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Lo más profundo...

Escritoras bolivianas emergentes


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YANBAL
ESCRITORAS BOLIVIANAS EMERGENTES

© 2010 YANBAL DE BOLIVIA S.A.


Derechos reservados

LO MÁS PROFUNDO... ¿LA PIEL?

Compiladora
Giovanna Rivero Santa Cruz

Autoras
Anabel Gutiérrez León
Emma Villazón
Liliana Colanzi
Cecilia Romero
Mariana Ruiz
Lourdes Saavedra
Julia Peredo
Claudia Michel
Paola Senseve
Magela Baudoin
Adriana Campero Urcullo

Dirección artística
Raquel Schwartz

Diseño editorial
Simple Estudios - Carolina Arancibia

Ilustración
Alejandra Alarcón

Impresión
Arte&Color

Escritoras bolivianas emergentes


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Presentación

“Lo más profundo es la piel” lo dijo el poeta francés Paul Valéry, refiriéndose al órgano sensible que
nos conecta con todos los estímulos del mundo y que, gracias a esas percepciones, desarrolla un
mundo subjetivo, un rico psiquismo, en las profundidades del inconsciente. Con la piel vivimos,
nos contactamos, pero también es la que le da límite a nuestra identidad, donde “acaba” el yo. La
piel es el límite de los órganos, lo que nos separa del mundo. Los poros son, pues, “entradas” y
“salidas” de sustancias y sentimientos, nos mantienen a salvo al exudar residuos, pero también nos
exponen a los elementos naturales y sus maravillosos extremos, los de la contaminación y el enve-
namiento. La historia de la piel ha sido tejida por cicatrices, pliegues y repliegues de la experiencia
de la maternidad, invisibles tatuajes de sudor deseoso, líneas y cortes suavísimos de liberación y
catarsis, y también por eso debemos amar nuestras cicatrices, ellas constituyen las huellas de lo
vivido. Atendiendo a esta hermosa paradoja es que, junto a la escritora Giovanna Rivero, deci-
dimos el título de este libro que pretende llegar al corazón de la lectora boliviana y perdurar en este
y otros imaginarios. Las escritoras, cada una a su manera, han reflejado el modo en que la piel, la
del cuerpo y la del alma, expresa identidades en crisis.

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Presentación Yanbal

La diferencia entre ser y parecer se convierte en la razón de ser de este libro.

En la esencia de esta compañía, en su personalidad y en su proyección descansa una naturaleza


evidentemente femenina. Yanbal se basa en la pasión y fortaleza de la mujer, pero también en su
belleza, en su sensibilidad y en sus anhelos.

Esta compañía que empezara hace más de 40 años con el sueño de un hombre, Fernando Belmont,
quien se define a sí mismo como un “admirador” de la mujer; es hoy una de la empresas más
exitosas en América Latina y se ha convertido, no sólo en una fuente de ingresos para la mujer, sino
en un proyecto de vida, que se va desarrollando con la fuerza interior de todas y cada una de las
que asumen el desafío de crecer y convertirse en empresaria independientes.

Yanbal ha demostrado que lo único que la mujer necesita para encontrar la realización y el éxito es
creer en sí misma y trabajar con convicción y pasión. Las más de 20.000 consultoras y 500 empre-
sarias independientes que Yanbal tiene en Bolivia constituyen el testimonio vivo de estas palabras.

Sin embargo, la sensibilidad que despierta la mujer nos inspira a conocerla mejor, desde distintas
miradas. Es así que con el objetivo de entender y revelar a la mujer boliviana como actor econó-
mico, social y político de la sociedad actual, hace poco más de tres años Yanbal dio inicio a un
proyecto de investigación permanente denominado el Sensor Yanbal de la Mujer Boliviana. Es tan

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positivo el impacto de este proyecto que aún en su fase temprana Yanbal se propone transformarlo “Lo más profundo…¿La piel?” es simultáneamente un libro y una joya pues en su interior la lectora
en un Proyecto de Responsabilidad Social empresarial y pasar de la investigación a la acción, con o el lector podrá encontrar el brillante trabajo intelectual y creativo de escritoras contemporáneas.
propuestas y nuevos proyectos y programas que surjan de los resultados mismos de la investigación Los invitamos a zambullirse en estas profundidades.
en un intento de dar respuesta a las inquietudes, necesidades y deseos de muchas mujeres de
nuestra sociedad actual. Deseamos agradecer el compromiso y dedicación de la escritora Giovanna Rivero en el desa-
rrollo de este emprendimiento, quien, desde su rica experiencia, supo reconocer el talento de las
Nos propusimos dar inicio a actividades que de alguna manera abran espacios a las variadas inquietudes jóvenes escritoras que aceptaron con alegría participar de esta aventura artística. Estamos seguras
de la mujer, espacios en los que pueda expresar su legítimo sentir frente a diversos aspectos de su vida. que esta antología será un documento inexcusable para conocer qué hitos marca la primera
década del tercer milenio.
En este camino decidimos, como punto de partida, apoyar a la mujer boliviana escritora y sobre
todo a las nuevas escritoras que por diversas razones aún no hubiesen tenido la exposición sufi- Un agradecimiento especial a Raquel Schwartz, por la acertada elección de la artista plástica
ciente para consagrar su talento. Alejandra Alarcón, cuya sensibilidad le permitido plasmar visualmente la propuesta de cada cuento,
sugiriendo además, una nueva lectura desde lo gráfico. Y gracias al equipo creativo de Simple Estu-
Pues bien, hacer un libro que compile el trabajo de mujeres escritoras es una forma especial de dios, donde este proyecto terminó de gestarse.
aproximarnos a la realidad, a los cambios y esencia de esa mujer con la que convivimos todos los
días y que, en medio de la contradicción, ha sabido conquistar su propio equilibrio y unidad. Nos Finalmente queremos recordar el aporte en la concepción de este proyecto de nuestra agencia de
complace poder avalar las expresiones más sutiles y la energía de la palabra literaria capaces de Relaciones Públicas Mora y Araujo grupo de comunicación, cuyo asesoramiento y retroalimenta-
retratar, denunciar y profetizar una sociedad cambiante. Apoyando este tipo de vanguardia es que ción aviva el diálogo que Yanbal sostiene día a día con la comunidad boliviana.
Yanbal enfoca su objetivo: que la mujer sea valorada y tratada como un ser humano brillante, abso-
lutamente capaz de dar y transformar su entorno. Dedicamos este trabajo a los cientos de mujeres que realizan sus sueños con Yanbal.

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Directora de Arte
Cuando las entusiastas amigas de Yanbal y la escritora Giovanna Rivero me invitaron a hacer la
curaduría y la dirección artística del libro Lo más profundo… ¿La piel?, no dudé en comisionar para
este trabajo a la joven artista contemporánea Alejandra Alarcón.

El tenor audaz de esta producción literaria invitaba a que la ilustración también fuera atrevida y al
mismo tiempo cándida, y claro, nadie mejor que Alejandra Alarcón para conseguir ese doble tono.
Además de manejar con gran maestría la técnica de la acuarela, Alejandra logra crear una importante
tensión fusionando su evidente habilidad formal con la acertada interpretación de cada relato; de este
modo el correlato plástico consigue sorprendernos y emocionarnos.

Es la mirada aguda e indefectible que ha venido caracterizando el trabajo artístico de Alejandra la que
reconoce, en esta oportunidad, a los personajes más emblemáticos y los momentos esenciales y sublimes
de las historias y los concreta hábilmente, regalándonos así imágenes frescas que convergen con los
escritos y nos invitan igualmente a “leer” las distintas propuestas narrativas desde la visualidad.

Felicito a Yanbal por esta iniciativa y comparto la celebración al talento y al trabajo de mujeres
jóvenes, cuya energía está condensada en este “sampleo” de una nueva generación de féminas en la
literatura boliviana.

Felicito también a las “creadoras” por la increíble calidad de sus relatos, por su talento que se distingue
y discurre en las páginas de este libro-joya. Pertenecer a una generación no es tan importante como
aportar a ella desde la búsqueda artística individual.

A Alejandra mis agradecimientos y mi admiración.


Raquel Schwartz
Artista Visual / Directora Kiosko galería

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Lo más profundo... ¿la piel?
Giovanna Rivero

¿Literatura femenina otra vez? Bueno, ¿por qué no? Ni es estática ni


es idéntica, ni más rara o especial que la literatura de inmigrantes,
la literatura gay, queer, amazónica, de las minas o de la periferia
urbana, así que sin demasiadas justificaciones, remilgos o pinzas y
demás aparatos quirúrgicos, presentemos este volumen de cuentos
de escritoras bolivianas emergentes.

La línea de cosméticos Yanbal me invitó hace unos meses a cola-


borarles en la compilación de una muestra de la producción lite-
raria femenina en Bolivia. Pensé en lo mucho, que en efecto, me
gustaría hacer un sampleo de las notas, voces, coros y registros que
van emergiendo con las nuevas camadas de escritoras. Si bien la
antología Las Adelas, que Yerbamala Cartonera publicó en 2008, ya
había trazado un mapa contemporáneo (fundamental para cotejar
mis referencias e intuiciones) que actualizaba el trabajo antológico
de Manuel Vargas en la edición de Los amigos del libro de 1997

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Yanbal Escritoras Bolivianas Emergentes

Hilos en los dedos


y luego en la revista Correveidile (cuya edición especial de de guerra y seducción− estas narradoras van avanzando en sus “Hilos en los dedos”, de Anabel Gutiérrez León, es un cuento con talento poderoso de la escritura como un oficio manual, pues en el
literatura femenina permitió un importante recuento a fines de corrientes íntimas y/o subterráneas, es que esta breve introduc- final fantástico, del tipo “sorpresa cortazariana”. La prosa cuidada fondo lo es (el teclado, el lápiz, el borrador, el delete, ¿no son acaso
los noventa), y la antología La otra mirada, compilada y prolo- ción esboce, más bien, un marco sensible, una aproximación podría tener su principal nutriente en el trabajo poético de la autora instrumentos de la mano y, por tanto, tiernos instrumentos feme-
gada por Ana Rebeca Prada y Virignia Ayllón y editada por desprejuiciada a aquellos nuevos fantasmas que las escritoras y, en ese sentido, en una súper conciencia de que el lenguaje lo ninos?). Con la escritura puede la hacedora ejercer su capacidad
Alfaguara en1999, yo creía que seguía siendo necesario insistir enfrentan, y que no siempre tendrán que ver con sus antece- es todo. Esto explica también que la sorpresa se haya tejido con performativa del mundo recurriendo a los siglos de experiencia
en el factor “emergencia”, no precisamente porque inevitable- sores; es más probable que sus fantasmas estén nutridos de inteligencia y una lógica elegante. El tejido, tan ligado a lo feme- transformadora en otras materias y sustancias (llámese ingredientes,
mente esté ligado a la edad 1—y en ese sentido a una natural futuridad, de especulación, de cosas por cambiar, de adoles- nino desde la más esencial Penélope, es, en el cuento de Anabel hilos o carne). Y es que, según dice el cuento en relación a ese
renovación—, sino por los elementos de choque, las resisten- cencia que se diluye, de proyecciones contradictoras, de Gutiérrez, un correlato de la envidia, nombre popular con el que inmanente poder demiúrgico, la mujer es “la heredera del lenguaje
cias, los nuevos desafíos que de un modo u otro toda nueva modelos de nueva mujer. conocemos a ese complejo sentimiento que es la dolorosa noción que se traza en oscilantes encrucijadas en cuya complejidad el
generación debe enfrentar (e intentar derribar) para apoderarse del otro, de la otra, tra(u)ma de lo que no somos, “punto cruz en resto de los mortales solo encontramos telas, encajes o cintas…”.
de su propia significación. Con esa intención voy a atreverme a elaborar una breve el vacío” de lo que jamás poseeremos. La revisitación al mito de Así, una mujer-araña nos devuelve a esa primitiva pulsión de caza:
exégesis de cada cuento a manera de exorcismo (yo, la espiri- Aracne nos recuerda que la metamorfosis femenina ha respondido a el lenguaje, en efecto, es una trampa, una redada para que la otra,
Quizás esté siendo fácilmente freudiana al suponer aquí que tista), una posibilidad de lectura que, por supuesto, puede ser motivos singulares. No siempre es el resultado de la cirugía estética la que no somos, caiga irremisiblemente. De este modo, Anabel
el hijo siempre querrá matar al padre —en este caso, la hija a modificada o cuestionada en cada nueva decodificación que o de una larga terapia psicológica –procedimientos, ambos, propios Gutiérrez ratifica una verdad: Si bien el varón hizo del lenguaje un
la madre (¿o conquistar al padre?)—, pero mi pretensión, antes se haga de sus textos. La idea, como digo, es trazar líneas que, de la modernidad-, sino la materialización de una maldición secreta instrumento de clasificación y autoridad, es la enunciación feme-
que identificar contra qué influencias −o con qué estrategias en conjunto, ofrezcan una perspectiva desde donde mirar o formulada con las poderosas palabras de una mujer herida. nina la que indaga en sus zonas plásticas y mágicas: la persua-
percibir el aura de esta nueva emergencia literaria. sión, la deformación, la maldición, la bendición, la liberación y
1 La mayor parte de las escritoras reunidas en este volumen ha nacido a El lenguaje recupera en este cuento su status mágico y, al mismo la posesión, es decir, el lenguaje como un lienzo fragilísimo y
comienzos de los ochenta, factor generacional que, de algún modo, explica
el imaginario urbano compartido. Apliquémonos, pues, sobre esa sustancia. tiempo, su capacidad ordenadora del universo. Gutiérrez narra el peligroso en cuya superficie es necesario levitar.

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“El vecino y la niña” “Vacaciones permanentes”


“El vecino y la niña”, de Emma Villazón, también poeta, toca con La propuesta de Villazón pasa por abandonar los lugares fami- “Vacaciones permanentes”, de Liliana Colanzi, un cuento de sexual”, resulta que está embarazada y esta interrupción
sutileza el asunto de la educación moral que las hijas reciben en liares y, en la “tierra de nadie”, colisionar con la realidad para prosa minimalista, erigido sobre la elipsis y el fraseo corto, nos en una vida sin planes debe ser dolorosamente reajustada.
casa. ¿Cómo subvertir ese mandato materno? ¿Haciéndose daño que la todavía en proceso personalidad femenina se permita entrega a dos jovencísimos coprotagonistas que, aunque no ¿Cómo podemos amar y ser amadas realmente?, ¿cómo hacer
a sí misma, siendo accidentalmente inmoral como una forma vivir el shock y el derrumbe polvoriento de paradigmas que ya tienen la perversidad de Bonnie and Clyde en “Asesinos por para que nada quiebre esa unidad femenina que tanto cuesta
violenta de negación? La experiencia pasajera en una flota no la protegen más. El final de “El vecino y la niña” es abierto, naturaleza”, encuentran en el precoz desencanto y una cierta llegar a ser? La abyección ante una potencial maternidad en
interdepartamental, al lado de un eventual pervertido, y bajo pero la frase “Tenía que botar también a Saudade. Menos el amoralidad una vacuna contra la inevitable decadencia. Igual el cuento de Colanzi es explícita, pero no por eso llana o
la mirada ancestral de otra mujer, estimula a una joven viajera dinero” advierte de un nuevo pragmatismo que puede liberar que en el cuento “Colinas como elefantes blancos”, de Ernest absoluta. Todavía puede entreverse que la “nueva mujer”
a ir abandonando su antigua identidad de “chica bien” para a la mujer de ese último corsé que es la priorización muchas Hemingway, en “Vacaciones permanentes” también hay un debe parirse a sí misma mutilando zonas tan profundas como
emprender su propia travesía. ¿Hasta dónde llegará la protago- veces impuesta y artificiosa de los sentimientos sobre los valores aborto. Los sueños se vulneran, pero como en Hemingway, las propias entrañas.
nista en este On the Road de la moral? Con una velocidad inte- materiales, cuando en realidad, sabemos que no existe autén- Colanzi juega a que todo puede seguir siendo como antes.
rior parecida a la que activa Katherine Mansfield en sus cuentos, tica liberación sin independencia económica. La mujer es, en Los dos personajes femeninos que aparecen en este texto son
Villazón nos conduce al auto descubrimiento de un dolor. Sus efecto, un sujeto nómada, en tránsito, y Emma Villazón tiene irresistiblemente antitéticos, salvo que ambas están heridas
personajes —entre los que, como en Mansfield, no puede faltar la sensibilidad para narrarnos con delicadeza un tramo de ese en el centro de su identidad femenina: la “liviana”, no solo
una anciana, alguien que NO está de vuelta de las cosas, sino de maravilloso devenir. La idea ahora es viajar ligera de equipaje. por malamada, sino porque ha extraviado tempranamente
viaje hacia una nueva incertidumbre, cuando ya ni la juventud su motor de seducción, creyendo que es en la superficie de
ni la ilusión te amparan, digamos un viaje gótico— parecen la piel donde se tatúan los amores y no en la complejidad
afirmar a coro: “La civilización es una estupidez. ¿Para qué se de la psiquis, o en aquello que Nabokov llama “El pómulo
nos ha dado un cuerpo, si hemos de mantenerlo encerrado en afilado de la nínfula”. La “rara” está herida porque, pese a
un estuche como si fuera algún valioso Stradivarius?” . 2 Del cuento “Felicidad”, Katherine Mansfield. conscientemente no haber cultivado una retórica de “bomba

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“Unidas” “Hombre en baño María”


“Unidas”, de Mariana Ruiz, es un cuento con un aura anacró- saria crítica a los modos en que la maternidad pudo haber ejer- “Hombre en baño María”, de Cecilia Romero, es un cuento más difíciles de etiquetar; la defensa de esta especificidad es
nica, un cuento “en sepia”. Todo un complot familiar, hecho cido su rol protector a lo largo de décadas, aniquilando metó- raro en la tradición boliviana, pues la voz ficcional es lésbica festiva, irreverente, juguetona, pero además necesaria, inestable
de voces de tías y madres, intenta separar la intensa amistad dicamente la espontaneidad del salvaje temperamento de las y seductora. La protagonista no expresa la familiar y culposa y propagandísticamente femenina. La protagonista comprende
entre dos chicas, arguyendo que una de ellas es imaginaria. El niñas, fosilizando sus rasgos personalísimos para ensamblaras crisis de identidad que gran parte de la narrativa con temá- lo que hay debajo de la piel de su deseada, puede leerla perfec-
cuento es una hermosa metáfora de esa otra mujer que cada en el genérico e informe “chicas bien”, domesticándolas… tica homosexual ha desarrollado en sus primeras etapas; al tamente, y es en esta empatía, en esta auto-lectura, donde reside
mujer pudo haber sido, de la vida que no eligió, del novio que contrario, la protagonista ejecuta una trama de conquista de la el fundamento ético de “Hombre en baño María”.
no llegó a tener, porque tuvo otro. Si bien también para los Lo irresistible de las historias de dobles se constata en el cuento mujer deseada, y si para ello es necesario implantarse un pene,
varones la posibilidad de otro-sí mismo arroja sombras incluso de Ruiz; ese sesgo esquizoide nos permite fantasear con la lo hará. De nuevo las muletillas freudianas: ¿envidia del pene?, Romero nos ofrece la oportunidad de imaginar otras formas de ser
sobre existencias plenas, en el caso femenino —según deja posibilidad de la redención y la idea de que ninguna biografía ¿masculinización de lo femenino para acceder al poder? En mujer, incoporando prácticas masculinas, haciendo de la repre-
entrever Ruiz en “Unidas”—, la otra es aquella que permite es tan lineal como parece, sus archivos podrían depender de este caso, por suerte, ni lo uno ni lo otro, una simple “desvia- sentación visible del cuerpo la negación del ego, no una cárcel
la extroversión de una psiquis contenida, aquella en la que se relatos invisibles y personajes censurados. Y como plus, Ruiz ción ortogonal” —por llamarlo de algún modo— de ese bina- —como denunciaba Mayra Santos-Febres—, sino una liberación
vuelca —a través del diálogo y el contacto— lo mejor de una. insinúa que las proyecciones femeninas son, antes que jerár- rismo antes absoluto de los géneros. Lejos de una apología de y un ensayo existencial. Nos invita a ejecutar una herida pequeña
Pero más que un alter ego, la otra (que puede ser la hermana, quicas o verticales, expansivas e inclusivas: las mujeres buscan la androginia, por otra parte, el cuento de Romero exalta las y persistente en la gruesa epidermis de la heteronormatividad.
la mejor amiga, la prima, la vecina, la personaja de un papel) hermanas (hermanas literarias, hermanas emocionales); esa marcas sexuales del cuerpo femenino y las celebra. Su cuestión
es un acto de generosidad con el que Ruiz subvierte algunos dialéctica es una alternativa a la era del pene freudiano, involucra una revisión del comportamiento seductor femenino,
prejuicios sobre la amistad entre mujeres. Al margen de los cuando parecía que “la falta” solo era solucionable con el y tiene que ver de nuevo con romper las estructuras en que tan
celos, la envidia, la competencia gratuita, las protagonistas de gasto de energía de una histeria inoperante. cómodamente (para algunos) se ha instalado a “la mujer”. Pues
“Unidas” son dos sujetos capaces de compartir sus individuali- bien, una de esas mujeres se auto expulsa de ese monstruoso
dades sin allanarse, proponiendo así un paréntesis y una nece- abstracto y decide que sus sentimientos y deseos son un poco

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“Alicia en el país de la Anarquía” “La memoria y los elefantes”


“Alicia en el país de la Anarquía”, de Lourdes Saavedra, a la movida ajedrecística del desenlance. Y aunque podríamos “La memoria y los elefantes”, de Julia Peredo, puede ser consi- más revolucionarios si estos no están sostenidos en la poesía.
pesar del guiño a la historia de Lewis Caroll, no hace uso de pensar que el proyecto anárquico de la “gorda punk” puede derado como un préstamo de la poesía. Desnudo de una La lucidez enunciativa de una mujer que dice, que escribe,
lo fantástico como magma de la trama; muy por el contrario, registrarse en los anales de su historia personal como “fallido” trama clásica, este cuento se sostiene líricamente en el proceso que asocia, que delira, es la propuesta central de este cuento,
los recursos del realismo doméstico permiten que el lector se debido al embarazo, lo cierto es que esta atípica femme fatale mismo de la creación, pero no en su explicación —que tanto en el que Peredo Guzmán parece susurrarnos: la mente de una
acerque a esa pequeña realidad adolescente de esta otra Alicia, ha cumplido su deseo y no le importa el precio que debe pagar lo ha hecho la metaficción posmoderna—, sino en su poética, escritora es peligrosa. Claro que la realidad tiene siempre el
una “gorda punk” que se convertirá en un personaje tierno por ello. El cuento de Saavedra rezuma libido. en su aspiración a la pura simbología. Una escritora piensa en cinismo monumental de un elefante, inaprensible, continuo,
precisamente por sus imperfecciones. Brilla la naturalidad, la “elefantes”, recuerda los recuerdos de otros, ¿acaso el recuerdo secuencial… Pero la escritora es capaz de enfrentarse también
energía joven, la imaginación que toma del entorno lo nece- La anarquía es la maravilla del azar. En ese sentido, Alicia tiene de unos personajes?, y reflexiona sobre el país y sus delirios, a ese memorial mamífero placentario para bifurcar su discurso
sario para completarlo con una voz propia en la escritura de mil posibilidades: abortar, tener al hijo, casarse, no casarse y sobre los sujetos que habitan una historia oficial. La profunda primordial e implantarle una nueva historia, una donde los
Saavedra. Como en varios cuentos de este volumen, el desen- tener al hijo, casarse y no tener al hijo… porque este personaje libertad poética e inteligencia de esta prosa no hace énfasis hombres y los elefantes se respetaban, guerreaban, se vencían
lace de este personaje femenino es catártico y contradictorio, se encuentra en la frontera de los destinos potenciales, y eso es en lo femenino, pero sin embargo, se las arregla para filtrar con dignidad. Lo que Peredo propone es un caosmos, el
y tiene que ver con una maternidad no planificada. Se destaca lo que nos recuerda Lourdes Saavedra, que la invención de la una crítica a la homogeneización del modelo de mujer y/o a desborde de la imaginación, la destrucción de la narrativa
en este texto el diestro uso de registros regionales que doblan vida depende tanto de la imaginación como de la creatividad la totalización de cualquier concepto. Por eso, las reacciones lógica, la victoria del delirio femenino.
el valor literario del cuento. Saavedra parece ser, en efecto, para hacer del azar una nueva historia y por tanto el inicio de autómatas de “las penélopes” se desmontan en el momento
una cuentista conocedora de las exigencias del cuento breve, una revolución. en que la voz lírica del cuento derriba cada pequeño para-
de la necesidad de sintetizar toda una ideología, un ethos, en digma, cada mito urbano, cada discurso dado, con un soplo
casi surrealista. Y es que solo el lenguaje puede derribar mile-
narios elefantes, de pata gorda, capaces de aplastar los sueños

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“A salvo” “Espíritu: quinto elemento”


