Las estructuras del ojo son tan complejas y precisas que en su momento hasta el
mismísimo Charles Darwin descartó la idea de que fueran fruto de la evolución, dicha
suposición la llegó a calificar de extremadamente absurda. Unos siglos después la ciencia
ha demostrado que efectivamente nuestros ojos son fruto de la evolución.
La evolución del ojo humano se origina a partir de una simple mancha sensible a la
luz compuesta de fotorreceptores. Unos mecanismos capaces de transformar la energía
óptica de la luz que incide sobre ellos en energía eléctrica, este sorprendente proceso se
conoce como transducción.
El paso definitivo en la evolución del ojo fue el desarrollo de la lente, es decir, una
fina capa de células transparentes fue cubriendo el agujero probablemente para evitar
infecciones. Estas lentes son las que hoy en día operamos para corregir problemas como
la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo, la presbicia y la catarata.
Con el paso del tiempo se fueron mejorando los mecanismos: enfoque de cerca y
de lejos gracias a una lente flexible, control de la cantidad de luz que entra mediante el iris
y su pupila, una parte frontal blanca y rígida que ayuda a mantener la estructura y glándulas
lagrimales que generan una película que lubrica y protege el ojo.
Paralelamente el desarrollo del cerebro también nos ha permitido procesar mejor las
imágenes que llegaban a la retina, todo esto en conjunto ha dado lugar a los ojos que
tenemos hoy en día, una obra maestra de la naturaleza que tiene trazas de su dilatada
evolución.
República Bolivariana de Venezuela
M.P.P para la Educación
U.E “Manuel Montaner”
4to año – Sección “U”
Biología
Profesor: Integrantes:
Joseph Márquez Ashlie Llovera
Martinez Gregori
Leonelis Vera