RECUPERACIÓN PSICOFÍSICA
https://www.cuerpomente.com/salud-mental/efectos-trauma-psicologico-cuerpo_1567
Las personas con un legado traumático necesitan ayuda para aprender a tolerar
las sensaciones, emociones y reacciones que experimentan.
Historias de traumas
Sherry fue una de las primeras personas que llegaron al Trauma Center, en
Massachusetts, y me enseñó la extrema desconexión del cuerpo que
experimentan las personas con historias de traumas y de abandono. Con los
años, nuestro equipo de investigación ha comprobado repetidamente que el
maltrato emocional y el abandono pueden ser igual de devastadores que el
abuso físico y sexual.
Sherry sabía que pellizcarse la piel era algo destructivo y que tenía que ver
con el abandono de su madre, pero comprender el origen del impulso no le
ayudaba a controlarlo.
Cuerpo a la defensiva
Sin embargo, siempre me impresiona ver lo difícil que es para las personas
que han sufrido algo indescriptible transmitir la esencia de su
experiencia. Para ellas, es mucho más fácil contar lo que les han hecho que
darse cuenta, sentir y poner palabras a la realidad de su experiencia interna.
Sin embargo, en nuestra vida diaria, estas mismas áreas cerebrales son
responsables de registrar todo el abanico de emociones y sensaciones que
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En nuestro centro también trabajamos, con gran éxito en los tratamientos, con
clases de yoga, cuidado de animales, técnicas de relajación o de masaje.
Lamentablemente, aparte del yoga, pocas de estas tradiciones de sanación no
occidentales han sido estudiadas sistemáticamente para el tratamiento del
TEPT.
Fue gracias a la terapia con masajes que Sherry aprendió a tolerar el contacto
y a descongelar, poco a poco, su cuerpo anestesiado.
—¿Y el yoga puede ser un camino para lidiar con el trauma y desbloquear
este mecanismo de defensa? …………………………………………………..
—Sí. El yoga es una técnica que ayuda a sanar el trauma. Nuestra cultura
occidental no es de gran ayuda para sanar el trauma, en cambio China ha
desarrollado el Chi Kung y el Taichí que son también un buen camino para tratar
el trauma mientras que en la India está yoga y en África los tambores.
grupo –como en una coral– también es muy sanador. Pero tanto en Europa como
en Estados Unidos más bien nos orientamos a la bebida. Somos una cultura
alcohólica. Si te sientes mal, sacas una cerveza. Y es bastante peligroso porque
existe una alta correlación entre el trauma y el consumo excesivo de alcohol y
de drogas para conseguir bloquear las sensaciones que emergen a causa del
trauma.
TESTIMONIO
https://www.cuerpomente.com/testimonios/amarse-a-uno-mismo-para-superar-el-maltrato_127
En uno de esos centros conocí a Isabel, una joven de diecinueve años que
había abandonado los estudios en primero de bachillerato, pero que ahora
deseaba ser profesora de filosofía o trabajadora social.
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Le sugerí que saliéramos para hablar con calma, si creía que podría servirle de
algo. Aceptó y nos sentamos en un banco. Isabel se encendió un cigarrillo y me
contó su historia:
A los dieciséis años, comenzó a salir con un chico algo mayor. Al principio
era atento, afectuoso, divertido, pero enseguida comenzó a mostrarse celoso y
dominante. Carecía de inquietudes y ridiculizaba el interés de Isabel por los
libros, el teatro y las exposiciones de arte o fotografía. Se burlaba de sus amigos
y, poco a poco, logró que dejara de quedar con ellos.
Un día Isabel notó que alguien seguía sus pasos por la calle. Al volverse,
descubrió que era su novio. Se acercó a él para pedirle explicaciones. Solo
consiguió que le chillara y le arrebatara el móvil por la fuerza, inspeccionado
sus llamadas. Descubrió un contacto desconocido y le exigió que le contara
quién era. Isabel se negó y su reacción le costó la primera bofetada.
Le pregunté por su madre. “Se lleva la peor parte. Se ensaña con ella. En mi
casa se viven escenas horribles que me avergüenza contar o recordar”. “¿Tu
madre nunca ha pensado en separarse?”, inquirí con el corazón encogido.
“No. Lo peor es que lo justifica. Dice que no sabe lo que hace, que es un
enfermo, que la culpa la tiene el alcohol. A veces añade que ella también lo
provoca, que le pone la cabeza como un bombo y le hace explotar. Yo creo que
dice esas cosas porque mi padre nos pide perdón después de pegarnos. Se
pone de rodillas, gimotea, llora con lágrimas como puños. Mi antiguo novio
hacía lo mismo. Imagino que es un patrón de conducta, algo que se repite
en todos los maltratadores"
Me gustaría contar que yo le di las claves para salir del círculo donde había
quedado atrapada, pero me limité a escucharla, insistiendo en que no
rechazara el amparo de la ley. Al parecer, las medidas preventivas son precarias
e insuficientes, particularmente cuando el maltratador se mueve por una
obsesión incontrolable.
