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INTRODUCCIÓN

Al iniciar la investigación efectiva que lleva como título complicidad, demencia y

embriaguez se propone a dar a conocer posibles cuestionamientos en cuanto a las

actividades referentes al citado tema.

La razón que nos ha llevado a desarrollar el tema ya mencionado es que a través del

mismo investigaremos un poco más a fondo sobre la complicidad, demencia y

embriaguez

Para cumplir el cometido y los objetivos propuestos, se utiliza la investigación

bibliográfica asistida del método inductivo de investigación. Es importante señalar

que los datos utilizados para sustentar el trabajo son los existentes acorde con la

bibliografía institucional, por cuanto dejan poco a la interpretación y al análisis


COMPLICIDAD.

En sentido general, la complicidad o participación en el delito es la contribución que realiza

una persona en el hecho ilícito ajeno. Como bien afirman Cobo Del Rosal y Vives Antón:

“A diferencia de la autoría, que es realización del hecho propio, la participación es la

contribución en el hecho ajeno” . De esta definición elemental podemos extraer

rápidamente la cualidad esencial del tipo de participación: su carácter accesorio en relación

al hecho ilícito imputado.

En ese orden de ideas, el cómplice no podrá ser castigado, si el sujeto activo principal no lo

es. Así, el principio de ejecución del delito marca el límite de lo punible, es decir, tiene que

tener el cómplice una participación activa en la realización del delito; de no tenerla sería

imposible imputarle el delito en calidad de partícipe. De ahí que no hay complicidad en los

tipos de imperfecta ejecución o tentativa.

Analizado a grandes rasgos la situación accesoria de un partícipe en la realización de un

delito, conviene adentrarnos en la situación actual del cómplice en el Código Penal

dominicano. Esta situación se encuentra regulada en los artículos 59, 60 y siguientes de

nuestra Código Penal. Obviamente, por razones lógicas de espacio no vamos a analizar

todas las situaciones de complicidad y sólo resaltaremos los puntos críticos que no modifica
la nueva legislación penal que cursa en el Congreso Nacional.

A modo de ejemplo, tendremos a bien resaltar que el artículo 60 del Código Penal

considera cómplice a “aquellos que por dádivas, promesas, amenazas, abuso de poder o de

autoridad, maquinaciones o tramas culpables, provocaren esa acción o dieren instrucción

para cometerla”. En esta primera parte del artículo 60 vemos cómo el Código Penal

califica al autor intelectual como cómplice y, peor aún, en virtud de las disposiciones del

artículo 59: “A los cómplices de un crimen o delito se les impondrá la pena inmediatamente

inferior a la que corresponda a los autores de este crimen o delito”. Por ello, si una persona

manda a matar a otra será sentenciada con una pena inferior a la del autor material.

Obviamente, la situación anterior no ocurriría en caso de utilizar la teoría del delito para

esas situaciones, pues, en esos casos, se utilizaría la autoría mediata, es decir, aquella en la

que una persona utiliza como medio a otra para la comisión de un delito. Su rasgo

fundamental “reside en que el autor no realiza personalmente la acción ejecutiva, sino

mediante otro (instrumento); y lo que caracteriza el dominio del hecho es la subordinación

de la voluntad del instrumento a la del autor mediato” . ¿Quién tiene el dominio del hecho:

un niño de 10 años de uno de nuestros barrios pobres o un tutumpote que paga para la

realización del delito? La respuesta sobra.


Adicionalmente, el artículo 62 considera “como cómplices y castigados como tales,

aquellos que a sabiendas hubieren ocultado en su totalidad o parte cosas robadas, hurtadas,

sustraídas o adquiridas por medio de crimen o delito”. Aquí, vemos otro error garrafal en

las reglas de participación en el delito de la parte general del Código Penal. Nos

preguntamos, ¿cómo podemos ser cómplices de un hecho delictivo que (espacio-tiempo) ya

ocurrió?, ¿cómo se nos puede imputar una situación en la que no participamos?

La situación planteada en el artículo 62 del Código Penal transcrita anteriormente sería

inconstitucional, pues no pasaría lo pautado en el artículo 102 de la Constitución de la

República: “Nadie podrá ser penalmente responsable por el hecho de otro ni en estos casos

ni en cualquier otro”. En caso de imputarnos esta clase de delitos, nos estarían haciendo

responsables de situaciones que no cometimos; se nos estaría responsabilizando penalmente

por el hecho de otra persona en la que no aportamos ni un grano de arena. Esta situación

constituye otro de los desfases del Código Penal y que tampoco resuelve el nuevo proyecto

de Código Penal.

Para solucionar la situación planteada para las personas que no participan en el delito,

consideramos ideal la reforma de 1995 al Código Penal español. Así, el artículo 451 del

Código Penal español tipifica esta situación como un delito contra la administración de la
Justicia. “Será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años el que, con

conocimiento de la comisión de un delito y sin haber intervenido en el mismo como autor o

cómplice , interviniere con posterioridad a su ejecución, de alguno de los modos siguientes:

1º Auxiliando a los autores o cómplices para que se beneficien del provecho, producto o

precio del delito, sin ánimo de lucro propio; 2º Ocultando, alterando o inutilizando el

cuerpo, los efectos o los instrumentos de un delito, para impedir su descubrimiento. (…)”.

