PONENCIA GENERAL.
ENFOQUE ESPECÍFICO.
CONCLUSIONES:
1. La nueva concepción del procedimiento
como técnica para la aproximación reconstructiva de una verdad material
que le precede y trasciende -y no para “construirla” desde el expediente con
base en un juego ritual- conduce a abandonar el paradigma del trato
igualitario cuando el mismo no constituye sino un eufemismo para reproducir
las desigualdades ya presentes en el negocio jurídico que motiva la
controversia.
2. Máxime cuando, ya en sus propios
términos, la igualdad procesal encubre en realidad un favor al demandado,
quien tiene el poder de crear la controversia procesal con base en la mera
negativa de los hechos fundantes de la pretensión.
En materia laboral, dispensar un trato
igualitario a los litigantes deriva hacia la inconstitucionalidad, pues contradice
la garantía de protección del art. 14 bis, las directrices emanadas de la ley
sustantiva y de la “jurisprudencia” de los órganos de aplicación de los
tratados internacionales que configuran las “condiciones de vigencia” de los
que fueran ratificados por nuestro país.
Entre las manifestaciones más
relevantes del trato preferente que la legislación y los jueces deben
dispensar al trabajador, destacamos la necesidad de revisar nuestras
prácticas en materia de acuerdos que, montados realmente sobre la
necesidad apremiante del trabajador y nominalmente sobre su autonomía,
suponen la renuncia a derechos no controvertidos; la necesidad de menguar
la eficacia de la negativa del demandado como constitutiva de controversia
genuina, imponiendo que -mediante la regla de clare loqui y sus
derivaciones- el pleito se articule en trono a dos versiones positivas sobre
los hechos en disputa; y a la necesidad de dar amplia recepción al instituto
de la carga probatoria dinámica como complemento de las presunciones
sustantivas y del principio in dubio pro operario, con especial consideración
por la prueba de indicios en los casos de especial dificultad por involucrar
motivaciones de la esfera íntima del empleador.