Anda di halaman 1dari 12

Quaderns de Psicologia | 2010, Vol.

12, No 2, 105-116 ISNN: 0211-3481

 http://www.quadernsdepsicologia.cat/article/view/756

Análisis crítico del discurso biomédico sobre sexos y géneros


A critical analysis of biomedical discourse about sexes and genders

María José Barral Morán


Universidad de Zaragoza

Resumen
Las ciencias biomédicas han descrito y presentado visualmente un “modelo universal” de
ser humano que tiene como características ser del sexo masculino, de la raza blanca y hete-
rosexual.
En los últimos quince años he venido realizando un análisis crítico del conocimiento cientí-
fico sobre la diferenciación sexual del cerebro y los comportamientos diferenciales, y mi hi-
pótesis de partida es que el discurso de género se radicaliza en un sentido androcéntrico
conforme avanza el proceso de divulgación o popularización de las ideas científicas.
Uno de los discursos donde se observa más claramente la construcción cultural de la cien-
cia, es el referido a la determinación sexual, la diferenciación sexual, y el comportamiento
sexual de nuestra especie. Aquí las dicotomías biológicas hombre XY/mujer XX y los este-
reotipados comportamientos sexuales masculino/femenino se imponen, aunque las eviden-
cias científicas no los soporten.
Palabras clave: Sexo; Género; Discurso médico; Análisis crítico

Abstract
The biomedical sciences described and visually presented a “universal model” of human be-
ing who presents the characters of men sex, white race and heterosexual behaviour.
The last 15 years I achieved a critical analysis of the discourses about sexual differentia-
tion of the brain and differential behaviours of women and men and my hypothesis is that
the gender bias progress with the discourse is generalized.
In the discourses about the sexual determination, the sexual differentiation and the sexual
behaviour of the human beings, clearly we can observe the cultural construction of the sci-
ence. The biological dichotomies man XY/woman XX and the stereotyped male/female sex-
ual behaviours prevailed even though the scientific evidences don’t support it.
Keywords: Sex; Gender; Medical discourse; Critical analysis

Introducción tricos y antropocéntricos y reformular, es el


discurso científico, y dentro de este, el dis-
Para que social y culturalmente la igualdad curso biomédico. La sofisticación técnica ac-
entre todos los individuos de nuestra especie tual, además, hace que en este momento, sea
sea efectiva, uno de los discursos que hay que un discurso hegemónico. La crítica feminista
deconstruir, liberar de sus sesgos androcén- de la ciencia, ha puesto en cuestión los prin-
106 María José Barral Morán

cipios positivistas de objetividad y neutrali- Discursos


dad del conocimiento científico según los cua-
les las personas que hacen ciencia, sus ca- El llamado primer mundo (Europa y América
racterísticas y recorrido vital, no afectarían a del norte: EEUU y Canadá) es el principal ela-
los resultados de la misma. Esta crítica ha si- borador y transmisor del conocimiento cientí-
do y continúa siendo constructiva, aportando fico con un discurso cargado de significados
nuevos puntos de vista, con el fin de enrique- de género (Keller, 1991; Harding, 1993/1996).
cer y por tanto mejorar este conocimiento, A lo largo de los últimos quince años he ve-
pero poniendo de manifiesto, eso sí, sus in- nido realizando un análisis crítico del ciclo del
coherencias, paradojas y resistencias al cam- conocimiento científico sobre la diferencia-
bio. Una de sus mayores aportaciones es el ción sexual del cerebro y los comportamientos
reconocimiento de la pluralidad y diversidad diferenciales, desde la generación de nuevo
existente en la naturaleza, que permitiría conocimiento en los artículos originales (Ba-
eliminar todo tipo de jerarquizaciones, sesgos rral y Delgado, 1999; Barral, 2001), pasando
y discriminaciones existentes en el discurso por la transmisión en monografías de divulga-
dicotómico actual. ción y revisión científica (Barral, 2008) hasta
las síntesis de las teorías comúnmente acep-
Las ciencias biomédicas se han preocupado de tadas de los manuales universitarios (Miqueo,
destacar, por una parte, las diferencias entre Barral, Delgado, Fernández y Magallón, 2003;
la especie humana y el resto de especies ani- Barral, 2004 y 2010 ).
males, y por otro, las diferencias entre indivi-
duos dentro de la especie humana, descri- Mi hipótesis de partida es que el discurso de
biendo y presentando visualmente un “mo- género se radicaliza y simplifica en un sentido
delo universal” de ser humano que tiene co- androcéntrico conforme avanza el proceso de
mo características ser del sexo masculino, de divulgación o popularización de las ideas cien-
la raza blanca y heterosexual. Sobre este mo- tíficas, pero, tanto la investigación original
delo, minoritario en el planeta, se ha cen- como la transmisión y divulgación científica,
trado la investigación médica sobre diagnós- presentan sus propios recursos y estrategias
tico, tratamiento y prevención de enferme- para que el conocimiento científico, en lugar
dades sin dar cabida a la diversidad. de servir como herramienta de cambio de las
relaciones de poder, refuerce las estructuras
Este modelo, además, ha sido presentado co- de jerarquía y dominación (Bleier, 1984; Har-
mo el estadio máximo evolutivo de todas las ding, 1993/1996; Barral, 2001, 2004 y 2010 ).
especies vivas del planeta, considerando al
resto de seres humanos como estadios in- Las investigaciones originales en neurocien-
termedios entre el modelo y el resto de pri- cias utilizan dos recursos básicos para justifi-
mates sub-humanos. La máxima capacidad car su objetividad y neutralidad: 1) el len-
tanto intelectual como física dentro de nues- guaje impersonal, expresiones como “los re-
tra especie han sido atributos específicos de sultados sugieren” o “las evidencias mues-
este modelo. Esto produce un malestar gene- tran” parecen indicar que no hay ningún hu-
ralizado a los seres humanos, no solo a muje- mano responsable de lo que está escrito, y
res, negros, amarillos, rojos, homosexuales, así, es “la propia naturaleza” la que se mani-
intersexuales, transexuales, etc., que no fiesta; 2) el análisis cuantitativo, que aporta
cumplen el modelo, sino también a algunos la normativización de los resultados, aunque,
hombres blancos heterosexuales que no se en este caso, hay que tener en cuenta que
sienten capaces de estar a la altura de ese cuando estadísticamente se habla del mayor
culmen de la evolución. tamaño de un núcleo en machos que en hem-
bras de una especie, este es un promedio cal-
Además, cuando estas ciencias han ido a bus- culado de medidas individuales, pero algunas
car las diferencias entre individuos de nuestra hembras tendrán ese núcleo de mayor tamaño
especie, estas han sido siempre dicotómicas: que algunos machos de la muestra. Entonces
hombre/mujer, blanco/negro, heterose- ¿qué se aporta con esas conclusiones? (Barral,
xual/homosexual y los discursos han sido y 2010).
continúan siendo jerarquizados.
En paralelo, estas investigaciones utilizan, en
experimentación animal, modelos experimen-
tales simples con variables limitadas para po-