Compartimos, plenamente, la forma en que el legislador español solucionó el tema de los

encubridores, como se le puede imputar a una persona en calidad de cómplice un delito en

el que no participó.

PROYECTO DE CÓDIGO PENAL, SITUACIÓN INDESEABLE

El desfase anterior no enseñó nada al legislador del año 2008; tenemos más de 100 años

desfasados y esto continuará por los siglos de los siglos. Peor aún, a diferencia del

legislador del año 1884 que se inspiró en los textos franceses propios del siglo XIX y la

vanguardia en legislaciones penales de esos tiempos, nuestro Derecho no avanzó en un

siglo y sin ver la realidad de nuestro país cometimos el error de copiar nuevamente el texto

francés, ahora, claro, de la reforma del año 1994.


Las situaciones descritas en el acápite anterior continúan vigentes. El encubrimiento y el

autor intelectual siguen siendo formas de complicidad que desde nuestra óptica no pasan el

examen constitucional del artículo 102 de la carta magna. Parece mentira que la ley de

drogas solucione estas situaciones de mejor manera y por lo menos fije una especie de

autoría, especial para materia de drogas, para los jefes de bandas de narcotraficantes que

son castigados como autores.

Nuestro legislador actuó responsablemente cuando fijó este tipo de autorías en la Ley de

Drogas, pero, obviamente, ahí existía la presión internacional. Qué pena que no copiaran

nuestros dignos legisladores este ejemplo de un legislador más cercano como el del año

1988. Igual situación ocurre en la Ley de Lavado de Activos, donde hay formas especiales

de autoría. ¿Por qué no copiar nuestros propios ejemplos y fijar en su justa dimensión las

categorías dogmáticas de participación en los delitos?

No se trata de problemas semánticos y de penas, pues, ciertamente, el Proyecto de nuevo

Código Penal fija la misma pena para el autor intelectual (que sitúa sistemáticamente en la

complicidad), pues el problema, como vimos, va más allá de esa situación. Se trata de

estructuras lógico-objetivas dogmáticas que fijan el grado de participación de cada persona

en la realización de un ilícito.
Pero nada, mi voz clama en el desierto y espero que por lo menos ustedes la escuchen. El

Proyecto de Código Penal debe ser detenido y mandado a comisión para estructurar algo

más acorde con nuestra situación actual y que responda a un plan de política criminal del

Estado.

Hasta la próxima, mis queridos amigos, y como dije al principio la finalidad de este artículo

no es meramente científica, sino dejar constancia histórica de mi desacuerdo total con el

proyecto de modificación al Código Penal.

Complicidad necesaria y no necesaria: La complicidad es el acto por el cual una persona

participa o se asocia indirecta o accesoriamente al delito cometido por otro, por medio de

hechos limitativamente determinados por la ley, que no son un comienzo de ejecución, ni

indispensables para la existencia de la infracción. La complicidad necesaria es a la que se

refiere a los que cooperan a la ejecución del hecho por un acto sin el cual no se hubiera

efectuado. El cómplice necesario es un verdadero cómplice, no obra con ánimo de autor ni

ejecuta la acción principal, su actuación es, como la de todos los cómplices, accesoria a la

del autor principal, y sólo se diferencia de aquellos en que sin su participación no puede ser

cometido el delito La cooperación necesaria se diferencia de la coautoría material en que el


partícipe no ejecuta el hecho típico, sino algo ajeno pero necesariamente relacionado, en

definitiva participación en un hecho ajeno.

Por otro lado la simple complicidad o la no necesaria, es la que se refiere a los que

cooperan a la ejecución del hecho por actos anteriores o simultáneos. Esta es aquella en la

que una persona presta al autor una cooperación secundaria a sabiendas de que favorece la

comisión del delito, pero sin que su auxilio sea necesario.

Los cómplices necesarios reciben la consideración de autores y son castigados como tales,

en cambio a los simples cómplices se les aplica la pena del autor del delito consumado

rebajada en un tercio.

Necesaria o no, la complicidad ha de tener relevancia para la producción del resultado. Esta

exigencia lleva a excluir del ámbito de la complicidad y, consecuentemente de la esfera de

lo punible, las conductas que no representan una contribución al hecho delictivo.

Encubrimiento: Supone la existencia anterior de un delito y consiste en ocultar a quien lo

cometió, en facilitarle la fuga o en hacer desaparecer los rastros o pruebas del delito, o bien

en guardar, esconder, comprar, vender, o recibir en prendas o en cambio los efectos


sustraídos. Igualmente comete encubrimiento quien dejare de comunicar a la autoridad las

noticias que tuviere acercar de la comisión de algún delito, cuando estuviere obligado a

hacerlo por su profesión o empleo, o negare a la autoridad, sin motivo legítimo, el permiso

de penetrar en su domicilio para detener al delincuente que se encuentre en él.

