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Teoría del apego | Mónica I.

Requejo García

El presente ensayo tiene como objetivo realizar una revisión teórica que permita conocer las
relaciones que se han encontrado entre los distintos estilos de apego. Se explica además como se
desarrollan los distintos estilos de apego en los sujetos, todo lo anterior se discute considerando los
principales hallazgos de investigaciones y las implicancias de la presencia de emociones específicas
y utilización de las distintas estrategias de regulación emocional, en el bienestar y salud pública.

John Bowlby (1986, 1998), psiquiatra y psicoanalista, trabajó durante años en clínica infantiles y
planteó la teoría del apego, la que concibió como una tendencia de los seres humanos a establecer
vínculos afectivos sólidos con personas determinadas a través de la vida y siendo aun en nuestros
tiempos una de las más eficientes.

la experiencia del niño con sus padres tiene un rol fundamental en la capacidad posterior del niño de
establecer vínculos afectuosos y que las funciones primordiales de ellos serían proporcionar al niño
una base segura y, desde allí, animarlos a explorar; es importante que el niño pueda depender de
sus figuras de apego y que éstas puedan contener y proteger al niño cuando lo requiere. La
interacción que se produzca entre el cuidador y el niño podrá dar cuenta de la calidad del desarrollo
ya que estas integran experiencias presentes y pasadas en esquemas cognitivos y emocionales.

Según Bowlby como consecuencia de la evolución del género humano, el recién nacido de hoy día
todavía tiene un programa genético favorable a la supervivencia. Este programa de conductas
detallada le hace competente, en la segunda mitad del primer año de su vida, de constituir un patrón
intrapsíquico de conductas del que el resultado predecible es que el bebé se acerca a la madre o a
quien hace sus períodos.

como explicación del apego existen tres teorías: una psicoanalítica que plantea el establecimiento
de una asociación entre la satisfacción de una necesidad y donde la persona la satisface generando
un vínculo. Otra de carácter conductual, en la que el niño establece una relación entre la satisfacción
de sus necesidades y el rostro de su madre, formando una respuesta condicionada de cariño con la
sola presencia de su progenitora. Y la tercera de índole etológica en la que el niño, a medida que
aprende a desplazarse, se da cuenta de que el mantenerse cercano a un adulto le brinda ayuda ante
alguna necesidad.

Es pues importante que el pediatra asuma su papel como puericultor, aconsejando a los padres
cómo, aun en la pobreza pueden dar a sus hijos un ambiente de apego y los cuidados y alimentación
que aseguren su desarrollo, a la vez que toman medidas protectoras para evitar que enfermen o
puedan tener algún accidente en su hogar.

En estas cortas líneas puede hallarse la importancia de percibir que en la sana evolución del cuerpo
y en el incipiente espíritu de los niños, es donde prospera el vínculo cariñoso y se establecen las
bases donde se basa la seguridad con la que irá tomando decisiones en el resto de su vida.

Recapacitando acerca del lapso histórico de los últimos años en este país en la que ha crecido la
penuria, la transgresión, la mayor frecuencia de madres jóvenes y se ha declarado una guerra
antinarco en la que miles de jóvenes delincuentes huérfanos de apego y otros tantos miembros de
familias bien integradas mueren, día a día en un conflicto sin frente agresivo, que se ha generalizado
sobre todo en nuestra entidad, dañando a nuestro estado día a día por hechos de sangre. Inmerso
en mis cavilaciones me pregunto: ¿Podríamos los docentes contribuir al futuro de los niños de esta
nación esmerándonos al inculcar a los padres la siembra del apego?

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