Unidad I:
2. Razón e historia
3. El modelo hobbesiano
4. El modelo aristotélico
▪ Aristóteles explica el origen del Estado en cuanto polis o ciudad valiéndose no de una
construcción racional, sino de una reconstrucción histórica de las etapas a través de las
cuales la humanidad habría pasado de las formas primitivas de sociedad a las más
evolucionadas, hasta llegar a la sociedad perfecta que es el Estado. Las etapas
principales son la familia y la aldea, luego la ciudad.
▪ A la reconstrucción racional propuesta por los iusnaturalistas contrapone el modelo
tradicional una reconstrucción histórica. El punto de partida no es un abstracto estado
de naturaleza en el que se hallarían los hombres antes de la constitución del Estado, y
que precede a éste lógica y no cronológicamente, sino la sociedad natural y originaria,
la familia, que es una forma específica, concreta históricamente determinada, de
sociedad humana.
▪ Mientras el modelo hobbesiano es dicotómico y cerrado (o estado de naturaleza o
estado civil), el modelo aristotélico es plural y abierto (del primero al último grado
puede variar el número de los grados intermedios). Mientras en el primer modelo cada
uno de los dos términos es la antítesis del otro en el segundo modelo, entre la
sociedad originaria y primitiva y la sociedad última y perfecta que es el Estado existe
una relación de continuidad, de evolución o progresión, en el sentido de que, desde el
estado de familia hasta el estado civil, el hombre ha pasado a través de fases
intermedias que hacen al Estado.
▪ El paso de una fase a otra se produce mediante un proceso natural de extensión de las
sociedades menores a las mayores, no se debe a una convención, a un acto de
voluntad racional, sino que tiene lugar por efecto de causas naturales, a través de la
actuación de causas objetivas. En este marco el principio de legitimación no es el
consentimiento, sino el estado de necesidad o, la misma naturaleza social del hombre.
▪ En el modelo aristotélico en el principio está la sociedad; en el modelo hobbesiano en
el principio está el individuo. En el primer caso, estado pre político por excelencia, es
decir, la familia, entendiendo por casa tanto la sociedad doméstica como la sociedad
señorial, son relaciones de desigualdad. En el segundo caso, el estado preopolítico, es
decir, el estado de naturales, al ser un estado de individuos aislados, es un estado de
libertad e igualdad, o de independencia recíproca. El estado de naturaleza es la sede
de los derechos individuales naturales, a partir de los cuales se constituye la sociedad
civil.
5. El estado de naturaleza
6. El contrato social
7. La sociedad civil
a) Ninguno de los autores ha sostenido nunca el carácter absoluto del poder. Poder
absoluto, es solo el de Dios. Que el poder del soberano no esté vinculado por las leyes
civiles no quiere decir que carezca de límites: quiere decir que los límites a su poder no
son jurídicos sino, de hecho, o en todo caso son límites que derivan de ese derecho
imperfecto, es decir, incoercible, que es el derecho natural.
b) Cuando Hobbes sostiene que el poder del soberano no debe ser indivisible y condena
la tesis contraria como teoría sediciosa, lo que rechaza es la teoría del gobierno mixto.
c) Quien, como Hobbes, considera que el mal extremo es la anarquía un mal que
proviene de la conducta desordenada de los individuos, tiende a ponerse de parte del
príncipe, cuyo poder considera irresistible, de tal modo que frente a él el súbdito no
tiene sino el deber de obedecer.
En caso de usurpación Hobbes no duda en reconocer el cese de la obligación de obedecer, ya
que el que se adueña del poder sin título para hacerlo ha de ser considerado como
enemigo y frente al enemigo no hay otro derecho que derecho de guerra. Por lo que
respecta al caso del mal gobierno, la diferencia no se da tanto entre quien admite y
quien rechaza el derecho de resistencia, como entre diferentes modos de establecer
en qué consiste un mal gobierno, ese tipo de gobierno contra el que la desobediencia
resulta lícita.
Para Hobbes y para Spinoza mal gobierno es aquel cuyo poder no peca por exceso, sino por
defecto, y que, al no garantizar suficientemente la seguridad de sus súbditos, fracasa
en su misión fundamental de hacer que el estado de naturaleza cese por completo.
Para Hobbes “la obligación de los súbditos con respecto al soberano se entiende que
no ha de durar más que lo que dure el poder mediante el cual se halla en condiciones
de protegerlos.