La asociación de malhechores: El Código Penal Dominicano en su artículo 265 y 266

sanciona un tipo de pluralidad de agentes, al expresar que: "Toda asociación formada,

cualquiera que sea su duración o el número de sus miembros; todo concierto establecido,

con el objeto de preparar o de cometer crímenes contra las personas o contra las

propiedades, constituye un crimen contra la paz pública."

Como se ve en este género de infracción, el legislador sanciona el simple hecho de la

asociación, sin tener en cuenta que se hayan realizado o no las infracciones que constituyen

la finalidad de la asociación. Es sancionado con la pena de reclusión mayor, de

conformidad con lo previsto por el artículo 266 del mismo texto de ley.

Como la especie, el legislador ha previsto otros tipos de infracciones con iguales fines, tales

como la trama de cambio de gobierno, en las cuales, la característica saliente y común el

acuerdo o conciliación realizada por un dos o más personas con el fin de realizar actos
criminales, hecho que tiene la suficiente gravedad para perturbar profundamente la paz

pública y la tranquilidad de las familias.

Distinguir entre autores, coautores y cómplices

El autor es quien participa directamente en la realización dela infracción, mientras que los

coautores, son aquellos individuos que participan simultáneamente, aún en lugares distintos

en la comisión de un mismo hecho; mientras que los cómplices son aquellos se asocian

indirecta o directamente al delito cometido por otro, por medio de hechos limitativamente

determinados por la ley.

Textos que la contienen: Los artículos 59, 60, 61, 62 y 63 de nuestro Código Penal,

contemplan lo relativo a la complicidad, citamos a manera de conocimiento:

"Artículo 59.- A los cómplices de un crimen o de un delito se les impondrá la pena

inmediatamente inferior a la que corresponda a los autores de este crimen o delito; salvo los

casos en que la ley otra cosa disponga.

Artículo 60.- Se castigarán como cómplices de una acción calificada de crimen o delito:

aquellos que por dádivas, promesas, amenazas, abuso de poder o de autoridad,


maquinaciones o tramas culpables, provocaren esa acción o dieren instrucción para

cometerlas: Aquellos que, a sabiendas, proporcionaren armas o instrumentos, o facilitaren

los medios que hubieren servido para ejecutar la acción. Aquellos que, a sabiendas,

hubieren ayudado o asistido al autor o autores de la acción, en aquellos hechos que

prepararon o facilitaron su realización, o en aquellos que la consumaron; sin perjuicio de

las penas que especialmente se establecen en el presente Código, contra los autores de

tramas o provocaciones atentatorias a la seguridad interior o exterior del Estado, aún en el

caso en que no se hubiere cometido el crimen que se proponían ejecutar los conspiradores o

provocadores.

Artículo 61.- Aquellos que, conociendo la conducta criminal de los malhechores que se

ejercitan en salteamientos o violencia contra la seguridad del Estado, la paz pública, las

personas o las propiedades, les suministraren habitualmente alojamiento, escondite o lugar

de reunión, serán castigados como sus cómplices.

Artículo 62.- Se considerarán también como cómplices, y castigados como tales, aquellos

que a sabiendas hubieren ocultado en su totalidad o en parte, cosas robadas, hurtadas,

sustraídas o adquiridas por medio de crimen o delito.


Artículo 63.- (Modificado Ley No. 64 del 19 de Noviembre de 1924 G.O 3596, ley 224 del

26 de Junio del 1984 y por ley 46-99 del 20 de mayo del 1999). En ningún caso podrá

pronunciarse la pena reclusión mayor, cuando procedan contra los ocultadores, sino

después que se les hubiese convencido de haber tenido conocimiento, al instante de la

ocultación, de las circunstancias a las cuales la ley aplica la pena de treinta años de

reclusión mayor o la de reclusión mayor: de lo contrario, se les impondrá la pena de

detención."

Responsabilidad penal de los autores, coautores y cómplices

En nuestra legislación, los autores y los coautores son sancionados de la misma naturaleza,

con las sanciones establecidas por cada infracción; mientras que los cómplices de un

crimen o de un delito se les impone la pena inmediatamente inferior a la que corresponda a

los autores, salvo los casos en los que las leyes dispongan otra cosa; siendo preciso

establecer que cuando se habla de la pena inmediatamente inferior se trata de aquella que

correspondería, no de la que el juez haya impuesto al autor del hecho.

Las causas de eximentes de responsabilidad del autor, no se comunican a los cómplices, del

mismo modo, las excusas atenuantes, que por ser personales o reales concurren en la
persona de que se trata. Las circunstancias reales, o sea, aquellos actos externos que

acompañan la infracción, producen su efecto con respecto del cómplice, así como el autor

principal. Si por el contrario existen circunstancias agravantes, de atenuación o de

impunidad que son personales al autor principal, su efecto no se comunican al cómplice.