“A salvo”, de Claudia Michel, está en diálogo con una mater- permite que se produzca el quiebre, que se vislumbren las “Espíritu: quinto elemento”, de Paola Senseve, está en la onda su “siamesa”, alguien que finalmente le permitirá el derrama-
nidad que, aunque se ha dado como un “accidente” (quizás fisuras en un discurso reaccionariamente feminista, y que se de “Hombre en baño María”, aunque quizás menos violento, miento de la más extrema ficción.
no solo “accidente” biológico, del cuerpo, sino sobre todo de hibriden esos sentimientos –la libertad reaccionaria, por una pero no por ello menos arriesgado. Si en el cuento de Romero
la psiquis, ya que es a través de esa fisura que se ha generado parte, el repliegue amoroso por otra− para gestar esa nueva la libido es el aura de la historia, en el de Senseve lo es la seduc- Los tatuajes que describe Senseve no son gratuitos, pero sobre
la posibilidad de gestar una nueva identidad sin replegar la “mujercita”. La belleza de la prosa de Michel reside, quizás, ción. Una primera impresión podría hacernos afirmar que esta todo no lo es esa nueva sintaxis que arma con los signos here-
propia), es nomás deseada. Bajo una misma pulsión ética que en su lenta cadencia, en la contemplación casi japonesa de un historia se concentra todavía en la escritura del cuerpo como dados de la madre (los signos genéticos verbalizados –las
“Unidas”, “A salvo” aboga por una cadena identitaria femenina, mundo que de todos modos penetra por los poros de la piel asignatura pendiente de la escritura mujeres −y es posible caderas amplias, la tendencia a la gordura, la amplitud del
en la que la adulta es el sólido eslabón entre una abuela y una hasta la oscuridad placentaria. De ese laboratorio amoroso de que así sea−, mas ese no constituye su principal foco dramá- cuerpo− y los mandatos morales también verbalizados). La
nieta, relación donde en verdad se evidencia cierta terquedad Claudia emerge un planteamiento: considerar los múltiples tico. Pensemos más bien en un subgénero: el romance entre protagonista no renuncia a esas marcas, pero las resignifica.
genética. La ternura de este cuento está marcada otra vez por esquemas de maternidad, los nuevos y los antiguos, como mujeres. Pensemos en un romance como fascinación y super- Lo que leemos en “Espíritu: quinto elemento” es esa resigni-
lo femenino, y lo bueno es que Michel no se esfuerza por disi- lugares de resistencia a la compulsiva posmodernidad que vivencia. Nos sirve en este caso la misma hipótesis de Hélène ficación. En este sentido, los retratos femeninos que ofrece
mular eso que para muchos “endurecidos” por una equívoca y insiste en la desvinculación y la fractura, en la soledad. Cixous cuando habla de los palimpsestos que van escribiendo Senseve no deforman monstruosamente a sus protagonistas,
pretendida concepción neutra de la literatura podría ser visto las mujeres sobre sus propios cuerpos, solo que aquí habla- sino que las romantizan. La diferencia senseviana reside en
como un asunto menor o una debilidad, un registro, digamos, ríamos de la escritura del cuerpo ajeno. Esa “ajenidad” refor- que esa romantización no está construida para la mirada
demasiado motivado por la experiencia colectiva de mujeres, zada por historias paralelas en cuentos como “Unidas” es muy masculina, sino para un persistente, exigente y goloso voye-
incapaz del desapego intelectual o la abstracción. La retórica llamativa, ya que parecería indicarnos que las escritoras se han rismo femenino. Para el placer de ser mirada por otra mujer.
de la ternura es, por fortuna, ficcionalmente muy efectiva en desapegado finalmente de un ego súper narcisista –valga la
esta historia, puesto que esa primera persona “debilitada” redundancia− para narrar a la otra, alguien que no precisa ser

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“Moebia” “Temporada de guayabas”


“Moebia”, de Magela Baudoin, tiene ecos de crónica policial, una voz lejana y hermosa, una voz “afantasmada”. Por supuesto “Temporada de guayabas”, de Adriana Campero Urcullo, que es en la posibilidad de contener a otra dentro de sí misma
pero se eleva sobre esa tentación básica documental debido a que esto desconcierta, la voz lejana, ya que se espera de la escri- retoma otra vez el asunto de la maternidad solitaria. ¿Lo habrá (una especie de homoerotismo nihilista) que la protagonista
la belleza del lenguaje. Es una cuidada prosa la que permite tura de mujeres que sus registros sean intimistas, confesionales, sido siempre? Ante la dificultad de encontrar en el varón a su reivindica sus pérdidas. Las múltiples voces que dialogan
la necesaria distancia entre el factos y su representación. La siempre apegados a la experiencia más inmediata. Como la exacto semejante, pareciera que la representación de la vida con la protagonista no son, en Adriana Campero, extrañas a
violencia no es gratuitamente excesiva en esta historia, pues banda de Moebius que al rasgarse se multiplica, encadenada afectiva femenina pasa nomás por la ruptura y una eventual la tendencia de escritoras jóvenes de multidimensionar a sus
responde a fines dramáticos, y apuesta además a la verosimi- a nuevas cintas que conducen paranoicamente a sí mismas, el soledad. La otra posibilidad es que la idea de gestar a alguien personajes con el recurso de la contradicción esquizoide,
litud como elemento central. La sorpresa se desenrosca como cuento de Baudoin no interrumpe los espirales de la fatalidad. en la oscuridad del vientre pone de manifiesto el deseo de exaltando ese proceso de construcción y resistencia que es la
una serpiente para morderse la cola, y desembocamos en un No es, por cierto, un cuento políticamente correcto, especial- una completud ya no más fálica, sino hecha de placenta y juventud. La escritura, como en otros cuentos de este volumen
casi excesivo clímax moralista, que Baudoin dignifica gracias a mente si hay niñas heridas en la mitad de la trama. Pero, ¿por qué ternura. El relato de Adriana Campero Urcullo no se inclina en los que las protagonistas llevan diarios, escriben cartas o
una ausencia de sentimentalismo. Su prosa no es glacial, no es una escritora no habría de aproximarse también a los desgarra- por la narración de la abyección, sino más bien del regocijo, tejen mensajes, forma parte también de la complejidad coral
que la narradora esté a salvo del horror y se limite a hurgarlo dores estímulos de la realidad contemporánea sin que le tiemble como una bella parábola sobre madres e hijas, pero de todas en la que se asienta una identidad femenina en crisis.
con actitud de cirujana, sino que precisamente ha optado por el pulso o se cuelgue su teclado? maneras pone en tensión la heterosexualidad compulsiva, ya

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A modo de conclusión
Once es un número que me gusta por la sugerencia de lo inacabado y, El sospechante lector, la esperanzada lectora podrá, quizás, estar sino como una fuente de comprensión del universo, una inter-
simultáneamente, de algo que sutilmente se excede. Son, pues, once de acuerdo con este texto interpretativo en un par de conclusiones: pretación del caos, un rizoma, un devenir y que se presta al inter-
las escritoras reunidas por invitación en este sampleo tentativo, emer- 1) la maternidad sigue siendo un issue en la nueva narrativa de cambio de roles, a la interrupción, suspendiendo en ocasiones
gente y, sin embargo, ya perfecto como un embrión del que podemos mujeres, en algunos casos desde la abyección, en otros desde el esa cadena, abortando el proyecto histórico, para bifurcar el gran
esperar lo mejor o lo peor, la belleza o la monstruosidad. replanteamiento de los deberes ideológicos de una madre; y 2) el relato y narrar la individualidad de hijas sin hijas.
cuerpo como superficie simbólica de escritura sigue ejerciendo
Si bien la edad es uno de los elementos que nuclean a esta nueva fascinación sobre la flamante demiurga, con la diferencia de que Demás está decir que este trabajo en conjunto no aspira a ninguna
generación, no fue la variable fundamental a la hora de selec- su verbalización explora ya otras zonas: la androginia, la fealdad, verdad apodíctica; no solo porque nuestro rigor no fue cientí-
cionar los textos. La edad fue una coincidencia, ya que un par la mutación, la deformación y la decadencia, en contrapartida a fico, trabajamos simplemente con honestidad literaria y espíritu
de autoras posee aún el aura inequívoca de las nacidas en los un renacimiento interior, por debajo de la piel, en la oscuridad de lúdico, algo que en ocasiones se pierde de vista en desmedro de
setenta, solo se han tomado un poco más de tiempo para salir la placenta, de un nuevo modelo de mujer. De ahí que materni- uno de los placeres más onanistas: el de la lectura.
definitivamente del clóset. En todo caso, interesaba recolectar dad-cuerpo-renacimiento tengan todavía la eficacia de una lógica
las células-madre, los textos de aprendizaje, de las escritoras que cartesiana. Es preciso repensar la maternidad, porque solo desde Agradecemos a las amigas de Yanbal por la confianza depositada
estarán recreando universos, urdiendo ficciones, transformando esa función es posible reconcebirse. en nosotras y compartimos con ellas el mariposeo perverso que se
el lenguaje, desequilibrando el canon y publicando de manera siente ante la visión siempre epifánica de la piel recién lavada.
sostenida en un futuro cercano. Se trata, en resumen, de una La matrilinealidad, por otra parte, está siendo abordada ya no
sencilla tarea de continuidad. solo como una cadena reproductiva que acumula identidades, Gainesville, Florida, febrero de 2010.

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Hilos en los dedos
Anabel Gutiérrez León

Siempre pensé que Lidia era capaz de percibir en las telas


(tejidos, habría dicho ella) algo que nadie más podía intuir,
algo que venía de muy lejos, un tiempo mágico, remoto, al que
ya no era posible acceder. Ni siquiera para la propia Lidia.

Lidia poseía el don de leer, de escuchar las historias que se


narraban en los entramados de los hilos que se cruzan, en
los breves matices que van de un color a otro, en esos tonos
apenas distinguibles por ojos habituados a un muy reducido
número de contrastes. Era como si para ella transcurriera en
cámara lenta el cambio de un tono, de una textura, la muta-
ción que una tela sufría al recibir las sucesivas punzadas de la
aguja para pasar del mutismo de un lienzo monocromo a una
vertiginosa prenda destinada a fundirse con la personalidad de
quien la vestiría más tarde.

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A veces, Lidia me parecía una versión curiosamente humana, horas que duró su paseo por el taller. Unos pantalones color chico que trabajaba ahí, en las mismas instalaciones que el telas, cómo debía hacerlo. Lidia entendió e hizo las preguntas
de la voz de un objeto tan tenue como un hilo. La heredera magenta le cubrían los zapatos y un bolso colgado en bando- taller (los oficios de Miguel y Raúl se desarrollaban fuera y precisas. Mireya quedó encantada, satisfecha sobre todo con
del lenguaje que se traza en oscilantes encrucijadas en cuya lera se confundía con su bufanda, tan larga que uno de sus apenas venían al taller una o dos veces al día). Eso, junto a el buen olfato que tuvo al traérsela, imaginando, seguramente,
complejidad el resto de los mortales solo encontramos telas, bordes le rozaba las rodillas. Vestía discretamente: gorrito, mi condición de contable, me había permitido mantenerme al que podría hacer de ella su mejor obra.
encajes o cintas. Alguno más y mejor entendido o con un gusto pantalones, bolso, bufanda. No llamaba la atención. margen de los juegos de poder y las secretas jerarquías estable-
dotado de mayor sensibilidad sería, sin duda, capaz de admirar cidas por las costureras, tejedoras y bordadoras entre quienes Entre las demás chicas del taller, sin embargo, esta breve falta
e incluso crear belleza con los mismos materiales; pero lo que El cabello, algo descuidado, era negro y largo, pausado por sólidas fronteras separaban una atribución de la siguiente. Ellas de respeto a las normas internas bastó para levantar un fundado
Lidia hacía era dejarles hablar, traducir sus mudos susurros a espaciadas ondas, provocadas tal vez por una trenza ya desin- tenían barreras fijas que, aunque invisibles, eran respetadas recelo. Nadie hasta entonces, sin haber superado otras pruebas,
imágenes más o menos inteligibles y aunque no lográsemos tegrada. Unas espesas cejas negras acentuaban la desasose- religiosamente. Tras Mireya —la reina, la diosa tan temida había alcanzado semejante beneficio. Los ánimos se caldearon
comprenderlas en toda su profundidad, podíamos recibir los gante expresión de su mirada. Parecía tener todos los sentidos como venerada— se situaban una tras otra las siete mujeres a aun más cuando se supo que Lidia no era ninguna costurera,
subyugantes efectos que esa visión suscitaba. siempre alerta. Una leve contracción en los músculos del las que se sumó Lidia un frío martes de junio. que antes de dejarla entrar al taller, Mireya no había exami-
rostro, como si no le cupiera duda que en cualquier momento nado con lupa cada detalle de su trabajo. Un bolsito en el que
Daba igual si bordaba un bolso, la pedrería de un vestido o pudiera aparecer, detrás de una esquina, de un gesto, un Los rangos los otorgaba la confianza de Mireya. Ella dise- apenas cabía una billetera, puesto sobre una de las mesas de
tejía una manta, siempre acababa encontrando —en la conjun- animal feroz dispuesto a atacarla. ñaba, escogía las telas, los complementos, las combinaciones; una feria artesanal, equivalía a los estudios, exámenes y cons-
ción de hilos y lanas— atlas, mitos, mundos, cosmos enteros y pero a veces, también cortaba, cosía y, según la importancia tantes demostraciones de habilidad a las que las demás habían
minuciosos de las regiones más insondables del espíritu. Con Al principio me pareció tímida, algo enojada, quizá; pero del destino de la prenda, había llegado incluso a poner los sido sometidas. Pero las órdenes de Mireya eran indiscutibles y
sus diestras manos hasta las prendas más pequeñas o insigni- ahora creo que aquello que delataban sus gestos no era sino botones, oficio que marcaba el más bajo escalafón. Al parecer, apenas aquellas labores, a las que daba por supuestas, podían
ficantes eran locuaces y poseían alguna insólita geografía. No austeridad y una desconfianza atávica que le impedía fiarse hasta para una cremallera hacía falta una pequeña dosis de ser reordenadas entre ellas según criterios ya cribados por la
importaba si el mensaje, seguramente también Lidia lo igno- abiertamente de nadie, salvo de los objetos y, tal vez, de los talento y mayor habilidad que el mero sentido común. silenciosa aprobación de la gran diosa. Todo se mantenía bajo
raba, no era aprehensible, pero el sentido llegaba travestido de insectos. Extrañamente, a esa suspicacia suya la acompañaba su control. Ningún detalle le era ajeno ni se le pasaba por alto.
emociones diversas, cosquilleos, incomodidades, ganas que una perturbadora seguridad saturada de preguntas. Contraía En contrapartida, coser botones, de alguna manera, estaba
nunca se podían expresar del todo. los ojos como si le costara enfocar, como si creyera que todo fijado también como la prueba inicial, el primer paso del que Ese poder de omnipresencia le había permitido, en menos de
podía ser aun más nítido. Lidia quedó eximida. Mireya (porque el talento se sabe reco- quince años, desde la insignificancia que un lugar como Tarija
La primera vez que vi a Lidia, llevaba un gorrito marrón nocer en otros espejos) la mandó directamente a bordar la puede poseer en el terreno de la moda, acceder a una reputa-
tejido a crochet, con tres pequeñas flores superpuestas al lado Cuando llegó al taller de Mireya, yo estaba a punto de cumplir pedrería de los vestidos de unas damitas de quince años. Antes ción que, desde las más cercanas fronteras nacionales, comen-
derecho. No se lo quitó en ningún momento durante las dos mi segundo año. Había sido el último en entrar y era el único estuvo cuarenta minutos con ella, explicándole sobre restos de zaba a extenderse hacia otros continentes.

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La creciente popularidad de la firma de Mireya no impidió relaciones, contratos o pedidos internacionales. Lo hacían invierno que añadiría un halo de exotismo a su firma. Hizo una de poco más de cien personas, no era tarea difícil: Lidia era la
que continuara manteniendo como sede, ampliado y refor- bastante bien y Mireya quedaba más a gusto en el centro segunda visita a la exposición, esta vez con Patricia, su hija, hija menor del encargado de teñir las lanas.
mado, el mismo recinto donde hace más de una década neurálgico de la acción. una jailona algo pedante y siempre encantadora con quien yo
comenzó a erigirse su imperio. Esos tres espacios —adaptados había ido al colegio, que se encargó de establecer contactos y Debe estar trabajando en su casa, ahí va a encontrarla, le infor-
ahora como taller de costura, sala de recepción y almacén— Mi amistad con Lidia no fue casual. Como tantas otras cosas, de citas para visitar los talleres o adelantar la posibilidad de algún maron en la escuela, donde también funcionaba la sede de
contaban ahora con una imponente fachada presidida por un alguna manera, la predeterminó Mireya al encargarme buscar tipo de contrato. la Ong. El tintorero era un hombre corpulento y con bigote
amplio ventanal que dejaba a la vista dos o tres maniquíes que un cuarto para una chiquita —así la calificó ella— que se traería ralo, aparentaba estar cerca de los sesenta años, aunque segu-
podían presumir, cambiar de modelito cada quince días. En de Yunchará, un pequeño pueblito al norte de la provincia que El nombre de Mireya, aunque famoso entre los entendidos, no ramente tendría menos edad, pensaba Mireya. Sin mirarle a los
el ala izquierda se encontraban las oficinas y a la derecha se yo no había escuchado nombrar nunca, hasta entonces. les decía mucho ni a los miembros de la Ong ni a los líderes ojos, seguramente incómodo por las preguntas de esa señora
extiende un largo pasillo con tres puertas. La primera era la de comunitarios; sin embargo, el Alcalde entendió que ese trato elegante, respondía con escasas palabras. Con la misma auste-
los baños, la segunda daba a la habitación de exquisita deco- Mireya llevaba un par de años buscando inspiración, modelos era la mejor conclusión de todo el proyecto. Antes de despe- ridad mencionó las raíces, verduras y algún mineral con que
ración, donde se tomaban medidas y probaban las prendas, y también material natural y de bajo coste entre comunidades dirse, madre e hija compraron un chal y un pequeño bolso, elaboraba los pigmentos naturales que luego darían color a
que a su vez se comunicaba con el despacho de Mireya. Tras campesinas que aún elaboraban gran parte de sus medios de que ante los ojos de Mireya había resaltado como una rosa las lanas. Todas llegaban en ese mismo blanco sucio, para que
la tercera puerta se encontraba el taller, era amplio, lleno de subsistencia. Es probable que no pensara en aquellos trozos tendida sobre las aguas de un pantano. Ya en casa, me contó él las devolviera nuevas, diferentes unas de otras, teñidas de
máquinas de coser, mesas enormes, burros con ropa colgada. de pureza que aún permanecían vivos, respirando, en ciertos luego Patricia, lo calificó como obra de arte en estado puro. colores naturales y vistosos.
Estaba rodeado de cajoneras y altas estanterías abarrotadas de pueblos; lo que ella tenía en mente eran sus técnicas, tintes, Talento en bruto, dijo, en silencio, escondido; pero al que
lienzos, cajas y latas de todos los tamaños y texturas. Solo al lanas que pasan de la piel del animal a un poncho sin apenas vamos a ir a rescatar. A Mireya el proceso de pigmentación le interesaba poco. Ya
fondo había un cuartito pequeño que era donde se encerraba haber sido tratadas ni manipuladas con elementos químicos. había realizado un generoso pedido de material, que pagó
Mireya para trabajar y que con el tiempo se había ido llenado Lo que ella deseaba era vampirizar métodos, combinaciones, Esclavo de los estereotipos, yo pensé que a esa chiquita por adelantado. Ahora, lo que buscaba era a la dueña de las
de rollos de tela, embalajes y perchas. modelos vírgenes dentro de la alta costura. —séptima hija de alguna artesana, tal vez demasiado vieja manos que convirtieron ese pequeño bolso, tal vez demasiado
para alimentar una boca más— la traía de su pueblo para áspero, en escenario de belleza salvaje. La Lidia está en la
En esta fortaleza situada en las afueras del barrio Senac, casi De Yunchará supo por el folleto de una Ong que llegó a sus realizar las labores de limpieza del taller. Qué lejos de la casa, anunció el tintorero, y ahí se dirigió la comitiva formada
llegando a Pinos, era donde Mireya pasaba la mayor parte manos y una pequeña exposición de tejidos artesanales en la verdad estaba. por Mireya, Patricia, dos miembros de la Ong, la capataza
del año; salía solamente cuando era estrictamente necesario Plazuela Sucre terminó por convertirse en la excursión por un de las tejedoras; Raúl, que había hecho las veces de chofer
y más desde que sus hijos tuvieron la edad —aun antes de territorio inexplorado de tonos y texturas, figuras a las que ella Lidia era la autora de ese pequeño bolso que había impresio- y acompañante, prefirió quedarse dando una vuelta por las
haber acabado la carrera— y pasaron a encargarse de las sabría otorgar el toque de distinción para una colección de nado a Mireya. No le costó encontrarla; aunque en un pueblo callecitas empedradas del pueblo.

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Encontraron a Lidia removiendo con un palo de madera una en que la hija podría mandarle algo de plata, que en la ciudad Tiemblo de orgullo y terror al admitir que yo fui una especie simbólico que esta habilidad tenía en ese nuevo mundo sobre
olla enorme, desafiando el equilibrio sobre un fogón que ardía siempre se puede ganar mejor. Una semana más tarde, yo debía de guía en alguna fracción de ese trayecto. Le daba las revistas el que ahora se movía.
lentamente, en la parte de atrás de la casita que compartía encontrarle un cuartito con cama. de moda que ya habían pasado al depósito, recortes de prensa;
con el padre y tres hermanos mayores. Para cuando ya éramos pero también la guiaba por la ciudad, conmigo probó todas Al principio Mireya estaba fascinada, orgullosa de la transfor-
buenos amigos, Lidia no recordaba exactamente las preguntas Buscarles vivienda a las trabajadoras del taller no figuraba las bebidas y comidas, los sitios, las formas de usar y guardar mación que se había operado gracias a su magisterio. Creía
que le hizo Mireya. Hartas, dijo, hablaba rapidito, como si en mi contrato y yo no me hallaba en un buen momento el dinero, las personas. Las jerarquías y horarios de la vida haber tropezado con una pepita de oro y haber sabido cómo
quisiera irse ya no más. Yo la imagino intentado construirse personal. Mi abuela alquilaba a estudiantes las habitaciones urbana. Luego, yo mismo le corté un flequillo que acentuó convertirla en una joya. Le aumentó el sueldo y las atribuciones,
una especie de curriculum vitae de esa pequeña tejedora de su casa que antes habían pertenecido a sus hijos. Cuando aun más, si cabe, la profundidad de su mirada y ella aprendió los derechos. Le dejó incluso diseñar más de un motivo. Pero
que le respondía sin soltar el palo, sin dejar de dar vueltas al la llamé para saber si quedaba alguna libre, me cuidé muy a domar sus largos cabellos negros. mirándolo desde aquí, ese idilio duró poco y el descenso hacia
mejunje que parecía que en cualquier momento iba a rebalsar. bien de callar que se trataba de la futura limpiadora del una zona oscura, de roces punzantes y miradas hirientes, fue
Hablaba mientras iba metiendo a la olla montoncitos de lana taller, pensando que podía negarse. Qué bien hice al llevar a De todas maneras, la mayor parte del camino lo recorrió vertiginoso.
recién escardada. A diferencia de su padre, Lidia miraba a los Lidia donde mi abuela y guardarme esas falsas certezas, esos ella sola, avanzando tras un instinto ancestral, impaciente,
ojos, con esos mismos ojos retadores y desafiantes con que prejuicios que impiden otorgarle la posibilidad de un don a hambriento. Su aprendizaje fue estremecedoramente veloz, La relación con las demás chicas del taller tuvo un movimiento
luego me miró a mí también. una muchacha que no ha visto más mundo que las montañas como cuando sus manos tenían una aguja, daba puntadas sin inverso. No creo equivocarme si afirmo que la aborrecieron
frías entre las que se oculta Yunchará. equivocarse, no porque conociera los pasos, sino porque ya al principio, la vieron como una usurpadora venida a menos;
No es extraño que Mireya quisiera saber dónde y con quién poseía la figura entera en todos sus matices y apenas estaba pero poco a poco fue inevitable aceptar que admiraban sus
aprendió (su abuela materna, muerta cuando Lidia tenía catorce Una vez que hubo dejado atrás esas montañas, el mundo ahí para darle lugar. habilidades, su innegable talento. Al mismo tiempo que reco-
años), qué sabía hacer (solo tejer y bordar con técnicas de las que se hizo para Lidia inconmensurable, de horizontes infinitos. nocían la incomprensión de su lejanía, la sobriedad de sus
ni la propia Mireya había oído hablar; y zurcir dijo al final, sin Tenía la mente abierta y ávida. Absorbía todo y su voraz intui- Aquella metamorfosis que sufrió Lidia fue brusca y categórica. palabras, la falta de temor —que no ocultaba respeto— que
estar ella misma segura de si ese saber era válido), que si quería ción impedía que ningún estímulo le pasara desapercibido. Ella llevaba dentro una voz y solo debía escucharla y dejar Lidia exhibía frente a Mireya
aprender, salir de ese pueblo, trabajar con ella en la ciudad. Te Lidia aprendía rápido, pero no solo los secretos de la alta que sus manos hablaran en las telas. En poco más de un mes
voy a enseñar muchas cosas nuevas, prometió Mireya. Contrato, costura, sino también la ciudad, las personas, los modos, la Lidia que llegó se había despojado de todas sus pieles, o Lidia era consciente de su don de una manera ajena a la prepo-
una buena paga. Mireya se ofreció buscarle un cuarto y pagar valores y requisitos que guían el movimiento del tiempo, ahora sabía cómo vestirse con otras, cómo mudar de máscara tencia. Lo consentía como se acepta el don del habla o la vista.
los dos primeros meses del alquiler. Por adelantado, añadió al cómo atravesarlo para llegar a los lugares o salir de ellos. en cada situación. El aspecto físico, sin embargo, era lo de A su manera agradecía a Mireya las puertas y ventanas que le
ver que nadie decía nada. Lidia se encogió de hombros. El padre Aprendía los gestos, los tonos de voz, aquello que importa y menos. Eran sus gestos, la forma de modular las palabras, el había abierto, pero lo hacía como la alumna aventajada que
asentía, pensando seguramente en quitarse un peso de encima, también lo que puede dejar de importar. descubrimiento formal de su talento y conciencia del espacio era, otorgándole más valor a los pasos que ella había dado por