El problema más difícil para una teoría racional del Estado es el de conciliar dos bienes a los
que nadie está dispuesto a renunciar y que son incompatibles: la obediencia y la
libertad. Al entrar en el estado civil todos renuncian al derecho de obrar según su
propio arbitrio, no al de razonar y juzgar
II
o Entre los problemas que forman el meollo de la teoría política tradicional se encuentra
aquellos que guardan relación con la naturaleza de la igualdad, de los derechos, de las
leyes, de la autoridad, de las reglas.
o Cuando nos preguntamos por qué debería obedecer un hombre, estamos pidiendo la
explicación de lo que es normativo, en nociones tales como las de autoridad,
soberanía, libertad, y la justificación de su validez en argumentos políticos.
o Lo que hace que tales preguntas sean a primera vista filosóficas es que no existe
acuerdo amplio sobre el significado de algunos de los conceptos que nos referimos.
o Mientras las respuestas que entran en conflicto se sigan dando a tales preguntas por
parte de escuelas y pensadores diferentes, las perspectivas para el establecimiento de
una ciencia, empírica o formal, en este campo habrán de parecer remotas.
o En una sociedad dominada por una sola meta, en principio sólo podrían existir disputas
acerca de los medios idóneos para alcanzar este fin, y las discusiones sobre medios son
técnicas; es decir, tienen carácter científico y empírico: pueden arreglarse mediante
experiencias y observaciones, o cualesquiera otros métodos que se usen para
descubrir causas y correlaciones; se les puede reducir, al menos en principio, a ciencias
positivas. En fines o de valores políticos, y sólo se suscitarían diferencias en torno a los
caminos más directos para lograr la meta.
o La única sociedad en que la filosofía política en su sentido tradicional, es decir, el de
investigación que se ocupe no sólo de la elucidación de conceptos, sino del examen
crítico de las presuposiciones y supuestos, y de la discusión del orden de las
prioridades y de los fines últimos, será aquella en la que no exista aceptación total de
un solo fin.
III
o Se sigue esto que, aun en una sociedad dominada por una sola finalidad suprema, las
preguntas en torno a lo que debe hacerse, sobre todo cuando los fines subordinados
entran en conflicto, no pueden responderse automáticamente mediante un
razonamiento deductivo a partir de premisas aceptadas, con el auxilio de un adecuado
conocimiento de los hechos.
o Es útil, porque demuestra que, para reconocer la realidad de las cuestiones políticas,
es necesario presuponer un pluralismo de valores, reconocimiento que es
incompatible con una estructura de valores según la cual todo es o bien un fin
indiscutible o un medio.
o La meta puede aclararse como resultado de la realización de estudios cuidadosos del
pensamiento y de la conducta humanos; y su carácter general no tendrá que ser en
ninguna etapa oscuro y dudoso; de otra manera, las diferencias de los juicios de valor
se insinuarían también en las ciencias políticas, e inyectarían cuestiones que sólo se
pueden calificar de filosóficas que no se pueden resolver, ni con medios empíricos, ni
por procedimientos formales.
IV
o Para los pensadores políticos la pregunta primordial no tiene que ver con la génesis y
las circunstancias del crecimiento, sino con la validez y la verdad.
o Es ahora lugar común decir que los datos de observación se pueden acomodar en casi
cualquier modelo teórico.
o La teoría política, bien puede ser una indagación empírica y progresiva, capaz de
despegarse de sus fundamentos originales metafísicos o éticos, y suficientemente
adaptable como para conservar, a través de numerosos cambios del clima intelectual,
su propio carácter y desarrollo como ciencia independiente
o La teoría política se apoya en la experiencia empírica, aun cuando todavía queda por
ver en qué sentido del término empírico.
VII
VIII
o Las categorías básicas en términos de las cuales definimos a los hombres no son cosa
de inducción hipotética.
o Es ahora lugar común decir que comprender el pensamiento y la acción de los
hombres es, en gran medida, entender los problemas y perplejidades con las que están
lidiando.
II
● El derecho natural, al enfatizar en mayor medida a los derechos sobre los deberes,
será paulatinamente reemplazado por los derechos del hombre y acentuará cada vez
más su carácter de derecho público.
● Todos los teóricos del derecho natural relatan un estado de naturaleza patriarcal. Pese
a que Rousseau y Hobbes describen una primera etapa del estado natural en que
ambos sexos son iguales y comparten la misma naturaleza, a medida que avanza sus
relatos y sin explicar las causas, la libertad de las mujeres se reduce y la igualdad con
los varones desaparece a cusa de la división sexual del trabajo.
