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Curso:
201618_7
AGRONOMIA 2019
REALIZAR EL ESTUDIO DE UN SISTEMA DE CULTIVO HORTICOLA (TOMÁTE)
El tomate es la hortaliza más importante cultivada en Colombia tanto en área como en valor del
mercado, además es la más consumida. Durante el año 2016, se estimó que el consumo de tomate
(fresco y procesado) fue de 13 kg/persona/año en Colombia.
Las siembras de tomate en Colombia se dan desde los 800 msnm hasta los 2400 msnm con
diferentes tecnologías: a campo abierto y en invernadero; los cultivos protegidos (invernadero) de
tomate obtiene los mayores rendimientos por unidad de área.
MATERIALES: Palines, palas, machetes, para la adecuación del terreno y su posterior siembra.
PROPAGACIÓN: se realiza por la obtención de semilla para obtener el producto final en este
caso el tomate.
SUELO Y PREPARACIÓN DELTERRENO: La variabilidad es tan grande que una finca puede
tener varios tipos de suelos que se deben trabajar de forma diferente. Para saber cómo se pueden
manejar los suelos es necesario conocer las propiedades y características de este recurso. En cuanto
a tipo de suelos, el tomate requiere de suelos bien drenados y profundos, siendo las texturas francas,
franco-limosas, franco-arenosas, y limosas las más adecuadas. El pH idóneo debe ser ligeramente
ácido, en el rango de 6.2 a 6.8.
CONDICIONES IDEALES PARA SU PRODUCCIÓN: El tomate requiere condiciones
climáticas ligeramente cálidas, ya que no tolera ninguna helada ni bajas temperaturas por periodos
prolongados. De igual forma, requiere que la temperatura entre el día y la noche varíe para asegurar
buen amarre de frutos. Por lo tanto, la temperatura ideal de día para su crecimiento y desarrollo se
encuentra entre los 21-30 °C; y de noche, entre 18-21 °C.
PREPARACIÓN DEL TERRENO: Se recomienda realizar un pase de arado y dos o más pases
de rastra, con el objetivo de dejar el suelo bien suelto y no compactado. Si el tomate se encuentra
con alguna capa compacta, afectará seriamente su desarrollo, por lo que se recomienda subsolar a
una profundidad aproximada de 0.5 metros.
La preparación del terreno no debe exceder una profundidad de 50 cm si el suelo tiene una
superficie general dos cortes de arado y dos rastrilladas son suficientes, siempre y cuando las
operaciones de labranza se realicen cuando la humedad del suelo es la adecuada.
EN SUELOS INCLINADOS: la preparación del terreno utilizando maquinaria agrícola debe ser
limitada para evitar que se afecte la productividad del suelo. En terrenos inclinados es necesario
controlar las escorrentías para minimizar la erosión de manera que se pueda mantener la
productividad de la finca. Una de las prácticas recomendadas bajo estas condiciones es realizar la
operación primaria de labranza o aradura con maquinaria y utilizar arado de bueyes para el surcado
al contorno. De ser utilizadas, las operaciones de labranza deben seguir el contorno natural del
terreno para reducir el riesgo de erosión causada por el agua de escorrentía. El desagüe natural del
predio no se debe arar; se debe mantener con vegetación para protegerlo de la erosión y evitar que
se formen canjilones. La rotación de siembra, preferiblemente con un cultivo de otra familia
botánica, y el dejar períodos de descanso entre cosechas pueden ayudar a mejorar la calidad del
suelo. Esta práctica es especialmente recomendada si la planta seleccionada en la rotación provee
una cubierta protectora y aumenta los residuos de cosechas en el suelo.
Para germinar las semillas, a veces se usan las cámaras de germinación las cuales permiten un
desarrollo uniforme y un excelente control de plagas y enfermedades ya que tanto la planta como
el sustrato permanecen bien tratados a nivel fitosanitario y las condiciones de humedad estables.
En el caso del tomate se estima que el tiempo adecuada para la germinación sea entre 3 y 6 días;
pero esto puede variar por condiciones de temperatura y la variedad del material utilizado. En
general, se utilizan bandejas de 53 a 200 conos o celdas. Se recomiendan bandejas de 53 a 128
conos, con un volumen por celda de 37 a 28 cm. Las bandejas de 53 orificios permiten mayor
desarrollo radicular y del follaje. Sin embargo, incrementan los costos por plántula, porque
requieren mayores cantidades de sustrato por celda.
El sustrato debe servir de soporte a la planta, ser liviano, tener un alto porcentaje de espacio poroso
(80 %), una elevada capacidad de retención de la humedad, buena aireación y drenaje apropiado.
Además de una baja tendencia a la compactación y ser libres de patógenos, semillas y malezas.
Los sustratos más utilizados son el compost, el humus o lombricompost, cascarilla de arroz, fibra
de coco, aserrín y la turba o peat most.
Antes de la hora del trasplante, se realiza lo que se conoce como endurecimiento de la planta. El
cual consiste en reducir las aplicaciones de agua de riego y fertilización una semana antes de que
las plántulas sean trasladadas al campo, para así controlar el crecimiento, endurecer los tejidos
para su mejor adaptación y acelerar el desarrollo de la raíz.
SISTEMA DE SIEMBRA.