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su cuenta que a la mano que la guió hasta el umbral. El ego de movimiento y grosor de una línea, a la conversión de diseños taba, ella ya lo sabía. No me hacía falta ocultar ni exhibir, y El rostro exterior de las empresas participantes lo ponen las
Mireya razonaba al revés. enteros. Ella solo deseaba hacer hablar a sus mundos. Contar saberme transparente ante sus ojos me otorgó una libertad a azafatas y modelos, puestas a juego con la decoración de
sus propias historias. la que ahora ya no pienso renunciar. cada stand. Entraba dentro de lo ‘natural’, por lo tanto, que las
No tardaron en aparecer sus primeras muestras de recelo: la empresas mejor situadas vistieran a sus modelos donde Mireya.
patrona le negó bordar el vestido de novia de la boda que Las jornadas en el taller se tornaron cada vez más tensas. Tampoco hablábamos de Mireya ni del taller, aunque los Cada año se ocupaba de vestir a cuatro o cinco compañías y,
iba a ser la sensación de la temporada. Lo hizo ella misma, Mireya abandonó los viajes por completo y en poco tiempo modelos, la calidad de una tela o el brillo de un color podían desde hacía poco, también a las modelos que había contratado
a pesar de llevar ya más de un lustro limitándose al diseño y Patricia pasó a ser el rostro oficial de su firma, llegando a llenar horas de conversaciones infinitas. Durante la jornada en para su propia firma. La importancia comercial que ese gesto
dejando los detalles en otras manos, de habilidad y confianza reemplazarla incluso en un par de desfiles importantes. el taller, cada uno habitaba territorios ajenos para el otro. Esa podía tener para la empresa fue un acierto de sus hijos.
probadas. Mireya ya no aceptaba nada que la alejara del taller. Como si tensión que había comenzado a bullir entre las máquinas de
estuviera presa en su propio dominio. coser y los bastidores, no llegaba con la misma fuerza hasta la Las semanas que precedían la feria de abril, para el taller, eran
Todo lo que salía del taller llevaba su firma, por lo que no oficina donde yo manejaba cuentas, facturas y contratos. largos días de trabajo extra, a contrarreloj. A ese movimiento
había reacción en cuanto a pedidos lejanos; pero poco a poco También es cierto que aquella fue probablemente su mejor acelerado, esta vez se sumó la silenciosa batalla que enfrentaba
comenzó a negar la implicación de Lidia en cualquier prenda época, sus diseños se superaban constantemente a sí mismos, El motivo que hizo estallar la olla a presión que se cocía dentro a Lidia y Mireya.
destinada a quedarse en Tarija. Imagino que Mireya se sentiría fruto quizá del acoso constante al que se sometía, vigilando de los oscilantes metros que mediaban entre Lidia y Mireya fue
incapaz de aceptar como propios los halagos de un trabajo la amenaza en la que se había convertido Lidia; pero a la vez absurdo, grotesco, ridículo; aunque su banalidad no le restó Un día antes de la inauguración de la Feria, tras largos
que seguramente ella no habría sabido superar. incapaz de deshacerse de ella. potencia. minutos de gritos de intensidad creciente, Mireya salió roja
de cólera, abandonada de su temple y altivez caracterís-
A Lidia le tomó poco tiempo comprender el giro que su El resto de su tiempo, Lidia lo pasaba prácticamente Se había llegado a un punto en el que no había lugar para la ticos. Desde la puerta de mi despacho pude ver el fuego que
nueva posición había promovido, pero una vez que lo supo, conmigo. Hablábamos, dábamos alguna vuelta por el centro tregua. Acabábamos de dejar atrás el mes de febrero y durante llagaba su mirada, los cabellos alborotados pegados al rostro
lo empleó a su favor. Al ser consciente de aquella considera- de la ciudad, tomábamos el té con mi abuela. Pero sobre el mes de abril, entre los festejos que conmemoran el aniver- brillante de humedad.
ción, también fue consciente de su poder. Lo vivió como si le todo hablábamos muchísimo. Nunca me había sentido tan sario de Tarija, se celebra una feria regional. Aunque su reper-
hubiesen otorgado un ascenso; o mejor, como si se hubiera libre y desinhibido con nadie como con ella. Sin que fuera cusión política sea relativa y la comercial apenas simbólica, Como una reina que acababa de enfrentarse con el más
graduado. Se permitió primero aconsejar a Mireya, luego necesario que yo le dijera nada, ella supo desde el principio se trata de todo un evento social para la monótona vida de temido ejército, o una diosa tras vencer al peor de los demo-
añadir algún detalle sin antes haber obtenido su acatamiento, aquello que yo me esforzaba en ocultar y que tanto dolor la ciudad. Es en ese plano donde se juegan las verdaderas nios, a un enemigo digno de su furia divina, cerró con
hasta llegar a la osadía máxima de plasmar verdaderas y me estaba costando admitir. Con ella no hacía falta ofrecer transacciones: status, poder y, finalmente, un lugarcito en las violentos portazos todas las puertas que cruzó. Esa catarata
notables modificaciones. Del diferente matiz de un tono o el información. Como si las almas le hablaran, lo que impor- páginas de la sección de sociales del periódico local. de golpes sordos dejó un eco largo que parecía rebotar de

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Yanbal

pared en pared, hasta que muy lentamente esas ondas de de la máquina de coser, en la canasta de hilos. Empujé la El traje había resbalado de la percha y se deslizó
sonido fueron agotándose y un temeroso silencio asomó puerta que tras el golpe no se había llegado a cerrar. Me hasta el suelo sin perder su angustioso poder
sobre la superficie de nuestros rostros interrogantes, asus- quedé quieto en el umbral, como petrificado por una visión de sugestión. Algo se movió en medio de esa
tados. El escándalo de puertas golpeándose una detrás de la excesiva para los escasos metros cuadrados de ese cuartito. maravillosa fábula bordada y una araña enorme
otra parecía haber abierto el acceso a un territorio oscuro, Frente a mí, colgaba de una percha un traje desasosegante en salió de ahí abajo. Una vez liberada del peso
venenoso. Un infierno se había destapado. Nuestra caja de su perfección. Los colores dominantes eran los que Mireya del traje, sus ocho patas peludas llegaron a mis
Pandora particular. El Mal estaba libre y sabía cómo quedarse había elegido para sus azafatas; pero el conjunto trascendía zapatos, se detuvieron unos segundos como
dentro el ojo de una aguja. traicionando el modelo original. despidiéndose, les pasaron encima y, atónito, la
vi perderse en el taller, como si supiera a dónde
Dejé pasar largos minutos hasta atreverme a llegar a la puerta La huella de Lidia era innegable. No se trataba solo de uno estaba yendo, como si ya hubiera encontrado el
que llevaba al taller. Ahí todo daba la impresión de haberse de sus mundos, de las historias a las que nos habíamos acos- rincón donde continuar tejiendo historias.
detenido en un momento de terror. Los rostros de las chicas tumbrado. En este traje parecía respirar el universo entero
parecían fosilizados. No vi a Lidia y acentué mi expresión con una armonía transgresora y mágica. Ignoro el tiempo que
de pregunta. Una de las costureras vino a mí. Los labios le pasé, incapaz de quitarle los ojos de encima, aferrado al vano
temblaban y le imaginé las manos sudorosas, no fue capaz de la puerta, con el corazón excitado y la sangre ardiéndome
de articular palabra, pero señaló el cuartito del fondo. Ellas en las venas. Una silla se movió a mis espaldas y el ruido me
habían escuchado palabras que no llegaron hasta mí, las voces devolvió la conciencia de la realidad. Me di la vuelta y ahí
desgarradas que se colaron por debajo de la puerta del cuartito solo quedaban dos chicas. Una de ellas lloraba. Di un paso
del fondo, donde Lidia había pasado las últimas treinta horas. hacia dentro del cuartito. La punta de mi zapato se encontró
Por sus labios sellados, por la sombra que se había quedado con unas tijeras enormes que yo imaginé en manos de Mireya
impresa en sus párpados, supe quién había entrado ya, quién e inmediatamente supe que había sido incapaz de usar contra
había visto lo que a mí me tocaría ver después. el vestido.

Dando pasos cortos, crucé todo el largo del taller, doloro- Sin pronunciar palabra busqué a Lidia, pero Lidia no estaba
samente consciente de cada centímetro. Las chicas no me ahí adentro. Volví los ojos para preguntarles a las chicas, pero
miraban, tenían los ojos puestos en el suelo, en la aguja ya no había nadie. Un ruido dentro del cuartito me sobresaltó.

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El vecino y la niña
Emma Villazón

Era la segunda vez que despertaba. Tenía las rodillas dobladas


hasta la cintura y mitad del rostro apoyado en una mano,
en una pose de niña fetal. La incomodidad del asiento, el
traqueteo continuo y las oleadas de ronquidos provocaban que
se quedara alerta. Miraba de reojo el estrecho pasillo, atestado
de bultos y campesinos durmiendo. Esta vez había sido raro,
pero no pudo explicarlo. En la tercera ocasión, abrió los ojos
desconcertada ante el rostro que la miraba a diez centímetros
del suyo: su frazada había caído por sus rodillas y había sentido
algo húmedo en los labios. Lo que pensó inmediatamente
fue que se había tragado un mosquito, pero mientras cortaba
un trozo de papel higiénico, escuchó una voz que le decía:
“Perdón, lo siento, va a disculpar… lo que pasa es que no
pude controlarme…”. Entonces, ella miró a su compañero de
asiento con el ceño fruncido y velozmente trató de formular
una frase que deshiciera lo que había imaginado asustada.

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Yanbal Escritoras Bolivianas Emergentes

Algo había ocurrido, un ser extraño había ingresado en sus Adentro, con el pelo enmarañado, ella se sentía frágil. Desde sentirse más segura, sacó su cabeza al aire, y con la espalda natural. Saudade tocaba la quijada de ella en un bar y le decía:
labios, como la lengua de una lagartija. Quiso hacerse una hacía tiempo parecía que nada de lo que hacía fuera lo erguida se dedicó a contemplar el mundo apagado del tele- “Somos la soledad contactada”, y ella lo veía monumental. El
idea concreta de su acompañante, pero no lo logró. Hacía adecuado. Antes de salir de la ciudad había ido a visitar a una visor. Sintió que una mirada la penetraba, era una anciana que agujero negro del televisor, poblado de sombras, sin embargo,
unos instantes, cuando él la había mirado abruptamente, ella amiga de colegio que no veía hace años y la escena había sido tenía el rostro flanqueado por dos trenzas. La miraba fijamente le devolvía el pobre reflejo del presente, donde tenía su sitio.
no distinguió un solo rasgo de él. Al subir a la flota, había brutal. En un parque lleno de parejas abrazadas, ella le había como si hubiese sido testigo del incidente y la considerara una Su vecino, que hasta el momento se había mostrado sereno,
imaginado que estaba acompañada por un comerciante confesado que al ritmo que iba su vida no podía ofrecerle la víctima, aunque tampoco demostraba que estuviera dispuesta cubierto hasta los hombros por una colcha, había empezado a
que transportaba libros piratas, juguetes chinos desechables vieja y entrañable amistad de antes. La amiga, que llevaba a ayudarla. Sus ojos parecían decirle: No se deje, señorita. escabullir su mano por debajo, y como un largo reptil tocaba
o cualquier otra mercadería, un vecino ordinario e insigni- una bufanda delgada en el cuello para cubrir las heridas que Señorita niña. parte de la cintura de ella y bajaba por el buzo gris deportivo
ficante; pero ahora estaba confundida y ocultaba su rostro le había dejado un ladrón, contrariada por la respuesta, le que vestía. Los vellos de ella se electrizaron, estuvo casi a punto
bajo la frazada. dijo que no comprendía tanto egoísmo de su parte, aunque Lo interesante es que antes, cuando había más tiempo, no impor- de soltar una arcada. Respiró hondo varias veces, hasta que notó
no le exigía nada. Estaba bien, que las cosas quedaran como taban tanto los gestos. No se caía en cuenta de los detalles; si que el extraño había continuado su camino hasta su entrepierna;
Ahora simplemente era una pena, tanto que disfrutaba de estaban, le dijo. Ella insistió en que ninguna de las dos podía permanecía callada o respondía con desgano a los amigos, no lo había hecho como un animal lento y sigiloso. Por lo que no
viajar, comer sola en un mercado, conseguir un cuarto donde reclamar nada, sus vidas estaban tomando otro rumbo y ya no brotaban resentimientos en ellos. No había necesidad de castigar le quedó más que detenerlo y lanzarle una queja, más parecida
fumar y liberar sus pensamientos tranquila sin que nadie le había tanto tiempo como antes. Más tarde, en el baño de su con el mismo golpe al otro, o cuidar de no lanzar una risa muy a un susurro herido: ¡Señor! ¡Qué le pasa! ¡Por favor, por favor!
reclamara nada, aunque la gente en la calle le dijera: Niña, casa, ella se condenaría por haber tratado así a su amiga. Era larga o una muy corta. La última vez que había discutido con su ¡No sabe lo que es el respeto, res-pe-to! El comerciante rollizo
tiene que ir por allá; niña, se ha olvidado de esto; niña, usté se peor que una pena; ella estaba cansada y, en vez de respon- madre había sido justamente por esas cosas. “No entiendo por abrió los ojos y movió la cabeza apoyada en el asiento en direc-
ve menor que su hermano. Su madre le había hablado antes derle al hombre, se quedó quieta. qué pones tu cara tan seca en las fotos”, le había dicho a ella. ción a ella, emergía de su placer. “Va a disculpar, va a disculpar,
de que partiera la flota, le había aconsejado como siempre que Posaba cercada por dos tías bien maquilladas, las tres sentadas la verdad es que desde que salimos me parece muy atractiva y
viajara abrigada, cuidara de sus bolsones y le hablara inme- La mayoría de los pasajeros dormitaba distante a lo sucedido. bajo la sombrilla de una cafetería. Ella salía frunciendo leve- como…”, le dijo. ¡Cállese, eso a mí no me importa!, le ordenó
diatamente cuando llegara a destino. Ahora, sin embargo, era Todos eran una minúscula muestra del país. Niños sucios en mente los labios, los estiraba con esfuerzo. “¿Acaso me criaste ella con rabia y avergonzada. La anciana se mordía los labios,
distinto. brazos que lloriqueaban en cada tramo, chicos que se turnaban para que sea una persona alegre?”, atinó a responderle en la como si retuviera su prótesis o se contuviera de decir algo desde
para dejar escapar de sus celulares reggaetón y una cumbia mesa brillante, y su madre parpadeó repetidas veces, señal de su perfil huesudo y asustado.
Hubiese querido atrapar un mosquito desorientado y meterlo triste, mujeres que despedían densos perfumes y hablaban de que todo se iba a la deriva.
en la boca de su vecino, para que experimentara de alguna las amantes de sus maridos, y otras que comían pescado frito Pasada la medianoche, el hombre le rogó que hablaran
forma el ultraje, aunque a decir verdad no le estuviera devol- y se chupaban los dedos. Los equipajes y el aire decían algo Ah, pero si pudiera volver atrás, volvería con Saudade. El periodo de lo ocurrido, mientras abría una bolsa de plástico con
viendo con la misma moneda. de ellos. El agresor iba campante a su lado y dormía. Ella, para del viaje verdadero donde los mecanismos encajaron de forma chicharrón y comía impávido. Ella sentía que cada pedido

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Yanbal

de disculpas era un dardo más a su dignidad. El hombre, de público y entonces se produce el horrible encuentro con el pero se detuvo. Pensó profundamente
todas maneras, le contó que su esposa lo había abandonado taxista. Se autoexcluyó de inmediato de esas historias. en Saudade, y se dijo que no valía
hacía un año por un hombre menor que él, y que necesitaba la pena, botaría la billetera con los
compañía. Ella miraba sonriendo hacia las paredes de la flota. El cielo estaba limpio de nubes y gris, pero se abría sorpren- documentos en cualquier basurero
Imaginaba que su vida era un juego de fuerzas que consistía dentemente para ella, a pesar de que su ex vecino de viaje iba municipal. Tenía que botar también
en ceder y no ceder a los demás, abrirse y cerrarse, y luego adelante acompañado por un niño que le hacía el servicio de a Saudade. Menos el dinero.
salir huyendo hacia algún viaje. No le creía nada, se había acarrearle tres cajas de cartón con la advertencia de “frágil”
abierto suficiente a esas circunstancias y todavía no podía en algunas de sus caras, y sonreía a sus espaldas como si estu-
explicárselo a sí misma. viera diciendo por lo bajo “qué cosita linda esa niña”. Ella
sentía que podía respirar grandes bocanadas de aire, como un
Al final del viaje, su admirador-acosador probó disculparse de prisionero cuando es liberado. Pronto podría correr sola hacia
nuevo, le repitió que le gustaba, y que había que minimizar lo cualquier restaurante o alojamiento.
sucedido. Parecían en una escena salida de la representación
de un drama absurdo, ambos estaban al lado de la flota con su Cuando llegó a la primera esquina de la terminal de buses,
equipaje, como una pareja. Había un tumulto de gente extraña se tranquilizó aun más, tenía en sus manos la billetera de su
que circulaba entre encuentros y despedidas. Él insistía sin acosador. La había conseguido y era su trofeo. Ahora la abría,
sentido en que le parecía atractiva. Al final, ella −con un rastro era como una niña ante un regalo. Leía el nombre completo
de vergüenza en el rostro− le pidió que ni se le cruzara por la que figuraba en el carné de identidad: Roberto Aguirre Colque.
cabeza perseguirla, pues si quería podría denunciarlo. Sintió repulsión por él, no lo recordaría. Sacó rápidamente los
billetes que había dentro, era una buena cantidad. La billetera
Lo denunciaría. era de cuero. Decidió guardarla, sería el regalo perfecto para
Saudade, si alguna vez en su vida se lo encontraba en alguna
Claro que sí. librería, en algún lugar de la ciudad que compartían.

O quizás no. Una especie de flojera la narcotizaba. Pensó Al final, metió todo en su cartera, no tenía que levantar sospe-
en las historias de chicas que suben a vehículos de servicio chas, y caminó, caminó y caminó, quiso llorar en un momento,

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Vacaciones Permanentes
Liliana Colanzi

Faltaron a la universidad. Alquilaron un cuarto en el hotel


Copacabana por toda la semana. Aunque no era necesario,
dieron nombres falsos. Se inventaron un congreso de
comunicación en La Paz como excusa con sus padres. Ellos no
preguntaron mucho más.

Analía dijo que lo hacía porque no aguantaba el ambiente en


ninguna de sus casas. Porque sonaba divertido. Porque Nico
era su mejor amigo. Nico intuía que había algo detrás de esas
explicaciones apuradas, pero aceptó de todos modos. No
estaba acostumbrado a decirle que no. Además, abrigaba la
esperanza de encontrar a Analía vulnerable, con la guardia
baja después de tantas cervezas, y entonces, quién sabe,
a lo mejor a él le esperaba un golpe de fortuna. Aunque no
estuviera destinado a durar.

Fueron días intensos. Bebían hasta que los encontraba el sol.


Apenas dormían. Almorzaban hamburguesas de tres pesos en

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la esquina de la Junín. Se pasaban las tardes en el Guan Zhou, dinero y no sabía si iba a alcanzar para la cuenta. El chino no Vámonos en el auto de tu padre. Brasil. Perú. Yo qué sé. A cualquier botella. Le faltaban dos dedos de la mano derecha, pero no
el boliche de los chinos que estaba justo al lado del hotel, y les quitaba el ojo. Era viejo y desconfiaba de los estudiantes. parte. A un lugar donde nadie nos conozca, como los prófugos. había forma de saber qué le había pasado. Cuando le pregun-
tomaban cerveza hasta que los echaban. A veces ella vomitaba Yo puedo manejar. taban, fingía no escuchar.
en la acera, intoxicada de insomnio y alcohol, pero siempre En la rockola sonaba la misma canción de Aterciopelados una
exigía continuar. y otra vez. Analía acababa de llenarla de monedas para evitar Ajá. Ya sé que Diego llegó, dijo Nico. Espantó el humo del ciga-
que el resto de la clientela le ganara la mano. No soportaba rrillo de Analía con una mano, impaciente. ¿Lo has visto?
Imaginate lo que sería vivir así, decía ella. Vacaciones perma- los boleros y la música de karaoke, quizás porque le recor- Analía miró, pensativa, los adornos de papel que colgaban del
nentes. daba a los almuerzos de domingo con sus padres, cuando techo y lanzó una bocanada de humo. Habían conseguido evitar el tema de Diego durante todos esos
estaban casados y no hacían más que pelear. Ahora estaban días para no acabar peleando. Nico aparentaba saber menos de
Nico estuvo a punto de confesarle un par de cosas impor- divorciados y no hacían más que pelear. Nico la observaba a Un día de estos me voy a largar y nunca más van a saber de mí. lo que en realidad sabía y ella simulaba no darse cuenta. Analía
tantes, pero al final se contuvo. Analía estuvo a punto de escondidas. Parecía envuelta en algún tipo de ensoñación, y la se encogió de hombros y comenzó a masticar un mechón de
besarlo, o eso creyó él. Se acostaban en la misma cama, forma en que bebía empezaba a ponerlo nervioso. Ya. su propio cabello teñido de rojo vivo. Sus uñas azules brillaban
de espaldas y un poco avergonzados, como un matrimonio como el metal debajo de la luz de neón del Guan Zhou.
viejo. Voy a dejar la universidad, dijo ella. Te voy a mandar una postal desde Australia. Desde Botswana.
Desde Burundi. No. Sí. Bueno, no. No lo he visto, pero llamó la semana pasada
Analía, borracha, se dormía enseguida. Nico se quedaba Así que es eso, pensó Nico. y me contó un montón de cosas del viaje. Dice que el salar
despierto un rato, respirando despacio y pensando en lo ¿Por orden alfabético? de Uyuni es im-pre-sio-nan-te. La soledad más jodidamente
extraño y maravilloso de su situación. Escuchando el zumbido Hagamos algo, le dijo, para animarla. Cualquier cosa que te hermosa que has visto en tu vida. Dice que Uzi se emborrachó y
de los mosquitos. Atento al calor del cuerpo de ella y pregun- ponga más contenta. Maricón, rió ella. Nunca te atreverías. salió para orinar y se quedó dormido ahí afuera, con la bragueta
tándose qué pasaría si, al darse la vuelta, alargaba la mano abierta.
en su dirección. Pero nunca la tocó. Temía que algo básico se Amoroso, dijo Analía. Sacó un Zippo del bolsillo trasero de Nico suspiró.
rompiera entre ellos. sus jeans y encendió un cigarrillo. Vámonos del país. Eso me Analía rió para sí misma. Su cabeza cayó hacia adelante,
pondría muchísimo más contenta. ¿Qué te pasa? ¿Estás con la regla o algo así? incapaz de sostenerse. Estiró la mano para servirse otro vaso.
El viernes despidieron las vacaciones en el Guan Zhou. Nico colocó la botella fuera de su alcance, molesto.
Analía, absorta, se dedicó a bajar una cerveza tras otra de Aproximó su cara hasta casi rozar la nariz de Nico, que hacía Ella le hizo una señal a Dino. El mesero miraba una película
manera automática. Nico se preocupó. Ya casi no tenían su mejor esfuerzo por no parpardear. de artes marciales en la tele de la esquina. Regresó con otra Dejá de tomar.

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No me des órdenes, protestó Analía con voz débil. Apoyó la Me dijo que era mejor seguir siendo amigos. Que en este mo- Realmente no te entiendo. El tipo anda por ahí, hablando Estoy embarazada, dijo.
cabeza sobre la mesa, entre las botellas vacías ¿Quién te has mento su vida era muy alocada como para salir con alguien. huevadas y metiéndose con tus amigas, y vos acá embo-
creído? rrachándote como una… *** Sentada en la acera con la cabeza hundida entre las
¿Y eso qué mierda significa? Qué cabrón. Eso sí que es una piernas, Analía vomitaba. Su cabello, en desorden y caído
Lo vi el anterior fin de semana en Epicentro. mariconada, digás lo que digás. Y después resulta que yo soy Ni que nos fuéramos a casar. Solo estamos divirtiéndonos. sobre el rostro, parecía un pequeño incendio en medio de la
el maricón. Já. calle desierta. Amanecía y el viento arrastraba la basura en
A mí me dijo que no iba a salir. Que estaba resfriado. El muy… Eso es pura mierda. A vos te importa. remolinos. Un perro callejero meó en la puerta del hotel Copa-
Eso fue lo que dijo. Él es así. cabana. Nico daba vueltas por la calle y regresaba a patear la
Estaba con una chica. Una rubia flaquita, de cerquillo. No me importa. Nadie me importa un carajo. acera, furioso, a pocos pasos de Analía.
¿Qué le ves?

Analía permaneció en silencio por varios segundos, los ojos Sos una imbécil. Mierda, mierda, mierda.
Tiene un Zippo con un escudo muy bonito.
cerrados y la mejilla descansando sobre la mesa pegajosa de
cerveza, sin que ningún músculo de su rostro la traicionara. No se puede hablar con vos hoy. Por qué no te vas a la mierda. Parala ya. No me siento bien.
Las ojeras eran ya visibles, pero aún no se habían instalado
como medias lunas. Nico creyó por un momento que se había Es difícil de explicar. Una vez apareció por mi casa a las ocho Nico apretó la mandíbula. ¿Cómo se te ocurre beber en estas condiciones? Estás más loca
quedado dormida, o lo que es peor, que fingía dormir, pero de la mañana. ¿Te das cuenta? Yo todavía estaba en pijamas.
entonces ella abrió la boca, apática: Me llamó por el celular para que saliera. Estaba al volante Igual, podés hacer de tu vida un poncho, si querés. A mí me que una cabra. El bebé va a salir deforme.
y venía todo despeinado. Había farreado toda la noche y se da lo mismo.
Ah. le ocurrió llevarme a desayunar. Acabamos en el mercado Ella levantó la cabeza. Círculos de maquillaje corrido enmar-
comiendo empanadas, y yo de pijamas. La gente me miraba Analía sonrió con los ojos cerrados.
¿No vas a decir nada? como si estuviera loca o algo así. Cuando me trajo de vuelta, caban sus ojos. Se limpió la boca con la manga.
mi padre seguía durmiendo, nunca se enteró. ¿Te estás poniendo celoso?
Observó con rabia a los dos borrachos de la mesa contigua que No es un bebé, protestó. No tiene ni dos meses. No puede ser
miraban a Analía sin ningún disimulo, sin ningún respeto, como si Wow, dijo Nico. Qué buen tipo. Nico se levantó de golpe. Dino corrió a cobrarle la cuenta de un bebé.
él, Nico, no fuera un hombre. Debería pararse y romperles la cara. las cervezas. El chino se levantó de la silla. Analía ni siquiera
Sin embargo, no hizo nada. Ella alzó la cabeza unos centímetros. No te pongás irónico. se molestó en abrir los ojos. ¿Cuándo te enteraste?