● Si estos autores defienden una estructura patriarcal de la sociedad, es decir, si bien
creen que la sociedad debe asentarse sobre la dominación de las mujeres, también
sostienen que toda dominación para que sea legítima debe ser voluntaria. El origen de
este consentimiento puede apreciarse en la idea moderna de matrimonio, éste es el
núcleo del consentimiento matrimonial. Las mujeres, por tanto, recorren un camino
dese la libertad hasta la subordinación.
● Las mujeres no participan en las guerras que ponen fin al estado de naturaleza y no
firman el contrato social, su existencia social está representada por sus esposos. El
contrato no explica el origen de toda la vida social. El contrato establece una
comunidad de hombres libres e iguales. La cuestión es que para que los hombres libres
e iguales puedan construir un orden social nuevo debe haberse firmado previamente
un contrato sexual a partir del cual los varones regulen el acceso sexual al cuerpo de
las mujeres. El contrato sexual, por tanto, crea una relación de subordinación de las
mujeres respecto de los varones, de forma que cuando se firma el contrato social, las
mujeres estás excluidas de él como sujetos.
III
● Los tres autores comparten la idea de que la sociedad familiar es un tipo de asociación
diferente a la sociedad política, pero también sostienen que existen grandes
semejanzas entre ambas formas de organización.
● El contrato social produce una comunidad de hombres libres y el contrato matrimonial
establece relaciones de dominio.
● La familia es la institución en que las mujeres se ocupan de la reproducción. Para los
tres autores las mujeres son cuerpos. La familia es definida por estos autores como
una forma de asociación completamente separada de la política que vincula el estado
de naturaleza y el estado social.
● Los varones no pactan sólo su libertad en el contrato social, también pactan la sujeción
de las mujeres al genérico de los varones.
Thomas Hobbes
Toda institución supone un carácter positivo, una buena consistencia del cuerpo
político. En Hobbes el pueblo mismo es quien toma la iniciativa política: las
necesidades de todos y cada individuo-la seguridad, la paz- serán los fundamentos de
la institución legítima construida por Hobbes.
El contexto de las circunstancias de la obra de Hobbes, vio cómo se preparaba y luego
estallaba la guerra civil inglesa que culminó con la ejecución del rey Carlos I en 1649.
Esa guerra, inseparablemente política y religiosa, es la expresión más dramática del
problema teológico-político en su forma post medieval.
La discordia religiosa suministró a los representantes del pueblo la ocasión, la
tentación y el medio de definir el cuerpo político independientemente del rey y contra
el rey. En esa situación, Hobbes comprendió claramente que la única manera de salvar
la autoridad real era separarla por completo de la religión, es decir, hacerla
plenamente soberana de ésta.
Hobbes distingue dos causas de la guerra civil inglesa: a causa profana está en la
influencia de las universidades que dan instrucción a los grandes; la causa religiosa
está en la influencia de los presbiterianos o puritanos que pertenecen más al pueblo.
Esas dos influencias conspiran para fomentar el espíritu de desobediencia. Así, las dos
grandes doctrinas de protesta contra el poder político de la Iglesia, conducen a una
catástrofe social y política.
Su tesis fundamental es que la ciudad es natural o que la naturaleza acerca a los
hombres y los invita a gobernarse en libertad. Existe un mal que es considerado por
todos los hombres: el miedo a la muerte. El fundamento del nuevo arte político será
esa pasión, el miedo a la muerte.
La guerra civil o la guerra de todos contra todos es la condición natural de la
humanidad.
La vida del hombre en sociedad está dominada por el amor propia, por la vanidad, por
la vanagloria, por el deseo de imponerse a su vecino, de hacer reconocer su
superioridad. En los períodos de paz civil, es decir, cuando el soberano legítimo es
reconocido y obedecido, el amor propio no inflige ni recibe más que heridas de amor
propio. Pero si el soberano es incierto y discutido, sobreviene la guerra civil y el amor
propio exacerbado.
La rivalidad de cuada uno con cada uno es: la guerra de todos contra todos. Ésa es la
condición natural de la humanidad. En esta guerra las peores acciones no pueden
considerarse como faltas o pecados: en una situación en que la vida de cada uno se
halla perpetuamente en peligro, todos los actos quedan cubiertos por la legítima
defensa y hasta el ataque aparentemente menos provocado. Cada hombre en el
estado de naturaleza es el único juez de la conducta necesaria para asegurar su
conservación.
El bien y el mal no existen por naturaleza. El bien y el mal tendrán sentido sólo una vez
que el estado de naturaleza haya sido superado, sólo cuando hayan sido promulgadas
por la fuerza pública las leyes que definen esas acciones.