http://quadernsdepsicologia.cat
Análisis crítico del discurso biomédico sobre sexos y géneros 107

der extraer conclusiones, con la consiguiente discurso, aunque existan evidencias en sen-
generalización del patrón experimental y una tido contrario y las reflejen en el texto, lo
selección de las especies animales a estudiar, que pone de manifiesto la contaminación so-
además de sólo tener en cuenta el sexo del cio-cultural del conocimiento científico (Ba-
cerebro cuando se van a buscar diferencias de rral y Delgado, 1999; Barral, 2010).
comportamiento (Barral, 2010).
En el caso de los manuales universitarios po-
En la experimentación con humanos se utili- demos encontrar que diferentes autores con
zan muestras escasas de hombres y mujeres, los mismos datos realizan descripciones to-
seleccionados por criterios de buena salud fí- talmente contradictorias, como es el caso de
sica y mental y resultados estadísticos en los Dennis Kelly que en 1991 escribía:
que, en ningún caso, el 100% de la muestra El desarrollo de la dislexia, la afasia y el autismo
cumple el patrón descrito. Así, por ejemplo, infantil son más frecuentes en varones y los défi-
en la revista “Nature” en 1995, el matrimonio cits del lenguaje son síntomas clave de todos es-
de Bennett Shaywitz y Sally Shaywitz, y cola- tos síndromes (Kandel, Schwartz y Jessell,
1981/1991, p. 971)
boradores (Kenneth Pugh, Todd Constable,
Pawel Skudiarski, Robert Fulbright, Richard o Malcolm Carpenter que en el mismo año es-
Bronen, Jack Fletcher, Donald Shankweller, cribía:
Leonard Katz y John Gore) publicaba un ar- Niveles fetales de testosterona se afectan por es-
tículo, de amplia repercusión, con una mues- trés materno u otros factores, el hemisferio dere-
tra de 19 hombres, de una media de edad de cho puede desarrollarse en mayor grado y asumir
28 años, y 19 mujeres, de una media de edad funciones vinculadas con el lenguaje y la prefe-
rencia manual, lo cual puede explicar la mayor
de 24 años, a los que solicitaba la ejecución incidencia de zurdera, dislexia y tartamudeo en
de una prueba fonológica (repetición de pala- la mujer (Carpenter, 1991/1994, p. 405).
bras) y una prueba semántica (interpretación
de palabras) visualizando con técnicas de RNM Cambios de discurso de un autor con las mis-
(Resonancia Nuclear Magnética) la actividad mas evidencias científicas, un ejemplo es
de sus hemisferios cerebrales. Sus resultados Scott Gilbert, que en la edición del 2000 de su
fueron que para la prueba fonológica los 19 manual Biología del desarrollo escribe
hombres y 8 mujeres mostraban actividad en [E]n los mamíferos la determinación sexual pri-
sus hemisferios izquierdos, mientras que en maria no es <por defecto>. La formación de ova-
rios y testículos son dos procesos activos dirigidos
las 11 mujeres restantes se activaban los dos
genéticamente. (Gilbert, 1985/2000, p. 524)
hemisferios, no encontrando diferencias en la
prueba semántica, pero su conclusión fue que describiendo a continuación la cascada de ge-
esos datos aportaban claras evidencias de di- nes de los cromosomas sexuales (X e Y) y de
ferencias de sexo en la organización funcional algunos autosomas (cromosomas que posee-
del cerebro para el lenguaje (Barral, 2010). mos ambos sexos) involucrados en esa dife-
renciación. Aunque en ediciones anteriores,
La transmisión científica, por su parte, pre- describiendo la misma cooperación genética
senta sus propias estrategias de selección de que en la edición del 2000, afirmaba: “El
lo que la cultura popular “quiere y debe” sa- desarrollo de los mamíferos es en la dirección
ber. En ocasiones, desde la poca precaución femenina sin el efecto de los productos regu-
de la prensa general, se seleccionan “algu- lados por el cromosoma Y” (Gilbert,
nas” investigaciones científicas y no otras, 1985/1988, p. 760). ¿Qué había producido ese
aunque unas y otras estén publicadas en las cambio? En este caso, mi respuesta llegó por
mismas revistas científicas, o se realizan fal- azar en el libro Feminism and Science, de
sas interpretaciones y traducciones. En otros Nancy Tuana, donde encontré un artículo ti-
casos, es la propia revista científica quien tulado “The Importance of Feminist Critique
contribuye a la difusión de falsas ideas, como for Contemporary Cell Biology” uno de cuyos
en el caso de la revista “Science” y el “gen de coautores era el propio Scott Gilbert (Belde-
la homosexualidad” en 1993 (Barral y Del- cos et al, 1989). Parece que el autor había si-
gado, 1999). La publicidad es otro recurso de do “contaminado” culturalmente por cientí-
la divulgación científica que selecciona los ficas feministas.
temas que más venden. En todos los casos,
pero sobre todo en los manuales universita- Estas ciencias biomédicas, en su investigación
rios, se observa una resistencia al cambio de de las bases biológicas de las diferencias en-