Creo que ciertos clichés sobre los roles sociales del hombre y la mujer
estimulan el maltrato. Se identifica lo masculino con el éxito, la fuerza y la
sobreprotección. En los restaurantes, si una pareja pide una cerveza y un
refresco, el camarero presume que la bebida alcohólica será para el hombre.
Sucede lo mismo con la nota, pues se considera una grosería que la mujer abone
la consumición.
La presunta cortesía muchas veces solo encubre una visión patriarcal de las
relaciones entre los sexos.
Ser una muñequita no es algo halagador, sino una discreta humillación que
sitúa a la condición femenina en un escalón inferior. La amabilidad debe ser
recíproca, no asimétrica, unilateral y condescendiente.
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Personas resilientes
Teme su salida de prisión. Aún le quedan varios años de condena, pero antes
o después volverá a la calle. “Prefiero no darle vueltas al tema”, dice. “Eso sí, ya
no pienso que me lo merezca. Nadie merece ser maltratado”.
¿Se puede hablar de un final feliz? Hasta ahora sí, pero Isabel sabe que es
vulnerable, que tiene cierta predisposición a enredarse en relaciones tóxicas.
“Si lo negara, sería peor. Aún debo reelaborar muchas cosas, pero veo el futuro
con esperanza. La mente no es una estructura cerrada, sino abierta. Se parece
al barro y a la plastilina”. Creo que Isabel se reinventó, pero reinventarse no
significa hacer borrón y cuenta nueva.
Ahora está en El Salvador, ayudando a niñas que han pasado por infiernos
similares, agravados por la pobreza, la violencia de las maras y la inestabilidad
política. Cuando nos despedimos le pregunté si llevaba alguna receta mágica
bajo el brazo. “Por supuesto”, me contestó con una sonrisa llena de autoestima.
“Solo les diré una cosa a las niñas. Amaos a vosotras mismas. Os lo
merecéis y que nadie os haga sentir o pensar lo contario”
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Fina Sanz
https://www.cuerpomente.com/psicologia/pareja/como-construir-relaciones-buen-trato_1700
Vemos el maltrato sobre todo en el afuera, en aquello que se percibe –el daño
físico–, y no solemos darnos cuenta del daño interno, el que no se ve –el
daño psíquico–. Sin embargo, aun siendo visible, tampoco lo percibimos tanto,
porque el maltrato está “normalizado”, forma parte de la vida cotidiana y del
sistema social.
El amor, el cuidado y el respeto son los valores del buen trato hacia
nosotras mismas, los demás y el planeta. Pero la cultura que hemos
heredado nos empuja a la desvalorización y el maltrato, que muchas veces
están normalizados.
“buenos y malos” que sirve para justificar las agresiones? O los que promueven
el cotilleo, el insulto...
Relaciones de poder
Un ejemplo claro de este mal trato es la anorexia. O las mujeres que recurren
una y otra vez a la cirugía estética porque no se gustan (desvalorización) y una
parte de ellas piensa que si se “retocan”, valdrán más (dominación). En los
hombres, esa relación de poder se muestra cuando aparece un conflicto entre
lo que creen que se espera de ellos (parte dominante) y la desvalorización
que sienten al no cumplir con la expectativa social (parte víctima), por ejemplo,
cuando piensan que tienen un pene pequeño o cuando la mujer toma la iniciativa
de romper la relación de pareja.
En este último caso, muchos hombres son víctimas del propio sistema
social, que les enseña a situarse en la dominación y no les “autoriza” a expresar
tristeza o miedo. De este modo, cuando experimentan esas emociones –tras
una ruptura de pareja hay un duelo, aparece la tristeza y, a veces, el miedo a la
soledad–, las reconvierten en la aprendida y permitida desde el género: la
cólera. Tendríamos que distinguir entre la ira o la cólera, la violencia y la
violencia de género.
La primera es la expresión espontánea de algo que nos desagrada, que nos hace
daño o frustra nuestras expectativas, y desaparece cuando evitamos aquello
que la produce. Por ejemplo, si alguien nos da un empujón, sentimos ira; pero
si la otra persona se disculpa, esta desaparece. La violencia surge en
situaciones que nos producen una ira en la que nos instalamos o cuando
creemos que la forma de aliviar el malestar es vengarnos para que la otra
persona sufra tanto como nosotros.
Un cambio de valores
El buen trato parte del principio del amor –amar a los demás y a una/o
misma/o–, de esa capacidad que tenemos como seres humanos y que podemos
experimentar en nuestro cuerpo, en nuestra vida, en nuestras relaciones, en
nuestra sociedad y con el planeta en el que vivimos.
Una práctica de “buentrato” es generar proyectos de amor a través de los
cuales podemos obtener y compartir bienestar. Eso no significa que
desaparezca todo malestar, porque en la vida y en las relaciones hay momentos
dolorosos, difíciles, de crisis y duelo; pero podemos aprender de esas
situaciones para adquirir alguna experiencia y también para ser resilientes, es
decir, para transformarnos y transformar. De nosotros depende.