La descripción hobbesiana del estado de naturaleza permite aniquilar de un solo golpe
las pretensiones del republicanismo clásico o de la naturaleza, así como las
pretensiones de la religión cristiana o de la gracia: las pretensiones del republicanismo,
al mostrar que la naturaleza no es buena, o que la vida según la naturaleza es la
recapitulación d todos los males; las pretensiones de la segunda al mostrar que esos
males no tienen su fuente en el pecado, sino que esa fuente está en la necesidad y
que, por lo tanto, apelan no a la curación de la gracia sino a la curación del arte.
El estado de naturaleza es intolerable para el hombre: en la guerra de todos contra
todos, la vida de cada individuo es solitaria, miserable, cruel, animal y breve. Sobre
todo, breve. La amenaza de la muerte violenta está presente en todas partes, lo que
más quiere el hombre es conservarse y precisamente la fuente más abundante de la
guerra está en el deseo que cada uno tiene de conservarse.
La razón humana, al comprobar el absurdo de esa guerra, buscará los medios de
asegurar la paz. Más precisamente, lo que llama razón nace de esa necesidad
experimentada y reconocida por la pasión: es la facultad de inventar medios o de
producir efectos. El arte político nuevo representará el buen uso de esa facultad.
En el estado de naturaleza puede uno hacer todo lo que juzga útil a su conservación
significa afirmar que cada uno tiene derecho a todas las cosas y hasta sobre los
cuerpos de los demás (derecho ilimitado). Únicamente renunciando a dicho derecho
cada individuo puede hacer que se seque la fuente de la guerra mediante contrato con
cada individuo, cada cual deberá renunciar a ese derecho ilimitado. Pero los contratos
no garantizados por la espada no son sino palabras.
Cada individuo renuncia a su derecho sobre todas las cosas y lo transfiere a aquel o
aquellos a quienes confía la soberanía y que están encargados de promulgar las leyes
necesarias para asegurar la paz civil y garantizar su observación mediante la fuerza, si
fuera necesario.
El derecho del soberano es ilimitado y su soberanía es absoluta puesto que era
ilimitado el derecho que le fue transferido por cada individuo. Así se constituye el
soberano, el Leviatán, ese hombre artificial o ese Dios mortal que habrá de asegurar la
paz civil.
Yo soy el autor de todos los actos cumplidos por mi soberano pues éste es mi
representante.
En el estado de naturaleza no hay poder o, mejor dicho, los poderes de cada individuo
son más o menos iguales a los de cualquier otro: los hombres son iguales. Si los
hombres son en lo esencial iguales, si sus poderes iguales se neutralizan, entonces el
poder político no es natural, entonces es artificial.
El poder político reincorpora y representa la intención y la voluntad de los artesanos,
es decir, de los hombres del estado de naturaleza que quieren la paz. El poder absoluto
no es más que el instrumento de los sin poder.
El Estado tiene su única fuente en esa sociedad civil sobre la cual ejerce un poder
absoluto.
La obediencia es necesaria a la paz civil, ella sólo puede tener su fuente en la
convención. Sólo puede ser legítima si está fundada en el consentimiento de quien
obedece. Cada individuo en el estado civil hace también lo que quiere al obedecer al
soberano, puesto que consintió por principio en hacer lo que el soberano le mande,
puesto que él es el autor de las acciones de su representante.
El súbdito no puede ni acusar ni dar muerte al soberano pues eso significaría acusarse
a sí mismo o suicidarse; hay una especie de identidad esencial entre el súbdito y el
soberano.
El problema político de Hobbes es el de mantener reunidos átonos extraños entre sí y
semejante. Lo que hace tan difícil su unidad es lo que hace posible dicha unidad, y lo la
hace posible gracias a un artificio maravillosamente simple. Si los individuos son
unidades cuánticas de poder, es necesario y suficiente que se reúnan, que construyan
por encima de sí mismos un cuanto de poder incomparablemente superior al poder de
cada uno de ellos, es necesario y suficiente que construyan por encima de ellos el
poder mayor que puedan imaginar a bien un poder de tal condición que no sea posible
imaginar otro mayor.
El individuo no tiene solamente derechos, tiene también naturaleza. Leviatán puede
garantizar sus derechos al forjar la unidad del cuerpo político porque, como poder es
homogéneo con su naturaleza: hay homogeneidad entre el Estado y la sociedad en las
formas del poder. El “artesano” del poder absoluto es apto para fabricar poder porque
él es poder o, mejor dicho, deseo de poder. En este sentido el individuo hobbesiano
conserva algo de animal político.