Quaderns de Psicologia | 2010, Vol. 12, No 2, 105-116


108 María José Barral Morán

tre hombres y mujeres referidas a la forma de tíficas, como reflejo de la construcción cultu-
relacionarse con el exterior y de resolver pro- ral de la ciencia, es el referido a la determi-
blemas intelectuales, han buscado explicacio- nación sexual, la diferenciación sexual, la
nes fundamentalmente en tres factores: ge- identidad sexual y el comportamiento sexual
néticos, hormonales y ambientales (socio-cul- de nuestra especie. Es aquí donde las dicoto-
turales). mías biológicas hombre XY/mujer XX y los es-
tereotipados comportamientos sexuales mas-
A cada uno de estos tres factores se le ha da-
culino/femenino se imponen en los discursos
do mayor o menor responsabilidad en la or-
aunque las evidencias científicas no los sopor-
ganización del cerebro y, por tanto, en las di-
ten (Fausto-Sterling, 1985; Wijngaard, 1991 y
ferencias de capacidades intelectuales y cog-
1994; Barral y Delgado, 1999).
nitivas de las que derivan los diferentes com-
portamientos de hombres y mujeres, depen- En biología se define SEXO como la combina-
diendo de épocas, de avances tecnológicos, ción de material genético de dos individuos
de políticas y del desarrollo de nuevas cien- de una especie y REPRODUCCIÓN como el
cias. proceso por el cual se crean nuevos individuos
de una especie.
En este artículo realizo una revisión crítica de
la evolución del discurso sobre sexos, deter- En la naturaleza hay “reproducción sin sexo”
minación sexual y comportamientos sexuales o asexuada (el 5% de las especies animales
en tres de los manuales universitarios de neu- actuales) y “sexo sin reproducción”, tanto en
rociencia más difundidos en Europa y EEUU animales unicelulares como bacterias y para-
(Kandel, Jessell y Schwartz, 1981/2001; Pur- mecios, como en animales pluricelulares;
ves, Augustine, Fitzpatrick, Hall, LaMantia, existen comportamientos sexuales no dirigi-
McNamara y Williams, 2004/2006; Bear, Con- dos a la reproducción, tanto en especies de
nors y Paradise, 2007/2008), poniendo de reproducción asexual, por ejemplo, los lagar-
manifiesto las incongruencias, paradojas y el tos “cola de látigo”, como en especies de re-
sesgo discriminatorio de las descripciones producción sexual, así por ejemplo, la mayo-
científicas actuales sobre estos conocimientos ría de los mamíferos (ratas, perros, primates)
transmitidos a los futuros médicos. Discurso exhiben comportamientos de apareamiento
contrastado con otros tipos de publicaciones sexual de todo tipo: hembra-hembra, macho-
científicas, con el propósito de presentar una macho o hembra-macho. Franz de Waal en
visión panorámica de las investigaciones lle- 1995 describía como objetivo fundamental de
vadas a cabo, sus resultados y conclusiones, y los distintos tipos de contactos sexuales en la
las conexiones entre las diversas ciencias, así vida social de los “bonobos” (chimpancés
como los sesgos fácilmente apreciables en el pigmeos), nuestros parientes genéticos más
origen, desarrollo y transmisión de estos co- próximos (comparten con nosotros más del
nocimientos. 98% de su código genético), la resolución de
conflictos entre individuos (por comida, terri-
Las fuentes consultadas pueden ser clasifica-
torio, aceptación en un nuevo grupo social,
das en los siguientes apartados:
etc.); una especie que, por otro lado, no ex-
- Artículos originales sobre sistema ner- hibe ningún tipo de comportamiento agresivo.
vioso, genética, endocrinología y psicología. Pero esta diversidad no ha impedido que la
sociedad en general y los médicos en parti-
- Revistas de divulgación científica: In-
cular sigan asociando y creyendo que sexo y
vestigación y Ciencia.
reproducción son términos sinónimos y por
- Manuales universitarios de sistema tanto inseparables. Y así el neurólogo español
nervioso, genética, biología, embriología y fi- Hugo Liaño escribía en 1998:
siología. Sin pretensión alguna de connotación moral, el
eslogan del “sexo por el sexo” es un invento hu-
- Literatura secundaria (análisis y crí- mano que no tiene más dimensión que la de un
tica feminista). juego de palabras, poco convincente y sin visos
de prosperidad, porque se aleja de su misma
Sexos esencia biológica. Desde la perspectiva biológica,
no nos olvidemos que la actividad sexual de los
Uno de los discursos donde se observa más humanos y de las especies en general tienen un
claramente el flujo unidireccional de infor- objetivo reproductor para perpetuar sus elemen-
mación y autoridad en las descripciones cien- tos. (Liaño, 1998, p. 275).

http://quadernsdepsicologia.cat
Análisis crítico del discurso biomédico sobre sexos y géneros 109