La demencia es un síndrome –generalmente de naturaleza crónica o progresiva–

caracterizado por el deterioro de la función cognitiva (es decir, la capacidad para procesar

el pensamiento) más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del

envejecimiento normal. La demencia afecta a la memoria, el pensamiento, la orientación, la

comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. La conciencia

no se ve afectada. El deterioro de la función cognitiva suele ir acompañado, y en ocasiones

es precedido, por el deterioro del control emocional, el comportamiento social o la

motivación.

La demencia es causada por diversas enfermedades y lesiones que afectan al cerebro de

forma primaria o secundaria, como la enfermedad de Alzheimer o los accidentes

cerebrovasculares. La demencia es una de las principales causas de discapacidad y

dependencia entre las personas mayores en todo el mundo. Puede resultar abrumadora no

solo para quienes la padecen, sino también para sus cuidadores y familiares. A menudo hay
una falta de concienciación y comprensión de la demencia, lo que puede causar

estigmatización y suponer un obstáculo para que las personas acudan a los oportunos

servicios de diagnóstico y atención. El impacto de la demencia en los cuidadores, la familia

y la sociedad puede ser de carácter físico, psicológico, social y económico.

Signos y síntomas

La demencia afecta a cada persona de manera diferente, dependiendo del impacto de la

enfermedad y de la personalidad del sujeto antes de empezar a padecerla. Los signos y

síntomas relacionados con la demencia se pueden entender en tres etapas. Etapa temprana:

a menudo pasa desapercibida, ya que el inicio es paulatino. Los síntomas más comunes

incluyen:

Tendencia al olvido;

Pérdida de la noción del tiempo;

Desubicación espacial, incluso en lugares conocidos.

Etapa intermedia: a medida que la demencia evoluciona hacia la etapa intermedia, los

signos y síntomas se vuelven más evidentes y más limitadores. En esta etapa las personas

Afectadas: Empiezan a olvidar acontecimientos recientes, así como los nombres de las

personas;
Se encuentran desubicadas en su propio hogar;

Tienen cada vez más dificultades para comunicarse;

Empiezan a necesitar ayuda con el aseo y cuidado personal;

Sufren cambios de comportamiento, por ejemplo, dan vueltas por la casa o repiten las

Etapa tardía: en la última etapa de la enfermedad, la dependencia y la inactividad son casi

totales. Las alteraciones de la memoria son graves y los síntomas y signos físicos se hacen

más evidentes. Los síntomas incluyen: una creciente desubicación en el tiempo y en el

espacio; dificultades para reconocer a familiares y amigos; una necesidad cada vez mayor

de ayuda para el cuidado personal; dificultades para caminar; alteraciones del

comportamiento que pueden exacerbarse y desembocar en agresiones.

Formas más comunes

Las formas, o causas, de la demencia son múltiples y diversas. La enfermedad de

Alzheimer es la forma más común de demencia: se calcula que representa entre un 60% y

un 70% de los casos. Otras formas frecuentes son la demencia vascular, la demencia por

cuerpos de Lewy (agregados anormales de proteínas en el interior de las células nerviosas)

y un grupo de enfermedades que pueden contribuir a la demencia frontotemporal


(degeneración del lóbulo frontal del cerebro). Los límites entre las distintas formas de

demencia son difusos y frecuentemente coexisten formas mixtas.

Tasas de demencia

La demencia afecta a nivel mundial a unos 47,5 millones de personas, de las cuales un poco

más de la mitad (58%) viven en países de ingresos bajos y medios. Cada año se registran

7,7 millones de nuevos casos. Se calcula que entre un 5% y un 8% de la población general

de 60 años o más sufre demencia en un determinado momento.

Se prevé que el número total de personas con demencia prácticamente pase de 75,6

millones en 2030 a 135,5 millones en 2050. Buena parte de ese incremento puede achacarse

al hecho de que en los países de ingresos bajos y medios el número de personas con

demencia tenderá a aumentar cada vez más.

Tratamiento y atención

No hay ningún tratamiento que pueda curar la demencia o revertir su evolución progresiva.

Existen numerosos tratamientos nuevos que se están investigando y se encuentran en

diversas etapas de los ensayos clínicos.


Sí existen, en cambio, numerosas intervenciones que se pueden ofrecer para apoyar y

mejorar la vida de las personas con demencia y sus cuidadores y familias. Los objetivos

principales de los servicios de atención relacionados con la demencia son:

diagnosticarla precozmente para posibilitar un tratamiento precoz y óptimo;

optimizar la salud física, la cognición, la actividad y el bienestar;

identificar y tratar enfermedades físicas concomitantes;

detectar y tratar los síntomas conductuales y psicológicos problemáticos;

proporcionar información y apoyo a largo plazo a los cuidadores.

Factores de riesgo y prevención

Hay pocas investigaciones que tengan por finalidad identificar los factores de riesgo

modificables de la demencia. La prevención se centra en los objetivos que sugieren las

evidencias disponibles, como la lucha contra los factores de riesgo de enfermedad vascular

(la diabetes y la hipertensión, obesidad e hipercolesterolemia en edades medianas) la

depresión en edades medianas y tardías, y los factores relacionados con el modo de vida,

como el consumo de tabaco, la inactividad física y las dietas poco saludables.