El pensamiento de Hobbes es la matriz común de la democracia moderna y del
liberalismo. Ese pensamiento funda la idea democrática porque elabora el concepto de
la soberanía establecido sobre el consentimiento de cada individuo; y funda la idea
liberal porque elabora el concepto de ley como artificio exterior a los individuos. La
soberanía ilimitada es exterior a los individuos, ella les deja un especio libre, el de los
silencios de la ley.
La cuestión fundamental de la doctrina hobbesiana es la de la obediencia. Para
Hobbes, el que posee el derecho de exigir la obediencia tiene todos los derechos y
aquellos que no tienen ese derecho no poseen ninguno, sólo poseen el derecho que
les concede el soberano.
El estado de naturaleza es la condición de los hombres antes de toda obediencia a la
ciudad o a la Iglesia, condición a partir de la cual se puede construir un cuerpo político
invulnerable al conflicto de la ciudad y la Iglesia.
La idea de cuerpo político es que es una soberanía absoluta fundada en un estado de
naturaleza.
El principio en el que Locke funda esto es: Todos los hombres nacen libres.
La libertad natural del hombre consiste en tener sólo la ley de la naturaleza por regla,
no estar sometido a ninguna otra restricción que no sea la ley natural.
El estado de naturaleza de Locke es, pues, la de los hombres conviviendo en forma
amigable, gozando de libertad e igualdad naturales en una atmósfera de paz y buena
voluntad bajo el imperio benéfico de la ley de la naturaleza.
Ahora podemos exponer el sentido en cual difieren el estado de naturaleza y el estado
de guerra:
1. El estado de naturaleza se caracteriza por la ausencia de un juez común y por
la ausencia de toda ley, a no ser la ley natural.
2. La sociedad civil se caracteriza por la presencia de un juez común para hacer
cumplir la ley civil.
3. El estado de guerra existe si la fuerza se emplea sin derecho.
En el estado de naturaleza y en la sociedad civil, en algunas épocas prevalece un
estado de paz y en otras épocas un estado de guerra. La resolución de esta dificultad
se basa en el hecho de que aun en la sociedad civil no siempre puede ser eficaz el
poder de la autoridad civil.
El estado de guerra sólo puede existir en la sociedad civil cuando la fuerza del juez
común resulta ineficaz. El estado de guerra no puede existir donde la autoridad civil
haga cumplir en el momento adecuado y de manera eficaz la ley de la sociedad, el
estado de guerra sólo puede existir en el estado de naturaleza o en algo que se le
asemeje de manera temporal. La sociedad civil equivale a un estado de paz entre los
miembros que la forman, del cual está excluido el estado de guerra.
Es mucho más probable que la guerra se inicie en el estado de naturaleza que en la
sociedad civil y, una vez iniciada, es también más difícil que concluya en el estado de
naturaleza, porque la fuerza no puede dejar paso a la decisión imparcial de la ley,
como sí sucede en el caso de la sociedad civil.
El estado de naturaleza no debe tolerarse debido a los males que forzosamente se
derivan de que los hombres sean jueces en sus propias causas. En el estado de
naturaleza, cada cual posee el poder ejecutivo de la ley natural, y aunque la ley natural
es inteligible y evidente para un ser racional y para un estudioso de esa ley, sin
embargo, los hombres llevados por su propio interés, así como ignorantes por falta de
un estudio de ella, se sienten inclinados a no aceptarla como normal que los obliga
cuando se trata de aplicarla a sus casos particulares.
Las obligaciones de la ley de naturaleza se enuncian de dos maneras. Cada quien está
obligado a conservar su propia vida, y cada quien está obligado a conservar la
humanidad entera.
La posibilidad de un error de juicio es obvia, si un hombre se ve obligado a juzgar no
sólo quién le hace la guerra, sino también quién le manifiesta su enemistad y, con base
en este juicio, a destruirlo. Así pues, un esfuerzo resuelto por cumplir con la obligación
de conservar la vida de los demás seres humanos puede ser, en la práctica,
indistinguible de una preocupación exagerada por la propia conservación y puede él
mismo convertirse en una amenaza para la paz y la conservación de los demás.
La ley de naturaleza es conocida por todos los hombres y, en este sentido, los hombres
no pueden sino seguir sus dictados. Los hombres son ignorantes respecto a la ley de
naturaleza por falta de un estudio de ella. Existen pocas probabilidades de que los
hombres en el estado de naturaleza puedan saber cómo obedecerla. Los hombres
deben descubrir e idear las condiciones que les permitan cumplir su deseo natural de
propia conservación.