Igualmente, el conocimiento actual de los di- canismos celulares del aprendizaje y el sus-
ferentes modelos de diferenciación sexual y trato biológico de la individualidad, afir-
determinación del sexo en el reino animal nos mando que, en los seres humanos, la mayor
obligaría a rechazar cualquier generalización parte de los patrones de conducta sexual son
del modelo XX-hembra/XY-macho (modelo flexibles y abiertos a modificaciones en el
que la especie humana comparte con especies curso de la vida del individuo; que no hay da-
tan alejadas en la escala filogenética como tos que confirmen el efecto prenatal de las
moscas, moluscos o gusanos, existiendo el hormonas en la orientación sexual, o que la
modelo XY-hembra/XX-macho en otras espe- identificación propia como hombre o mujer es
cies más próximas como peces, reptiles y un proceso que se desarrolla durante los pri-
aves) o la obligada existencia de cromosomas meros años de vida, y en el que, por tanto,
sexuales, además de demostrar que no es po- también interviene el ambiente social y cultu-
sible establecer una línea evolutiva entre ral.
ellos, ya que dentro de un mismo grupo de
Partiendo del análisis realizado en 2003 (Mi-
especies emparentadas, como el de los Ver-
queo, et al., 2003) de Principios de Neuro-
tebrados o el de los Insectos, aparecen siste-
ciencia de Eric Kandel y colaboradores
mas diferentes de determinación del sexo.
(1981/2001), he contrastado la evolución del
En todas las especies animales se consideran discurso con dos manuales más recientes y
dos identidades sexuales: la genética o geno- también de amplia difusión Neurociencia de
tipo y la hormonal o fenotipo, conjunto de ór- Dale Purves y colaboradores de 2004 y edi-
ganos y caracteres sexuales internos y exter- tada en español en 2006 y Neurociencia. La
nos. En nuestra especie, además, hay que exploración del cerebro de Mark Bear y cola-
considerar la social, asignada por la sociedad boradores de 2007 y editada en español en
(por medio de los médicos) en el momento 2008.
del nacimiento y basada habitualmente en el
El libro de Kandel, ha sido y continúa siendo,
aspecto de los genitales externos del recién
uno de los manuales de neurociencia de más
nacido, y la psicosexual, función cerebral de
amplia difusión y utilización como texto de
la que deriva la percepción de la propia indi-
referencia docente en las Facultades de Me-
vidualidad y la personalidad. Pero a pesar de
dicina, tanto en Europa como en EEUU desde
las evidencias tanto de que un mismo geno-
su primera edición en 1981. Su última edi-
tipo puede producir diferentes fenotipos, co-
ción, del año 2000, destacó por un aconteci-
mo de que el mismo fenotipo puede ser pro-
miento previo, la concesión del premio Nóbel
ducido por diferentes genotipos dependiendo
de Medicina a Eric Kandel, marcando dos dife-
del ambiente en que se desarrolle el organis-
rencias respecto a las ediciones anteriores, la
mo, y de que todas las identidades no tienen
nueva selección de autores de los diferentes
porqué coincidir en el mismo individuo (Grif-
capítulos y la traducción a diferentes lenguas,
fith, Gelbart, Miller y Lewontin, 1976/2000;
entre ellas al español en 2001 (las otras tres
Lewontin, 2000/2001), la dicotomía biológica
ediciones no fueron traducidas).
hombre/mujer se sigue manteniendo como
“norma”. En esa última edición, la selección del neuro-
biólogo Roger Gorski como autor del capítulo
En general, en los manuales de neurociencia
titulado “Diferenciación sexual del sistema
analizados (cuya autoría es fundamental-
nervioso”, no me pareció banal, más bien pa-
mente masculina) cuando se refieren a los
recía obedecer a la intención de dejar defini-
comportamientos y orientaciones sexuales y
tivamente sentada o confirmada, para el siglo
hablan de homosexualidad y transexualidad,
XXI la teoría ya común a comienzos del siglo
las definiciones incluyen siempre los térmi-
XX y señalada en nuestro país en los años 20
nos: alteración, deficiencia o trastorno en el
por Marañón: “la mujer, en su evolución, es
desarrollo cerebral de esos individuos, aunque
un grado intermedio entre el niño y el hom-
a continuación hablen de dificultades en la
bre” (citado en Botella Llusiá, 1945/1971, p.
interpretación de los hallazgos experimenta-
157). Solo que ahora, a finales del siglo XX,
les y de la etiología multifactorial de estos y
afirmada con mucho mayor peso al estar apo-
otros comportamientos.
yada en una abrumadora sofisticación téc-
Paradójicamente, esos mismos manuales con- nica. Gorski es el autor de muchos trabajos
tienen capítulos dedicados a describir los me- experimentales sobre la diferenciación sexual

Quaderns de Psicologia | 2010, Vol. 12, No 2, 105-116


110 María José Barral Morán

del cerebro de las ratas que han sido y conti- 1981/2001, p. 1132). A continuación incluye
núan siendo referencia habitual en todos los trabajos que demuestran que la testosterona
manuales de neurociencia. Ya en 1971 escri- es una hormona muy poco activa y que debe
bía “las ratas macho secretan andrógenos pa- ser convertida en otras por el efecto de enzi-
ra masculinizar su cerebro femenino” (Sawyer mas intermediarias; en concreto, para ejercer
y Gorski, 1971, p. 9), y sus tesis tuvieron una su efecto sobre el cerebro debe ser aromati-
inmediata influencia en otras ciencias. Así, zada y convertida en estradiol (la hormona
ese mismo año, el psicólogo Money afirmaba sexual “femenina”), y eso le hace concluir,
“los andrógenos dados prenatalmente produ- “el estradiol es la hormona masculinizante
cen un aumento de la inteligencia” (Money, para muchas características sexualmente di-
1971, p. 289). morfas” (Kandel et al., 1981/2001, p. 1138).
Pero, “se le olvidan” descripciones de ma-
En neurociencia la explicación biológica de las
nuales de Fisiología (Fernández-Tresguerres,
diferencias (determinadas antes del naci-
1999) que describen que en el ambiente hor-
miento) entre los cerebros de hombres y mu-
monal de los roedores existen variaciones
jeres ha estado y está basada androcéntrica-
“normales” debido a la localización uterina
mente en el “Binomio” Cromosoma Y Hor-
de los fetos machos y hembras; de textos de
mona Testosterona, responsable de la dife-
Embriología (Carlson, 1999, edición en espa-
renciación cerebral llamada “masculiniza-
ñol del 2000) que describen que en el desa-
ción” a partir de un cerebro indiferenciado,
rrollo de las gónadas a partir de un periodo
neutro o femenino. Esta teoría, de la que
indiferenciado, el testículo sufre menos modi-
Gorski es uno de los máximos responsables, es
ficaciones que el ovario, lo que debería modi-
mantenida en el texto, utilizando para ello di-
ficar sus descripciones ya que supondría afir-
ferentes recursos como una “cuidadosa selec-
mar que “el testículo es el estadio intermedio
ción” de evidencias y la “ocultación” o ¿el ol-
entre la gónada indiferenciada y el ovario”; o
vido? de otras.
de manuales de Biología del Desarrollo (Gil-
Curiosamente el capítulo comienza con la di- bert, 1985/2000) ya citado anteriormente.
ferenciación sexual de las gónadas y los geni-
El capítulo titulado “Sexo, sexualidad y encé-
tales externos, materias más propias de ma-
falo” del manual de Dale Purves et al
nuales de Embriología, Fisiología, Anatomía o
(2004/2006) sigue presentando la diferencia-
Ginecología, pero parece que le conviene pa-
ción sexual de las gónadas y los genitales ex-
ra mantener su discurso y realizar una pri-
ternos con el mismo discurso de presencia o
mera afirmación: “la diferenciación sexual
ausencia de un gen del cromosoma Y; y aun-
masculina es activa al tener cromosoma Y y la
que matiza, que los dimorfismos sexuales son
femenina es “por defecto” al no tener cromo-
claros en las ratas, pero en los humanos las
soma Y” (Kandel et al., 1981/2001, p. 1132).
diferencias suelen variar a lo largo de una se-
Afirmación fundamentada en “algunos” estu-
rie continua, y que estos y otros comporta-
dios genéticos y hormonales con roedores. Y
mientos dependen de la interrelación entre
así, preguntarse a continuación “si el pro-
factores biológicos (genéticos y hormonales) y
grama <por defecto> de la naturaleza para el
ambientales, afirma que, en la última dé-
aparato reproductor es femenino ¿sucede lo
cada, las investigaciones sobre la sexualidad
mismo con el cerebro?” (Kandel et al.,
humana la sitúan claramente en un contexto
1981/2001, p. 1134) y responder más ade-
biológico mucho más firme.
lante “la vía <por defecto> para los compor-
tamientos relacionados con la reproducción Divide el concepto de sexo en tres categorías:
también parece ser femenina” (Kandel et al., sexo cromosómico o genético (mujerXX/
1981/2001, p. 1135). hombreXY); sexo fenotípico u hormonal de-
terminado por sus genitales internos y exter-
Los estudios genéticos recogidos sobre una
nos, sus caracteres sexuales secundarios y su
región del cromosoma Y llamada TDF (testes
“comportamiento” ¿otra vez el determinismo
determining factor) y los estudios endocrino-
biológico (hormonal) del cerebro?, e identifi-
lógicos “elegidos” sobre los efectos de la tes-
cación de género que define como la “per-
tosterona, le hacen afirmar “el aparato re-
cepción” subjetiva que tienen las personas de
productor es femenino <por defecto> ya que
su sexo y su orientación sexual, recomen-
se precisan las hormonas esteroideas para la
diferenciación masculina” (Kandel et al.,