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La semana pasada. Que se iba a solucionar solo. Si tengo este bebé. Ya no voy a ser la misma. rrarse en su habitación. Se tiró en la cama, de espaldas. Miró,
prendido en el techo, el póster de una modelo en bikini frente
¿Antes de nuestras vacaciones? Estás enferma, Analía. ¿Te das cuenta de lo que me estás ¿Le vas a decir a Diego? al que se masturbaba de vez en cuando. Analía se reiría a carca-
diciendo? jadas si supiera del póster. Pero él nunca invitaba a nadie a su
El día antes. No. Ni idea.
casa, ni siquiera a Analía.
Ella se echó a llorar, casi sin hacer ruido.
¿Y aún así decidiste venir? ¿Y tus padres?
Llevaba un par de minutos examinando la imagen de la mujer
¿Cómo podés ser tan irresponsable?
Nico se sentó a su lado y la obligó a mirarlo. Ella se sostuvo la Estás loco. en bikini, sosteniendo una Paceña, cuando sonó el celular.
Ya no voy a ser la misma, dijo. Dejó que timbrara, y cuando parecía que ya no iba a contestar,
frente con la palma de la mano.
Mierda, mierda, mierda, dijo Nico. ¿Qué hacemos, entonces? se lo colocó en la oreja. Murmuró algo sobre estar cansado y

Pensé que… Le costaba hablar. No entiendo. desvelado y sobre un partido de fútbol al que no pensaba ir.
La empleada dijo que las semillas de la papaya… Al otro lado de la línea Julio lo insultó: pajero de mierda,
Que qué, insistió Nico. ya no vamos a encontrar arquero a esta hora. ¿Te la estás
No seás ignorante. Primero querés abortar emborrachándote…
tirando?
Que por ahí con el alcohol…
No digás esa palabra.
Algo así, dijo Nico, algo así.
¿Emborracharse?
Encendió el televisor. Los Simpsons. Laura en América. Volver al
Abortar. futuro. Sábado gigante. Nada que le importara, pero cualquier
cosa que ahogara los gritos de su madre estaba bien. Ya basta,
… Y ahora resulta que las semillas de papaya.
Deli. Vas a asustar a los vecinos. Su padre casi nunca perdía
la paciencia, al menos no con su madre. De vez en cuando
Bueno, ¿y yo qué sé? No es algo que te enseñen en tu casa.
le llegaba el ruido de un golpe en la pared. Sintió el acos-
*** El sábado Nico regresó a su casa al mediodía, justo para la tumbrado aguijón de la culpa. Subió el volumen y continuó
hora del almuerzo, y se negó a sentarse en la mesa del comedor. viendo televisión hasta las ocho, Entonces marcó un número
Ya almorcé en la terminal, le mintió a su padre, y corrió a ence- en su celular y habló brevemente con una chica.

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Luego se cambió los jeans. Se miró por última vez en el Vicky le abrió la puerta vestida con una minifalda de Mientras Nico se arrodillaba frente al estéreo para colocar ¿Me vas a prestar la plata o no? Porque si no podés, lo decís
espejo, y justo entonces su padre entró para decirle que la jean que exponía sus piernas cortas y robustas. Sus labios el CD, Vicky aprovechó para ubicarse detrás de él y apoyar y listo.
cena estaba lista. Era un hombre barbudo de complexión pintados parecían absorber todo el color de la habitación. el vaso frío contra su nuca. Nico dio un salto. Vicky se mató
mediana, como la suya, y se le notaban las gruesas líneas Ese año estaba de moda el rojo. de risa. Hey, hey, no nos pongamos a la defensiva. Solo estaba pregun-
de la frente. tando, ¿ya? No hay nada de malo en preguntar.
La sala era tan grande que ambos parecían convocados Me emputa que hagás estas cosas, le dijo, enojado. La risa de
Estoy saliendo, dijo Nico, esquivando su mirada. para una reunión de negocios. Vicky se acomodó en el Vicky era estridente y lo irritaba. Vicky acabó su bebida con un rápido movimiento de la
sofá de cuero blanco y sirvió dos vasos de Cuba Libre muñeca, un gesto que Nico había observado antes en los
Te da vergüenza tu madre. Por eso no querés sentarte en la directamente de una botella de plástico. Él se sentó al Estoy jugando. Vicky regresó al sofá, donde se sentó con las clientes de los chinos. Cuando la chica se inclinó sobre el
mesa con ella. otro lado de la mesita de cristal en una aparatosa silla piernas entreabiertas. ¿Qué te pasa? brazo del sofá para servirse otro vaso, Nico alcanzó a ver el
laqueada. Vicky no paraba de hablar. Le dijo que tuvo que comienzo de sus tetas.
Papá, no es eso, imploró Nico. Es que estoy apurado. Te lo juro. darle unos pesos a Beba, la empleada, para que fuera a Estoy cansado.
dar una vuelta con su chico hasta la medianoche. Beba No te he visto en la universidad, dijo Vicky, jugando con
Nico apartó a su padre, que estaba parado junto al marco de la era una ladrona. Increíble cuántas cosas le había robado. Se hizo un silencio entre los dos. Nico sintió una punzada de las pulseras de su muñeca. Llamé a tu celular, pero daba
puerta, y salió casi corriendo. Trató de no mirar hacia la sala, Ropa, maquillaje, cuadernos usados. Así eran todas las hambre. No había comido en todo el día. Vicky dio un sorbo apagado. En tu casa me dijeron que estabas en un congreso
pero no pudo evitar captar un atisbo de su madre sentada en empleadas. Pero al menos esta sabía callarse cuando hacía largo a su Cuba Libre y se quitó las sandalias, empujándolas de comunicación. ¿Qué tal La Paz?
el sofá floreado. Su madre despeinada y vestida con una vieja falta. Vicky empezó a revolver la pila de discos al lado del con sus talones.
bata de entrecasa, balanceándose y ausente. estéreo, casi todos originales: Aventura, Ricky Martin, Luis Bien, fría.

Miguel. ¿Para qué querés que te preste la plata?, preguntó. ¿Te metiste
¿Saliste?
***La casa de Vicky no quedaba muy lejos, en el condo- en líos?
minio Las Colinas. Había piscina, supermercado e incluso Elegí vos, ofreció Vicky.
Un poco. No mucho.
No te puedo contar.
videoclub para sus miembros. Nico se detuvo para recobrar
Nico puso un disco de Lou Reed. Vicky arrugó la nariz.
el aliento mientras el guardia anunciaba su llegada por el ¿Para qué querés los trescientos? Me hubieras avisado. Habría ido con vos. Podíamos haber
intercomunicador. Ese disco es de mi padre. viajado en avión.
Nico dejó su vaso sobre la mesita de cristal. Casi no lo había
¿Viniste corriendo? Me lo imaginaba. tocado. Nico no contestó.

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Camila me contó que te vio saliendo de un hotel del centro ¿Vos creés que Analía no me contó ya todas esas huevadas? Vicky se inclinó y empezó a besarle el cuello. Llevaba un Te los voy a devolver rápido, dijo Nico mientras guardaba
con Analía, dijo ella. Uno de esos hoteles de mala muerte. ¿Vos creés que me importan un carajo Camila o la huevona perfume potente. Nico estaba rígido. el montoncito sin siquiera mirarlo. Abrió la puerta para irse.
de su madre? Esta vez Vicky no intentó detenerlo.
Él la miró a los ojos con rabia. Vicky sostuvo la mirada.
No te enojés, dijo ella.
Que Camila diga lo que le dé la gana, dijo Nico. Vicky se quedó callada. Nico fingió un bostezo y se quedó obser- No te preocupés.
vando un cuadro que colgaba de la pared, la imagen tridimensional Con una mano, Vicky jugueteaba con la bragueta de Nico,
Es por tu bien. La he visto a Analía un montón de veces de un Cristo crucificado que abría y cerraba los ojos, dependiendo y con la otra dirigía la mano de Nico hacia el interior de Su voz sonaba más chillona de lo normal. Lo miraba con una
yéndose de Epicentro con Diego. Pobre. Me da pena. Todo del ángulo en que se lo mirase. Era horrible. Se levantó para irse. su minifalda. El Cristo parpadeaba al otro lado de la sala, sonrisa distorsionada: tenía el lápiz labial corrido alrededor
el mundo sabe que Diego no le da ni la hora, y ella siempre Nico le devolvió la mirada mientras Vicky se arrodillaba de la boca.
ahí, tan arrastrada. ¿Qué pasa? entre sus piernas. El disco de Lou Reed seguía sonando
en el estéreo. Nico cerró los ojos. Se vino casi en seguida Me das pena, le dijo. Yesca, y encima polvo de gallo.
Callate. ¿Por qué hablás huevadas? Estoy aburrido, respondió, y atravesó la sala, bajo las luces de en la boca de Vicky. La chica, de rodillas, se limpió con el
la lámpara de lágrimas. Me voy a mi casa. reverso de la mano. Nico se subió la bragueta, avergonzado. La reacción fue instintiva. El puñetazo chocó directamente
Ella le dirigió una sonrisa despectiva mientras revolvía el hielo
Se habría marchado en ese instante, pero estaba la cuestión contra el pómulo de Vicky. No se volvió para registrar su reac-
de su vaso con la punta del dedo.
No son ni las diez, dijo Vicky. del dinero. ción. Esta vez corrió hasta dejar atrás el barrio entero. Hasta

Estás obsesionado con ella, ¿no? quedarse sin respiración.


Estaba a punto de alcanzar el pomo de la puerta cuando Vicky Vicky lo miró triunfante.
Vos sos la obsesiva. Todo el tiempo hablando de ella. lo alcanzó. ***La mañana del domingo fue radiante. Un buen día como
¿Te gustó? para ir a pescar, pensó Nico, y luego se dio cuenta de que hacía
Realmente no sé qué le ves. Es fea. Y rara. Nunca habla. Dicen Te prometo que ya no voy a hablar de ella, dijo, agarrándolo más de cinco años que él y su padre no pasaban un fin de
que su padre estuvo preso por estafa. de la polera. Nico se zafó. Nico no contestó pero tampoco se movió de su lugar, a un semana a la orilla del río, sujetando las cañas para que picaran
costado de la puerta. los bagres que después su madre se negaría a cocinar. Apestan,
¿Y a vos qué putas te importa?
No me jodás. decía, riendo. Ni él ni su padre hablaban mucho durante esas
Es que a raíz de eso la madre lo dejó por el papá de Camila. Se Ah, claro, dijo, alisándose la falda. La plata. excursiones, pero estaba bien así. Ninguno de los dos era
armó todo un quilombo, a la madre de Camila la internaron en Todavía no te he dado la plata, le recordó, bloqueando la muy expresivo. Desde que le diagnosticaron la enfermedad a
una clínica de reposo. Hasta Camila iba al psi… salida con su cuerpo. Sacó los billetes del bosillo de la minifalda y se los pasó. su madre −esquizofrenia era la palabra que explicaba lo que

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Yanbal

hasta entonces él había considerado como rarezas−, se habían quedó mirando a Nico. Luces de colores resplandecientes se Creo que mejor se van, ordenó la enfermera.
acabado los viajes, las salidas en familia, las diversiones. filtraban por la ventana y estallaban sobre Nico.
Analía luchaba por mantenerse despierta.
La voz de la enfermera lo sacó de sus pensamientos. ¿Estoy tripeando o qué?, dijo.
No puedo ir a mi casa así, dijo, sin mucha emoción.
Venga, ordenó la mujer, en tono casi festivo. Debe ser el efecto de la anestesia, dijo Nico.

Traje el auto de mi papá. Te puedo llevar donde querrás.


¿Qué es tripeando? ¿Qué está diciendo?
Era bajita, morena y simpática. La siguió por el pasillo de esa
clínica fantasma. Las paredes estaban sucias. La enfermera lo Tenés que prometerme una cosa, dijo Analía, y de pronto
La enfermera la miró con curiosidad.
condujo a la diminuta sala de recuperación. Analía, la única Nico percibió algo distinto en ella, aunque no fue capaz
paciente, dormía profundamente en una de las camillas. Quiero irme de aquí, dijo Analía. definirlo: algo que la hacía, a sus ojos, más adulta y frágil y
distante. Nunca vamos a hablar de esto. Las cosas van a ser
Todo salió bien, dijo la enfermera. No tarda en despertar. No haga ejercicios y no se bañe en la piscina, dijo la enfer- igual que antes.
mera. Puede agarrar una infección y acarrearle problemas al
Nico aprovechó para inspeccionar el rostro de Analía de cerca. pobre doctor. Ah, y no tengan relaciones sexuales. Al menos Claro, contestó, convencido de que ya nada iba a ser igual que
Estaba más pálida de lo habitual bajo el halo encendido de su por unas dos semanas. antes pero confiando en que quizás, si lo ignoraban, el fin de
cabello. todo podría esperar un tiempo más.
Analía empezó a reír, adormecida.
¿Le duele?, preguntó Nico. ¿Se va a morir? Analía apoyó los codos en el colchón amarillento y se incor-
¿Relaciones sexuales? Él es virgen, dijo. poró a medias. Su expresión era la de alguien que acababa
Cómo cree, dijo la enfermera, con dureza. El doctor ha de bajarse de una montaña rusa enloquecida. El sol se filtraba
hecho montones de estas cirugías. Solo hemos tenido dos Nico se sonrojó. La enfermera perdió su expresión simpática y por las sucias persianas, era casi mediodía. Afuera, en la calle,
accidentes. les dirigió la mirada hostil de alguien a quien le han tomado el un auto pasó a toda velocidad. Las paredes de la habitación
pelo. Analía miró debajo de las sábanas. temblaron con la estela del ruido y la música.
Analía tardó aún un par de minutos en reaccionar. Primero
abrió un ojo, luego el otro, aletargada por la anestesia, y se ¿Qué tengo ahí?, dijo. Vámonos, dijo Analía.

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Unidas
Mariana Ruiz Romero

Habían sido muy unidas desde chicas. Lo mismo les daba por
jugar horas en la terraza —alimentando a mutiladas muñecas
con confecciones imaginarias— como por buscar renacuajos
en los huecos húmedos del huerto, en un silencio entre admi-
rado y abobado que siempre preocupaba a su abuela más que
su habitual algarabía. Su lugar favorito para jugar era el depó-
sito, allí daban volteretas y trepaban a las maderas que ella
acumulaba en la parte de atrás, donde tenían prohibidísimo
instalarse, por peligroso.

De ese tiempo les quedó una foto, las dos con idéntico vestido,
un día de cumpleaños con piñata, torta y gelatinas en vasitos.
Las dos miraban a la cámara con un asombro mudo, de
quienes no entienden bien para qué se les pide estarse quietas.
María recordaba la foto de tanto mirarla, aunque el álbum
viejo de tapas azules adonde pertenecía se perdió durante la
mudanza. Eso sí, María respondía a su nombre siempre que la

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Yanbal Escritoras Bolivianas Emergentes

llamaban. La otra tenía el don de cambiar tanto de nombres y el fin de sus infancias. A la otra no le llegó nunca, aunque, Su amistad fue distanciándose con el tiempo, el mismo tiempo Tras el funeral —una larga secuencia de sollozos y reminis-
como de ropas con una facilidad asombrosa. Fuese cual fuese mortificada por las constantes burlas de su amiga, empezó a que se estira mientras uno está en el colegio y se contrae, cencias, liderada por las tías y su madre vestidas de negro
su nombre real, a María se le había perdido en el recuerdo. simular que sí, comprando paquetes de toallas higiénicas de avanza a zancadas cada vez más largas, cuando una por fin en primera fila, que le dejó a María el recuerdo entreverado
colores estrambóticos. sale de él. La universidad tomó las dimensiones de un colegio con otro funeral, que no recordaba con precisión—, su madre
—Tu “amiguita imaginaria” —le decían sus padres, con una más grande. La rutina de las clases, las borracheras y las horas se quedó en la ciudad para poner las cosas de la abuela en
sonrisa nerviosa, cuando ella traía el tema a colación. Y Las excusas acerca de tan extravagante comportamiento de estudio se estiraron con una cadencia distinta a la de los orden. María retornó a la universidad. El viaje había removido
cuando María protestaba argumentando lo de la foto, le retru- provenían de una madre siempre ausente, que compensaba tal años escolares. María olvidó las cartas de la otra y la distancia en ella recuerdos de su amiguita. Descubrió con sorpresa que
caban con otra sonrisa idéntica, rehuyendo su mirada— : esa ausencia con la mortificada paga de indulgencias de la que su terminó de separarlas. Sus padres, cuando ella recordaba a se había empeñado en atesorar su memoria como una de las
es tu “fotito imaginaria”. hija la hacía objeto. María siempre envidió los caprichos de la su amiga, le contestaban con evasivas, alegando que hacía pocas certezas de su infancia, defendiendo esos retazos con
otra, aunque refrenaba sus impulsos envidiosos en nombre de mucho que María no hablaba de su “amiguita imaginaria”. una angustia muchas veces inexplicable.
Frustrada, María no sabía qué contestar, aunque eso explicaría la amistad que las unía. Esos comentarios la dejaban indecisa, sin saber si debía tomár-
porqué, en su recuerdo, la escuela las separó un poco. selos en serio. Algo le decía que debía buscar a su amiguita de la infancia,
Cuando sus padres se mudaron a otra ciudad, María empezó a averiguar dónde vivía. Ahí fue cuando María cayó en cuenta
Al parecer, su amiguita decidió ir a una escuela especial, llena escribirle cartas a su amiga, cartas que compensaban la ausencia Un día murió la abuela. María se trasladó con sus padres al de que las cartas que intercambiaban no llevaban dirección de
de silbidos y de música, aunque se las arreglaba para visitar a con dibujos, flores secas y tintas de colores. La otra le contestaba entierro. La ciudad había cambiado, ya no era el lugar de calles remitente. “Seguro —se explicó a sí misma—, alguna de mis
la otra en horarios inverosímiles, producto de ingeniosas esca- de igual modo, con cartas de un formato similar escalofriante. Allí, apacibles y silencio de siesta por las tardes que ella recordaba. tías traía las cartas cuando venía de visita”. Pero la verdad es
padas. En su recuerdo, las maestras llegaron incluso a levantar las confidencias fueron cambiando de tono y color, según fueron Las viejas amigas de su abuela la saludaron en el velorio, que no recordaba a la portadora de las misivas. Podía haber
las manos y permitirle —a través de la larga hilera de rodillas apareciendo los muchachos en la vida de la una y de la otra. preguntándole de sus estudios y, con mayor insistencia, de sus sido cualquiera de sus ruidosas y fumadoras tías maternas, que
sucias y blusas sin sostenes— a la una ir donde la otra, riendo posibilidades en el raro mercado del matrimonio. —Podrás cuando venían de visita dejaban morir la tarde entre tazas de
y jugando como dios manda. Los intentos infructuosos de las A María los novios le duraban poco, pero fue la primera en tener todos los títulos que quieras, hijita —le decían—, pero café instantáneo y la aparente misión de rellenar un plato con
nuevas amiguitas, que intentaban separarlas, fueron cada vez perder la virginidad. No fue, como creía, una experiencia reve- casarse es lo importante. Dios quiera que encuentres un buen colillas apagadas de cigarrillo.
más espaciados, y así se les permitió seguir unidas al momento ladora. De todos modos, a lo largo de los años siguientes, se marido.
de entrar a la secundaria. maravillaría siempre de los cambios constantes y coralinos de su Con esa idea en la cabeza, volvió el verano siguiente al matri-
cuerpo. Las vibraciones que sentía al “hacer el amor” la hacían A María le molestaba el tono del mensaje y ese afán de inmis- monio de una prima, esta vez, sin sus padres. Tras la cere-
A María le llegó el período primero, en un recreo del colegio, imaginarse una criatura llena de recovecos, sujeta a misteriosas cuirse en su vida privada que las viejas insistían en mantener monia, y antes de dirigirse al salón de fiestas, se detuvieron
y ambas observaron consternadas la mancha en sus calzones y húmedas presiones. como un derecho. con las tías a recoger flores del huerto de la abuela. Los cuartos

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se mantenían con la pulcritud que los caracterizaba cuando Al día siguiente, decidida, María fue hasta la casa de su Un silencio se hizo cuando llegó hasta la cocina, con la foto —¿Y las cartas? —a María la comprensión le entraba a tragos largos.
ella estaba viva, incluso sus tías conservaban la costumbre de abuela. Con el corazón acongojado, se dirigió al depó- sujeta firmemente en una de sus manos. Con un ademán, las
mantener un vaso de agua y una vela encendida frente a la sito. El pestillo estaba solamente puesto, tal y como lo tres tías la invitaron a sentarse frente a una taza vacía. María La que se reía ahora era la tía Vivian: —Habrán sido tres o
imagen de la Virgen encima de su velador. Al atravesar el patio, recordaba. Adentro, maderas viejas, cajas polvorientas y no podía tragar, aunque su tía Margarita insistió en llenarle el cuatro, mamita, la que te escribía era yo. —María estaba cada
a María le pareció ver un vestido amarillo escurrirse entre los una vetusta máquina de coser todavía se apilaban en un plato con quesos y fiambres. vez más confusa.
árboles del huerto, y sintió el vago impulso de correr tras la rincón, aunque su tamaño había disminuido mucho. “Mis
portadora del vestido. Se reprimió, pensando que seguramente ojos de niña recordaban todo más grande”, reflexionó —Come hijita, para eso está —dijo Margarita, la hermana —Pero, eran cartas adolescentes, nos escribimos años.
se trataba de una de sus muchas sobrinas. Durante la fiesta María, poniéndose a buscar entre las cajas. Al fondo, tras mayor.
anduvo mirando a las niñas que corrían de aquí para allá, pero un rato largo, encontró lo que buscaba: un álbum viejo, de —No puedes confiar en tu memoria de infancia —sentenció
ninguna llevaba otros tonos que no fueran el rosa y el naranja, tapas azules, que ella se había cansado de mirar cuando María les mostró la foto, demandándoles una explicación. la tía Margarita—; habrás tenido nueve años cuando acabó lo
de moda ese verano. pequeña. de las cartas.
—Ah, eso, tu primita. Pensábamos que te ibas a olvidar, hijita
Esa noche, soñó con su propio matrimonio. Estaba embara- En la foto, su amiguita miraba a la cámara con un vestido y una —dijo la tía Vivian, la segunda. Todas hablaban con un cansancio Tuvo que terminar un par de tazas de té para seguir. Las
zada de tres meses, y el vestido blanco ocultaba su barriga mirada idénticos a los suyos. Atrás ponía, con la letra elegante tremendo—. Tu primita se ahogó el día de sus cumpleaños, preguntas se le atropellaban. ¿Quiénes eran los padres de
con unos volados ingeniosos, obra sin duda de la costurera del de la abuela: “Mi niña y María, 4 y 5”. Eso significaba que la cuando todos los invitados se habían ido, tu abuela no quiso que aquella primita? ¿Por qué nadie le había dicho la verdad?
barrio. El novio no aparecía por ninguna parte, pero a María foto había sido tomada casi 30 años atrás, un día de piñata, se volviera a pronunciar su nombre. —Su tía Laura, la tercera, le ¿Cuántos secretos como este escondía su familia materna?
no le importaba. Sonreía plácida, acariciando su vientre de torta y gelatinas en vasitos. agarraba la cabeza, con gesto protector. —Te explicamos que se
vez en cuando, mientras recibía las felicitaciones cómplices había ido al cielo, y tú entendiste que se había ido de viaje en —Nunca supimos quién era el padre de la niña —explicó la tía
de las primas casadas y las triunfantes de las primas solteras, De pronto, todo recobró sentido. El cumpleaños conjunto avión. Al tiempo te mudaste con tus papis, fue a tu papi al que Laura—, tu abuela era una mujer muy orgullosa, no toleraba
que luego recordaría como desagradables. Su “amiguita de las dos. El juego de los vestidos idénticos. El estanque, se le ocurrió lo de “amiguita imaginaria”. —María escuchaba, tener una nieta natural, encerró a mi hermana durante todo
imaginaria” estaba allí, con un vestido amarillo. La miraba escondido atrás de la enredadera. El vestido amarillo sin prestar atención acerca de quién le explicaba qué. La tía el embarazo, no la dejaba salir ni a la calle. La pobre estaba
sonriendo mientras sujetaba unos ramos de enredadera entre flotando, los gritos, el ataúd blanco. El cementerio. La Margarita encendió un cigarrillo con parsimonia. como loca al final. —añadió con tristeza.
las manos, enredadera muy similar a la que cubría la parte abuela, agarrando a su madre de las manos en la oscuridad,
trasera del huerto cuando eran niñas. “Te recuerdo —le decía haciéndole jurar que no pronunciaría el nombre de su niña, —A tu mamá le dolió mucho la muerte de su sobrina, por eso —Y luego la María, nuestra hermana, murió en el parto. —dijo
María—, sé quién eres” y la niña parecía escucharla con —nunca más, no mientras yo viva. Con los ojos nublados, se mudaron pues… —la Vivian largó el comentario como algo la tía Margarita, mientras otro silencio pesado empezaba a
alivio, asintiendo. María fue donde las tías. sabido ya. Las hermanas asintieron. crecer en la cocina.

