INTRODUCCIÓN AL DERECHO
¿Qué es el Derecho? Es un tópico que aparece en casi todos los libros que tratan del
Derecho desde un punto de vista general. En su calidad de problema sin solución., la
respuesta a ese interrogante suele atribuirse a la filosofía del Derecho. Sin embargo,
puede decirse que existen dos tradiciones distintas a propósito de la definición de
Derecho: la de quienes piensan que no es posible una definición como tal, o bien que -
aunque posible- no es en sí una actividad interesante; y la de quienes consideran que
esta operación no sólo es posible, sino también sumamente importante. Ambas
posturas descansan, entre otras cosas, en concepciones distintas de lo que significa
definir. Pero esto quiere decir que no sólo se plantean problemas para definir lo que
sea Derecho, sino también para definir lo que sea definición. De modo que, si sobre la
primera cuestión se han escrito bibliotecas enteras, a la segunda se le ha dedicado
también considerable cantidad de páginas. Así, pues, la empresa de definir Derecho
parece haber adquirido caracteres de desesperación. Según Bunge, resulta absurdo
pensar que, en la ciencia, una investigación no puede empezarse antes de tener
definido su objeto, entre otras cosas porque muchas veces se parte de conceptos
vagos que se dilucidan gradual-mente a través de la investigación misma.
Naturalmente, el objeto de la investigación tiene que identificarse desde el comienzo,
pero esto puede hacerse sin necesidad de definir (que es una operación técnica
especial de la que luego nos ocuparemos). Ante todo, es importante distinguir entre el
término Derecho, el concepto Derecho, y el objeto Derecho. Entendemos, pues, la
definición como una operación por la que se introduce en el discurso un nuevo término
y en ocasiones (no siempre) también un nuevo concepto.
CUESTIONES DE AMBIGÜEDAD
Lo primero que debernos tener en cuenta antes de seguir adelante, es que el término
«Derecho. Es, de una manera muy patente, ambigua, es decir. Susceptible de asumir
diversos significados, generalmente distinguibles por el contexto. Conjunto de normas
coactivas»), pero no significa, o al menos así lo vamos a interpretar nosotros, suprimir
el concepto de «derecho subjetivo». Ya hemos dicho antes que dos conceptos pueden
denotar los mismos fenómenos, sin tener el mismo significado; así ocurre también con
«triángulo equiángulo» y «triángulo equilátero» en geometría, o con «rol» y «status»
en sociología. La segunda es que la relación entre el Derecho en sentido objetivo (y, si
se quiere, también en sentido subjetivo) y la ciencia del Derecho es la relación que se
establece entre un lenguaje objeto y un metalenguaje.
La ciencia del Derecho consiste (aunque ésta sea una afirmación que necesitaría
mayores precisiones) en un conjunto de enunciados sobre el Derecho positivo.
Aparece así la posibilidad de distinguir entre las normas jurídicas, los enunciados
jurídicos, y las proposiciones jurídicas, los enunciados de la ciencia jurídica que lo son
sobre las normas jurídicas. Se trata, pues, de una diferencia de niveles de lenguaje.
De manera análoga, cabe decir que el inglés (para quien trata de aprenderlo) funciona
como un lenguaje objeto en relación, por ejemplo, con el castellano, que sería su
metalenguaje. «Human rights are histórical rights» sería un enunciado de ese lenguaje
objeto; «"human rights" se traduce en castellano por derechos humanos sería un
enunciado del metalenguaje. En la primera frase, la expresión «human rights» ha sido
usada; en el segundo caso, mencionada, porque pertenece a un nivel de lenguaje
distinto al del metalenguaje que se ha empleado para hablar de ella
PROBLEMAS DE VAGUEDAD
Mientras que la ambigüedad es una dificultad que afecta, por así decirlo, a los
términos, y es relativamente fácil de solucionar, la vaguedad es otro de los .defectos
congénitos» del lenguaje, considerable-mente más grave en cuanto que afecta a los
conceptos. Éstos pueden analizarse en un plano intencional o connotativo y en un
plano extensional o denotativo. La intención de un concepto es el conjunto de pro-
piedades que lo caracterizan, y su extensión o referencia el campo de aplicabilidad del
mismo. Por ejemplo, la intensión de juez es un conjunto de propiedades (funcionario
público, que tiene a su cargo la aplicación de las normas jurídicas, etcétera), y su
extensión, el conjunto de las personas (pasadas, presentes y futuras) que han sido,
son y serán jueces. Todos los conceptos tienen una intención y una extensión, aunque
esta última puede ser vacía. Por ejemplo, el concepto de .juez imparcial, en el caso de
que consideremos que ningún individuo ha satisfecho ni podrá satisfacer nunca las
características que atribuimos a tan extraordinario ser. Por otro lado, cuanto mayor es
la intensión de un concepto, más las propiedades o notas que lo caracterizan menor
es su extensión. El significado de un concepto (aquí nos interesan las palabras que
designan conceptos) se determina estableciendo su intensión y su extensión. Y la
vaguedad consiste precisamente en que es posible que la intensión y/o la extensión de
los conceptos no estén bien determinadas. Hay vaguedad intencional cuando las
propiedades connotadas no pueden determinarse exhaustamente. Hay vaguedad
extensional cuando la indeterminación afecta al campo de aplicación del concepto.
