Anda di halaman 1dari 2

Toda condecoración representa una distinción de mucho valor e importancia en la trayectoria

académica de una persona. Quiere decir que la labor y el aporte intelectual que uno realiza alcanzan

un lugar selecto y resaltante en la proyección de la cultura de un país.

La tarea de la investigación y difusión de la historia es una actividad apasionante y honrosa para el

que la ejerce, y conlleva luces y sombras, emociones encontradas y fuertes pasiones que hay que

saber manejar para dar a la narración de hechos de trascendental importancia el grado necesario de

objetividad y fidelidad que se merecen las fuentes históricas. El historiador tiene que ser respetuoso y

cuidadoso con los hechos y la memoria nacional, y debe tener la capacidad para analizar profunda y

pormenorizadamente el contexto social, político, económico y cultural de la época determinada que

estudia.

Nuestra gran historia nacional, con sus epopeyas, glorias y tristezas clama una visión clara y precisa

de los hechos, tal y como acaecieron, y no una interpretación sesgada y ceñida a discursos

trasnochados que parecen resurgir en tiempos actuales como si nos hallásemos a finales del siglo XIX

y los inicios del siglo XX, cuando proponer una vertiente nacionalista y revisionista de la historia

parecía ser una suerte de anatema. No hay ignominia más penosa para un investigador y difusor de

la historia que utilizar las palabras para desvirtuar y mancillar el verdadero significado del sacrificio

moral y físico de todo un pueblo que luchó por los más altos ideales, por la supervivencia y la defensa

del territorio patrio, por la autonomía y el derecho a ejercer soberanía, no solo política sino económica,

un pueblo que luchó con un patriotismo que tal vez nos cueste entender en estas épocas tan

desdibujadas y carentes de ejemplos cívicos y morales, en donde el sentido de pertenencia a un país

se va diluyendo en medio de decepciones y desesperanzas que anidan en las más nuevas


generaciones y en el conformismo y desazón de los más adultos. Es por demás sabido que los pueblos

deben conocer su historia para así tener una perspectiva real de su evolución como entidad cultural.

Los héroes, ya sean los alabados o calumniados por distintas corrientes e interpretaciones históricas,

deben ser apreciados en su verdadera luz. En ellos nos vemos reflejados como pueblos. Son los

estandartes vivos en la memoria colectiva y nunca dejarán de inspirarnos a una más alta existencia

en pos de una patria enaltecida y llamada a ocupar el lugar prestigioso que le pertenece en la Historia

Universal de las grandes naciones.

Anda mungkin juga menyukai