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—De eso será mejor que te hable tu mamá, siempre fueron verdad ahora que ella no estaba. Siempre que hablaban de su empezaba a sonar. Ahora te me vas a quedar aquí quietita, y sin
muy unidas, como eran las últimas. Si hasta en homenaje a hermana se largaba a llorar, no podía controlarse. Y María ya hacer ruido, que Dios te ayude ahora, Él es el grande —le decía—,
nuestra hermana es que tú te llamas María. —sentenció la tía había empezado con los sueños, con las preguntas. A veces se mientras ella sentía el frío de las baldosas, el sonido aturdidor de la
Vivian. Y María no pudo sonsacarles más sobre el asunto. moría por decirle a su hija la verdad, pero algo se lo impedía, banda en el otro patio. Cada dolor venía más rápido que el ante-
obligándola a callar, a seguir soñando. Irónicamente, hubiese rior, y su intensidad iba en aumento. Entre sollozos, escuchaba a
Al salir a la calle nada era igual. Un alivio inmenso cubría hecho cualquier cosa para salvar a su hija de los sueños, su madre echar llave a la puerta del depósito, cosa que no hacía
todo, ella sabía que su amiguita, su prima, era real, que su menos decirle la verdad. nunca, solo en el sueño. Entonces había que pujar, aunque era muy
corazón le había dicho la verdad durante todo ese tiempo. difícil. A la luz incierta, alcanzaba a sentir su carne desgarrarse y
Su infancia cobraba una dimensión más real, más unifica- El sueño comenzaba siempre igual, con ella enfundada en a una pequeña criatura llorar, ensangrentada y resbalosa, antes de
dora, si cabe. Su corazón, pensaba María, era más sabio un vestido de novia —los volados escondían hábilmente el perderse en una oscuridad negra y entumecida de la que salía por
que todas las mentiras dichas para supuestamente protegerla embarazo—, mientras saludaba a los parientes invitados. momentos. En uno de esos momentos, cortaba con sus dientes el
de la verdad. Una verdad que ella habría aceptado como Luego se adelantaba, mientras su panza crecía en el lento cordón umbilical, en otro, temblando —sentía que se iba, que el
natural, desde pequeña. pasear del huerto, acariciada por la tibieza del sol, lo único cuarto perdía forma y que el frío se la estaba comiendo—, alcan-
que no la hacía sentir prisionera en su lento deambular entre zaba a colocarla sobre una vetusta máquina de coser. Luego,
Se preguntó qué más podría contarle su madre cuando volviera esas cuatro paredes y el patio principal. Todo se iba hinchando largaba un suspiro de alivio, un suspiro enorme que terminaba
a casa. a la par de ella: los zapallos, las sandías, los granos de choclo llevándosela, mientras la fiesta afuera duraba hasta el amanecer,
en el maizal del fondo. Todo iba a estallar, todo le dolía. Y cuando su madre, la abuela de María, despedía al último borracho
*** ella buscaba a su marido. y sacaba la llave para abrir la puerta. Una y otra vez, en el sueño,
hasta que se despertaba. Llorando.
La madre de María se despertó llorando, sintiendo el abrazo En el sueño era su madre la que sabía dónde se había metido
familiar y protector de su marido. Era el sueño otra vez, el que su marido. Buscándolo, llegaban al depósito, y ahí algo cubría Tarija, Junio 2009.
se iba a llevar a la tumba, como se lo había llevado su madre. a su madre, oscureciéndola, su boca empezaba a pronunciar
Ya no lloraba por el sueño en sí —aunque siempre la dejaba palabras como a destiempo, repitiéndolas con voz de muñeco:
agotada y temblando—, sino por el temor irracional de pasár- —¿Y tu marido? Tú nunca has tenido marido, estúpida—, las
selo a su hija. Pensó en ella, se preguntó cómo le habría ido recriminaciones de su madre se perdían entre los dolores que
en el matrimonio, si sus hermanas se animarían a contarle la se acrecentaban dentro de ella y el ruido de una banda que

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Hombre en baño María
Cecilia Lourdes Romero M.

Y mientras te espero, cocino, salgo por la ciudad, voy a tomar


café, salgo de vacaciones y me resfrío, veo la luna y la soledad
de los parques. Cada día me parezco más a un chico, mi cara
ha tomado la forma que buscaba, pero todavía tengo pechos y
caderas y menstruación. Ella dice que mientras más lucho por ser
un hombre, más se nota la hembra porfiada que tengo dentro.

Guardo entre las ollas y las hornillas, posibles sombras,


nombres que cuelgan de los tendederos o están clavados con
alfileres en los álbumes de fotos mentales. Me gustan Ariel o
Santiago, son nombres potentes, dicen algo. Si yo fuera mujer,
me enamoraría de hombres con esos nombres.

Mientras aprendo a sentir los aromas, los vapores de las ollas de


la cocina, esas cosas que siempre las pensé de mujeres, mi madre
cocinaba y mis dos hermanas también. Nunca me gustó guisar
hasta que tú me enseñaste, mientras tus hijos estaban en la escuela.

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Eras paciente y reilona. Tan paciente que no decías nada cuando los senos y tu cuerpo de tres hijos. Eres muy linda aún y a ti sí te −Eres tan graciosa. alguien, maquillaje goteando en caras tristes y humo. Todo
conseguía que me besaras entre que el arroz cociera o el pollo gustan los hombres de verdad. Yo no he podido acostarme con espejos y humo.
tomara color dorado. Si cierro los ojos, el aroma de la comida ninguna mujer porque no he conocido chicas que les guste. −No, en serio, tu marido nunca está y yo creo que él va a
vuelve a golpearme con esas mezclas de condimentos y jugos. Mi círculo es muy cerrado y cristiano, no me atrevo a seducir terminar yéndose tarde o temprano, pero tus hijos son muy A María le rezo poco; no debe gustarle lo que estoy haciendo,
a nadie. Pero eso es puro cuento, no hago la lucha por nadie chicos y tardarán demasiado en ser grandes… pero me doy largos baños de tina, como las cosas congeladas
Ahora la cocina de mi casa tiene una función real. Guardo porque estoy amándote a ti. A pesar de todas las sombras, al que se ponen en baño María para que vuelvan a la vida. Pasan
hombres en baño María. Los saco. Los pongo en remojo, los final del camino, o de cualquier camino que emprenda, estás −No sueñes con un nosotros, eso solo va a dañarte. las horas como las gotas y resbalan por esta geografía ardiente
cuido, los pierdo, les saco historias, historias de niños, historias tú, Roma, todos los caminos me llevan a ti. que espera, en la espera complaciente y triste.
de viejos. Limpio con toallas blancas sus carnes remojadas, −Puedo cansarme de esperar.
los recupero del olvido. Siento la piel de la piel humedecida. Y mientras te espero, pasan los días, el espejo se puebla de Los baños María son mejor con sal. Una pizca tan solo. Una
Algunos, al ser despertados, bufan, salen dando un portazo, imágenes de rasguños, de fotos, de miradas. Mientras pasan los Y en esa espera de que algo pase, aprendo secretos para añoranza que recuerde el mar. Te metes al mar, no sabes
maldicen, escupen, amenazan y desaparecen; no entienden días, acumulo cosas para mostrarte. Quizá no exista posesión descongelar, para devolverle el sabor a la carne, como si nadar muy bien, pero sigues avanzando hasta donde no tocas
que yo quiero tener un pito entre las piernas, no estos labios tan definitiva. Tantos soldados parados en la fila. Tanto bar de nunca hubiera estado guardada. Aprendo el ritmo de sacar a piso, y entonces una ola te arrebata y te hace dar vueltas en
rosados y verticales que tiemblan en la ropa. marineros. Tanta luna y tan pocas estrellas. Yo sé que te gustan luz las cosas escondidas. su esfera, tragas agua, la escupes. Piensas que puedes morir,
mis poemas, las cosas que digo con mi voz un poco ronca que estás indefenso, que podrías darle fin a todo, ahogarte en
El sexo con ellos es un poco vacío, se siente algo en el fondo sobre eso de esperarte, de volver la espera en algo poético y Todo tiene un tiempo, las cosas que se mueven entre las horas. una playa vacía.
de la vagina, pero es imperceptible. Los mejores encuentros no terrible como en realidad es. El balanceo de la araña, el tiempo en la fruta, el momento antes
me los doy yo misma cuando me toco viendo las noticias, ahí del vuelo de un pájaro, el segundo antes de que me beses y Así acabarías de esperar. Pero no. Eso sería hacer trampa.
sí sé qué es un aluvión de hormigas que trinchan la piel con −Ayy −gritabas cuando metía mis dedos en el escote de tu blusa. dejes que llegue un poco más lejos. Ese mundo es el que me
almíbar, y te sientes bien, y sucia. Y dueño. gusta. La cotidianidad de tu casa, cuando me dejas entrar. Tu Solo un poco. Lo suficiente.
−¿Cuándo se van tus hijos? casa es la casa donde siempre he querido vivir.
No me gusta acostarme con chicos, lo hago a veces porque así He aprendido a cocinar. Sé hacer pocas cosas, pero a todo
aprendo algunas formas, algunas sutilezas y los gestos, sobre −Nunca. Estoy harta de los bares y las discos de ambiente, esa rela- ingrediente lo conozco, a cada persona que pasó por esta
todo los gestos. Cuando hago el amor y me penetran con sus jada promiscuidad ha dejado de atraerme. La pantomima de calle. Por eso los invité a pasar, los bañé de saliva, de jabón,
moluscos tiesos y negros, pienso en la raya que se te hace −O sea, ¿cuándo van a crecer? Los miro todos los días y parece una alegría que no se comparte sé que puede enfermarme. de aceites. Los guardé en una mortaja y les enseñé a esperarte.
cuando tienes algún vestido con escote. Ese tajo oscuro entre que se van a quedar enanos, lo hacen a propósito. Me enfermó cuando empecé a ir. Todos eran la caricatura de A cerrarse como crisálidas nocturnas.

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En un baño están y están tibios como los besos, como Esperar no es muy grato. fecciones. Es como si tú fueras yo fingiendo estar normal, y no, es Ven a la isla de Lesbos. Acá no hay niños. No hay maridos. Podrías
los sexos humedecidos de tanto esperar, aquí están para como yo que quiero ser alguien y termino siendo lo que soy. venir si quisieras. Podría recogerte de tu casa y dejar de esperarte.
cerrarse en un abrazo, el sexo que vendrá, el que se fue, He visitado un médico y me ha dicho que pueden hacerme un Solo necesitas mover el dedo gordo y marcar un número.
el que nunca tuvimos. Acá están aguardando y siguen viviendo órgano como el de un hombre. Me sacan un injerto del brazo Observé cómo tu auto se alejaba con tus hijos adentro. Vi cómo dabas
aprisa, lento, rápido, en la suma de los días que ya no pasan casi y me lo colocan ahí abajo. Pero es difícil que vuelva a sentir la vuelta a la esquina, pisaste el acelerador de forma brusca y tus hijos Yo sé que vendrás cuando se acabe el círculo de sangre y me llame
gritan, solo están hundiendo en la carne su punta de metal. un orgasmo. El clítoris es un pene al revés, un iceberg dado se golpearon contra los asientos, no hiciste nada para consolarlos. Ariel o Santiago. Espero que cuando te decidas no estés tan vieja
vuelta, y eso me consuela. Dejaste un poco de humo con el tubo de escape. Antes de desapa- y los senos no se te hayan caído hasta las rodillas. No podré fingir
Así gritó un día tu marido cuando nos encontró en la cocina, recer, contestaste tu celular, seguro era él, controlando tu tiempo. que me gustas. Trataré de tocarte y, cuando llegue a tu estómago
con tu pierna morisca encima de mi hombro. No era algo Espera. Tengo dos historias para cuando vengas. La primera es de morsa, quedaré en silencio y me pondré a mirar la televisión. Yo
sexual, porque no quieres acostarte conmigo, solo un gesto de de una chica que no quería pertenecer, la otra de una chica Sentí un poco de impotencia al saber que no ibas, que no vas a te quiero suspendida en la edad que tienes, así como te ves ahora.
amor. Bufaba como toro en la arena. Sentí miedo. El tipo me que se parece a Peter Pan. A mí no me persigue el cocodrilo llamarme. Quiero que nos vayamos a la cocina y en una mesa olvides esas
dio con el fuslero en la cabeza. Me dijo tortillera, me empujó del tiempo como al capitán Garfio, yo vuelo, sigo joven, amo cosas sucias que él te hizo.
contra la pared, se tocó las bolas y me dijo que eso era lo que a Wendy, quien me costuró la sombra que había perdido. Tú a Podría secuestrar a uno de tus hijos y cocinarlo. Hacer un niño
yo necesitaba, un buen pito en el culo. Grité para que me veces eres Wendy, puedes costurar el pedazo que me falta. envuelto, así lograría que vengas a mi casa. No creas que no lo he Una nueva vida iniciará mañana. Tú ya no debes esperar más a tu
ayudaras, pero estabas parada mirando sin ver. pensado. Podría llevar a tu niño a la misma playa que conocí a solas y marido. Te aseguro que él jamás volverá.
Creo que no vas a llamar. Nunca llamaste, esta sería una buena dejar que se ahogue en un atardecer espléndido. Mientras, mi celular
También tú recibiste y fue sobre la mesa de la cocina. oportunidad. sonaría y serías tú la de la prisa, la de la urgencia, la del horror. Por ahora, yo voy a seguir escribiendo, voy a irme al mar, voy a soñar
con un molusco enorme, uno −que si tengo suerte− me florecerá
Un día fui al colegio de tus hijos a la hora de la salida, te vi. Estabas Podría abrir el desván de mi enorme casa sola, mi ballena blanca entre las piernas. Mientras, voy a ser un hombre en baño María.
II en tu autito rojo esperando. Las manos tiesas en el volante, tu boca varada en un mar de tierra infértil. Podría abrir mi desván donde tengo
sin rouge. Sé que algo se había quebrado, no algo que se note a a mis crisálidas, pero no, eso sería el camino fácil. Yo tengo que espe-
Nunca volví a tu casa. Me quedé en la mía a esperarte, luego simple vista, yo te conozco, sé que cuando algo se rompe y es defi- rarte un poco más, lo suficiente. Tengo que saber que todo tiene un
de una cosa como esa debes venir conmigo. En la espera he nitivo se muestra solo a los ojos de los que te conocen bien. Tu alma tiempo, como las cosas que me enseñaste a cocinar. Debes estar a
perfeccionado el arte culinario. Puedo hacer casi cualquier está un poco desviada, tu mirada que ya no mira. Debe ser que te punto de tomar una decisión. Yo creo que sabes que tus hijos no te
plato. Ensalada César, pasta italiana, comida francesa, comida hago falta. Es como una taza que se rompe y luego se pega: en el quieren mucho. Eres la meretriz sin sueldo de sus exigencias que cada
criolla, platos de la tarde y la mañana. afán de hacer que todo parezca como antes, se notan más las imper- día deben ser más. La vida, así, te arroja a mí. A mi costado sufriente.

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Alicia en el país de la Anarquía
Lourdes Saavedra Berbetty

Alicia no se daba por vencida. Buscaba sintonizar nítidamente


Radioactiva, mientras el dial agonizaba entre sus manos bramando
sus últimas sss, sss, sss. Sentada en el techo de su casa, pasaba la
tarde estirando en mil direcciones la antena de su radio vieja.

Se sentía desolada, pero auténtica; era primer viernes de mes y


había logrado conseguir unos pesos para el concierto de “Plas-
toformo Envenenado”; lo único que le faltaba era una coartada
para escapar de la custodia familiar; revisaba en su mente una
colección de mentiras piadosas y no encontraba nada. Entonces,
miró a la izquierda, miró a la derecha, estiró la mano y robó diez
pesos del florero de Nescafé de su abuela; se persignó mirando
al Señor de la Sentencia, santo patrono de las comadres de su
tía y sonrió disimuladamente, pensando que si el vocalista de “El
Tri” adoraba a la Virgen de Guadalupe y existía la Virgen de los
Sicarios, ¿por qué no tener confiancitas con algún santo? Benditos
sean los ladrones caseros porque de ellos será el reino de las
calles, musitó.

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Ya en la Avenida Petrolera, con una especie de seña fascista, para que se acuerde de escribirle cartas o tal vez mails con confundía era esa necesidad que sentía de ayudar al matón del Encontró al Chupacabras cerca de un internet, sus palabras se
hizo parar el micro; miró en el espejo su pequeña figura, más frecuencia. Abrió sus ojos y se descubrió convertida colegio, mientras en su mente repetía la palabra vio-la-ción. diluían en silencios, no sabía cómo hacerse notar, temía que
con su cintura de huevo, cabello color sandía, y los piercings en una Penélope suburbana. Luego imaginó que si empe- si lo llamaba él volviera a empujarla, también sentía ansiedad
incrustados en su nariz y cejas que conformaban constela- zaba a llorar, el micro se convertiría en la laguna Alalay, Aquel martes de verano llegó tarde a su casa, se quedó sin por escuchar su voz, por conocer el uso que iba a darle a la
ciones plateadas en el universo de sus gestos. Aunque el sol así podría salir nadando sin pedir permiso y en la próxima almuerzo, tenía la idea de hablar con alguien de la amenaza, taba, entonces hizo una seña con su mano, para que él la
guiñaba a la luna y a la tarde le seguía la dictadura de la parada encontraría un conejo blanco que le enseñaría una de su indecisión, de la ambivalencia de sentimientos frente viera. El Chupacabras le dijo:
noche, ella vivía dentro de su Mp3, buscando un espacio madriguera. Entonces se miró al espejo y se dijo a sí misma: a su verdugo; pero prefirió callar, nunca antes había tenido
en el micro repleto, incómodo, una cápsula ronroneante de ¡No!, aquí el falso conejo es un plato de comida, las niñas no un secreto propio, ella que siempre escuchaba cuchichear −Hey −su tono era autoritario−, gorda chuletera, ¿lograste
reggaeton. usan mandiles blancos y no existen los sombrereros locos. a sus vecinos, o a su abuela que despacio decía: mejor que traer lo que te pedí?, mira que si no lo hiciste y me haces
Ya, pues, era suficiente tener una prima pildorita que se sabía piense que su mamá se murió, porque la muy puta se fue con perder el tiempo, ya sabes lo que te puede pasar.
No tenía muchas amistades en su barrio y, aunque Alicia era bien el cuento del tío. su amante. Alicia se sentía más mujer al tener entre sus piernas
menos letal que un zancudo, los vecinos no tenían tiempo algo llamado deseo y entre sus misiones cumplir las órdenes Alicia no hablaba, solo miraba el contorno de la cicatriz del
para descifrar sus rollos internos ni sus tatuajes externos. La crisis existencial que atormentaba a Alicia había empezado del Chupacabras. Chupacabras, que dividía su frente como un continente; lo
Se apoyó cerca del manubrio y se abrochó el abrigo negro hacía algunos meses y necesitaba tomar una decisión lo más único que pudo hacer fue arrojar al piso los dos huesitos de
de cuero que había heredado de su madre, acarició por un pronto posible. Un martes de verano el Chupacabaras la había Cuando llegó a su casa, el abuelo dormía su siesta. Ella pensó, cordero y correr lo más rápido posible. Con un sentimiento
momento el Mp3 que su padre le envió de España hacía interceptado en la puerta de salida de su colegio, con ayuda de entre la alevosía y la premeditación, que la taba se encontraba de liberación e incertidumbre deambuló por el parque, comió
varios años y pensó que en Europa estaban en verano, mien- su codo la empujó a la pared diciendo: bajo su colchón, mientras se preguntaba ¿cómo lograr que el diez anticuchos, volvió a escuchar su Mp3, cruzó un puente
tras que para ella todos los días eran invierno. viejo salga de su cuarto para auscultar esos huesitos mágicos de sin poder olvidar las amenazas ni el rostro del Chupacabras.
−Necesito la taba de tu abuelo, esos putos huesos de cordero cordero? Entonces decidió inventar una llamada en espera de
La semana anterior se había dormido viendo imágenes en que son como dados. Si no me los traes mañana..., te violo. España en la casa de su vecina, hizo despertar al anciano argu- Casi todas las tardes Alicia rondaba el internet, quería
blanco y negro de la Televisión Española. Cuando cerró los mentando que su padre iba a mandar dinero para su pensión; caminar pero también comer, porque el fantasma de niña
ojos, empezó a soñar en technicolor con su papá, quien Alicia, bajo el peso imaginario de sus quince años, sentía que justo ahí, miró a la izquierda, miró a la derecha, estiró la mano y gorda era un tirano que la perseguía, a veces llevaba papas
corría aceleradamente para que los toros no lo alcanzaran la vida no era justa, no había ni ángeles ni demonios, y menos robó los huesitos de taba de su abuelo lo más rápido que pudo. fritas con mayonesa en sus caminatas y, sentada, espiaba al
en Pamplona. Alicia deseó con todas sus fuerzas que el santitos de carnaval que lograran salvarla, la amenaza del The Flash habría empalidecido ante su velocidad. Cuando su Chupacabras, el campeón de juegos en red, el maleante más
Señor de la Sentencia lo castigara permitiendo que un toro lo Chupacabras era un ácido que quemaba sus horas; sentía miedo abuelo retornó, ya era una prófuga de la justicia familiar; hizo conocido del vecindario, el verdugo que tanto detestaba pero
alcance, que le dé una corneada, un susto pequeño nomás, de su verdugo, pero también algo de atracción. Lo que más la hora hasta la noche, queriendo evadir un castigo ejemplar. que no podía olvidar.

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*** Principal, allí podía comprarse manillas o conversar con Mirando por la ventana del micro a los chuperamigos
gente rebelde que protestaba por (otra palabra nueva que y a la mujer garapiña, que la esperaban en la esquina,
Un día, cuando salía del internet, Alicia no pudo escapar de la aprendió) “la coyuntura”. Su intención secreta, sin embargo, empujó a varias personas para bajarse en la esquina.
mirada del Chupacabras; él agarró su cuello como si fuera un era observar al Chupacabras que en las últimas semanas ya no
agente policial, la llevó hasta una banca y le arrojó los huesitos iba al internet, sino paseaba con su bicicleta aproximándose a Desde su mundo acarició su vientre y se dijo a sí misma:
de cordero, diciendo: la Plaza Principal y algunos días la saludaba con distancia. mañana decido qué hacer contigo. Tomó impulso y saltó.

−Hey, chuleta de cerdo, esto ya no me sirve. Tú debes ser una Pasó el verano, los amigos de Alicia querían luchar por algo
bruja, porque la taba dijo que no debíamos robar la carni- pero no sabían por qué, mientras ella seguía conviviendo
cería de tu abuelo; mejor, porque el muy pendejo contrató un con su fantasma de niña gorda, ahora tenía un nuevo pier-
guardia de seguridad. ¡Nos salvaste, loca! cing, sobornaba sus miedos yendo a las “Frutillitas”, un local
dedicado a la juventud chichera, abierto exclusivamente hasta
Alicia no pudo decir nada, quería con todas sus fuerzas odiar las seis de la tarde. Allí conoció a la mujer garapiña, que le
al Chupacabras, darle una patada, arañarle la cara, pero por decía:
más que lo intentaba sentía algo de complicidad a su lado,
no sabía porqué alguien tan nocivo podía provocarle algo tan −Changa, el punk es de viejos, ahora el “emo” es la onda, tienes
innombrable como la atracción. que usar más negro, pues cara de cordero sacrificado ya tienes
−y se alejaba dos pasos para comprobar que así era−. Vamos al
*** concierto de “Plastoformo envenenado”.

El verano estaba llegando a su fin. Alicia ya tenía dos tatuajes Alicia accedió a ir, pensando encontrarse con el Chupacabras,
elogiados por sus amigos que conoció en sus clases de a quien no veía ya en varias semanas. Sus últimos encuentros
reforzamiento, ahora se sentía una mujer nueva porque podía ya no solo habían sido tomados por silencios y amenazas,
pronunciar palabras como “punk”, “anarquía”, “sistema”. sino que el aura de algo más se había instalado en el corazón
Su reclutamiento se había dado en parte porque se aburría de aquello. Ella sentía que estar cerca de alguien es, a veces,
en química y era mejor escaparse con sus amigos a la Plaza estar lejos.

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La memoria y los elefantes
Julia Peredo

Entusiasmado con tu invención, le atribuyes todo lo contrario de


sus efectos verdaderos.

(Fedro, Platón)

Las sillas contiguas llenas de ojos, de periodistas, de penélopes: el


mismo gesto en todas esas mujercitas de cuellos y cabellos largos
sentadas y mirándose con recelo. Algo en el aire, en los músculos
tensos, en los relojes, se parece al tiempo previo al primer disparo
de una competencia. Comienza la del flequillo en la frente: fui la
primera en llegar, hace dos horas que estoy aquí. La de la izquierda
apaga un cigarrillo pisándolo enfáticamente con el all-star izquierdo:
terrible, hace tres días que no duermo. Una tercera, ojerosa, se suma
a la conversación: ¿solo tres?