La demencia según el código procesal penal

Demencia o enajenación mental: La palabra demencia significa, ausencia de razón,

inconsciencia, incapacidad de parte de una persona de dirigir sus actos y de prever las

consecuencias de los mismos. El artículo 64 del Código Penal, establece que: "Cuando al

momento de cometer la acción el inculpado estuviese en estado de demencia, ó cuando se

hubiese visto violentado a ello por una fuerza a la cual no hubiese podido resistir, no hay

crimen ni delito".

La demencia anterior al delito: dicha situación no tiene influencia jurídica alguna, pues solo

la enajenación mental existente en el momento de cometerse la acción es válida. Sin

embargo cuando existe una sentencia que pronuncia la interdicción de hecho acerca de la

insanidad mental, muy apreciable sobre todo, cuando el representante del ministerio

público debe probar que el inculpado en el momento de la acción gozaba de una completa

salud mental.

La demencia en el momento de cometer la acción: Para que la demencia sea una causa de

no culpabilidad, es necesario que exista "en el momento de cometer la acción, y que por

consiguiente, si ello ha ocurrido antes o después del hecho, hay crimen, delito o

controversia. Si el Tribunal apoderado del conocimiento de un asunto de carácter penal


declara comprobado que el agente estaba en estado de demencia en el momento de la

acción, está en la obligación de descargarle de toda responsabilidad penal. No puede

tampoco pronunciarse contra él condenación alguna de carácter civil, porque en un demente

no es posible aprecia la existencia de la más ligera falta, tampoco se pondrá pronunciar

condenación al pago de las costas procésales.

Demencia acaecida después de cometer la acción: en este caso, se estima que si hay

instrucción previa, debe suspenderse la persecución hasta tanto cure el imputado, pero ello

así solamente en lo que al él se refiere, pues otras personas pueden ser interrogadas, y

recogidas todas en las pruebas encontradas. Pero no se puede calificar el proceso sin

apoderar a la jurisdicción de juicio. Si lo que a demencia se refiere, se ha encontrado que

existe una gradación casi infinita de individuos que ni son raros, ni son locos, sino que

tienen de una cosa y de la otra, y que existen los que se ha llamado semi-locos, quienes,

desde el punto de vista de la responsabilidad han sido considerados semirresponsables.

INFLUENCIA DE LA DEMENCIA EN LA RESPONSABILIDAD PE-


NAL y SITUACIÓN DE LOS MAYORES DE EDAD ANTE EL
DERECHO PENAL.

Ya hemos dicho que el legislador, en lo que se refiere a las personas que han cumplido los

dieciocho años, o lo que es lo mismo, que son mayores de edad penalmente, presume, por
una presunción de hecho y hasta prueba en contrario, que han llegado a tener un desarrollo

físico y mental que les permite tener plena conciencia de los actos que realizan, y de aquí

que se presuma también, en principio, su capacidad penal, y que, por avanzada que sea la

edad, persista tal presunción, salvo que se pruebe la existencia de circunstancias capaces de

hacerla desaparecer, ya sea en virtud del Art. 64, ora por una de las causas de no

culpabilidad que el juez puede apreciar. Pero en cuanto a la vejez especialmente, nuestra

ley sólo admite, cuando no sea aplicable el Art. 64, una mitigación de la pena después de

cumplidos los sesenta años (Arts. 65, 70, 71 y 72 del Código Penal).

LA DEMENCIA.

Según el Art. 64 del Código Penal, "cuando al momento de cometer la acción, el inculpado

estuviese en estado de demencia, o cuando se hubiese visto violentado a ello por una fuerza

a la cual no hubiese podido resistir, no hay crimen ni delito". Ante esta disposición surgen

las cuestiones siguientes: ¿qué es la demencia? Cuando se trata de una contravención, si ha

sido la obra de un demente, ¿hay infracción?

En cuanto al primer asunto, la palabra "demencia" significa, de acuerdo con su etimología,

ausencia de razón, inconsciencia, incapacidad de parte de una persona de dirigir sus actos y

de prever las consecuencias de los mismos.


LA DEMENCIA EN EL MOMENTO DE COMETER LA ACCIÓN.

Si examinamos de nuevo la disposición del Art. 64 advertiremos que, para que la demencia

sea una causa de no culpabilidad, es necesario que exista "en el momento de cometer la

acción", y que, por consiguiente, si ello ha ocurrido antes o después del hecho, hay crimen,

delito o contravención. Tal cosa se explica, porque la falta de conciencia y de dirección de

sus actos de parte del procesado, es lo que hace desaparecer la responsabilidad, ya que en

una mente en tal estado, no ha podido existir una voluntad dirigida a la comisión de un

hecho delictuoso, ni tampoco una representación de su resultado, así como una culpa, aún

la más leve.

LA DEMENCIA ACAECIDA DESPUÉS DE COMETER LA ACCIÓN.