Laboreo primario del terreno con medios mecánicos, Aportación de abonos minerales y materias
orgánicas, Posteriormente se cubren con un tunelillo de film de polietileno transparente que les
protege en las primeras fases de su desarrollo, Se realizan labores culturales y de fertirrigación,
hasta la recolección de los mismos, que viene a suceder hacia el mes de mayo, Finalmente, los
tomates son conducidos en cajones de plásticos de unos 25 Kilos, con medios mecánicos a los
almacenes donde se manipulan y comercializan.
Fertilización y laboreo del terreno, Acaballonado manual con azada y distribución de líneas de
goteos en los caballones, Plantación de plántulas procedentes de viveros autorizados, a un marco
de 1 m x 0,5 m, A los 15 días del trasplante, se comienza la poda de los primeros brotes laterales.
Se procede al entutorado con hilo de polipropileno (rafia), sujeto de un extremo a la zona basal de
la planta y del otro a un alambre situado en el techo del invernadero. Conforme la planta va
creciendo, se va liando y sujetando al hilo tutor, Se siguen podando los brotes axilares del tallo
principal del alambre, para podar el brote terminal y favorecer el desarrollo de los siete u ocho
ramilletes florales que posee la planta.
Cuando el tomate de los primeros racimos está en fase de pintón, se comienza la recolección y son
transportados en cajones de 25 kilos a los centros de comercialización para su manipulación y
posterior envasado.
TUTORADO: Es una práctica imprescindible para mantener la planta erguida y evitar que las
hojas y sobre todo los frutos toquen el suelo, mejorando así la aireación general de la planta y
favoreciendo el aprovechamiento de la radiación y la realización de las labores culturales
(destallado, recolección, etc.). Todo ello repercutirá en la producción final, calidad del fruto y
control de las enfermedades.
La sujeción suele realizarse con hilo de polipropileno (rafia) sujeto de un extremo a la zona basal
de la planta (liado, anudado o sujeto mediante anillas) y de otro a un alambre situado a determinada
altura por encima de la planta (1,8-2,4 m sobre el suelo). Conforme la planta va creciendo se va
liando o sujetando al hilo tutor mediante anillas, hasta que la planta alcance el alambre.
El fertilizante para tomate sirve para enriquecer el suelo y favorecer el crecimiento del fruto. Más
del 60 % de los nutrientes absorbido por la planta serán utilizados en el fruto. En la fertilización
del tomate para la siembra se recomienda aportar materia orgánica y encalar el suelo, al mes se
puede realizar la primera abonada con 10-30.-10 el cual va aportar al desarrollo de la parte radicular
de la planta la cual es la base principal de la planta por donde va a absorber los nutrientes
disponibles en el suelo y los que se le aplique, el tallo y parte de las hojas, otro de los fertilizantes
que se utiliza es a base de nitrógeno ya sea urea o nitrasan, el calcio es necesario para tener una
buena formación del fruto y para engrosarlo el nitrato de potasio, teniendo en cuenta el
requerimiento nutricional del cultivo se va realizando el plan de fertilización.
EL RIEGO: El cultivo del tomate es muy sensible tanto a la falta como al exceso de humedad en
el suelo, por lo que en cultivo en invernadero habrá que recurrir al riego, al igual que en los cultivos
al aire libre cuando hay escasez de lluvias normalmente el tomate se cultiva en la época más seca
del año. La disponibilidad de agua es importante durante todo el ciclo, pero especialmente cuando
las plantas están en la etapa de semillero, antes de la formación de los frutos o en días de mucho
calor. Regar frecuentemente con aguas con elevada concentración de sales va, poco a poco,
salinizando el suelo ocasionando una pérdida de productividad. Por tanto, en aquellos suelos que
nos demandan mucho riego, habrá que disponer de agua de calidad, de lo contrario lo estaremos
haciendo salino poco a poco. El intervalo de riego dependerá mucho de las condiciones climáticas,
del estado del cultivo y del tipo de suelo. En concreto, cuánto más arenoso o ligero sea el suelo
más cortos y frecuentes serán los riegos ―incluso 3 o 4 veces al día―, mientras que si es más
arcilloso o pesado, los riegos será más espaciados pero más intensos.
TIPOS DE RIEGO: Por surcos o por inundación: Solo se debe emplear en cultivos al aire libre
en zonas en las que la disponibilidad de agua no es un inconveniente. Por goteo: Más costoso a la
hora de adquirir el material pero a la larga permite ahorrar mucha agua y dosificar tanto la cantidad
de agua aportada como el tiempo de riego.
EXCESO: Escaso crecimiento en grosor del tallo y excesivo desarrollo apical de la plantas, Los
frutos se rajan debido a la turgencia, Aumenta la susceptibilidad a enfermedades de tipo fúngico y
bacteriano.
FALTA DE AGUA: Reducción del número y tamaño de los frutos. Caída tanto de frutos como de
flores, El desarrollo tanto de la planta como de los frutos se detiene, Las puntas de las hojas y los
brotes apicales se necrosan, la coloración de las hojas se vuelve amarillenta o violácea.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
Tare land in Flemish horticulture. Land. Bomans, K., Duytschaever, K., Gulinck, H., &
Van Orshoven, J. (2010). Tare land in Flemish horticulture. Land use policy, 27(2), 399-
406. Recuperado de https://bibliotecavirtual.unad.edu.co:2571/S0264837709000623/1-
s2.0-S0264837709000623-main.pdf?_tid=bf2f896e-fb8a-4ccb-a1ae-
4e2d7c40ad87&acdnat=1546210837_6b604e1a1a40fb31044dca31bfc7d5bb