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Yanbal Escritoras Bolivianas Emergentes

En la puerta, enfila un grupo de colegiales vestidos con minúsculos bronceado de las piernas. La mirada colectiva la sigue en silencio. —¿La señorita no va a pedir nada? —pregunta la camarera, calle, la margarina, una tubería… una lástima las gallinas, a
uniformes plomos. Cada uno de ellos sostiene una flor de papel. Un motivo. Un objetivo. Un sentido al fin. La mirada desde lo alto con un tono que parece burlarse de algo. Él, sin levantar la diferencia de los mendigos...
Entran ordenada y estrepitosamente guiados por los gritos de hacia el rebaño de admiradores. vista y acomodándose los anteojos, frunce el ceño y continúa
las profesoras. Las flores se mueven en desorden, afuera sopla el como sin escucharla. Lástima que, a diferencia de los mendigos, las gallinas no
viento. puedan volar, escribe ella.
16 de diciembre, domingo. Lentes, anota Ema, y se limpia la nariz con un dedo helado,
Se instala un murmullo persistente. En medio de él un paréntesis, olvidando el rostro y la sonrisa chueca de la camarera. Por la ventana se ve a los colegiales armar filas arreados por los
un detenimiento. Entra Ema: la cadena plateada perdida en el Arpegio de do mayor: anuncio de la llegada del vuelo 383. mugidos de sus profesoras. Van formando junto a la puerta: una fila
escote calculadamente elegante de una camisa roja que se esconde —Ayer mientras miraba por la ventana vi un mendigo. Estaba de mujeres, otra de varones. Una tercera fila, desordenada y colo-
tras la diminuta cintura de una falda corta, desde donde un par de Entra él: un poco más gordo, saco de lana, jeans gastados, tocando “bien le cascaremos” en una quena hecha de plástico, rida, la forman las madres que ven a sus hijos mientras cuchichean
piernas confluyen en dos pequeños pies que taconean el suelo de barba de tres días. de una tubería. Era o parecía ciego. Contaba las monedas que comentarios sobre ellos con sonrisas enormes de labios estirados
mármol mientras las uñas brillantes estrujan un calendario echado le dejaban en una taza de margarina celeste, sucia de grasa, hacia abajo. Sonrisas más bien amargas.
al primer basurero que a su paso encuentran. Desbande, lágrimas, flashes. Ramo de flores de papel. Pené- un poco rota. Las contaba una por una, con la cabeza hacia el
lopes desbaratadas incendian y abandonan el aeropuerto frente, tocándoles los bordes. Entonces recordé que ese mismo —La libertad de un mendigo no se compara con la de nadie.
Se acerca a la silla del centro. Las penélopes se levantan, le hacen como palomas de plaza. día, en el asiento del trufi me encontré una moneda inexplica- Son mendigos porque así lo eligieron. En vez de pagar con lo
espacio. Alguna comenta bajito algo que se ahoga en el codazo de blemente grande. que ganan —digamos, treinta pesos al día— un alojamiento
la segunda. Ella sonríe con sorna y saca de la cartera un espejo. Y al final solo Ema. Al final solo él. barato, un plátano y algo de quinua, se compran chocolates
Tres colegialas se acercan, la miran, escapan corriendo. Se pinta ...grande. Anota mordiéndose los labios. Los despinta. caros, hamburguesas de McDonald’s, y prefieren sentarse a
los labios con lentitud, revisa el maquillaje de los ojos, ordena los Sus palabras, la piel gris, rugosa, él, los ojos tristes, las arrugas comerlas a escondidas que buscar trabajo.
aretes que dibujan con su sombra un aro perfecto a cada lado de su nuevas, él, miles de preguntas sin formular. Se saludan. Se —…Conozco una gallina que, como no podía volar, colec-
cuello. Pasa un dedo por el borde de los labios como previniendo sientan en uno de esos cafés. cionaba monedas de países extraños; cantidad de monedas Trabajan, escribe ella con algo de angustia… ¿quiénes? Piensa
futuras imperfecciones. Una de las jovencitas enciende un nuevo inútiles amontonadas, de todas las formas, de todos los frotándose los ojos que terminan rodeados por la huella gris
cigarrillo, mientras Ema arregla como descuidadamente un mechón Corre el tiempo. colores, con paisajes, con edificios, con letras, con retratos de del maquillaje.
de cabello. Desde el otro extremo del aeropuerto una niña la mira emperadores muertos… ¿Qué hubiera hecho el mendigo con
fijamente. Ella guarda el maquillaje y saca de la carterita una pluma ...nunca olvida, anota ella, viéndolo masticar del otro lado de semejante cantidad de monedas? (ríe). La gallina, sin duda lo —Un elefante ocupa mucho espacio. Alguien alguna vez
plateada y una libreta con tapas de cuero que apoya sobre el perfecto la mesa. hubiera mirado perpleja, ella que no conoce ni lo que es una me dijo que si llega a caerse de espaldas desaparecerá. Si

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bien nunca he comprobado la teoría, en la mayoría de los con la sola arma de su experiencia. Todavía importaba el Algunos son buenos, otros malos. Escribe ella mordiéndose la tratando en vano de recordar por qué anota todo esto, qué
cementerios y las fosas comunes los restos se encuentran de honor. Hoy por hoy los valores han cambiado, ya no hay uña del pulgar izquierdo, donde el esmalte se convierte en una hace sentada allí un domingo por la tarde.
espaldas. Otro me habló de un elefante que con solo atra- entrenamiento que valga, cualquiera puede ser un soldado. mancha ininteligible.
vesar un pueblo lo devastaba, dejándolo reducido a cenizas. La belleza se ha perdido y todo el encanto de la guerra se El bus, con una alarma intermitente, ha retrocedido lentamente
Un elefante fénix, se podría decir: un emigrante, como los ha arruinado, se busca más productividad, más muertos con Termina de entrar al bus el último par de zapatitos, detrás del que botando una cantidad de humo inverosímil. Adentro, los niños
mendigos. menos recursos, es la ley del mínimo esfuerzo… (sonríe)… suben pesadamente las profesoras y las madres de familia. comienzan a cantar, a jugar o ambas cosas y el bus se va alejando
¿Sabes qué hora es? mientras aumenta la velocidad.
Desaparecerá. Escribe ella, tratando en vano de recordar lo —Yo creo que el dinero es importante. No ser rico, pero tener
que ha soñado la noche anterior mientras juega con uno de Lo mira pálida. Ha olvidado el reloj. dinero para poder construir una casa, una familia, un patrimonio —Los hijos son además una obligación revolucionaria: mien-
los zapatos que se ha quitado debajo de la mesa. que haga que uno no haya pasado por la vida en vano. Es decir tras más seamos los educados en la reforma, mejor… no
Se estaciona un bus escolar, enorme, de caricatura. Entra primero ¿por qué tendría uno sexo si no es para procrear? ¿Qué es una creas que yo soy socialista, no, alguna vez lo he sido, pero
Las filas están armadas. Uno por uno, los niños estiran las manos la fila de hombres, algunos se empujan, contienen la risa, una hilera mujer sin hijos? Hasta las parejas más pobres tienen muchos soy republicano, demócrata, en serio. Pienso que todos debe-
hasta tocar con los dedos los hombros del que está adelante y de pantaloncitos grises va desapareciendo por la puerta amarilla. hijos. Los maltratan, porque es gente ignorante, pero de tenerlos rían llevar una vida digna. Todos: los cholos que huelen mal
“toman distancia” como ordena la profesora. Una de las niñas se da los tienen. ¿Tú crees que eso es una cuestión económica? Para en las flotas, las camareras insípidas, las prostitutas sin moral,
la vuelta molesta, su compañera le jala el pelo, las otras ríen bajito. Es hora de cambiar las estructuras. Solo que en este país es nada. En todo caso te sale más caro mantener un hijo durante, y hasta sus hijos, los que están en el gobierno. Doy limosna,
imposible. Es un problema genético. Te explico: así como digamos, siete años, que comprar un condón, o incluso pagar un pero sé que eso no salva a nadie, no significa nada.
Él continúa cada vez con más entusiasmo. heredas los rasgos, también tienes unos genes que son los aborto. (Silencio de suspenso). Tener hijos es el sentido de todo:
MEMS. Son lo que algunos han llamado “el inconsciente colec- un libro que escribas, un puente que construyas, la salvación El bus se pierde de vista en la carretera vacía.
—Justo ayer recordé el día en que mi padre me llevó a conocer tivo”. Algunos son buenos; otros, como el racismo, son malos. de un pueblo, una fórmula resuelta, no son cosas que te van
el hielo. El día que al fin pude salir de la caverna, ver la Entonces en la cultura se traducen esos MEMS y el problema a abrazar de noche cuando estés triste y tengas frío. Ese es el Nada, escribe ella, cerrándose el saco con un escalofrío y pregun-
luz, sentir frío. Todo era hielo en ese entonces, todo blanco, es que aquí solo se tienen MEMS malos. Porque ¿cuándo has trabajo, esa es la utilidad de los hijos. En último caso hay que tándose qué día es, qué hora, dónde ha dejado el calendario.
todo puro. Otros tiempos (suspira)… elefantes y hombres se visto pues...? (barrita) a ver tratá de empezar algo aquí... no considerar que, en cualquier condición y en cualquier momento,
guardaban respeto, se retrataban los unos a los otros sobre la tienen ninguna iniciativa, ninguna creatividad. Es distinto en tener hijos es una bendición porque es la ley de la vida. —Admito que mi verdad es una más (silencio efectista). Una
piedra desnuda, las leyes de la guerra eran respetadas. Antes otros países. Por ejemplo, cuando yo estuve en un proyecto de de la que estoy seguro. No quiero obligar a nadie a creer en
de la creación de las armas nucleares y las armas biológicas, desarrollo con unos suecos allá en Nicaragua todos aportaban Que uno no haya pasado por la vida en vano, escribe ella lo mío, pero si me preguntan, trato de convencer a la gente a
los hombres, como los elefantes, peleaban cuerpo a cuerpo algo, sobre todo dinero. rascándose la cabeza que pierde todo esbozo de peinado, través de argumentos concretos, porque, como sabes, yo soy

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grande; aunque nadie me conozca, aunque los que se creen


mis colegas me miren con condescendencia. Eso es apenas
una cuestión de estatus que a mí no me interesa para nada. Los
elefantes somos así, de argumentos sólidos, macizos, pesados.
Digo lo mejor y lo demás me lo guardo. Dejo que la gente viva
en el error si eso es lo quiere (desorbita los ojos). Ojo que la
omisión no es una mentira (ríe). Un elefante nunca miente. Y
si miente se disculpa (ríe más fuerte).

En la puerta, una niña corre, frena en seco. Se detiene un momento.


Mira pálida hacia los dos lados. Respira agitada. Lleva uniforme
gris. Sus ojos se humedecen.

Y si, escribe y se queda inmóvil.

Mira en silencio la hoja semiescrita mientras el elefante ríe a


carcajadas.

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A salvo
Claudia Michel

Sostuvo el papel entre sus manos y se sintió Dios por un


momento. Había imaginado miles de veces esa situación en
los días anteriores, había supuesto sus reacciones, conocía
el escenario, la hora aproximada en que sucedería, pero ni
todas esas precauciones le servían ahora.

Sentada frente al doctor no pudo escuchar lo que le decía,


era como si todo a su alrededor se hubiera callado, como
si de pronto se hubiera sumergido en agua y todo pasara
dentro una gran pecera.

Sus respuestas fueron automáticas, se mantuvo mirando


fijo al médico, luego se despidió con cortesía, pero ya
ensimismada, pagó la consulta y salió de la clínica mientras
se ponía el abrigo y la bufanda; caminó media cuadra
en dirección a su casa como lo haría normalmente, pero
cuando llegó a la esquina se sentó en la vereda. Traía el

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papelito entre las manos, volvió a leerlo. Era un día frío casi era necesario pero que se hacía como rutina. Abrir las piernas pequeña doblada en dos, un amenazante pedazo de destino que se abría daba paso a su esencia impregnada en todo
al final de la tarde, se percibía ese alivio que sale de las ante un desconocido que te mete unos extraños instrumentos que le trajo todo a la mente otra vez, la cerró de inmediato. lo suyo. Ella en el ropero, en la mesa con santos y velas, en
oficinas cuando se está terminando la jornada de trabajo, el por los orificios más íntimos no es precisamente parte de Pasaba justo por el puente y no quería que ese momento del el bacín bajo la cama, en la vieja radio cubierta con tapete
sol estaba amarillo despidiéndose de la ciudad, los autos de mi rutina. No me importa que todas las mujeres del mundo día le fuese aun más tormentoso, tenía suficiente con acallar de ganchillo, en el tic tac de sus tres relojes marcando a
transporte público iban algo vacíos como preparándose para pasen por esto, que la OPS lo recomiende que la OMS lo las tentaciones de ese vacío seductor. El papel y su verdad destiempo, el único ruido de una vida mecánica que también
el gentío que recogerían en unos minutos más. financie, lo único que me deja es esa asquerosa sensación de ya eran demasiado. se acabará.
violación técnica y necesaria, fastidiosamente limpia.
Hubiese pensado que todo era un juego de su mente si no A las diez de la noche recibió la llamada. Colgó y enseguida Al menos ella lo sabía ahora, donde sea que estuviera
fuera por el papelito ese, dos opciones, una sola marcada, Son las 2:10, supongo que debería estar durmiendo a estas hizo la maleta, aún quedaba tiempo para alcanzar la última estaba segura que sería feliz con la noticia, que no le
la firma y sello del doctor: las únicas constancias de la horas, he decidido no ser convencional o al menos darle flota. Se está muriendo, era la única frase que recordaba de importaría mucho cómo fue, con quién o qué haría luego,
verdad. batalla a los clichés, curiosamente mi actual fragilidad me la conversación. estaría contenta de saberse parte de una cadena, no le haría
hace más osada, …es extraño. preguntas incómodas. Sería capaz de sentir esa felicidad
Más tarde, en su casa escribió: Después de ver confirmadas Los días pasaron rápido, entre el funeral y la atención a toda inocente. Pensó que era una lástima no habérselo dicho,
mis sospechas, he decidido dejar las cosas como están, no El día siguiente fue normal. La rutina suele ser un lugar la gente, algo de comer, café, arreglar los trámites del entierro, pero se trataba de una verdad que ni ella misma había
mover nada, no pensar nada, necesito al menos un tiempo muy cómodo para esconder los miedos. Salió a la hora de recibir las condolencias. Logró cambiar las fechas de su vaca- logrado articular en palabras; además, era probable que lo
sin demasiadas meditaciones ni razones, solo he hecho caso costumbre, tomó el micro de siempre y llegó dos minutos ción para terminar los pendientes. Todavía le quedaba un par hubiera olvidado enseguida, la vejez no la había golpeado
a este instinto ciego que no me falla y su dictamen fue claro: más tarde de la hora de entrada. Sentada en el escritorio días antes de regresar. Era invierno y en la mañana sentía ese olor con dolencias físicas pero sí la había librado un poco del
Cruzaré el puente cuando llegue a él. Aún queda tiempo. atendió los asuntos pendientes y olvidó por completo el día duro del frío. La ciudad de su infancia siempre le generaba esa mundo haciéndola olvidar casi todo (quizás solo aquello
anterior. Solo después del almuerzo volvió a sentir ese vacío sensación del pasado, como si todo hubiese quedado detenido superficial, lo que finalmente no era parte de su esencia).
Miró por la ventana, el puente era una hilera de luces en el estómago, como si acabara un viaje terrestre, recordó en el tiempo. La casa donde había crecido ya no estaba, pero las Claro que una noticia así la conmovería, lograría burlar la
naranjas, el tráfico le daba luz y movimiento como si se que cuando era niña le habían enseñado a respirar profundo sensaciones eran similares. Ahí, en ese punto del mundo, había vejez, incluso las fallas de la memoria.
arrastrara sin avanzar, una gran boa naranja juntando dos para detener los vómitos. adquirido la costumbre de escribir en cuadernos, a veces solo
extremos de la ciudad, abajo el abismo. frases sueltas, otras veces hojas de hojas. Cuando era chica, escuchaba decir a mi madre que antes
El trabajo fue ágil por la tarde, salió temprano y decidió de nacer los niños estaban en la cola del cometa Halley, ahí
Volvió a la cama y continuó: El doctor desubicado tuvo la regresar a pie, tomar un poco de aire, respirar profundo. No sentí ganas de llorar, pero su olor denso estaba aún en deberían quedarse todos viendo el mundo desde lejos, un
brillante idea de hacerme un papanicolao,, me dijo que no Abrió la cartera para sacar un pañuelo y pudo ver la cartulina la habitación, en todas sus cosas. Cada puerta del ropero hermoso planeta azul con tres partes de agua.

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Ojalá, de alguna forma, se pudiera preguntarles si quieren botando a todos de la cocina, no permitía nunca que nadie Las renuncias le fueron tan naturales, hablaba de ellas como cumpliendo, la fatiga la obligaba a dormir mucho y muy
venir, una puede ser tan déspota sin quererlo, de pronto le ayudara, parecía tener un gusto por el sufrimiento como si de ropa vieja que alguna vez tuvo y nunca le sirvió dema- temprano. Le fastidiaba esa dependencia total de un cuerpo
decidir sobre otro inocente ha de tener algo de divino y esa fuera la única forma de sentirse alguien en el mundo, un siado, sin muestra de nostalgia. Los estudios, los viajes, los que la anudaba de esa forma, que le marcaba las opciones de
diabólico. alguien que sufre por decisión propia, el sufrimiento la hacía trabajos, todo parecía sin importancia, lo contaba como una su destino, pocas y tenebrosas. Se fumaba un cigarro al inicio
una mujer, una madre. Era su forma de estar en el mundo. parte secundaria de su historia. del puente cuando regresaba del trabajo, no pensaba dema-
Cuando todo terminó, la casa quedó más silenciosa que nunca. Una madre feliz era poco coherente, debía sufrir de alguna siado, le gustaba sentir el aire frío e indiferente cortándole la
Se sentó en la cama de su madre, ahora vacía, y la recordó. Le forma. Y así fue hasta el final. En el funeral, todos recordán- Se quedó dormida en la cama de su madre, más tarde su piel de la cara. Recordaba el cigarro diario de su madre, su
había crecido una pequeña joroba y había reducido de esta- dola como un ejemplo de madre. hermana la cubrió con una manta, despertó cuando aún imagen en penumbras, una silueta apenas visible sosteniendo
tura, su vejez había llegado a ese punto en el que la edad era de noche, la luz del pasillo había quedado prendida, su esa delgada lumbre de esa forma, dándole ese aspecto de
se torna un misterio incalculable; caminaba por la casa arras- Había intentado oponerse pero no lo logró. “Adorada madre” hermana sentada en la cama acariciándole el pelo. libertad que no tenía nunca, en ningún otro momento del
trando los pies, el sueño se le había acortado con los años, encabezaba el anuncio necrológico. No quería batallar con día. Aplastó la colilla y tuvo ganas de fumarse otro, mientras
se acostaba pasada la media noche y despertaba de madru- sus hermanos por esas nimiedades, pero quería librarla de No tuvo tiempo de contárselo a nadie, mejor así, pensó, lo buscaba en la cartera tropezó con el sobre que le había
gada. Al sonido de sus pasos lentos se sumaba un cantito de esa cruz maternal al menos en su muerte. Sin embargo, la después de todo ella misma no sabía lo que haría; necesitaba entregado su hermana semanas antes, decidió abrirlo en
boca cerrada, lo hacía siempre, era una marca personal eso de había cargado tanto y tan bien ante los ojos de los demás un tiempo para decidir sola, sin la mirada de los demás como casa. Apuró el paso.
canturrear con la boca cerrada por toda la casa anunciando que era tarde para quitársela, era tal vez lo único que real- enormes reflectores.
siempre su presencia. Alguna vez le preguntaron qué era lo mente tenía. Debía tener unos dieciocho años entonces, una blusa tímida
que cantaba, pero ella decía que nada o que ya no lo recor- Antes de subirse a la flota, su hermana le alcanzó el sobre. En de mangas algo abombadas y encaje delicado en el cuello, la
daba, tal vez fue un tango o una canción de moda, tal vez solo El único acto impropio de su perfecto perfil de madre realidad lo esperaba, aun en sus días seniles su madre había mirada fresca e intensa en dirección al lente, nada de fondo.
su forma de seguir con todo, desentendiéndose un poco de lo aparecía como un lunar de fuego: el cigarro solitario por dispuesto cada detalle para todos, como era su costumbre. Un par de años más tarde nacería su primer hijo. La foto
que pasaba a su alrededor. las noches. Era el momento sagrado, el espacio único en Guardó el sobre en la cartera y dio un beso a su hermana, el estaba en blanco y negro y debía de tener muchos años guar-
que estaba absolutamente sola, casi siempre en el jardín, bus partió enseguida. dada, pues tenía ya algo del amarillo del tiempo. En el dorso
Siempre quise ayudarla, alivianarle el trabajo que ella misma como un espectro con su barita de punta brillante mirando la fecha en que fue tomada estaba escrita con tinta azul, de
se imponía, pero no me dejaba, escribió a modo de excusa, fuera, huyendo por unos minutos, los pocos que duran un La vida se fue normalizando, condolencias y pésames de esa que se usaba para pluma fuente. Miró el sobre otra vez
sentía la necesidad de limpiarse de esas pequeñas culpas que cigarro. Todos sabían de ese tiempo suyo, ese único cigarro por medio, pero todo finalmente volvió a su cauce natural. pero no había nada más dentro, puso la foto en la mesa de
recordaba ahora cuando ella ya no estaba. Siempre sirvién- diario que le pertenecía por completo. Eran solo minutos en La forma estéril de los días la tranquilizó por algún tiempo. noche y pronto se quedó dormida.
dose la presa más pequeña, el huevo con yema reventada, invierno o verano, mirando lejos. Pero su cuerpo iba recordándole que los plazos se iban

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El día siguiente fue horrible, tuvo que ir corriendo al baño en opción era la de una vida como la actual, cualquiera de los
medio de las reuniones programadas y regresar con la cara caminos implicaba dejar la seguridad de hoy. Apuró el paso
pálida intentando disimular, respirando hondo para evitar las como queriendo refugiarse pronto en casa. Por primera vez en
náuseas. Le dolió la espalda mientras caminaba de regreso a años no se había detenido en el puente.
casa. Sintió una desesperación progresiva, a medida que cami-
naba crecía la opresión, unas ganas de llorar que le repug- Miró desde su ventana la ciudad, se había puesto algo abri-
naban. Apuró el paso y se consoló repitiendo las frases que gado y tenía la foto de su madre entre las manos, se sentía
se decía siempre que sentía miedo: soy una mujer fuerte, la más tranquila, el puente lejano. Sonrió y escribió en el
decisión es solo mía, solo yo tengo las riendas de mi vida… cuaderno nuevo:
Pero la conciencia de ese poder la abrumó hasta las lágrimas,
le pesaba tener un timón tan grande, tan secreto y callado, He decidido escribirte mientras estás a salvo de mí y de este
no tenía caso reprocharse los descuidos o pensar cómo fue odioso mundo, mientras creces obstinada y secretamente
que le pasó. La bifurcación de los caminos era clara, ninguna dentro mío. Desde hoy te espero.