Las leyes civiles de la sociedad política sólo son justas mientras estén fundadas en la
ley de naturaleza, por lo que han de regularse y ser interpretadas, debemos tener en
mente el contenido de esa ley de naturaleza para poder apreciar su significación
política.
La amenaza principal de la conservación de la vida en el estado de naturaleza no se
encuentra en las tendencias de los hombres a hacerse daño uno a otros, sino más bien
en la pobreza y las dificultades de su condición natural.
El principio de análisis de la propiedad que hace Locke tiene tres elementos:
1. La afirmación o suposición acerca del don divino del mundo al hombre.
2. Una pregunta, derivada de la afirmación o suposición, respecto al origen de la
propiedad privada.
3. La promesa de una respuesta a la pregunta.
Originalmente no había propiedad, posesión. Si en la tierra comunal universal
cualquiera tiene derecho a servirse de cualquier parte del terreno comunal sin el
consentimiento de los demás, entonces los demás no tienen propiedad, pues es
esencial a la naturaleza de la propiedad “que nada puede quitarse al propietario sin su
consentimiento”.
Cada quien no sólo posee su propia persona sino también su trabajo, que constituye la
extensión inmediata de su persona. La propiedad que cada quien tiene en su propia
persona y en su propio esfuerzo es la propiedad original y natural: tal es el fundamento
de cualquiera otra propiedad en el estado de naturaleza. Todas las demás propiedades
se derivaron, pues, de esta propiedad primigenia originaria, natural.
Siempre que retires algo de la tierra comunal natural y pongas en ellos tu esfuerzo, ese
algo es tuyo cuando ese bien existe en cantidad suficiente para los demás.
El componente privado, el trabajo, constituye casi todo el valor de las cosas; los
materiales, el elemento común, apenas tienen valor en sí mismos. El trabajo constituye
la mayor parte del valor de las cosas de que disfrutamos en el mundo. Si al agregar
trabajo mi trabajo se confirió valor a algo que, sin este, apenas valdría nada, entonces
sin duda al ser mi trabajo lo único de valor en el objeto en cuestión, debe admitirse
que el trabajo lo hizo mío.
Los frutos y las bestias, mientras existen en la naturaleza, antes de añadir algún
esfuerzo humano, no suponen beneficio alguno para el hombre. La segunda razón por
la cual las provisiones naturales carecen casi por completo de valor es precisamente su
gran abundancia, la cual puede constituir un excedente cuando el número de seres
humanos es relativamente pequeño.
Acaso me dé lo mismo la cantidad que tu tomes, siempre y cuando dejes suficiente y
en buen estado; así como tampoco me preocuparía si lo que tú has tomado se echa a
perder o no en tu posesión. Si eres tan tonto que desperdicies tu trabajo tomando más
de lo que puedes aprovechar, te estafas a ti mismo, pero no a mí. La regla de deterioro
puede ser necesaria y eficaz como medio para lograr una distribución justa sólo en el
caso de una escasez de bienes perecederos.
Mediante la invención del dinero, los hombres resolvieron los problemas económicos
básicos de su condición original. Es importante entender que Locke quiso decir que el
empleo del dinero precedió a la sociedad civil. El empleo del dinero se introdujo por
mutuo acuerdo de que los hombres lo aceptarían a cambio de bienes perecederos.
Este acuerdo tácito y voluntario no presupone la existencia de la sociedad civil: fue
hecho independientemente de la sociedad y sin un convenio, asignando tan sólo un
valor al oro y la plata y acordando de manera tácita el uso del dinero. Este acuerdo
tácito por sí mismo no podría establecer la sociedad civil.
El tema central de toda la doctrina política de Locke es el incremento. Las condiciones
de las primeras etapas del estado natural de copropiedad de la tierra eran hostiles a
cualquier perspectiva de incrementos los suministros de bienes que los hombres
necesitaban para su bienestar, conveniencia y conservación. Pero cuando unos
hombres, mediante el ingenio y la laboriosidad crearon las nuevas condiciones para la
producción abundantes, llegó a haber mucho más para compartir; y aunque las nuevas
condiciones precisaban una desigualdad de posesiones proporcional a los diferentes
grados de laboriosidad entre los hombres nadie era estado.
La finalidad máxima y principal de los hombres al unirse en comunidades y someterse
a un Estado es la conservación de su propiedad. En el estado de naturaleza, la
propiedad está plagada de peligros e inseguridad, porque están ausentes tres cosas:
una ley establecida, aceptada y conocida; un juez con autoridad para dirimir todas las
diferencias conforme a la ley establecida; y el poder suficiente para respaldar y
sostener la sentencia cuando ésta sea justa y para ejecutarla debidamente.
