Anda di halaman 1dari 2

He aquí un grupo entusiasta de los famosos tamborileros del *Rabal*.

Sus infatigables palillos repican sin descamo desde el miércoles sant$i


domingo de Resurrección.

T ODO Hellín es un largo, un inacabable bordoneo. Parece


que un enjambre de aviones invisibles están quietos, ob-
servando desde el infinito azul la traza de esta vieja ciudad,
Se llama Bartolomé Sequeros Cañavate. Mediana esí
tatura, afable, cordial.
—¿Cuántos años tiene usted?
:

alegre, industriosa y hospitalaria como pocas. Son los tambo- —Ya soy muy viejo. Tengo setenta y tres.
res; el ruido de los tambores, que redoblan, que repican y can- —¿Y desde cuándo toca el tambor?
tan, que baten incesantemente, desde el miércoles Santo hasta —i Qué sé yo! Desde siempre. Yo no recuerdo desé
el domingo de Resurrección. ""_\ cuándo. Antes de saber leer... Cuando era un niño.
, Es un dicho vulgar que cada hijo trae al nacer un pan de- —Me han dicho que es usted uno de los más hábi
bajo del brazo. Eso es en los otros pueblos, en et resto de tamborileros,
España, acaso en el resto del mundo. En Hellín cada nuevo —Eso era antes. Ahora ya ; me falta pulso, energ
ciudadano trae un tambor colgado del cuello. ¡Y qué tambor 1 fuerza. Antes, sí; parece que no lo hacía mal.
Ancho, alto, henchido de resonancias; un tambor que, bajo —Para que vea usted cómo lo hacía—interviene CaÉ
los finos palillos, adquiere una vida insospechada. Siendo asi, meló .Galauret—, basta el decir que no se le admitía a
aportando cada hellinero un tambor a este mundo, figúrese los concursos. Ei ha sido siempre del Jurado.
el lector la cantidad de cajas sonoras que existen en el pueblo. —¿Pero hay concursos de tamborileros?
¿Ocho mil? ¿Diez mil? ¡Quién lo sabe! Nuestro amigo Car- . —Ya van dos años que no—dice el viejo—. Antes ú
melo Galauret, entusiasta tamborilero, nos asegura que el los había. < -...
ochenta por ciento de los habitantes de Heüío tienen un tam-
bor en su casa. —¿Cómo se hacía ese concurso? :
—En la academia de la música, <xm jurados, como otw
Asi se explica este bordoneo de aviones, este ruido sordo,
concurso cualquiera.
este zumbido continuado que se escucha siete, ocho, acaso diez
kilómetros antes de llegar a Hellín. ¡Como que sólo —¿Se presentaban muchos?^ ... .;• '"
este ano se han fabricado más de quinientos tambores! —Bastantes. : " .'•, ' "
Este viejo Los concursantes se^ presentaban ante el tribunal col [
tamborilero— un tambor y tocaban distintos redobles, siempre de loi f
setenta y tres , EL VIEJO TAMBORITERO que se usan en Semana Santa. El premio consistía a ;
años~esBar=
tolomé Seque* un buen tambor, en cincuenta, veinticinco y quince (*
rosCañavate, En tiempo oportuno hablaremos de la Semana Santa setas, según fuera el primero o. Ips otros premios stf

que toca en general. Ahora sólo queremos adelantar algo sobre cesivos. '• - •
para nos* los infatigables tamljores. Y hemos ido a buscar a uno . —i Qué oficio tiene usted ?
otros.
de los más viejos y famosos tamborileros de Hellín. —Soy constructor de tambores y jaulas. Por mal
€»loinpo
que aquí casi todos saben
hacer un tambor.
—¿Cuánto vale tin tam-
bor?
—Desde cincuenta a dos-
cientas pesetas.

El, VISJO TAMBOHIIXRO


TOCA PARA NOSOTROS

La hija de Bartolomé
Sequeros ha traído el tam-
bor del abuelo para que lo
podamos examinar. Es una
caja magnífica, reluciente,
fuerte, limpia y sonora.
Bartolomé acaricia s u
tambor como si fuera uno
de sus nietos. Luego se lo
ha colgado, no sin cierto
temblor en las manos, tra-
bajadas y secas.
Un redoble de tanteo. El

Bellas y distinguidas señoritas de Hellín ensayando los redobles más complicados con la decisión y la marcialidad que la fiesta requiere.

—¿Entusiasmo? Ese lo tengo yo, lo tienen todos aquí. ¿No lo ha visto? que estos tamborileros no van formados ni llevan una
Es verdad. Lo hemos oído, lo estamos oyendo, acaso quede para siem- dirección única, sino que circulan autónomos cada uno
pre en nuestros oídos. por donde quiere y en la dirección que le place, sin más
—¿ Y algún tamborilero famoso ? ¿ El nombre de uno que atm se uniformidad que el de ir vestidos con una túnica oscura
recuerde con orgullo? o de un verde morado, o rojo desvaído. Y aun en esto
—"El Reple". Ponga usted Juan Sequeros "el Reple". Ese ftié grande existe libertad. Muchos van de paisanos, poniendo en el
con los palillos en la mano. repique todos sus sentidos. No es golpear, meter ruido.
—¿ Cuántos tambores cree usted que habrá en Hellín ? Henar la calle de algazara, no; Es tocar, tocar bien, mati-
—¡Cualquiera lo sabe! Puede haber casas donde no haya ninguno; zar, extraer resonancias templadas, fnas, como un vir-
pero vayase por las que tienen cinco o seis. Yo creo que habrá..., ha- tuoso de un instrumento cualquiera. Los tamborileros
brá... ¡qué sé yo! Diez mil, o co- de Heílín son artistas.
A los seis s a asi
- Bien merecida tienen su fama en toda la comarca.
años este ni* *l4ÉhflÍ^. ^ s P°s'kle. A juzgar por el ruido, • • F. MARTÍNEZ-CORBALAN
nav unos
no ya repica aJ^JCB^^k. treinta o cuarenta mi].
Treinta
* ^SHiB^ ° cuarenta mil tambores que (Fotos Benítez CBMBIX.)
tocan
entusiasmo J M M ^ ^ ^ ^ ^ ^ H I ^ B infatigables desde el miércoles
de sus moa JKS^^BP'^^ il hasta el domingo de Resurrección.
yores. mSmW^, . _JI Que dan a la ciudad un aspecto in-
descriptible, único en España, Por-

Dos encantadoras tamborín


¡eras atentas al son de sa
caja. Ciertamente no nece*
sitan de tanto ruido para
marear a cualquiera.

rostro, arrugado y pálido antes, se


colorea con la emoción interior. Tie-
ne este hombre, frente a su amado
tamboril, la actitud de un viejo vio-
linista al querer recordar años de
gloria y juventud.
Sus manos se agitan, y los ágiles
palillos reviven sobre el tenso par-
che toda una historia, todo un mun-
do de recuerdos. Recipan, baten lea-..
tos, saltan juveniles, retozan, arran-
can a la luciente caja tonos y a!e-
grías insospechadas por nosotros,
torpes mortales que apenas si hemos
podido hacer un rataplán titubeante.
—Ahora no puedo ya. El tambor
exige, como todo, fuerza y juventud.
—V entusiasmo.

Anda mungkin juga menyukai