http://quadernsdepsicologia.cat
Análisis crítico del discurso biomédico sobre sexos y géneros 111

dando la lectura del libro de Anne Fausto- de datos extrapolados de ratas en su caso, o
Sterling Sexing the body. de hurones, como es el caso de Michael Baum,
autor del capítulo titulado “Psychosexual de-
Afirma que estas tres categorías no tienen
velopment” del texto de Michael Zigmond y
porqué estar alineadas, ya que puede haber
colaboradores, otro de los manuales norte-
“variaciones genéticas” en la alineación, aun-
americano más difundido, donde se puede
que parece que no considera estas variaciones
leer, cuando se está refiriendo al comporta-
naturales, ya que pone como ejemplos sín-
miento sexual de los humanos: “Un macho
dromes clínicos como el síndrome de Turner
agarra el cuello y monta a una hembra en
(X0), el de Klinefelter (XXY) o la hiperplasia
“estro”, en la cual la respuesta receptiva in-
suprarrenal congénita, a los que denomina
cluye pasividad y desviación de la cola” (Zig-
“estados intersexuales”.
mond et al, 1999, p. 1232), ilustrado en la
Por su parte, el manual de Mark Bear et al de imagen 1.
2008, en su capítulo “Sexo y cerebro” sigue el
patrón jerarquizado de descripción tanto ge-
nética como hormonal y presenta un apartado
titulado “Sexo y género” en el que define la
identidad de sexo como la percepción que te-
nemos de nuestro propio sexo, afirma que el
sexo tiene implicaciones conductuales y cul-
turales que se inician en el nacimiento, y no
nombra ni define género en todo el apartado,
eso sí, al igual que Purves cita en la bibliogra-
fía del capítulo a Anne Fausto Sterling.
Parece que el discurso de género está siendo
Imagen 1. Zigmond et al, 1999.
absorbido ávidamente en el ámbito científico,
al igual que en el político, con un ambiguo William Byne, neurobiólogo colaborador de
uso de dos conceptos interrelacionados pero Ruth Bleier (autora del magnífico libro Scien-
no equivalentes, “sexo” y “género”, llevando ce and gender. A critic of biology and its
a confusiones e imprecisiones, que en estos theories on women, 1984), en 1994 realizaba
dos casos pueden ser de los autores, de los un análisis crítico de la determinación bioló-
traductores/revisores (médicos españoles) o gica del comportamiento sexual e ilustraba
de ambos. con la siguiente imagen la asignación de ho-
mosexualidad o heterosexualidad a roedores
Comportamientos sexuales derivada de los comportamientos de aparea-
Siguiendo con Gorski, en este contexto de miento de “monta” y “lordosis” producidos
descripciones, el comportamiento sexual sería por acción hormonal (Ver imagen 2).
receptivo y pasivo en las mujeres en con-
traste con el activo de los hombres, a partir

Imagen 2. Byne, 1994.

Byne cuestionaba, tanto los propios plantea- como a las hembras; como la extrapolación de
mientos experimentales, teniendo en cuenta los datos obtenidos a la orientación sexual de
que el arqueamiento de espalda o lordosis en los humanos. Pero como hemos visto, son uti-
esta especie es un reflejo simple producido lizados como ejemplo para extrapolar a com-
por el roce y que afecta tanto a los machos