Ha ocurrido muchas veces y puede ocurrir, que el agente activo del delito se vuelva

demente después de cometer ¡a acción. ¿Cuál es la consecuencia jurídica de ello? En tal

caso estimamos que, sí hay instrucción previa, debe suspenderse la persecución hasta tanto

cure el imputado, pero ello así solamente, en lo que a él se refiere, pues otras personas

pueden ser interrogadas, y recogidas todas las pruebas encontradas. Pero no se puede califi-

car el proceso ni apoderar a la jurisdicción de juicio.


ESTADO DE DEMENCIA ANTERIOR AL DELITO.

Es posible que se establezca que el imputado, antes de cometer el hecho, estaba enajenado.

Se puede probar también que lo estaba después del hecho, y mas aún, puede presentarse

una sentencia de los tribunales civiles para comprobar que dicho sujeto en el momento de

cometer la acción, se encontraba en estado de interdicción judicial por causa de locura.

¿Cuál es la consecuencia jurídica de todo esto? En tales casos, esta situación no tiene

influencia jurídica alguna, pues como hemos dicho, sólo la enajenación mental existente en

el momento de cometerse la acción es válida. Sin embargo, cuando existe una sentencia que

pronuncia la interdicción, es indudable que constituye una presunción de hecho acerca de la

insanidad mental, muy apreciable, sobre todo, cuando el representante del ministerio

público debe probar que el inculpado, en el momento de la acción, gozaba de una completa

salud mental. Asimismo, cuando el agente, antes y después de cometer el hecho ha estado

enajenado, es de creer que también lo estaba cuando lo cometió.

Por otra parte, no creemos en la existencia de los llamados "momentos lúcidos", esto es, en

que los enajenados tienen momentos durante los cuales son sanos; pues, si es posible que

en una especie de penumbra, se vislumbre tal vez la luz de la razón, en esta materia, o se es

sano o enfermo mental, ya que los términos medios no nos parecen aceptables para los fines

jurídicos.
MANIACOS.

Entre ellos podemos encontrar, en primer lugar, a los maníacos. Estos individuos sufren,

por ejemplo, el delirio de persecución que les hace creer que por donde quiera hay una

amenaza de mal contra ellos. Fuera de lo que constituye su manía, tienen la apariencia de

individuos absolutamente sanos; pero en lo que se refiere a ella, son locos visiblemente.

¿Cuál debe ser su responsabilidad penal? Se ha dicho que cuando e! agente comete una

infracción fuera de lo que constituye su manía, debe ser absolutamente responsable, y que

cuando la infracción se ha cometido en relación con ella, no debe serio. Otros opinan que se

le deben aplicar penas atenuadas; pero hay quienes se oponen a esta manera de razonar, no

sin razón en nuestro concepto, porque entienden que la personalidad humana no se puede

dividir en dos: de una parte la responsable y de la otra la irresponsable. En este caso, lo que

parecería más natural sería que el agente fuera enviado a un hospital, como medio de

curación y medida de seguridad, y nada más.

LOCURA PERIÓDICA.

Después vienen los que sufren de locura periódica, alternada o circular. Son aquellos

individuos de los cuales decimos: "tengan cuidado, que la luna está nueva". Son locos en

una ocasión y en otras no lo son aparentemente. Se ha opinado que cuando esos sujetos
están en el período de locura son irresponsables; pero que cuando están en los momentos de

lucidez, son absolutamente responsables, porque el Código Penal (Art. 64), exige que el

agente esté loco en el momento de cometer el hecho. Sin embargo, aquí también se debería

adoptar la misma solución que para los que sufren de delirio de persecución. Y esto así,

porque aunque sufran su locura por períodos, lo cierto es que siempre están enfermos, por

lo menos, mientras persistan las causas de su locura.

LOS IMPULSIVOS.

Después vienen los impulsivos: estos son individuos que van al delito o al crimen

empujado por una especie de fuerza irresistible. Aparentemente son sujetos sanos; razonan

perfectamente, actúan perfectamente, negocian perfectamente, y sin embargo, en ciertos

momentos de su vida, se manifiesta la impulsión mórbida. Por ejemplo, tenernos entre ellos

a los piromaníacos que son aquellos a quienes gustan los incendios. En segundo lugar, los

cleoptómanos, que son individuos que sienten atracción por cierta clase de robos, robos de

chucherías. Entre nosotros teníamos un tipo, muy conocido, que era un cleptómano; su

atracción era robar solamente sombreros usados y relojes.


LOS NEURÓPATAS.

Y pasamos a estudiar a los llamados neurópatas. Tenemos entre ellos, en primer lugar, a

los epilépticos, que sufren una perturbación mental que se presenta generalmente con

convulsiones y ataques catalépticos. Los que cometen delitos antes de la catalepsia, son

considerados como responsables, sobre todo, cuando el delito es cometido en el momento

que llaman las auras. A la epilepsia se le llama gran mal. Muchos creen que el epiléptico es

irresponsable sólo cuando realiza la infracción en el momento de ser atacado por la

enfermedad. Yo diría que en todos los casos, porque ese desequilibrio indica que el sistema

nervioso de tal individuo no funciona bien y que, por consiguiente, no es un responsable

sino un enfermo. Existe otra clase de epilepsia, que es la epilepsia larvada, a la cual se le

llama "pequeño mal", en la cual no hay convulsiones ni catalepsia. Este es también un

individuo enfermo y por tanto no responsable.