En el estado de naturaleza, todo hombre tiene dos poderes naturales: hacer lo
necesario para asegurar su propia salvaguarda y la de los demás, dentro de la ley
natural y el poder de castigar los delitos cometidos contra esta ley. Estos dos poderes
naturales del hombre son el origen del poder legislativo y del poder ejecutivo de la
sociedad civil. Los poderes naturales de los hombres en el estado de naturaleza se ven
transformados a partir del pacto en los poderes políticos de la sociedad civil.
Otra ley natural aplicable al cuerpo político podría denominarse la ley de la fuerza
mayor, esta ley es el fundamento de la doctrina de Locke sobre la decisión de la
mayoría. La primera proposición de este argumento es que la fuerza mayor de una
sociedad es la que decidirá. Locke parece suponer que la mayoría constituirá la fuerza
mayor y que por tanto será la mayoría la que decida. En un cuerpo político cualquiera
en que la mayoría no sea la fuerza mayor, la resolución no recaerá de manera natural
en ella. Lo que Locke está diciendo es que la mayoría regirá la sociedad cuando los
miembros sean todos iguales o prácticamente iguales con respecto a su fuerza.
Locke hace una distinción entre sociedad política y gobierno, mas no pretende que la
sociedad política pueda existir sin gobierno. Los hombres se unen en una sociedad
política con el fin de gobernarse según una ley establecida, y tal propósito sólo puede
logarse con el establecimiento de un poder legislativo y un poder ejecutivo, que son
justo los términos en que Locke expresa el acto de crear un gobierno. La sociedad
política sólo persistirá si el gobierno se forma prácticamente de una vez. Sociedad
política y gobierno sólo pueden separarse en la mente, pero no tienen una existencia
independiente: la sociedad política precisa del gobierno.
Lo que caracteriza a los príncipes mejores y más sabios no es su obediencia a la ley
establecida y la imposición de ésta, sino su servicio al pueblo. El alcance del arbitrio del
ejecutivo se encuentra limitado sólo por la condición de que se use para el bien
público: un buen príncipe consciente del deber que se le ha encomendado y cuidadoso
del bien de su pueblo no puede disponer de una prerrogativa muy grande.
El buen príncipe transgrede la ley en el mejor de los casos para servir al pueblo; el
tirano usa su poder no para el bien de aquellos que se encuentran bajo su mandato,
sino para su propio beneficio privado.
El derecho a la resistencia no debe equipararse con demasiada prontitud con lo que ha
llegado a conocerse como el derecho a la revolución. La revolución es una amenaza a
la conservación de la sociedad. Cualquier cosa que signifique el derecho a la
resistencia, debe ser congruente con la conservación de la sociedad.
El pueblo debe tener un derecho natural a defenderse de su agresión, y su resistencia
es del todo congruente con la conservación de la sociedad. El pueblo está defendiendo
a la sociedad; es el tirano quien se ha rebelado.
El deseo del hombre de conservar la vida lo aparta de la guerra del estado de
naturaleza y le hace entrar en la sociedad política. Pero los hombres constituidos en
sociedad política se enfrentan a un nuevo peligro más terrible, la tiranía o el poder
absoluto arbitrario, el poder incrementado de un hombre o de unos cuantos que se
vuelven a traer una guerra peor que la del mero estado de naturaleza.
El poder legislativo hace las leyes que gobiernan la comunidad. La asamblea legislativa
no precisa tener una existencia constante, porque puede sentirse tentada a
interesarse en la aplicación de sus propias leyes, o a fomentar sus propios intereses.
Por consiguiente, en las comunidades bien ordenadas, consta de un cuerpo de
personas que debidamente reunidas, tienen en ellas o junto a otras el poder de
elaborar leyes, y que, una vez las han elaborado se someten a las leyes que ellos
mismos han hecho.
Para Locke, el poder ejecutivo designa tanto las funciones administrativas como
judiciales del gobierno. El poder legislativo es moralmente superior porque establece
las reglas a las que la comunidad debe adherirse como un todo. Locke supone que se
tratará de un cuerpo representativo.
El poder federativo se ocupa de las demás comunidades políticas y acostumbra
combinarse con el ejecutivo. Locke ve la relación entre ramas del gobierno como una
jerarquía de responsabilidades. La rama ejecutiva del gobierno, al ocuparse de los
asuntos del día a día del gobierno, no puede tener sus manos absolutamente atadas
por la asamblea legislativa. Por consiguiente, debe cumplirse con un cierto grado de
prerrogativa de poder discrecional, para actuar sin buscar siempre permisos legales
particulares. No obstante, para Locke, su poder no puede entenderse como un
derecho ejercido por el monarca-ejecutivo a perseguir sus propios intereses o negar a
los individuos sus derechos naturales de propiedad, y un proceso legal justo.