Quaderns de Psicologia | 2010, Vol. 12, No 2, 105-116


112 María José Barral Morán

portamientos humanos los conceptos de ac- Bear además, dedica un apartado de su capí-
tivo-masculino y pasivo/receptivo-femenino. tulo a la descripción y neuroquímica de otros
comportamientos relacionados con la repro-
Respecto a la orientación sexual, Gorski se
ducción, como el cuidado de la prole o las es-
plantea la posibilidad de una base genética y
trategias de apareamiento, dando cuenta, de
anatómica de la homosexualidad aunque
la diversidad existente, incluso dentro de es-
apunta también la existencia de factores am-
pecies muy próximas genética y físicamente.
bientales, afirmando que son precisos más es-
Para ello presenta como ejemplo los estudios
tudios sobre individuos que presenten “esos
realizados sobre los topillos o ratones silves-
comportamientos atípicos” y también sugiere
tres, donde el ratón de pradera representa la
la posibilidad de que “trastornos” de la dife-
monogamia y el cuidado de la prole por am-
renciación sexual del cerebro podrían provo-
bos progenitores y el ratón de montaña repre-
car el transexualismo.
senta la poliginia y el cuidado exclusivamente
Purves y Bear, por su parte, apuntan la idea materno de la prole. Estos estudios relacionan
de que la homosexualidad y transexualidad estos comportamientos con dos hormonas, la
masculina se relaciona con la “feminización” oxitocina y la vasopresina, y así, la vasopre-
de un cerebro masculino, aunque ambos ma- sina favorecería la monogamia y el cuidado de
tizan que en el caso de los humanos el desa- la prole en los machos y la oxitocina en las
rrollo de la sexualidad puede ser más com- hembras.
plejo.
Pero, por otro lado, se pregunta “¿tiene esto
Desde que Gunther Dörner (Dörner, Rohde, algo que ver con las relaciones humanas, la
Stahl, Krell y Masius, 1975) formuló su hipóte- fidelidad y el amor?” (Bear et al., 2007/2008,
sis de que el cerebro de los hombres homose- p. 545) Para responder que existen datos par-
xuales (el cerebro de las mujeres homo- ciales e indicios basados en experimentos con
sexuales ha despertado mucho menos interés primates y en exploraciones de RMf (Resonan-
científico) era similar al de las mujeres, se si- cia Magnética funcional) en humanos. En este
guen buscando los fundamentos biológicos de último caso, presenta estudios (sin referencia
este comportamiento buscando causas en la bibliográfica directa) realizados en mujeres,
genética, las hormonas y el estrés materno en los que se observa una mayor actividad en
durante el embarazo. Michel Foucault en su las regiones cerebrales ricas en receptores
libro Historia de la sexualidad escribía: para estas moléculas cuando están mirando
La homosexualidad apareció como una de las fi-
fotografías de sus propios hijos que cuando
guras de la sexualidad cuando fue rebajada de la miran fotografías de hijos de amistades. Y fi-
práctica de la sodomía a una suerte de androginia nalmente apuntar la posibilidad de estar ante
interior, de hermafroditismo del alma. El sodo- las moléculas del amor romántico y parental.
mita era un relapso, el homosexual es ahora una
especie (Foucault, 1976/2005, Volumen I, p. 45), A modo de conclusión
Y la genetista Ruth Hubbard en su libro El mi- En nuestra especie hay hombres XY y hombres
to del gen, afirma que mucha gente cree que XX, mujeres XX y mujeres XY, hermafroditas
tendría más aceptación social si se de- verdaderos (poseen ovario y testículo), pseu-
mostrara que es de nacimiento, pero escribe, dohermafroditas masculinos (poseen testícu-
“una base biológica no detiene la intoleran- los más genitales externos femeninos), pseu-
cia” (Hubbard y Wald 1997/1999, p. 167). En dohermafroditas femeninos (poseen ovarios
nuestro país, este comportamiento ha pasado más genitales externos masculinos) o mosai-
de ser delito para Vallejo Nágera en los años cos cromosómicos (parte de sus células corpo-
30 a enfermedad para López Ibor en los años rales son XX y parte son XY), y esto hace que
80 (Adam y Martínez, 2004); y en el contexto los cuerpos humanos sean diversos. Además,
internacional su desaparición en la CIE 10 de la proporción de esta diversidad corporal se
1992 (Clasificación Internacional de Enferme- ha mantenido estable a lo largo de la historia,
dades de la OMS) representa uno de los ejem- lo que demuestra que es algo natural en nues-
plos más claros en los que la presión social ha tra especie.
influido en los criterios científicos (Adam y
Martínez, 2002). Pero aunque la norma de la naturaleza es la
diversidad, la sociedad por medio de sus cien-
tíficos ajusta esta diversidad a su norma dico-

http://quadernsdepsicologia.cat
Análisis crítico del discurso biomédico sobre sexos y géneros 113

tómica y hace que el concepto normal, que es tico de un ser humano a un gen del cromo-
un concepto estadístico, se equipare al con- soma Y, expresan el empeño por fijar unos
cepto natural, que se refiere a todo lo que criterios excluyentes de la identidad de los
existe en la naturaleza. sexos basados en el principio de la existencia
de un único sexo verdadero.
La existencia de cuerpos intersexuados rompe
con las dicotomías del sexo/género, específi- Todo esto nos llevaría a preguntarnos junto
camente con la de hombre = pene y mujer = con Esther Ortega, Carmen Romero y Silvia
vagina. El término intersexualidad se utiliza García (2008) ¿hasta qué punto las ciencias
para representar aquellos cuerpos que poseen biomédicas limitan nuestras vidas o dan res-
genitales que no corresponden a la represen- puesta a nuestros problemas?
tación típica fisiológica de los genitales de
Como afirma Lisa Appignanesi (2009), actual-
una mujer ni de un hombre. Tradicional-
mente estamos ante la paradoja de una so-
mente, desde la Medicina y la Psicología esto
ciedad que produce infelicidad y que deman-
representa una “anomalía” que hay que co-
da tratamientos para su cura, produciendo un
rregir, a través de las tecnologías disponibles,
crecimiento del número de comportamientos,
para así garantizar el “bienestar psicológico”
malestares y emociones etiquetados de sín-
de la persona (Escabí-Montalvo y Toro-
tomas. Además, para considerar “científica-
Alfonso, 2006).
mente” estas clasificaciones se están buscan-
Esto ha hecho y hace, que a recién nacidos do fundamentalmente las causas orgánicas, y
con genitales ambiguos se les asigne un sexo como consecuencia tratamientos cada vez
de los dos establecidos y sean intervenidos y más químicos. Por ello, a pesar de los grandes
educados convenientemente según las normas adelantos en el diagnóstico y en los fármacos,
sociales. La bióloga Anne Fausto- Sterling en los desórdenes proliferan y crecen en comple-
1993 proponía una moratoria de las interven- jidad.
ciones quirúrgicas destinadas a asignar un se-
No sólo somos hombres o mujeres, blancos o
xo a bebés nacidos con ambigüedades sexua-
negros, heterosexuales u homosexuales, so-
les y proponía sustituir el sistema de dos se-
mos mucho más, somos únicos, cómo es único
xos por un sistema de cinco sexos, dadas las
cada individuo de cualquiera de las especies
diferentes formas de hermafroditismo exis-
vivas del planeta. No hay, pues, una única y
tentes en nuestra especie (Fausto-Sterling,
universal naturaleza innata. La herencia ge-
1993 y 2000).
nética y el ambiente hormonal y social coope-
La sociedad demanda la asignación a un sexo ran combinándose de infinitas maneras, con-
de los dos establecidos, y la medicina realiza tribuyendo a que la diversidad sea una carac-
reconstrucciones hormonales y quirúrgicas a terística de la especie humana y del resto de
recién nacidos con genitales ambiguos para las especies vivas del planeta.
asignarles un “sexo correcto”, esta sociedad
Las investigaciones científicas nos deberían
también solicita a la medicina reconstruccio-
permitir adentrarnos en el conocimiento de
nes hormonales y quirúrgicas “cosméticas” a
esta diversidad, pero para ello es necesario
demanda. Y así, en nuestra sociedad actual
dar a la ciencia un nuevo enfoque que la libe-
está bien visto cambiar cualquier parte de
re de los sesgos que vienen a confirmar y ru-
nuestro cuerpo por motivos estéticos, pero
bricar “científicamente” los estereotipos so-
paradójicamente no lo está “cambiar de se-
ciales en relación con los sexos, las razas o las
xo”.
inclinaciones sexuales.
La persecución del “hermafrodita verdadero”,
auténtica amenaza al modelo de los dos sexos Referencias
excluyentes, para afirmar la existencia de va- Adam Donat, Antonio y Martínez Vidal, Alvar
rios subtipos de “pseudohermafroditismo” (2002). La desmedicalización de la homosexuali-
(Cleminson y Medina, 2004); el valor de la dad. ¿una cuestión de nombres?. En Eduardo Pla
presencia de ciertas hormonas para indagar el y Carmen Barona (Coord.), Mujer, cultura y sa-
sexo del sujeto, aún teniendo en cuenta que lud: convivencia sexual y reproducción. (pp. 297-
312). Valencia: Generalitat Valenciana, Conselle-
tanto las hormonas femeninas como las mas-
ria de Sanitat y Direcció General per a la Salut
culinas son las mismas; y la reducción, en el Pública.
desarrollo sexual, de todo el material gené-

