un sujeto que configura la realidad será objeto de cuestión en la
posmodernidad, en dónde estaríamos entrando en la pregunta o en el cuestionamiento de un sujeto
que conoce y da forma al objeto. El sujeto ya no es aquel que accede a la realidad por medio de sus
representaciones, la mediación entre las percepciones y la categorías del entendimiento para formar
el fenómeno, ni tampoco el sujeto es toda realidad por medio del despliegue del espíritu y el devenir
de la dialéctica, sino que la posmodernidad empieza a replantearse la propia configuración del
sujeto. La posmodernidad parece comenzar con Heidegger planteando la pregunta por el “ser”, el
cual se propondrá desmontar toda la metafísica anterior y así mismo destruir la propia concepción
del sujeto. Pero la posmodernidad tendrá su apogeo mayor en Francia con pensadores como
Lyotard, Foucault, Deleuze, Derrida. “Frente a un poder que es ley, el sujeto constituido como
sujeto -que está "suje-to"- es el que obedece” 4. El pensamiento posmoderno como el
cuestionamiento de la estructura subjetiva nos plantea en general que el individuo/a concebido
como un ente racional se encuentra dominado y atrapado por su propia subjetividad, es decir, el
sujeto está bajo el poder de la sociedad, la cultura, la sexualidad, el género, y por tanto la finalidad
de estos pensadores consiste en deconstruir todos esos cimientos en dónde se ha asentado la
constitución del propio sujeto.

3 I. Kant, prolegómenos a toda metafísica futura que haya de poder presentarse como ciencia (Trad. Mario Caimi) :
“apéndice a la ciencia pura de la naturaleza del sistema de las categorías”. Istmo, Madrid, 1999, p. 33
4 Michel Foucault, Historia de la sexualidad Vol. I, la voluntad de saber: “el dispositivo de la sexualidad”. Siglo
veintiuno editores, México, 2007, p. 103

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