incurren en alguno de los dos errores que se acaban de señalar (o quizá en los
dos)
suelen presentarse como «definiciones reales» cuya crítica ya hemos hecho
anteriormente
si se entienden como definiciones conceptuales, pueden ser admisibles cuando
el género supremo y la diferencia específica sean conceptos precisos o que se
puedan precisar; en otro caso, las definiciones serán puramente aparentes o
bien llevarán a una recurrencia al infinito (habrá que definir el género y la
diferencia específica por medio de otros géneros y diferencias, etcétera). Pero
ya se ha dicho que aquí no se intentará definir, lo que sea Derecho., sino que
se procurará aclarar dicho concepto a partir de otros cuyo significado siempre
se ha considerado próximo o coincidente. Y el primero de estos conceptos es
el de normas
DERECHOS Y NORMAS
Entre los representantes de la teoría marxista del Derecho también puede encontrarse
una actitud contraria a hacer de la norma el concepto central del Derecho. Así,
Pasukanis, el más importante jurista soviético partiendo de la idea de que la economía
ofrece la clave para comprender lo jurídico, defendió la tesis de que el Derecho no
consiste propiamente en normas (que sería más bien un aspecto derivado,
secundario), sino que el Derecho es la forma de una relación social específica, la
relación que tiene lugar entre poseedores de mercancías que intercambian
equivalentes. Se trata, en definitiva, de la relación típica del modo de producción
capitalista: la relación mercantil. Ahora bien, entre las críticas que se le han formulado
a Pasukanis, la fundamental y en la que coinciden tantos autores no marxistas
(Kelsen, Bobbio) como marxistas (Cerroni) es que, al haber infravalorado el elemento
normativo, cierra la posibilidad de distinguir la relación jurídica de la relación
económica.
1) Resulta más claro y fácil determinar de esta forma lo que sea Derecho que
apelando a los criterios del Derecho natural; la historia muestra la persistente falta de
acuerdo sobre lo que haya que considerar .natural. y, en consecuencia, Derecho.
2) El concepto positivista de Derecho está más de acuerdo con el uso que se hace de
«Derecho,. en los diversos campos de las profesiones jurídicas.
4) Como antes hemos visto, desde finales del XVIII o comienzos del XIX, tanto la
ciencia como la filosofía del Derecho han partido de este concepto de Derecho. Ser
hoy positivista jurídico, en el sentido indicado, es semejante a ser evolucionista en el
campo de la biología: no se puede no serlo, aunque sea posible defender distintas
teorías de la evolución (distintas teorías del positivismo jurídico).
El lector que haya examinado con atención el apartado anterior tal vez piense que hay
una cierta contradicción en haber aceptado, por un lado, el concepto de Derecho
positivista y en haber reconocido, por otro lado, que el Derecho no puede entenderse
cabalmente si se dejan a un lado consideraciones de carácter sociológico o ético. Sin
embargo, es posible que el mismo lector cancele la contradicción después de leer la
afirmación siguiente: la concepción positivista del Derecho es acertada, pero unilateral;
permite establecer criterios aceptablemente claros y operativos sobre los enunciados
que integran el Derecho de X en un momento determinado, pero deja sin contestar
otras muchas cuestiones. En este sentido, ser positivista no tendría por qué ser in-
compatible (pues están en planos distintos) con ser, al mismo tiempo, marxista o
incluso iusnaturalista (en el caso de que el Derecho natural se entendiera únicamente
como una concepción de la justicia del Derecho positivo). Este hecho permite también
explicar ciertos aspectos de la polémica en torno al concepto de Derecho. En este
capítulo se ha abordado, fundamentalmente, el problema de cómo está estructurado el
Derecho y de ahí que se haya prestado una atención preferente aunque, de todos
modos, insuficiente- al concepto de norma. En capítulos sucesivos deberemos
ocuparnos de otras dos cuestiones o perspectivas que, hasta aquí, apenas hemos
rozado, pero que son igualmente esenciales; el problema de las funciones del Derecho
y el de los valores jurídico.