LA EMBRIAGUEZ ALCOHÓLICA.

El estudio de este tema se puede abordar desde varios puntos de vista como son: el social, o

sea el peligro que ofrece para la sociedad el uso inmoderado o el abuso del alcohol; el

criminológico, como causa explicativa de una conducta delincuente, y finalmente, el

jurídico, que se ocupa del estudio de cuál es la responsabilidad penal de los


que cometen infracciones en estado de embriaguez. Nosotros sólo vamos a estudiar este

último aspecto.

EFECTOS DEL ALCOHOL.

La experiencia diaria demuestra y la cien-i ha confirmado, que aún la ingestión de

pequeñas cantidades de alcohol ciertos casos, es suficiente para producir una alteración de

las funciones intelectuales, una paralización del impulso volitivo, una excitación de las

vías motoras, así como manifestarse sus efectos por una elevación del buen humor, del

entusiasmo, como también por una excitación o una depreciación anímica. También se

sabe, que estos efectos se producen de distinto modo, según las personas, la clase de bebida

y aún los países.

RESPONSABILIDAD PENAL DEL EBRIO.

Hechas las clasificaciones anteriores, vamos a determinar la correspondiente

responsabilidad penal en cada caso. En relación con esto, nuestro Código Penal ni ley

alguna especial contienen disposiciones especiales, mediante las cuales se reglamente este

asunto o se den pautas a los jueces. Es por esto que ha tocado a la doctrina y a la

jurisprudencia el hacerlo de acuerdo con los principios, y de acuerdo con el fundamento


moral de la responsabilidad que es uno de los principios básicos de nuestro viejo Código

Penal.

EMBRIAGUEZ CRÓNICA.

En lo que se refiere a la embriaguez habitual, en la que el agente se ha convertido en un

alcohólico y sufre delirios, frenesí', etc., es indudable que, debido a la intoxicación que le

afecta de modo permanente, es un verdadero enajenado, quien, si en ese estado ha cometido

una infracción, debe ser descargado en virtud del Art. 64 del Código Penal que ya

conocemos, por causa de demencia.

CONSTREÑIMIENTO O FUERZA IRRESISTIBLE.

Si examinamos de nuevo él Art. 64 del Código Penal veremos que, además de lo referente a

la demencia, expresa que cuando en el momento de cometer la acción, el inculpado se

hubiese visto violentado a ello por una fuerza a la cual no hubiese podido resistir, no hay

crimen ni delito.

Antes de entrar en el examen del contenido de este texto es necesario que observemos que

si la violencia es una causa de no culpabilidad cuando se trata de crímenes y de delitos, por


la naturaleza misma de las cosas hay que admitir que para el que comete una contravención

en tales circunstancias, debe existir también una causa de exculpación. Es en tal sentido que

se pronuncian la doctrina y la jurisprudencia.

Al examinar el artículo citado nos encontramos con que sus términos pecan de vaguedad e

imprecisión, porque frente a lo dicho de que no hay crimen ni delito cuando e! imputado se

hubiese visto violentado a ello por una fuerza a La cual no hubiese podido resistir, surgen

varias preguntas a las que no responde con precisión, como son: ¿Cuál es la naturaleza de la

fuerza que ha violentado? Es física o moral? ¿Debe provenir de una causa endógena o

exógena? ¿Cuáles son las circunstancias o condiciones necesarias para que tal violencia sea

causa de no culpabilidad? El no haber podido resistir a la violencia ¿se refiere sólo al

imputado o a una persona de tal o cual resistencia media o normal? Frente a ello, y a fin de

dar respuesta a todas estas cuestiones, vamos a examinarlas por separado.

LA VIOLENCIA FÍSICA.

Según el diccionario de sinónimos de Don Pedro M. de Olive, la palabra violentar se usa

para expresar que una persona, valiéndose de la fuerza, ya sea material, ya de la que le

presta la superioridad o autoridad que tenga contra otros, los mueve a hacer lo que ellos no

quieren". Partiendo de este sentido del término, vemos que contiene el de que se use una
fuerza material o moral para compeler a otro a hacer una cosa prohibida o a no hacer algo

ordenado por la ley, esto es, que el término envuelve en su significación, tanto la violencia

física como la moral.

CONDICIONES QUE DEBE TENER LA VIOLENCIA.

La Ley que comentamos exige, para que la violencia sea una causa de no culpabilidad, que

el inculpado no la haya podido resistir. Estas expresiones han sido interpretadas en el

sentido de que la fuerza mayor debe ser absolutamente irresistible, una imposibilidad

absoluta de no hacer lo que se hizo, y no meras dificultades contra las cuales el agente

puede o ha podido luchar, y triunfar. (Ver casos en Garcón, Cod. P. anotado).