Quaderns de Psicologia | 2010, Vol. 12, No 2, 105-116


114 María José Barral Morán

Adam Donat, Antonio y Martínez Vidal, Alvar Tuana (Ed.), Feminism & Science (pp. 172-187).
(2004). Consideraciones sobre tan repugnante Bloomington: Indiana University Press.
tendencia sexual: la homosexualidad en la psi-
quiatría del franquismo. Orientaciones, 7, 51-72. Bleier, Ruth (1984). Science and gender (A critic of
biology and its theories on women). Oxford: Per-
Appignanesi, Lisa (2009). Mad, bad and sad. A his- gamon Press.
tory of women and the mind doctors from 1800
Botella Llusiá, José y Clavero Núñez, José
to the present. London: Virago Press.
(1945/1971). Tratado de Ginecología (Volumen I:
Barral Morán, Mª José (2001). Genes, género y cul- Fisiología femenina) Barcelona: Científico-
tura. En Consuelo Miqueo, Concepción Tomás, médica.
Cruz Tejero, Mª José Barral, Teresa Fernández y
Teresa Yago (Eds.), Perspectivas de género en Byne, William (1994). ¿Una determinación bioló-
salud. Fundamentos científicos y socioprofesio- gica?. Investigación y Ciencia, 214, 13-19.
nales de diferencias sexuales no previstas. (pp. Carlson, Bruce (1999/2000). Embriología humana y
135-162). Madrid: Minerva. biología del desarrollo. (2ª ed.) Madrid: Har-
Barral Morán, Mª José (2004). Sesgos de género en court.
la difusión de las funciones del cerebro humano: Carpenter, Malcolm (1991/1994). Neuroanatomía
Estudio crítico comparado de textos anatómicos humana. (4ª ed.) Madrid: Panamericana.
y neuroanatómicos utilizados en las universida-
des españolas entre los años 70 a 90. En José Cleminson, Richard y Medina Doménech, Rosa
Martinez, Mª Isabel Porras, Pedro Samblás y Mer- (2004). ¿Mujer u hombre? Hermafroditismo, tec-
cedes del Cura (Eds.), La medicina ante el nuevo nologías médicas e identificación del sexo en Es-
milenio: una perspectiva histórica. (pp. 103- paña, 1860-1925. Dynamis, 24, 53-91.
114). Cuenca: Ed. De la Universidad de Castilla- Dörner, Gunther; Rohde, Wolfgang; Stahl, Fritz;
La Mancha. Krell, Lothar y Masius, Wolf-Günther (1975). A
Barral Morán, Mª José (2008). Análisis comparativo neuroendocrine predisposition for homosexuality
de las revistas de divulgación científica “Investi- in men. Arch. Sex. Behav. 4, 1-8.
gación y Ciencia” y “Mundo Científico” (1984- Escabí-Montalvo, Araceli y Toro-Alfonso, José
2003). En Consuelo Miqueo, Mª José Barral y (2006). Cuando los cuerpos engañan: un acerca-
Carmen Magallón (Eds.), Estudios Iberoamerica- miento crítico a la categoría de la intersexuali-
nos de género en Ciencia, Tecnología y Salud. dad. International Journal of Clinical and Health
Genciber. (pp. 443-449). Zaragoza: Prensas Uni- Psychology, 6 (3), 753-772.
versitarias.
Fausto-Sterling, Anne (1985). Myths of gender. Bio-
Barral Morán, Mª José (2010). Cuerpos sexuados logical theories about women and men. New
y/o generizados. Análisis crítico de discursos e York: Basic Books.
imágenes sobre los cuerpos humanos. En Yolanda
Aixelá, Maria Gembero, Josep Martí, José Pardo- Fausto-Sterling, Anne (1993). The five sexes. Why
Tomás, Roser Salicru y Assumpció Vila (Eds.), El male and female are not enough. The sciences,
cuerpo. Objeto y sujeto de las ciencias humanas March/April, 20-25.
y sociales. (Parte V, cap. 23, pp.1-14.). Barce-
Fausto-Sterling, Anne (2000). Sexing the body.
lona: CSIC ed. Digital.
Gender politics and the construction of sexua-
Barral, Mª José y Delgado, Isabel (1999). Dimorfis- lity. New York: Basic Books.
mos sexuales del cerebro: una revisión crítica.
Fernandez-Tresguerres, Jesús (1999). Fisiología
En Mª José Barral, Carmen Magallón, Consuelo
humana. (2ª ed.) Madrid: Mc Graw Hill.
Miqueo y Dolores Sánchez (Eds.), Interacciones
ciencia y género. (pp. 129-159). Barcelona: Ica- Foucault, Michel (1976/2005). Historia de la se-
ria. xualidad (Volumen I: La voluntad de saber). Ma-
drid: Siglo XXI.
Bear, Mark; Connors, Barry y Paradise, Michael
(2007/2008). Neurociencia. La exploración del Gilbert, Scott (1985/1988). Developmental biol-
cerebro. (3ª ed.) Barcelona: Wolters Kluver ogy. (2ª ed.) Sunderland: Sinauer.
Health España.
Gilbert, Scott (1985/2000). Developmental biol-
Beldecos, Athena; Bailey, Sarah; Scott Gilbert; ogy. (6ª ed.) Sunderland: Sinauer.
Hicks, Karen; Kenschaft, Lori; Niemczyk, Nancy;
Rosenberg, Rebecca; Schaertel, Stephanie y Griffith, Anthony; Gelbart, William; Miller, Jeffrey
Wedel, Andrew (aka The Biology and Gender y Lewontin, Richard (1976/2000). Genética mo-
Study Group) (1989). The Importance of Feminist derna. (7ª ed.) Madrid: McGraw-
Critique for Contemporary Cell Biology. En Nancy Hill/Interamericana.

