Los antiguos pobladores andinos utilizaban las huatias (hornos hechos de adobe),
lapachamanca (hoyo en la tierra) y las vasijas de barro como sus principales
formas de cocinar los alimentos.
Una receta de finales del siglo XIX, de autor anónimo dice: “Se hace un hoyo en
la tierra seca, y sobre el se levanta un horno pequeño de pedazos de tierra
endurecida, que la gente del campo llama togras. Después de formado se atiza
con granza, hasta que por el interior este candente. Entonces se desahoga de la
ceniza y con mucho cuidado se abre la coronilla del horno, y por ahí se
introducen papas grandes, camotes, yucas, choclos de maíz verde, pollos moldes
de queso. Cada pieza bien envuelta y liada en hojas de achira, de col o de
lacayote (calabaza). Se entiende que los pollos y los conejos van rellenos o de
otro modo. Cuando ya está bien acomodado, se derriba el horno y con una pala
de una lampa se aplana bien y encima harta tierra. Dos horas después se
escarba con cuidado y se saca sacudiendo la tierra.”
En el siglo XVI esta costumbre de cocinar fue adaptada por los españoles a una
olla de barro que se colocaba sobre el fuego. De esta adaptación de la tradicional
huatia se derivan platos como la huatia surcana del tradicional distrito de Surco
en Lima y la huatia en olla.
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