Embriaguez, alcoholismo e intoxicación plena:

Con relación a la responsabilidad penal del ebrio, nuestro Código Penal ni ley alguna

especial contienen disposiciones especiales, mediante las cuales se reglamente este asunto o

se den pautas a los jueces. Es por eso que ha tocado a la doctrina y a la jurisprudencia el

hacerlo, de acuerdo con los principios y al fundamento moral de la responsabilidad. Para

establecer la responsabilidad penal del ebrio, la doctrina ha realizado una clasificación del

tipo de ebrios, a saber:


Embriaguez crónica habitual: Es cuando el agente se ha convertido en un alcohólico y sufre

delirios, frenesí etc, por lo cual, debido a la intoxicación que le afecta de modo permanente,

es un verdadero enajenado, y si en ese estado ha cometido una infracción, debe ser

descargado en virtud del Art.64 del Código Penal, por causa de demencia. Queremos añadir

aquí, un concepto muy nuestro, partiendo del hecho de que el estado de embriaguez, que

acabamos de ver, no se encuentra en nuestro ordenamiento penal, como un tipo de

demencia, o como una causa de eximente de responsabilidad, queda al libre albedrío de los

jueces acogerlo o no como tal, aún cuando no negamos la posibilidad de esta tesis como

medio de defensa.

Embriaguez accidental: Es aquella que le ocurre a un sujeto que ha ingerido cualquier clase

de bebida sin conocer los efectos del alcohol; que no ha querido embriagarse ni ha podido

prever las consecuencias de su acción. Para determinar su culpabilidad hay que hay que

investigar la existencia de toda responsabilidad; si esta es plena, hay que negar la existencia

de toda responsabilidad; si es parcial debe ser rebajada en proporción al grado de ella e

imponerse una pena atenuada; repetimos aquí, lo que expresáramos anteriormente, no se le

impone al juez. Embriaguez voluntaria: Es cuando el agente conociendo los efectos del

alcohol y sin intención criminal ha querido embriagarse y lo ha conseguido plena o

parcialmente. Si en ese estado ha cometido alguna infracción, hay que distinguir entre sí es
plena su embriaguez o no y si se trata de una infracción en la cual entra o no la intención

como elemento constitutivo. Si la infracción es intencional, y la embriaguez plena, como

por ejemplo si se trata de una injuria o de una falsedad, no habrá infracción por falta de

elemento moral. Si es de aquellas infracciones como el homicidio o el incendio

involuntarios, en las cuales a falta de intención, una falta o culpa bastan como elemento

moral, la embriaguez en tales circunstancias, es una falta imputable, que justifica la

condenación. Si se trata de infracciones no intencionales, como una contravención o un

delito contravencional, el juez puede declarar que hay culpabilidad. Si la embriaguez no es

plena no excluye la culpabilidad, pero sí puede justificar la aplicación de circunstancias

atenuantes según los casos.

Embriaguez intencional o premeditada: Ocurre cuando un individuo tiene la resolución de

cometer una infracción, pero no se siente con el suficiente coraje para realizarla, y por ello

busca en la ingestión de alcohol la decisión y el arrojo que le hacen falta. Sí este individuo

ejecuta luego el hecho, un homicidio, por ejemplo, sin que su embriaguez sea plena, la

culpabilidad existe y bien puede constituir ese hecho una agravación judicial en el ánimo

del juez. Cuando por el contrario la embriaguez es plena, la culpabilidad existe puesto que

la intención coexistió con la ejecución.


CONCLUSIÓN

Después de realizar un examen exhaustivo del presente documento llegamos a la

conclusión del que el mismo es de gran importancia para dicha materia ya que presta

conocimiento la complicidad, demencia y embriaguez

Como se dijo en la introducción, la investigación que concluye se elaboró basada en los

formatos bibliográficos y preceptos orgánicos de la institución estudiada, y por cuanto por

ser preceptos normativos establecidos se prestan poco al análisis, no obstante no se duda en

afirmar que al estudiar el tema se ha enriquecido el acervo y los conocimientos de los

participantes.

Este estudio ha logrado plasmar conocimientos claros y precisos con relación a la

importancia que tiene la complicidad, demencia y embriaguez desde sus inicios hasta la

actualidad para dicha materia ya que es muy importante que el futuro especialista en

cualquier área del saber conozca los conceptos acerca del análisis y procesamiento de la

información, para utilizarlos como una herramienta que le ayude a la toma de decisiones

correctas y oportunas.
BIBLIOGRAFÍA

Anteproyecto Código Penal Dominicano. Editora Trajano Potentini. R.D. 2001

Código Penal de la República Dominicana.

Dotel Matos, Héctor: Fundamento de Derecho Penal. Editora Trajano Potentini. Santo

Domingo. 2001.

Duarte Canaán, Pedro José: Influencia de la Demencia en la Responsabilidad Penal.

Editora La Filantrópica. Santo Domingo. 1999

Jiménez de Azua, Luís: La Ley y el Delito. Editora Sudamericana. Quinta Edición. Buenos

Aires. 1967

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