Es una acción judicial que se inicia con el fin de lograr aceleradamente que se
reestablezca el derecho o garantía violentado por un acto (por ejemplo, apresar
injustamente a alguien) o por una omisión (no entregar la prótesis, no cubrir una
prestación) arbitraria e ilegítima de autoridad pública o privada, que provoque una
lesión actual o inminente.
Esta acción judicial ingresó como art. 43 a la Constitución Nacional en el año 1994. Sin
embargo, pese a ser un derecho reconocido constitucionalmente no hay a la fecha una
reglamentación procesal, razón por la cual se aplica la ley de amparo 16.986 del año
1966 que, por haber sido redactada años antes del surgimiento de la acción de amparo
constitucional, no siempre son compatibles.
Para que sea admisible la acción de amparo:
No debe existir otro remedio judicial más idóneo. Es una vía excepcional.
Debe existir un acto u omisión de autoridades públicas o privadas.
El acto u omisión de autoridades públicas o privadas debe producirse con
arbitrariedad o ilegalidad manifiesta.
El acto u omisión de autoridades públicas o privadas debe lesionar derechos y/o
garantías reconocidas por la Constitución, un Tratado o una ley. Es por eso que
en el reclamo siempre hay que mencionar expresamente la normativa violada.
No es necesario agotar la vía administrativa para iniciar el amparo (por ejemplo
reclamando previamente ante la Superintendencia de Servicios de Salud de la
Nación), razón por la que aún sin haber cumplido aquel recaudo se le da curso al
amparo.
La acción debe interponerse dentro de los 15 días de la denegatoria de la
prestación. Pero si el acto u omisión que lesionan un derecho padece de
ilegalidad continuada que se mantiene al momento de plantearse el amparo y,
posteriormente, sin solución de continuidad (por ejemplo en el caso de negativa
a cubrir prestaciones periódicas como medicamentos), no puede rechazarse la
acción de amparo bajo pretexto del vencimiento del plazo de 15 días.
El amparo de salud
Cuando se vulnera el derecho de la salud de una persona, la vía para restablecer aquel
derecho es el llamado comúnmente amparo de salud, que es una especie del juicio de
amparo genérico (una de las subespecies es el amparo de salud por discapacidad).
Este amparo debe ser iniciado por el propio afectado, si tiene capacidad. Si no tiene
capacidad, debe ser iniciado por su representante (padre, tutor, curador o apoyo). En
este caso se deben acompañar los documentos que acrediten esa condición.
El amparo de salud procede contra el Agente de Salud obligado a cubrir la prestación
que se reclama, llámese Obra Social (sindical o estatal), Empresa de Medicina Prepaga o
el Ministerio de Salud. Tratándose de amparos de salud, la competencia por lo general
es la justicia federal, salvo amparos contra IOMA o contra la Caja de Previsión Social
para Abogados de la Provincia de Buenos Aires, en cuyos casos la competencia es
provincial y se aplica normativa bonaerense.
Luego de recibir la demanda, el juez otorgará un plazo a los demandados para que la
contesten. La ley no indica la cantidad de días, de modo que es el juez el que los
determina (por lo general serán 5).
El demandado contesta y ofrece su propia prueba para acreditar los motivos por los que
no cumple la prestación. Generalmente alega que el pedido no es materia de amparo,
invocando todos los presupuestos no cumplidos. La discapacidad no suele ser negada
por el demandado, quien solo se limita a cuestionar que esté obligado a cubrir las
prestaciones cuya cobertura exige la otra parte.
Una vez contestada la demanda, el juez convocará a una audiencia de conciliación (a la
que las partes deben concurrir obligatoriamente) y, de fracasar, dispondrá que se
produzca la prueba conducente de ambas partes, teniendo en cuenta lo invocado en la
demanda y en la contestación.
La sentencia
Prestaciones recreativas
Ninguna ley de discapacidad exige a las obras sociales y prepagas la provisión de
prestaciones de índole deportivo o recreacionales.
La sola circunstancia de que la prestación recreativa resulte beneficiosa para el menor,
con miras a su integración e inclusión, no justifica imponer a las prestadoras de salud la
obligación de solventarla pues, con el mismo criterio, debería hacerse pesar sobre éstas
cualquier otra actividad de carácter social que tuviera esa misma finalidad (asistencia a
espectáculos públicos o lugres de interés cultural, etc.), lo cual carece de toda
razonabilidad si no se sustenta en ley alguna.
Pañales descartables
La procedencia de la cobertura requiere la prescripción específica del médico tratante
quien debe indicar que el paciente presenta incontinencias, cuál es la cantidad mensual
requerida y las características de los pañales.
Teniendo en cuenta el grado de tutela preferente del que goza la persona con
discapacidad, que es merecedora de una cobertura integral de las prestaciones que
tengan relación con su enfermedad, ante la indicación médica precisa corresponde
brindar cobertura de los pañales descartables.
CONCLUSIÓN
La acción de amparo ha sido vista con buenos ojos cuando ha permitido resolver
situaciones de mora injusta ante rechazos de coberturas de prestaciones indiscutibles,
sea por estrategia económica, por desconocimiento o por desidia.
Pero por otro lado, circula en el saber popular que todo lo que no brinda el sistema de
salud voluntariamente, puede conseguirse por la acción de amparo. Y la percepción de
los medios periodísticos ayuda en este sentido. La falta de límites a las pretensiones
individuales motivó el aumento de la cantidad de amparos de salud, que dejaron de ser
un remedio excepcional que devuelve derechos y garantías constitucionales, para pasar
a ser una vía mediante la que los jueces administran los recursos económicos de las
obras sociales y prepagas. Se multiplican entonces los conflictos, ganando una lógica de
confrontación (y de abuso) que promueve el aumento de reclamos judiciales.
Sumado a eso, la creciente incorporación de nuevas tecnologías, que si bien trae
innumerables ventajas, también trae dificultades PRINCIPALMENTE EN CUANTO AL
IMPACTO SOBRE LOS RECURSOS ECONÓMICOS de los prestadores (la responsabilidad
del médico es con el paciente y él no paga la tecnología; quien financia las prestaciones
no es quien las consume ni quien decide qué consumir).