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Espíritu: el quinto elemento

Paola Senseve

Luba mide un metro con sesenta y siete centímetros y lo sabe porque


se lo dijo su profesora de educación física, el último año de colegio
en la última medición colectiva. Tiene pestañas largas, ojos grandes
y ella misma dice que son de color “casi” negro porque una vez leyó
por ahí que la pigmentación negra en los ojos humanos no existe;
supone que esto es verdad porque lo leyó en un libro científico y el
método científico fue diseñado para no fallar. Luba tiene un lunar
pequeño muy cerca del ojo izquierdo, la mayoría de las personas
dicen que es muy atractivo. Su piel es de color canela, cabellera
negro azabache, su nariz es grande y sus labios voluptuosos, por
eso muy seguido le dicen que tiene aires de desierto. Una vez
su dentista le dijo, también, que tenía una mordida perfecta, que
nunca necesitaría de frenillos u otros arreglos. Luba tiene orejas
pequeñas y cuando era adolescente y leyó el único libro de Paulo

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Yanbal Escritoras Bolivianas Emergentes

Coelho que leería en su vida, se enteró que las brujas tenían qué amargarse, si ella sabía que nunca llegaría a ser delgada, ella no está dispuesta a vestirse con atributos de creadora percibir los resultados del trabajo y del placer. Violeta no sabe
como característica principal orejas pequeñas, así que dijo por de modo que se ingenió estrategias para que el asunto no se cuando sabe que lo único que hace es aprovecharse de la con exactitud a quién culpar por sus características físicas y
qué no. Con sus veinticinco años, es una mujer de dimensiones vuelviera una prioridad y no llegara a obsesionarla como a su gente, mientras que por otro lado, el objetivo de los artistas es francamente no le interesa, como tampoco le importó lo que su
generosas y muy femeninas. Sus pechos son grandes, pero no progenitora y lo logró. algo más sublime, romántico y cursi, estúpidamente cursi. madre intentó decirle cuando bajó tanto de peso que parecía
tanto, y una vez le dijo a su mamá que le gustaría que sean más una niña y caminaba desentendida por las calles con actitud
grandes incluso, a lo que ella le respondió que por nada del Al salir bachiller, Luba se decidió por la carrera de psicología, de Lolita. Desde pequeña estuvo impulsada por una seguridad
mundo, que su tamaño era perfecto porque no eran pequeños y porque era la combinación más humana y más científica que II extraña, no necesitó que la halaguen, que le digan lo hermosa
tampoco sufriría de dolores de espalda por el peso del exceso. encontró. A medida que pasaban los años, se balanceaba que era, ni en general, ni parte por parte, ella disfruta de la
Las caderas de Luba son anchas como las de Afrodita, o como entre la neuropiscología, la teoría cognitivo conductual, la Violeta es delgada, mide un metro con cincuenta y siete consciencia de sus fortalezas… ¿Y sus debilidades? Pues esas
las que los griegos quisieron que su divinidad tenga, pero en psicología sistémica y, por supuesto, el psicoanálisis, ya que centímetros y sabe manejar al antojo toda la extensión de su las trabaja de tal manera que terminan formando parte del
ella no es notorio a simple vista porque su cintura no es angosta. por más que se negara, era una mujer de pasiones. Al filo cuerpo. Su cabellera castaña le llega hasta los hombros y a grupo opuesto.
Sus piernas son gruesas, herencia genética de la línea materna, de los años de estudio descubrió su verdadera gran pasión y veces la luce lacia, a veces la amarra en un moño y otras lo
así mismo son largas al igual que los dedos de sus manos y sus esta no tenía nada que ver con la psicología, o quién sabe, suelta sin peinar al loco estilo que tenía Gloria Trevi en sus años Cuando Violeta salió del colegio se decidió a estudiar diseño
pies como resultado de la herencia genética de la línea paterna; lo tenía todo… Comenzó pues, a sus veinte años a formarse mozos. Su nariz es fina, al igual que sus labios, y por debajo de de modas, vocación que la apasionaba desde la infancia. Así
esto nadie se lo tuvo que decir porque ella misma sacó sus profesionalmente en fotografía. Ahora respira por el lente de su ojo izquierdo tiene un lunar plano que parece una manchita como algunos admiran a Marx, otros a Warhol, otros a Borges,
conclusiones a partir de la observación. su cámara y se divierte muchísimo inventando historias acerca grisácea; en los primeros años de su vida colegial quiso ser otros a Micke Jagger; ella se maravilla con el arte de Betsey
de la gente que fotografía, ¡qué gran cliché!, sí, pero como un complejo, pero después ella misma lo convirtió en uno Johnson, Karl Lagerfeld, Viviane Westwood, Jhon Galliano
Sí, así es Luba, según lo que la gente le dice y lo que ella ella ya ha llegado a cierto nivel de madurez, caer en puntos de sus principales atributos, su marca registrada. La espalda y otros monstros de la industria del diseño. Para Violeta,
decide creer. ¿Y el espejo qué le dice?; pues le repite comunes ya no afectaba la autoestima de su creatividad. de Violeta está poblada de lindos lunares, como las estrellas vestirse constituye un proceso artístico diario: combinar los
constantemente que es inteligente para evitar que se pierda en Quizá, y llegando al meollo del asunto, lo que en verdad de un amplio firmamento y, descendiendo, por el costado colores, texturas, tallas y estilos con detalles como accesorios,
las superficialidades de la realidad mundana. la atrae de la fotografía es que le permite considerarse una izquierdo de su torso tiene el tatuaje de un tigre siberiano que zapatos, maquillaje y peinado. Tiene la teoría, bastante lógica
ladrona, a su manera, una transgresora de la ley. Luba cree escala en un movimiento congelado desde los comienzos de para muchos, de que si su exterior se ve bien, su interior se
Durante muchos años, desde que Luba comenzó a dar indicios fervientemente que le roba las energías a la gente que retrato su cadera hasta la copa de su pecho. Su abdomen es firme, sentirá bien en la misma proporción. Cabe recalcar que los
de estar convirtiéndose paulatinamente en una mujer, su madre y, como ella es una amazona luchadora por esencia, siempre estrecho y culmina en una cruzada tonificada que desemboca parámetros inflexibles de belleza no le convencen y que tal
intentó que bajara de peso con una perseverancia asombrosa precisa de recargas energéticas. Es por eso que tampoco le en el pubis. Sus caderas nunca se hicieron notar debido a vez, la única, la única regla que sigue es la de la libertad.
que no desfallecía a pesar de los nulos resultados. Pero para gusta autodenominarse como artista, porque: ¡qué mentira!, su delgadez elegante, pero al llegar a sus piernas se pueden “Belleza es actitud”, se tuvo que repetir a sí misma todos los

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días al salir de casa para ahora cosechar los resultados en esa dominar la llama interna que destruye o da forma, que mata o más claro el objetivo de su vocación: robar la energía que sentimiento de estar evitando una invasión agresiva, tal vez
seguridad arrolladora que tiene la cualidad de intimidar a da vida. Hoy por hoy, ella está sintiendo que necesita encontrar ella como amazona necesitaba, el verdadero combustible movilizados por el mismísimo instinto de supervivencia. En
propios y a extraños. o descubrir un camino que la lleve hacia algo parecido a la para su llama. Debía haber pasado una hora desde que todo su impotente decepción, Luba no pudo más que desvanecerse
felicidad, algo que resulte en estados de tranquilidad total, de inició, pero la noción del tiempo puede perder protagonismo como lo hizo Amélie cuando su gran amor se marchaba sin
Las almas verdaderamente libres nacen así: libres. Violeta es comunión universal y de sonrisas secretas y eternas. en situaciones así. El número de tomas que Luba consiguió reconocerla en su escena favorita de aquella película francesa
un a de ellas y sí tuvo que luchar batallas en nombre de esa tampoco será un dato que se llegue a establecer y en todo caso que por mucho que todos pensaran que era una especie de
libertad, pero de entrada ya sabía que ganarlas no le costaría Semanas atrás, un día cualquiera salió de su casa sintiendo que lo cuantitativo no tiene importancia en comparación con lo “París for export”, seguía siendo su favorita.
demasiado, porque su “yo” es salvaje e indomesticable. En ese algo importante le sucedería. Aquella jornada tenía planeado cualitativo. En cierto punto la mujer mágica dejó de sonreír y
campo, otra ficha importante en el tablero de la vida de Violeta sacar fotografías en la plaza principal de la ciudad para una se rompió el lazo que mantenía a su espectadora principal en Como a los dos meses después del primer encuentro, se
es su espiritualidad. Tiene un don natural para hacer que las de las tantas revistas para las que trabajaba y, mientras lo un trance. Antes de que se materializara el peligro inminente volvieron a ver y se reconocieron con inmediatez. Esos ojos
energías se muevan a su propio ritmo. El equilibrio entre el hacía una brisa suave le trajo a la nariz un olor penetrante, de intercambiar miradas, Luba se dio la vuelta y comenzó a habían quedado curiosos y probablemente ofendidos, así que
universo y ella termina por rodearla de un aura brillante que, fue como una bofetada que la obligó a cambiar la dirección caminar sin rumbo, determinada a procesar la carga de la que decidieron encarar a Luba con la intención de preguntar, de
cual imán poderoso, es de un enorme atractivo tanto para de su lente. Luego, frente a ella, como a unos diez pasos de se había apropiado, o quizá sea mejor decir, la fuerza que se indagar o de reclamar. Ella sabía que parte de la magia se
hombres como para mujeres. Su paz interna, proviene también distancia, vislumbró a una mujer recostada de espaldas en una había apoderado de ella. había roto con el contacto, pero sin embargo, a lo largo de
del saberse agua, el elemento que fluye, que lava, que no tiene de las islas de pasto de la plaza, tenía los brazos y piernas la conversación, otro tipo de lazos poderosos la atrapaban,
ni olor ni sabor, que se adapta y adopta la forma que le toca extendidos en movimientos lentos que formaban angelitos Una sola vez en la vida le pasó algo similar con otro ser otra clase de culebra la hipnotizaba y, por más que percibía
sin tener que cambiar su esencia. imaginarios. La mujer mantenía los ojos cerrados y una sonrisa humano. Vio a esta persona en un parque e inmediatamente que en esos ojos no existían energías que ella quisiera usurpar,
púrpura perenne dibujada en la boca. Luba se colgó unos se enamoró de su esencia, del color de su aura y contra tenía la sensación de estar frente a otra clase de ladrón, tal
minutos mirando a esa mujer. No debía ser alta, pero tampoco todas las predicciones, del color de sus ojos también. Sacó vez uno peor, y es que con cada palabra se le iba un poco de
III pequeña, no parecía flaca, pero tampoco gorda, no distinguía la cámara del bolso y comenzó a robar compulsivamente, aliento, con cada mirada creía desvanecer y su ritmo cardiaco
las partes, solo un todo hermoso e hipnotizador. Se acercó con la seguridad de tener los minutos contados para realizar enloquecido aumentaba y disminuía, bailaba y corría. En ese
Luba encara la vida con fuerza, es una amazona; tal vez por con cautela, lo suficiente para no romper el hechizo y que ella su hazaña y salir ilesa; el contacto real con aquellos a los mismo instante fue capaz de predecir la hecatombe.
eso tiene la tendencia a estar a la defensiva, vigilando siempre siga bailando en la grama. Se acercó y el olor que se hacía que fotografiaba le significaba a Luba el tener que devolver
la trinchera, con el arco pegado a su pecho izquierdo. Su más fuerte no le dejó otra opción que comenzar a dispararle lo que había conseguido. Instantes después, esos ojos que A esta persona no podía leerla, no sabía cómo, las señales
naturaleza guerrera debe venir del fuego de su elemento y, flashes discretos con su cámara para intentar apropiarse de estaban abiertos, se percataron de la presencia intrusa de aparecían confusas y los datos eran inciertos. Uno de los
sin tener plena consciencia de ello, posee la capacidad de la magia de su espíritu. En esos momentos se hacía cada vez una observadora y se limitaron a desaparecer con el extraño primeros síntomas de la muerte de su confianza fehaciente

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en la ciencia. Todo podía ser controlado hasta ese maldito con su nuevo armamento, inclusive la presión se le bajaba tienen la capacidad de detenerles el vuelo aunque sea por breves habían hecho pausa para que ella puediera concentrarse en
par de ojos. Y luchó con fuego y con arco, pero fue y se le subía; era evidente que no sabía cómo manejar instantes y el peligro asola si es que las alas, por casualidad o suspirar. Esta persona que ahora pintaba colores en su haber
inútil. Luego de dos meses de encuentros espontáneos y todo lo que se le había venido encima. De seguro la mujer causalidad, están algo resquebrajadas ya. era tan imposible que Violeta se podía dar el lujo de entregarle
esporádicos comenzaron una relación tempestiva típica, con púrpura había quedado desprovista, ya no tan mágica, más sus amores sin correr el riesgo de perder su individualidad,
picos de climax y bajones fatídicos. Poco después, como bien débil, escurridiza, sin luz, sin agua. La imaginaba Las posibilidades que barajaba Violeta no tenían bastante su preciada libertad. “No, tal vez sea la presencia extraña,
era de suponerse, la relación murió. Los ojos encantadores triste y se sentía un poco culpable. Se percibía inquieta y solidez como para cerrar su investigación personal: podría ser es lo más seguro”, se decía, haciendo caso a sus instintos.
desaparecieron, se esfumaron como si verlos alguna vez se sentía más culpable aun. Los límites se colmaron y Luba debido a la suma de los cambios lunares y el calentamiento Pero, ¿qué clase de energía había sido aquella?, ¿por qué
hubiera sido solo una ilusión. Luba reconocía que no era una llegó a un estado en el que ya no conciliaba el sueño. Si no global con la escasez de esencia de tallo de azafrán en el la sintió de esa manera? Tendría que repasar los hechos del
mujer fácil, que tenía el carácter propio del fuego: voluble, la buscaba y la encontraba para devolverle algo, para que mercado (ella sabe lo importante que son las influencias del día si quería llegar a algún lado. Esa mañana se despertó a la
cambiante. Se deprimía también con facilidad y aunque lo intercambien o para que le enseñe a lidiar con eso, iba universo en sus estados de ánimo y aunque el maldito azafrán hora en que su cuerpo ya no necesitó más reparo, siendo fiel
culpaba a la ovulación por sus desastres, muy en el fondo, a terminar siendo catastrófico. Una vez más Luba perdía es realmente costoso, nunca había pasado más de una semana con su filosofía de no forzar las cosas, luego se preparó un
sabía que no podía pretender que las personas lo entiendan, el control. sin él). Otra causa podría ser aquella presencia siniestra que desayuno-almuerzo, lo ingirió solo porque la experiencia le
lo acepten o quieran vivir a su ritmo. Así, ella en su calidad sintió hace semanas en la plaza principal cuando en un impulso había enseñado que no hacerlo podría traerle consecuencias
de amazona orgullosa, no preguntó ni buscó explicación, de plena felicidad se lanzó al pasto para sentir los mimos que más tarde y salió directo a la plaza principal a echarse en el
de manera que nunca supo si es que alejó a su pareja, si IV le hacía la Pachamama a su cuerpo y para experimentar lo que pasto. En su memoria etérea el sentimiento raro está justo en
es que su pareja se aburrió de ella, o si es que la relación experimentaba cuando en niña hacía lo mismo; al ponerse de aquel momento. Ahora, algo quedó roto inevitablemente y,
simplemente se tornó insoportable. Al final de cuentas, lo Desde hace algunas semanas Violeta se ha estado sintiendo pie ya se había nutrido de todas las cargas positivas de la tierra. encima, los pedazos terminaron por esparcirse. El instinto le
único que le quedó a Luba fue la terrible sensación de creer extraña. Su incomodidad tiene un dejo de debilidad, cosa nueva Echarse de espaldas en la grama siempre fue una actividad repite, con más frecuencia, que tiene que encontrar al invasor
que por primera vez había experimentado algo parecido a lo para ella. Su espíritu se siente cansado y de repente necesita liberadora y afirmadora para Violeta. Y la última razón que intruso para solucionar el problema.
que desde niña le enseñaron que era el amor. esconderse, de evitar contacto con la sociedad, de aislarse en podría afectar… sería el motivo exacto por el cual se recostó en
la niebla, aunque para eso primero tenga que evocarla. Tal el pasto rebosante de felicidad aquella vez. Había conocido,
Y ahora, teniendo la certeza de haber conseguido su vez tomarse unos días desconectada de el mundo exterior la pues, a un ser que superó sus expectativas, que logró activarle V
objetivo en la plaza, con la mujer de la sonrisa púrpura, se ayudarían a determinar el origen del problema para así poder la savia de vida que anduvo esperando en diferentes parajes sin
sentía bañada de un brío un tanto oscuro que tal vez era volver a la normalidad, porque estaba segura de que si esa resultados positivos. Un estado de éxtasis la inundaba desde Violeta se pone un abrigo largo todas las mañanas, aunque no
de una fuerza irreconciliable debido a sus dimensiones. Su situación continuaba podría terminar acabándola. Los espíritus que conoció a ese ser, las demás cosas perdieron importancia haga frío, y va a la plaza principal esperando volver a sentir
corazón se agitaba cuando pensaba en lo que podría lograr libres palidecen cuando se encuentran con las cadenas que de pronto, los problemas ambientales y sociales del mundo aquella presencia extraña que se llevó algo de ella. Se echa de

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Yanbal

espaldas en el pasto con los brazos y piernas extendidos, pero


sin la sonrisa en la boca; nunca más la sonrisa, esa la robaron
también. Mientras tanto, Luba recorre la plaza a diario, de
un extremo a otro, con su cámara y con el sentido del olfato
atento, buscando el olor que la cautivó. Lamentablemente no
se reconocen y quién sabe cuántas veces habrán estado y
estarán frente a frente sin poder hacer el intercambio. Si algo
sabemos del destino, es que es testarudo.

VI

Luba y Violeta se deberían conocer, pero parece que no va


a suceder. Ambas andan trastabillando sobre las llamas en
huellas encendidas de la inestabilidad proveniente de la falta,
porque la una tiene lo que la otra no y viceversa. Porque una
vez el destino permitió la interacción en un accidente y todo
cambió.

¿Cómo es que se pueden juntar el agua y el fuego?, ¿qué


consecuencias puede haber si es que alguna vez ocurre? Tal
vez no sea imposible, quizá lo único que falte para llegar al
quinto elemento sea completar el círculo: aire y tierra.

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Moebia
Magela Baudoin

El hedor a sangre y alcohol se fue diseminando en las viejas y


transpiradas paredes, cuya secreción era tan rancia, como las
pústulas de moho de las esquinas. La noche había sido larga y
echaba un silencio mal habido que tenía rastros de venganza, o
al menos eso quería creerse, porque si no todo aquello resultaba
incomprensible. El gobernador cerró los ojos ante el cuadro: el
hombre sucio, desnudo hasta las rodillas, echado boca arriba en la
colchoneta destripada, ebrio, drogado aún, la baba chorreándole
la barba escasa, y una bebé tirada a su lado, como una muñeca
quebrada, las piernas abiertas, arqueadas y laxas, entre mantas
manchadas de rojo y, quién sabe, semen: muerta.

A patadas lo levantaron los guardias. Nadie preguntó por lo ocurrido,


pero no se necesitaban explicaciones para dar inicio a la somanta:
Rafael sería desollado a palos y penetrado a botellazos, o con el
garrote inflamado de los que quisieran. Una cosa había cambiado,
sin embargo, esta vez no habría quién lo defienda en la cárcel.

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Comenzó a reaccionar movido por el impacto del dolor y el ahogo rial de buena conducta. Rubio y bien educado como era, había Pero Rafael siempre fue diferente. Lo hipnotizó desde el principio. y tontas, especialmente lo primero. Ese era un truco de la niñez, con el
del vómito salmuerado por la sangre. En su pesadilla, no entendía conquistado la simpatía de quienes lo conocieron y embrutecido El día en que llegó, traía unos vaqueros ajustados, que usaba para que tendía un manto de desdén sobre aquello en lo que no era buena.
aún la razón de los gritos. Entonces vio salir el cuerpo de su hija de amor al Pata. Rafael poseía carisma y una capacidad innata destacar su gran paquete. Apenas lo vio, el Pata trazó en su mente No, Magdalena no se veía imperfecta, Magdalena se miraba horrenda,
envuelto y él, arrodillado tratando de avanzar hasta ella, volvía de para seducir que no tenía fronteras y le había proporcionado una aquel tronco grueso y macizo, que le hacía agua la boca. Lo recorrió fea hasta la basca, grotesca hasta la soledad. En la intimidad de su
bruces al suelo. Despertó sin noción del tiempo, en una sala verdosa estadía relativamente llevadera. Desde el día en que llegó a la con su mirada de reptil, se detuvo también en las nalgas redondas, baño, pasaba horas inmolándose con una descarga sobrehumana de
de luz mortecina, oliscando los cigarrillos que alguien fumaba muy cárcel fue detectado por las mafias, pues se destacaba a distancia apretadas por la delgada tela del blue jean desteñido y tuvo la visión abdominales, se envolvía escrupulosamente en cremas y aceites y
cerca. Podía sentir la nariz y frente crecidas, seguramente moradas, entre la multitud: los rulos dorados y largos hasta los hombros, el febril de empalarlo. Temblaba como una niña con solo verlo, así es poseía un abultado guardarropa de diseño, con el que producía un
como un corcho seco, pero todavía latiendo. Luego las preguntas. pecho de estatua, y unos ojos titilantes que reían todo el tiempo. que lo abordó sin recato, le ofreció protección y lo retuvo. Esa misma carácter resuelto y desenfadado, que agravaba su soberbia.
Rafael solo repetía agitado: “¡Fue el Pata!”. Y lloraba. Sus ademanes carecían de vulgaridad, pero no llegaban a ser noche lo esquinó como una planta trepadora, pero también aulló atra-
femeninos, y poseía una distinción tal que conmovía a la primera, vesado por él, dominado por su fuerza, rendido ante su hermosura. Magdalena llegó a Moebia dispuesta a dar el golpe más grande
La cárcel de Moebia era una construcción arcaica, elevada hasta por lo cual era la ficha perfecta para llevar y traer mercadería de un Rafael era consciente de ese magnetismo invicto que lo dejaba en de su carrera. Ella, que era adicta al Internet y se movía con soltura
el cielo sobre un inmenso pedestal cuadrado. En él se anclaba patio a otro, de un guardia a otro, de un abogado a otro. un estado de permanente insatisfacción. Deambulaba como un bicho en los meandros de la red, había detectado la venta de paquetes
una torre madre, que en su cúspide soportaba otra más angosta, salvaje, indomesticable, sin dueño. La más de las veces dormía con el turísticos a la cárcel y comprobado que las largas colas de los días
alta y azul. Un universo cuyos muros habían sido fabricados El Pata, en cambio, era un matón sin juicio, con la mejilla marcada Pata, pero también podía enroscarse con un guardia o cabalgar sobre de visita no eran de familiares sino de peregrinos que venían de
con gruesos bloques de adobe y pegados con betún. No había por la hoja de un puñal a los trece años, que había entendido el la mujer de algún preso. El Pata lo dejaba porque entendía su natura- todo el mundo a esta meca de la farlopa. Le llevó meses de trabajo
piedra ni cemento allí, mas la perfección de los artesanos lo negocio de la droga como el ministerio de la fascinación. Esa era leza indómita, sabía que no era suyo, pero tampoco de alguien. acumular las pruebas, fuera de muchas más noches que las necesa-
habían hecho insondable. Un palacio laberíntico, que cons- su especialidad, primero el endulzamiento del placer y del poder; rias de pornografía y sexo cibernético. Mintió sobre sus intenciones
taba de tantas habitaciones como una colmena. Un territorio luego la esclavitud. Elegía a sus presas y las gozaba por uno o dos La rutina repetía los días hasta que a Moebia llegó Magdalena, una al gobernador, comenzó a recibir testimonios y a tejer meticulosa-
paralelo, sin presente ni futuro, donde se mezclaban todas las días. Los ungía proporcionándoles toda clase de privilegios y deseos: periodista notoria por su talento para el escándalo. Había algo repul- mente una red de amistades para un ciclo de reportajes sobre dere-
lenguas y raleas y donde vivían, después del diluvio, los presos, banquetes, confortables camas, prostitutas, llamadas, alcohol y sivo y a la vez atrayente en ella, algo temible quizás porque poseía chos humanos, que le servía de escudo. Una tarde, quiso conocer
sus mujeres y niños en una promiscuidad de serpentario. droga. Pero sobre todo les daba su atención, los escuchaba, jugaba una inteligencia inquisidora, un radar para la mugre, que la hacían al Pata, mas Rafael se lo impidió. El taconeo de sus botas lo había
con ellos, les concedía una protección paternal, que iba interca- una entrevistadora inclemente. Tenía 35 años y una despensa de despertado de la siesta, pero fingió que dormía. Estaba sin camisa y
Rafael pertenecía a la torre madre y llegó a la cárcel por llevar 64 lando con ritos de iniciación cada vez más exigentes. De esa manera premios nacionales e internacionales porque era valiente y fiel a toda cruzado en una hamaca que obstruía el paso. El podría haber apos-
huevos de cocaína en el estómago. Lo atraparon en un aeropuerto llegaban con una oreja rota o una violación consumada. Luego de costa, primero porque no le temía a la muerte, pero sobre todo porque tado que ella lo contemplaba, que recorría las molduras de su pecho
y le dieron una pena leve tras confesar “voluntariamente”. Por eso, la excitación, los olvidaba, no les prodigaba ni una mirada, sino deseaba que la admiren, que la quieran. Se decía en el gremio que o el circuito de su bragueta desabrochada a propósito, pero cuando
fue a dar a Moebia por tres años —casi cumplidos— con un histo- órdenes y castigos, hasta que nuevamente eran los elegidos. odiaba a las mujeres, pero no era cierto, solo las despreciaba si lindas abrió los ojos para sorprenderla, ella miraba hacia el fondo.

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Yanbal

—Busco al Pata, soy periodista, quiero entrevistarlo. ­­ lo ignoraba o se burlaba de sus burradas y cursilerías. Era cruel. A porque escribiría un libro sobre su estadía, quedaba poco tiempo
Rafael le gustaba su humor negro y la extraña circunstancia por la para el final de la sentencia y ocurrió al fin que se embarazó. Luego
—¿Por qué no hablas conmigo? Puedo contarte lo que quieras.
que era inmune a él. Esperaba por horas su llegada para cercarla en nació la niña, y El Pata, a cambio de dejarlos en paz, seguía reci-
—Porque no me interesa. los pasillos y en la vida, enviándole regalos que fabricaba con sus biendo unas “visitas”. Pero se sentía burlado, en cuyo caso tenía
manos, llamándola por teléfono, mandándole cartas. mucho sentido que buscara resarcimiento, que tomara con la vida
A Magdalena le latían el corazón y el cerebro. Nunca antes había de la niña la que en verdad él quería.
conocido a un hombre de aquella envergadura, que por otra parte Así, de a poco, Magdalena se fue quedando, ya no por su trabajo
quisiera hablarle. Las feas saben que los hombres no se fijan en sino de visita, primero por un café fugaz, luego por una tarde y Rafael lo explicó con tal vehemencia que los abogados de la Iglesia
ellas, menos aun los hombres como él, porque el mundo está hecho después por una noche plena. Pero no era solo Rafael, sino lo que intercedieron por él y consiguieron los recursos para realizar un
para adular la perfección de las proporciones, la forma antes que allí sentía. En la cárcel Magdalena estaba aprendiendo otro sentido análisis de ADN, que permitiera dar con el autor. También lo escu-
el fondo, el brillo sobre la oquedad. Lo sabía, lo había estudiado de la belleza, del que había leído, pero invariablemente se había charon gracias a la influencia de Magdalena que, mutilada de muerte,
hasta la erudición. Desde que el mundo era mundo, de Aristóteles burlado. Aquel sentido inveterado, inmaterial, necesariamente bramaba por justicia y veía despedazarse su vida como un cristal
a Nietzsche, la belleza era el territorio de la contemplación y la inocente, que genera la necesidad de reincidir, porque produce hecho astillas. Lo único que ella quería era volver a la cárcel porque
bondad; y la fealdad, mucho peor que el sin lugar o la desviación, placer y, por qué no, paz. Imaginaba Moebia como una represen- allí había sido feliz hasta la inconsciencia, regresar a ese refugio donde
era el espacio de la repulsión y la violencia, de la abyección. Ojalá tación artística del mundo, es decir lo feo imitado con maestría, lo todo estaba tan muerto que sus espinas no se notaban. ¿Por qué había
hubiera sido simplemente lo contrario de lo hermoso, un contra- cual termina siendo una reverberación bella. Así como bella era su pensado que la felicidad era posible? ¿Por qué tuvo que imaginarla
punto simétrico de la mera apreciación. Era peor que eso, implicaba estadía, pues se sentía desatada, acogida, y no en el sentido de la fuera? Recogieron las muestras y la prueba fue enviada al exterior del
la más humana, por tanto, la más perversa reacción de repugnancia, admiración sentenciosa, no como si fuera una perla en el lodazal, país para su análisis. Los estudios demoraron algunas semanas, en que
de asco o de terror. Por eso le parecía que Frankenstein era la pará- sino porque era parte del conjunto. Se reía para sí, pues podía sentir Rafael estuvo fuertemente custodiado, pero no hacía falta pues perma-
bola más sincera de la humanidad: el monstruo huyendo hasta la el dislocamiento en su alma, el arrebatamiento de esta ternura necía encerrado en sí mismo, sumergido en un coma emocional que
muerte. Siempre había pensado que la belleza conmovía, volvía inusitada y nociva. El Pata lo vio a lo lejos, Magdalena encajaba lo tenía inerte. La prensa botaba tinta por la boca y el país entero
estúpida a la gente, pero nunca lo había experimentado hasta el en aquel desorden bíblico. Amenazó a Rafael, le advirtió el peligro, esperaba el resultado, que llegó finalmente un viernes en el que Rafael
frenesí y la parálisis. Si existía el amor a primera vista, debía ser pero fue inútil. Entonces trató con ella, pero tampoco funcionó; al amaneció muerto —quiso Magdalena hacer creer que en manos de la
una droga como esta, venenosa. No quería volver a verlo porque contrario, precipitó lo que tenía que pasar y terminó Magdalena mafia—, pero el informe era positivo y ella lo sabía, lo supo siempre.
sentía en las venas una dependencia química de la que era incapaz viviendo con Rafael en la cárcel, pagaba para dormir por las noches “La certeza de que todo está escrito nos anula, nos afantasma”, decía
de liberarse. Por eso volvía cada día. Aunque entonces fingía que y salía de mañana. La echaron del periódico, pero no importaba Borges y Magdalena lo había escrito en su diario.