Immanuel Kant
“Ciudadanos activos y pasivos: Un análisis crítico de las reflexiones kantianas acerca del
derecho de ciudadanía”. Ileana Beade
Si bien Kant concibe la libertad como un derecho originario del hombre, algunos aspectos de
su doctrina política parecen afectar la primacía de la libertad como principio fundamental del
orden político-jurídico.
II
● Kant define al contrato social como una unión de las relaciones externas que es fin en
sí misma. En el llamado contrato social la asociación de individuos no persigue una
finalidad más allá de sí misma, siendo la cohesión social el objetivo último y
fundamental de este tipo de contrato.
● La celebración de un contrato a partir del cual resulta instituida la ley pública
responde, pues, a una exigencia práctica de la razón. Los deberes externos surgen
como consecuencia del contrato social se fundan asimismo en un mandato práctico, en
virtud del cual los individuos se ven compelidos a abandonar el estado de naturaleza e
ingresar en el estado civil, en cuyo marco sus derechos naturales han de recibir
protección y garantía que sólo la existencia de la ley pública puede proporcionarles.
● El contrato ha de garantizar, ante todo, la libertad que es caracterizada por Kant como
el único derecho innato del hombre. De allí que Kant caracterice la unión civil como
aquella que se funda en el principio del “derecho de los hombres bajo leyes coactivas
públicas, mediante las cuales se puede atribuir a cada uno lo que es suyo y
garantizárselo frente a una usurpación por parte de cualquier otro. Es pues, objetivo
fundamental del contrato social garantizar a cada individuo el libre goce de su
propiedad, lo cual requiere no sólo la existencia de leyes públicas, sino además de la
institución de un poder público autorizado para el uso legítimo de la coacción.
● Kant define el concepto de derecho como “el conjunto de condiciones bajo las cuales
el arbitrio de uno puede conciliarse con el arbitrio de otro según una ley universal de la
libertad”
● Derecho y coacción constituyen términos correlativos en el marco de la constitución
civil, a la que Kant define, como “una relación de hombres libres que se hallan, no
obstante, bajo leyes coactivas”
● El ejercicio de la coacción por parte del Estado será legítimo siempre que resulte
necesario a fin de preservar la libertad de aquellos que integran la sociedad civil. La
libertad, junto con la igualdad y la independencia, constituyen principios
fundamentales sobre los que ha de fundarse toda constitución civil legítima, esto es:
republicana.
● Kant introduce la distinción entre ciudadanos y coprotegidos por las leyes. La
distinción entre ciudadanos activos y pasivos implica que no todos los miembros de la
sociedad están calificados para tomar parte activa en el proceso legislativo, sino que
para ello se requiere, además de las llamadas cualidades naturales.
● Si bien Kant declara que la ley pública “sólo puede emanar de la voluntad general del
pueblo”, el derecho de participar en el dictado de las normas públicas queda reservado
a aquellos que cuenten con alguna propiedad. Quienes carezcan de este nivel de
independencia económica gozarán de la protección otorgada por las leyes, sin estar
facultados, no obstante, para intervenir en el proceso legislativo. El argumento básico
aducido en apoyo de esta relación establece que el estado de dependencia económica
de un individuo lo incapacita para un ejercicio autónomo de las decisiones políticas
● Sin embargo, al restringir el derecho de ciudadanía aquellos que cuentan con alguna
propiedad, se restringe la libertad de los no propietarios, de los miembros de la
comunidad civil a quienes es denegado el derecho de integrar la comunidad política.
● En síntesis, si bien el filósofo define la libertad como la capacidad de obedecer sólo a
aquellas leyes a las que se ha dado consentimiento, al reservar el estatus de
ciudadanos a aquellos que pueden subsistir por la venta de lo que es suyo, parece
avalar una grave restricción de la liberta, pues difícilmente el ciudadano pasivo pueda
llamarse a sí mismo libre, puesto que le es negada la posibilidad de obedecer leyes a
las que ha dado consentimiento efectivo.
● El argumento que Kant invoca a fin de justificar esta restricción del derecho de
ciudadanía establece que la participación en la vida política requiere que el individuo
sea dueño de sí, pues sólo en tal caso estará en condiciones de asumir una posición
autónoma en el proceso de deliberación pública, poniéndose así “al servicio de nadie
más que de la comunidad”.