http://quadernsdepsicologia.cat
Análisis crítico del discurso biomédico sobre sexos y géneros 115

Harding, Sandra (1993/1996). Ciencia y feminismo. suelo Miqueo, Mª José Barral y Carmen Magallón
Madrid: Morata. (Eds.), Estudios Iberoamericanos de género en
Ciencia, Tecnología y Salud. Genciber. (pp. 717-
Hubbard, Ruth y Wald, Elijah (1997/1999). El mito 721). Zaragoza: Prensas Universitarias.
del gen. Madrid: Alianza.
Purves, Dale; Augustine, George; Fitzpatrick, Da-
Kandel, Eric, Schwartz, James, Jessell, Thomas vid; Hall, William; LaMantia, Anthony; McNama-
(1981/1991). Principes of neural science (3ª ed.)
ra, James; Williams, Mark (2004/2006). Neuro-
New York: Elsevier. ciencia. (3ª ed.) Madrid: Panamericana.
Kandel, Eric; Jessell, Thomas y Schwartz, James Sawyer, Charles y Gorski, Roger (1971). Steroid
(1981/2001). Principios de neurociencia. (4ª ed.) hormones and brain function. Berkeley: Universi-
Madrid: Mc Graw Hill. ty of California Press
Keller, Evelyn Fox (1991). Reflexiones sobre gé- Shaywitz, Bennett; Shaywitz, Sally; Pugh, Kenneth;
nero y ciencia. Valencia: Alfons el Magnanim. Constable, Todd; Skudiarski, Pawel; Fulbright,
Kelly, Dennis (1991). Sexual differentiation of the Robert; Bronen, Richard; Fletcher, Jack; Shank-
nervous system. En Eric Kandel, James Schwartz weller, Donald y Katz, Leonard; Gore, John
y Thomas Jessell (Eds.), Principes of neural sci- (1995). Sex differences in the functional organi-
ence. (pp. 959-973). New York: Elsevier zation of the brain for language. Nature, 373,
607-609.
Lewontin, Richard (2000/2001). El sueño del ge-
noma humano y otras ilusiones. Barcelona: Pai- Waal, Franz de (1995). Vida social de los bonobos.
dós. Investigación y Ciencia, 224, 52-59.

Liaño, Hugo (1998). Cerebro de hombre, cerebro Wijngaard, Marianne van den (1991). The ac-
de mujer. Barcelona: B.S.A. (SineQuaNon). ceptance of scientific theories and images of
masculinity and feminity: 1959-1985. J. History
Miqueo, Consuelo; Barral, Mª José; Delgado, Isabel; Biol. 24, 19-49.
Fernández, Teresa y Magallón, Carmen (2003).
Del análisis crítico a la autoridad femenina en la Wijngaard, Marianne van den (1994). Feminism and
ciencia. Feminismo/s,1, 195 -216 the biological construction of female and male
behavior. J. History Biol. 27(1), 61-69.
Money, John (1971). Pre-natal hormones and intel-
ligence: a possible relationship. Impact of sci- Zigmond, Michael; Bloom, Floyd; Landis, Story;
ence on society, 21, 285-290. Roberts, James; Squire, Larry (1999). Fundamen-
tal Neuroscience. San Diego: Academic Press.
Ortega, Esther; Romero Bachiller, Carmen y García
Dauder, Silvia (2008). Transformaciones tecno-
científicas de cuerpos, sexos y géneros. En Con-

MARÍA JOSÉ BARRAL MORÁN


Doctora en Medicina y Cirugía. Profesora Titular de Anatomía y Embriología Humanas de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Zaragoza. Miembro del Seminario Interdisciplinar de Estudios de la Mu-
jer (SIEM) de dicha Universidad. Su trabajo de investigación se desarrolla en el campo de las neuro-
ciencias, y en las interacciones Género/Salud/Ciencia.

DIRECCIÓN DE CONTACTO
jbarral@unizar.es

FORMATO DE CITACIÓN
Barral Moran, María José (2010). Análisis crítico del discurso biomédico sobre sexos y géneros. Qua-
derns de psicología, 12 (2). 105-116. Extraído el [día] de [mes] del [año], de
http://www.quadernsdepsicologia.cat/article/view/756

Quaderns de Psicologia | 2010, Vol. 12, No 2, 105-116


116 María José Barral Morán

HISTORIA EDITORIAL
Recibido: 01/06/2010

Primera revisión: 21/10/2010

Aceptado: 21/10/2010

http://quadernsdepsicologia.cat

Anda mungkin juga menyukai