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Temporada de guayabas
Adriana Campero Urcullo

Yo siempre he pensado que uno es lo que es y no debería fingir


ser otro. Pero Oliver me corregía y me explicaba que uno es quien-
quiera que finja ser.

Julian Barnes, Hablando del asunto

Toda vida humana tiene sus estaciones, y no hay caos interior que
dure indefinidamente. El invierno no dura siempre. También existen
el verano y la primavera, y aunque a veces, cuando las ramas siguen
oscuras y la tierra se resquebraja con el hielo, llega uno a pensar que
nunca van a llegar, esa primavera y ese verano llegan, llegan siempre.

Truman Capote, en La biografía definitiva (Gerald Clarke)

Quería tener un hombre para meterlo a una tina, bañarlo en guayabas,


y poder recordarlo con el olor que desprendía la pulpa suave y rosada

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de cada uno de los frutos que robaba del árbol del vecino. Guayabas. solamente que los guarde, sino que también los cuide. Y ya estoy Le arrebató la polera con un solo movimiento, la besó, se sentó en Y yo, inocente. Y yo, crédula. Y yo hipnotizada por sus labios
Estrujar las guayabas y sentir el jugo escurriendo entre sus dedos. cansada de coleccionar recuerdos. Quiero vivir. Quiero terminar el borde de la cama y, desde ahí, un poco más tranquilo, la miró un pequeños y cada mentira que salía de ellos, a pesar de saber
Frotarle la piel con guayabas, abrazarlo y apretar las pepas en su de limpiar todas las voces que revolotean alrededor y se enredan rato, mientras ella se sentía juzgada por un público inclemente. que cada palabra era una treta para conseguir cualquier cosa
espalda. Escoger una, la más grande, y acariciar su cuello con ella. en mi pelo, rogándome un espacio, aunque sea pequeñito, para Estiró un brazo y, asiéndola con los dedos por el pantalón, la llevó conmigo.
Quería reconstruir cada segundo con él al morder a escondidas cada regresar, darme felicidades fugaces y seguir atormentándome. hacia él.
guayaba, cerrar los ojos y dejar que sus labios acaricien la cáscara −Por ti es que el día es día, y la noche, noche.
antes de que los dientes toquen el centro y den el corte final. ------- −Estás más buena de lo que pensaba.
Y yo, cayendo cándidamente en cada coma, dejando de
Hasta que lo conoció. Pasaba el tiempo desenterrando instantes, rehaciendo cada segundo ------- respirar en cada punto, en ascuas en cada punto y coma,
en que pudo haber muerto y dar por terminado todo el asunto. sufriendo su perorata como si me desollara viva.
Hasta que no quiso oler más que su olor. Pensaba una y otra vez en los lugares clandestinos a los que la llevó Pienso en un violín y las cosas que dejó atrás. Pienso en un
para que nadie los vea, en cómo escaparon de caras conocidas, en la violín advirtiéndome que me cuide, y yo sin hacerle caso. Y yo −Estoy enamorado de ti.
Hasta que quiso cambiar todas las guayabas del mundo por volver vergüenza que pasó al derramar vino sobre un mantel blanco, los tomando de un sorbo el cocktail de dolor y miedo que preparé
a sentir sus manos desesperadas en su pecho, en sus piernas, en nervios, y más que todo, en la pérdida de todo el control. Después de para mí misma, al quererlo tanto. Y yo tonta, enamorándome de verdad.
su pelo, en su cara, en su espalda, en los botones y cierres que los dejar que unos cuantos tequilas ahogaran cada guayaba que quería
alejaban, en su boca, en su cintura. triturar entre su vientre y el suyo, soltó, mirándolo a los ojos, Y yo tratando de olvidar sus notas. Y ellas que me rodean, -------
perdida, las palabras con las que sin querer le cedió el control. que cuidan cada uno de mis pasos. Y yo matándolas con un
------- manojo de pastillas que me ayudan a olvidar. Y yo, ingrata, Mientras la tiraba, sonreía.
−Quiero que me hagas el amor. que me alejo. Y yo, malagradecida, que no las quiero.
Quiero escribir hasta que se acabe la tinta o mis ganas de vivir, lo No hablaba. Gemía. Le besaba los senos, la agarraba bien fuerte.
que pase primero. Pero nada sale. Mis dedos no responden, no El ron y la sorpresa hicieron estragos en su camisa. Dejó todo a −Si te hubiera conocido un mes antes, no, una semana Gemía. Su lengua jugaba con los pezones, cerraba los ojos, tiraba la
me obedecen, ya no son míos. Como mi corazón y el hueco que medias, tiró algo de dinero a la mesa −un aproximado generoso, antes... cabeza para atrás. Gemía. Sudaba. Pero en esos instantes casi casuales
tengo aquí, en medio del pecho, que a veces se llena de pena. para evitar problemas−, tomó su mano y, dando grandes zancadas, en que levantaba la mirada y la veía a los ojos, ella moría y volvía a
¿Puede existir algo parecido a un lenguaje secreto? No puedo la sacó del rincón estratégico en que se habían escondido. Las cosas Y yo, tonta, creyéndole. Y él, mirándome a los ojos. nacer. Como un desmayo. Como fuego. Como la felicidad.
dejar que mi vida pase entre paréntesis y comillas, pero los empezaron, entonces, al entrar a una cama ya ocupada y olvidar el
secretos me inundaron y sus dueños me persiguen, pidiendo no baño de guayaba. −Eres una mujer excepcional. ¿Qué tipo de juego perverso era ese?

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¿Jugar a no amar, jugar a jugar mientras se morían por dentro? la charla casual, sin moverse, uno al lado del otro, y entre susu- blancos. Ahora extraño, pero también anhelo. Es muy raro, Quería tantas cosas que sabía que no tendría, porque eran amigos,
rros, la verdad. pero a veces, antes de dormir, entre las responsabilidades, los porque no había nada entre los dos, porque llegó tarde y él no la
A veces el olor a guayabas volvía y quería asentarse en su piel, pero ella prejuicios y la soledad, pongo una mano sobre el vientre e había esperado.
no lo dejaba. Prefería ser fría y lejana. Oscura y misteriosa. Mantener −Te quedas ahí, como siempre, como una mancha húmeda en imagino a este espacio virtual haciéndose real. Y la angustia va
el glamour ante el mundo y entre cada gemido. Mantener la calma, la ropa interior y el secreto más grande que tuve, porque no lo dando lugar a la paz. Entonces no sabía si quería la muerte o un hijo. A veces, simple-
no sentir, y no morir de amor, o por lo menos no con testigos. puedes saber ni vos. mente, no podía seguir. O solo estaba ahí, muerta. Vacía porque
------- estaba llena de él, rebalsando.
------- El humo bailaba y se deshacía en formas mientras fumaba en la
cama, escuchando la canción. Mientras tanto, la inmovilidad y el Andaba por la calle armada con un ramillete de tampones, en -------
Estoy enamorada. Tan enamorada que duele, que da náuseas. silencio. No respondía, no tenía qué inventar. aquellos momentos, inservibles. Se compró los grandes, porque
Tanto, que hasta el hambre se ha ido, pero el vacío se llena pensaba que una riada iba a compensar el retraso. Tenía que ser Tu voz que me toca, mis manos que bailan, tus pies que
de ansias, de temores. Las voces vuelven, me aconsejan, me −Y lo peor es que, con la mirada, entre las frases sueltas sobre el un aluvión, seguramente, porque en esta situación no se puede levantan mi alma al pasar…
dicen qué hacer. Las canciones se adaptan a las situaciones. trabajo y lo pendejos que son tus compañeros, me gritas que tu jugar así.
No me queda nada más que decir. Ni escribir. Tal vez sea eso, secreto, el terrible, soy yo. Que son muchas las bocas que ha besado
los dedos están en huelga porque no les presto atención y Era una travesura, un pasatiempo. y a lo mejor te arrastra en su marea
ando buscando letras en vez de escribirlas. ------- y después no te arriendo la tarea
A pesar de todo lo que hizo para no sentirlo, el olor se había quedado de borrar el presente y el pasado.
Me avisaron a tiempo: ten cuidado, Ahora tengo miedo. No, miedo no. Terror. Y la cosa no es para con ella, impregnándole la vida.
mira que miente más que parpadea, menos, supongo. Tengo frío y la piel de gallina. Habrá que Tengo el alma pisoteada y confundida. ¿Y si solo eres un
que no le va a tu modo su ralea, mezclar la cerveza y la sangre para lograr algo, tal vez un poco Quería poder ser feliz con él. Sí, quería poder sonreír, jugar con sus invento de las grietas y las heridas? ¿Y si somos la historia
que es de lo peorcito del mercado. de calor. Pero hay que buscar sangre, porque la maldita no dedos, besarle el cuello, justo donde acaba su camisa. de amor más triste, la que no quería encontrar, la que quería
llega. Son días y semanas, la espero y nada. Me siento como evitar? Eres la historia de amor que no pedí. Una historia que
------ una novia plantada en el altar, toda vestida y alborotada, Quería poder acurrucarse en sus hombros y despertar ahí, o no cayó a mis manos como una maldición, como un castigo,
preparada para que el percance me agarre en la situación más despertar nunca. como mierda.
Su calor se escurría entre las piernas. Segundos antes, llegaban comprometedora, pero no. Ahora hasta extraño las manchas
los últimos temblores, los latidos más lentos, y su abrazo. Ahora, que salían en medio de exposiciones o en los pantalones Quería que el último beso de buenas noches que reciba sea el suyo. -------

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Le quitó los libros, la besó, le reprochó por no ir a verlo el sábado. La yo, entre chiste y chiste, ya sé dónde voy a poner la cuna en mi Las pupilas, sudores, temblores y agitaciones regresaron, pero esta compartido, entre otros lugares más absurdos y peligrosos.
miró, sus pupilas se dilataron. La soltó, giró y le dio la espalda. cuarto, sé que la mecedora, esa blanca y acolchada, va a estar vez no había deseo. Había miedo. Había recelo. Estaba perplejo. La verdad es que no sé qué hacer, doy vueltas entre síes y
al lado de la ventana, para que mientras descansemos juntas, noes todo el tiempo, pero no puedo evitar sentir estas ganas
−No la voy a dejar a ella, te voy a dejar a ti. veamos la vida pasar. −¿Estás segura? ¡Porque no me vas a venir a mí con retrasos de que tengo de conocerte, pequeña, a pesar de todo lo que
cinco días! pueda venir.
Y la volvió a besar. La abrazó, desesperado, como para no dejarla ir Pero yo me perdí por tus jardines
nunca, como para que las travesuras sean algo más, como para que dejando que ladraran los mastines, Había incertidumbre, temor, y ahora, un montón de pruebas que Ignoro sus comentarios idiotas, esos que le salen cuando está
los encuentros casuales duren siempre. Ella tenía que lidiar con su y ya bajo la zarpa de tus besos volaban por el cuarto, para estrellarse contra él y quitar toda duda. nervioso o no sabe qué decir. No pienso adornar la cosa, voy
indecisión, sus mentiras y el amor que disfrazaba de frases hirientes me colgué de tu boca con locura directo a matar.
o carentes de gusto al terminar. sin miedo de morir en la aventura, −Pero… Sabes que no puedo. Mi situación… ¡Y tú tampoco!
y me caló tu amor hasta los huesos. Especialmente ahora, estás en medio de tantas cosas, con tantos Los nervios no se disimulan, él no sabe qué hacer. Se para,
−No sé qué me pasa contigo, que acabo tan rápido… planes… pasa las manos por el pelo. Se rasca el cuello, empieza a
------- sudar. Me pregunta si estoy segura, tartamudeando, porque
Y encima eso. Encima los crecientes, las hinchazones. Encima el Tenía razón. Especialmente por los planes. Y porque confirmó que no quiere pasar este tipo de sustos por cinco días de retraso.
asco, los antojos, y las ganas de desaparecer. La decisión no estaba tomada. No era fácil, no era como pensaba. Lo iba a cargar con esto sola. ¿Cómo anunciar al mundo la noticia? Me enojo. Mis dedos, mis manos y mis brazos se unen para
llevó a territorio conocido, se sentaron cerca la cama. ¿Cómo, si ni siquiera ella la podía asimilar? buscar las pruebas del delito y botárselas en la cara, para
------- que no pregunte nada más.
−¡Te estás congelando! ¡No abras la ventana! -------
Aprobé las pruebas. Todas ellas. Y las que más temía, resultaron Se ahoga entre dobles líneas y positivos.
sobresalientes. Ahora soy como una canción en la que no pasa −No es que la abra, lo que pasa es que ya no se cierra. Y no puedo. No puedo, no puedo y no puedo.
nada. O peor, porque ahora sí me siento sola. Después de todo Se atora con las excusas que escupe, sobre su situación, sobre
el tiempo que te guardé detrás de mi puerta, un cuento saltó y −Igual que tus piernas. ¿Cómo decirle? ¿Cómo darle semejante aviso sin que trate de planes y vainas por el estilo.
se hizo letras. La tinta se desmaya en las hojas. El frío de la falta huir de mí? ¿De nosotras?
de tu voz entra por la ventana y me congela entre oraciones Lo bueno es que las bromas fuera de lugar eran frecuentes, así que Y yo agonizo en la certeza de la soledad.
y tijeras de papel. No sé qué hacer, además de tratar que los estaba acostumbrada. La noticia fue rápida, quitó todo sentimenta- Lo llevo a mi cuarto para que estemos más cómodos. Nos
dedos encuentren las respuestas y me hagan tocar tierra, pues lismo al asunto. sentamos al lado de la cama, la que alguna vez habíamos -------

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Yanbal Escritoras Bolivianas Emergentes

La gente se inquietaba, se notaba que estaba rodeada de fantasmas. −¿Qué? Sabías que al final una de las dos iba a caer.

Y caminaba, y quería enterrar en aguardientes las penas, pero no −Te he dicho que se iba a asustar.
debía inundar de borracheras desinhibidoras ciertos fluidos corpo-
rales. Especialmente los que tenían alguna relación con la nueva Se mira a los ojos unos segundos.
cavidad.
−Ya, la tinta la pongo yo. Andá y escribime una canción nueva,
Moría por un cigarro. una para las dos.

Moría más por saber qué hacer, o cómo. Porque además de estar Suspira, acaricia su reflejo.
sola y tener miedo, el asunto no estaba como para romanticismos ni
futuros esperanzadores. −O para las tres.

------- Apaga el cigarro en un cenicero improvisado, tira la colilla lejos. Busca


entre sus cosas, coge un cuaderno y un lapicero azul. En la tranquilidad
Es que ya te siento en mis brazos. Ya siento tu piel, tus risas y del abandono, espera otra temporada de guayabas y empieza a escribir.
tu llanto. Ya siento tus manos pequeñas jugando con las mías,
también pequeñas. Y sé que no podemos estar juntas todavía, -------
aunque me muera por conocerte.
Ya no quiero que huelas a guayabas. Quiero encerrar tu olor en un
------- frasco, para recordar tus orejas cuando quiera y volver a acurru-
carme en tu cuello abriendo solo un poquito la tapa.
Cede a la tentación y enciende un cigarro. Aspira y despide el humo
haciendo círculos. Se mira por fin al espejo. Ya no quiero que huelas a guayabas.
Quiero que huelas a mí.

* Los textos en cursivas fueron escritos por Rafael de León (Cuatro sonetos de amor).

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Giovanna Rivero: (Santa Cruz, 1972). Anabel Gutiérrez León: nació en Cambio climático, publicación Lourdes Saavedra Berbetty: (Cocha- Julia Peredo Guzmán: nació en Poético Madrid, España. Entre sus
Ha publicado los libros de cuentos Tarija, 1978. Su poemario Los espacios dirigida por el Centro Simón I. Patiño bamba, 1976). Psicóloga y socióloga. Cochabamba el 16 de junio de 1984. publicaciones figuran: El grito de la
Sangre dulce (2006), Niñas y detec- de la enfermedad, publicado por Plural y los poetas Jessica Freudhental, Juan Ha publicado en diversas revistas y Actualmente reside en La Paz. Es egresada Mariposa. Honorable Alcaldía del
tives (Bartleby, España, 2009), La Editores (2007), fue primer finalista del Carlos Ramiro Quiroga y Benjamín suplementos numerosos artículos, de la carrera de literatura. Ha publicado Cercado. Julio 2007. Antología La Secta
dueña de nuestros sueños (cuentos prestigioso premio literario “Yolanda Chávez. Ha publicado cuentos reseñas y ensayos literarios sobre la un cuento en La Lagartija Emplumada del Félix. Editorial Gente Común. Año
para niños, 2002) y las novelas Las Bedregal”, el año 2007. y poemas en revistas locales e producción contemporánea boli- N°2, y otro en la antología “La logia 2007. Antología LAS ADELAS. Mala
Camaleonas (2001, 2006 y 2009) y internacionales. viana. Es autora de Memorias de un de los Tartufos” editada por Gente Hierba Cartonera, y Ensayos y artículos
Tukzon, historias colaterales (2008), Emma Villazón Richter: nació en walkman, Editorial Yerbamala Carto- Común en 2006. Estuvo a cargo de la de prensa en los periódicos Opinión,
entre otros. Su producción figura 1983, en Santa Cruz de la Sierra, Liliana Colanzi: (Santa Cruz, 1981). nera, en 2008, y forma parte de Las edición de “Teatrales TXT”, antología de Los Tiempos, Atar a la Rata de la ciudad
en diversas antologías nacionales Bolivia. Escritora e investigadora en Estudió comunicación en la UPSA Adelas, antología poética, editada por dramaturgia joven editada por la misma de Cochabamba. Artículos publicados
e internacionales, tales como Alta lingüística. Ha publicado Fábulas de (Bolivia) y realizó una maestría en Yerbamala Cartonera, 2008. Ha sido editorial. Publica reseñas y artículos en en Juguete Rabioso y Correo del Sur.
en el cielo (2009), Conductas errá- una caída, en 2007, obra ganadora estudios latinoamericanos en la merecedora de las siguientes distin- diversas revistas, entre las que figura
ticas (2009) y El futuro no es nuestro del Premio Nacional de Poesía universidad de Cambridge (Reino ciones: Mención Honrosa “Concurso la revista literaria Alejandría y el blog Claudia Andrea Michel Flores: (Potosí
(2009). En 2004 participó del presti- Petrobras, en la editorial de la Cámara Unido). Ha sido periodista de diversos Incidentes Fantásticos” con el cuento www.editorialelcuervo.blogspot.com. 1980), miembro de la editorial Yerba
gioso Iowa Writing Program. Trabajó Departamental del Libro de Santa diarios y revistas. Sus relatos han sido “Posición Fetal”, organizado por Casa- Mala Cartonera desde el 2007. Publicó
como editora en el Grupo Editorial La Cruz. En 2008, fue seleccionada en incluidos en tres antologías de cuento blanca y Opinión Junio 2002; Mención Cecilia Romero: (1974) Obtuvo el Juego de ensarte en esa misma editorial
Hoguera, realizó una maestría en lite- la antología Escritoras bolivianas de boliviano: Memoria de lo que vendrá Honrosa “Concurso de crítica cine Primer Premio Nacional de Cuento el 2008.
ratura a través de la beca Fulbright- hoy, a cargo de Mara Lucy García. En (2000), ¡A mí qué! (2003) y Revista PEN europeo” con el ensayo “Los amantes Adela Zamudio 2007. Ha sido
LASPAU y actualmente desarrolla un el área de lingüística, ha publicado Bolivia (2004). Coeditora de Conductas del círculo polar”, organizado por acreedora también de la Segunda Paola R. Senseve Tejada: (1987)
doctorado en Literatura Hispanoame- Una aproximación a la gramática de erráticas. Primera antología boliviana Suplemento La Ramona, 2007, y Mención de Honor en el Concurso Boliviana nacida en Cochabamba,
ricana en University of Florida, USA. la lengua mojeño-trinitaria. Durante de no-ficción (2009). Autora del libro Mención de honor del “Concurso de Nacional de Poesía “Nataniel Aguirre” radicada en Santa Cruz. Egresada de
Escribe disciplinadamente en su blog el 2009 su obra apareció en Nuevo de cuentos Vacaciones permanentes cuento”, organizado por COMTECO, 1991 y semifinalista del Concurso la carrera de psicología, actualmente
http://dark-paranoid-park.blogspot.com panorama de la poesía boliviana. (El Cuervo, 2010). con el cuento “El Colgado”. Internacional de Poesía, Centro profesora de literatura del Colegio

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Internacional de La Sierra. Autora del de la Universidad Complutense de Mariana Ruiz Romero: (Tarija-Bolivia. y Grabado La Esmeralda México Cochabamba Bolivia, “Killing me
libro de cuentos Vaginario, Premio Madrid. Ha sido editora, articu- 1982) Estudió Filosofía y Letras en DF, es también diplomado en El Arte softly” y “Better than SEX, better than
Nacional Escritores Noveles de la lista y columnista de varias revistas, Cochabamba. Completó sus estudios como Terapia por la UAM, México DISNEYLAND” galería Ramis Barquet
Cámara del Libro y PETROBRAS. semanarios y periódicos bolivianos, en Córdoba. Ha colaborado en diversos DF.Ha expuesto en diversos países New York USA, Festival de video
entre los que se cuentan La Razón, suplementos literarios en su país, como Estados Unidos, Italia, China, DEMO, Italia, “Videos Bastardos”
Adriana Campero Urcullo: Nació en La Prensa, Pulso y Poder y Placer. actualmente escribe para Fondo Negro Chile, Colombia, España, Perú, Brasil, Brasil, “Resplandores” museo de la
Cochabamba en diciembre de 1983. Actualmente mantiene una columna en la Prensa. Ha publicado Los secretos Canadá, Bélgica, Argentina, Bolivia y Recoleta Buenos Aires Argentina,
Estudió en el Colegio Alemán Federico literaria en la revista quincenal de Rosalba, coedición argentino- México. Sobresalen sus exhibiciones entre otras. También participó en
Froebel. Se tituló como médico de la Nueva Crónica. Finalista en el I boliviana y el libro infantil Uma y el individuales “True Love” galería Magro ferias internacionales como MIA 2010
Universidad Mayor de San Simón. El Concurso Internacional de Cuento círculo Mágico (Editorial La Hoguera Rocca, Milán 2010, “Fagia” galería Miami, Pinta 09 New York, CH ACO
año 2005 ganó el 1er Concurso de Breve Salón del Libro Hispano- 2009). Es parte de la antología Joven Sicart Barcelona 2009, “El Olor del 09 Santiago de Chile, Miami Art
Cuento Corto del suplemento cultural americano (Ciudad de México), sus Poesía Boliviana “Cambio Climático”, Clan” galería Kiosko Santa Cruz 2008, Bridge 08 Miami, La Otra Bogotá y
Ramona (que circula con el diario cuentos han sido recogidos en las editada por el Centro Cultural Simón “Caperucita la más roja” Centro Simón ARTE BA Buenos Aires.
Opinión), y fue invitada a ser parte de antologías hispanoamericanas Voces I. Patiño. I. Patiño Bolivia 2007 Cochabamba.
su troupe, colaborando con artículos, con Vida y Recuentos urbanos, Expuso en muestras colectivas como El año 2006 ganó una Mención de
crónicas y labores de edición. Es todo. ambos publicados en México. Acaba Alejandra Alarcón: Nació en la ciudad “Tre personali” galería Magro Rocca Honor en la XV Bienal Internacional de
Pide disculpas por no rockear. de publicar Mujeres de Costado de Cochabamba, Bolivia 4 de Julio Milán Italia, “Possibilities” galería Artes Visuales de Arte Contemporáneo
(Plural 2010), que reúne entrevistas 1976. Actualmente vive y trabaja entre 13 México DF, “Versos de Euforia Santa Cruz de la Sierra Bolivia.
Magela Baudoin: (1973) cursó estu- a 15 mujeres bolivianas notables. México DF y Cochabamba Bolivia. Es Cosas invisibles” galería Traeguer &
www.alejandra-alarcon.com
dios de comunicación en la Univer- Es también consultora en comunica- licenciada en sociología por la UMSS Pinto México DF, “Arte Ahora” Museo caperucitalamasroja.blogspot.com
sidad Católica Boliviana y es espe- ción, docente universitaria y prepara Cochabamba y en artes plásticas por la Nacional de Arte La Paz Bolivia,
cialista en comunicación corporativa un libro de narrativa. Escuela Nacional de Pintura Escultura “Contextos” Centro Simón I. Patiño

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Presentación / 7
Presentación Yanbal / 9
Presentación Directora de Arte / 13
Lo más profundo...¿La piel? / 15
A modo de conclusión / 28
Hilos en los dedos / 32
El vecino y la niña / 45
Vacaciones permanentes / 51
Unidas / 65
Hombre en baño María /73
Alicia en el país de la Anarquía /79
La memoria y los elefantes /85
A salvo / 93
Espíritu: quinto elemento / 101
Moebia / 111
Temporada de guayabas / 117
Bio-Bibliografías / 128
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